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CBA SEGUNDA EPÍSTOLA A LOS CORINTIOS Capítulo 13

CBA: 2ª Epístola a Los Corintios capítulo 13
1. La tercera vez. 

Ver com. cap. 2: l; 12:14. 

De dos o de tres testigos. 

Este capítulo es el último mensaje conocido que Pablo escribiera a los corintios. Aún prevalecía en un sector de la iglesia un grave decaimiento espiritual (cap. 12: 20-21), frente a lo cual las cartas anteriores (ver com. cap. 2: 3), una posible segunda visita (ver com. cap. 12:14) y la obra de Tito (cap. 2: 13; 7: 6, 13-14; 12: 18), parecían haber logrado poco o nada. Por eso Pablo advierte a los miembros acerca de ese grupo extraviado (cap. 13:14). Sólo quedaba un camino: tratarlos con firmeza y sin contemplaciones con el poder y la autoridad de Cristo. Anticipando el proceder que él sugería, Pablo cita una conocida ley judaica (Núm. 35: 30; Deut. 17: 6; 19:15), ley a la que recurrió Cristo (Mat. 18: 16). 

Es evidente que en una visita previa Pablo había tratado a ese grupo rebelde con lenidad y había evitado tomar medidas drásticas contra ellos, lo cual se había interpretado como debilidad, y aun como cobardía de parte de Pablo. El se refirió a esa visita como un episodio humillante (cap. 2: 1, 4; 12: 21). Esa minoría insubordinada, en forma descomedida y continua, le pedía pruebas de su autoridad apostólica. Ver com. cap. 2: l; 12: 14. 

2. He dicho antes. 

Es decir, en sus cartas anteriores (ver com. 2 Cor. 2: 3; cf. 1 Cor. 4: 13-19). En la visita anterior hizo lo mismo personalmente (ver com. 2 Cor. 12: 14). Habían sido amonestados repetidas veces y durante un largo lapso. 

Digo otra vez. 

Pablo vuelve ahora a amonestarlos en anticipación de su inminente visita. 

Todos los demás. 

El apóstol dirige esta amonestación a la iglesia en conjunto, no fuera que alguno que no estuviese directamente implicado simpatizara con los culpables. El castigo sin duda incluiría la expulsión (cf. 1 Cor. 5: 5; 1 Tim. 1: 20). La muerte de Ananías y Safira (Hech. 5: 1-11 ) y la ceguera de Elimas (cap. 13: 8-11) eran ejemplos del ejercicio de la autoridad apostólica acompañado de actos divinos de castigo de un carácter especial. Pablo quizá pudo haber anticipado la posibilidad de una demostración milagrosa similar en Corinto. 

No seré indulgente. 

Habían tenido su oportunidad para arrepentirse. Si seguían empecinados en su conducta, serían sometidos a la más severa disciplina eclesiástica. 

3. Buscáis una prueba. 

Los enemigos de Pablo lo habían desafiado para que cumpliera lo que ellos preferían considerar como amenazas. Cuando los miembros de ese grupo extraviado contemplaban a Pablo, veían sólo lo que a ellos les parecía que era: un hombre débil y despreciable (ver com. cap. 10: 10, 12). Se negaban a aceptarlo como embajador de Cristo (cap. 5: 20). Pablo estaba dispuesto a admitir que desde el punto de vista humano era "débil" " (cap. 11: 21, 29); pero insistía en que su fortaleza era "con demostración del Espíritu y de poder" (1 Cor. 2: 3-5; 2 Cor. 12: 10). 

En mí. 

Pablo había sido poderoso en la verdad, en la doctrina, en guiar a los hombres por el camino de la liberación del pecado, en instruirlos para que fueran regenerados espiritualmente, para que realizaran milagros (cap. 12: 12), hasta el punto de que entre los mismos corintios había epístolas vivientes para Cristo (cap. 3: 3). La evidencia de su apostolado era manifiesta para todos los que la examinaran con sinceridad (ver com. cap. 12: 11-12). Tenían pruebas abundantes de que Cristo había hablado mediante Pablo. Sin embargo, los inclinados al mundo no se impresionan con tales evidencias (1 Cor. 2: 14-16). Los enemigos de Pablo en realidad no lo estaban desafiando a él sino a Cristo. 

4. 
Crucificado en debilidad. 

Pablo se solazaba con el pensamiento de que nunca nadie pudo parecer más débil e impotente que Cristo cuando en agonía y oprobio colgaba de la cruz; pero a pesar de todo Cristo vive y es supremamente enaltecido (Fil. 2: 6-9). Todos los que viven en Cristo pueden esperar 923 que compartirán no sólo su humillación, sino también su fortaleza que "se perfecciona" " en la debilidad humana (2 Cor. 12: 9; cf. Rom. 6: 3-6). 

Vive. 

Los rebeldes corintios tenían que vérselas con un Cristo viviente "por el poder de Dios", y no solamente con un Pablo "débil", como ellos pensaban. 

Nosotros somos débiles. 

Pablo admite su debilidad con toda sencillez; pero se gloria en el poder de Cristo que obra en él y por medio del (cap. 11: 30; 12: 9 -10), a pesar de su debilidad. 

El poder de Dios. 

Los corintios habían sido testigos de ese poder, lo habían experimentado, y no podían negar su realidad. 

5. Examinaos. 

En el vers. 5 Pablo comienza a desviar la atención de él, y exhorta a los corintios a que se examinen en forma crítica. ¿Son ellos verdaderos cristianos? Todo seguidor de Cristo puede examinar con provecho cada día su propia vida. Si nos examináramos más a nosotros mismos, criticaríamos menos a los demás. 

Vosotros mismos. 

En griego esta palabra es enfática; es como si Pablo dijera: "Es a vosotros mismos a quienes debéis examinar". La segunda oración también podría leerse así: "Es a vosotros mismos a quienes debéis probar". Muchos de los corintios estaban más dispuestos a constituirse en Jueces de otros que de sí mismos (ver 1 Cor. 11: 31-32; cf. Gál. 6: 4). Los hombres deben primero someterse a sí mismos a la prueba para poder ser Jueces competentes de otros. Debemos estar dispuestos a que se nos aplique la prueba que aplicamos a los demás (ver com. Mat. 7: 1-5). La viga tiene que ser quitada de nuestros ojos. Los seres humanos por lo general se examinan o miran a sí mismos muy favorablemente, y también su carácter y su importancia. Evitan el examen propio para no descubrir que no son todo lo que quisieran ser o piensan que son. Hay pocos que pueden soportar verse como realmente son, pues tal espectáculo con frecuencia es demasiado perturbador para su yo. Esas revelaciones personales, sin el remedio del amor y del perdón de Dios, pueden llevar a los seres humanos a la locura y hasta el suicidio. Pero en lugar de enfrentarse con lo que realmente son, se concentran en las faltas de otros; y al hacerlo pierden de vista sus propias faltas y llegan a convencerse de que son mucho mejores que sus prójimos. Cf. com. 2 Cor. 10: 12. En cuanto a los pasos que se pueden debidamente seguir después del examen propio, ver com. cap. 7: 9-11. 

La fe. 

No en forma doctrinal, sino en un sentido práctico. Pablo se refiere a una profunda convicción respecto a la relación personal que uno tiene con Dios, a la confianza y al santo fervor que nacen de la fe en Cristo como Señor y Salvador. Muchos cristianos nominales piensan que es suficiente probarse a sí mismos en ciertos puntos de menor importancia, como su feligresía en la iglesia, su asistencia a los cultos, diezmos y ofrendas y la observancia del día de reposo. Por supuesto, nada de esto se debe descuidar; pero hay asuntos de mayor importancia que exigen consideración (ver com. Miq. 6: 8; Mat. 19: 16-22; 23: 23). Las cosas de mayor importancia incluyen: experimentar personalmente la gracia salvadora y transformadora de Cristo, la absoluta lealtad a toda la voluntad revelada de Dios, la sinceridad de motivos, y el interés abnegado en nuestros prójimos así como en el hecho de ayudarlos. 

Probaos. 

Gn dokimáz Ç , "probar", "escudriñar íntimamente". Este es un verbo mucho más significativo que "examinar". Dokimáz Ç se emplea cuando se trata de examinar oro y plata (cf. Job 23: 10). 

Jesucristo está en vosotros. 

Es decir, si estáis viviendo los principios de la vida perfecta de Cristo en vuestras vidas (ver com. Rom. 8: 3-4; Gál. 2: 20). 

Reprobados. 

Gr. adókimos, literalmente "fracasados en la prueba". El fracaso, al no pasar la prueba, era una evidencia de que Cristo no estaba en ellos y que no eran cristianos genuinos. 

6. Nosotros no estamos reprobados. 

Pablo sinceramente esperaba que en el concepto de los corintios pasaría la prueba del apostolado. 

7. Oramos. 

No hay muchos ejemplos, ni aun en la Biblia, de un amor para otros tan desinteresado, tan semejante al de Cristo, como el que Pablo revela aquí (cf. Exo. 32: 31-32; Luc. 23: 34; Hech. 7: 59-60; Rom. 9: 3). Había presentado la evidencia de su apostolado, y confiaba en que los corintios creerían que había pasado bien la prueba (ver com. 2 Cor. 12: 11-12). Pablo quedaba vindicado en amor, conocimiento, paciencia, servicio, ministerio y los frutos del Espíritu. La autoridad y el poder de Cristo se habían manifestado por medio de él. 

No para que nosotros aparezcamos aprobados. 

El motivo de Pablo al exhortar a los corintios a que no procedieran mal no era para que así él apareciera como un apóstol genuino (cf. 1 Cor. 9: 2), sino para que ellos pudieran pasar la prueba y demostraran que eran leales cristianos. 

Aunque nosotros seamos como reprobados. 

Aunque no podían ver en él la evidencia de su genuino apostolado, esperaba que dieran la evidencia de ser cristianos verdaderos. Estaba dispuesto a ser considerado como fracasado, si eso podía ayudarles a lograr el éxito. 

8. La verdad. 

Es decir, la verdad como es en Cristo Jesús, la verdad de la salvación como se presenta en la Palabra de Dios (Juan l: 14, 17; 8: 32; Gál. 2: 5, 14). La verdad eterna permanece inmutable a pesar de lo que puedan hacer los hombres. Los enemigos de la verdad siempre han fracasado. Si los corintios seguían fielmente la verdad, no tenían nada de qué temer, pues la verdad hace invencibles a los hombres. Cuando los seres humanos se colocan al lado de la verdad, Dios se hace responsable de su seguridad y de su triunfo eterno. 

9. Nos gozamos. 

En los vers. 7-10 Pablo anima a la iglesia de Corinto a proseguir hasta obtener una completa restauración. Esta era la meta de la esperanza de apóstol para ellos y el motivo principal de su epístola. 

Seámos nosotros débiles. 

Pablo se sentía gozoso de aparecer como débil en el uso de su poder para disciplinar, si de esa manera ellos eran fuertes en las virtudes del Espíritu (ver com. vers. 6) y reflejaban el carácter de Cristo. 

Perfección. 

O "sanidad", "integridad"; perfeccionamiento" (BJ). Pablo anhelaba que sus conversos alcanzaran madurez cristiana, y que cada don, talento, facultad, tendencia y apetito estuvieran en su debido lugar. Deseaba que la iglesia se unificara en amor, que cada miembro del cuerpo funcionara debidamente bajo la dirección del Espíritu que moraba en ellos (1 Cor. 12: 12-3l). 

10. Para no usar. 

Ver com. cap. 10: 2; 13: 2. 

Me ha dado para edificación. 

El propósito de la autoridad del Evangelio es la edificación de la iglesia, la perfección de los santos (Juan 3: 17; 20: 21-23). Aunque sea necesario el ejercicio de una facultad tal por causa de la disciplina, necesariamente queda en segundo lugar. No sería del agrado de Pablo expulsar a un miembro de la iglesia, y sólo como último recurso tomaría una medida severa. 

Satanás y los seres humanos han estado en rebelión contra la autoridad suprema de Dios desde la entrada del pecado. El propósito de Pablo era que los hombres quedaran cautivos bajo el poder de Cristo (ver 2 Cor. 10: 5); pero esto no puede ser hecho por la fuerza, sino implantando en ellos la mente de Cristo. 

11. Por lo demás, hermanos. 

Las últimas palabras de Pablo incluyen una tierna despedida, una admonición final (vers. 11), un saludo de despedida (vers. 12) y una bendición. Su exhortación final incluye cuatro manifestaciones de un verdadero espíritu cristiano, que serían una salvaguardia para los corintios contra los males que los acosaban. 

Tened gozo. 

Cf. Fil. 3: l; 4:4. 

Perfeccionaos. 

Literalmente "sed arreglados", "sed puestos en orden", "sed compuestos". Todo lo que estaba fuera de su lugar debía ser restaurado. Ver com. Mat. 5: 48. 

Consolaos. 

Gr. parakaléisthe, "sed amonestados", "sed exhortados" (ver com. Mat. 5:4), es decir, aceptad el consejo que os he dado; "animaos" (BJ). El verbo parakaleÇ, una de cuyas flexiones es parakaléisthe, y el sustantivo afín parák'lsis, aparecen 28 veces en esta epístola. Los corintios debían animarse y fortalecerse mutuamente para el bien; al hacerlo, no tendrían tiempo para devorarse mutuamente. 

Sed de un mismo sentir. 

Esta frase es particularmente característica de Pablo (Rom. 12:16; 15: 6; Fil. 2: 2; 3:16; 4: 2). La unidad cristiana fue uno de los motivos principales de la última oración de Cristo a favor de sus discípulos (Juan 17: 11, 21-23). La suprema necesidad de la iglesia corintia era "la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz" (Efe. 4:27). 

Vivid en paz. 

O "vivid en armonía". La paz es uno de los grandes legados que Cristo dejó a su iglesia (Juan 14: 27; 16: 33; cf. cap. 20: 2 1, 26; Hech. 10: 36); siempre ha sido una parte esencial del Evangelio cristiano y una prueba de la experiencia cristiana (Rom. 5: l; 10: 15; 14:17, 19; 1 Cor. 14: 33; Efe. 2:14). Hasta donde le sea posible al cristiano, debe vivir "en paz con todos los hombres" (Rom. 12:18). Si la paz exterior no es posible debido a factores sobre los cuales el cristiano no tiene 925 dominio, aún puede disfrutar de paz en su corazón. "Bienaventurados los pacificadores " (ver com. Mat. 5:9). 

El Dios de paz. 

Ver com. Rom. 15:33. 

Y de amor. 

Ver com. 1 Juan 4: 8. 

12. Osculo santo. 

En la antigüedad y en diversas partes del mundo hasta el día de hoy, éste ha sido un saludo cordial. Ese beso se daba en la mejilla, la frente, las manos o aun los pies, pero nunca en los labios; los hombres saludaban así a los hombres, y las mujeres a las mujeres. La costumbre se originó en los días del AT (Gén. 29:13). Expresaba afecto (Gén. 27: 26-27; 1 Sam. 20: 41), reconciliación (Gén. 45:15), despedida (Rut 1: 9, 14; 1 Rey. 19: 20) y homenaje (1 Sam. 10: l). Según Justino Mártir, su uso estaba difundido en relación con la observancia de la Cena del Señor (Primera apología 65). Se generalizó entre los primeros cristianos como una muestra de paz, buena voluntad y reconciliación (Rom. 16:16; 1 Cor. 16: 20; 1 Tes. 5: 26). 

13. Los santos. 

Ver com. Hech. 9:13; Rom. 1: 7. Así se llama a los cristianos por lo común en el NT porque eran llamados a vivir vidas santas. Sin duda Pablo tenía en cuenta especialmente a los cristianos de Macedonia, donde estaba cuando escribió esta epístola. 

14. Gracia. 

Ver com. Rom. 3: 24; 2 Cor. 1: 2. Este versículo es único, porque en todo el NT sólo aparece aquí en su forma completa lo que más tarde se llegó a conocer como la bendición apostólica. Desde los primeros tiempos de la iglesia cristiana se convirtió en parte de la liturgia de la iglesia, y también era pronunciado en el bautismo de los nuevos creyentes y en la despedida de las asambleas cristianas. 

Este versículo junto con Mat. 28:19 proporciona el resumen más completo y explícito de la doctrina de la Trinidad (ver Nota Adicional de Juan l); sin embargo, el orden de los nombres de la Deidad se da aquí en forma diferente del de Mateo. En las epístolas de Pablo el nombre del Padre por lo general precede al del Hijo (Rom. 1: 7; 1 Cor. 1: 3; 2 Cor. 1: 2); pero aquí se invierte el orden. La bendición de despedida en el AT -la bendición aarónica- también era de naturaleza triple (Núm. 6: 24-26). La prueba de toda verdadera experiencia cristiana es compañerismo y comunión con Dios por medio del Espíritu Santo. 

Poco después de enviar esta carta, Pablo hizo otra visita a Corinto, donde pasó tres meses (Hech. 20: 1-3). Durante ese tiempo escribió Romanos y Gálatas. El hecho de que pudiera hacerlo Sugiere que los creyentes de Corinto aceptaron su segunda epístola y procedieron de acuerdo con los consejos dados en ella. En Romanos, Pablo da a entender que recibió una bondadosa bienvenida en Corinto (Rom. 16: 23); además, la colecta de Corinto para los pobres de Jerusalén tuvo éxito (Rom. 15: 26-28). Los registros de los primeros cristianos no dan más informaciones acerca de la iglesia de Corinto sino hasta fines del siglo I, donde Clemente Romano dirigió una carta a los corintios. 

En la RVA aparecía a manera de apéndice y con letra más pequeña la siguiente adición: "La segunda Epístola a los Corintios fue enviada de Filipos de Macedonia con Tito y Lucas". Esta nota sólo aparece en manuscritos posteriores al siglo VIII. 

CBA T6

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