Viernes 16 de febrero del 2018
Parábola del banquete de bodas
1 Jesús
volvió a hablarles en parábolas, y les dijo:
2 «El reino de los
cielos es como un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo.
3 Mandó
a sus siervos que llamaran a los invitados, pero estos se negaron a asistir al
banquete.
4 Luego mandó a otros siervos y les ordenó: “Digan a los
invitados que ya he preparado mi comida: Ya han matado mis bueyes y mis reses
cebadas, y todo está listo. Vengan al banquete de bodas”.
5 Pero
ellos no hicieron caso y se fueron: uno a su campo, otro a su negocio.
6 Los
demás agarraron a los siervos, los maltrataron y los mataron.
7 El
rey se enfureció. Mandó su ejército a destruir a los asesinos y a incendiar su
ciudad.
8 Luego dijo a sus siervos: “El banquete de bodas está
preparado, pero los que invité no merecían venir.
9 Vayan al cruce de
los caminos e inviten al banquete a todos los que encuentren”.
10 Así
que los siervos salieron a los caminos y reunieron a todos los que pudieron
encontrar, buenos y malos, y se llenó de invitados el salón de bodas.
11 »Cuando
el rey entró a ver a los invitados, notó que allí había un hombre que no estaba
vestido con el traje de boda.
12 “Amigo, ¿cómo entraste aquí sin el
traje de boda?”, le dijo. El hombre se quedó callado.
13 Entonces el
rey dijo a los sirvientes: “Átenlo de pies y manos, y échenlo afuera, a la
oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes”.
14 Porque
muchos son los invitados, pero pocos los escogidos».
El pago de impuestos al césar
15 Entonces
salieron los fariseos y tramaron cómo tenderle a Jesús una trampa con sus
mismas palabras.
16 Enviaron algunos de sus discípulos junto con los
herodianos, los cuales le dijeron:
―Maestro,
sabemos que eres un hombre íntegro y que enseñas el camino de Dios de acuerdo
con la verdad. No te dejas influir por nadie porque no te fijas en las
apariencias.
17 Danos tu opinión: ¿Está permitido pagar impuestos al
césar o no?
18 Conociendo
sus malas intenciones, Jesús replicó:
―¡Hipócritas!
¿Por qué me tienden trampas?
19 Muéstrenme la moneda para el
impuesto.
Y
se la enseñaron.[a]
20 ―¿De
quién son esta imagen y esta inscripción? —les preguntó.
21 ―Del
césar —respondieron.
―Entonces
denle al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios.
22 Al
oír esto, se quedaron asombrados. Así que lo dejaron y se fueron.
El
matrimonio en la resurrección
23 Ese
mismo día los saduceos, que decían que no hay resurrección, se le acercaron y
le plantearon un problema:
24 ―Maestro,
Moisés nos enseñó que, si un hombre muere sin tener hijos, el hermano de ese
hombre tiene que casarse con la viuda para que su hermano tenga
descendencia.
25 Pues bien, había entre nosotros siete hermanos. El
primero se casó y murió y, como no tuvo hijos, dejó la esposa a su
hermano.
26 Lo mismo les pasó al segundo y al tercer hermano, y así
hasta llegar al séptimo.
27 Por último, murió la mujer.
28 Ahora
bien, en la resurrección, ¿de cuál de los siete será esposa esta mujer, ya que
todos estuvieron casados con ella?
29 Jesús
les contestó:
―Ustedes
andan equivocados porque desconocen las Escrituras y el poder de Dios.
30 En
la resurrección, las personas no se casarán ni serán dadas en casamiento, sino
que serán como los ángeles que están en el cielo.
31 Pero, en cuanto
a la resurrección de los muertos, ¿no han leído lo que Dios les dijo a
ustedes:
32 “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”?[b] Él no es Dios de muertos, sino de
vivos.
33 Al
oír esto, la gente quedó admirada de su enseñanza.
El mandamiento más importante
34 Los
fariseos se reunieron al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos.
35 Uno
de ellos, experto en la ley, le tendió una trampa con esta pregunta:
36 ―Maestro,
¿cuál es el mandamiento más importante de la ley?
37 ―“Ama
al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente”[c] —le respondió Jesús—.
38 Este
es el primero y el más importante de los mandamientos.
39 El segundo
se parece a este: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.[d]
40 De estos dos mandamientos
dependen toda la ley y los profetas.
¿De quién es hijo el Cristo?
41 Mientras
estaban reunidos los fariseos, Jesús les preguntó:
42 ―¿Qué
piensan ustedes acerca del Cristo? ¿De quién es hijo?
―De
David —le respondieron ellos.
43 ―Entonces,
¿cómo es que David, hablando por el Espíritu, lo llama “Señor”? Él afirma:
44 »“Dijo
el Señor a mi Señor:
‘Siéntate a mi derecha,
hasta que ponga a tus enemigos
debajo de tus pies’ ”.[e]
‘Siéntate a mi derecha,
hasta que ponga a tus enemigos
debajo de tus pies’ ”.[e]
45 Si
David lo llama “Señor”, ¿cómo puede entonces ser su hijo?»
46 Nadie
pudo responderle ni una sola palabra, y desde ese día ninguno se atrevía a
hacerle más preguntas.
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