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CBA LIBRO DE MATEO CAPÍTULO 15

CBA Libro de Mateo capítulo 15

1. Entonces se acercaron.

[ Discusión sobre las tradiciones farisaicas. Lo que contamina al hombre, Mat. 15:1-20= Mar. 7: 1-23 . comentario principal: Marcos.] Con referencia al uso que Mateo da a la palabra "entonces", ver com. cap. 4: 1.

6. Ya no ha de honrar.

La primera frase del vers. 6 completa la idea del vers. 5. La nueva idea comienza a partir de "Así habéis".

El mandamiento.

La evidencia textual favorece aquí (cf. p. 147) "la palabra" (así está en la BJ).

13. Toda planta. 
Esta frase se refiere a todas las tradiciones, todos los "mandamientos de hombres" (ver com. Mar. 7: 3, 13, 15. 

21. Saliendo Jesús de allí. 
El episodio que se relata aquí pudo haber ocurrido, según la cronología que adopta este Comentario , hacia fines de la primavera del año 30 d. C., quizá en el mes de mayo. Con la alimentación de los cinco mil y el sermón acerca del pan de vida en la sinagoga de Capernaúm (ver com. Juan 6: 1, 25), el ministerio en Galilea llegó a su culminación. Así como había ocurrido en Judea quizá un año antes, el sentimiento popular se volvió contra Jesús (DTG 358), y la mayoría de los que se habían considerado como seguidores del Maestro, lo rechazaron (ver com. Juan 6: 60-66). La alimentación de los cinco mil había acaecido poco antes de la pascua (Juan 6: 4), fiesta a la cual Jesús no asistió (ver com. Juan 7: 1). 

Lo que había ocurrido durante el tercer viaje por Galilea había alarmado grandemente a los dirigentes judíos (ver DTG 360; com. Mar. 6: 14). Después de la pascua, una delegación venida de Jerusalén había encarado a Jesús con la acusación de que estaba debilitando los requisitos religiosos (Mar. 7: 1-23). Pero el Señor los silenció revelando la hipocresía de sus corazones y ellos se alejaron enojados y disgustados (DTG 363). Por su actitud y sus amenazas habían dejado en claro que la vida de Jesús corría peligro (DTG 363, 367). Por esto, en armonía con el consejo que había dado anteriormente a los discípulos, se alejó de Galilea por un tiempo (ver com. Mat. 10: 14, 23), así como se había ido de Judea el año anterior, cuando había sido rechazado por los dirigentes judíos (ver com. cap. 4: 12). 

La retirada de Jesús de Galilea hacia el norte inició un nuevo período en su ministerio, y terminó el que había llevado a cabo en Galilea, al cual, según la cronología adoptada en este Comentario , había dedicado alrededor de un año, desde aproximadamente la pascua del año 29 d. C. hasta la del año 30 d. C. Por este tiempo ya no quedaba más que un año hasta su muerte. 

Si bien lo que movió a Jesús a retirarse a la región de Fenicia parece haber sido, en primera instancia, la contienda con los fariseos venidos de Jerusalén, Cristo tenía otros propósitos al hacer el viaje. No sólo tenía razones por las cuales quería irse de Galilea, sino que también tenía otras para querer ir a Fenicia. Puesto que había sido rechazado por los judíos tanto en Judea como en Galilea, Jesús procuró hallar la oportunidad de instruir a sus discípulos en la manera de trabajar por los que no eran judíos. Los paganos necesitaban recibir el Evangelio, y Jesús comenzó a presentar una serie de lecciones para que los discípulos percibieran las necesidades de los paganos y comprendieran que también ellos eran candidatos en potencia para el reino de los cielos. El viaje a Fenicia le proporcionó una excelente oportunidad para presentar esta instrucción (DTG 366). Sólo se registra un milagro realizado durante su visita a Fenicia. Este viaje claramente no fue un viaje misionero como lo habían sido sus tres viajes por Galilea, porque Jesús se ocultó y no quiso que se supiera de su presencia allí (Mar. 7: 24). 

Región de Tiro y de Sidón. 
Jesús y sus discípulos se retiraron hacia el norte, a la región de Fenicia, aquí llamada Tiro y Sidón (ver mapa p. 211). Desde Capernaúm, en línea recta, hay unos 33 km hasta Tiro, y de Tiro a Sidón hay unos 37 km. Estas ciudades habían sido importantes centros comerciales desde la antigüedad (ver t. I, pp. 135-136; com. Gén. 10: 15; también t. II, pp. 69-71). En tiempos de Jesús, la región de Tiro y de Sidón formaba parte de la provincia romana de Siria. 

22. Una mujer cananea. 
Los fenicios eran de la antigua raza cananea. Se llamaban a sí mismos cananeos (ver com. Gén. 10: 6,18), pero los griegos los llamaron fenicios, al parecer, por el nombre de una anilina púrpura ( fóinix ) que solían comprar de los fenicios cuando comenzó el comercio en la región del Egeo (ver t. II, p. 70). Los cananeos eran de ascendencia camita, pero poco después de que se establecieron en Palestina, adoptaron el lenguaje semítico y absorbieron de tal modo la cultura semítica, que por mucho tiempo se creyó que eran de origen semítico. Los judíos eran semitas y había mucho parecido en los idiomas y las características culturales de hebreos y cananeos. 

En este pasaje aparece la cuarta mención de que Jesús ministro a los que no eran judíos. La primera vez ocurrió en Sicar, en Samaria (Juan 4: 5-42); la segunda, en Capernaúm (Luc. 7: 1-10); y la tercera, en las cercanías de Gadara (Mar. 5:1-20). Los samaritanos estaban emparentados con los judíos, y aunque el ministerio de Jesús entre ellos no se habría considerado con simpatía, es posible que no despertara la animosidad que hubiera creado el trabajo en favor de los que eran completamente paganos. El centurión había simpatizado con los judíos y creía que ellos practicaban la verdadera religión. El milagro que Cristo hizo en su favor estaba en armonía con el pedido de los mismos dirigentes judíos. La curación de los endemoniados de Gadara no podía haberse interpretado como un contacto intencional de Jesús con los paganos. Más bien, los judíos podrían haber considerado que se trataba de una emergencia a la cual Cristo debió enfrentarse y que, en cierto sentido, había expulsado a los demonios en defensa propia. Además, Jesús se negó a que los hombres liberados de los demonios se unieran con él como discípulos. Y en este pasaje, en el caso de la mujer cananea, Jesús no estaba trabajando abiertamente para la gente de esa región (Mar. 7: 24). Ella vino a él y le presentó su pedido. 

Básicamente, el ministerio de Jesús se realizó en favor de los judíos de Palestina, "las ovejas perdidas de la casa de Israel" (Mat. 15: 24), pero el Señor no se abstuvo por completo de relacionarse con los que no eran judíos. Hasta cierto punto tuvo cuidado de no entrar en conflicto con los judíos al relacionarse con samaritanos y gentiles, pero no podía aceptar las barreras que los judíos habían levantado entre ellos y el resto del mundo (ver t. IV, pp. 30-34). En El Deseado de todas las gentes se sugiere que en su trato con la mujer samaritana y con la mujer sirofenicia, Jesús quiso enseñar a sus discípulos que ellos también debían aceptar a todos como hijos de Dios, sin hacer distingos por razón de raza o posición social (pp. 163-165, 369-370). Hoy día quienes trabajan por Cristo han de considerar a todos los hombres como sus iguales ante Dios, quien "no hace acepción de personas" (Hech. 10: 34). 

Aquella región. 
La de Tiro y Sidón (ver com. vers. 21). Algunos sugieren que la mujer salió de su territorio para encontrar a Jesús. Otros entienden que el milagro se realizó en territorio de Tiro y Sidón. 

Hijo de David. 
Ver com. cap. 1:1 Sorprende el que una mujer pagana se dirigiera a Jesús empleando este título que implica el reconocimiento de que es el Mesías. Muchos judíos vivían en Fenicia, y sin duda la noticia de las maravillas realizadas por Jesús había circulado entre ellos ya por mucho tiempo (Mar. 3: 8; Luc. 6: 17). Posiblemente por medio de estos judíos residentes en Fenicia la mujer había oído acerca de Jesús (DTG 366). 

23. No le respondió palabra. 
El propósito de Cristo era el de enseñar a sus discípulos una lección acerca de la forma en que debían trabajar por los que no eran judíos. Lo hizo mostrando el contraste entre el proceder común de los judíos y su propio proceder (ver com. vers. 21). Es probable que un típico rabino judío habría hecho exactamente lo que los discípulos proponían: habría despachado a la mujer sin siquiera responder a su pedido. De lo que Jesús dijo acerca de los gentiles (Luc. 4: 26-27) y de lo que él mismo había hecho por ellos en ocasiones anteriores, se desprende claramente que él los miraba con simpatía y los consideraba como aptos para llegar a ser súbditos del reino de los cielos. Jesús no compartía de ningún modo el estrecho exclusivismo con que los judíos se distanciaban de los gentiles (ver com. Mat. 15: 22, 26). 

Acercándose sus discípulos. 
Los discípulos se sentían molestos por la publicidad que les daban los desesperados ruegos de esta mujer gentil, a quien no consideraban como más digna que un perro (ver com. cap. 10: 5). No sólo era una desconocida, sino que era mujer, y aún más, era extranjera. Hasta este momento no había cabida para una desconocida mujer extranjera en la idea que se hacían los discípulos de lo que significaba la comisión evangélica. 

24. No soy enviado. 
Ver com. vers. 21. Es decir, Jesús había sido enviado en primera instancia a los judíos, aunque cuando se presentaba la oportunidad no negaba a los getiles las bendiciones que concedía a su propio pueblo (ver t. IV, pp. 28-32). Sólo muchos años después de que Cristo ascendió a los cielos, los cristianos de origen judío comprendieron plenamente el hecho de que Dios consideraba a todos, en cualquier parte del mundo, como posibles ciudadanos del reino de los cielos (ver Hech. 9: 9-18, 32-35; 10: 1-48; 15: 1-29; Rom. 1: 16; 9: 24; etc.). 

25. Se postró. 
Cuando la mujer se postró a los pies de Jesús (Mar. 7: 25), adoptó la posición acostumbrada del que presenta un pedido ante un superior (ver com. Mat. 4: 9; 8: 2; cf. com. Est. 3: 2). Esta posición podía adoptarse también ante un objeto de adoración. El hecho de que la mujer empleara el título mesiánico "Hijo de David" (ver com. Mat. 1: 1, 15: 22), parecería indicar que tenía al menos una vaga idea de la identidad de Jesús. No hay modo de saber si empleó este título sólo porque sus vecinos judíos lo habían usado al hablar de las maravillas realizadas por Jesús, o si con ello expresaba cierta medida de fe en que Jesús era el Mesías. 

26. No está bien. 
Aquí Cristo expresa la actitud característica de los judíos que consideraban que los gentiles eran indignos de recibir las bendiciones del cielo. 

Pan. 
Aquí se hace alusión al pan de la salvación (cf., Juan 6: 32), el cual había sido confiado por Dios a los judíos, sus hijos, para que ellos lo distribuyeran entre los gentiles, pero que estaban conservando egoístamente para sí mismos (PVGM 233-235). 

Perrillos. 
Gr. kunárion , "perrito", aquí empleado para referirse a los gentiles (ver com. cap. 7: 6). El uso del diminutivo parecería atenuar en parte el sentido despectivo del vocablo. Los judíos creían que las bendiciones de la salvación se malgastarían si se las concedía a los gentiles, quienes, según la opinión de los judíos, carecían de la capacidad de apreciar esas bendiciones o de beneficiarse de ellas. La mujer bien podría haberse desanimado por la actitud de desprecio que Cristo pareció asumir para con ella, pero Jesús estaba confiado de que la fe de ella no faltaría. La mujer, por su parte, parecía estar segura de que Cristo podía conceder lo que su corazón deseaba si tan sólo él lo quería (ver com. Mar. 1: 40). El orgullo y el prejuicio no significaban nada para ella y no se dejó afectar por ellos. Su fe y su perseverancia son verdaderamente dignas de encomio. 

27. Sí, Señor. 
Detrás de la indiferencia que Jesús parecía manifestar para con su anhelante ruego (ver com. vers. 23, 26), la mujer parece haber detectado la tierna compasión que fluía a raudales del amante corazón de Cristo. Sin duda, el mero hecho de que tratara el asunto con ella -en vez de despacharla bruscamente como lo habrían hecho los rabinos- le dijo ánimo para creer que Jesús accedería a su luego. La voz del Maestro no mostraba ningún rastro de impaciencia y su rostro sólo revelaba la serena dignidad y la infinita ternura que siempre dejaba traslucir. 

Migajas. 
Gr. psijíon , forma diminutivo que se traduce como "migaja" o "pizca". Aun los perrillos (ver com. vers. 26) tienen derecho a las miguitas que sus amos les dan. Esta notable mujer estuvo lista a ubicarse en cualquier nivel social que Cristo le pudiera asignar, sin ni siquiera discutirlo, si tan sólo él le concedía lo que pedía. Comparar esto con la persistencia del leproso frente a grandes obstáculos (ver com. Mar. 1: 40-45). 

28. Grande es tu fe. 
La mujer hizo frente a la prueba, y su fe permaneció firme. Estaba segura de que Cristo podía sanar a su hija. Comparar con lo que dijo Cristo del centurión (ver com. Luc. 7: 9). 

Aquella hora. 
Así como había ocurrido en el caso del hijo del noble (Juan 4: 43-54) y con el siervo del centurión (Luc. 7: 1-10), la hija de la mujer cananea fue sanada a la distancia, no en la presencia inmediata de Jesús. Como había ocurrido en esos otros casos, la curación fue inmediata y completa. 

32. Llamando a sus discípulos. 
[ Alimentación de los cuatro mil, Mat. 15:32-39 = Mar. 8:1-10. Comentario principal: Mateo. Ver mapa p. 211; diagrama p. 221; con referencia a milagros, ver pp. 198-203.] En relación con los acontecimientos que precedieron inmediatamente a este episodio, ver com. vers. 21. Respecto al lugar donde se realizó el milagro, ver com. Mar. 5: 1. Con referencia a otro milagro en la misma región y a la relación entre los dos episodios, ver com. Mar. 5: 18-20. La Nota Adicional del cap. 15 presenta una comparación entre los dos milagros. Según la cronología adoptada por este Comentario , la alimentación de los cuatro mil habría ocurrido en el verano del año 30, quizá a fines de junio o a principios de julio. La alimentación de los cinco mil habría sucedido antes, por el tiempo de la pascua (ver com. Mat. 15: 21; Juan 6: 4). 

Tengo compasión. 
El Salvador siempre se siente conmovido por las angustias y los sufrimientos humanos (Heb. 4: 15). 

La gente. 
Según el Deseado de todas las gentes , la mayoría de los que escuchaban a Jesús eran gentiles (p. 371). Aunque antes habían sentido prejuicios contra Jesús, ahora no sólo parecían simpatizar con él, sino que tenían gran interés en oírlo. 

Tres días. 
Según el cómputo inclusivo, comúnmente empleado en el Cercano Oriente en tiempos bíblicos, esto correspondería a un día completo más partes del día anterior y del día posterior (ver pp. 239- 242). La gente sin duda había llevado comida para un día, o quizá para dos, por lo cual Jesús no se preocupó hasta el tercer día. 

No sea que desmayen. 
La gente tenía hambre y Jesús estaba preocupado por su bienestar físico, así como lo había estado por su bienestar espiritual. 

34. ¿Cuántos panes? 
Con referencia a la misma pregunta en ocasión de la alimentación de los cinco mil y con referencia a los panes, ver com. Mar. 6: 38. 

Unos pocos pececillos. 
Eran pocos y, a la vista de los discípulos, eran tan pequeños que resultaban insignificantes. 

35. En tierra. 
Es interesante notar que en ocasión de la alimentación de los cinco mil, se sentaron en "la hierba" (Mat. 14: 19), pero en esta oportunidad se sentaron en la tierra o en el suelo. Esta es una de las varias diferencias que se enumeran en la Nota Adicional del cap. 15. 

38. Cuatro mil hombres. 
Según Elena de White, había presentes en la alimientación de los cinco mil unas diez personas, contando a los niños y las mujeres (DTG 749). Si la proporción se hubiera mantenido, habría habido en esta ocasión unas ocho mil personas, contando a hombres, mujeres y niños. Otros autores sugieren que la proporción de niños y mujeres sería bastante menor. 

39. Magdala. 
La evidencia textual se inclina por (cf. p.147) "Magadán". Marcos usa el nombre Dalmanuta (cap. 8: 10). Posiblemente se daban diferentes nombres para un mismo lugar. Suele identificarse a Magdala con Khirbet Meydel, cerca del extremo sur de la llanura de Genesaret, en la ribera oeste del lago, entre Capernaúm y Tiberias. 

CBA T5

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