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Mostrando las entradas etiquetadas como Esperanza

06 LAS CRÍTICAS Y LA REGLA DE ORO - El discurso maestro de Jesucristo

LAS CRÍTICAS Y LA REGLA DE ORO "No juzguéis, para que no seáis juzgados" "EL ESFUERZO para ganar la salvación por medio de las obras propias induce inevitablemente a los hombres a amontonar las exigencias humanas como barrera contra el pecado. Al ver que no observan la ley, idean normas y reglamentos propios para compelerse a obedecerla. Todo esto desvía la mente desde Dios hacia el yo. El amor a Dios se extingue en el corazón; con él desaparece también el amor hacia el prójimo. Los defensores de tal sistema humano, con sus múltiples reglas, se sentirán impulsados a juzgar a todos los que no logran alcanzar la norma prescrita en él. El ambiente de críticas egoístas y estrechas ahoga las emociones nobles y generosas, y hace de los hombres espías despreciables y jueces ególatras."  "A esta clase pertenecían los fariseos. No salían de sus servicios religiosos humillados por la convicción de lo débiles que eran ni agradecidos por los grandes privilegio

05 EL PADRENUESTRO - El discurso maestro de Jesucristo

EL PADRENUESTRO NUESTRO Salvador dio dos veces el Padrenuestro: la primera vez, a la multitud, en el Sermón del Monte; y la segunda, algunos meses más tarde, a los discípulos solos. Estos habían estado alejados por corto tiempo de su Señor y, al volver, lo encontraron absorto en comunión con Dios. Como si no percibiese la presencia de ellos, él continuó orando en voz alta. Su rostro irradiaba un resplandor celestial. Parecía estar en la misma presencia del Invisible; había un poder viviente en sus palabras, como si hablara con Dios.  Los corazones de los atentos discípulos quedaron profundamente conmovidos. Habían notado cuán a menudo dedicaba él largas horas a la soledad, en comunión con su Padre. Pasaba los días socorriendo a las multitudes que se aglomeraban en derredor suyo y revelando los arteros sofismas de los rabinos. Esta labor incesante lo dejaba a menudo tan exhausto que su madre y sus hermanos, y aun sus discípulos, temían que perdiera la vida. Pero cuando regresab