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CBA Libro de Hechos de Los Apóstoles Capítulo 13

CBA Hechos de los Apóstoles capítulo 13
1. La iglesia... en Antioquía. 

Cf. cap. 11: 26. A partir del cap. 13, el centro geográfico del relato se traslada de Jerusalén a Antioquía, como se anticipó (cap. 11: 19-30). Fue desde Antioquía que Pablo, como apóstol a los gentiles, emprendió sus tres grandes giras misioneras. El registro de estos tres viajes ocupa la mayor parte de los capítulos restantes del libro de Hechos; por lo tanto, es apropiado que el punto central del relato se traslade a Antioquía. Allí, por primera vez, muchos gentiles habían entrado en la iglesia. Ver pp. 30-31; com. cap. 11: 19-20, 26. 

Profetas y maestros. 

Esta es la primera vez que se mencionan en la administración de la iglesia personas que poseían dones espirituales específicos. No se da ninguna indicación concreta en cuanto a la organización formal de la iglesia de Antioquía, aunque sin duda existía. En todo caso, es claro que hombres dotados del Espíritu trabajaban en forma activa. Ver pp. 28, 39-41. 

En el NT se habla de tales hombres como si constituyeran un grupo reconocido, aunque no aparecen organizados oficialmente. Se reconocía a una persona como miembro de este grupo, no sólo porque era espiritual o piadosa (Gál. 6: 1), sino porque demostraba que poseía un don del Espíritu Santo en acción. Más tarde, en la literatura cristiana del siglo II, estas personas aparecen como pneumatikói , "espirituales". Finalmente desaparecieron, injustamente desacreditadas por la aparición de "falsos profetas" (1 Juan 4: 1) y por la presión de los dirigentes elegidos, los ancianos u obispos (ver pp. 28, 39). Una presentación más detallada de los dones del Espíritu, aparece en com. 1 Cor. 12. 

Las diferentes relaciones y actividades de las personas que aquí se mencionan, indican que en la iglesia de Antioquía había un grupo cosmopolita de dirigentes. Bernabé era chipriota; Lucio, cirenio; Manaén, parece que era un aristócrata palestino; y Saulo, un rabino de Tarso de Cilicia. 

Bernabé. 
Ver com. cap. 4: 36; cf. cap. 9: 27; 11: 22. 

Simón. 

Simón es nombre judío. Niger es un adjetivo latino que significa "negro", y puede haberse referido a su tez oscura. Los judíos, además de su nombre propio, a menudo tenían otro de origen gentil, como se ve en los casos de Juan Marcos, Simón Pedro, José Bernabé y Saulo "también llamado Pablo" (ver com. vers. 9). Es posible que a Simón se le hubiera dado este segundo nombre para distinguirlo de otras personas que se llamaban del mismo modo. 

Lucio de Cirene. 

El hecho de que Lucio fuera de Cirene, sugiere que podría haber sido uno de los judíos que abundaban en esa provincia, y quizá uno de los "varones de Chipre y de Cirene" (cap. 11: 20) que habían estado entre los primeros en evangelizar a los gentiles de Antioquía. Posiblemente sea el mismo Lucio que aparece en Rom. 16: 21. Algunos autores, basándose que en Cirene había una famosa escuela de medicina y en la evidencia de las inscripciones que indica que el nombre Lucio se usaba como un sinónimo de Lucas, han identificado a este hombre con Lucas, el médico, autor de los Hechos. Sin embargo, tal identificación podría aceptarse con extrema cautela, ya que el nombre Lucio era muy común entre los romanos, y bien pudo llamarse así más de uno de los cristianos destacados. 

Se había criado... con. 

Gr. súntrofos , palabra que podría indicar que Manaén era hermano adoptivo de Herodes, quizá para significar que la madre de Manaén amamantó a Herodes, o que fue criado con él, o, sencillamente, que de algún modo se relacionó con la corte de Herodes. "Herodes el tetrarca" debe ser Herodes Antipas (Mat. 14: 1; Luc. 3: 19; 23: 7-12; ver t. V, pp. 65-66), a quien Jesús una vez llamó "aquella zorra" (Luc. 13: 32). Josefo ( Antigüedades xv. 10. 5) menciona a un esenio llamado Menahem o Manaén, que predijo que Herodes el Grande sería rey. En el Talmud aparece un Menahem que se supone estuvo al servicio de Herodes el Grande ( Jagigah 16b). Todo esto parece sugerir que Manaén era un nombre predilecto de quienes mantenían buenas relaciones con la casa de Herodes. Herodes Antipas y su hermano Arquelao se educaron en Roma, y es posible que Manaén, quien aquí aparece en Antioquía, pudiera haberlos acompañado allí. No se sabe cómo ni cuándo llegó a creer en Jesús como Cristo. Su actividad como maestro cristiano en Antioquía presenta un notable contraste con la carrera de Herodes Antipas, el rey que mató a Juan el Bautista, se burló de Jesús, y algunos años antes del momento de este relato fue desterrado en forma vergonzosa a las Galias. 

Saulo. 

Saulo de Tarso se encuentra "entre los profetas" con resultados mucho mejores que el rey Saúl, mil años antes (1 Sam. 10: 11-12). El nombre de Saulo es el último de la lista. La construcción de este pasaje en griego podría sugerir, aunque no necesariamente, que los primeros tres que se mencionan eran profetas, y los dos últimos, maestros. Es posible que todavía no se hubiera manifestado en Saulo el don profético. 

2. Ministrando. 

Gr. leitourgéÇ , "ministrar", "servir", palabra griega para describir el servicio prestado por un funcionario del Estado y tanto en la LXX como en el NT, para referirse al ministerio de los sacerdotes y levitas en el santuario (Núm. 18: 2; Heb. 10: 11). Pablo la empleó en forma figurada para describir su ministerio a los gentiles, comparándose con un sacerdote que presentaba a los gentiles como ofrenda a Dios (Rom. 15: 16). 

Al Señor. 

El ministerio de los profetas y maestros de Antioquía -su obra de oración, exhortación y enseñanza-, estaba dedicado a Dios (cf. Rom. 14: 18; Col. 3: 24). 

Ayunando 

Fue un solemne acto de devoción de los varones de Antioquía cuando hicieron frente a la obra que les esperaba. Se ha dicho con razón que un estómago lleno no estudia con diligencia ni ora con fervor. Ver com. Mat. 4: 2-3 

Dijo el Espíritu Santo. 

Sin duda el Espíritu Santo expresó su voluntad por medio de los labios de los profetas, como en el cap. 20: 23. 

Apartadme. 

En el griego la partícula d' sigue a este verbo, para indicar que se trata de una orden precisa que debe cumplirse inmediatamente. Bernabé y Saulo debían ser apartados para una nueva obra. 

A Bernabé y a Saulo. 

Con referencia al compañerismo que ya existía entre Saulo y Bernabé, ver cap. 9: 27; 11: 25-26. Saulo fue designado desde el comienzo como "instrumento escogido" (cap. 9: 15), pues Dios lo había destinado a prestar grandes servicios misioneros. Debido a su previa amistad era lógico que Bernabé fuera elegido como colaborador de Saulo. Los dos habían estado hasta este momento entre los profetas y maestros de la iglesia; pero ahora, bajo la autorización de una orden inspirada, serían enviados en una misión diferente, y fueron consagrados para la obra del apostolado entre los gentiles. 

Para la obra. 

La orden básica provenía del Espíritu Santo, por lo cual es de suponerse que sería él quien dirigiría en términos generales a los apóstoles en la trayectoria de su primer viaje misionero. No hay indicación alguna de que la iglesia fue la que estudió los planes para este viaje misionero. 

3. Habiendo ayunado y orado. 

La repetición de estas palabras sugieren que el ayuno (vers. 2) continuaba. La orden que se acababa de dar demandaba una vida espiritual ferviente, de la cual el ayuno era el comienzo, ayuno que deberían practicar con frecuencia. Se deduce que el ayuno concluyó con un solemne servicio de consagración. 

Impusieron las manos. 

Ver com. cap. 6: 6. Los apóstoles habían puesto las manos sobre los siete. Así también los profetas y los maestros de la iglesia de Antioquía reconocieron la divina comisión confiada a Saulo y a Bernabé, e imploraron para ellos la bendición divina. 

4. Enviados. 

Aquí comienza el primer viaje misionero de Saulo (Pablo); ver mapa p. 280. Pablo y Bernabé fueron enviados bajo la dirección directa del Espíritu Santo, evidentemente con instrucciones específicas procedentes de esa fuente divina. Ver p. 3 l. 

¿Cómo se sostendrían esos misioneros? No hay explicación alguna de que recibirían sueldo, ni de que se les hubiera dado dinero. Es probable que Pablo, como lo hizo más tarde (cap. 18: 3-4), trabajara en su oficio durante la semana, y predicara en las sinagogas el día sábado. Años después, escribiendo a los filipenses, Pablo declaró que había recibido poco sostén financiero (Fil. 4: 15-18). Según parece, la joven iglesia aún no había pensado que el diezmo, que siempre fue entregado a los levitas, podía usarse correctamente para pagar los gastos de los consagrados misioneros cristianos. Pero debe recordarse que aún no había una organización de hombres dedicados sólo al ministerio. 

A Seleucia. 

Esta ciudad que estaba cerca de la desembocadura del río Orontes, y que distaba unos 25 km de Antioquía, era el puerto marítimo de ésta. Llevaba el nombre de su fundador, Seleuco Nicator (m. 280 a.C.), el general de Alejandro que estableció el imperio seléucida. Ver mapa frente a p.33. 

Navegaron a Chipre. 

Bajo la dirección del Espíritu, los misioneros decidieron comenzar su tarea misionera en Chipre, probablemente porque allí había nacido Bernabé. La población de la isla era mayormente griega, y su diosa patrona era Venus o Afrodita. Su principal centro de culto se encontraba en Pafos, ciudad conocida por el libertinaje de las sacerdotisas prostitutas del templo de esa diosa. Muchos comentadores creen que el antiguo nombre de la isla fue Quitim (Gén. 10: 4; Isa. 23: 1, 12; ver t. I, p. 285). En Chipre había minas de cobre, en latín cuprum , de donde deriva su nombre. Situadas a corta distancia de la costa de Siria, habían atraído a muchos judíos a Chipre. Es probable que el Evangelio ya hubiera sido predicado entre ellos por los primeros evangelistas cristianos (cap. 11: 19). También es probable que algunos chipriotas que se convirtieron el día de Pentecostés hubieran llevado el mensaje cristiano a su patria cuando regresaron. 

5. Salamina. 

Situada en el extremo oriental de la isla, era el puerto chipriota más cercano a Seleucia. 

Anunciaban. 

Predicaron directamente de las Escrituras del AT, proclamando el mensaje del Mesías crucificado y resucitado (cf. vers. 12). 

Las sinagogas. 

El plural "sinagogas" sugiere que había una numerosa población judía. Siguiendo su costumbre de predicar primero a los judíos (vers. 46), es natural que los apóstoles comenzaran su obra en las sinagogas. Los servicios de la sinagoga proporcionaban excelentes oportunidades para que predicaran visitantes como Saulo y Bernabé (ver t. V, pp. 57-59). 

Juan. 

Juan Marcos, "sobrino de Bernabé" " (ver com. Col. 4: 10). 

Ayudante. 

Gr. hup'rét's , "subordinado" de cualquier clase (ver com. Hech. 5: 22; Luc. 4: 20). En el NT se emplea esta palabra para referirse al funcionario que ejecuta la sentencia impuesta por un juez (Mat. 5: 25), al jazzan de la sinagoga (ver t. V, p. 58), y a los funcionarios bajo el mando de los dirigentes judíos (Juan 7: 32). Lucas emplea este término dos veces más para designar a ministros del Evangelio (Luc. 1: 2; Hech. 26: 16). No se mencionan los deberes específicos de Marcos, pero evidentemente era un ayudante general en el ministerio de los dos apóstoles. 

6. Toda la isla. 

Es probable que Pablo y Bernabé hubieran enseñado en varios lugares a medida que cruzaban la isla. 

Pafos. 

La ciudad de Pafos estaba en el extremo occidental de la isla. Hubo una antigua ciudad de Pafos, famosa por su santuario dedicado a Afrodita; pero en los días de Pablo se había construido una nueva ciudad a unos 11 km al noroeste. En ella estaba la sede del gobernador romano de Chipre. Pablo y Bernabé fueron a esa ciudad nueva. 

Mago. 

Gr. mágos , palabra de origen persa, empleada en un principio para designar a cierta clase de medos que desempeñaban funciones sacerdotales en la religión de Ormuz. Estos magos eran personas dignas y respetables. Los "magos" que vinieron a Belén a ver al niño Jesús eran de esta clase de personas (ver com. Mat. 2: 1). Pero en el siglo V a. C. el término ya se aplicaba también al "hechicero". El poeta griego Sófocles hace que Edipo se burle de Teiresias llamándolo "mago", una persona que practicaba magia ( Edipo Rey 387). En relación con Simón, el mago de Samaria, Lucas emplea el verbo de la misma raíz (Hech. 8: 9). Parece que aquí usa el vocablo magos en un sentido general en relación con "falso profeta", para indicar que Barjesús, aunque ocupaba un puesto de influencia cerca del gobernador, no era digno de confianza. 

Falso profeta. 

La decadencia en la práctica de la verdadera revelación produce falsos profetas, quienes a su vez aceleran la decadencia. 

Judío. 

Parece que entre los judíos no era raro que aparecieran personas que se dedicaban a la magia (Simón el mago, Hech. 8; los siete hijos de Esceva, cap. 19: 13-15; ver también un ejemplo en el Talmud Berakoth 59a). Trabajaban basándose en parte en el prestigio religioso de su raza; se jactaban además de que sus libros sagrados de encantamientos y hechizos los habían recibido de Salomón. 

BarJesús. 

Este nombre aparece escrito de diferentes maneras en los manuscritos griegos, sin embargo es evidente que se trata de un nombre judío. Aunque no se sabe con seguridad la ortografía griega, no hay duda de que el significado del nombre sea "hijo de Josué" (ver com. Mat. 1: 1). 

7. Procónsul. 

Gr. anthúpatos, equivalente al título romano "procónsul". Augusto dividió las provincias romanas en dos clases (27 a. C.). Las que necesitaban control militar estaban bajo el emperador como comandante de las legiones, y eran gobernadas por propretores y procuradores; las provincias más pacíficas eran regidas por el senado, y estaban gobernadas por procónsules. Chipre había sido una provincia imperial (Estrabón, Geografía xiv. 6. 6); pero más tarde fue asignada de nuevo al senado (Dión Casio, Historia romana iii. 12. 7), y, por lo tanto, en los días de Pablo era gobernada por un procónsul. El que se hayan encontrado monedas de Chipre de los días de Claudio, y que den el título de procónsul a Cominio Procio, gobernador local, es otra demostración de que en la isla había un gobierno proconsular. Como en otros pasajes, Lucas tiene cuidado de usar los títulos correctos de los funcionarios que aparecen en su relato (ver com. Hech. 23: 24; cf. com. Mal. 27: 2; Luc. 2: 2). 

Sergio Paulo. 

Este nombre aparece en varios manuscritos e inscripciones de la antigüedad, pero no puede afirmarse que alguno de ellos se refiera al Sergio Paulo de este relato. En una inscripción latina del año 35 d. C., en la cual aparece un grupo de hermanos Arval, sacerdotes guardianes del río Tíber, figura el nombre L[ ucius ] Sergius Paullus . Aunque no es posible identificarlo definidamente con el Sergio Paulo de Hechos, existe la posibilidad de que hubiera sido sacerdote en Roma antes de ser enviado a Chipre. Otra inscripción hallada en Soli, Chipre, dice que fue escrita en tiempos de "Paulus, procónsul". Algunos eruditos han querido identificar a este procónsul con el Sergio Paulo de Hechos; pero su fecha no concuerda con la del primer viaje misionero de Pablo. Probablemente se refiera a un procónsul que gobernó varias décadas antes. Se ha pensado que Plinio el Viejo, quien escribió alrededor del año 90 d. C., presentaba como principal autoridad para algunos datos de su Historia natural a un tal Sergio Paulo; pero al estudiar cuidadosamente los manuscritos se llega a la conclusión de que la persona que allí se menciona es Sergius Plautus . Por lo tanto, fuera de lo registrado por Lucas, nada se sabe con certeza acerca del Sergio Paulo de Hechos. 

Varón prudente. 

Este adjetivo destaca inteligencia y discernimiento, como en Mat. 11: 25; Luc. 10: 21; 1 Cor. 1: 19. La presencia de Elimas junto a Sergio Paulo significa que el procónsul era un hombre de mente inquisitiva. Esta característica la demostró, sin duda, cuando deseó oír a Bernabé y a Saulo; y demostró su prudencia cuando reconoció la superioridad del carácter de los misioneros. Es, pues, difícil que hubiera estado bajo el dominio del mago. 

8. Elimas. 

Se ha conjeturado mucho en cuanto al significado de este nombre; pero los eruditos no han llegado a ninguna conclusión. Es posible que sea una palabra semítica de la misma raíz de la palabra árabe que se traduce como "hechicero" ( 'alim ), en cuyo caso "Elimas" no sería una traducción de "Bar jesús" sino una identificación de éste como hechicero. Algunos piensan que este hechicero es el mismo que aparece en Antigüedades xx. 7. 2; pero éste se llama Simón nacido en Chipre. 

El mago. 

Ver com. vers. 6. 

Procurando apartar. 

El hechicero temía perder la influencia que creía ejercer sobre el procónsul. Veía que su víctima estaba por liberarse al dejar de creer en la hechicería para ejercer fe en el Evangelio. Elimas estaba decidido a impedir ese cambio. Janes y Jambres también se opusieron a Moisés (2 Tim. 3: 8) en circunstancias muy similares y con el mismo afán satánico. 

Hasta este momento Sergio Paulo no había aceptado la doctrina de Cristo, aunque es probable que él y Elimas hubieran oído muchos informes acerca del mensaje de los apóstoles desde que éstos llegaron a Salamina. El mago vio que se había despertado el interés del procónsul, y quería desviar su atención para que no enviase a buscar a Bernabé y a Saulo. Pero el procónsul estaba resuelto, e hizo que los apóstoles se presentaran delante de él. 

9. También es Pablo. 

Aquí se emplea por primera vez el nombre por el cual se conoce mejor al apóstol de los gentiles. En la segunda Nota Adicional del cap. 7 se presenta un estudio de los nombres Saulo y Pablo. 

Lleno del Espíritu Santo. 

El tiempo del participio griego que se emplea aquí sugiere que Pablo súbitamente fue henchido del Espíritu Santo para que pudiera hacer frente a la crisis de ese momento. Así pudo apreciar bien el carácter de Elimas. Sintió santa indignación y previó el castigo divino que debía ser aplicado. El Espíritu evidentemente le reveló al apóstol el castigo que caería sobre Elimas. Dios también le reveló a Pablo que se cumpliría lo que estaba a punto de decir. 

Fijando en él los ojos. 

Gr. atenízÇ , "mirar fijamente". Se ha sugerido que una mirada tal era necesaria porque la vista de Pablo quedó afectada por la deslumbrante luz que vio en el camino a Damasco; pero Lucas emplea este verbo repetidas veces para referirse a la mirada fija de personas con vista normal, que contemplaban con asombro o en forma escrutadora (Hech. 3: 4; Luc. 4: 20; 22: 56). Era necesario observar a Elimas, porque estaba listo para cm picar cualquier medio posible a fin de desacreditar a los apóstoles. Pablo lo miró con fijeza y lo reprendió duramente. 

10. De todo engaño y de toda maldad. 

La palabra traducida como "maldad" sólo aparece aquí en el NT. Su sentido primitivo es "facilidad de obrar", pero fuera del NT se la usa para referirse a "maldad", "engaño". "falta de escrúpulos". Pablo fue explícito y directo en su condenación a Elimas. Lleno 282 del Espíritu Santo, condenó al mago con dureza y con razón. Muchos piensan que un cristiano lleno del Espíritu debe mostrar sólo los frutos relativamente pasivos del Espíritu, que son enumerados por Pablo en Gál. 5: 22-23. Pero el Espíritu también hace que sus mensajeros identifiquen y definan francamente el pecado y lo condenen con palabras bien claras. Pablo, lleno del Espíritu, hizo esto en el caso de Elimas. 

Hijo del diablo. 

Ver com. Juan 8: 44. El diablo es el padre de la mentira, y Elimas, que se ocupaba de engañar, también merecía este duro calificativo. Si el nombre Barjesús significa "hijo de Josué" (nombre éste que significa "Jehová es salvación"; ver com. vers. 6; com. Exo. 17: 9), entonces la forma en que Pablo lo califica establece un notable contraste. 

Enemigo de toda justicia. 

Pablo se dio cuenta que el procónsul tenía un ferviente deseo de conocer la verdad, y su ira se encendió contra Elimas por estar estorbando ese deseo. 

Trastornar los caminos rectos. 

La influencia de Elimas impedía y torcía el camino de Dios; las sendas rectas de Dios las estaba convirtiendo en las veredas torcidas de la astucia humana. Era algo completamente opuesto a lo que describió Isaías (cap. 40: 4) como la verdadera preparación del camino del Señor, que consiste en enderezar lo torcido. 

11. La mano del Señor. 

Ver com. Hech. 11: 21; cf. Exo. 9: 3; Juec. 2: 15. Es probable que Sergio Paulo hubiera estado preguntando a Elimas en cuanto a la fe Judía; pero en vez de enseñarle al procónsul a conocer a Dios, lo había extraviado con sus engaños. La mano del Señor, cuyos caminos Elimas había pervertido, estaba a punto de caer sobre él. 

Serás ciego. 

Era un castigo muy apropiado, pues Elimas había luchado contra la luz de la verdad. Su castigo presenta un agudo contraste con la experiencia previa del apóstol. Pablo había quedado ciego físicamente, pero interiormente había sido dominado por la luz del cielo (ver com. cap. 9: 9). Elimas, ciego y a oscuras por un tiempo, podría también recibir la Luz que alumbra a todos los hombres (Juan 1: 9). 

Por algún tiempo. 

La ceguera, sólo transitoria, significa que no era apenas un castigo, sino que también debía servir como remedio. El castigo de Elimas fue menor que el de Ananías y Safira, porque la conducta de éstos, si continuaba, habría arruinado a la iglesia. El pecado de Ananías y Safira fue cometido contra una luz mayor que la que había recibido el mago de Chipre. 

Oscuridad y tinieblas. 

En el texto griego la primera palabra indica una oscuridad menor que la siguiente, por eso algunos han sugerido que se trata de una progresión: que la vista de Elimas se fue oscureciendo poco a poco. Pero también se puede entender como un paralelismo, para destacar la idea de oscuridad o de tinieblas. La palabra que se traduce como "oscuridad" se emplea en la literatura médica para referirse a oscurecimiento de la vista, lo cual ha hecho pensar que Lucas empleó esta palabra como médico (ver Col. 4: 14; cf. com. Hech. 9: 18). 

Quien le condujese. 

Elimas había utilizado en forma egoísta y engañosa el conocimiento que tenía, para extraviar a otros, para su propia ventaja. Ahora debía buscar a otros para que lo guiasen; pero caminó a tientas porque un hombre como él no querría demostrar hasta qué punto se habían cumplido las palabras del apóstol contra él. 

12. El procónsul. 

El procónsul vio el milagro, y escuchó las palabras que Pablo había pronunciado. Creyó que los apóstoles habían demostrado un poder mayor, y aceptó su mensaje, que evidentemente era muy superior al que Elimas le había estado enseñando. 

Maravillado. 

"Pasmado". Se emplea la misma palabra que en Mat. 7: 28, para describir la emoción de quienes escuchaban felices el Evangelio. 

La doctrina del Señor. 

Es decir, la enseñanza acerca de Jesucristo. 

13. Pablo y sus compañeros. 

Literalmente "los que rodeaban a Pablo". A partir de este momento Pablo es reconocido como el líder de la misión, y el apóstol a los gentiles se convierte en la figura central de casi todas las escenas del libro de los Hechos. 

Perge de Panfilia. 

Panfilia era una pequeña región en la parte central de la costa sur del Asia Menor. En el año 43 d. C., poco antes de la visita de Pablo, fue unida con Licia, su vecina occidental, para formar una provincia imperial. Perge era la ciudad principal, y estaba ubicada a unos 12 km del mar, a orillas del río Cestro. Lucas no registra que en esa ocasión se hiciera alguna obra evangelística en Perge, quizá porque allí no había sinagogas. Posiblemente la aflicción por causa de la partida de Juan Marcos hubiera hecho que Pablo y Bernabé siguieran su viaje. Pero a su regreso predicaron en Perge (cap. 14: 25). Ver mapa p. 280. 

Juan... volvió. 

Es decir, Juan Marcos (ver com. vers. 5). No se dice cuál fue la razón por la cual Juan Marcos se fue. Probablemente temía los peligros y las dificultades que se presentarían en el interior de Asia Menor. 

Es probable que Juan Marcos sea el que escribió el segundo Evangelio. Más tarde se convirtió en un ferviente obrero de Cristo. Pablo habló más tarde con afecto acerca de él (Col. 4: 10), y deseó verlo durante su último encarcelamiento (2 Tim. 4: 11). Si Lucas sabía la razón por la cual Juan Marcos se fue, es posible que el respeto por el éxito de sus labores posteriores hubiera hecho que desistiera de mencionarla. 

14. Pasando de Perge. 

O "pasando por Perge". La ruta de Pablo y de Bernabé llevaba al norte, a la provincia de Galacia, quizá a lo largo de uno de los brazos del río Cestro. Para llegar a Antioquía cruzaron toda Panfilia y la parte sudoccidental de Galacia. Ver mapa p. 280. 

Antioquía. 

Pisidia era nada más que una región en los días de Pablo; se convirtió en provincia sólo a fines del siglo III d. C. Esta Antioquía no estaba en Pisidia, sino cerca, en la región de Frigia. En el año 39 a. C. había sido conquistada por el rey de Pisidia, y desde entonces fue conocida como Antioquía de Pisidia para distinguirla de otras ciudades del mismo nombre. En los tiempos del NT formaba parte de la provincia de Galacia. 

Antioquía era una de las muchas ciudades construidas por Seleuco Nicator (m. c. 280 a. C.), quien le puso el nombre en honor de su padre Antíoco. La ciudad estaba en las estribaciones inferiores de los montes Tauro, a una altura de algo más de 1.000 m sobre el nivel del mar. En el tiempo de Augusto se había concedido a sus habitantes una forma de ciudadanía romana. Es probable que en Antioquía hubiera una población judía considerable, lo que aparentemente había hecho que los gentiles se interesaran en el judaísmo (vers. 42). 

En este viaje Pablo y sus compañeros quizá estuvieron expuestos a "peligros de ladrones", de los cuales habla en 2 Cor. 11: 26. Pisidia, por donde debían cruzar para llegar a Antioquía, era un territorio montañoso. Estrabón (m. c. 24 d. C.) escribió: "la gente de Panfilia no se abstiene totalmente de la piratería" ( Geografia xii. 7. 2). 

La sinagoga. 

Aunque Pablo era el apóstol de los gentiles, siempre iba primero a las sinagogas (ver com. cap. 13: 5, 14), donde con frecuencia se le brindaba la oportunidad de hablar a los visitantes (ver t. V, pp. 57-59). La organización de la sinagoga excluía todo tipo de ceremonia sacerdotal y la predicación de los laicos era habitual para los que estuvieran preparados para efectuarla. Ni los ancianos ni los escribas de la sinagoga tenían que ser de la tribu de Leví, lo que era necesario para ser sacerdotes en el templo. 

Un día de reposo. 

Pablo, como su Señor (Luc. 4: 16), tenía la costumbre de asistir a los servicios de la sinagoga en día sábado (Hech. 13: 42-44; 17: 2; 18: 4; cf. cap. 16: 13). Es evidente que en esto el apóstol Pablo tenía un doble propósito: deseaba tener un contacto espiritual eficaz con los judíos (ver com. "sinagoga"), y guardar el día sábado "conforme al mandamiento" " (Luc. 23: 56). 

15. La lectura de la ley. 

Respecto a la lectura de la ley y de los profetas en los servicios de la sinagoga, ver t. V, p. 59. Estas lecturas eran a menudo la base del sermón que seguía. Aunque no es posible asegurar cuáles fueron las lecturas de este sábado en particular, es interesante notar que en los vers. 17 y 18 se encuentran ciertas palabras claves que también están en Isa. 1: 2 y Deut. 1: 31, pasajes que todavía se leen juntos el sábado en el servicio de la sinagoga (ver com. Hech. 13: 17-18). Esto parece sugerir que estos dos pasajes, en los cuales se encuentran temas parecidos, también pudieron haberse leído juntos en los tiempos de Pablo. Sin embargo, como no hay ninguna evidencia de que en el momento de ocurrir lo que aquí se relata existiera ya un ciclo fijo para las lecturas sabáticas (ver Nota Adicional de Luc. 4), es dudoso cualquier intento de determinar el tiempo del año citando Pablo estuvo en Antioquía, basándose en la fecha en la cual estos pasajes se leían juntos. 

Los principales de la sinagoga. 

Gr. arjisunágÇgos , término empleado por paganos y también por los judíos. En Tracia se descubrió una inscripción pagana en la cual se aplica este título al presidente de una asociación de peluqueros. En los círculos judíos, esta designación correspondía con la frase hebrea ro´sh hakkenéseth , "cabeza de la asamblea", funcionario que era uno de los principales dirigentes de la comunidad judía. Su principal deber, como se refleja aquí, era hacer los arreglos necesarios para la celebración de los cultos en la sinagoga. Escogía a los que habían de ofrecer las oraciones, leer las Escrituras y presentar el sermón (ver t. V, p. 58). La práctica común parece haber sido tener sólo uno de estos funcionarios en cada congregación; sin embargo, en este pasaje se insinúa que en algunos casos había un grupo de dichos funcionarios para dirigir los asuntos de la sinagoga. 

"Los principales de la sinagoga" sin duda vieron a Pablo y a Bernabé en la congregación, y quizá al enterarse de que Pablo tenía preparación rabínica, invitaron al apóstol a hablar, ya que era parte de sus deberes oficiales el extender tales invitaciones. 

Varones hermanos. 

Era una forma cortés de dirigirse al público. Cf. cap. 1: 16; 2: 37. 

Exhortación. 

Esta palabra también equivale a "consolación". Bernabé era llamado "hijo de consolación" [o de "exhortación" , BJ] (ver com. cap. 4: 36). Se usa aquí la misma palabra. 

16. Señal de silencio con la mano. 

Ver Hech. 12: 17. 

Varones israelitas. 

Cuando se toma en cuenta el público, el contenido y el propósito, no es de sorprenderse que este discurso de Pablo en Antioquía, el de Pedro en Pentecostés y la defensa de Esteban, sean similares. Pablo había oído la defensa de Esteban, y sus visiones en Damasco (cap. 9: 3-7) y en Jerusalén (cap. 22: 17-21), habían confirmado las verdades que Esteban había pronunciado. Pablo habla ahora con confianza acerca de la verdad de la resurrección. 

Los que teméis a Dios. 

Entre el público que escuchaba a Pablo parecen haber estado presentes gentiles, o por lo menos prosélitos (ver com. cap. 10: 2; cf. cap. 13: 42). 

17. El Dios de este pueblo. 

Pablo comenzó su discurso en una forma muy similar a la de Esteban. El enfoque judío de la religión era más bien histórico que teológico. Por eso Pablo comienza con no resumen de los principales hechos de la historia de Israel, tema que los judíos nunca se cansaban de escuchar. Este enfoque también demostraba que los apóstoles reconocían que los hebreos eran el pueblo escogido de Dios. 

Enalteció. 

Gr. hupsóÇ , "enaltecer", "exaltar", "engrandecer". Este mismo verbo aparece en la LXX en Isa. 1:2. En este caso posiblemente fuera no eco de la haftarah , la porción que se leía de los profetas y que quizá acababa de ser escuchada (ver com. Hech. 13: 15; cf. com. vers. 18). 

Con brazo levantado. 

Es decir, con demostración de poder. 

18. Cuarenta años. 

El tiempo que transcurrió desde que los hebreos salieron de Egipto hasta que llegaron a Canaán (Exo. 16: 35; Núm. 14: 33-34; Deut. 8: 2-4). 

Los soportó. 

Aunque la evidencia textual sugiere (cf. p. 10) el texto "los soportó", muchos MSS dicen "los cuidó". La diferencia en el griego entre los dos verbos es mínima. La misma variante aparece en los MSS de la LXX en Deut. 1: 31, donde el hebreo dice "los llevó". Es posible que Pablo se estuviera refiriendo más bien al cuidado que tuvo Dios para con Israel y no a la paciencia divina. La aparente relación entre este versículo y Deut. 1: 31 puede no ser una coincidencia, puesto que este pasaje pudo haber estado en la parte de la ley ( parashah ) que se había leído antes de que Pablo comenzara a hablar (ver t. V, p. 59; com. Hech. 13: 15; cf. com. vers. 17). 

19. Siete naciones. 

En Deut. 7: 1 se enumeran las siete naciones que Israel debería desplazar o destruir: los heteos (hititas), los gergeseos, los amorreos, los cananeos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos. 

20. Cuatrocientos cincuenta años. 

La evidencia textual sugiere (cf. p. 10) el texto: "Les dio su tierra como heredad como cuatrocientos cincuenta años. Y después les dio Jueces hasta Samuel el profeta". Con referencia a la importancia de este pasaje para la reconstrucción de la cronología hebrea, ver t. I, p. 203. 

Jueces. 

El primer plan de Dios para el gobierno de su pueblo en Canaán fue el de Jueces itinerantes. Cuando los israelitas se rebelaron contra ese plan divino fue que Dios les dio un rey como "todas las naciones" (1 Sam. 8: 5-9). 

21. Pidieron rey. 

Los antepasados de los oyentes judíos de Pablo rechazaron a Dios cuando hicieron esto (1 Sam. 8: 7). El apóstol pronto les diría (Hech. 13: 23-28) que sus compatriotas también habían rechazado a Jesús como el Mesías. La expectativa de un Mesías rey, a quien los judíos de los días de Pablo esperaban en vano, los había hecho cometer un pecado similar al de sus antepasados. 

Saúl. 

Pablo, el que les hablaba, también se llamaba Saúl (Saulo), y era de la tribu de Benjamín (cf. Fil. 3: 5). 

Cuarenta años. 

En el AT no se da la duración del reinado de Saúl, pero Isboset, hijo menor de Saúl (ver com. 1 Crón. 8: 33), tenía 40 años cuando murió Saúl (2 Sam. 2: 10), y éste era joven cuando lo eligieron rey (1 Sam. 9: 2). Josefo ( Antigüedades vi. 14. 9) dice que Saúl reinó 18 años antes de la muerte de Samuel y 22 años después de ese momento, lo que concordaría con la afirmación de Pablo. Ver com. 1 Sam. 13: 1. 

22. He hallado a David. 

Aquí Pablo hace una cita compuesta, al estilo rabínico, de Sal. 89: 20 y 1 Sam. 13: 14. 

Conforme a mi corazón. 

Ver 1 Sam. 13: 14. David fue ungido rey porque era un varón conforme al corazón de Dios. El propósito de su corazón era servir a Dios (Sal. 57: 7; 108: 1), y cuando pecó, se arrepintió sincera y humildemente (Sal. 32: 5-7; 51: 1-17). "El carácter se da a conocer, no por las obras buenas o malas que de vez en cuando se ejecutan, sino por la tendencia de las palabras y de los actos en la vida diaria" (CC 58). 

Hará todo lo que yo quiero. 

Esta frase recuerda lo que se dice de Ciro en Isa. 44: 28. Aquí se presenta el requisito básico para ser aceptado por Dios como siervo útil (cf. Luc. 22: 42; Juan 14: 15; Heb. 10: 9). El que entre en el reino de los cielos no será el que haga grandes obras, sino el que cumpla la voluntad del Padre celestial (Mat. 7: 21-23). 

23. Conforme a la promesa. 

Una referencia general a las promesas mesiánicas, y quizá más específicamente a pasajes como 2 Sam. 22: 51; Sal. 132: 11; cf. Hech. 2: 30. 

Levantó. 

La evidencia textual (cf. p. 10) favorece el texto "trajo" o "condujo", es decir, "suscitó", y no "levantó", con el sentido de "resucitó". 

Jesús por Salvador a Israel. 

El nombre Jesús significa "Jehová es salvación" (ver com. Mat. 1: 1). De este modo Pablo podía presentarlo en forma muy apropiada como Salvador. Es probable que el nombre de Jesús no fuera enteramente desconocido, aun en las distantes regiones de Pisidia. Cualquier judío que hubiera ido a una fiesta en Jerusalén en años recientes habría oído acerca de Jesús. Por la forma de hablar, Pablo parece haber supuesto que sus oyentes tenían por lo menos un conocimiento vago de Jesús, y ofreció darles una mayor instrucción. 

24. Bautismo de arrepentimiento. 

Ver Mat. 3: 1-12. El mensaje de Juan era esencialmente una exhortación al arrepentimiento, como preparación para la venida del Mesías; por lo tanto, su bautismo significaba arrepentimiento y perdón del pecado (Luc. 3: 3). En cuanto a la distinción entre el bautismo de Juan y el conocimiento espiritual de los que eran bautizados por él, en comparación con el bautismo en el nombre de Jesús, ver Hech. 19: 1-7. 

25. ¿Quién pensáis? 

La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto "¿qué pensáis que soy?" Esta pregunta no se encuentra en los Evangelios. Las palabras de Juan aparecen en Mat. 3: 11; Mat. 1: 7; Luc. 13: 16; Juan 1: 20-21, 27. 

26. Varones hermanos. 

Ver com. vers. 15. 

Linaje de Abraham. 

"Raza de Abraham" " (BJ) 

Los que... teméis a Dios. 

Ver com. vers. 16. 

A vosotros. 

La evidencia textual favorece (cf. p. 10) el texto "a nosotros". Esto concordaría con la frase "Dios... escogió a nuestros padres" (vers. 17). Es evidente que en todo este discurso Pablo procuró no herir la sensibilidad religiosa de los judíos. Siempre que podía hacerlo con honestidad, se colocaba en el mismo lugar de sus oyentes. 

Esta salvación. 

En relación con el vers. 23, el adjetivo demostrativo hace claro que la salvación que Pablo predicaba estaba basada sobre la obra de Jesucristo y se obtenía mediante la unión con él. 

27. No conociendo a Jesús. 

Ver cap. 3: 17. Pablo da a entender que ahora estaba predicando a los gentiles y a los judíos de la dispersión, porque el ofrecimiento de salvación había sido rechazado por quienes normalmente deberían haberla aceptado, y que de haberlo hecho así se habrían convertido en testigos para los que estaban "lejos" " (Efe. 2: 17) tanto geográfica como espiritualmente. 

Se leen todos los días de reposo. 

Ver com. vers. 15. Pablo recurrió a las lecturas que se hacían cada sábado en la sinagoga para que testificaran del Mesías sufriente, quien no era otro que Jesús. El pensamiento de un Mesías tal se oponía diametralmente al concepto de un Mesías rey, lo cual impedía a los judíos a aceptar el Evangelio. 

Las cumplieron. 

Pablo usa las Escrituras hebreas para convencer a los judíos de que habían pecado al crucificar a Cristo. Afirma que los judíos mismos habían hecho cumplir las profecías mesiánicas. Cf. com. Luc. 24: 26-27, 32. 

28. Causa digna de muerte. 

El sanedrín había condenado a Jesús por el supuesto delito de blasfemia (Mat. 26: 65-66); pero no pudo presentar pruebas concluyentes para fundamentar la acusación (vers. 59-60). Cuando vinieron delante de Pilato, vacilaron en presentar esa acusación y se conformaron con decir, en términos generales, que lo habían condenado como malhechor (Juan 18: 30). Después, en presencia del vacilante Pilato, añadieron que según su ley debía morir porque se había hecho Hijo de Dios (Juan 19: 7), y que, además, al hacerse rey había actuado contra el emperador (Juan 19: 12). Sin embargo, Pilato dijo que no había hallado en él "ningún delito digno de muerte" (Luc. 23: 22). Cristo "no hizo pecado" (1 Ped. 2: 22). 

29. Habiendo cumplido todas las cosas. 

Jesús había cumplido todas las profecías que anticipaban el cruel tratamiento que sufriría y las demás circunstancias que rodearían su muerte. 

Quitándolo. 

Pablo parece estar diciendo, en este contexto, que los mismos hombres que habían condenado a Jesús también lo bajaron del madero. En realidad, quienes lo bajaron y sepultaron fueron José de Arimatea y Nicodemo, dos destacados judíos, los cuales no estuvieron implicados en la condenación de Jesús (Luc. 23: 50-51; cf. Juan 19: 39). De una u otra manera es claro que los dirigentes judíos sí habían expresado el deseo de que el cuerpo de Jesús fuera quitado de la cruz Juan 19: 3l). En vista de todo esto puede entenderse que en este breve resumen Pablo estaba presentando generalizaciones. 

Madero. 

Ver com. cap. 5: 30. 

30. Dios le levantó. 

Ver com. Hech. 2: 32; cf. com. Juan 5: 26; 10: 17-18. Pablo presentó la resurrección de Jesús como una prueba de que Dios había cumplido la promesa que le había hecho a Abrahán y a David, en cuanto a la "simiente" en quien serían benditas todas las naciones de la tierra (Gén. 12: 1-3). En otro pasaje Pablo dice que Jesús " "fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos" " (Rom. 1: 4). Como en todas las presentaciones de los apóstoles en los primeros días de la joven iglesia, el tema de la resurrección era -y es- necesario en la presentación del argumento evangélico. La resurrección era la prueba de que Jesús era el Mesías. 

31. Muchos días. 

Pablo habla como quien ha conversado con los testigos y se ha convencido de que su testimonio es verídico. Lo que dice en este pasaje aparece más extensamente en 1 Cor. 15: 3-8. Ver Nota Adicional de Mat. 28. 

De Galilea a Jerusalén. 

Los apóstoles y la mayor parte de los seguidores de Jesús eran de Galilea. Por eso aun antes de la crucifixión el pueblo llamó a sus seguidores "galileos" (Mar. 14: 70). Pablo confirma este antecedente galileo a pesar del desprecio oficial y popular por los que eran de Galilea (Juan 7: 52; cf. cap. 1: 46). 

Ahora son sus testigos. 

Pablo no ha mencionado la ascensión de Jesús; pero dice tácitamente que Jesús ya no estaba en la tierra para ser visto de los hombres. Se destaca, por lo tanto, el testimonio presentado por los que habían estado con Cristo durante su vida terrenal. Según parece, en esta ocasión Pablo no dijo que él había visto a su Señor resucitado (cf. 1 Cor. 15: 8). 

El pueblo. 

Es decir, los judíos, a quienes los apóstoles aún predicaban preferentemente el Evangelio (cap. 26: 17, 23). 

32. Os anunciamos el evangelio. 

Gr. euaggelízomai , "proclamar buenas nuevas", es decir, "proclamar el evangelio" (ver com. cap. 5: 42). Pablo afirma que los doce eran testigos de Jesús, pero que él y Bernabé eran sus evangelistas, los portadores de las buenas nuevas. 

Promesa. 

La promesa de la profecía se convierte en las "buenas nuevas" del Evangelio. La promesa y el Evangelio son una sola cosa. 

33. Ha cumplido. 

Gr. ekpléróÇ , "cumplir", "completar". 

Resucitando a Jesús. 

Estas palabras parecen referirse naturalmente a la resurrección de Jesús; pero entonces surge un problema en cuanto a la aplicación de la cita del Sal. 2 que se da a continuación (ver com. "hoy"). Por lo tanto, muchos comentadores entienden que con ellas no se alude a la resurrección de Jesús, sino a la forma en que Dios hizo que Cristo viniera a este mundo. Por eso les dan el sentido que tienen en los cap. 3: 22; 7: 37. Ver com. Deut. 18: 15. 

Salmo segundo. 

La cita es de Sal. 2: 7. La evidencia textual sugiere (cf. p. 10) el texto "segundo"; sin embargo, hay varios manuscritos que dicen "primero". Debe señalarse que en los tiempos antiguos muchas veces se 287 contaban como uno los Salmos 1 y 2, por lo cual este pasaje se habría encontrado en el "salmo primero". 

Mi hijo. 

Ver com. Luc. 1: 35. 

Hoy. 

La cita de Sal. 2: 7 se ha entendido de diversas maneras dentro del contexto de este pasaje. Algunos intérpretes consideran que se refiere directamente a la resurrección de Jesús; para otros, el Sal. 2 fue en su contexto histórico original un canto de triunfo escrito para celebrar la victoria de un rey de Israel. La victoria de ese día había probado que el rey era un "hijo" escogido de Dios, y el día mismo fue señalado como día de un nuevo engendramiento o manifestación de que era hijo. Pablo aplica por inspiración las palabras de este salmo a Cristo como el Rey de Israel y como Hijo de Dios en un sentido especial, y a su resurrección (cf. com. Deut. 18: 15). Los creyentes cristianos hicieron de la resurrección el fundamento de su creencia de que Cristo era el Hijo. Cristo fue "el primogénito de los muertos" (Apoc. 1: 5), y se entiende que la resurrección le confirmó el título de " "Hijo de Dios" " Ver com. Luc. 1: 35. 

Otra interpretación de este pasaje afirma que la "promesa" (Hech. 13: 32) se refiere en su sentido amplio a todas las promesas del AT que hablan de Cristo como Salvador, de las cuales la resurrección fue el cumplimiento culminante. Según esta posición, la cita de Sal. 2: 7 no se refiere directamente a la resurrección, sino a toda la vida de Jesús, que culminó con su resurrección. Tal posición sitúa esta cita dentro de un contexto similar al que se encuentra en Heb. 1: 5. 

Otra interpretación diferente surge de entender que las palabras "resucitando a Jesús" (ver com. "resucitando a Jesús") no tratan de la resurrección sino de la encarnación. La cita de Sal. 2: 7 se referiría entonces claramente también a la encarnación, y estaría dentro del mismo contexto de Heb. 1: 5. En Hech. 13: 34 se habla específicamente de la resurrección. 

34. En cuanto a que le levantó. 

Pablo se refiere directamente ahora a la resurrección, lo que podría indicar que en el versículo anterior aún no la había considerado en forma tan específica (ver com. vers. 33). 

Corrupción. 

No como Lázaro, quien después de ser resucitado tuvo que morir de nuevo. Aunque Cristo es para siempre "Jesucristo hombre" " (1 Tim. 2: 5; cf. Heb. 2: 9-18), también es eternamente ensalzado y glorificado (1 Cor. 15: 20-25; Fil. 2: 9-11). 

Misericordias fieles de David. 

Pablo cita aquí a Isa. 55: 3. La frase griega es idéntica a la de la LXX, que seguramente usaban los judíos de Antioquía. La palabra griega que la RVR traduce como "misericordias fieles" es el plural de hósios, que suele traducirse como "santo", pero que como sustantivo plural se refiere a los decretos divinos en contraste con los estatutos humanos. La palabra jésed, que aparece en el hebreo en Isa. 55: 3 es una palabra de significado muy amplio, traducida perfectamente aquí como "misericordia fiel". Se refiere a la bondad divina manifestada en diferentes formas (ver Nota Adicional de Sal. 36). Entre las "misericordias Fieles" prometidas a David estaba la promesa de un reino eterno (2 Sam. 7: 16), que se cumplió por medio de Cristo, el Hijo de David. Esta interpretación de las "misericordias fieles de David" es confirmada por la parte de Isa. 55: 3 que no se cita: "Haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David". La victoria de Cristo, asegurada por la resurrección, fue un cumplimiento de este pacto y un punto crucial en el establecimiento del reino que se prometió a David. 

35. Tu Santo. 

La cita es de Sal. 16: 10. En el griego se relaciona esta cita con la anterior mediante la repetición de la palabra hósios, "santo" (ver com. vers. 34). El argumento que Pablo presenta aquí es muy similar al de Pedro en el día de Pentecostés (cap. 2: 25-31 ). Expresa la tesis básica de la predicación apostólica. 

Vea corrupción. 

El hecho de que Cristo resucitó corporalmente al tercer día significa que su cuerpo, en contraste con el cuerpo de otros que mueren, no sufrió descomposición. 

36. Habiendo servido a su propia generación. 

O " "después de haber servido en sus días a los designios de Dios, murió". " (BJ). Se sugiere un contraste entre el servicio limitado que uno puede prestar a sus semejantes, no importa cuán grande o poderoso pueda ser, y el servicio infinito, sin límites, de Jesús, Hijo del hombre, a toda la humanidad. 

Según la voluntad de Dios. 

La BJ traduce: "Después de haber servido en sus días a los designios de Dios, murió". También podría unirse esta frase con el verbo siguiente. Por lo tanto, las tres interpretaciones posibles serían: (1) David sirvió según la voluntad de Dios; (2) David sirvió al propósito de Dios; 288 (3)David murió según la voluntad de Dios cuando hubo terminado la obra de su vida. La palabra "voluntad" deriva del Gr. boul' , "voluntad", "propósito", "consejo". 

Durmió. 

Pablo emplea aquí la acostumbrada terminología bíblica para describir la muerte (Hech. 7: 60; Juan 11: 11-14; 1 Tes. 4: 13-14). Los paganos creían que el sueño de la muerte era, eterno, como lo indican numerosos epitafios griegos y romanos. 

37. A quien Dios levantó. 

Ver com. vers. 30. 

No vio corrupción. 

Cf. vers. 35; cap. 2: 27. En contraste con el caso del reverenciado David, quien, a pesar de su elevada jerarquía en la historia hebrea, continuaba muerto. 

38. Sabed, pues. 

La culminación del sermón con una aplicación directa al público era una característica de la predicación apostólica (cap. 2: 36; 7: 51). 

Varones hermanos. 

Ver com. vers. 15. 

Se os anuncia. 

El tiempo presente destaca el hecho de que en ese mismo momento se estaba anunciando el perdón. 

Perdón de pecados. 

Este mensaje del perdón de los pecados es la buena nueva del Evangelio, que produce regocijo en todos los corazones abrumados por el pecado (1 Juan 1: 9). Esta fue la nota tónica de la predicación de Pablo (Hech. 26: 18), y también la de Pedro (cap. 2: 38; 5: 31; 10: 43). Había sido el tema de Juan el Bautista (Mar. 1: 4) y el de Jesús (Mat. 9: 2, 6; Luc. 7: 47-48; 24: 47). 

39. La ley de Moisés. 

Para los oyentes de Pablo, la ley de Moisés era la Torah -toda la ley contenida en el Pentateuco-, tal como era interpretada por los escribas. 

No pudisteis ser justificados. 

En relación con la impotencia de la ley, ver com. Rom. 3: 27-28; Gál. 2: 16-21. Este es el punto central de la enseñanza de Pablo. La ley presenta la norma suprema de justicia, y demanda completa obediencia; los sacrificios presentan cuán terrible es el pecado. Sin embargo, la ley no tiene poder para liberar la conciencia ni para impartir justicia. Desde que el hombre cayó, el propósito de la ley ha sido el de señalar el pecado o condenar (Rom. 7: 7), y no de librar a los seres humanos del pecado. Pablo había descubierto que la libertad de la culpabilidad, y la felicidad que viene a continuación, sólo podían obtenerse mediante la fe en Jesús. "El justo por su fe vivirá" (Hab. 2: 4; cf. Rom. 1: 17; Gál. 3: 11). 

En él. 

La justificación se obtiene mediante una relación vital con Cristo. 

Es justificado. 

El verbo cuya inflexión se ha traducido "es justificado", sólo aparece aquí en el libro de Hechos. Esta es la primera vez que se registra en el NT la doctrina de la justificación, tan característica en la teología de Pablo (Rom. 3: 21-26). En el contexto del perdón de los pecados, ser justificado significa básicamente ser perdonado, ser declarado inocente, ser puesto en correcta relación con Dios. 

Todo aquel que cree. 

Una declaración de aplicación tan personal como el Evangelio mismo. 

40. Mirad, pues. 

Pablo presenta una solemne advertencia, sin la cual la predicación del Evangelio es sólo una presentación retórica. 

Venga sobre vosotros. 

Poco después de que se pronunciara la profecía de Habacuc, que está a punto de ser citada aquí, los caldeos bajo las órdenes de Nabucodonosor propinaron a la tierra y al pueblo de Judá un terrible castigo que culminó en el cautiverio babilónico. Esta cruel situación fue el resultado de la desobediencia de los hebreos a Dios. Pablo advirtió ahora a los judíos que no podían esperar mejor suerte si rechazaban a Jesucristo como el Mesías. 

En los profetas. 

Una referencia general a la sección profético del AT, de la cual forma parte Habacuc, profeta que Pablo cita a continuación. Ver com. Luc. 24: 44. 

41. Mirad, oh menospreciadores. 

Esta es una cita de Hab. 1: 5, según la LXX. 

Desapareced. 

Así está en la LXX; el texto masorético usa el verbo hebreo tamah , "estar atónito". 

Hago una obra. 

Pablo aquí está por terminar su argumento y hacer una aplicación severa de lo que ha dicho. Si se continúa durante mucho tiempo haciendo el mal, el resultado es incredulidad y endurecimiento del corazón en contra de las advertencias. La "obra" de la cual hablaba Habacuc era el surgimiento de los caldeos, "nación cruel y presurosa" (Hab. 1: 6) para ejecutar el castigo de Dios. Es posible que Pablo hubiera estado pensando en un castigo similar ya predicho por Cristo, y que estaba por ser ejecutado por los romanos (Mat. 24: 2-20), y estrechamente relacionado con el rechazo de Jesús por la nación judía. Como sucedió con el discurso de Esteban (ver com. Hech. 7: 51), el penetrante tono de advertencia sugiere que Pablo vio señales de enojo e impaciencia entre sus oyentes. 

42. Cuando salieron ellos. 

Mejor "estando ellos fuera". Algunos MSS tardíos añaden "de la sinagoga". 

Los gentiles les rogaron. 

Si bien algunos MSS especifican que fueron los gentiles quienes "rogaban" (nótese el tiempo verbal que sugiere repetición e insistencia), la evidencia textual se inclina (cf. p. 10) por el texto más sencillo: "rogaban". No se dice quiénes lo pedían, así que podría entenderse que eran tanto judíos como prosélitos, y no necesariamente sólo los gentiles, como lo sugiere la RVR basándose en el Textus Receptus (ver t. V, p. 143). 

El siguiente día de reposo. 

Gr. eis to metaxú sábbaton . Metaxú , como adverbio de tiempo, puede traducirse "entre" o "mientras tanto", o también "después". En este caso corresponde la segunda acepción, y el "sábado después" viene a ser el "siguiente día de reposo". 

Cosas. 

Gr. rh'mata , "palabras", y por extensión "discurso", "declaración". La gente necesitaba que se le presentara la doctrina cristiana en forma completa. 

43. Despedida la congregación. 

Mientras Bernabé y Pablo se retiraban de la sinagoga, eran seguidos por muchos de sus oyentes judíos y no judíos. 

Prosélitos piadosos. 

Se ha debatido cuál sería exactamente la situación religiosa de estas personas. Es probable que fueran gentiles de nacimiento que se habían convertido al judaísmo. Tales personas eran sin duda comunes en las sinagogas de la diáspora (ver t. V, p. 64). 

Les persuadían. 

O "los instaban". El tiempo imperfecto del verbo griego sugiere que esta exhortación era la continuación de la que había comenzado en la sinagoga. 

En la gracia de Dios. 

En circunstancias similares Bernabé había instado a que hicieran lo mismo los conversos de Antioquía de Siria (cap. 11: 23). Aunque Lucas no dice que ya se habían convertido algunos en Antioquía de Pisidia, los apóstoles deben haber comprendido la intención de quienes preguntaban, y por eso los instaban a continuar "en la gracia de Dios" de la cual ya habían comenzado a participar. 

44. Casi toda la ciudad. 

La predicación del Evangelio, ya fuera por Cristo en Palestina o por los Apóstoles en cualquier parte, no se hacía en secreto ni sólo a unos pocos. Numerosas multitudes oían la predicación y ciudades enteras eran instruidas y amonestadas. El contraste tácito entre "casi toda la ciudad" y "los judíos" (vers. 45) da a entender que había muchos gentiles entre la multitud. 

Es evidente que la sinagoga judía donde se celebró la reunión al "siguiente día de reposo" no podía contener a la multitud, y por lo tanto debemos imaginarnos a los oyentes agolpados, junto a las puertas y las ventanas mientras los apóstoles hablaban adentro, o si no, a la multitud reunida al aire libre cerca de la sinagoga y escuchando lo que se le predicaba desde la puerta. Como Lucas no relata este discurso, podría suponerse que fue similar al sermón que Pablo había presentado la semana anterior. 

La palabra de Dios. 

Nótese el énfasis que se te da a la Palabra de Dios en los vers. 44, 46, 48. Pablo y Bernabé presentaron el Evangelio como el mensaje de Dios para sus oyentes. 

45. Los Judíos. 

El número de judíos aparece en contraste con la gran multitud que había venido a escuchar a Pablo y a Bernabé, en la cual evidentemente había muchos gentiles (ver com. vers. 44). 

Celos. 

Gr. z'los , "celo", "envidia". Parece que dos factores influían en este sentimiento. Sin duda los judíos de Antioquía se sentían ofendidos de que dos recién llegados, como Pablo y Bernabé, pudieran atraer tanto interés entre los gentiles. También comprendían que a estos gentiles se los invitaba a tener los mismos privilegios religiosos de que disfrutaban los judíos, y esto les resultaba intolerable. Hacía mucho tiempo que habían pensado que ellos eran los únicos Hijos de Dios, y no podían aceptar ahora que los gentiles fueran también invitados a recibir la salvación bajo las mismas condiciones que ellos. Podían aceptar un mensaje como enviado de Dios y tolerar que se hicieran algunos cambios en sus enseñanzas y en su manera de hacer el culto; pero no podían soportar que los gentiles fueran delante de Dios iguales a su pueblo escogido. Este repudio, expresado por Pablo y Bernabé, de los privilegios exclusivos de los cuales los judíos estaban tan orgullosos, era más de lo que podían tolerar. 

Contradiciendo y blasfemando. 

La evidencia textual favorece (cf. p. 10) la omisión de la palabra "contradiciendo". Los judíos en Corinto se opusieron a los misioneros cristianos en forma similar (Hech. 18: 6). 

46. Hablando con denuedo. 

Ver cap. 9: 27, 29; cf. cap. 13: 9-11. 

Se os hablase primero. 

Cristo había venido primero a lo suyo (Juan 1: 11), y sus mensajeros también proclamaron sus buenas nuevas primeramente a los judíos. El orden que se debía seguir al predicar el Evangelio era "al judío primeramente y también al griego" (Rom. 2: 10). La predicación a los judíos tenía el propósito de que se convirtieran en el medio para que pudieran ser "benditas todas las naciones de la tierra" por el conocimiento de la salvación por medio de Jesucristo (Gén. 22: 18). Rechazaron este privilegio; pero, de todos modos, el mensaje fue llevado a los gentiles. 

No os juzgáis dignos. 

En las palabras de Pablo se nota un dejo de ironía. Los judíos se creían dignos de las más grandes bendiciones de Dios, y los apóstoles les habían presentado la mayor bendición de todas: vida eterna por medio de Cristo Jesús. Pero en su exclusivismo y celoso orgullo, rechazaron el mensaje y demostraron ser indignos. Con su rechazo del Evangelio se condenaron a sí mismos. 

A los gentiles. 

Estas palabras eran un eco de lo que Pablo había oído en su visión en el templo en Jerusalén poco después de su conversión (cap. 22: 21). Los gentiles creyentes las escucharían con gozo; pero los judíos oirían con envidia. 

47. Te he puesto. 

Se cita a Isa. 49: 6. Allí puede entenderse como referencia, primero, a Israel, y proféticamente a Cristo (ver com. Isa. 41: 8; 49: 6). Parece que los judíos le habían dado una aplicación mesiánica a este pasaje durante el período intertestamentario (los 400 años que transcurrieron entre Malaquías y Cristo), porque en el libro apócrifo de Enoc (cap. 48: 4) se afirma que el Mesías sería "la luz de los gentiles". Poco después del nacimiento de Jesús, el anciano Simeón aplicó directamente esta profecía al niño Jesús, y declaró que sería "luz para revelación a los gentiles" (Luc. 2: 32). En este caso, Pablo y Bernabé tomaron una profecía que originalmente había sido para Israel, cuyo cumplimiento había iniciado Cristo, y la aplicaron a la iglesia cristiana en general y a sí mismos en particular. A ellos les había sido encomendada la responsabilidad de llevar las buenas nuevas de la salvación al mundo, pues los judíos no la habían cumplido. 

Lo último de la tierra. 

Cf. Mat. 28: 19; Col. 1: 23. 

48. Se regocijaban. 

En contraste con los judíos, que se llenaron de celos y de envidia por la predicación de Pablo, los gentiles creyeron con alegría. 

Palabra del Señor. 

Es decir, la enseñanza que tenía al Señor Jesús como su tema central. Ver com. vers. 44. 

Estaban ordenados. 

Gr. tássÇ , "establecer", "designar", "ordenar". Los teólogos han debatido muchísimo la interpretación de este pasaje. La traducción de la RVR parece apoyar el dogma de que los decretos divinos determinan el destino final de los seres humanos. Sin embargo, cabe señalar que en este pasaje el verbo griego aparece en su voz pasiva, cuyo significado es "poner bajo el mando de" o "colocarse en determinada categoría". Por lo tanto, significaría: "creyeron todos los que se colocaron en la categoría de los que tenían vida eterna", o "y creyeron los que se habían decidido por la vida eterna". Dos papiros egipcios del siglo III d. C. ilustran esta acepción. Uno dice: "Hice los arreglos con Apolo y él escogió con seguridad el día once para su venida", es decir, "él mismo escogió el once como día para venir", o sea, "él se impuso esa decisión". El otro ejemplo dice: "Por todos los medios estoy cuidando del cobre según lo dispuse", es decir, "según yo me lo impuse o lo decidí". 

Esta interpretación armoniza con el contexto de este pasaje, pues según el vers. 46, los judíos se habían mostrado indignos de la vida eterna, y las palabras de este versículo tienen el propósito de describir lo opuesto de ese caso. Los judíos habían actuado de tal modo que habían proclamado que ellos eran indignos, mientras que los gentiles manifestaron el deseo de ser considerados dignos. Los dos bandos eran como ejércitos adversarios, que se habían alineado en campos opuestos, y en cierta medida se consideraba como si Dios hubiera tenido algo que ver con esa disposición. De este modo los gentiles se estaban poniendo de parte de la vida eterna. El texto no dice que Dios hubiera ordenado que una persona tomara determinada decisión o que más tarde no pudiera modificarla si las circunstancias así lo exigían. Ver com. Juan 3: 16-18; Rom. 8: 29. 

49. Por toda aquella provincia. 

El Evangelio ya se había difundido mucho en Antioquía de Pisidia (vers. 44); ahora era plantado en las regiones vecinas, hasta los límites con Frigia, Licaonia y Galacia. Es probable que en muchos pueblos y aldeas de la región hubiera por lo menos unos pocos hombres y mujeres que dejaron de adorar a los dioses de su país y aceptaron el judaísmo. Muchos de ellos, junto con los judíos que se habían convertido al cristianismo, sin duda se habían reunido ahora en grupitos aquí y allá como discípulos de su nuevo Maestro, Jesús de Nazaret, el Salvador y Mesías. 

50. Mujeres piadosas y distinguidas. 

Es probable que fueran mujeres gentiles de cierta jerarquía, que demostraban interés en el judaísmo. Quizá por medio de ellas los judíos procuraron influir en los principales personajes de Antioquía. En muchos casos los judíos encontraban de parte de tales mujeres un verdadero anhelo de alcanzar una vida más elevada y más pura que la que ofrecía la profunda degradación de la sociedad grecorromana, y muchas de ellas habían llegado a apreciar la ética superior en la vida y en la fe de Israel. Esas mujeres con frecuencia se convertían en prosélitos. 

Los principales. 

Los judíos de Antioquía procuraron, por medio de los magistrados paganos, que se tomaran medidas contra Pablo y Bernabé de modo muy similar al empleado por los judíos en Jerusalén en cuanto a Jesús. 

Levantaron persecución. 

Es evidente que Pablo y Bernabé no fueran los únicos que sufrieron por esta persecución. Los cristianos de Antioquía de Pisidia tuvieron que aprender desde el mismo comienzo que el reino de Dios sólo podía venir "a través de muchas tribulaciones" (cap. 14: 22). Pablo recordó vez tras vez esos sufrimientos, y finalmente los describió en los últimos momentos de su vida (2 Tim. 3: 11). 

51. Sacudiendo contra ellos el polvo. 

Lo hicieron en obediencia literal a la orden del Señor (Mat. 10: 14), lo cual muestra que estos misioneros sabían lo que Jesús había enseñado a los doce. En este caso no fue un repudio a los paganos, sino contra los judíos incrédulos y amargados. El polvo de sus calles era inmundo para los apóstoles, pues habían rechazado el Evangelio. 

52. Llenos de gozo. 

La forma del verbo griego implica que esta fue una experiencia prolongada. Este gozo es el resultado normal de la conversión. 

Del Espíritu Santo. 

Estar llenos del Espíritu Santo posiblemente se refiera a los dones específicos, como el de lenguas y el de profecía; pero además, la recepción del Espíritu produjo un estímulo en la vida espiritual, y el resultado natural fue el gozo. El mensaje de esta nueva fe religiosa les resultaba tan reconfortante a los conversos gentiles, que pudieron haber expresado mayores manifestaciones externas de gozo que las de sus hermanos en la fe, los judíos convertidos (ver Rom. 14: 17; com. Hech. 2: 4; 15: 9). 


CBA T6

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