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CBA SEGUNDA EPÍSTOLA A LOS CORINTIOS Capítulo 7

CBA: 2ª Epístola a Los Corintios capítulo 7
1. Amados. 

" Los seres humanos deben reflejar el amante carácter de Dios en sus relaciones con los otros miembros de la familia de la fe. La verdadera religión siempre estimula la ternura de corazón. " 

Tales promesas. 

" Es decir, las promesas registradas en el cap. 6: 17-18 (cf. 2 Ped. 1: 4). En 2 Cor. 7: 1 termina la secuencia de pensamientos comenzada en el cap. 6: 14. Debido a esas grandes promesas, los corintios debían esforzarse por la perfección del carácter. Estos gloriosos privilegios se pierden cuando se permite que la impiedad y la impureza entren en la vida, pues descalifican a los hombres para ser hijos de Dios. Para que los creyentes participen en una relación íntima con Dios, deben experimentar la limpieza continua que efectúa el poder de Dios y también el constante crecimiento del carácter cristiano. La comunión con el mundo sólo es para los que están alejados de Dios. " 

Limpiémonos. 

" No podemos limpiarnos a nosotros mismos pues no hay poder inherente en el hombre para eliminar el pecado (Rom. 7: 22-24). El creyente puede llegar a la santidad únicamente si permite que Dios obre en él y por medio de él (Fil. 2: 12-13; cf. 1 Ped. 1: 22). El cristiano debe hacer uso del medio dispuesto por Dios para la limpieza. Dios despierta la voluntad para que los seres humanos puedan ejercerla. La armadura de Cristo está a disposición de todos los cristianos, pero es suya la responsabilidad de revestirse de ella (Efe. 6: 10-11 ). El poder y la gracia de Dios son ineficaces para el que tiene una mente y una voluntad completamente pasivas. Dios está con el que lucha "la buena batalla de la fe" " , y le dará la victoria (1 Tim. 6: 12; ver com. Rom. 8: 37). 

Contaminación. 

Cuando esta admonición se aplica a la carne, se refiere a todas las clases de pecado que se cometen mediante las facultades corporales. Cuando se aplica al espíritu, se refiere a los pecados de la mente, como los malos pensamientos, el orgullo y la ambición. Ver com. Mar. 7: 15, 23; 2 Cor. 10: 4-5. 

Perfeccionando. 

Gr. epiteléÇ, "cumplir", "realizar", "completar". Pablo aquí habla del 877 crecimiento presente que Finalmente lleva a alcanzar la meta. 

Santidad. 

Ver com. Mat. 5: 48; 2 Ped. 3: 18. La santificación es obra de toda la vida, algo que no se logra por un solo acto o en un momento determinado en esta vida. Se indican dos etapas de la vida cristiana. La primera es la justificación, o sea la limpieza espiritual y el hecho de vestirse con el hombre nuevo "creado. . . en. . . santidad" " (Efe. 4: 24). La segunda es la santificación, o sea el desarrollo continuo del nuevo hombre hasta la perfección. La primera sólo puede ser producida por Dios con el consentimiento, arrepentimiento y aceptación del hombre; la segunda sólo es alcanzada por la gracia de Dios, cuando colaboran Dios y el hombre a través de toda la vida del creyente (Fil. 3: 12-14). 

La justificación es la entrada a la santidad. Comprende la remisión de los pecados, la reconciliación y la regeneración. La persona debe corregir su rumbo antes de que pueda marchar bien. En la justificación lo primero que se requiere del creyente es la fe (Rom. 3: 20, 28). Esta experiencia ocurre exactamente en el umbral o comienzo de la vida cristiana, y debe repetirse en caso de que haya apostasía. En el momento en que una persona se convierte en participante de la naturaleza divina (2 Ped. 1: 4) y se implanta en ella la vida espiritual (Rom. 6: 4), trabaja espontáneamente en activa cooperación con Dios. El cristiano debe colaborar con Dios haciendo suyos los recursos divinos de gracia y poder: estudio de la Biblia y meditación, oración personal y pública, culto privado y público y labor espiritual en favor de otros. El cuerpo está unido con el espíritu en la obra de la santificación ( Cor. 1: 8; Col. 1: 28; 1 Tes. 5: 23). Ver com. Rom. 3: 28; 4: 3, 8. 

La cooperación con Dios en la obra de la santificación exige una aceptación incondicional de la norma de santidad de Dios. La norma original es la naturaleza y el carácter de Dios (Exo. 15: 11; Isa. 6: 3; Mat. 5: 48; 1 Ped. 1: 15; Apoc. 4: 8). Para que el hombre pueda entender algo del santo carácter divino, Dios nos ha dado su santa ley, que es una copia de su carácter (Sal. 19: 7-10; Rom. 7: 12) y resume la clase de carácter que él quiere que desarrollemos. A medida que la vida se rige cada día por la norma divina, la gracia y el poder de Dios transforman el carácter del hombre a semejanza del perfecto carácter divino (ver com. 2 Cor. 3: 18). Así se restaura la imagen del Creador que el hombre perdió cuando pecó (Gén. 1: 26-27; 2 Cor. 3: 18). La adquisición de un carácter semejante al de Cristo es una obra de toda la vida. Sólo cuando termine el tiempo de prueba, el cristiano que firme y fielmente haya buscado la santidad será "santo... todavía" (Apoc. 22: 11-12). Muchos que se llaman cristianos están muy lejos de la santidad y de la verdadera santificación, porque ignoran o estiman livianamente la norma de santidad de Dios. Están satisfechos con una obediencia mediocre y mezquina, y sólo aspiran a la apariencia de la piedad vacía de su poder (ver com. Mat. 7: 21-27; 2 Tim. 3: 5). 

La santidad de la cual habla Pablo sólo se adquiere mediante un contacto vital y espiritual con Dios, contacto que ocurre por medio de la comunión con Dios, de un estudio de su Palabra (Juan 17: 17; 1 Ped. 1: 22) y por la mediación del Espíritu Santo (Rom. 8: 26; 2 Tes. 2: 13). 

El temor de Dios. 

Ver com. Sal. 19: 9. La verdadera santificación tiene lugar en la vida del creyente que siempre está consciente de que se encuentra en la presencia de Dios. Una santa reverencia ante Dios es esencial para la perfección de la santidad. El estar consciente de la presencia divina induce a la verdadera reverencia. Cuando el ojo de la fe contempla a Dios, se produce en el alma un intenso odio por el pecado y un ferviente deseo de rectitud. Temer a Jehová significa vivir cada momento bajo el ojo paternal de un Dios santo. El temor de Jehová es la base del culto, la obediencia y el servicio santo. 

2. Admitidnos. 

Es decir, haced lugar para nosotros en vuestros corazones. " "Ensanchadnos vuestros corazones" " (BJ). " "Dadnos cabida en vuestro corazón" (BC). Después del largo paréntesis (cap. 6: 14 a 7: 1), Pablo continúa con el pensamiento del cap. 6: 11-13. Exhorta a los corintios a que lo reciban como su dirigente y padre espiritual (ver 1 Cor. 4: 15-16). Presenta su profundo afecto suplicándoles fervientemente que le respondan con bondad. Demuestra amor genuino, y no condenación. 

Agraviado. 

Sin duda Pablo pensaba específicamente en las críticas levantadas contra él debido a la forma como trató ciertos problemas. Algunos de los miembros habían desaprobado sus instrucciones acerca del culpable escandaloso de 1 Cor. 5: 1-5, y lo acusaban de haberlo agraviado. Para ellos era 878 indebidamente severo el proceder que el apóstol había prescrito para ese miembro de iglesia. Pero aun en eso el apóstol había procedido con amor en su corazón para la iglesia. Su amor era, en realidad, el que le impedía callar (cf. Prov. 27: 6). 

A nadie. 

En el texto griego se destaca esta frase. Nadie en la iglesia de Corinto -excepto los falsos líderes-, ni en ninguna otra parte, había hecho semejantes acusaciones como las que dichos dirigentes habían lanzado contra el apóstol. Pero él se había comportado de tal manera que su integridad estaba por sobre toda duda. 

Corrompido. 

Gr. ftheirÇ, " "devastar","arruinar" " , traducido como "destruir" en 1 Cor. 3: 17; palabra que se usa tanto para referirse a una doctrina corrupta como para una moral corrupta (2 Cor. 11: 3; Jud. 10; Apoc. 19: 2). 

Engañado. 

Gr. pleonektéÇ, "sacar ventaja", "defraudar". "Explotado" (BJ, NC); "defraudado" " (VM). Los adversarios de Pablo posiblemente lo habían acusado de ser descuidado en cuanto a la gran colecta que había estado solicitando en todas las iglesias para los pobres de Jerusalén (1 Cor. 16: 1-3; 2 Cor. 8: 1-6, 10-14, 20-24). El rechazo de los corintios que no abrieron el corazón a Pablo para aceptarlo, estaba en agudo contraste con la facilidad con que recibían a los falsos apóstoles. Sentían afecto por hombres impíos, corruptos y fraudulentos. ¿No debían acaso dar cabida en su corazón al que no había hecho ninguna de esas cosas? 

3. No lo digo. 

Parece que Pablo temía haber sido juzgado indebidamente (ver com. vers. 2). Temía que los corintios entendieran la insinuación de que no lo habían recibido y la negación del apóstol de los cargos hechos contra él, como una crítica y una condenación contra ellos. Pablo niega una intención tal. Lo habían tratado vergonzosamente y con vil ingratitud, malicia y falsas acusaciones; sin embargo, no los reprende ni condena. 

He dicho antes. 

La declaración del vers. 2 está completamente en armonía con sus previas afirmaciones de amor por ellos (cap. 1: 6; 2: 4; 3: 2; 6: 11-13). El tiempo del verbo en griego permite que armonice lo que había dicho anteriormente con lo que dice ahora. En cuanto a este asunto, no habían cambiado ni el pensamiento ni los sentimientos del apóstol. Pablo nunca se había lamentado por los malos tratos que había recibido. El amor siempre caracterizaba sus reacciones (2 Cor. 4: 10-15; Efe. 3: 13; Fil. 1: 7 

Para morir y para vivir. 

Pablo estaba listo para morir con ellos y por ellos. Los amaba tan profundamente que no podía vivir sin ellos y sin su afecto recíproco. Compárese con el proceder de Moisés hacia Israel y su ruego por él (Exo. 32: 30-32). Lo que sabemos de la iglesia de Corinto, con sus problemas y males morales, difícilmente demuestra que era una iglesia digna de ser amada o deseada. Humanamente no eran dignos del amor y la dedicación que el apóstol les brindaba. Otras iglesias tenían muchos más méritos que la de los corintios, pero a pesar de todo él los amaba (cap. 12: 15). El orden de los verbos "-morir. . . vivir"- puede ser una referencia a la muerte por la cual pasan todos los creyentes cuando aceptan a Cristo y a la nueva vida a la que resucitan para caminar con él (2 Con 4: 11; 6: 9). Esa experiencia debiera ser suficiente para unir sus corazones y vidas en una dedicación mutua y eterna (ver com. Mat. 5: 43-44). 

4. Franqueza. 

Gr. parr'sía (ver com. cap. 3: 12). "Plena confianza" (BJ). Este sustantivo se refiere a la confianza interior y también a la que se expresa con palabras (Efe. 3: 12; 1 Tim. 3: 13; Heb. 3: 6; 10: 35; 1 Juan 2: 28; 3:21; 4: 17; 5: 14). El orgullo que Pablo sentía por los corintios refleja esta confianza íntima. En 2 Cor. 7: 4-16 Pablo reafirma el gozo que le proporcionó el buen informe que le trajo Tito (ver com. cap. 2: 13). Los corintios habían demostrado con anterioridad claramente que rechazaban el consejo y las instrucciones del apóstol, especialmente en el caso del pecador escandaloso. La iglesia estaba dividida, y en muchos corazones había resentimiento contra Pablo. Esta situación ensombrecía el espíritu del apóstol. La intensidad de su lenguaje refleja la profundidad de sus sentimientos para con los corintios. Su gozo sobreabundó cuando recibió noticias de que estaban haciendo lo correcto. Por el contrario, las noticias de que procedían indebidamente le ocasionaron gran angustia. Pero ahora, con la llegada de Tito, habían desaparecido su ansiedad y preocupación. Ahora sí podía hablarles con una franqueza que fluía de un corazón rebosante de felicidad. 

Sobreabundo de gozo. 

Un gozo tal es la antítesis del sentimiento de estar " "abrumados sobremanera" (cap. 1: 8). Ahora Pablo no 879 sólo tenía confianza en los corintios, sino que se jactaba de ellos y era consolado por ellos, por lo cual estaba lleno de sobreabundante gozo. Fue grande su alivio ante el evidente cambio de actitud, por lo menos de la mayoría de los corintios. 

La preocupación que sentía Pablo por el bienestar espiritual de la iglesia corintia es un distintivo del verdadero ministro. Nada puede abrumar más la mente o el corazón de un ministro que el cuidado de las almas. Por el contrario, no hay gozo mayor que el que proviene de una respuesta positiva y procedente del corazón a las exhortaciones presentadas para estimular decisiones correctas y una sana conducta (2 Juan 4; 3 Juan 3-4). En el desempeño de su ministerio el embajador de Cristo debe amonestar, reprochar, aconsejar, señalar el pecado y advertir del castigo, así como consolar e inspirar. 

5. A Macedonia. 

Ver el cap. 2: 12-13. 

Fuimos atribulados. 

Pablo vuelve al relato del cual se había apartado (cap. 2: 13). Ninguna iglesia fundada por Pablo le había provocado tanta ansiedad y tantos sufrimientos como la de Corinto. Esta situación se debía en gran medida a los falsos apóstoles (ver com. cap. 11: 22), los cuales habían seguido a Pablo a Corinto y deliberadamente se propusieron destruir su obra: desacreditaban su apostolado, ridiculizaban su Evangelio y su persona (cap. 10: 10-12), censuraban su carácter, lo acusaban de administrar mal el dinero, de ser cobarde, de insinceridad y de usurpación de autoridad. Probablemente también habían procurado imponer ciertas obligaciones rituales a los conversos gentiles, contrarias a las decisiones de la iglesia (cf. Hech. 15: 1-5, 19-24; Gál. 2: 1-8). 

Además, la feligresía de Corinto estaba dividida en cuatro bandos (1 Cor. 1: 10-12). Uno de los miembros había caído en una gravísima inmoralidad (1 Cor. 5: 1-5), y la iglesia no había tratado correctamente su caso. Algunos eran culpables de pleitear con sus hermanos ante los tribunales paganos (1 Cor. 6: 1-8), otros habían envilecido la Cena del Señor y eran culpables de profanar ese rito sagrado (1 Cor. 11: 20-30), y aun otros habían manifestado un falso celo por los dones espirituales (1 Cor. 14: 1-2, 39-40). 

A pesar de todo esto, Pablo no quería renunciar a su derecho de ser el padre espiritual de ellos. Había establecido la iglesia de Corinto en su segundo viaje misionero (Hech. 18: 1-11), y siempre, a partir de entonces, había trabajado fervientemente a favor de los corintios, o por carta, o mediante enviados personales. 

De fuera, conflictos. 

Pablo se refiere a las luchas enumeradas con mayores detalles en otros pasajes (cap. 11: 23-28; cf. cap. 4: 8-10). 

De dentro, temores. 

Es decir, incertidumbre en cuanto a cómo terminarían las cosas. Esto no significa que Pablo estuviera abatido por el temor (cf. cap. 4: 8-10). 

6. Dios, que consuela. 

Pablo había pasado por un sinnúmero de peligros materiales y persecuciones (cap. 4: 8-12; 6: 4-10; 11: 24-27), pero siempre los había considerado como un privilegio y un gozo (Rom. 8: 18, 35-39). Esas dificultades no eran las que oprimían el espíritu de Pablo, sino los sufrimientos que le ocasionaban sus Hijos en la fe. Sufría mucho por los corintios porque los amaba profundamente. 

La venida de Tito. 

Ver com. cap. 2: 13. 

7. Con su venida. 

El regreso de Tito alivió a Pablo del temor por la seguridad personal de su colaborador. En ese tiempo los viajes eran muy peligrosos. 

El había sido consolado. 

Es indudable que Tito había compartido la preocupación de Pablo por la situación que había en Corinto, y por eso su regocijo significaba más para el apóstol que lo que habría significado si el caso hubiera sido diferente. 

Vuestro gran afecto. 

Mejor "vuestro ardiente deseo" (VM). Es decir, deseo de que Pablo los visitara, ocasión cuando podrían demostrarle personalmente su amor, expresándole con palabras y hechos el afecto que le tenían. La misma palabra griega expresa un deseo semejante en Rom. 1: 11; Fil. 1: 8 ; 1 Tes. 3: 6; 2 Tim. 1: 4. 

Llanto. 

Cuando los corintios comprendieron el sufrimiento y pesar que habían causado a Pablo, se lamentaron y arrepintieron. 

Solicitud. 

Literalmente "celo", esto es, por Pablo. Celo quizá no tanto por seguir las instrucciones de Pablo, como por ponerse al lado del apóstol en la controversia. 

Me regocijé aun más. 

Pablo se sintió lleno de gozo al enterarse de la buena recepción que había tenido su carta entre los corintios, cuán afectuosamente habían dado la bienvenida a Tito, cuán prestamente habían cumplido sus instrucciones, cuán preocupados estaban por el apóstol y cuán afanosamente procuraban arreglar las diferencias con él. 880 Repetidas veces dice que está confortado y consolado (cap. 1: 4; 7: 6-7, 13). Tres frases en particular revelan el efecto favorable de la carta y de la visita de Tito. En cada una de estas tres frases el uso del pronombre les da aun más énfasis: "vuestro gran afecto, vuestro llanto, vuestra solicitud". Así se les hacía saber a los corintios que habían proporcionado a Pablo el consuelo y el gozo de los cuales habla. 

8. Os constriñe. 

Gr. lupéÇ, "provocar pena", "ocasionar dolor" " (cf. vers. 2). La carta anterior que Pablo menciona había sido de severo reproche por los males que prevalecían y eran tolerados en Corinto, y evidentemente había cumplido su propósito (ver com. vers. 7, 11). 

La carta. 

Es decir, 1 Corintios (ver p. 818). 

No me pesa. 

Gr. metamélomai , "lamentar". Después de haber enviado esa carta previa, Pablo seguramente había dudado en cuanto a si había hecho bien en escribirla, pues no sabía si eso era lo que convenía, si se había expresado de la mejor manera posible, si sus palabras reflejaban el debido espíritu o si podía ser mal comprendido. Pablo sentía la ansiedad que cualquiera experimentaría en circunstancias similares. Lo que había hecho no tenía nada de malo, pero albergaba serias dudas en cuanto a si iba a cumplir el propósito que él tenía. Parecía casi inevitable que se produjera una ruptura completa entre Pablo y los corintios. Había la posibilidad de que rechazaran completamente su autoridad apostólica y su liderazgo espiritual. Semejante proceder de parte de una iglesia tan importante como la de Corinto, tendría un efecto desastroso sobre otras iglesias. Estaba en peligro la causa de Dios entre los gentiles. 

Aquella carta. 

1 Corintios (ver p. 818). 

9. Ahora me gozo. 

Afligir a los corintios o causarles pesar era algo que disgustaba a Pablo, pero se consolaba con el pensamiento de que ese dolor y pesar eran transitorios. Además, todo eso debía inducir a la mayoría a un genuino arrepentimiento. Vacilar antes de causar el menor dolor a otros, a menos que sea absolutamente necesario, es un rasgo distintivo del verdadero ministro. Los que se ocupan de herir o de lastimar a la grey o a los pastores de la grey mediante palabras ásperas y actitudes hostiles, revelan su carácter de lobos. 

Arrepentimiento. 

Gr. metánoia, literalmente "cambio de mente". La flexión del verbo que se traduce "pesa" (del verbo metamélomai) en el vers. 8, significa pena, pesar, nada más. En Mat. 27: 3 significa arrepentimiento superficial o falso. Denota reflexionar en nuestro pecado con un agudo sentimiento de pesar, pero sin ningún sentimiento enternecedor o de verdadero cambio de actitud, que caracteriza al verdadero arrepentido. Pero metánoia, denota específicamente un cambio en la mente, e indica que se trata de un cambio positivo que producirá buenos resultados (Mat. 12: 41; Mar 1: 15; Luc. 11: 32; Hech. 3: 19; 26: 20; Heb. 12: 17; Apoc. 2: 5; etc.). 

Una reforma de la vida es una prueba mucho más decisiva del valor del arrepentimiento que la profundidad de nuestro pesar. Ese arrepentimiento fue la clave de la predicación de Juan el Bautista, de Jesús y de los apóstoles (Mat. 3: 2, 8, 11; 4: 17; Mar 2: 17; Hech. 5: 31; Rom. 2: 4; 2 Tim. 2: 25). El verdadero arrepentimiento hace que los ángeles canten de gozo (Luc. 15: 7). Ver com. 2 Cor. 7: 10. 

Según Dios. 

Ver com. vers. 10. 

Ninguna pérdida padecieseis. 

Gr. z'mióÇ , "dañar"; "perjudicar"; en voz pasiva, "sufrir daño". La iglesia se había beneficiado mucho al aceptar y poner en práctica el consejo presentado en la epístola anterior de Pablo. El rechazo de ese consejo habría significado una gran pérdida. El dolor "según Dios" significó un beneficio. La "tristeza del mundo' (vers. 10) habría causado pérdida. 

10. Tristeza. . . según Dios. 

Es decir, en la forma prescrita por Dios y aceptable para él. Este no es el dolor por haber sido descubierto o por temor al castigo. Es el genuino pesar por el pecado, arrepentirse de él, abandonarlo, y la determinación de resistir desde allí en adelante, por la gracia de Cristo, la tentación que conduce a él (ver com. Mat. 5: 3; 1 Juan 1: 9). La vergüenza por haber sido descubierto, el temor ante la posibilidad de ser descubierto, el orgullo herido, o aun un profundo dolor por lo sucedido, nada de esto es "tristeza... según Dios". En esta "tristeza" hay reconocimiento y admisión de que uno ha ofendido a Dios y a sus prójimos, hay un esfuerzo adecuado para reparar la falta y una reorientación de la vida con el propósito de evitar la repetición de las mismas faltas. Todo este proceso sólo es posible en virtud de la gracia de Cristo, que actúa en la mente y en la vida mediante el Espíritu Santo. El 881 verdadero dolor por el pecado es el resultado de que uno reconozca su responsabilidad ante Dios por su conducta, y esto sólo es posible cuando se reconoce esa relación. La mejor ilustración de la diferencia entre el verdadero y el falso dolor por el pecado quizá se encuentra en el contraste entre Pedro y judas durante el juicio de Jesús. Ambos sintieron profundo remordimiento; en el caso del primero hubo verdadero dolor por el pecado, que lo indujo a una nueva vida en Cristo; mientras que en el segundo sólo hubo dolor por las consecuencias, lo que lo condujo a una profunda desesperación y al suicidio. 

Arrepentimiento. . . arrepentirse. 

Aquí, en griego, se usa el sustantivo metánoia y el verbo metamélomai (ver com. vers. 9). El uso de estos dos vocablos en una misma sentencia establece una clara distinción entre ellos. La traducción "arrepentimiento... del cual no hay que lamentarse" refleja bien el significado. 

Tristeza del mundo. 

La tristeza del mundo consiste en setitir pesar por las consecuencias del pecado, pero no por el pecado en sí, y por quedar desacreditado ante el mundo y los amigos mundanos (1 Sam. 15: 30). La tristeza del mundo sólo llega hasta la superficie del problema; no va más allá de la persona ni de sus sentimientos; conduce al pesar y a una angustia más profunda; llena la mente de descontento, el corazón con resentimiento y disgusto, y amarga y acorta la vida. Pero el que verdaderamente se arrepiente nunca se lamenta de haberlo hecho. La "tristeza del mundo" " a menudo hace mayor la desgracia aguijoneando al pecador para que cometa una nueva locura; conduce a la ruina y a la muerte (Gén. 4: 12; 1 Sam. 31: 3-6; 2 Sam. 17: 23; Mat. 27: 3-5). 

11. Contristados. 

Los "frutos dignos de arrepentimiento" (Mat. 3: 8) producidos por los corintios eran una prueba de que se habían arrepentido verdaderamente. Interpretando el dolor de ellos por el informe de Tito, Pablo los alaba por siete características específicas de su arrepentimiento. Las siete manifiestan un cambio completo de actitud. 

Solicitud. 

Gr. spoud', "prisa", "fervor", "diligencia". Hasta este momento los corintios habían sido lentos para actuar con decisión, pero ahora se esforzaban con toda diligencia para enfrentar el pecado y enmendar sus errores. Los que verdaderamente se han arrepentido proceden con el debido cuidado, con diligencia y vigilancia. Se ha observado que los seis siguientes motivos de alabanza para los corintios están en pares. El primer par se refiere a la actitud de la iglesia de Corinto para consigo misma; el segundo, para con Pablo; el tercero, para con el pecador escandaloso de 1 Cor. 5: 1-5. 

Qué. 

Una anáfora o repetición de una palabra al comienzo de cada frase para dar énfasis a cada declaración. 

Defensa. 

Gr. apología, " "defensa verbal" (cf. Hech. 25: 16; Fil. 1: 7, 17; 2 Tim. 4: 16). Los corintios anhelaban que se supiera que ahora desaprobaban su propia actitud anterior. Comprendían que su tolerancia y defensa de ese pecador los había implicado en la culpa de él (1 Cor. 5: 1-5). 

Indignación. 

Tal vez consigo mismos por su proceder anterior para con el pecador escandaloso, y para con los que quizá aún lo apoyaban. Una característica del verdadero arrepentimiento es la sana indignación contra el pecado. Un intenso odio por la impiedad siempre acompaña a un gran amor por la justicia sin embargo, una genuina y justa indignación contra el pecado siempre está acompañada por un amor igualmente grande por el extraviado. 

Temor. 

Los corintios quizá temían que Pablo no creyera que su arrepentimiento era genuino, y que continuaría siendo severo con ellos (cf. 1 Con 4: 21; 2 Cor. 13: 1-10). 

Ardiente afecto. 

O "anhelo", quizá por la restauración de un espíritu de compañerismo y mutua comprensión con Pablo. 

Celo. 

En el trato con el pecador inmoral, como Pablo lo había recomendado (1 Con 5: 1-5). Hasta aquí habían manifestado poca preocupación por el asunto, dando así la impresión de que no lo consideraban muy grave. 

Vindicación. 

O "castigo" " del pecador escandaloso (cap. 2: 6-7; 7: 12). 

Limpios en el asunto. 

Pablo aceptaba sin preguntar el cambio de corazón de los corintios, como se lo había informado Tito, Y aprobaba el proceder de la iglesia al tratar con ese pecador. 

12. Os escribí. 

Ver com. cap. 2: 3. 

No fue por causa del que cometió el agravio. 

Pablo había demostrado, al escribir su carta anterior, su gran preocupación por el buen nombre de la iglesia. Temía que los paganos consideraran con desprecio el cristianismo y que los judaizantes señalaran ese 882 descarado caso de incesto como el resultado del ministerio de Pablo. Ahora que la iglesia había tratado con firmeza al pecador, que él se había arrepentido, y que el buen nombre de la iglesia se había protegido, la preocupación de Pablo se volvió al bienestar espiritual de los individuos implicados en el caso (cap. 2: 68). 

Cometió el agravio. 

El pecador de 1 Cor. 5: 1-5. 

Del que lo padeció. 

Quizá el esposo de la mujer implicada. 

Nuestra solicitud. . . por vosotros. 

Cuando Pablo escribió su carta anterior, su principal preocupación era por la iglesia en conjunto, por su bienestar espiritual y por su reputación entre los incrédulos. 

La pureza de los primeros cristianos era una clara señal que los distinguía de los paganos. La inmoralidad no era objetada por los paganos, y con frecuencia era parte de su culto religioso. Pablo esperaba que las iglesias dieran un testimonio positivo del hecho de que habían superado tales prácticas. El testimonio viviente de la iglesia de hoy día está estrechamente relacionado con la pureza de sus miembros. 

13. Por esto hemos sido consolados. 

Es decir, como resultado de la "tristeza que es según Dios", " experimentada por los corintios (vers. 11-12). 

En vuestra consolación. 

Mejor " "eso es lo que nos ha consolado. Y mucho más que por este consuelo, nos hemos alegrado por el gozo de Tito" " (BJ). Así concuerda con el contexto (vers. 11-13). Como lo demuestra el vers. 11, los corintios ahora sentían "consolación". 

Mucho más. 

El texto griego es muy enfático. Pablo estaba feliz por el informe objetivo de la nueva condición espiritual que prevalecía en la iglesia de Corinto, pero se sentía mucho más contento por el entusiasmo de Tito, quien había estado allí en persona. Pablo había enviado a Tito bajo un cúmulo de preocupaciones y abrumadora ansiedad. Las nefastas noticias que había recibido justificaban su preocupación. Pero los corintios habían recibido a Tito con un afecto tan manifiesto que el apóstol se convenció de cuán genuino era el arrepentimiento de ellos y cuán firme su lealtad a él. El exuberante gozo de Tito inundó el corazón del anciano apóstol. Ver com. vers. 14. 

Confortado. 

En griego, el espíritu de Tito "se refrescó" o "descansó". Compárese con el uso de la misma palabra griega en Mat. 11: 28; Mar. 6: 31; Apoc. 14: 13; etc. 

Por todos vosotros. 

Una razón más para sentirse gozoso quizá sea el número de personas -casi "todos"- que habían demostrado su arrepentimiento y lealtad. Hubo una pequeña minoría que no reaccionó favorablemente (cf. cap. 10: 2). 

14. Si de algo me he gloriado. 

Todas las buenas cosas que Pablo había dicho antes a Tito en cuanto a los corintios, ahora resultaban ser verdaderas, lo que se confirma por el gran entusiasmo de Tito cuando presentó su informe. Pablo ya no tenía que temer que las esperanzas que acarició antes hubieran sido prematuras. Los corintios habían reaccionado mejor de lo que esperaba el apóstol. El les había dicho la verdad cuando los reprochó por faltas graves, pero también dijo la verdad cuando enumeró sus buenas cualidades. Se comprobó la veracidad de todo lo que había dicho. 

15. Cariño. 

Literalmente "entrañas" , el asiento de las emociones (ver Fil. 1: 8; File. 12; 1 Juan 3: 17; com. 2 Cor. 6: 12). Pablo se refiere al tierno afecto de Tito por los corintios. Su reciente visita había hecho que los amara aún más. En ese vínculo de compañerismo Pablo veía el sello de la reconciliación entre él y los creyentes corintios (cap. 7: 16). 

Con temor y temblor. 

Ver com. vers. 11. Otra de las expresiones favoritas de Pablo (Efe. 6: 5; Fil. 2: 12; etc.). Tito no había sido recibido con hostilidad ni amenazado con ser rechazado como podría haberse esperado, sino que había sido acogido con mucho respeto. Los corintios lo habían aceptado como a un mensajero enviado por Dios, le habían demostrado su ferviente anhelo por complacerlo, y sentían el santo temor de que por una u otra razón no llegaran a la altura que se esperaba de ellos. La "tristeza que es según Dios" derriba el orgullo humano. 

16. Confianza en vosotros. 

O "ánimo en cuanto a vosotros". Muchos especialistas en el NT consideran que este versículo es una transición o enlace entre todo lo que Pablo ha escrito en los capítulos anteriores y lo que ahora sigue. Estas palabras pusieron adecuadamente a un lado todos los errores y las incomprensiones del pasado, pues expresaban una verdadera reconciliación. Eran al mismo tiempo una adecuada introducción al tema de la gran colecta para los cristianos pobres 883 de Judea, que con tanta diligencia Pablo fomentaba entre las iglesias de origen gentil. 


CBA T6

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