1. Primer día de la semana.
[La resurrección, Juan 20: 1-18 = Mat. 28: 1-15 = Mar. 16: 1-11 = Luc. 24: 1-12. Comentario principal: Mateo y Juan. Ver mapa p. 216; diagramas pp. 222-224.] El tema de la secuencia de los acontecimientos del cap. 20 se trata en la Nota Adicional com. Mat. 28.
2. Al que amaba Jesús.
Ver com. cap. 13: 23.
3. Fueron al sepulcro.
El hecho relatado en los vers. 3-10 refleja notablemente los diferentes temperamentos de Pedro y Juan. Juan era tranquilo, reservado, de sentimientos profundos (ver com. Mar. 3: 17). Pedro era impulsivo, entusiasta y apresurado (ver com. Mar. 3: 16). Cuando recibieron la noticia de María, cada uno de ellos reaccionó en su forma característica.
7. Sudario.
Gr. soudárion (ver com. cap. 11: 44). El hecho de que los lienzos y el sudario estuvieran cuidadosamente guardados muestra que no se trató de un robo perpetrado en la tumba. Los ladrones no se hubieran tomado la molestia de quitarle las envolturas al cadáver.
8. Creyó.
Es decir, creyó que Jesús había resucitado. Sin duda recordó la predicción de la resurrección de Jesús. Tal vez Pedro era más escéptico. Lucas registra que Pedro se maravilló "de lo que había sucedido" (cap. 24: 12).
9. No habían entendido la Escritura.
No entendían las Escrituras del AT que predecían la resurrección. Eran como los discípulos que iban a Emaús, a quienes Jesús reprochó con las palabras: " "¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!" " (Luc. 24: 25; cf. vers. 26-27). En el AT hay una significativa predicción de la resurrección, en Sal. 16: 10 (cf. Hech. 2: 24-28).
10. A los suyos.
"A casa" (BJ). Tal vez la madre de Jesús ya estaba en casa de Juan, y el discípulo "al que amaba Jesús" (vers. 2) compartiría con ella la noticia.
11. María estaba.
María Magdalena había seguido a Pedro y a Juan a la tumba, pero, sin duda, había ido con menos prisa. Estaba abrumada de dolor. Sus ojos llenos de lágrimas y su estado emotivo le impidieron reconocer a los visitantes celestiales, que tenían noticias que habrían calmado su dolor.
12. Con vestiduras blancas.
Generalmente se describe a los ángeles con esta clase de vestidura (Mat. 28: 3; Luc. 24: 4; Hech. 1: 10).
13. Mujer.
Ver com. cap. 2: 4.
No sé dónde.
Indudablemente, no reconoció que esos seres eran ángeles " "enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación" " (Heb. 1: 14). No se nos dice quiénes se imaginó que eran los que estaban en la tumba. No esperó una respuesta, sino se dio vuelta.
14. No sabía.
Quizá sus ojos estaban "velados" como los de los discípulos en el camino a Emaús (Luc. 24: 16). O tal vez estaban demasiado llenos de lágrimas para que pudiera ver con claridad.
Era Jesús.
Esta es la primera aparición después de la resurrección (Mar. 16: 9).
15. ¿Por qué lloras?
La misma pregunta que hicieron los ángeles (vers. 13). Estas son las primeras palabras que se registran del Salvador resucitado.
María no abrigaba ninguna esperanza de resurrección. Su única preocupación era recuperar el cuerpo de su Señor. Podía sepultarlo en la misma tumba en que había estado su hermano, pero que había sido vaciada por Jesús (Juan 11: 1, 38; ver Nota Adicional com. Luc. 7).
16. ¡María!
Evidentemente, Jesús la llamó en un tono que para ella era familiar. Una gran emoción la embargó cuando comprendió que había resucitado su Señor.
Le dijo.
"Le dice en hebreo" (BJ). La evidencia textual establece (cf. p. 147) la añadidura de las palabras "en hebreo".
¡Raboní!
Gr. rabbouní , transliteración del arameo rabbuni , que significa literalmente "mi grande", y que se usa para dirigirse a los maestros. Este término equivale esencialmente a "rabí" (ver com. Mat. 23: 7; Juan 1: 38).
Maestro.
Gr. didáskalos , "el que enseña". "Raboní" quizá fuera el saludo habitual de María (cf. cap. 11: 28).
17. No me toques.
El griego puede interpretarse con el significado de "deja de tocarme" (lo que implicaría que María estaba abrazando los pies de Cristo), o "detén el intento de tocar". Este es indudablemente el significado aquí. La objeción no indica que hubiera sido pecaminoso o malo tocar el cuerpo resucitado. 1042 Más bien apremiaba el tiempo. Jesús no quería detenerse para recibir el homenaje de María. Primero deseaba ascender a su Padre para recibir allí la seguridad de que su sacrificio había sido aceptado (DTG 734). Después de su ascensión temporaria, Jesús permitió sin ninguna protesta que lo tocaran (Mat. 28: 9); lo que ahora le pedía a María era que pospusiera ese acto.
Mis hermanos.
Es decir, los discípulos.
A mi Padre y a vuestro Padre.
No "nuestro Padre". Quizá con el propósito de mostrar que hay ciertas importantes diferencias entre la relación de Cristo con el Padre y la nuestra. "Padre" y "Dios" aquí aparecen claramente como sinónimos.
18. Dar a los discípulos.
María procedió inmediatamente a hacer lo que se le había dicho. Sin embargo, los discípulos persistían en su incredulidad (Mar. 16: 11; Luc. 24: 11).
19. La noche.
[ Primera aparición en el aposento alto, Juan 20: 19-23 = Mar. 16: 13 = Luc. 24: 33-49. Comentario principal: Lucas y Juan. Ver mapa p. 216; diagrama p. 223.] Esta reunión es, sin duda, la misma que se describe en Luc. 24: 36-48. La reunión se efectuó poco después de que los dos discípulos volvieron de Emaús cuando ya era tarde, de noche (ver com. Luc. 24: 33).
Primero de la semana.
Es decir, de acuerdo con el cómputo romano que hacía comenzar los días a medianoche. Según el cómputo judío, que hacía comenzar los días con la puesta del sol, la reunión se efectuó en el segundo día de la semana.
Por miedo de los judío.
Esta frase puede tener relación con "las puertas cerradas" o con "los discípulos estaban reunidos". La construcción del texto griego y el contexto favorecen la primera posibilidad. El lugar de su reunión era el aposento alto donde habían celebrado la pascua (ver com. Luc. 24: 33). Parece improbable que los discípulos hubieran procurado ocultarse en un lugar tan bien conocido como ése. Sin embargo, tener las puertas trancadas para protegerse de los enemigos es perfectamente comprensible (cf. DTG 743). La siguiente traducción ilustra esa clase de relación entre las frases: " "Estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar" " (BJ).
22. Recibid el Espíritu Santo.
Este fue un cumplimiento preliminar y parcial de la promesa de los cap. 14: 16-18; 16: 7-15. El derramamiento pleno vino unos 50 días más tarde, en el Pentecostés (Hech. 2).
23. A quienes remitierais los pecados.
Jesús habla aquí a los discípulos como representantes de su iglesia en la tierra, en cuyo conjunto él había confiado la responsabilidad de velar por los intereses espirituales y las necesidades de sus miembros individuales. Jesús ya les había explicado ampliamente cómo tratar con los miembros descarriados: primero, personalmente (ver com. Mat. 18: 1-15, 21-35); y después, con la autoridad de la iglesia (ver com. vers. 16-20). Ahora reitera las instrucciones dadas en la ocasión anterior.
La iglesia debe trabajar fielmente por la restauración de sus miembros descarriados, debe estimularlos para que se arrepientan y se aparten de sus malos caminos. Cuando existe la evidencia de que se han arreglado las cosas con Dios y con el hombre, la iglesia debe aceptar el arrepentimiento como genuino, debe exonerar al pecador de las acusaciones que pesaron sobre él (debe "remitir" sus "pecados") y recibirlo de nuevo en plena comunión. Tal remisión de pecados es ratificada en el cielo. En realidad, Dios ya ha aceptado y perdonado al arrepentido (ver com. Luc. 15: 1-7). Sin embargo, las Escrituras explícitamente enseñan que la confesión del pecado y el arrepentimiento de él deben dirigirse directamente al trono de la gracia en el cielo (Hech. 20: 21; 1 Juan 1: 9), y que la remisión de los pecados del alma sólo proviene de los méritos de Cristo y de su mediación personal (1 Juan 2: 1). Dios nunca ha delegado esta prerrogativa a los falibles mortales, los que con mucha frecuencia necesitan de la misericordia divina y de la gracia de Dios, aunque hayan sido nombrados como dirigentes de la iglesia (ver DTG 745-746; com. Mat. 16: 19).
Les son remitidos.
Cuando falta la evidencia de un arrepentimiento genuino, han de ser "retenidas" las acusaciones presentadas contra un miembro descarriado. El cielo reconocerá la decisión de la iglesia, pues nadie puede estar en buena relación con Dios cuando está voluntariamente reñido con sus prójimos. El que desprecia el consejo de los representantes de Dios nombrados en la tierra, no puede esperar disfrutar del favor de Dios. Hay una ilustración de la forma en que operaba este principio en la iglesia primitiva en Hech. 5: 1-11.
24. Tomás.
[ Segunda aparición en el aposento alto, Juan 20: 24-29 = Mar. 16: 14. Comentario 1043 principal: Juan. Ver el mapa p. 216; diagrama p. 223.] Ver com. Juan 11: 25; cf. com. Mar. 3: 18.
25. Al Señor hemos visto.
Comparar con el mensaje de María (vers. 18).
Si no viere.
Dios siempre da a los hombres suficiente evidencia en la cual fundamentar su fe, y los que están dispuestos a aceptarla, siempre pueden hallar el camino para llegar al Señor. Al mismo tiempo, el Altísimo no obliga a los hombres para que crean en contra de la voluntad de ellos, pues si así procediera él, los despojaría del derecho de usar su libre albedrío. Si todos los hombres fueran como Tomás, las generaciones posteriores nunca podrían llegar a un conocimiento del Salvador. En realidad, nadie -fuera de los pocos centenares que con sus propios ojos vieron al Señor resucitado- habría creído en él. Pero a todos los que lo reciben por fe y creen en su nombre (ver com. cap. 1: 12), el cielo les reserva una bendición especial: "Bienaventurados los que no vieron, y creyeron" (cap. 20:29).
No creeré.
En griego dice: "De ninguna manera creeré".
26. Ocho días después.
Es decir "ocho días", según el cómputo inclusivo, o sea, el domingo siguiente (ver p. 240; Nota Adicional com. Mat. 28). De acuerdo con el cómputo judío, la nueva reunión se realizó una semana más tarde, quizá otra vez por la noche (ver com. vers. 19). El sistema de computar el tiempo puede verse en las pp. 239-242.
Algunos han atribuido un significado especial al hecho de que está segunda reunión de Jesús con los discípulos ocurriera en el primer día de la semana. Han insistido en que ese fue el comienzo de la conmemoración del día de la resurrección, la ocasión para la santificación y la consagración del domingo como un día de culto. Si tal hubiera sido el propósito de la reunión, de seguro esperaríamos alguna mención de un hecho tan importante; pero no hay el menor indicio de un propósito tal. Por otro lado, el relato suministra una razón válida para que se efectuara la reunión: Tomás, el discípulo escéptico, estuvo presente, y Jesús vino para robustecer su fe.
Estando las puertas cerradas.
Quizá por miedo a los judíos, como la vez anterior (ver com. vers. 19).
Paz a vosotros.
El saludo es el mismo de la vez anterior (vers. 19).
27. Pon aquí tu dedo.
El Señor sabía lo que abrigaba el corazón de Tomás, y cuando llegó inmediatamente dirigió su atención al discípulo incrédulo. Le ofreció la prueba exacta que él pedía, aunque la petición hubiera sido irrazonable (vers. 25). No se dice que Tomás hubiera hecho uso del ofrecimiento. El hecho de que el Señor leyera las dudas de su corazón con tanta exactitud, fue para él una prueba convincente de la resurrección.
28. Señor mío.
Gr. ho kúriós mou . Tomás usa el título con su significado más excelso (ver com. cap. 13: 13). Kúriós (Señor) en la LXX es la traducción del Heb. YHWH , el nombre divino que se translitera en castellano como "Jehová" " (RVR) y como "Yahveh" (BJ). (Ver t. I, pp. 180-182.) Mediante esta confesión, Tomás relacionó al que estaba ante él con el Jehová del AT. Es evidente que más tarde una confesión tal llegó a ser una fórmula de fe (cf. 1 Cor. 12: 3).
Dios mío.
Gr. ho theós mou . Theós (Dios) es en la LXX la traducción del Heb. 'Elohim , el título divino de "Dios". En el NT Theós por lo general se usa para el Padre (Rom. 1: 7; 1 Cor. 1: 3; etc.); pero aquí, como en Juan 1: 1 (ver allí el comentario), la palabra atribuye la deidad a Cristo. Aunque había muchas cosas acerca de la relación de las Personas de la Deidad que Tomás todavía no comprendía claramente, su confesión fue más profunda y más abarcante en sus alcances e implicaciones que las que habían hecho antes otros de los discípulos (por ejemplo, ver Mat. 16: 16).
29. Me has visto.
Parece que Tomás no había aceptado la invitación de tocar las huellas de los clavos y la cicatriz dejada por el lanzazo (vers. 27); pero a lo menos demandaba comprobarlo con sus ojos. No estaba dispuesto a creer basándose en el testimonio de otros únicamente. Jesús reprochó su falta de fe y alabó a los que estaban dispuestos a creer sin la comprobación de sus sentidos.
Bienaventurados.
Gr. makários (ver com. Mat. 5: 3).
30. Señales.
[ Epílogo del Evangelio de Juan, Juan 20:30-31; 21:24-25. ] Gr. s'méion (ver p. 198). "Muchas" en este versículo puede referirse a las otras "señales" con las cuales estaba familiarizado el lector por otros relatos de la vida de Cristo que ya se estaban divulgando.
31. Estas se han escrito.
Juan aquí resume el propósito de lo que escribió y el plan que siguió al elegir el material. No tenía la meta de presentar una historia completa de Jesús, 1044 ni siquiera una biografía que abundara en detalles. Eligió las "señales" que formaban el fundamento de su tema y que eran el propósito por el cual escribía.
Jesús es el Cristo.
Jesús era el nombre que Cristo usó como ser humano (ver com. Mat. 1: 21). Era su nombre personal, el nombre con el cual lo conocieron sus contemporáneos. Para muchos, ese nombre sólo identificaba al hijo del carpintero. El propósito de Juan era demostrar que el Jesús que los hombres conocían ciertamente era el Mesías. "Cristo" significa "Mesías" (ver com. Mat. 1: 1).
Hijo de Dios.
Ver com. Luc. 1: 35.
Vida.
Gr. zÇ' (ver com. cap. 1: 4; 8: 51; 10: 10). Cf. cap. 6: 47; ver com. cap. 3: 16.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE T5
[La resurrección, Juan 20: 1-18 = Mat. 28: 1-15 = Mar. 16: 1-11 = Luc. 24: 1-12. Comentario principal: Mateo y Juan. Ver mapa p. 216; diagramas pp. 222-224.] El tema de la secuencia de los acontecimientos del cap. 20 se trata en la Nota Adicional com. Mat. 28.
2. Al que amaba Jesús.
Ver com. cap. 13: 23.
3. Fueron al sepulcro.
El hecho relatado en los vers. 3-10 refleja notablemente los diferentes temperamentos de Pedro y Juan. Juan era tranquilo, reservado, de sentimientos profundos (ver com. Mar. 3: 17). Pedro era impulsivo, entusiasta y apresurado (ver com. Mar. 3: 16). Cuando recibieron la noticia de María, cada uno de ellos reaccionó en su forma característica.
7. Sudario.
Gr. soudárion (ver com. cap. 11: 44). El hecho de que los lienzos y el sudario estuvieran cuidadosamente guardados muestra que no se trató de un robo perpetrado en la tumba. Los ladrones no se hubieran tomado la molestia de quitarle las envolturas al cadáver.
8. Creyó.
Es decir, creyó que Jesús había resucitado. Sin duda recordó la predicción de la resurrección de Jesús. Tal vez Pedro era más escéptico. Lucas registra que Pedro se maravilló "de lo que había sucedido" (cap. 24: 12).
9. No habían entendido la Escritura.
No entendían las Escrituras del AT que predecían la resurrección. Eran como los discípulos que iban a Emaús, a quienes Jesús reprochó con las palabras: " "¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!" " (Luc. 24: 25; cf. vers. 26-27). En el AT hay una significativa predicción de la resurrección, en Sal. 16: 10 (cf. Hech. 2: 24-28).
10. A los suyos.
"A casa" (BJ). Tal vez la madre de Jesús ya estaba en casa de Juan, y el discípulo "al que amaba Jesús" (vers. 2) compartiría con ella la noticia.
11. María estaba.
María Magdalena había seguido a Pedro y a Juan a la tumba, pero, sin duda, había ido con menos prisa. Estaba abrumada de dolor. Sus ojos llenos de lágrimas y su estado emotivo le impidieron reconocer a los visitantes celestiales, que tenían noticias que habrían calmado su dolor.
12. Con vestiduras blancas.
Generalmente se describe a los ángeles con esta clase de vestidura (Mat. 28: 3; Luc. 24: 4; Hech. 1: 10).
13. Mujer.
Ver com. cap. 2: 4.
No sé dónde.
Indudablemente, no reconoció que esos seres eran ángeles " "enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación" " (Heb. 1: 14). No se nos dice quiénes se imaginó que eran los que estaban en la tumba. No esperó una respuesta, sino se dio vuelta.
14. No sabía.
Quizá sus ojos estaban "velados" como los de los discípulos en el camino a Emaús (Luc. 24: 16). O tal vez estaban demasiado llenos de lágrimas para que pudiera ver con claridad.
Era Jesús.
Esta es la primera aparición después de la resurrección (Mar. 16: 9).
15. ¿Por qué lloras?
La misma pregunta que hicieron los ángeles (vers. 13). Estas son las primeras palabras que se registran del Salvador resucitado.
María no abrigaba ninguna esperanza de resurrección. Su única preocupación era recuperar el cuerpo de su Señor. Podía sepultarlo en la misma tumba en que había estado su hermano, pero que había sido vaciada por Jesús (Juan 11: 1, 38; ver Nota Adicional com. Luc. 7).
16. ¡María!
Evidentemente, Jesús la llamó en un tono que para ella era familiar. Una gran emoción la embargó cuando comprendió que había resucitado su Señor.
Le dijo.
"Le dice en hebreo" (BJ). La evidencia textual establece (cf. p. 147) la añadidura de las palabras "en hebreo".
¡Raboní!
Gr. rabbouní , transliteración del arameo rabbuni , que significa literalmente "mi grande", y que se usa para dirigirse a los maestros. Este término equivale esencialmente a "rabí" (ver com. Mat. 23: 7; Juan 1: 38).
Maestro.
Gr. didáskalos , "el que enseña". "Raboní" quizá fuera el saludo habitual de María (cf. cap. 11: 28).
17. No me toques.
El griego puede interpretarse con el significado de "deja de tocarme" (lo que implicaría que María estaba abrazando los pies de Cristo), o "detén el intento de tocar". Este es indudablemente el significado aquí. La objeción no indica que hubiera sido pecaminoso o malo tocar el cuerpo resucitado. 1042 Más bien apremiaba el tiempo. Jesús no quería detenerse para recibir el homenaje de María. Primero deseaba ascender a su Padre para recibir allí la seguridad de que su sacrificio había sido aceptado (DTG 734). Después de su ascensión temporaria, Jesús permitió sin ninguna protesta que lo tocaran (Mat. 28: 9); lo que ahora le pedía a María era que pospusiera ese acto.
Mis hermanos.
Es decir, los discípulos.
A mi Padre y a vuestro Padre.
No "nuestro Padre". Quizá con el propósito de mostrar que hay ciertas importantes diferencias entre la relación de Cristo con el Padre y la nuestra. "Padre" y "Dios" aquí aparecen claramente como sinónimos.
18. Dar a los discípulos.
María procedió inmediatamente a hacer lo que se le había dicho. Sin embargo, los discípulos persistían en su incredulidad (Mar. 16: 11; Luc. 24: 11).
19. La noche.
[ Primera aparición en el aposento alto, Juan 20: 19-23 = Mar. 16: 13 = Luc. 24: 33-49. Comentario principal: Lucas y Juan. Ver mapa p. 216; diagrama p. 223.] Esta reunión es, sin duda, la misma que se describe en Luc. 24: 36-48. La reunión se efectuó poco después de que los dos discípulos volvieron de Emaús cuando ya era tarde, de noche (ver com. Luc. 24: 33).
Primero de la semana.
Es decir, de acuerdo con el cómputo romano que hacía comenzar los días a medianoche. Según el cómputo judío, que hacía comenzar los días con la puesta del sol, la reunión se efectuó en el segundo día de la semana.
Por miedo de los judío.
Esta frase puede tener relación con "las puertas cerradas" o con "los discípulos estaban reunidos". La construcción del texto griego y el contexto favorecen la primera posibilidad. El lugar de su reunión era el aposento alto donde habían celebrado la pascua (ver com. Luc. 24: 33). Parece improbable que los discípulos hubieran procurado ocultarse en un lugar tan bien conocido como ése. Sin embargo, tener las puertas trancadas para protegerse de los enemigos es perfectamente comprensible (cf. DTG 743). La siguiente traducción ilustra esa clase de relación entre las frases: " "Estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar" " (BJ).
22. Recibid el Espíritu Santo.
Este fue un cumplimiento preliminar y parcial de la promesa de los cap. 14: 16-18; 16: 7-15. El derramamiento pleno vino unos 50 días más tarde, en el Pentecostés (Hech. 2).
23. A quienes remitierais los pecados.
Jesús habla aquí a los discípulos como representantes de su iglesia en la tierra, en cuyo conjunto él había confiado la responsabilidad de velar por los intereses espirituales y las necesidades de sus miembros individuales. Jesús ya les había explicado ampliamente cómo tratar con los miembros descarriados: primero, personalmente (ver com. Mat. 18: 1-15, 21-35); y después, con la autoridad de la iglesia (ver com. vers. 16-20). Ahora reitera las instrucciones dadas en la ocasión anterior.
La iglesia debe trabajar fielmente por la restauración de sus miembros descarriados, debe estimularlos para que se arrepientan y se aparten de sus malos caminos. Cuando existe la evidencia de que se han arreglado las cosas con Dios y con el hombre, la iglesia debe aceptar el arrepentimiento como genuino, debe exonerar al pecador de las acusaciones que pesaron sobre él (debe "remitir" sus "pecados") y recibirlo de nuevo en plena comunión. Tal remisión de pecados es ratificada en el cielo. En realidad, Dios ya ha aceptado y perdonado al arrepentido (ver com. Luc. 15: 1-7). Sin embargo, las Escrituras explícitamente enseñan que la confesión del pecado y el arrepentimiento de él deben dirigirse directamente al trono de la gracia en el cielo (Hech. 20: 21; 1 Juan 1: 9), y que la remisión de los pecados del alma sólo proviene de los méritos de Cristo y de su mediación personal (1 Juan 2: 1). Dios nunca ha delegado esta prerrogativa a los falibles mortales, los que con mucha frecuencia necesitan de la misericordia divina y de la gracia de Dios, aunque hayan sido nombrados como dirigentes de la iglesia (ver DTG 745-746; com. Mat. 16: 19).
Les son remitidos.
Cuando falta la evidencia de un arrepentimiento genuino, han de ser "retenidas" las acusaciones presentadas contra un miembro descarriado. El cielo reconocerá la decisión de la iglesia, pues nadie puede estar en buena relación con Dios cuando está voluntariamente reñido con sus prójimos. El que desprecia el consejo de los representantes de Dios nombrados en la tierra, no puede esperar disfrutar del favor de Dios. Hay una ilustración de la forma en que operaba este principio en la iglesia primitiva en Hech. 5: 1-11.
24. Tomás.
[ Segunda aparición en el aposento alto, Juan 20: 24-29 = Mar. 16: 14. Comentario 1043 principal: Juan. Ver el mapa p. 216; diagrama p. 223.] Ver com. Juan 11: 25; cf. com. Mar. 3: 18.
25. Al Señor hemos visto.
Comparar con el mensaje de María (vers. 18).
Si no viere.
Dios siempre da a los hombres suficiente evidencia en la cual fundamentar su fe, y los que están dispuestos a aceptarla, siempre pueden hallar el camino para llegar al Señor. Al mismo tiempo, el Altísimo no obliga a los hombres para que crean en contra de la voluntad de ellos, pues si así procediera él, los despojaría del derecho de usar su libre albedrío. Si todos los hombres fueran como Tomás, las generaciones posteriores nunca podrían llegar a un conocimiento del Salvador. En realidad, nadie -fuera de los pocos centenares que con sus propios ojos vieron al Señor resucitado- habría creído en él. Pero a todos los que lo reciben por fe y creen en su nombre (ver com. cap. 1: 12), el cielo les reserva una bendición especial: "Bienaventurados los que no vieron, y creyeron" (cap. 20:29).
No creeré.
En griego dice: "De ninguna manera creeré".
26. Ocho días después.
Es decir "ocho días", según el cómputo inclusivo, o sea, el domingo siguiente (ver p. 240; Nota Adicional com. Mat. 28). De acuerdo con el cómputo judío, la nueva reunión se realizó una semana más tarde, quizá otra vez por la noche (ver com. vers. 19). El sistema de computar el tiempo puede verse en las pp. 239-242.
Algunos han atribuido un significado especial al hecho de que está segunda reunión de Jesús con los discípulos ocurriera en el primer día de la semana. Han insistido en que ese fue el comienzo de la conmemoración del día de la resurrección, la ocasión para la santificación y la consagración del domingo como un día de culto. Si tal hubiera sido el propósito de la reunión, de seguro esperaríamos alguna mención de un hecho tan importante; pero no hay el menor indicio de un propósito tal. Por otro lado, el relato suministra una razón válida para que se efectuara la reunión: Tomás, el discípulo escéptico, estuvo presente, y Jesús vino para robustecer su fe.
Estando las puertas cerradas.
Quizá por miedo a los judíos, como la vez anterior (ver com. vers. 19).
Paz a vosotros.
El saludo es el mismo de la vez anterior (vers. 19).
27. Pon aquí tu dedo.
El Señor sabía lo que abrigaba el corazón de Tomás, y cuando llegó inmediatamente dirigió su atención al discípulo incrédulo. Le ofreció la prueba exacta que él pedía, aunque la petición hubiera sido irrazonable (vers. 25). No se dice que Tomás hubiera hecho uso del ofrecimiento. El hecho de que el Señor leyera las dudas de su corazón con tanta exactitud, fue para él una prueba convincente de la resurrección.
28. Señor mío.
Gr. ho kúriós mou . Tomás usa el título con su significado más excelso (ver com. cap. 13: 13). Kúriós (Señor) en la LXX es la traducción del Heb. YHWH , el nombre divino que se translitera en castellano como "Jehová" " (RVR) y como "Yahveh" (BJ). (Ver t. I, pp. 180-182.) Mediante esta confesión, Tomás relacionó al que estaba ante él con el Jehová del AT. Es evidente que más tarde una confesión tal llegó a ser una fórmula de fe (cf. 1 Cor. 12: 3).
Dios mío.
Gr. ho theós mou . Theós (Dios) es en la LXX la traducción del Heb. 'Elohim , el título divino de "Dios". En el NT Theós por lo general se usa para el Padre (Rom. 1: 7; 1 Cor. 1: 3; etc.); pero aquí, como en Juan 1: 1 (ver allí el comentario), la palabra atribuye la deidad a Cristo. Aunque había muchas cosas acerca de la relación de las Personas de la Deidad que Tomás todavía no comprendía claramente, su confesión fue más profunda y más abarcante en sus alcances e implicaciones que las que habían hecho antes otros de los discípulos (por ejemplo, ver Mat. 16: 16).
29. Me has visto.
Parece que Tomás no había aceptado la invitación de tocar las huellas de los clavos y la cicatriz dejada por el lanzazo (vers. 27); pero a lo menos demandaba comprobarlo con sus ojos. No estaba dispuesto a creer basándose en el testimonio de otros únicamente. Jesús reprochó su falta de fe y alabó a los que estaban dispuestos a creer sin la comprobación de sus sentidos.
Bienaventurados.
Gr. makários (ver com. Mat. 5: 3).
30. Señales.
[ Epílogo del Evangelio de Juan, Juan 20:30-31; 21:24-25. ] Gr. s'méion (ver p. 198). "Muchas" en este versículo puede referirse a las otras "señales" con las cuales estaba familiarizado el lector por otros relatos de la vida de Cristo que ya se estaban divulgando.
31. Estas se han escrito.
Juan aquí resume el propósito de lo que escribió y el plan que siguió al elegir el material. No tenía la meta de presentar una historia completa de Jesús, 1044 ni siquiera una biografía que abundara en detalles. Eligió las "señales" que formaban el fundamento de su tema y que eran el propósito por el cual escribía.
Jesús es el Cristo.
Jesús era el nombre que Cristo usó como ser humano (ver com. Mat. 1: 21). Era su nombre personal, el nombre con el cual lo conocieron sus contemporáneos. Para muchos, ese nombre sólo identificaba al hijo del carpintero. El propósito de Juan era demostrar que el Jesús que los hombres conocían ciertamente era el Mesías. "Cristo" significa "Mesías" (ver com. Mat. 1: 1).
Hijo de Dios.
Ver com. Luc. 1: 35.
Vida.
Gr. zÇ' (ver com. cap. 1: 4; 8: 51; 10: 10). Cf. cap. 6: 47; ver com. cap. 3: 16.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE T5
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