1. Habiendo entrado Jesús en Jericó.
[ Jesús y Zaqueo, Luc. 19: 1-10. Ver mapa p. 213; diagrama p. 221.] Con referencia al tiempo, a las circunstancias y al marco histórico de este incidente, ver com. Mar. 10: 46. Es probable que el encuentro de Jesús con Zaqueo ocurriera la semana antes de la pascua del año 31 d. C., cuando Jesús iba rumbo a Jerusalén.
2. Zaqueo.
Gr. Zakjáios , que deriva del Heb. Zakkai , y significa "puro". En el AT aparece una persona de nombre "Zacai" (Esd. 2: 9; Neh. 7: 14), que corresponde con Zakkai . No hay razón para pensar que el relato de Zaqueo sea tan sólo otra versión del relato del llamamiento de Mateo, como lo han afirmado algunos comentadores modernos, y menos aún porque Lucas registra ambos episodios (cap. 5: 27-32). Es evidente que Zaqueo era judío (cap. 19: 9). Los presentes protestaron porque Jesús se asociaba con él por ser pecador, y no porque fuera gentil (ver com. vers. 7; com. Mar. 2: 14-15).
Jefe de los publicanos.
Gr. arjitelÇn's , palabra compuesta que significa "jefe de recaudadores de impuestos". Compárese con la palabra arjieréus , "sumo sacerdote" (Mar. 2: 26). Quizá podríamos decir hoy que Zaqueo era el director de la recaudación de impuestos de la región y que, como tal, estaba encargado de recaudar los impuestos y los derechos aduaneros en la importante ciudad fronteriza de Jericó, que era la entrada de todo el tránsito que cruzaba el río Jordán desde el este. El vado del Jordán que se encuentra a unos 8 km al este de Jericó, era uno de los tres puntos importantes entre el mar de Galilea y el mar Muerto, donde se podía cruzar el río aun en primavera. Lucas menciona con frecuencia a los recaudadores de impuestos (cap. 3: 12; 5: 27; 7: 29; 15: 1; 18: 10), y siempre habla favorablemente de esos parias de la sociedad, en armonía con su característico énfasis en el hecho de que Jesús era amigo de los pobres, los oprimidos y los desechados de la sociedad.
Rico.
Los recaudadores de impuestos, respaldados por el poder de Roma, solían exigir a la gente más de lo que era legal (ver p. 68; com. cap. 3: 12).
3. Procuraba ver quién era Jesús.
Es posible que Zaqueo por algún tiempo hubiera estado sintiendo deseos de ver a Jesús, de saber quién era esa persona tan renombrada. El comienzo del ministerio de Juan el Bautista se había desarrollado en Betábara o "Betania, al otro lado del Jordán" (BJ), probablemente no lejos de Jericó (ver com. Mat. 3: 2; Juan 1: 28). Zaqueo había sido uno de los muchos que habían ido a oírle predicar (DTG 507). Es también factible que hubiera estado entre los publicanos que preguntaron a Juan: "Maestro, ¿qué haremos?" (Luc. 3: 12). Zaqueo quedó impresionado con el mensaje de Juan, y aunque en ese momento no estuviera plenamente convertido, las palabras de Juan comenzaron a actuar como levadura en su corazón (DTG 507). Zaqueo había oído hablar antes de Jesús y comenzó entonces su obra de confesión y restitución (DTG 507-508). Sentía un intenso anhelo de tener la oportunidad de ver a Jesús y de aprender más perfectamente del Maestro el camino de la vida. Hasta cierto punto ya había puesto en práctica el Evangelio en su propia vida actuando en armonía con los preceptos enunciados en Lev. 25: 17, 35-37 (ver com. Luc. 19: 8). Compárese con el caso de Mateo (ver com. Mar. 2: 13-14).
No podía a causa de la multitud.
Las estrechas calles de las antiguas ciudades, muchas veces apenas más anchas que una braza, habían hecho más difícil la solución del problema de Zaqueo. Pero éste de ninguna manera se daría por vencido.
4. Corriendo delante.
Zaqueo oyó la noticia de la llegada de Jesús cuando el Maestro entró en la ciudad de Jericó (DTG 507). Debido a que las multitudes pasaban por la ciudad en camino a la celebración de la pascua, el jefe de los recaudadores de impuestos (ver com. vers. 2), sin duda había estado con más trabajo que de costumbre. Sin embargo, abandonó todo para poder ver a Jesús.
Subió.
Este procedimiento no era del todo correcto para un caballero bien vestido como Zaqueo. Sin embargo, estuvo dispuesto a ser considerado raro con tal de no perder la oportunidad de contemplar, aunque fuera por un momento, al que tanto había deseado ver. Es probable que el árbol al cual subió Zaqueo estuviera en el lado occidental de la ciudad (ver com. Mar. 10: 46) y no en una de las angostas calles (ver com. Luc. 19: 3).
Sicómoro.
Gr. sukomoréa , Ficus sycomorus , "sicómoro". Se cree que sukomoréa deriva de súkon, "higo", y de moréa, "morera", porque las hojas de este árbol se parecen a las hojas de la morera y su fruto al de la higuera. Es un árbol de ramas bajas y extendidas que da buena sombra. Sería raro encontrar árboles como éste en las angostas calles de las antiguas ciudades, pero era común encontrarlos junto al camino a la puerta de la ciudad (ver com. Mar. 10: 46). Ver com. Amós 7: 14; Luc. 17: 6.
Pose yo.
El verbo empleado en el griego puede referirse a una visita de cierta duración en el día, o a pasar la noche, Esta es la única vez que se registra que Jesús se invitara a sí mismo a casa de alguien. Un hombre de la posición de Zaqueo seguramente tenía amplias comodidades para recibir visitas, y Jesús sabía que Zaqueo no se sentiría molesto aunque las visitas le llegaran inesperadamente. No se nos dice cómo reconoció Jesús a Zaqueo para poder llamarlo por su nombre. Es muy posible que alguno de los que estaban allí le diera la información, pero lo más probable es que se trata de un caso de conocimiento sobrenatural similar al que se presenta en Juan 1: 47. Jesús sabía que recibiría una calurosa bienvenida. Zaqueo había deseado ardientemente tener la oportunidad de ver a Jesús (Luc. 19: 3), y tuvo que haberse sentido muy honrado y satisfecho al tener el privilegio de recibir en su propia casa al gran Maestro. Jesús sabía todo esto, y fue a la casa del recaudador de impuestos con el propósito específico de instruirlo en el camino del reino (DTG 509-510).
7. Murmuraban.
Gr. diagoggúzÇ , forma enfática del verbo goggúzÇ , también traducido como "murmurar" (ver com. Mat. 20: 11; Luc. 5: 30). Sin duda estaban presentes en la multitud muchos habitantes de Jericó a quienes Zaqueo o sus agentes virtualmente habían robado, y que lo consideraban como ladrón.
8. Puesto en pie.
Según parece, Zaqueo iba caminando con Jesús, pero al oír las airadas protestas de la multitud (vers. 7) se dio vuelta para hacer frente a sus acusadores, y se dirigió a Jesús.
La mitad de mis bienes.
La disposición a desprenderse voluntariamente de la riqueza que había adquirido en forma injusta era una de las mejores evidencias posibles que podría haber dado de su conversión. " "Ningún arrepentimiento que no obre una reforma es genuino" " (DTG 509). Compárese lo que hizo voluntariamente Zaqueo con la negativa del joven rico de desprenderse de sus riquezas cuando se le pidió que lo hiciera (ver com. Mat. 19: 21-22). El caso de Zaqueo demostró que un rico sí podía entrar en el reino de los cielos (ver com. Mat. 19: 23-26).
Los pobres.
Entre los judíos se consideraba que socorrer a los pobres era un acto importantísimo de piedad y de religión práctica. Dios había dado instrucciones específicas para que los pobres fueran socorridos (Lev. 19: 10, 15; 25: 35-43; Est. 9: 22; Rom. 15: 26; ver com. Mat. 5: 3).
He defraudado.
Zaqueo ya había comenzado a devolver sus ganancias fraudulentas (ver com. vers. 3); y ahora se propuso restituir cabal y sistemáticamente todo lo que había obtenido ilícitamente. Esto superaría lo que sus peores acusadores en la multitud -los sacerdotes, escribas y fariseos- pudieran decir de su propia conducta. El comercio del templo proporcionaba a éstos innumerables oportunidades para defraudar a todos los que venían a rendir culto (ver com. Mat. 21: 12).
Lo devuelvo cuadruplicado.
Si la restitución era voluntaria, la ley de Moisés demandaba que sólo se añadiera un quinto de la cantidad que se había defraudado (Lev. 6: 5; Núm. 5: 7). Pero una restauración cuatro veces mayor era uno de los castigos extremos en caso de hurto, pues equivalía, además, a la pérdida del valor de los bienes robados (Exo. 22: 1; ver com. 2 Sam. 12: 6). La suma que debía devolverse era, por lo general, el doble de lo robado, si la propiedad o el dinero robado se hallaban en poder del ladrón (Exo. 22: 4, 7). La cantidad que Zaqueo prometió devolver era la mejor evidencia posible de que su corazón había experimentado un cambio.
9. Hoy.
Esto quizá se refiera a la decisión reflejada en la confesión y la promesa de Zaqueo (vers. 8), en vista de la transformación que ya había ocurrido en su vida.
Esta casa.
Los miembros de la casa de Zaqueo se beneficiaron por la decisión que él tomó.
El también.
Cf. cap. 13: 16. La sociedad judía había catalogado a Zaqueo como a un ser despreciable; lo había tildado de pecador (cap. 19: 7), y por lo tanto incapacitado para recibir las recompensas que los judíos consideraban automáticas para todos los descendientes literales del padre Abrahán. Pero Jesús, con palabras que todos podían entender, lo inscribe ahora en el libro del favor divino. Con referencia al concepto judío acerca de la importancia y del valor de ser descendiente literal de Abrahán, ver com. Mat. 3: 9; Juan 8: 39.
10. Lo que se había perdido.
Ver com. Mat. 1: 21. Uno bien podría esperar encontrarse aquí con la frase "los que se habían perdido", es decir todos los pecadores. Pero Jesús no sólo vino a rescatar al hombre, sino también a todo lo que se perdió por causa del pecado del hombre. El mundo será restaurado a su hermosura edénica y será habitado por una raza sin pecado, y todo lo que se había perdido también será renovado " "en los tiempos de la restauración de todas las cosas" " (Hech. 3: 21).
11. Oyendo ellos.
[ Parábola de las diez minas, Luc. 19: 11-28 . Cf. com. Mat. 25: 14-30; con referencia a las parábolas, ver pp. 193-197.] Estas palabras indican la estrecha relación que hay entre la parábola de las minas y lo que Jesús había dicho en casa de Zaqueo (vers. 9-10). Por lo tanto puede deducirse que quizá fue presentada en la casa de Zaqueo o cerca de allí, en Jericó, o tal vez poco después en alguna pausa en el camino de Jericó a Betania, distante unos 24 km. Es probable que para este tiempo transcurriera la semana anterior a la pascua del año 31 d. C. Con referencia a las circunstancias y los acontecimientos que precedieron la presentación de esta parábola, ver com. Mat. 20: 17.
Prosiguió Jesús y dijo.
Literalmente "añadiendo dijo". Esta expresión aparentemente redundante era característica en el hebreo, y en varios casos aparece en el griego del NT quizá como una indicación de la influencia del hebreo en los Evangelios (Luc. 20: 11-12; Hech. 12: 3; etc.; cf. Gén. 4: 2; 8: 12; 25: 1; Job 29: 1).
Cerca de Jerusalén.
A pesar de que Jesús había dicho repetidamente a sus discípulos que iba a Jerusalén para morir (ver com. Mat. 16: 21; 20: 17-19; Mar. 9: 31; Luc. 18: 31), éstos seguían acariciando la esperanza de que él sería proclamado como rey de Israel y aceptaría el trono de David. Esta falsa esperanza había causado continuas discusiones entre ellos acerca de quién sería el primero en el reino (ver com. Mar. 9: 33-40; Mat. 20: 20). Un año antes se había hecho en Galilea un intento popular de coronar a Jesús como rey (ver com. Mat. 14: 22; Mar. 6: 42; Juan 6: 15; DTG 340- 341). El sentimiento popular favorecía cada vez más tal proceder, y sin duda los discípulos fomentaban esta idea como lo habían hecho en aquella ocasión anterior. La base de este concepto equivocado acerca de los propósitos de Cristo, era la falsa esperanza mesiánica enseñada por los rabinos, esperanza que se basaba, a su vez, en la falsa interpretación de las profecías mesiánicas del AT (t. IV, pp. 28-36; ver com. Luc. 4: 19; cf. Rom. 11: 25; 2 Cor. 3: 14-16).
Ellos pensaban.
El falso concepto del reino mesiánico, tan anhelado por los discípulos de Jesús y también por sus compatriotas en general, proporcionó la ocasión para el relato de esta parábola. Los discípulos esperaban confiadamente que el reino se establecería durante la próxima pascua, fiesta que conmemoraba la liberación de Israel de Egipto y que, más que cualquier otra fiesta nacional, señalaba el nacimiento de la nación hebrea.
El reino de Dios.
Con referencia a la verdadera naturaleza del reino de Cristo, ver com. Mat. 3: 2-3; 4: 17; 5: 2-3; y en cuanto al falso concepto referente a ese reino, ver com. Luc. 4: 19. Cada una de las parábolas de Cristo fue pronunciada con el propósito de ilustrar alguna verdad específica respecto a su reino, y más frecuentemente acerca del reino de la gracia divina en el corazón de los hombres; pero también, como lo hizo aquí, con referencia al establecimiento del reino de gloria.
Se manifestaría inmediatamente.
La emoción de los discípulos aumentaba con cada paso rumbo a Jerusalén. Jericó dista unos 27 km de Jerusalén, y como Jesús y sus discípulos viajaban desde esta ciudad a Jerusalén es evidente que estaban relativamente cerca de la ciudad. Es probable que los discípulos consideraban que ésta era la marcha triunfal a Jerusalén, y que allí tomarían el reino y colocarían a su Maestro en el trono de Israel. Se sentían seguros de este acontecimiento debido a varias declaraciones recientes de Jesús (ver com. cap. 18: 31).
12. Un hombre noble.
Jesús se está refiriendo aquí evidentemente a sí mismo. Hay mucho parecido entre esta parábola, conocida como la parábola de las minas, y la parábola de los talentos, registrada en Mat. 25: 14- 30; pero hay también diferencias igualmente notables. Algunos han sugerido que se trata de dos versiones de un mismo relato, pero las diferencias entre las dos parábolas y las circunstancias en las cuales fueron presentadas hacen que esta conclusión sea insostenible (ver com. Mat. 25: 14). Con referencia a los parecidos entre las dos parábolas, ver comentario de la parábola de los talentos (Mat. 25: 14-30). Las observaciones que aquí se hacen de Lucas se refieren mayormente a aquellos aspectos que difieren de la parábola de los talentos.
Fue a un país lejano.
Quizá Jesús basó esta parábola en uno o más episodios históricos bien conocidos por sus oyentes (ver com. cap. 15: 4). El primer episodio probable es un viaje hecho por Herodes el Grande a Roma en el año 40 a. C. para hacer frente a las ambiciones de Antígono y para conseguir que fuera instituido como rey de Judea. El senado romano rechazó las pretensiones de Antígono y confirmó a Herodes como rey (Josefo, Antigüedades , xiv. 14. 1-5; Guerra i. 14. 2-4). Pero hay un paralelo más cercano en un segundo episodio que muchas veces se sugiere como la base histórica de esta parábola. Se trata del viaje de Arquelao, hijo de Herodes el Grande, a Roma, para conseguir la confirmación de que sería rey de Judea en lugar de su padre. Pero su derecho al título real le fue negado por César Augusto (Josefo, Antigüedades xvii. 8. 1; 9. 3; 11. 4; Guerra ii. 1. 1; 6. 1-3).
13. Diez siervos suyos.
Los siervos representan a los discípulos y a todos los cristianos a quienes Cristo ha confiado sus intereses en la tierra durante su ausencia en el " "país lejano" (ver com. Mat. 16: 19). El número diez que Jesús emplea aquí, y que utilizó en repetidas ocasiones, no tiene ningún significado especial (ver com. Luc. 15: 8).
Minas.
Gr. mn~ , palabra que deriva del Heb. maneh , "mina" (ver t. 1, pp. 172-173). En tiempos de Cristo, la mn~ , "mina" era una sesentava parte de un talento de plata, y equivalía a 100 dracmas (ver com. cap. 15: 8), o sea el Jornal de 100 días de trabajo (ver com. Mat. 20: 2). La mina pesaba 385 g de plata. Compárese con los "talentos" " de la otra parábola (ver com. Mat. 25: 15).
Negociad entre tanto que vengo.
La cantidad de 385 g de plata parece representar un capital muy pequeño. Cuando el hombre regresó se refirió a una mina como "poco" (Luc. 19: 17); sin embargo, éste era el medio de probar la habilidad de cada siervo con el fin de asignarle más tarde mayores responsabilidades. La declaración "entre tanto que vengo", indica que el hombre pensaba estar ausente por un período indefinido. Jesús indicaba por medio de estas palabras que él también permanecería ausente por un tiempo considerable antes de regresar para recompensar a los suyos (cf. Mat. 25: 15).
14. Sus conciudadanos le aborrecían.
En la aplicación de esta parábola al reino de los cielos (vers. 11), el hombre representa a Jesús y los ciudadanos representan a los judíos. No había, pues, motivo alguno para el odio que los judíos sentían hacia Jesús (ver com. Sal. 69: 4; Juan 1: 11). Con referencia a las razones por las cuales lo odiaban, ver com. Juan 6: 60-61, 66.
No queremos.
Los judíos no querían aceptar a Cristo como su rey Cuando declararon ante Pilato: "No tenemos más rey que César" (Juan 19: 15), su rechazo de Cristo fue completo.
15. Vuelto él.
La parábola de los talentos presenta la conducta de los siervos durante la ausencia del patrón (Mat. 25: 16-18), y también menciona que el amo regresó "después de mucho tiempo" (vers. 19).
Mandó llamar.
Mateo añade que el propósito del señor al llamarlos era ajustar cuentas. Pero el hombre de los talentos deseaba saber cómo se habían desempeñado sus siervos en la administración de su propiedad, pues tenía planes de asignarles responsabilidades como magistrados en su reino, a cada uno según la habilidad que hubiera demostrado.
16. El primero.
Cf. Mat. 25: 20. Aquí se presentan sólo tres de los diez, como ejemplos de los diferentes grados de éxito que habían alcanzado. El primero tenía mucho que informar, el segundo algo que informar, y el tercero nada que informar. En la parábola de los talentos sólo aparecen tres siervos desde el principio, y los tres tuvieron que rendir cuentas.
Tu mina.
Cada uno de los siervos reconoce que la mina que le fue confiada aún es propiedad de su señor.
Ha ganado diez minas.
Mejor "ha ganado diez minas más". Hubo una ganancia de mil por ciento sobre el capital invertido. En vez del capital inicial de una mina (385 g de plata), el siervo tenía ahora once minas (4.235 g de plata), o sea el equivalente de 1.100 días de trabajo (ver com. vers. 13). El primer siervo había demostrado habilidades poco comunes en sus negocios; esto reflejaba su dedicación a su señor y su diligencia en el trabajo.
17. Está bien, buen siervo.
El siervo de la parábola de los talentos recibe el calificativo de "fiel" y de "bueno" (Mat. 25: 21). Pero es probable que con esto no se quisiera indicar una verdadera diferencia, pues el "señor" de inmediato elogia así al primer siervo: "sobre poco has sido fiel" (ver com. Mat. 25: 21).
Autoridad sobre diez ciudades.
La habilidad administrativa demostrada por el primer siervo era una evidencia de que se le podían confiar los asuntos de una pequeña provincia del reino del señor. Ni fue jubilado, ni se le asignó una pensión, ni se le concedió ninguna recompensa material. Su recompensa consistió en una responsabilidad mayor, fue promovido a un puesto más elevado, y sin duda de mayor jerarquía. Había pasado la prueba con notable éxito (ver com. Luc. 19: 13; cf. com. Mat. 25: 21).
18. Cinco minas.
Es decir, una ganancia de 500 por ciento (ver com. vers. 17). El segundo siervo ahora tenía seis minas, o sea 2.310g de plata.
20. He tenido guardada.
Había cuidado muy 834 bien la mina que le había sido confiada; ni la había perdido ni la había despilfarrado.
Pañuelo.
Gr. soudárion, del latín sudarium , de la raíz latina sudor , "sudor". Este "lienzo" (BJ) era parte de la indumentaria personal, y probablemente corresponda a lo que hoy llamamos "pañuelo". En algunos papiros se menciona el soudárion como parte del ajuar de una novia.
21. Tuve miedo.
La causa principal del miedo de este siervo era su actitud equivocada hacia su señor, quien evidentemente había esperado que cada siervo hiciera lo mejor de su parte, y no quería aceptar nada menos. No había duda de que el siervo era perezoso. La prueba a la cual lo había sometido su amo era de tal naturaleza, que si la hubiera aprovechado le habría ayudado a vencer ese defecto.
Severo.
Gr. aust'rós , "estricto", "exigente", "severo", "austero". La pereza de este siervo, ¿cómo podía causar en el señor una reacción diferente?
Tomas lo que no pusiste.
Lo que el siervo en realidad dice es, "de todos modos vas a tomar cualquier cosa que yo haya ganado y no recibiré ninguna recompensa por mis esfuerzos. Por lo tanto, ¿de qué valía que me molestara?" Las recompensas que se dieron al primero y al segundo siervo, demuestran que la dificultad se debía al tercer siervo y no a su señor (ver com. Mat. 25: 24).
22. Mal siervo.
Había abusado de la confianza de su señor y descuidado las oportunidades que se le dieron para triunfar. Quienes no hagan nada con los talentos que les han sido confiados son siervos malos delante de Dios, y, sin duda, cosecharán la recompensa de los impíos. En la parábola de los talentos el tercer siervo es censurado por ser negligente y " "malo" (ver com. Mat. 25: 26).
Por tu propia boca.
No hacía falta examinar más los hechos. El tercer siervo había demostrado que era totalmente indigno de confianza. Los que siempre culpan a otros por sus fracasos, manifiestan claramente sus propios defectos de carácter. Demuestran que no se les puede confiar ningún tipo de responsabilidades importantes.
Sabías.
El resto del versículo podría considerarse como una pregunta: "¿sabías tú ... ?" El fracaso de este siervo no se debió a ignorancia, sino a pereza. Sabía lo que tenía que hacer pero no lo hizo. Sabía que su señor le exigiría estrictas cuentas del uso que había dado a la oportunidad que se le había concedido; y si lo sabía ¿por qué no hizo nada? Evidentemente podría haberlo hecho. En esto estaba su culpa (ver com. Sant. 4: 17).
23. ¿Por qué, pues?
Ya que sabía lo que le esperaba cuando volviera su señor, lo menos que podría haber hecho era poner el dinero a trabajar para él, aunque él mismo no estuviera dispuesto a hacerlo. ¿Por qué aceptó el dinero si no tenía intenciones de hacer algo con él? Podría habérselo dado a otro siervo que pudiera haberlo usado en forma útil.
El banco.
Gr. trápeza , "mesa"; la mesa del cambista o prestamista (Mat. 21: 12; Mar. 11: 15; Juan 2:15), que, por tanto, equivale a "banco". La palabra "banco" para referirse a una institución bancaria también deriva del lugar en donde se hacían las transacciones. Al siervo le habría costado muy poco esfuerzo llevar el dinero a uno de los prestamistas de la ciudad. Por lo tanto, su manera de proceder no sólo lo identificaba como insensato y perezoso sino que además daba la impresión de que deliberadamente se había propuesto privar a su amo de la ganancia que le correspondía (ver com. Mat. 25: 27).
Intereses.
Con referencia a la enseñanza bíblica acerca del pago y cobro de intereses, ver com. Exo. 22: 25.
24. Los que estaban presentes.
Quizá algunos de los acompañantes del hombre, y no los otros siervos. Estar delante de un superior significaba estar en su servicio (1 Rey 10: 8; ver com. Dan. 1: 19).
Quitadle la mina.
Evidentemente no se le infligió ningún castigo excepto el de la sanción de obligarlo a devolver el capital improductivo que le había sido confiado (ver com. vers. 26).
Dadla al que tiene.
El talento no utilizado le fue dado al primer siervo, no tanto como recompensa sino porque había demostrado que haría más con él que los otros. Que el hombre entregara su dinero y sus intereses en manos de quienes supieran aprovechar mejor las oportunidades que se les daban, sencillamente mostraba que tenía la habilidad de manejar bien los negocios. El primer siervo tenía ahora 12 minas, o sea 4.620 g de plata. Esto era el doble de lo que tenía el segundo siervo. El rey no exigió la devolución del capital ni de los intereses, sino que los dejó en manos de estos siervos para que siguieran aumentándolos (cf. Mat. 25: 28).
25. Le dijeron.
No es bien claro si los que protestaron fueron los que acompañaban al hombre (ver com. vers. 24), o si fueron los que escucharon la parábola de labios de Jesús. Si fue esto último, todo el vers. 25 sería entonces una especie de paréntesis en la narración.
26. A todo el que tiene.
Con referencia a este principio presentado en forma de paradoja, ver com. Mat. 13: 12; 25: 27. Esta es la explicación del hombre en cuanto a la razón por la cual entregó la mina improductiva al que ya tenía más que cualquiera de los otros siervos.
Se le quitará.
Al siervo perezoso sencillamente se lo priva del capital que se le había confiado; pero su análogo en la parábola de los talentos fue además castigado severamente (ver com. Mat. 25: 30).
27. Aquellos mis enemigos.
Es decir, los que se habían rebelado en ausencia del noble y habían procurado impedir que recibiera su reino (ver com. vers. 14).
Decapitadlos.
Gr. katasfasÇ "matar", "degollar". Es claro que los que se habían opuesto al noble no se habían reformado, que aún se oponían a su gobierno, y la única forma de salvaguardar la paz y la seguridad del reino era deshacerse de ellos totalmente.
28. Subiendo.
Es decir, avanzando desde Jericó en el valle del Jordán (ver com. vers. 11). En unos 28 km el camino sube más de 1.000 m (ver com. cap. 10: 30). La rápida transición del relato de Lucas parece dejar poco tiempo entre los sucesos ocurridos en Jericó (vers. 1-28) y la entrada triunfal (vers. 29-44).
29. Aconteció.
[ La entrada triunfal en Jerusalén, Luc. 19: 29-44 = Mat. 21: 1-11 = Mar. 11: 1-11 = Juan 12: 12- 19. Comentario principal: Mateo.] Sólo Lucas relata la culminación de la entrada triunfal, la cual tuvo lugar en la cumbre del monte de los Olivos (vers. 41-44).
33. Sus dueños.
Sólo Lucas observa que fueron los dueños del pollino (cf. Mat. 21: 2) los que protestaron a los dos discípulos enviados para buscarlo.
37. Cerca de la bajada.
Viniendo de Betania, desde la cima del monte de los Olivos, se desciende al valle del Cedrón y después se sube un poco hasta la ciudad de Jerusalén.
Alabar a Dios.
El Sal. 122 era uno de los preferidos de los peregrinos. Lo recitaban o cantaban cuando veían las torres de la ciudad de Jerusalén. Sus palabras eran muy apropiadas: " "Nuestros pies estuvieron dentro de tus puertas, oh, Jerusalén" " (Sal. 122: 2, 7; ver DTG 56). Esta ocasión, en la cual los que acompañaban a Jesús pensaban que pronto sería coronado como rey de Israel, sin duda se prestó para un regocijo sin precedentes.
39. Algunos de los fariseos.
La noche anterior los dirigentes de Israel habían hecho planes para matar a Jesús. Judas se había reunido con ellos por primera vez, disgustado por la reprensión implícita en las palabras que Jesús le había dirigido en casa de Simón, en Betania (DTG 512, 516-517; ver com. Mat. 21: 1). El hecho de que grandes multitudes abandonaban los servicios en el templo para ver a Jesús (DTG 525), especialmente en vísperas de la pascua, era un sombrío presagio de la pérdida del poder de los dirigentes religiosos de la nación, quienes ahora temían que Jesús permitiera a la multitud que lo coronara como rey (DTG 526-527).
Maestro.
Con el sentido de uno que enseña. Hasta los enemigos de Jesús emplearon este título. Los dirigentes se negaban a admitir lo que creía el pueblo: que Jesús tenía que ser por lo menos "el profeta" (cf. Mat. 21: 11). El término "maestro" no involucraba reconocimiento de poder divino ni de autoridad divina.
41. Llegó cerca.
Es decir, cuando llegó desde donde podía ver la ciudad de Jerusalén, la cual quedaba hacia el oeste del monte de los Olivos, al otro lado del estrecho valle del Cedrón.
Al verla.
Desde la cima del monte de los Olivos (CS 19) se podía ver el templo y todo el resto de la ciudad. La cumbre del monte de los Olivos está aproximadamente a unos 100 m sobre la zona del templo. Desde allí también sin duda se podía ver el Calvario, no lejos de la puerta de las ovejas, por donde Jesús tendría que pasar (DTG 528-529). La resplandeciente hermosura del templo con su blanco mármol y doradas cúpulas que brillaban bajo el sol de la tarde, debe haber sido un panorama inspirador para los judíos (DTG 527-528). Era natural que el corazón de todos los verdaderos hijos e hijas de Israel se llenaran de orgullo y gozo al ver por primera vez la Santa Ciudad. Pero Jesús lloró públicamente porque veía lo que la multitud no podía ver: el terrible fin de Jerusalén a manos de los ejércitos romanos, a unos escasos cuarenta años más tarde.
42. Lo que es para tu paz.
Es decir, las cosas que los dirigentes y el pueblo necesitaban saber para evitar la calamidad y asegurar la paz y la prosperidad. Entre estas cosas estaban los requerimientos que Dios esperaba que los judíos cumpliesen para que él pudiera honrarlos plenamente como nación y hacer de ellos sus representantes ante las naciones. Con referencia al esbozo del glorioso destino que Dios había señalado para Israel, ver t. IV, pp. 28-33. Jesús vio claramente por una parte lo que Israel podría haber sido; y por otra, lo que sería de él (DTG 529- 530).
43. Vendrán días.
La mirada de Jesús penetró el futuro con divina previsión, y vio los ejércitos romanos que rodeaban la ciudad de Jerusalén y la asolaban. Dos días más tarde, en la ladera occidental del monte de los Olivos, habló brevemente con sus discípulos acerca del futuro de Jerusalén (Mar. 13: 3; ver com. Mat. 24: 15-20).
Vallado.
Gr. járax, "estaca", "empalizada". Josefo ( Guerra vi. 2; ix. 2; xi. 4 a xii. 2) describe con detalles el cumplimiento de esta profecía. Cuando los romanos sitiaron a Jerusalén, construyeron primero un terraplén con tierra y madera; los judíos lo destruyeron, y entonces los romanos lo reemplazaron con un muro.
Te sitiarán.
Los romanos rodearon a Jerusalén y finalmente la conquistaron por el hambre. Cuando el hambre llegó al punto de desesperar a sus habitantes, las legiones romanas entraron en la ciudad y la tomaron.
44. Piedra sobre piedra.
Es probable que sea ésta una hipérbole para indicar una completa destrucción.
Visitación.
Ver com. Sal. 8: 4; 59: 5. El castigo sobrevendría por los pecados de la nación, especialmente por haber rechazado a los mensajeros de misericordia que Dios les había enviado una y otra vez (ver com. Mat. 23: 34-35). La retribución por todos estos crímenes vendría "sobre esta [esa] generación" " (ver com. Mat. 23: 36-37; Luc. 19: 41).
45. Entrando en el templo.
[ Segunda purificación del templo, Luc. 19: 45-48 = Mat. 21: 12-17 = Mar. 11: 15-19. Comentario principal: Mateo.]
Y compraban en él.
La evidencia textual establece (cf. p. 147) la omisión de la frase "y compraban en el". Ver com. Mat. 21: 12.
CBA T5
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