CAPÍTULO 13 RESULTADOS DE LA MAYORDOMÍA Todos en el pueblo conocían y amaban al viejo Enrique. Él todavía vivía en la casa que él y su esposa habían compartido por casi cincuenta años, hasta la muerte de ella. En esos días, él caminaba un poco más lentamente y con una cojera visible, pero la sonrisa de su rostro no había cambiado. Llevaba su envejecida camioneta al pueblo una vez por semana para hacer algunas diligencias y comprar alimentos que, casi siempre, incluían una bolsa para alguna otra persona. Después de que el esposo de la Sra. Quesada falleciera, ella había luchado para alimentar y vestir a sus hijos. Un par de veces por mes, aparecían a su puerta bolsas de comida y, para Navidad, una caja con regalos sencillos para los niños acompañaba a los alimentos. Cuando el Sr. Haroldo cayó con neumonía, el viejo Enrique se ocupó de que el hombre tuviera los medicamentos que necesitaba, pero que no podía pagar. A los niños les gustaba el viejo Enrique, y él a menudo se detenía para...