1. La tercera vez.
Ver com. cap. 2: l; 12:14.
De dos o de tres testigos.
Este capítulo es el último mensaje
conocido que Pablo escribiera a los corintios. Aún prevalecía en un sector de la
iglesia un grave decaimiento espiritual (cap. 12: 20-21), frente a lo cual las
cartas anteriores (ver com. cap. 2: 3), una posible segunda visita (ver com.
cap. 12:14) y la obra de Tito (cap. 2: 13; 7: 6, 13-14; 12: 18), parecían haber
logrado poco o nada. Por eso Pablo advierte a los miembros acerca de ese grupo
extraviado (cap. 13:14). Sólo quedaba un camino: tratarlos con firmeza y sin
contemplaciones con el poder y la autoridad de Cristo. Anticipando el proceder
que él sugería, Pablo cita una conocida ley judaica (Núm. 35: 30; Deut. 17: 6;
19:15), ley a la que recurrió Cristo (Mat. 18: 16).
Es evidente que en
una visita previa Pablo había tratado a ese grupo rebelde con lenidad y había
evitado tomar medidas drásticas contra ellos, lo cual se había interpretado como
debilidad, y aun como cobardía de parte de Pablo. El se refirió a esa visita
como un episodio humillante (cap. 2: 1, 4; 12: 21). Esa minoría insubordinada,
en forma descomedida y continua, le pedía pruebas de su autoridad apostólica.
Ver com. cap. 2: l; 12: 14.
2. He dicho
antes.
Es decir, en sus cartas anteriores (ver com. 2 Cor. 2: 3; cf. 1
Cor. 4: 13-19). En la visita anterior hizo lo mismo personalmente (ver com. 2
Cor. 12: 14). Habían sido amonestados repetidas veces y durante un largo lapso.
Digo otra vez.
Pablo vuelve ahora a amonestarlos en anticipación
de su inminente visita.
Todos los demás.
El apóstol dirige esta
amonestación a la iglesia en conjunto, no fuera que alguno que no estuviese
directamente implicado simpatizara con los culpables. El castigo sin duda
incluiría la expulsión (cf. 1 Cor. 5: 5; 1 Tim. 1: 20). La muerte de Ananías y
Safira (Hech. 5: 1-11 ) y la ceguera de Elimas (cap. 13: 8-11) eran ejemplos del
ejercicio de la autoridad apostólica acompañado de actos divinos de castigo de
un carácter especial. Pablo quizá pudo haber anticipado la posibilidad de una
demostración milagrosa similar en Corinto.
No seré indulgente.
Habían tenido su oportunidad para arrepentirse. Si seguían empecinados
en su conducta, serían sometidos a la más severa disciplina eclesiástica.
3. Buscáis una prueba.
Los enemigos
de Pablo lo habían desafiado para que cumpliera lo que ellos preferían
considerar como amenazas. Cuando los miembros de ese grupo extraviado
contemplaban a Pablo, veían sólo lo que a ellos les parecía que era: un hombre
débil y despreciable (ver com. cap. 10: 10, 12). Se negaban a aceptarlo como
embajador de Cristo (cap. 5: 20). Pablo estaba dispuesto a admitir que desde el
punto de vista humano era "débil" " (cap. 11: 21, 29); pero insistía en que su
fortaleza era "con demostración del Espíritu y de poder" (1 Cor. 2: 3-5; 2 Cor.
12: 10).
En mí.
Pablo había sido poderoso en la verdad, en la
doctrina, en guiar a los hombres por el camino de la liberación del pecado, en
instruirlos para que fueran regenerados espiritualmente, para que realizaran
milagros (cap. 12: 12), hasta el punto de que entre los mismos corintios había
epístolas vivientes para Cristo (cap. 3: 3). La evidencia de su apostolado era
manifiesta para todos los que la examinaran con sinceridad (ver com. cap. 12:
11-12). Tenían pruebas abundantes de que Cristo había hablado mediante Pablo.
Sin embargo, los inclinados al mundo no se impresionan con tales evidencias (1
Cor. 2: 14-16). Los enemigos de Pablo en realidad no lo estaban desafiando a él
sino a Cristo.
4.
Crucificado en debilidad.
Pablo se solazaba con el pensamiento de que nunca nadie pudo parecer más
débil e impotente que Cristo cuando en agonía y oprobio colgaba de la cruz; pero
a pesar de todo Cristo vive y es supremamente enaltecido (Fil. 2: 6-9). Todos
los que viven en Cristo pueden esperar 923 que compartirán no sólo su
humillación, sino también su fortaleza que "se perfecciona" " en la debilidad
humana (2 Cor. 12: 9; cf. Rom. 6: 3-6).
Vive.
Los rebeldes
corintios tenían que vérselas con un Cristo viviente "por el poder de Dios", y
no solamente con un Pablo "débil", como ellos pensaban.
Nosotros somos
débiles.
Pablo admite su debilidad con toda sencillez; pero se gloria en
el poder de Cristo que obra en él y por medio del (cap. 11: 30; 12: 9 -10), a
pesar de su debilidad.
El poder de Dios.
Los corintios habían
sido testigos de ese poder, lo habían experimentado, y no podían negar su
realidad.
5. Examinaos.
En el vers.
5 Pablo comienza a desviar la atención de él, y exhorta a los corintios a que se
examinen en forma crítica. ¿Son ellos verdaderos cristianos? Todo seguidor de
Cristo puede examinar con provecho cada día su propia vida. Si nos examináramos
más a nosotros mismos, criticaríamos menos a los demás.
Vosotros mismos.
En griego esta palabra es enfática; es como si Pablo dijera: "Es a
vosotros mismos a quienes debéis examinar". La segunda oración también podría
leerse así: "Es a vosotros mismos a quienes debéis probar". Muchos de los
corintios estaban más dispuestos a constituirse en Jueces de otros que de sí
mismos (ver 1 Cor. 11: 31-32; cf. Gál. 6: 4). Los hombres deben primero
someterse a sí mismos a la prueba para poder ser Jueces competentes de otros.
Debemos estar dispuestos a que se nos aplique la prueba que aplicamos a los
demás (ver com. Mat. 7: 1-5). La viga tiene que ser quitada de nuestros ojos.
Los seres humanos por lo general se examinan o miran a sí mismos muy
favorablemente, y también su carácter y su importancia. Evitan el examen propio
para no descubrir que no son todo lo que quisieran ser o piensan que son. Hay
pocos que pueden soportar verse como realmente son, pues tal espectáculo con
frecuencia es demasiado perturbador para su yo. Esas revelaciones personales,
sin el remedio del amor y del perdón de Dios, pueden llevar a los seres humanos
a la locura y hasta el suicidio. Pero en lugar de enfrentarse con lo que
realmente son, se concentran en las faltas de otros; y al hacerlo pierden de
vista sus propias faltas y llegan a convencerse de que son mucho mejores que sus
prójimos. Cf. com. 2 Cor. 10: 12. En cuanto a los pasos que se pueden
debidamente seguir después del examen propio, ver com. cap. 7: 9-11.
La
fe.
No en forma doctrinal, sino en un sentido práctico. Pablo se refiere
a una profunda convicción respecto a la relación personal que uno tiene con
Dios, a la confianza y al santo fervor que nacen de la fe en Cristo como Señor y
Salvador. Muchos cristianos nominales piensan que es suficiente probarse a sí
mismos en ciertos puntos de menor importancia, como su feligresía en la iglesia,
su asistencia a los cultos, diezmos y ofrendas y la observancia del día de
reposo. Por supuesto, nada de esto se debe descuidar; pero hay asuntos de mayor
importancia que exigen consideración (ver com. Miq. 6: 8; Mat. 19: 16-22; 23:
23). Las cosas de mayor importancia incluyen: experimentar personalmente la
gracia salvadora y transformadora de Cristo, la absoluta lealtad a toda la
voluntad revelada de Dios, la sinceridad de motivos, y el interés abnegado en
nuestros prójimos así como en el hecho de ayudarlos.
Probaos.
Gn
dokimáz Ç , "probar", "escudriñar íntimamente". Este es un verbo mucho más
significativo que "examinar". Dokimáz Ç se emplea cuando se trata de examinar
oro y plata (cf. Job 23: 10).
Jesucristo está en vosotros.
Es
decir, si estáis viviendo los principios de la vida perfecta de Cristo en
vuestras vidas (ver com. Rom. 8: 3-4; Gál. 2: 20).
Reprobados.
Gr. adókimos, literalmente "fracasados en la prueba". El fracaso, al no
pasar la prueba, era una evidencia de que Cristo no estaba en ellos y que no
eran cristianos genuinos.
6. Nosotros no
estamos reprobados.
Pablo sinceramente esperaba que en el concepto de
los corintios pasaría la prueba del apostolado.
7. Oramos.
No hay muchos ejemplos, ni aun en la Biblia, de
un amor para otros tan desinteresado, tan semejante al de Cristo, como el que
Pablo revela aquí (cf. Exo. 32: 31-32; Luc. 23: 34; Hech. 7: 59-60; Rom. 9: 3).
Había presentado la evidencia de su apostolado, y confiaba en que los corintios
creerían que había pasado bien la prueba (ver com. 2 Cor. 12: 11-12). Pablo
quedaba vindicado en amor, conocimiento, paciencia, servicio, ministerio y los
frutos del Espíritu. La autoridad y el poder de Cristo se habían manifestado por
medio de él.
No para que nosotros aparezcamos aprobados.
El
motivo de Pablo al exhortar a los corintios a que no procedieran mal no era para
que así él apareciera como un apóstol genuino (cf. 1 Cor. 9: 2), sino para que
ellos pudieran pasar la prueba y demostraran que eran leales cristianos.
Aunque nosotros seamos como reprobados.
Aunque no podían ver en
él la evidencia de su genuino apostolado, esperaba que dieran la evidencia de
ser cristianos verdaderos. Estaba dispuesto a ser considerado como fracasado, si
eso podía ayudarles a lograr el éxito.
8. La verdad.
Es decir, la verdad como es en Cristo Jesús,
la verdad de la salvación como se presenta en la Palabra de Dios (Juan l: 14,
17; 8: 32; Gál. 2: 5, 14). La verdad eterna permanece inmutable a pesar de lo
que puedan hacer los hombres. Los enemigos de la verdad siempre han fracasado.
Si los corintios seguían fielmente la verdad, no tenían nada de qué temer, pues
la verdad hace invencibles a los hombres. Cuando los seres humanos se colocan al
lado de la verdad, Dios se hace responsable de su seguridad y de su triunfo
eterno.
9. Nos gozamos.
En los
vers. 7-10 Pablo anima a la iglesia de Corinto a proseguir hasta obtener una
completa restauración. Esta era la meta de la esperanza de apóstol para ellos y
el motivo principal de su epístola.
Seámos nosotros débiles.
Pablo se sentía gozoso de aparecer como débil en el uso de su poder para
disciplinar, si de esa manera ellos eran fuertes en las virtudes del Espíritu
(ver com. vers. 6) y reflejaban el carácter de Cristo.
Perfección.
O "sanidad", "integridad"; perfeccionamiento" (BJ). Pablo anhelaba que
sus conversos alcanzaran madurez cristiana, y que cada don, talento, facultad,
tendencia y apetito estuvieran en su debido lugar. Deseaba que la iglesia se
unificara en amor, que cada miembro del cuerpo funcionara debidamente bajo la
dirección del Espíritu que moraba en ellos (1 Cor. 12: 12-3l).
10. Para no usar.
Ver com. cap. 10:
2; 13: 2.
Me ha dado para edificación.
El propósito de la
autoridad del Evangelio es la edificación de la iglesia, la perfección de los
santos (Juan 3: 17; 20: 21-23). Aunque sea necesario el ejercicio de una
facultad tal por causa de la disciplina, necesariamente queda en segundo lugar.
No sería del agrado de Pablo expulsar a un miembro de la iglesia, y sólo como
último recurso tomaría una medida severa.
Satanás y los seres humanos
han estado en rebelión contra la autoridad suprema de Dios desde la entrada del
pecado. El propósito de Pablo era que los hombres quedaran cautivos bajo el
poder de Cristo (ver 2 Cor. 10: 5); pero esto no puede ser hecho por la fuerza,
sino implantando en ellos la mente de Cristo.
11. Por lo demás, hermanos.
Las últimas palabras de Pablo
incluyen una tierna despedida, una admonición final (vers. 11), un saludo de
despedida (vers. 12) y una bendición. Su exhortación final incluye cuatro
manifestaciones de un verdadero espíritu cristiano, que serían una salvaguardia
para los corintios contra los males que los acosaban.
Tened gozo.
Cf. Fil. 3: l; 4:4.
Perfeccionaos.
Literalmente "sed
arreglados", "sed puestos en orden", "sed compuestos". Todo lo que estaba fuera
de su lugar debía ser restaurado. Ver com. Mat. 5: 48.
Consolaos.
Gr. parakaléisthe, "sed amonestados", "sed exhortados" (ver com. Mat.
5:4), es decir, aceptad el consejo que os he dado; "animaos" (BJ). El verbo
parakaleÇ, una de cuyas flexiones es parakaléisthe, y el sustantivo afín
parák'lsis, aparecen 28 veces en esta epístola. Los corintios debían animarse y
fortalecerse mutuamente para el bien; al hacerlo, no tendrían tiempo para
devorarse mutuamente.
Sed de un mismo sentir.
Esta frase es
particularmente característica de Pablo (Rom. 12:16; 15: 6; Fil. 2: 2; 3:16; 4:
2). La unidad cristiana fue uno de los motivos principales de la última oración
de Cristo a favor de sus discípulos (Juan 17: 11, 21-23). La suprema necesidad
de la iglesia corintia era "la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz"
(Efe. 4:27).
Vivid en paz.
O "vivid en armonía". La paz es uno
de los grandes legados que Cristo dejó a su iglesia (Juan 14: 27; 16: 33; cf.
cap. 20: 2 1, 26; Hech. 10: 36); siempre ha sido una parte esencial del
Evangelio cristiano y una prueba de la experiencia cristiana (Rom. 5: l; 10: 15;
14:17, 19; 1 Cor. 14: 33; Efe. 2:14). Hasta donde le sea posible al cristiano,
debe vivir "en paz con todos los hombres" (Rom. 12:18). Si la paz exterior no es
posible debido a factores sobre los cuales el cristiano no tiene 925 dominio,
aún puede disfrutar de paz en su corazón. "Bienaventurados los pacificadores "
(ver com. Mat. 5:9).
El Dios de paz.
Ver com. Rom. 15:33.
Y de amor.
Ver com. 1 Juan 4: 8.
12. Osculo santo.
En la antigüedad y en diversas partes del
mundo hasta el día de hoy, éste ha sido un saludo cordial. Ese beso se daba en
la mejilla, la frente, las manos o aun los pies, pero nunca en los labios; los
hombres saludaban así a los hombres, y las mujeres a las mujeres. La costumbre
se originó en los días del AT (Gén. 29:13). Expresaba afecto (Gén. 27: 26-27; 1
Sam. 20: 41), reconciliación (Gén. 45:15), despedida (Rut 1: 9, 14; 1 Rey. 19:
20) y homenaje (1 Sam. 10: l). Según Justino Mártir, su uso estaba difundido en
relación con la observancia de la Cena del Señor (Primera apología 65). Se
generalizó entre los primeros cristianos como una muestra de paz, buena voluntad
y reconciliación (Rom. 16:16; 1 Cor. 16: 20; 1 Tes. 5: 26).
13. Los santos.
Ver com. Hech.
9:13; Rom. 1: 7. Así se llama a los cristianos por lo común en el NT porque eran
llamados a vivir vidas santas. Sin duda Pablo tenía en cuenta especialmente a
los cristianos de Macedonia, donde estaba cuando escribió esta epístola.
14. Gracia.
Ver com. Rom. 3: 24; 2
Cor. 1: 2. Este versículo es único, porque en todo el NT sólo aparece aquí en su
forma completa lo que más tarde se llegó a conocer como la bendición apostólica.
Desde los primeros tiempos de la iglesia cristiana se convirtió en parte de la
liturgia de la iglesia, y también era pronunciado en el bautismo de los nuevos
creyentes y en la despedida de las asambleas cristianas.
Este versículo
junto con Mat. 28:19 proporciona el resumen más completo y explícito de la
doctrina de la Trinidad (ver Nota Adicional de Juan l); sin embargo, el orden de
los nombres de la Deidad se da aquí en forma diferente del de Mateo. En las
epístolas de Pablo el nombre del Padre por lo general precede al del Hijo (Rom.
1: 7; 1 Cor. 1: 3; 2 Cor. 1: 2); pero aquí se invierte el orden. La bendición de
despedida en el AT -la bendición aarónica- también era de naturaleza triple
(Núm. 6: 24-26). La prueba de toda verdadera experiencia cristiana es
compañerismo y comunión con Dios por medio del Espíritu Santo.
Poco
después de enviar esta carta, Pablo hizo otra visita a Corinto, donde pasó tres
meses (Hech. 20: 1-3). Durante ese tiempo escribió Romanos y Gálatas. El hecho
de que pudiera hacerlo Sugiere que los creyentes de Corinto aceptaron su segunda
epístola y procedieron de acuerdo con los consejos dados en ella. En Romanos,
Pablo da a entender que recibió una bondadosa bienvenida en Corinto (Rom. 16:
23); además, la colecta de Corinto para los pobres de Jerusalén tuvo éxito (Rom.
15: 26-28). Los registros de los primeros cristianos no dan más informaciones
acerca de la iglesia de Corinto sino hasta fines del siglo I, donde Clemente
Romano dirigió una carta a los corintios.
En la RVA aparecía a manera de
apéndice y con letra más pequeña la siguiente adición: "La segunda Epístola a
los Corintios fue enviada de Filipos de Macedonia con Tito y Lucas". Esta nota
sólo aparece en manuscritos posteriores al siglo VIII.
CBA T6
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