1. Navegar para Italia.
Finalmente, aunque en
circunstancias muy diferentes a las que él se había propuesto, el deseo que
Pablo había albergado por tan largo tiempo se iba a concretar: "ver también a
Roma" (Hech. 19: 21; Rom. 1: 15; 15: 22-24; ver mapas p. 442 y frente a p. 33).
Entregaron a Pablo.
Los soldados que custodiaron a Pablo durante
su permanencia en Cesarea lo entregaron a un oficial para el viaje a Roma.
Otros.
Gr. héteros , dando a entender una clase de presos
diferentes en algo a Pablo.
Centurión.
Oficial romano a cuyo
cargo estaban 100 hombres (ver com. cap. 10: 1).
Julio.
Un
nombre típicamente romano.
Compañía
Gr. spéira , "cohorte". Una
cohorte auxiliar romana como ésta, probablemente consistía de 1.000 hombres (ver
com. cap. 21: 31; 23: 10). Se han presentado varias explicaciones en cuanto a la
identidad de esta "compañía" Angosta. Por las inscripciones se ha comprobado que
una cohorte denominada Augusta estaba acantonada en Siria en el siglo I d. C.;
la "compañía" que aquí se menciona tal vez podría identificarse con esta última.
2.
Embarcándonos.
Gr. epibáhinÇ
término específico que significa "embarcarse", "subir a bordo"
Adramitena.
O sea de Adramitio, puerto marítimo en la costa
noroeste de Misia, en Asia Menor, a unos 80 km al este de Troas. Era un centro
comercial de cierta importancia. Su nombre moderno es Edremit. Parece que este
era el puerto del cual procedía el navío y también su puerto de destino en el
viaje que aquí se narra.
Iba a tocar.
Literalmente "iba a zarpar
hacia", "iba a navegar hacia". El centurión propuso que entraran en varios
puertos durante el viaje, hasta que hallaran un barco que navegara a Roma.
Estando con nosotros.
Estas palabras implican que ambos,
Aristarco y Lucas, el autor del relato, acompañaban a Pablo. La ley romana
estipulaba que los ciudadanos romanos que viajaban en calidad de presos podían
ser acompañados por un esclavo y por un médico personal. Tal vez Aristarco era
el siervo de Pablo, y Lucas, su médico.
Aristarco.
Un compañero
de viaje de Pablo. Había estado con el apóstol en Efeso (cap. 19: 29), y también
en Macedonia y Grecia (cap. 20: 4). Permaneció con Pablo durante su primer
encarcelamiento en Roma (Col. 4: 10; File. 24).
3.
Sidón.
Puerto marítimo muy conocido, situado en la
costa de Fenicia; frecuentemente se menciona con Tiro (ver t. II, pp. 69-7 1;
com. cap. 12: 20).
Tratando.
Gr. Jráomai, "usar", "tratar" (CE
cap. 7: 19). Pablo había causado una favorable impresión en todos los que se
relacionaban estrechamente con él.
Humanamente.
Gr. filanthr Çp
Çs , "bondadosamente".
Para ser atendido.
O "para recibir
hospitalidad".
4.
Haciéndonos a la vela.
Es decir, levando anclas, navegando (cf. Luc. 5: 4).
Sotavento
de Chipre.
Hacia la tierra o sotavento, entre la isla y el continente.
Con tiempo favorable, el curso sin duda hubiera sido no poco al sur de Chipre
(ver com. cap. 21: 1-3).
5. Mira.
Una ciudad a unos 3 km de la costa, a orillas del río Andríaco, que los
turcos llaman ahora Dembre. Este no era un puerto en el que solían hacer escala
los buques que navegaban de Palestina a Roma. Una antigua inscripción identifica
a Mira como un lugar donde se depositaban cereales, y el barco procedente de
Alejandría bien pudo, como parte de su itinerario, haber ido allí para descargar
cereales (vers. 38). Egipto era el granero del Imperio Romano.
6.
Nave alejandrina.
Mira estaba
muy alejada de la ruta directa del viaje entre Alejandría y Roma.
7. Gnido.
En aquel entonces un activo puerto de mar en el extremo sudoeste del
Asia Menor. Ahora está en ruinas. Era famoso como un centro de adoración de
Afrodita. Allí había existido una colonia judía, por lo menos desde el tiempo de
los Macabeos (1 Mac. 15: 15-24). Aparentemente los vientos forzaron al buque a
navegar cerca de la costa. Ahora, ya en el mar Egeo, la nave fue azotada con
toda la fuerza del ventarrón, y se dirigió hacia Creta.
Nos impedía.
O "no permitiéndonos". Durante esta estación los vientos generalmente
soplaban desde el noroeste y eran conocidos como los vientos etesios (cf. vers.
14).
Sotavento de Creta.
Así estaban protegidos del viento (cf.
vers. 4). Aquí el mar estaría menos agitado.
Salmón.
Probablemente el cabo Sidero, un promontorio en el extremo oriental de
la isla de Creta, que se interna en el mar. Allí el barco estaba protegido del
viento.
8. Buenos Puertos.
Esta localidad no se menciona en ningún
pasaje de los escritos de la época, pero aún tiene el mismo nombre. Está en la
costa sur de Creta, a unos 8 km al este del cabo Matala, el principal
promontorio de la costa sur de la isla. Ahora es llamado Limenes Kali .
Lasea.
Se han identificado las ruinas de esta ciudad a unos
pocos kilómetros al este de Buenos Puertos.
9. Habiendo pasado mucho tiempo.
Mientras esperaban un
viento favorable y deliberaban sobre lo que deberían hacer.
Siendo ya
peligrosa la navegación.
Se estaba aproximando el invierno, y en el
Mediterráneo no se acostumbraba navegar en esa época del año.
El ayuno.
Evidentemente el día de expiación, en el día décimo del mes séptimo
(Tisri) del calendario eclesiástico (ver t. II, p. 112; Josefo, Antigüedades
iii. 10. 3). Probablemente estaban en la última parte del mes de octubre, y se
podían esperar fuertes tormentas.
10. Veo.
Gr. théoreo , "discernir" (cf. Juan 4: 19). La percepción que Pablo
tenía del peligro que los amenazaba no era necesariamente por discernimiento de
origen sobrenatural, sino por su propia observación y juicio como viajero
experimentado. No parece que hubiera hablado como profeta. Nótese que el
"perjuicio" o daño que él temía que les ocurriera a los que estaban a bordo, no
significó la pérdida de la vida (Hech. 27: 44).
Perjuicio y mucha
pérdida.
O "con daño y mucha pérdida". Evidentemente Pablo se había
ganado el respeto de los que conducían la nave, pues se sentía libre de dar un
consejo tal. Había viajado varias veces por el Mediterráneo y por el Egeo, y
algunos años antes de este viaje escribió: " "Tres veces he padecido naufragio;
una noche y un día he estado como náufrago en alta mar" " (2 Cor. 11: 25). En la
Nota Adicional al final del capítulo hay una explicación del viaje de Pablo y
del naufragio cerca de la isla de Malta.
11. Daba más crédito.
Literalmente "estaba persuadido".
Cuando se trataba de estos asuntos, el centurión tenía más confianza en el
capitán y en el patrón de la nave que en Pablo. El centurión, como oficial de la
guardia imperial, influía en los hombres que dirigían el buque.
Piloto.
Gr. kubernétis , "timonel", el que estaba a cargo de la navegación del
buque. El centurión prefirió naturalmente el juicio de un experto navegante al
de un rabino judío itinerante.
Patrón.
El dueño o capitán de un
barco. Posiblemente aquí, el dueño del buque y de la carga, que era trigo de
Egipto (vers. 38) con destino a Roma. Este producto comercial generaba un
intenso y lucrativo comercio entre Alejandría y Roma (ver com. vers. 5).
12. Incómodo.
O "no adecuado". El
puerto quizá no parecía proporcionar protección suficiente para el barco durante
el invierno, o Buenos Puertos tal vez era demasiado pequeño para que allí se
consiguieran las provisiones adecuadas.
Zarpar.
Gr. anagó ,
"hacerse a la mar".
Fenice.
O Fénix, generalmente identificado
con el actual puerto cretense de Lutero, el mejor puerto durante todo el año en
la costa sur de Creta. Estrabón, el geógrafo griego, lo menciona ( Geografía x.
4. 3). En sus alrededores se encontró una tablilla dedicada a Serapis y a
Júpiter, como una ofrenda de agradecimiento por haber sido salvados en el mar.
Esa tablilla fue ofrendada por el encargado de un buque que hacía la travesía
desde Alejandría.
Nordeste y sudeste.
Literalmente "que mira
hacia el suroeste y hacia el noroeste". El puerto de Lutro da frente al este, y
la persona 441 a bordo de un buque que entra en el puerto, mira hacia el oeste.
Al otro lado del promontorio que forma el puerto de Lutro, está el puerto menos
protegido de Fineka, que mira hacia el oeste.
13. Brisa del sur.
Esto representaría un cambio completo
del tiempo, porque el piloto había dirigido el curso del buque hacia el sur de
Creta para escapar al viento norte (vers. 7-8).
Tenían lo que deseaban.
O sea que esperaron lo necesario hasta que cambiara el tiempo.
Iban.
Literalmente "estaban navegando".
Costeando.
Gr. ásson , "más cerca". Se creyó antes que era el nombre de un lugar,
pero ahora generalmente se traduce como "más cerca". No se ha identificado
ningún lugar con este nombre. El propósito del capitán era mantenerse cerca de
la costa hasta que pudiera llegar a Fenice, a unos 65 km al oeste.
14. Dio contra la nave.
O "embistió
contra ella un viento", esto es procedente de la montañosa isla de Creta. Hubo
otro súbito cambio: el suave viento sur se transformó en un fuerte viento norte,
y esto impulsó el barco hacia el sur en dirección de la isla de Clauda (vers.
16; ver mapas p. 442 y frente a p. 33).
Huracanado.
Gr.
tufonikós , adjetivo derivado del nombre del dios Tifón que personifica las
fuerzas tempestuosas de la naturaleza, y en forma especial los fuertes vientos.
Los rápidos cambios del viento indican que era una gran tormenta ciclónica.
Euroelidón.
Gr. euroklúdón . De dos palabras que significan
"viento este" y "[gran] ola" o "aguas agitadas". Se refiere a un fuerte viento
que levantaba grandes olas. Sin embargo, la evidencia textual (cf. p. 10)
favorece la grafía eurakúlon . Esta palabra híbrida, cuya primera parte es
griega y la segunda latina, indica un viento este-noreste. "Viento huracanado
del nordeste" (VP), "curoaquilón" (BC, BJ, NC).
15. Siendo arrebatada la nave.
Mientras la nave estuvo
costeando cerca de la costa al este del cabo Matala, estuvo protegida del cambio
de viento; pero tan pronto como comenzó a cruzar la bahía abierta en su ruta
hasta Fenice, el violento viento noreste dio contra ella con toda su furia, y la
arrojó hacia el suroeste en dirección a Clauda.
No pudiendo poner proa
al viento.
Es decir, "no pudiendo hacer frente al viento" (BC, BJ).
Nos dejamos llevar.
Mejor, "éramos llevados a la deriva". Era
imposible timonear la nave. Lo único que se podía hacer era navegar a merced del
viento, rumbo al suroeste.
16. Y habiendo
corrido.
Es decir, habiendo navegado a sotavento de Clauda (ver com.
vers. 4).
Clauda.
La evidencia textual (cf. p. 10) favorece la
grafía "Cauda" (BJ, NC). El nombre moderno de la isla es Gozzo o Gaudo. Tolomco
( Geografía iii. 15. 8) la llamó Claudos . La isla está a unos 72 km al suroeste
del cabo Matala, cerca del cual se desató la tempestad que venía del noreste y
azotó la nave en que viajaba Pablo.
Pudimos recoger el esquife.
O "con mucha dificultad pudimos hacernos dueños del bote salvavidas".
Este bote comúnmente era llevado a un lado para usarlo en una emergencia. En
medio de las tempestades sin duda se llenaba de agua y era muy difícil
utilizarlo. La tripulación estaba tratando de subirlo a bordo para que no se
perdiese.
17. Refuerzos.
Ataron la
nave con fuertes cuerdas para impedir que el casco de madera se despedazara por
la fuerza del viento y de las olas. Este procedimiento de ceñir una nave de
madera se llama atortoramiento. Es obvio que la nave difícilmente estaba en
condiciones de continuar viaje, y debe haber estado anegándose tanto que las
junturas de la madera amenazaban con abrirse. La nave estaba en peligro de
zozobrar. Compárese con Tucídides ( Historia i. 29. 3) y Horacio ( Odas i. 14).
Dar.
Gr. ekpíptó , que significa "caer fuera", ser echado a
tierra".
Sirte.
Gr. súrtis , nombre del brazo oriental del gran
golfo que penetra en la costa norte del continente africano, y que hoy día se
conoce como la Gran Sirte [actual golfo de Sidra, [Libia], para distinguirlo de
la Pequeña Sirte [actual golfo de Gabes, Túnez], el brazo occidental del mismo
golfo. Las aguas de ambos golfos son de poca profundidad y ocultan bancos de
arena que se han convertido en la tumba de innumerable; buques desde los
comienzos de la navegación. La nave de Pablo era llevada en dirección de la Gran
Sirte por el viento. Ver Lucano, La guerra civil. ix.303-310; cf. Milton, El
paraíso perdido ii. 939.
Arriaron.
Gr. jaláÇ "desatar", "bajar",
"hacer descender".
Las velas.
Gr. skéuos , "equipo", "aparejo"; 443 o sea los "aparejos" del barco. La tripulación bajó de la arboladura
de la nave todo aquello de lo cual podían prescindir, especialmente la pesada
vela mayor y su aparejo. Sin duda dejaron suficientes velas y aparejos para
mantener el dominio de la nave y evitar la Sirte con sus tan temidos bancos de
arena.
Todas estas precauciones se tomaron (vers. 16-17) y se
completaron mientras la nave estaba en una calma transitoria a sotavento de
Clauda. Hay una descripción de esta parte del viaje en la Nota Adicional al fin
del capítulo.
Y.
Es decir, con el bote a bordo y el casco del
buque ceñido con cuerdas, después de deshacerse de los aparejos que no eran
esenciales.
A la deriva.
Al cabo de uno o dos días la tempestad
del noreste llevaría la nave al oeste-suroeste impulsándola dentro de la Sirte.
Para evitarlo, los marineros prepararon la nave para tiempo tormentoso, viraron
y tomaron rumbo a estribor, pues con la proa de la nave dirigida aproximadamente
al norte y la tempestad del noreste dando contra la nave en su parte de
estribor, serían llevados mayormente en forma lateral en una dirección
oeste-noroeste. La distancia de Clauda a Malta es de unos 750 km.
18. Siendo combatidos.
La tormenta
aumentó su furia.
Al siguiente día.
Es decir, el segundo día de
tormenta. La nave estaba más allá del momentáneo refugio de la isla de Clauda.
Empezaron a alijar.
Comenzaron a arrojar la carga de trigo
(vers. 38) al mar. La nave se anegaba peligrosamente a pesar de las cuerdas con
que estaba ceñido el casco para impedir que se abriera (ver com. vers. 17).
19. Con nuestras propias manos arrojamos.
En el griego dice "con sus propias manos", o sea las manos de la
tripulación (ver el comentario previo). El aparejo no fue lanzado al mar por un
golpe de las olas, ni barrido por el viento, sino que a propósito fue arrojado
al mar.
Los aparejos.
Ver com. vers. 17. Todos los implementos
que podían ser eliminados del barco, particularmente los que estaban sobre
cubierta, fueron arrojados al mar.
20. Ni
sol ni estrellas.
Antes de la invención de la brújula, los que navegaban
en alta mar dependían de la observación del sol durante el día y de las
estrellas durante la noche para orientarse y conocer su posición. Según el vers.
27 es evidente que los pilotos de la nave no conocían su posición náutica.
Estaban perdidos.
Muchos días.
Casi dos semanas, de acuerdo con
los acontecimientos narrados (vers. 27).
Ya.
Gr. loipós , "al
fin", "finalmente". La tormenta continuó, haciendo imposible las observaciones
en cuanto a la posición de la nave. Corriendo el inminente peligro de zozobrar o
ser lanzados contra la Sirte o contra una costa rocosa, la tripulación abandonó
toda esperanza.
21. Hacía ya mucho que no
comíamos.
Se supone que tanto la tripulación como los pasajeros habían
estado sin comer. La agitación y la dificultad para maniobrar la nave durante la
tormenta habían impedido la preparación del alimento y su distribución. Sin
duda, muchos estaban mareados.
Puesto en pie.
Parece que desde
el momento en que el consejo de Pablo fue rechazado cuando estaban en Buenos
Puertos, el apóstol y sus compañeros habían dejado al capitán y a la tripulación
que siguieran sus propias decisiones.
Haberme oído.
El que Pablo
les hiciera recordar lo que les había dicho no era una censura o un regaño, sino
que tenía el propósito de persuadir a los pilotos de la nave a que prestaran
atención a lo que ahora les iba a decir. Si se hubiera seguido su consejo (vers.
10), se podrían haber evitado los peligros y el temor de los últimos días.
Harían bien en escuchar el nuevo consejo que tenía que darles.
Recibir.
O "sufrir".
Perjuicio y pérdida.
Habían perdido el
cargamento y los aparejos de la nave (vers. 18-19), y parecía que perderían la
nave y aun sus vidas (vers. 20).
22. Tener
buen ánimo.
O "tener valor", "no desalentarse". A su debido tiempo todo
terminaría bien. Contrástense las palabras de ánimo de Pablo con la pérdida de
"toda esperanza" (vers. 20). Cf. Juan 16: 33; Hech. 23: 11. La actitud de Pablo
y el tono de su voz deben haber estado en consonancia con su alentadora
admonición. Así debería proceder el cristiano cuando lleva las buenas nuevas de
la salvación por medio de Cristo Jesús a un mundo perturbado.
Ninguna
pérdida de vida.
Anteriormente Pablo había anticipado que podrían
perderse algunas vidas (vers. 10), pero Dios le reveló que no habría pérdida de
vidas.
De la nave.
Es decir, sólo se perdería la nave.
23. Ha estado conmigo.
Sin duda
Pablo recordaba la visita del ángel mientras estaba preso en Jerusalén, cuando
le dijo que se presentaría ante César (cap. 23: 11).
El ángel.
En el griego dice "un ángel". Acerca de la intervención de los ángeles
en favor de los hijos de Dios, ver Hech. 5: 19; 8: 26; 12: 7; cf. Heb. 1: 13-14.
De quien soy.
La religión es algo personal: es consagración,
adoración y servicio personal que se rinden a un Dios personal. Pablo presentó
un elocuente testimonio a los temerosos paganos que estaban con él en la nave
condenada a naufragar. Conocía al Dios que estaba a punto de intervenir en favor
de todos los que estaban a bordo, porque el Señor pertenecía a Pablo y Pablo
pertenecía a él en una íntima comunión de servicio. Pablo había aceptado llevar
el yugo del servicio y estaba íntimamente relacionado con su divino Compañero de
yugo (ver Mat. 11: 28-30; cf. Rom. 1: 9; 2 Tim. 1: 3, 12).
24. No temas.
Los visitantes
celestiales han saludado muy a menudo a los seres humanos con estas palabras
(Luc. 1: 13, 30; 2: 10; Apoc. 1: 17).
Comparezcas ante César.
Renovación de una promesa anterior (cap. 23: 11), que desde entonces
había sostenido el apóstol. Pablo pasaría sano y salvo a través de la prueba y
finalmente llegaría a Roma.
Te ha concedido.
Probablemente como
una respuesta a la oración. Pablo debe haber estado a menudo en oración durante
este tiempo de peligro. Ahora todos los que estaban a bordo de la nave tuvieron
que saber que el apóstol no era un preso común. Pablo y sus compañeros
cristianos estaban demostrando que eran "olor de vida para vida" (2 Cor. 2: 16;
cf. Gén. 18: 23-32; Mat. 5: 13).
25. Yo
confío en Dios.
La fe de Pablo se fortalecía a medida que aumentaban el
peligro y la angustia, aunque desde hacía muchos días se había perdido toda
razón para tener confianza en la solidez de la nave o en la habilidad del
capitán y la tripulación (cf. vers. 20).
26. En alguna isla.
La isla de Malta (cap. 28: 1).
27. Decimacuarta noche.
El acto
final del tormentoso drama se produjo después de dos semanas (cf. vers. 18-19,
33). Durante esos días habían sido irremediablemente llevados a la deriva sin
conocer su posición en el mar. Habían viajado unos 750 km, o sea cerca de 60 km
por día (ver Nota Adicional al final de este capítulo).
Adriático.
La parte del mar Mediterráneo que está al sur de lo que ahora se conoce
como el mar Adriático (cf. Estrabón, Geografía ii. 5. 20; Josefo, Vida 3).
Los marineros sospecharon.
Tal vez vieron la espuma producida
por las olas que se estrellaban contra los escollos de Punta Koura, en el
extremo oriental de la bahía de San Pablo en la costa nororiental de la isla de
Malta (cap. 28: 1). Ver mapa p. 442.
28. Echando la sonda.
Se echaba la sonda quizá con un plomo
atado en el extremo de una cuerda. En los tiempos antiguos, de noche o en medio
de la niebla éste era el único método para determinar la posición de un buque
con relación a la costa.
Veinte brazas.
La "braza" griega medía
la distancia entre los dedos pulgares de un hombre con los brazos extendidos;
equivalía aproximadamente a la "braza" inglesa de 1, 86 m (ver t. V, p. 52). Por
lo tanto, la profundidad era de unos 36 m. La profundidad del mar a la distancia
de unos 400 m de Punta Koura (ver com. vers. 27) ha sido medida en tiempos
recientes y es de 36 m (ver Nota Adicional al final del capítulo).
Pasando un poco más adelante.
O "y habiéndose alejado un poco".
Quince brazas.
Unos 27 m. Una disminución tan marcada en
profundidad en tan corta distancia y en tan breve lapso, indicaba que la nave se
estaba aproximando rápidamente a la orilla.
29. Escollos.
O "lugares ásperos" " (ver com. vers. 27).
Echaron cuatro anclas.
La oscuridad de la noche hacía imposible
que eligieran la mejor parte de la costa para encallar la nave. Las anclas se
arrojaron desde la popa para mantener la proa de la nave hacia la costa.
Ansiaban.
Literalmente "estaban rogando" (cf. Job. 1: 4-5).
30. Procuraron huir.
Para salvar
sus vidas la tripulación había decidido abandonar la nave con sus pasajeros. Es
un testimonio elocuente de la situación desesperante en que se encontraban.
31. Pablo dijo.
Pablo tenía amplia
experiencia en los viajes por mar (ver com. vers. 10), y por eso sabía que la
operación propuesta era innecesaria. Supuso, pues, que la intención de los
marineros era abandonar la nave.
Si éstos no permanecen.
Sólo
los marineros tenían la destreza necesaria para anclar la embarcación y salvar a
los pasajeros.
32. Esquife.
El bote
que habían alzado a bordo de la nave cerca de la isla de Clauda dos semanas
antes (ver com. vers. 16).
33. Cuando
comenzó a amanecer.
Habían transcurrido hasta este momento unas seis
horas desde el momento cuando los marineros descubrieron que estaban próximos a
la orilla (vers. 27-29). Nada podía hacerse en la oscuridad.
Comiesen.
No se especifica qué alimento debían tomar. La alimentación era esencial
debido al esfuerzo y la exposición a la intemperie que todos experimentarían
cuando abandonaran la nave.
Decimocuarto día.
Ver com. vers. 27.
Sin comer nada.
Probablemente sea una referencia a las comidas
regulares. La rutina de la vida a bordo de la nave se trastornó completamente, y
sólo había sido posible comer unos bocados de vez en cuando. Sin duda, muchos
también habían estado mareados.
34. Salud.
Gr. sotería, "salvación", aquí en sentido físico (cf. vers. 31).
Ni aun un cabello. . . perecerá.
Figura de lenguaje bíblica; una
expresión familiar para designar una liberación completa (Luc. 21: 18; cf. 1
Sam. 14: 45; 2 Sam. 14:11; 1 Rey 1: 52).
35. Dio gracias.
Pablo reconoció a Dios como el dador del
alimento y el sustentador de la vida. Dio un ejemplo consecuente con su
exhortación a todos sus compañeros de viaje.
36. Mejor ánimo.
La esperanza, la fe y el valor de Pablo
fueron contagiosos. Todos cobraron aliento a pesar de darse cuenta del peligro
que acechaba en las rocas a lo largo de la costa.
Comieron.
Ver
com. vers. 33.
37. En la nave.
La
nave tuvo que haber sido bastante grande. Se sabe que en los días de Pablo
viajaban por el Mediterráneo barcos de más de 60 m de largo. Se ha estimado que
esta nave tenía un desplazamiento de unas 1.200 toneladas (ver Nota Adicional al
fin del capítulo). El hecho de que la nave tuviera cuatro anclas en la popa
(vers. 29) y otras en la proa (vers. 30), sugiere que era grande. En este
momento se dice por primera vez el número de los que estaban a bordo; es posible
que fueran contados anticipándose así al abandono de la nave.
38. Aligeraron la nave.
La mayor
parte de la carga quizá había sido arrojada al mar (vers. 18) y los Aparejos
reducidos al mínimo (ver com. vers. 17); también se había eliminado todo lo que
estaba sobre cubierta y en los depósitos de la nave (vers. 19). Ahora se hizo lo
mismo con lo que había quedado de la carga y con el alimento sobrante.
Echando el trigo.
Aparentemente éste era un barco triguero
egipcio que iba a Roma. La población de Italia, y especialmente la de Roma,
dependía de los cargamentos de trigo egipcio (Juvenal, Sátiras v. 118-119; ver
com. vers. 5).
39. No reconocían la tierra.
Cuando llegaron ala costa supieron en qué isla estaban (cap.28: 1).
Malta era bien conocida; pero la bahía de San Pablo, que probablemente fue el
sitio del desembarco, estaba Lejos del acostumbrado puerto de llegada, y por eso
no era bien conocida.
Ensenada.
Gr. kólpos, "golfo", "bahía",
literalmente "seno". En la costa rocosa había una abertura que tenían mucho,
pero que era a propósito para varar la nave con relativa seguridad. Ver
ilustración frente p. 448.
40. Cortando,
pues, las anclas.
O "habiendo quitado". Posiblemente aquí signifique
"levar anclas".
Las amarras del timón.
Es decir, las cuerdas que
levantaban los timones fuera del agua, asegurándolos a los costados de la nave.
En aquel tiempo los buques a menudo tenían dos timones -remos o paletas-, uno en
cada lado de la popa. En ese momento, para conducir el barco hasta la playa,
dejaron caer los timones en el agua.
Vela de proa.
Gr. artémÇn ,
"trinquete", "artimón". Parece que la vela principal, junto con su aparejo,
había sido echada al mar (ver com. vers. 17, 19).
41. Lugar de dos aguas.
Literalmente "entre dos mares", o
sea entre dos corrientes. Estas dos corrientes encontradas probablemente
forzaron a la nave a encallar a pesar de la acción de los timones.
La
popa se abría.
O "se iba rompiendo". Con la proa de la nave encallada en
la costa, las violentas corrientes mencionadas poco a poco fueron deshaciendo la
popa.
Del mar.
La evidencia textual (cf. p. 10) se inclina por
el texto "de las olas" . En algunas 446 antiguas versiones se tradujo "de los
vientos"; otras omiten estas palabras.
42. Matar a los presos.
Ver com. cap. 12: 19; 16: 27.
43. Queriendo salvar.
El centurión
respetaba mucho a Pablo y a sus compañeros de viaje; y también sabía que todos
los que estaban a bordo debían su vida a Pablo (vers. 9-10, 21-26, 31, 34 -36).
Los que pudiesen nadar.
Aparentemente la nave encalló muy cerca
de la orilla. A los que podían nadar se les permitió que lo hicieran primero, de
ando las tablas de la nave para los que no podían nadar.
44. Parte en. . . cosas de la nave.
Una vívida descripción
de personas que huyen de un barco que se hunde, cuando los sobrevivientes se
aferran a los restos de la nave que se deshace por la fuerza de las olas, o que
es despedazada por manos humanas.
Todos se salvaron.
Ninguno
pereció de acuerdo con la promesa que Dios le había hecho a Pablo, y que el
apóstol había declarado a los que estaban en la nave (vers. 24).
NOTA ADICIONAL DEL CAPÍTULO 27
Varios
detalles de la narración de la tormenta y el naufragio del cap. 27 no son claros
debido a los siguientes factores: (1) el exacto significado técnico de algunos
términos náuticos es aún incierto, y (2) pocos comentadores de la Biblia -si es
que hay alguno- han tenido un conocimiento personal adecuado de los asuntos
náuticos. Es obvio que una persona que combine cierto conocimiento del NT griego
con una experiencia personal en navegación, particularmente en aquella región
del Mediterráneo en donde se desarrolló la narración, podría explicar mejor el
naufragio que otra que no está en esas condiciones.
Ese es el caso del
teniente Edwin Smith, ministro de la iglesia presbiteriano Avondale, de
Tillsoriburg, Ontario, Canadá, que sirvió como oficial naval en el Mediterráneo
en 1918 y 1919.
En la Homiletic Review de agosto de 1919 (t. 78, N.º 2,
pp. 101-110), el teniente Smith explicó el relato del naufragio de Hech. 27
apoyado en su experiencia y observaciones como oficial de la marina en servicio
en el Mediterráneo. Ese artículo, titulado "El último viaje y el naufragio de
San Pablo", fue escrito a bordo de un buque en el puerto de La Valetta, en la
isla de Malta, aproximadamente a unos 13 km del lugar tradicional del naufragio,
la bahía de San Pablo.
Este Comentario reproduce en forma parcial dicho
artículo, sin respaldar necesariamente cada declaración. Sin embargo, los hechos
citados y las conclusiones basadas en él confirman el relato bíblico y dan
testimonio de que Lucas fue un historiador informado, exacto y fidedigno.
Desde el comienzo el autor hace notar la necesidad de tener un
conocimiento de las naves antiguas, la náutica, las aguas, los puertos y las
tierras de esa región, como también de la relación que Pablo y Lucas tuvieron
con la historia del naufragio. Prosigue con una declaración general sobre el
conocimiento de los antiguos en cuanto a "hacerse al mar". El autor hace notar
luego que la descripción de Locas en cuanto a lo que hicieron el capitán y la
tripulación para enfrentarse a las diversas emergencias que surgieron, "es casi,
palabra por palabra, lo que la mayoría de las obras modernas sobre náutica nos
dicen que deberíamos hacer si nos encontráramos en circunstancias similares".
Después de mencionar la descripción de un barco triguero alejandrino
escrita por el autor griego Luciano, del tiempo del emperador Cómodo (180-192),
el autor continúa: "¿Quién, por ventura, pensaría en ir a Pompeya para averiguar
allí cosa alguna respecto a los barcos de los antiguos, o referente a los barcos
no tan antiguos de los días de San Pablo? Y, sin embargo, es allí donde podemos
obtener la ayuda más efectiva, porque los mármoles y los frescos de Pompeya nos
proporcionan detalles valiosos y tienen la ventaja adicional de que son
precisamente del tiempo del viaje de San Pablo. La catástrofe a la cual deben su
conservación sucedió algo menos de veinte años después del naufragio.
"A
continuación trataré de reconstruir uno de estos antiguos buques, y confío en
dar una idea medianamente correcta de un buque mercante del primer siglo de la
era cristiana.
"En líneas generales, no diferían mucho de los buques de
vela de hace 50 años, 447 especialmente en las partes que iban debajo de la
línea de flotación, con la excepción de que la proa y la popa eran muy
similares. La curvatura superior (arrufo) o contorno de los costados de cubierta
era casi recta en el centro, pero curva en los extremos, y tanto la proa como la
popa se elevaban a considerable altura y terminaban en algún adorno,
generalmente la cabeza y el cuello de un ave acuática inclinada hacia atrás.
"En la descripción que presenta Luciano del buque alejandrino, menciona
que la popa se levantaba en forma gradual en una curva coronada por un
"cheniscos" dorado [proyección en forma de cuello de ganso], y la proa se
elevaba en forma similar. En el fresco de la nave que está en la tumba de
Naevolia Tyche, en Pompeya, se ve un barco de construcción similar. Su alta proa
termina en una cabeza de Minerva.
"Las amuradas eran barandas abiertas,
y a ambos extremos había fogones o galerías. En el barco de Tesco, representado
en uno de los cuadros encontrados en Herculano, se ve un cabrestante enrollado
por un cable; y en una figura del barco de Ulises (se dice que fue tomada de un
mármol antiguo) de una edición de Virgilio (3 tomos, Roma, 1765) se ve el cable
enroscado alrededor de un cabrestante pequeño [molinete].
"La diferencia
más grande entre estos buques antiguos y todas las clases de buques modernos
quizá esté en lo que atañe al timón. Los barcos antiguos no se gobernaban con un
solo timón giratorio en la popa como los barcos modernos, sino por dos grandes
remos paletas ( padalía ), uno a cada lado de la popa; de aquí la mención en
plural que de ellos hace San Lucas. Se maniobraban a través de dos escobones
[agujeros por donde pasan cables], uno en cada lado, que también se usaban para
los cables cuando los barcos estaban anclados por la popa. No fue sino hasta
fines del siglo XIII cuando comenzó a usarse el moderno timón giratorio.
"Pero el punto de mayor interés en relación con estos antiguos buques es
su tamaño. Muchos de los barcos trigueros que hacían la travesía entre Egipto e
Italia en los días de San Pablo deben haber tenido más de mil toneladas de
desplazamiento. Razonamos que deben haber sido de suficiente tamaño para que su
uso dejara ganancia. Las naves pequeñas sólo dejan utilidades cuando se usan
para viajes cortos. Pero podemos suponer su tamaño pues sabemos, por ejemplo,
que el barco en el que viajaban San Lucas y San Pablo en esta ocasión llevaba un
cargamento de trigo y 276 personas en total. Si la tripulación hubiese sido de
26 marineros, el número de pasajeros hubiera ascendido a 250 personas. Para
acomodar a tanta gente a bordo durante varias semanas, además del cargamento y
de la tripulación, la nave necesariamente debía ser más grande que un navío
pesquero común. El barco en el cual naufragó Josefo en su viaje a Italia llevaba
a bordo 600 personas, una cantidad de pasajeros suficiente para un
transatlántico actual de cinco o seis mil toneladas. Pero el mejor informe que
tenemos del tamaño de algunas de estas naves es el que dio el carpintero (
naupegós ) del Isis, el triguero alejandrino que fue llevado a Atenas por
vientos contrarios.
"De acuerdo con los datos proporcionados, y después
de tener plenamente en cuenta la diferencia en construcción, esta nave debe
haber sido de unas 1.100 a 1.200 toneladas de desplazamiento. He leído que
algunos escritores, usando los mismos datos, le adjudican algo más de 1.300
toneladas.
"Los aparejos de estas antiguas naves eran muy sencillos.
Ante todo tenían un mástil principal que sostenía una verga muy larga, quizá tan
larga como el mismo barco, en donde se desplegaba una gran vela cuadrada que
colgaba de la arboladura superior de la verga. Además, estos grandes buques
cerealeros llevaban gavias, o velas que desplegaban en el mastelero mayor.
Generalmente tenían otro mástil más pequeño cerca de la proa, sobre el cual
desplegaban una pequeña vela cuadrada llamada el artémÇn . Además de esto tenían
velas triangulares con el propósito de facilitar el desplazamiento de la nave en
diferentes circunstancias y de hacer girar o cambiar de rumbo la embarcación.
También las usaban en casos de tormenta, cuando las grandes velas tenían que ser
recogidas.
"No debemos olvidar que el barco en el cual viajó San Pablo
también estaba equipado para emergencias. El fracaso en comprender la
construcción y los aparejos de estas naves ha sido la causa por la cual muchos
comentadores han cometido lamentables equivocaciones al ocuparse de los
episodios registrados en el capítulo 27 del libro de los Hechos.
"¿Qué
es lo que sabemos acerca de la experiencia náutica previa de San Lucas o San
Pablo, o de ambos? No es necesaria otra evidencia fuera de lo que se registra en
los cap. 27 y 28 de Hechos para probar en forma concluyente que San Lucas, el
autor del Evangelio que lleva su nombre, así como de Los Hechos, tenía un
conocimiento cabal de las naves y de su manejo, el cual solamente pudo adquirir
en una forma: por experiencia. Sin ésta, no importa cuánto hubiese leído acerca
de naves o las hubiese observado desde la costa, no hubiera estado capacitado
para escribir el relato de su naufragio y de San Pablo. Tal conocimiento y
comprensión, como se manifiestan aquí, sólo se obtienen por experiencia. No
quiero decir que tiene que haber sido marino, pues la misma evidencia demuestra
que no fue así, y que, no obstante, viajó por mar e hizo más de dos o tres
cortos viajes. . .
"Y en cuanto a San Pablo, mi propia opinión es que él
también tuvo una considerable experiencia en viajes marítimos. Como podrán darse
cuenta, San Pablo no es tan reservado acerca de sí mismo y de su pasado como San
Lucas. . .
"Vayamos a 2 Cor. 11: 25: "Tres veces he padecido naufragio".
Por supuesto, un hombre no naufraga en cada viaje, y la mención de tres
naufragios parece indicar que no sólo era muy experimentado en viajes marítimos,
sino que también su experiencia no había sido muy agradable...
"Pasaremos por alto los detalles del viaje hasta que el navío arribó a
Buenos Puertos, al sur de la costa de Creta. Fue de este puerto de donde salió
la nave en lo que resultó ser su último viaje, relato que me propongo examinar
ahora.
"Aunque San Lucas no menciona la condición del barco, omisión que
no haría un auténtico marinero, estoy convencido de que su condición era
deficiente, por las razones que presentaré a continuación. Por el relato sabemos
que después de un viaje tedioso y largo a sotavento de la costa, tuvieron que
permanecer en Buenos Puertos por un tiempo considerable debido a los vientos
contrarios. La estación había avanzado mucho, y las noches eran más oscitras y
nubladas, de modo que no era fácil que el buque navegara sin brújula una
distancia de casi 600 millas inglesas [965 km si son millas inglesas comunes, o
unas 1.112 si se trata de millas náuticas] hasta el estrecho de Mesina. Por lo
tanto, el capitán decidió abandonar la idea de continuar el viaje y acordaron
pasar el invierno en la isla de Creta. Parece que San Pablo favoreció esta
decisión; pero cuando poco después el capitán anunció su intención de proseguir
el viaje hasta Fenice, siguiendo la costa unas 38 ó 40 millas [60 ó 64 km],
porque dijo que era un puerto mejor para invernar, es decir, más seguro para el
barco, San Pablo puso objeciones y les recomendó permanecer donde estaban. Les
afirmó que ese recorrido estaba lleno de peligros no sólo del cargamento y de la
nave, sino también de nuestras personas'. Se nos dice que fue entonces cuando
sopló 'una brisa del sur', de manera que el peligro no se manifestó en la
amenazadora condición del tiempo. Sin embargo, podemos estar seguros que el
recorrido sugerido por el capitán prometía mayor seguridad y bienestar en todo
sentido, y por lo tanto San Pablo no se hubiera opuesto a él sin buenas razones;
pero no se dan esas razones, lo que es otra característica del relato de San
Lucas, y una segunda prueba de que, después de todo, no era un auténtico
marinero, porque un verdadero hombre de mar nunca deja de dar sus razones; en
realidad, un marino está propenso a ser tedioso en ese respecto. No obstante,
nadie que tenga experiencia náutica puede leer este relato y dejar de descubrir
cuáles fueron aquellas razones. En resumen, creo que fueron éstas: la nave no
era demasiado segura ni siquiera contando con buen tiempo, y por lo menos el
apóstol no quería correr el riesgo de ser sorprendido por un ventarrón en esta
estación del año, si podía evitarse. San Pablo ya había estado algunas semanas
en esa nave, Habían sido fuertemente zarandeados a barlovento rumbo a Creta, y
en esas semanas San Pablo había hecho algunas observaciones y meditado sobre
ciertos asuntos. Por ejemplo, se dio cuenta de que el buque hacía agua y que
cuando las borrascas soplaban más fuertemente la nave crujía y las tablas se
movían en forma inquietante... Por lo tanto, el argumento de San Pablo fue
sencillamente éste: 'Aunque admito que Fenice (hoy Lutro) es un puerto mejor que
Buenos Puertos para pasar el invierno, con todo sostengo que el riesgo que
corremos en hacernos al mar en este tiempo del año, en este barco, es demasiado
grande para que valga la pena hacerlo. Además, no veo con buenos ojos este
tranquilo viento sur en esta estación, porque generalmente gira al este-noreste
y sopla como un ventarrón, ¡y si nos sorprende mientras estamos cruzando la
bahía de Mesara, nos
llevará muy lejos de la costa, y entonces ... !'
"Pero el centurión prestaba más atención al piloto y al patrón de la
nave 'que a lo que Pablo decía', y de esa manera continuaron el viaje y sucedió
precisamente lo que San Pablo temía.
"Después que el puerto desapareció
en el horizonte y hasta que pasaron el cabo Matala, la nave navegaba cerca de la
costa. Desde el fondeadero en Buenos Puertos hasta el cabo Matala hay una
distancia de unas tres o cuatro millas [5 a 7 km], y como la dirección es
oeste-noroeste, el viento sur era favorable, pues soplaba oblicuamente en un
ángulo de dos cuartas por la popa del buque. Por lo tanto, tenían una buena
probabilidad de llegar a su destino en unas pocas horas. Sin embargo, no habían
ido muy lejos cuando ocurrió un repentino cambio en el tiempo. . .
"La
nave fue sorprendida por una violenta tempestad que sopló con tal fuerza que no
pudieron hacerle frente, y fueron obligados a dejarse arrastrar. Sabemos que los
desvió de su ruta, hacia la isla de Clauda, unas 23 millas [42 km] al
oeste-suroeste de Creta. Por lo tanto, si conocemos en qué lugar estaba la nave
cuando el ventarrón dio contra ella, podemos formarnos una estimación bastante
aproximada de la dirección del viento que los llevó a ese lugar.
"Según
el relato, no fue mucho después ( ou polú ) de que hubieron salido de Buenos
Puertos cuando la tempestad azotó la nave. Los gramáticos nos dicen que el
término ou polú es una expresión relativa y significa menos de la mitad. De ahí
que la nave debe haber estado en algún lugar entre el cabo Matala y un punto en
el océano a 17 millas [27 km] en dirección oeste- noroeste. . .
"Lo
primero que debían hacer era asegurar bien la nave para que soportara la
tormenta. Debían bajar la gran vela cuadrada de la arboladura superior e izar
las velas cangrejo para tormentas [pequeñas velas de popa a proa enarboladas
cuando se baja el otro velamen para mantener la proa de un navío de cara al
viento en una tormenta], y además se debía atortorar la nave. ¿Qué? ¿Ya estaban
atortorando el barco? ¡Ah, entonces se estaban confirmando los sombríos temores
de San Pablo! El barco era débil y mostraba señales de estar soportando una
tremenda presión, aunque podemos darnos cuenta de que habían estado corriendo
sólo tres horas con el viento. Había, pues, que reforzar pronto la nave. Es bien
conocido el hecho de que los vientos huracanados someten el casco de un barco a
una gran presión. Por ejemplo, Plinio los denomina 'la principal peste de la
gente del mar, destructor no sólo de los mástiles sino del mismo casco'. Por lo
tanto, ¿cómo asombrarse de que San Pablo tuviera temor de hacerse a la mar en la
estación invernal, en un barco que sabía que no estaba en buenas condiciones?
San Lucas nos dice que atortoraron la nave cuando habían navegado sólo 25 millas
[unos 40 km], una clara indicación de que el navío estaba sometido a una gran
presión y que estaba entrando mucha agua. No sería difícil multiplicar los casos
en que esta forma de dar más consistencia a las naves ha sido puesta en práctica
en tiempos comparativamente modernos, pero en cada caso se hizo cuando el barco
era viejo y débil, o como consecuencia de que hubiera sufrido algún daño.
"Deseo destacar aquí lo que casi todos los comentadores han dejado de
reconocer, y que sin embargo es muy importante, a saber: que el verdadero
peligro que amenazaba a la nave en la cual viajaban San Lucas y San Pablo era el
de zozobrar en medio del mar debido a que el buque se anegaba, y que si
providencialmente no hubieran llegado a la costa para poder salvar sus vidas al
encallar la nave en la orilla, habrían zozobrado en el mar y todos los que iban
a bordo hubieran perecido.
"Se nos dice después que teniendo temor de
ser impulsados hacia la Sirte, " 'arriaron las velas' " (vers. 17; ver RV). No
es fácil imaginarse una traducción más errónea que la que se da en nuestra
versión autorizada (KJV): 'Teniendo temor de dar en las arenas movedizas,
arriaron las velas y quedaron a la deriva'. Eso verdaderamente habría sido
fatal. Equivale a decir que temiendo cierto peligro se privaron del único medio
posible de evitarlo. No es arriando el mástil o las velas como se evitan tales
peligros. Arriar las velas y navegar con sólo la arboladura los hubiera llevado
en la dirección en la cual soplaba el viento. Pero, como hemos visto cuando
consideramos la dirección del viento y el curso que la nave tomó cuando pasó
ante Clauda, eso hubiera sido ir directamente en dirección de la Sirte;
precisamente lo que San Lucas dice que tanto anhelaban evitar. . . De haber
hecho tal cosa hubieran caído en esos bancos de arena aproximadamente dentro de
un día, y quizá esta historia nunca se hubiera escrito, porque la Sirte está al
oeste-suroeste, es decir en la dirección que tenían exactamente al frente y a
una distancia de unas doscientas millas [360 km].
"Como ahora sabemos
que no cayeron en los bancos de arena, estamos seguros de que no arriaron las
velas y se dejaron llevar por el ventarrón, sino que adoptaron algún otro plan.
Aun mis lectores que no saben nada de náutica habrán seguido mi lógica aquí. . .
"Para una nave en las circunstancias en las cuales estaba ésta, sé que
el capitán sólo podía hacer dos cosas: la primera, anclarla allí donde estaba; y
la otra, ponerla al pairo [poner la nave quieta, pero con las velas tendidas y
largas las escotas] enjarciando las velas y los aparejos para cambiar la
dirección del desplazamiento a la deriva de la nave, a fin de salir del peligro
en vez de dirigirse directamente a él. Por el relato sabemos que no se adoptó el
primer recurso, y el hecho de que la nave evitara el peligro es prueba
suficiente, no obstante el atormentador silencio de San Lucas, de que fue el
segundo plan el que se adoptó. Ante la proximidad de un peligro, cuando una nave
es puesta al pairo [es decir, es colocada con las velas y el timón como para
enfrentar la tormenta] tiene la tendencia de avanzar despacio, pero en forma
constante en la dirección a la cual está apuntando los marinos la denominan ir
de proa-; pero su principal movimiento será el lateral. Esto implica que,
comparativamente hablando, avanzará lentamente a la deriva y en dirección
lateral. Cuando la nave está siendo puesta al pairo ante algún peligro, lo mejor
es hacerla girar, de modo que el viento la aleje del peligro y no la acerque a
él. En este caso la nave debe haber sido colocada en dirección a estribor; es
decir, su lado derecho debe haber enfrentado el viento. Así la nave apuntaría
hacia el norte alejándose de la costa africana y de la Sirte, y cualquier avance
que pudiera hacer mientras estaba puesta al pairo la llevaría en dirección a
Italia, mientras que, en términos generales, su movimiento de costado sería
hacia el poniente.
"Casi todos los comentadores han caído en el error de
creer que la expresión "'arriaron las velas'" (cap. 27: 17) es la forma en que
San Lucas expresa el ajuste de las velas en aquella ocasión; pero la expresión
que San Lucas usó no tiene ninguna referencia a las velas, como lo mostraré un
poco más adelante. El solo hecho de colocar un buque al pairo en circunstancias
tales era algo tan necesario y que tan comúnmente se debía hacer, que San Lucas,
con su acostumbrado hábito de mencionar sólo los rasgos más importantes, lo
omite por completo y prosigue relatando los pasos posteriores que se dieron para
que la nave pudiera estar colocada en la debida forma y protegerla de ser
abatida en el mar, y para aliviar la presión de su casco hasta donde fuera
posible. El primer paso es el que se menciona en la versión autorizada (KJV):
"arriaron las velas", " y en la RV, "'bajaron los aparejos'." Esta última
traducción es mejor. Dándose cuenta de que mientras la nave permaneciera al
pairo estaría soportando mucho empuje del mar, y que el peso de la verga mayor
con la vela enrollada en ella, más el peso adicional de todas las cuerdas, los
motones [garruchas o poleas], etc., que estaban conectados con la verga,
ocasionaban una tensión demasiado grande, decidieron que debía bajarse y ser
acomodada sobre la cubierta. . .
"Entendemos pues que cuando San Lucas
nos informa que eran así llevados ( hóutos eféronto ), no se trata sólo de que
la nave estuviera convenientemente ceñida y bien aparejada, sino que estaba
correctamente al pairo sobre el curso de estribor, que era la única dirección en
la cual podría evitarse caer en la Sirte. Con esta noticia concluye el primer
día lleno de percances.
"Al día siguiente el ventarrón siguió sin
amainar y 'empezaron a alijar'. Cada paso dado hasta aquí indica verdadero
conocimiento de náutica, y también el hecho de alijar [arrojar por la borda todo
lo que se puede tirar de una nave] era necesario porque todas las obras de
náutica recomiendan esta medida como una de las cosas que deben hacerse. El
cargamento de la cubierta debía ser arrojado al agua junto con algunos aparejos
innecesarios entonces para el funcionamiento de la nave. Al tercer día arrojaron
al agua "'los aparejos de la nave'" (vers. 19), y por la expresión 'con nuestras
propias manos' podemos deducir que esto quiere decir 'los aparejos' que habían
sido bajados: la verga mayor con velas, los motones, etc., que estaban unidos a
ella, lo que probablemente requirió el esfuerzo combinado de los pasajeros y de
la tripulación para lanzarlos al mar. El alivio que esto causaría en una nave
sería igual al que habría en un barco de guerra cuando arroja sus cañones al
mar, es decir, surcaría las olas más rápidamente y haría menos agua.
"Sigue un penoso intervalo de once días; el ventarrón continúa con una
furia que no amaina, no se pueden observar ni el sol ni las estrellas, y al fin
se nos dice que habían 'perdido toda esperanza' de salvarse. ¿Pero por qué
habían perdido toda esperanza? Un buque antiguo, sin brújula y sin poder hacer
observaciones en la bóveda celeste no tenía forma de saber qué rumbo llevaba.
Esta era, sin duda, una situación peligrosa, pero no necesariamente desesperada,
porque la nave podría estar siendo llevada a la deriva a un lugar seguro. La
verdadera explicación, como ya he indicado, es ésta: los esfuerzos de ellos para
evitar la entrada de agua habían sido infructuosos, y no podían saber qué
dirección debían seguir para llegar a la costa más cercana a fin de encallar su
nave en ella, que era el único recurso para una embarcación a punto de
naufragar, pues a menos que llegaran a tierra se irían a pique en el mar. En
consecuencia, no era tanto la furia de la tempestad la causa de sus temores,
sino la condición en que estaba la nave. . .
"Finalmente en la
decimacuarta noche de ser llevados a la deriva a través del mar de Adria
[Adriático], cerca de la medianoche los marineros sospecharon que estaban cerca
de la costa. San Lucas no nos dice cuáles fueron los indicios, pero con toda
probabilidad vieron las olas que se rompían sobre la costa, porque con un fuerte
viento que soplaba hacia tierra y como la orilla era rocosa, tales rompientes
podían ser visibles en el mar desde una larga distancia, aun en una noche sin
estrellas.
"Si admitimos que la bahía de San Pablo, en Malta, fue el
lugar de la verdadera escena del naufragio, no tenemos dificultad en enumerar
cuáles pudieron ser esos indicios. Ningún barco puede entrar en esa bahía desde
el este sin pasar a un cuarto de milla [unos 400 m] de la punta de Koura, pero
antes de llegar a esa punta, la tierra es demasiado baja y está demasiado lejos
de la dirección de los barcos que vienen del este para poder verla en una noche
oscura. Cuando la nave está dentro de esa distancia es imposible no observar las
rompientes, porque con ventarrones que soplan del noreste el mar rompe sobre la
costa con tal violencia que uno se acuerda del verso de Campbell: 'La blanca ola
espumando hasta el distante cielo'.
"El que esto escribe visitó hace
poco ese lugar, y allí permaneció toda la noche. Soplaba un euroaquilo
[euroclidón], y la blanca espuma se elevaba por el aire hasta cuarenta o
cincuenta pies [12 a 15 m], y en la costa el ruido era ensordecedor. Ningún
barco podría haber entrado en la bahía de San Pablo aquella noche oscura sin que
los marineros hubieran visto esas rompientes de la costa.
"Durante una
segunda visita, el autor de estos párrafos tomó un bote y entró en la bahía.
Allí en el mar hizo observaciones y una serie de sondeos, con el resultado de
que no le quedó la menor duda de que la punta de Koura es la tierra que estaba
cerca de los náufragos aquella noche memorable.
"Pero ¿podrían ver los
marineros las rompientes en una noche oscura estando a un cuarto de milla?
Después de lo que yo vi con mis propios ojos en el lugar de los acontecimientos,
diría que sí, y que quizá durante los momentos de calma en la tormenta también
pudieron escuchar el ruido que causaban.
"Tenemos algunas evidencias en
los registros del almirantazgo que confirman mi opinión. En una noche oscura del
10 de agosto de 1810, la fragata Lively naufragó en esta misma punta de Koura.
En su testimonio bajo juramento durante la corte marcial a que fueron sometidos
sus oficiales, el comisario de a bordo que estaba de guardia, el cual dio la
alarma de que había rocas a sotavento, dijo que él no vio tierra, sino 'las
crestas de las olas' sobre las rocas a la distancia aproximada de un cuarto de
milla. Y yo puedo añadir que en aquel momento soplaba sólo una brisa cualquiera
y no un ventarrón semejante al que se había desatado cuando San Lucas y San
Pablo pasaron por aquel derrotero. . .
"San Lucas dice que naufragaron
en Malta (Melita), y yo he mostrado que la nave fue llevada a la deriva en esa
dirección.
"El próximo paso es interesante. ¿Cuánto se había alejado la
nave de la isla de Clauda a la medianoche del decimocuarto día? La contestación
a esa pregunta depende de la velocidad del movimiento a la deriva y del tiempo
transcurrido. Desde que vine a Malta he entrevistado a muchos capitanes que han
navegado por el Mediterráneo durante muchos años, y durante la guerra han estado
navegando en forma regular entre Malta y Creta, en cuanto a cuál pudo haber sido
la velocidad 452 por hora de un barco como el que había llevado a San Pablo a la
deriva. El consenso general de opinión fue que la velocidad sería de una a dos
millas por hora, probablemente una milla y media o sea 36 millas en 24 horas
[unos 58 km].
"Me ocuparé ahora del tiempo transcurrido. San Lucas
cuenta el tiempo desde el día que la nave dejó Buenos Puertos. En el vers. 19
oímos hablar del tercer día, el día que lo precede se denomina el 'siguiente
día', lo cual nos lleva al 'primer' día, tanto para la tempestad como para el
viaje. Parece como si los acontecimientos aquí descritos en el primer día deben
haber ocupado una considerable parte de él. Por lo tanto, el tiempo empleado en
navegar a través del mar de Adria desde el momento que dejaron la isla de Clauda
hasta que se dieron cuenta de la cercanía de la tierra, en la medianoche del
decimocuarto día, da un total de 13 días completos y una fracción de día.
Tomando la velocidad calculada del movimiento a la deriva de la nave como de 36
millas por día, y siendo el tiempo transcurrido 13 l/4 días, todo lo que tenemos
que hacer es multiplicar 36 por 13 l/4 para encontrar la distancia calculada que
es de 477 millas (768 km) y el derrotero como Norte 82 Oeste.
"¿Cómo se
compara esto con el verdadero curso y la verdadera distancia entre la isla de
Clauda y la entrada a la bahía de San Pablo en Malta, como lo determinaría un
navegante de hoy día? Tomando una reciente carta de navegación del almirantazgo,
correspondiente al Mediterráneo, encontramos que la dirección desde un punto a
sotavento de Clauda hasta la bahía de San Pablo en Malta, es Norte 82, 17 Oeste,
y la distancia es 476.6 millas. De aquí que, de acuerdo con estos cálculos, un
barco que comenzara a navegar tarde por la noche desde Clauda, hasta la
medianoche del decimocuarto día estaría en algún lugar entre un cuarto de milla
y una milla de distancia de la entrada de la bahía de San Pablo en Malta. Admito
que una coincidencia tan exacta como ésta puede ser hasta cierto punto casual;
pero es una casualidad que no podría haber sucedido si hubiera habido alguna
inexactitud del autor del relato respecto a las numerosas circunstancias de las
cuales dependen estos cálculos, o si la nave hubiera naufragado en cualquier
otro sitio y no en Malta, porque no existe otro lugar que concuerde, ya sea en
nombre o en la descripción, dentro de los límites a los cuales debemos ceñirnos
por los cálculos que corresponden con el relato.
"La nave se aproxima
ahora a la terminación de su desastroso viaje. Aún no se divisa tierra, pero
para los vigilantes sentidos de los "marineros", el sonido o la aparición de
rompientes les dice que la costa está próxima, o en el lenguaje náutico de San
Lucas, que 'estaban cerca de tierra'. Tales indicios eran los precursores
comunes de la destrucción. Aquí se exige un despliegue de presencia de ánimo,
presteza y habilidad náutica, que no podrían ser superados hoy día, y por esto,
con la protección de la Providencia, se salvaron las vidas de todos los que
estaban a bordo. La esperanza que habían perdido fue recuperada. Ya podían echar
mano del último recurso de una nave que se hunde: hacerla encallar. Pero
intentar eso antes de que amaneciera hubiera sido precipitarse a una destrucción
segura. De ser posible debían tratar de anclar la nave y mantenerla hasta el
amanecer, cuando quizá podrían descubrir alguna ensenada en la cual pudieran
encallar la nave. . .
"Cuando amaneció no reconocieron el lugar, pero al
ver una ensenada decidieron, si era posible, encallar la embarcación en ella.
Cortaron los cables, abandonaron las anclas en el mar, y soltando las amarradura
de los timones y levantando el artémón (trinquete), se prepararon para encallar
la nave. Eligieron un lugar donde se encontraban 'dos aguas' y enfilaron la
embarcación de proa para
encallarla, lo que explica que la anclaron por
la popa, pues así se mantuvo la nave en la posición debida para vararla. . .
"Una vez que todos desembarcaron sin novedad, sólo queda por ver si el
lugar corresponde con la descripción que San Lucas hace de él. El primer detalle
que se menciona es que a medianoche los marineros sospecharon la proximidad de
tierra, evidentemente sin haberla visto. Ahora bien, cualquier nave que viniera
en esa misma dirección al entrar en la bahía de San Pablo pasaría a un cuarto de
milla de una punta rocosa que se destaca y forma su entrada oriental, en la cual
a esa distancia pueden verse las rompientes, así como fueron vistas por el
comisario del Lively , aunque no podía ver tierra.
"Temiendo estrellarse
en las rocas que en ese momento estaban cercanas a sotavento, anclaron por la
popa y esperaron a que amaneciera. En esto, como en las otras ocasiones, 453
manifestaron pericia náutica y sabia previsión, porque cuando amaneció todo lo
que tenían que hacer era izar el trinquete, cortar los cables de las anclas, y
el barco estaba en condiciones de ser dirigido a la playa fácilmente. El lugar
donde las dos aguas o corrientes se encontraban fue sin duda la abertura entre
la isla Salmoneta y la costa; y hasta el día de hoy se juntan allí las dos
aguas.
"El segundo detalle mencionado por San Lucas es la profundidad
del agua en el momento cuando les pareció que estaban cerca de alguna costa.
Echaron la sonda y encontraron 20 brazas, y un poco más tarde echaron de nuevo
la sonda y hallaron 15 brazas. El que esto escribe descubrió que había 20 brazas
frente a la punta de Koura, en el lugar donde se supuso que estuvo la nave, y 15
brazas en la ruta que siguió, a un cuarto de milla de la costa en el lugar donde
ellos anclaron la nave por la popa. . .
"En nuestra investigación hemos
visto que cada declaración referente a los movimientos de esta nave desde el
momento cuando salió de Buenos Puertos hasta que se encalló en Malta, como lo
narra San Lucas, ha sido verificada mediante evidencias externas e
independientes con un grado de mucha exactitud y satisfactoriamente; que las
declaraciones de San Lucas en cuanto al tiempo que la nave permaneció en el mar
corresponden con la distancia recorrida, y, finalmente, que su descripción del
lugar al cual llegaron concuerda con el lugar tal como es. Todo esto prueba que
San Lucas hizo realmente el viaje como lo describe, y más aún: ha demostrado ser
un hombre cuyas observaciones y declaraciones pueden tomarse como sumamente
fidedignas y precisas. El capítulo 27 del libro de los Hechos es una sencilla
enumeración de realidades. Por lo tanto, concluyo con Bres: `O no hay
certidumbre moral en los hechos históricos, o debe admitirse que San Pablo
naufragó en Malta"'.
CBA T6
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