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CBA LIBRO DE LUCAS CAPÍTULO 6

CBA Libro de Lucas capítulo 6

1. En un día de reposo. 
[ Los discípulos recogen espigas en el día de reposo, Luc. 6: 1-5 = Mat. 12: 1-8 = Mar. 2: 23-28. Comentario principal: Marcos.] La RVA dice: "en un sábado segundo del primero". Esta expresión aparece en muchos manuscritos antiguos como sabbaton deuteróprÇton , que literalmente significa "un sábado segundo-primero". No se puede saber qué significaba esta expresión, pues no es del todo lógica ni tampoco aparece en ningún otro pasaje, ni bíblico ni secular. Algunos han conjeturado que podría ser el segundo sábado después de la pascua; otros, que era el primer sábado del segundo año de una serie de siete años; otros sugieren que se trataría de una simple distinción de los otros sábados mencionados en el cap. 4: 16, 31. Ninguna de estas explicaciones tiene gran valor, por lo tanto, debe admitirse que no se sabe lo que es un sábado "segundo-primero". Por otra parte, la evidencia textual se inclina (cf. p. 147) por la variante corta: "en un sábado", tal como está en la RVR. 

5. Y les decía. 
El Códice de Beza (siglo V-VI) coloca el vers. 5 inmediatamente después del vers. 10, y en su lugar coloca un curioso versículo que carece de apoyo textual: "El mismo día, viendo trabajar a uno en día de sábado, le dijo: 'Amigo, si sabes lo que haces, eres dichoso; pero si no lo sabes, eres maldito y transgresor de la Ley' ". Esta interpolación, aunque interesante, no tiene valor alguno para la exégesis bíblica. Parece que fue redactada para darle una base bíblica a la observancia del domingo. 

6. En otro día de reposo. 
[ El hombre de la mano seca, Luc. 6: 6-11 = Mat. 12: 9-14 = Mar 3: 1-6. Comentario principal: Marcos y Lucas. Ver mapa p. 208; con referencia a milagros, pp. 198-203.] Las Escrituras no dan ningún indicio para situar cronológicamente el episodio relatado en los vers. 6-11. Si se coteja sólo con Mat. 12: 9, podría concluirse que la curación de la mano seca ocurrió el mismo día del acontecimiento en el sembrado de trigo; pero Lucas aclara que sucedió "en otro día de reposo". Además, Jesús y sus discípulos volvían a casa, después del culto en la sinagoga, cuando pasaron por el sembrado (DTG 251), mientras que en esta ocasión estaban en la sinagoga (Mat. 12: 9). Parece que en los tres Evangelios sinópticos se han agrupado ciertos pasajes de conflictos entre Jesús y los dirigentes judíos teniendo en cuenta el tema y no el orden cronológico, para destacar la creciente oposición de los escribas y de los fariseos hacia Jesús y su obra. Ver pp. 181-182, 268. 

Enseñaba. 
Lucas es el único que registra que Cristo presentó lo que hoy llamaríamos el sermón (ver com. cap. 4: 16-17, 20-21). 

Mano derecha. 
Sólo Lucas, con el ojo profesional del médico, anota este detalle. No se sabe si sólo la mano estaba paralizada o atrofiada, o si lo estaban la mano y el antebrazo. La palabra griega que se traduce "mano" puede también incluir el antebrazo, y así la usaban los autores griegos. Este fue el quinto encuentro que se registra entre Jesús y los fariseos después del comienzo de su ministerio en Galilea (ver com. Mar. 2: 24). 

7. Acechaban. 
Los que observaban a Jesús tan cuidadosamente quizá habían venido con ese propósito específico. Los espías siguieron muy de cerca a Cristo en todo el resto de su ministerio en Galilea. 

Los escribas y los fariseos. 
Con referencia a estos grupos, ver pp. 53-54, 57. Es probable que en cualquier sinagoga grande y en cualquier sábado, hubiera escribas y fariseos; sin embargo, es probable que por lo menos algunos de los presentes estuvieran allí como espías con el propósito específico de observar a Jesús e informar de todo lo que hacía y decía (ver com. Mar. 2: 6). 

Si en el día de reposo lo sanaría. 
Compárese con las curaciones del endemoniado en la sinagoga de Capernaúm (Mar. 1: 21-28), la del paralítico en el estanque de Betesda (Juan 5: 1-16), la del ciego en el estanque de Siloé (Juan 9: 1-7), la de la mujer que había estado enferma durante 18 años (Luc. 13: 10-17) y la del hidrópico (cap. 14: 1-6). Además de estos milagros hechos públicamente en día sábado, Cristo también sanó a la suegra de Pedro en su casa (Mar. 1: 29-31). Se registran siete curaciones milagrosas en día sábado, incluyendo la curación del hombre de la mano seca; por lo tanto, de unos 20 casos específicos de curación registrados en los Evangelios, la tercera parte corresponde a milagros hechos en día sábado (ver pp. 200-203; com. Juan 5: 16). 

A fin de hallar. 
Los escribas y los fariseos estaban decididos a encontrar la manera de poner fin al ministerio de Jesús. Estaban empeñados en acusarlo de algo. 

8. El conocía los pensamientos de ellos. 
Ver com. Mar. 2: 8. Como los espías seguían a Jesús, no tenía ninguna dificultad en conocer la tendencia del pensamiento de ellos en relación con cualquier cosa que él pudiera hacer. Su misma presencia los delataba, y, como si eso no fuera suficiente, la expresión de su rostro los desenmascaraba. Pero esto no significa, como lo afirman algunos críticos, que Jesús no tenía un poder sobrenatural para leer los pensamientos de los hombres. Hay varios casos en los cuales indudablemente demostró una comprensión sobrenatural del proceso del pensamiento de diversas personas (Juan 8: 6-9; 13: 21-30; DTG 425, 611). 

Levántate, y ponte en medio. 
El hombre no sólo debía ponerse de pie, sino situarse en otro lugar para que todos los que estuvieran en la sinagoga pudieran verlo fácilmente. Probablemente se paró al fondo, o en un rincón, o quizá cerca de una columna. Por otra parte, Jesús tal vez estaba al frente de la sinagoga en ese momento, y sin duda lo invitó a acercarse al lugar donde él estaba de pie o sentado. Hay un notable contraste entre el candor, la franqueza y la sinceridad de Jesús y los torcidos e intrigantes intentos de los escribas y de los fariseos para espiar lo que él hacía y para ponerle trampas. 

9. Os preguntaré. 
Según el relato de Mateo, parece que los fariseos ya habían hecho la pregunta en cuanto a la autoridad para curar en día sábado (Mat. 12: 10). 

¿Es lícito? 
Ver com. Mar. 2: 24. Se demostró otra vez que las leyes rabínicas estaban en pugna con las necesidades de la humanidad. Los que afirman hoy que Jesús no dio importancia a la ley de Dios, es decir, que por precepto y por ejemplo se apartó de los requisitos del cuarto mandamiento, se unen a los escribas y a los fariseos y comparten su mismo espíritu. Cuando Jesús concluyó su vida terrenal, afirmó: "he guardado los mandamientos de mi Padre" (Juan 15: 10). 

Hacer bien, o hacer mal. 
O sea, beneficiar o perjudicar. Según Mateo, los escribas y los fariseos ya le habían preguntado a Jesús si era lícito sanar en día sábado (Mat. 12: 10). Los reglamentos rabínicos distinguían cuidadosamente entre los casos de enfermedad crónica y aquellos en los cuales había peligro inmediato de muerte. Ciertas enfermedades se consideraban más graves que otras, y quienes las padecían podían recibir la ayuda que necesitaban. Se había hecho muy poca provisión para aliviar en sábado el dolor que fuera causado por una enfermedad crónica, o para atender a quienes habían sufrido por largo tiempo, como era el caso del hombre que Jesús estaba por sanar. Es probable que la ley se interpretara en una forma más o menos liberal, y que las personas que sufrían de muchas otras enfermedades recibieran atención en día sábado. Para mayor información acerca de los preceptos rabínicos para el cuidado de los enfermos en sábado, ver Mishnah Shabbath 14. 4; 22. 6. 

Salvar la vida. 
Según otra máxima judía, no hacer el bien equivalía a lastimar; descuidar la vida era quitarla. Pero la vida de este hombre no estaba en peligro, y su curación podría postergarse hasta después del sábado. Sin embargo, Jesús afirmó que no podía ser malo hacer el bien en día sábado. Según el punto de vista de Jesús, no aprovechar la oportunidad de aliviar al que sufría equivalía a hacer lo malo. Los escribas y los fariseos estaban pensando en su insignificante regla que sería violada; Jesús estaba dirigiendo su atención al principio fundamental implicado. No salvar una vida sería quitarla; no hacer lo que mejorara la vida, sería disminuirla (Sant. 4: 17). Esta era una ampliación del principio del sexto mandamiento, explicado por Cristo en el Sermón del Monte (ver com. Mat. 5: 21-24), y el sexto mandamiento no contradecía en nada al cuarto. El sábado, dijo Jesús, fue hecho para el hombre (Mar. 2: 27); y los actos de misericordia y de necesidad estaban enteramente a tono con sus propósitos . 

Los fariseos y escribas tenían intentos homicidas en el corazón. Su acusación era parte de su plan para quitar la vida a Jesús (ver com. Luc. 6: 11; cf. Hech. 3: 15), y Jesús, sabiendo lo que pensaban, conocía también lo que estaban tramando para destruirlo (Luc. 6: 8). Jesús pensaba quizá en esto cuando habló de quitar la vida, y procuró dirigir la atención al hecho de que su maldad hacía que ellos fueran quienes en verdad quebrantaban el sábado. 

Mateo añade la importante ilustración mediante la cual Cristo les hizo notar lo que estaban dispuestos a hacer por un animal, pero no en favor de un ser humano (Mat. 12: 11-12). Algunos de ellos estaban dispuestos a dejar sufrir a un hombre, pero evitaban el sufrimiento de un animal. Por supuesto, lo hacían para que el dueño del animal no se perjudicara económicamente. Sólo un falso concepto acerca de Dios podría inducir a dictar reglamentos sabáticos que le atribuyen menor valor a la vida humana que a la animal. 

10. Mirándolos a todos alrededor. 
Después de afirmar claramente cuál era el principio fundamental que estaba en juego, Jesús hizo una pausa para dar tiempo a que sus palabras surtieran efecto. Su mirada penetrante recorrió lentamente el público expectante, quizá para reforzar la lección y afirmarla en el corazón tanto de sus amigos como de sus enemigos. Como había ocurrido cuando Jesús limpió el templo, su mirada abrumó a los que estaban allí reunidos con una sensación de pavor, como si hubieran estado ante el tribunal de injusticia divina, en la presencia de Aquel que había hecho el sábado y que había de juzgarlos en el día postrero (DTG 131; cf. 541). Todos los ojos estaban fijos en Jesús y en el hombre que estaba a su lado. El principio en juego había sido claramente enunciado; ahora Jesús estaba a punto de romper el impresionante silencio al actuar en armonía con ese principio. 

Extiende tu mano. 
Jesús pidió al hombre que hiciera lo que hasta ese momento había sido completamente incapaz de hacer, y el hombre lo hizo. Así demostró su fe en el poder de Jesús. Obedeció el mandato de Aquel que también había dispuesto la observancia del sábado, y físicamente quedó sano. La cooperación del esfuerzo humano con el poder divino es esencial para el hombre, tanto en la vida física como en la espiritual. Si no existe esa cooperación, no puede haber salud física ni espiritual. 

11. Furor. 
Gr. ánoia, literalmente "sin razón", de la partícula a, alfa privativa, "sin" y nóus , "mente", "razón". Era una furia irrazonable. Esos hombres estaban fuera de sí. De acuerdo a los fariseos, ésta era, por lo menos, la quinta transgresión de Jesús contra las leyes rabínicas desde el comienzo de su ministerio en Galilea (ver com. Mar. 2: 24). Sus enemigos se enfurecieron, su ofuscamiento rayaba en demencia. El mismo espíritu que poseyó al endemoniado (ver Nota Adicional de Mar. 1) estaba endureciendo el corazón de ellos. 

Hablaban entre sí. 
No pudieron contenerse; su ira se desbordó, y comenzaron a discutir qué harían frente a esta situación. Pero estaban frente a un dilema: Jesús había enunciado claramente un principio que ellos no podían negar, y el pueblo estaba de parte de Jesús. Según el relato de Marcos, parece que ni siquiera pudieron esperar hasta el fin del culto, sino que salieron antes de que se dispersara la congregación para discutir el asunto (ver com. cap. 3: 6). 

Qué podrían hacer. 
El sanedrín había decidido antes, en la primavera (marzo-mayo) del año 29 d. C., matar a Jesús, y había enviado espías para que lo siguieran e informaran todo lo que decía y hacía (DTG 184; Juan 5: 18; ver com. Mar. 2: 6). La decisión ya se había tomado, y sólo quedaba ver cómo se podría llevar a cabo ese acto con cierto aspecto de legalidad. Las reacciones del pueblo y de sus dirigentes eran notablemente opuestas. La envidia, la malicia y el odio de los escribas y de los fariseos aumentaban en proporción directa con la creciente marea de popularidad que rodeaba el ministerio de Jesús en Galilea. La madre y los hermanos de Jesús comprendieron más tarde el inminente peligro que corría, y le aconsejaron que dejara su ministerio debido a la oposición que causaba (ver com. Mat. 12: 46). 

12. En aquellos días. 
[ Elección de los doce apóstoles, Luc. 6: 12-16 = Mar. 3: 13-19. Comentario principal: Marcos.] Es decir, poco después del episodio registrado en los vers. 6-11. 

A orar. 
Lucas parece haberse impresionado especialmente por la vida de oración de Jesús. Se refiere a ella más que los otros evangelistas. En cuanto a la vida de oración de Jesús, ver com. Mar. 3: 13. 

14. Simón. 
Hasta ahora Lucas se ha referido a Pedro como Simón (cap. 4: 38; 5: 3-5, 10), menos una vez, cuando lo llama Simón Pedro (cap. 5: 8). Desde entonces suele llamarlo Pedro (cap. 8: 45, 51; 9: 20, 28, 32-33; 12: 41; etc.). 

16. Llegó a ser el traidor. 
Hasta este momento Judas es traidor sólo en potencia. Cuando fue elegido no manifestaba tendencia hacia la traición. Sin duda, él mismo no comprendía que ciertos rasgos de su carácter, latentes y malos, si eran fomentados, lo llevarían a una culminación tan infame de su vida (ver com. Mar. 3: 19). 

17. Y descendió. 
[ Sermón del Monte, Luc. 6: 17-49 = Mat. 5: 1 a 8: 1 . Comentario principal: Mateo.] Bajó del monte donde había pasado la noche en oración antes de elegir y ordenar a los doce (ver com. Mar. 3: 13). 

19. Poder. 
Gr. dúnamis , "poder" (ver com. cap. 1: 35). Las formas verbales "salía" y "sanaba", que corresponden exactamente con el texto griego, indican que el "poder" divino salía continuamente de Jesús. El poder divino irradiaba de Jesús siempre que fuera necesario. "El mismo aire estaba como electrizado de poder espiritual" (A. T. Robertson, Word Pictures in the New Testament , t. 2, p. 86). Este mismo poder está hoy al alcance de los representantes de Cristo. 

20. Bienaventurados. 
Lucas registra cuatro de las ocho bienaventuranzas dadas por Mateo. Para establecer la comparación de las dos series de bienaventuranzas, ver com. Mat. 5: 3. Lucas presenta con las cuatro bienaventuranzas cuatro ayes (Luc. 6: 24-26). 

Vosotros los pobres. 
Lucas parece darle a las bienaventuranzas una aplicación más literal o material que Mateo (ver com. Mat. 5: 3). Esta interpretación literal se hace aún más evidente en los ayes que registra (ver com. Luc. 6: 24). Sin embargo, este relato breve y literal de las bienaventuranzas debería leerse a la luz de la exposición más completa y detallada del Sermón del Monte tal como lo registra Mateo. El agudo contraste entre la pobreza, el hambre y la persecución que se sufren "ahora" y la bienaventuranza futura (vers. 21, etc.), a primera vista podría parecer que le da un sesgo materialista a las palabras de Cristo. Pero dentro del contexto de todo el Sermón del Monte (ver com. Mat. 5: 2), es claro que no es así. Cristo sencillamente hace notar el contraste entre la situación actual de quienes buscan el reino y su condición después de entrar en el reino. 

22. Os aparten de sí. 
Posiblemente sea una referencia a la exclusión de la sinagoga (Juan 9: 22, 34; 12: 42; 16: 2). En el Talmud se describen con muchos detalles las razones por las cuales se excluía a una persona de la sinagoga y la manera en que se llevaba a cabo esa excomunión ( Mo'ed Qatan 15a, 16a, 16b, 17a). Las proscripciones iban desde un mínimo de treinta días hasta la excomunión permanente. El que había sido excomulgado debía andar como si hubiera estado de duelo, y la demás gente no debía acercarse a menos de cuatro codos (1,80 m) de él. Se trataba de un castigo social y religioso. Si bien los documentos que describen estos castigos son posteriores a la época de Jesús, es posible que reflejen costumbres conocidas ya en el siglo I d. C. 

24. ¡Ay de vosotros! 
El contraste entre la bendición y el ay parece haber sido característico de la literatura judía. Es probable que se originara con las bendiciones y las maldiciones de Deuteronomio (cap. 27 y 28). Compárese también con los ayes pronunciados por Cristo sobre los escribas y fariseos (Mat. 23). 

Ricos. 
La poca importancia que Jesús le daba a las cosas materiales de la vida (ver com. Mat. 5: 3) le hacía perder el afecto de la clase social que consideraba que la riqueza y el prestigio eran los principales propósitos de la vida (Mat. 6: 1-6; etc.), aunque el Salvador procuraba presentar la salvación a todas las clases sociales, tanto ricos como pobres. Fueron relativamente pocos los ricos que se hicieron amigos de Jesús, entre éstos son notables excepciones Nicodemo y José de Arimatea. Jesús procuraba persuadir a los hombres a que acumularan tesoros en el cielo y no en la tierra (Mat. 6: 33-34; Luc. 12: 13-33), para que su corazón pudiera estar más estrechamente ligado al cielo. Las riquezas resultaron ser en demasiados casos, para quienes las poseían, una barrera insuperable para entrar en el cielo (Mar. 10: 23, 25; Luc. 18: 24-25). 

Tenéis. 
Gr. apéjÇ , "recibir", "tener". Como lo ilustran los papiros, en un contexto como éste, este término puede indicar la cancelación de una cuenta. 

Consuelo. 
Gr. parákl'sis , "consuelo". Aquí se refiere a la felicidad o al bienestar que se tiene cuando las cosas andan bien (ver com. Mat. 5: 4). 

25. Saciados. 
Los que se han saciado de las buenas cosas de esta vida (cf. cap. 16: 19-31). 

26. Hablen bien de vosotros. 
Esto es todo lo contrario de "os vituperaren" (vers. 22). Aquí aparece otra de las paradojas que pone de manifiesto la gran diferencia entre el cristianismo y el mundo, entre sus ideales y los ideales del mundo. Los hombres suelen hablar bien de quienes poseen riquezas o poder y pueden responder a las lisonjas en tal forma que beneficien al lisonjero. 

30. A cualquiera que te pida, dale. 
Los cuatro verbos principales de este versículo están en tiempo presente, que en el griego no se aplica a acciones que se hacen sólo una vez, sino a lo que se hace en forma repetida o habitual. Por lo tanto, aquí se habla de "dar" continuamente, idea que concuerda perfectamente con el tenor del Sermón del Monte. La instrucción de dar "a cualquiera que te pida" no quiere decir que el cristiano deba dar todo lo que se le pida indiscriminadamente o sin tener en cuenta la necesidad. En armonía con la forma verbal y la sustancia del Sermón del Monte, Cristo quiso decir que deberíamos dar en forma habitual. El cristiano debe tener un propósito generoso que esté listo a dar y feliz de hacerlo, según la necesidad que involucro el pedido y su propia capacidad para hacer frente a esa necesidad (ver com. Mat. 5: 42). El cristiano responderá favorablemente, por lo general, a los pedidos de ayuda que se le hagan. No dará de mala gana ni se negará a hacerlo, como lo hacen los de duro corazón. Estará dispuesto a cooperar con otros y no a oponerse a ellos. 

32. Pecadores. 
Para la mentalidad judía, "pecador" era el que no conocía la ley, o la conocía pero no la guardaba. Por lo tanto, todos los gentiles eran pecadores, y también los judíos recaudadores de impuestos, las rameras, etc. 

34. Si prestáis. 
Mateo no registra este pasaje acerca de los préstamos. El préstamo del cual se habla aquí es el de una transacción comercial en la cual se da dinero a interés. 

Recibir otro tanto. 
Es decir, recibir de vuelta el capital y junto con él, por supuesto, el interés estipulado. 

35. No esperando. 
Gr. apelpízÇ , palabra que sólo aparece aquí en el NT. En la literatura griega clásica siempre significa "desesperarse", o "perder la esperanza". Sin embargo, dentro de este contexto, parece que requiere una traducción similar a la de la RVR y la BJ ("sin esperar nada"). La crítica textual se inclina (cf. p. 147) por el texto "no desesperando de nada" o "no desesperando de nadie". "Nada" aparece en más MSS que "nadie". 

El texto de la RVR y el de la BJ parecen basarse más en la traducción de la Vulgata: "no esperando de ello nada", más que en el griego mismo. Basándose en la Vulgata, la Iglesia Católica prohibió durante siglos el préstamo de dinero a interés, y como resultado los judíos se convirtieron en los grandes prestamistas y banqueros de Europa. Con referencia a los principios bíblicos que rigen el préstamo de dinero a interés, ver com. Exo. 22: 25. 

El contexto de Luc. 6: 30-35 indica claramente que Cristo no se refiere al interés en los préstamos, sino al gran principio de que los cristianos deberían dar a otros (vers. 30), tratar a otros en forma equitativa (vers. 31), hacer el bien a otros (vers. 31, 35), y amar a otros (vers. 32), sin calcular previamente la probabilidad de recibir de nuevo lo que se dio o aun más de lo que se dio. Los cristianos deben ayudar hasta en casos aparentemente desesperados (en la literatura griega se emplea el verbo apelpízÇ al referirse a un médico que desespera ante un caso sin esperanza y sin solución). La ayuda debe basarse en la necesidad, no en la perspectiva de obtener provecho invirtiendo en buenas obras. El cristiano nunca debe cansarse de hacer el bien (Gál. 6: 9), ni tampoco debería sentir que su trabajo ha sido "en vano" (1 Cor. 15: 58). 

Vuestro galardón. 
Cristo destacó que habrá galardones para el que viva rectamente, no primariamente como incentivos -aunque, bien entendidos, son realmente incentivos-, sino para demostrar que aunque los hombres no aprecien los elevados principios que impulsan a los ciudadanos del reino celestial, con todo Dios conoce y aprecia. El finalmente acabará con el reinado del pecado y restablecerá los asuntos de este mundo en armonía con los mismos principios por los cuales sus "hijos" padecen injusticias en este mundo actual. El más elevado motivo de un cristiano no es vivir la vida mejor para ganar ciertos galardones, aunque éstos puedan tener su lugar adecuado, sino vivir la vida mejor por el hecho de que es intrínsecamente una vida mejor. El cristiano encuentra la satisfacción esencial al vivir en armonía con los grandes y eternos principios del reino de los cielos. 

Hijos. 
El parecido moral que tienen con Dios prueba que son sus hijos. Lo son porque piensan, hablan y viven en armonía con los principios divinos (ver com. Mat. 5: 45). 

Altísimo. 
Gr. hupsistós, "altísimo". "Hijos del Altísimo" corresponde, según Lucas, con "hijos de vuestro Padre que está en los cielos" (Mat. 5: 45). El equivalente hebreo de hupsistós es 'elyon (ver com. Gén. 14: 18; Núm. 24: 16). 

Los ingratos. 
Cristo no se preocupa tanto porque estas personas no aprecian las bondades que les manifiestan los ciudadanos del reino de los cielos, sino por la actitud básica de los desagradecidos. A pesar de todo, Dios es todavía bondadoso con ellos, y los hijos de Dios en la tierra -los que se parecen a su Padre celestial en carácter moral- harán lo mismo (ver com. Juan 8: 44). 

Malos. 
En griego un artículo sirve para dos adjetivos, lo cual indica que los ingratos y malos son un solo grupo y no dos. Las bondades que Dios extiende se basan en su propia bondad como dador, y no en la bondad de los que reciben. Algunas veces ocurre que el favor que se le extiende al más indigno y falto de aprecio despierta en él el deseo de escapar de las cadenas del pecado y lo impulsa a permitir que Dios transforme su carácter. 

36. Misericordiosos. 
O "compasivos". El grado de mérito que el prójimo pueda tener o dejar de tener, de ninguna manera debe determinar la actitud y las acciones del cristiano para con él. La fuerza motriz de esta clase de vida está en que el cristiano es hijo de Dios por medio de Cristo, cuyo amor le "constriñe" o controla (2 Cor. 5: 14). 

38. Regazo. 
Gr. kólpos, "seno", "pecho", "regazo", o también el pliego del manto que se ajustaba con el cinto y se empleaba como bolsillo (Exo. 4:6; Sal. 79:12; Prov. 6:27; ver com. Sal. 65:6). 

39. Les decía una parábola. 
Suele considerarse que aquí comienza la segunda parte del Sermón del Monte tal como lo registra Lucas. Dieciséis de las ilustraciones empleadas en este sermón, como lo registran Mateo y Lucas, pueden clasificarse como parábolas, aunque sólo la que se da aquí lleva esa designación. La definición de parábolas aparece en la p. 193. 

¿Puede un ciego guiar? 
La forma de la pregunta en griego indica que se espera una respuesta negativa. El ciego no puede ser guía de otro ciego. 

¿No caerán ambos? 
La forma de la pregunta griega indica que se espera una respuesta positiva. Ocurrirá, sin duda, alguna desventura. 

40. El discípulo. 
Es decir, el alumno no es superior al maestro. Esto es similar al dicho que afirma que una corriente de agua no se eleva por encima del nivel de la fuente. Un proverbio chino dice que el estudiante no puede aventajar a su maestro. El contexto del vers. 39 sugiere que el maestro corresponde con el ciego que quiere guiar o enseñar a otro ciego, y el discípulo corresponde con el que es guiado. La moraleja es sencilla: quienes pretenden enseñar a otros, deben tener una clara percepción de los temas que se proponen enseñar. Si no lo hacen, alcanzarán, en el mejor de los casos, sólo un bajísimo nivel. 

Esta parábola ilustra la misma lección presentada en la metáfora de los vers. 41-42: una persona que trata de sacar la paja o astilla del ojo de su hermano, cuando tiene una viga en su propio ojo. Es necesario ver con claridad antes de que se pueda ayudar a otros. 

Perfeccionado. 
Gr. katartízÇ , "preparar", "educar", "completar", "perfeccionar". La BJ traduce: "El que esté bien formado". El verbo griego también se emplea como un término médico para describir la acción de reducir un hueso roto. 

42. Déjame sacar. 
Ver com. Mat. 7: 4. El que tiene la viga en el ojo habla con estudiada cortesía al que tiene la paja en el ojo, como si ofreciera hacerle un favor. Pretende ser "hermano" de esa persona, pero en realidad es un "hipócrita". 

47. Todo aquel que viene a mí. 
Es decir, todo el que quisiera ser discípulo de Jesús, así como los doce que habían sido escogidos ese mismo día, y en ese momento estaban sentados junto a Cristo (ver com. Mat. 5: 1). 

CBA T5

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