1. Fe.
Gr. pístis, "fe", "esperanza", "confianza"; también "fidelidad", "confiabilidad". Pístis puede significar una actitud mental o una conducta fiel que es el producto de una actitud de fe. Los dos matices de significado -fe y fidelidad- están íntimamente ligados en todo el capítulo, pues en cada ejemplo de fe que se cita, una actitud de fe fue lo que indujo a actos fieles. El énfasis se hace en los hechos fieles.
El capítulo 11 ilustra ampliamente el principio que se presenta en forma más breve en el cap. 10, especialmente en los vers. 35-39: que la fe y la fidelidad son la necesidad suprema de los que esperan la venida del Señor. Existe el peligro de que algunos pierdan su confianza porque el Señor demora su venida. Para éstos es necesaria la paciencia" a fin de que puedan vivir "por la fe". Ninguno de los personajes ejemplares que se mencionan en esta lista "recibieron lo prometido" (cap. 11: 39); sólo lo vieron "de lejos" (vers. 13). Sin embargo, "todos éstos... alcanzaron buen testimonio mediante la fe". Pero ahora dentro de "un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará" (cap. 10: 37). Si esos dignos personajes de los siglos pasados creían tan plenamente en las promesas, aunque estaban 'lejos" de su cumplimiento (cap. 11: 13), nosotros que hemos de verlas cumplidas dentro de "un poquito", ¿no debiéramos ser también pacientes y fieles?
Certeza.
Gr. hupóstasis, "naturaleza sustancial", "esencia", "ser real", "garantía", y en un sentido más amplio como aquí, "seguridad confiada". Compárese con la palabra arrabón, "arras" " (ver com. 2 Cor. 1: 22). La fe ciega no existe. La fe genuina siempre descansa sobre la firme "sustancia" subyacente de una suficiente evidencia que garantiza la confianza en lo que aún no se ha visto. Hupóstasis se usaba en los papiros antiguos para referirse a los documentos legales por medio de los cuales una persona demostraba que una propiedad era suya. Los documentos no eran la propiedad; sólo demostraban su existencia y su derecho a ella. Por lo tanto, hupóstasis podría traducirse aquí como "título de propiedad": "la fe es el título de propiedad..."
El cristiano considera por fe que ya posee lo que le ha sido prometido. Su plena confianza en Aquel que ha hecho las promesas no deja lugar para incertidumbre alguna en cuanto a su cumplimiento a su debido tiempo. Por lo tanto, la fe capacita al cristiano no sólo para pedir las bendiciones prometidas sino para recibirlas y disfrutar de ellas ahora. La herencia prometida se convierte de ese modo en una posesión presente. Los bienes venideros no dejan de ser sólo un sueño que se cumplirá en el futuro, sino vivientes realidades presentes. Para el ojo de la fe se hace visible lo que de otra manera es invisible.
Lo que se espera.
Es decir, la herencia prometida que poseerán los santos cuando Cristo venga.
Convicción.
Gr. élegjos, que aquí significa "prueba" " (BJ, NC, VM); "argumento" " (BC). " fe no es una creencia abstracta de que existe una evidencia, sino una seguridad establecida, basada en la convicción de que Dios cumple sus promesas. Puede ser que nunca hayamos visto la dínamo que produce la electricidad que usamos, pero estamos seguros de que la presencia de la electricidad es evidencia suficiente de la existencia de la dínamo. Así también debemos creer que nuestra energía física, mental y espiritual es una prueba de la existencia de una Fuente Sobrenatural de vida y poder. Pero la fe no debe confundirse con credulidad, pues la fe se refuerza en cierta medida con la evidencia (ver com. cap. 12: l).
Lo que no se ve.
O sea "lo que se espera": la herencia prometida.
2. Alcanzaron buen testimonio.
O " "se dio testimonio de ellos", "fueron acreditados", "fueron aprobados"; "merecieron testimonio favorable" " (BC). La fe de "los antiguos" los indujo a observar una conducta fiel, la cual a su vez acreditó la realidad de su fe. Su fe les granjeó la aprobación divina. Quizá nos preguntemos cómo algunos de los que se mencionan en este capítulo pudieron alcanzar "buen testimonio". Si en esta lista sólo se incluyeran héroes de la fe impecables, el relato proporcionaría muy poco ánimo para la persona común. Si quienes están sometidos "a pasiones semejantes a las nuestras" (Sant. 5: 17) pudieron alcanzar "buen testimonio", hay toda la razón para creer que hasta los más débiles de los hijos de Dios pueden hacer otro tanto.
3. Por la fe.
O "por medio de la fe", como sucede en el resto del capítulo.
El universo.
Gr. aion , "siglo", "edad", "mundo", generalmente considerado desde el punto de vista del tiempo. Aquí aparece en plural edades o mundos sugiriendo la creación entera a través de los tiempos.
Por la palabra de Dios.
Ver como. Gén. l: 3; cf. Sal. 33: 6, 9. En cuanto al fíat de la creación en contraste con la evolución, ver t. l. pp. 50-74.
Lo que se ve.
Es decir, el mundo natural de la tierra, el mar y el cielo atmosférico, junto con sus diferentes formas de vida.
Fue hecho.
Dios no dependió de materia preexistente. Mediante su omnímodo poder Dios hizo aparecer la materia, y después por medio de ese mismo poder impartió vida a los seres formados con ella. Antes del amanecer de la llamada Era Atómica, uno de los primeros postulados de la ciencia era que la materia es eterna, que no puede ser creada ni destruida; pero los científicos declaran ahora que la materia y la energía son intercambiables. Entonces, ¿porqué parece extraño que un Dios todopoderoso pudiera crear la materia que aún no existía?
Lo que no se veía.
El mundo y todo lo que hay en él fue hecho de la nada, mediante la acción de un poder infinito.
4. Por la fe.
Ver com. vers. 1, 3.
Abel.
El registro del caso de Abel se encuentra en Gén. 4: 3- 10.
Alcanzó testimonio.
O "se dio testimonio de que era justo" " (ver com. vers. 2). Abel percibió por la fe la promesa de un Redentor Su ofrenda no tenía en sí valor expiatorio, pero su fe en la promesa lo indujo a presentar el sacrificio que Dios había ordenado. Dios aceptó sus "ofrendas" como evidencia de su fe.
Dando Dios testimonio.
Dios aceptó la "ofrenda" de Abel y rechazó la de Caín. La diferencia radicaba no sólo en el carácter de las ofrendas sino también en el carácter y la actitud de los oferentes, lo que se reflejaba en los sacrificios que presentaron (ver PP 58-59).
Aún habla.
La fe de Abel ha dado un testimonio vivo a través de los siglos. Había poder en la fe de Abel que lo indujo a cumplir con el proceder que Dios había ordenado, y la poderosa influencia de su fe perdura hasta hoy; "aún habla".
5. Por la fe.
Ver com. vers. 1, 3.
Enoc.
Ver com. Gén. 5: 22.
Traspuesto.
"Trasladado" (BJ, BC, NC). El autor no quiere decir que Enoc tenía fe en que Dios lo trasladaría, sino que fue trasladado como resultado de su fe y su fidelidad; él agradó "a Dios". La inspiración dice que sólo Enoc y Elías fueron trasladados sin ver la muerte.
Enoc tenía, según la cronología sagrada, un poco más de 300 años de edad cuando murió Adán (ver el cuadro del t. 1, p. 195). Para los que eran fieles a Dios, la muerte de Adán tuvo que haber proyectado una sombra de incertidumbre sobre el futuro; pues a pesar de su vida de arrepentimiento y piedad, murió como muere todo pecador Dios, para despejar la nube de incertidumbre que se cernía sobre el futuro y dar a sus hijos fieles 488 les la seguridad de que sería recompensada su vida de fe, trasladó a Enoc, el séptimo patriarca a partir de Adán. Dios demostró en el caso de Adán que "la paga del pecado es muerte"; con Enoc, que "la dádiva de Dios es vida eterna" " (Rom. 6: 23). La traslación de Enoc probó que aunque el pecado separa al hombre de Dios, se ha abierto un camino para evitar esa separación y el hombre puede volver a Dios. Ese camino es el sendero de la fe.
Enoc es un símbolo de los de la última generación que serán trasladados sin experimentar la muerte. Enoc se convirtió en amigo de Dios, caminaba con él, y al fin se fue a vivir con él. Por lo tanto, todos pueden tener buen ánimo. Todo el que sirve a Dios con corazón lleno de fe y camine con él día tras día en medio de las cambiantes vicisitudes de la vida, tendrá una segura entrada en el paraíso de Dios.
Para no ver muerte.
Es decir, para no morir.
No fue hallado.
Por estas palabras se deduce que se buscó a Enoc después de que desapareció. Una búsqueda semejante también ocurrió después de que Elías fue trasladado (ver 2 Rey. 2: 16-18).
Antes que fuese traspuesto.
La piedad de la vida de Enoc era bien conocida por sus contemporáneos.
Tuvo testimonio.
O "se testificó de él". Dios había proporcionado al mundo por medio de Enoc una demostración de la clase de carácter que merece su aprobación. No había ninguna posibilidad de que los hombres preguntaran después de su traslación: "¿cómo puede Dios aceptar a un hombre semejante?"
Agradado a Dios.
La fe de Enoc y su fidelidad a Dios merecieron la aprobación divina. Su vida y su carácter eran una demostración de lo que Dios quiere que sean todos los seres humanos.
6. Sin fe.
O "aparte de la fe", o "aparte de la fidelidad" (ver com. vers. 1). El Creador es infinito y sus criaturas son irremediablemente limitadas, por lo tanto hay cosas que deben aceptar por fe. Creer exactamente lo que Dios dice es el ejercicio más elevado de¡ que sea capaz la mente humana. No hay duda de que debemos creer exactamente lo que Dios dice para que podamos ocupar perfectamente el lugar designado para nosotros en un universo perfecto, pues una comprensión del amor de Dios culmina en la fe. En la persona divino-humana del Salvador por primera vez se unieron un amor semejante al de Dios y la fe humana.
Imposible agradar a Dios.
Es decir, imposible estar a la altura de sus requerimientos, En un universo perfecto no hay lugar para un ser creado que no tiene fe en el Gobernante del universo. Si no hay fe en Dios, sólo puede haber temor y resentimiento, y finalmente desesperación.
Se acerca a Dios.
Es decir, le profesa fidelidad.
Crea que le hay.
Creer que Dios realmente existe es el fundamento primario de la fe cristiana. Por medio de la naturaleza, de su Palabra y de su conducción providencial, Dios ha proporcionado a los hombres toda la comprobación de su existencia que necesitan y pueden utilizar los seres inteligentes (cf. Rom. 1: 20). El autor descarta los conceptos distorsionados de Dios, como los que sostienen los panteístas.
Galardonador.
El autor excluye los conceptos referentes a Dios, como los del deísmo y el universalismo. Es de suma importancia que los hombres respondan al amor de Dios y cumplan con su voluntad revelada, pues " "ha establecido un día en el cual juzgará al mundo" " (Hech. 17: 31), un día cuando "pagará a cada uno conforme a sus obras" " (Rom. 2: 6). La tremenda perspectiva de que algún día estaremos ante el gran juez del universo es, indudablemente, un poderoso incentivo para vivir rectamente. Un gran temor al fuego del infierno nunca salvará a ningún hombre, pero puede ser un factor -un poderoso factor- para sacudirlo y hacerlo salir de su letargo. El infinito amor de Dios, como se revela en Cristo Jesús, proporciona al hombre el único incentivo eficaz para la salvación.
Los que le buscan.
O "procuran encontrarlo". "Buscar" a Dios es esforzarse por entender más plenamente su carácter y su voluntad para los hombres. El autor no quiere decir que Dios deliberadamente ha hecho difícil que los hombres lo hallen; lo que destaca es la necesidad de un deseo ferviente de entender a Dios y llegar a ser como él en pensamiento y carácter.
7. Por la fe.
Ver com. vers. 1, 3.
Noé.
En cuanto al caso de Noé, ver Gén. 6: 13-22.
Cosas que aún no se veían.
No había ninguna evidencia de que pudiera suceder alguna 489 vez una catástrofe como la del diluvio. El hecho de prepararse para ese acontecimiento fue un acto de fe de parte de Noé.
Con temor preparó.
Noé quedó profundamente impresionado por la revelación de que Dios tenía el propósito de destruir la tierra mediante un diluvio, y prestó atención a las instrucciones que se le dieron. Sin embargo, no fue tanto el temor al diluvio que vendría lo que indujo a Noé a construir el arca, sino la fe en lo que Dios le había revelado acerca de la catástrofe.
Condenó al mundo.
La construcción del arca fue un testimonio de la decisión de Noé contra el "mundo", o sea los impíos y su manera de vivir. Su renunciamiento al mundo de ese entonces testificó de su fe en Dios.
Heredero de la justicia.
La fe de Noé, como se reflejó por su fidelidad dinámica en armonía con esa fe, por la gracia de Dios le dio el derecho a ser contado como 'justo". En cuanto a la justificación por la fe, ver com. Rom. 1: 17.
8. Por la fe.
Ver com. vers. 1, 3.
Abraham.
En cuanto a la experiencia de Abrahán, ver com. Gén. 12: 15.
Obedeció.
Creyó lo que Dios le dijo, y procedió de acuerdo con lo que creía. Su fe se manifestó por medio de una fiel obediencia.
Sin saber a dónde.
Abrahán y su familia "salieron para ir a tierra de Canaán" (Gén. 12: 5). Esto no significa necesariamente que en el momento de su partida él sabía cuál sería su destino. Sencillamente "salieron para ir a [lo que resultó ser la] tierra de Canaán". Es obvio que Dios lo instruyó en cuanto a la dirección hacia la cual debían ir y la ruta que debían seguir.
9. Como extranjero.
Abrahán y sus descendientes estuvieron en esta condición durante unos 215 años (ver t. I, p. 194). Los acontecimientos que ocurrieron mientras Abrahán habitó "en la tierra prometida", están registrados en Gén. 12 a 25.
La tierra prometida.
Es decir, la tierra que Dios prometió a Abrahán.
Tierra ajena.
O "tierra extraña" (BJ, BA, BC, NC). Abrahán, Isaac y Jacob vivieron como extranjeros en la tierra que Dios les había prometido. Dios no le dio a Abrahán heredad en la tierra de Canaán, "ni aun para asentar un pie" " (Hech. 7: 5).
Coherederos.
La promesa original incluía a los descendientes de Abrahán; pero Dios repitió las promesas del pacto a Isaac y más tarde también a Jacob.
10. La ciudad.
No hay duda de que no se refiere a ninguna de las ciudades de Canaán de ese entonces. El propósito final de Abrahán era la herencia eterna que Dios ha preparado para aquellos que lo aman y le sirven. Cf. cap. 12: 22; 13: 14.
Fundamentos.
Los fundamentos implican permanencia; las "tiendas" (vers. 9) no tienen fundamentos.
11. Por la fe.
Ver com. vers. 1, 3.
Sara.
Este caso se registra en Gén. 17: 15-21; 18: 9-15; 21: 1-5.
Recibió fuerza.
Sara tenía 90 años cuando nació Isaac. Su esterilidad hasta ese tiempo hizo que la concepción fuera un milagro sumamente impresionante.
Creyó que era fiel.
Humanamente no había base para creer la promesa de Dios de que ella daría a luz un hijo. El único camino era aceptar la promesa por fe. Sara la aceptó sólo porque creía en Dios, y su aceptación de la promesa testificó de su fe.
12. Por lo cual... salieron.
En cuanto al nacimiento de Isaac, ver Gén. 21:1-5.
Ya casi muerto.
Abrahán tenía 100 años, cuando nació Isaac. Nadie puede leer el relato de los sucesos que llegan hasta el nacimiento de Isaac sin quedar impresionado por la falta de fe demostrada por Abrahán (Gén. 15: 2-4; 16: 1-3; 17: 16-17) y Sara (cap. 18: 9-15). Pero finalmente ambos vencieron sus dudas naturales, e Isaac -por el linaje paterno y por el materno- fue un hijo de la fe.
Como las estrellas.
Ver Gén. 15: 5; 22: 17, 13.
Conforme a la fe murieron.
Por fe vieron las promesas a la distancia; estaban persuadidos de la realidad de la herencia prometida. Su fe en esas promesas los hizo renunciar al presente y vivir exclusivamente para el futuro. No entraron en posesión de la herencia, ni de la Canaán terrenal prometida ni del reino eterno.
Todos éstos.
Los fieles desde Abel (vers. 4) hasta Abrahán (vers. 8-12). Sin duda muchos otros durante ese largo lapso fueron aprobados por Dios; pero los personajes aquí mencionados se eligieron como ejemplos resplandecientes del principio de que la fe es el factor decisivo en una vida piadosa.
Creyéndolo.
La evidencia textual establece (cf. p. 10) la omisión de esta palabra. La omiten la BJ, BA, BC y NC. Pero es obvio que creían en la realidad sustancial de la herencia 490 prometida, de lo contrario no hubieran "saludado" a esas promesas.
Saludándolo.
O "dándole la bienvenida". Cf. Juan 8: 56.
Confesando.
O "reconociendo".
Peregrinos sobre la tierra.
Aunque estaban en el mundo se daban cuenta que no eran del mundo. Tenían en vista otro propósito más grandioso. Comprendían la condición transitoria de las cosas de esta vida y la permanencia de las cosas que sólo veían "de lejos" por la fe. Vivían para el futuro, no para el presente.
14. Esto dicen.
Es decir, declaran de sí mismos que son "extranjeros y peregrinos sobre la tierra".
Patria.
Es decir, "tierra natal"; "patria propia" " (BA). Los dignos personajes de antaño dejaron muy en claro que este mundo no era su hogar definitivo, y que eran "extranjeros y peregrinos sobre la tierra". Comprendían que había algo mejor por lo cual vivir que lo que este mundo ofrece.
15. Si hubiesen estado pensando.
0 "si hubieran tenido en mente", "si se hubiesen acordado".
Tenían tiempo de volver.
Abrahán tenía sin duda un buena casa en Harán, como antes la había tenido en Ur de los caldeos. Cuando el hambre azotó la tierra de Canaán (Gén. 12: 10), es razonable que hubiera podido pensar en volver a Harán, donde tenía amigos y parientes cercanos. Pero Abrahán no regresaría a un país del cual el Señor le había ordenado que saliera.
16. Anhelaban.
Gn orégo, en voz media, "aspirar a", "esforzarse por", "desear". Los hombres de fe viven con los ojos fijos en algo mejor que lo que este mundo ofrece. Para ellos sólo las realidades eternas merecen nuestro esfuerzo; contemplan los asuntos del tiempo y de la eternidad en su verdadera perspectiva (ver com. Mat. 6: 24-34).
Dios no se avergüenza.
Dios no se siente avergonzado de ser conocido como Dios de ellos porque reflejan su carácter. Cristo advirtió que en el gran día final él se "avergonzará" de todo aquel que haya intentado "salvar su vida" para ganar lo que el mundo ofrece (ver Mar. 8: 34-38). Además, quien está dispuesto a "perder" su vida, renunciando a ella por Cristo, en realidad la estará salvando.
Les ha preparado.
Cf. Juan 14: 1-3; Apoc. 21: 2.
Una ciudad.
La Jerusalén celestial (ver cap. 12: 22; 13: 14).
17. Por la fe.
Ver com. vers. 1, 3.
Abraham.
Este episodio de Abrahán se encuentra en Gén. 22: 1-9.
Probado.
O "sometido a la prueba" (BJ); "puesto a prueba" (BC, NC). Este caso que se registra en Génesis, comienza con la afirmación de que "probó Dios a Abrahán" " (Gén. 22: 1). Dios sabía de antemano con toda seguridad qué iba a hacer Abrahán; la prueba no era necesaria para que Dios supiera qué haría el patriarca. Pero Abrahán necesitaba pasar por esa vicisitud que lo pondría a prueba para que su fe pudiera maduran Esta fue la experiencia cumbre de su vida.
Ofreció a Isaac.
Ver Gén. 22: 1-19.
Unigénito.
Gr. monogenes, "único", "único de su clase" (ver com. Juan 1: 14). En lo que respecta a número, Isaac no fue el "unigénito" de Abrahán y ni siquiera su primogénito. Isaac fue el "único" hijo de Abrahán en el sentido especial de que fue el único de sus hijos con derecho a ser el heredero del pacto (ver com. vers. 18).
18. En Isaac.
En vista de las repetidas y enfáticas declaraciones de Dios de que Isaac sería aquel por medio del cual se cumplirían las promesas del pacto, fue una demostración sumamente extraordinaria de fe de parte de Abrahán el hecho de que estuviera dispuesto a cumplir con las instrucciones de Dios de que ofreciera a Isaac en sacrificio. A Abrahán debe haberle parecido que Dios le pedía algo que hacía completamente imposible el cumplimiento de sus promesas.
La inserción de esta cita tomada de Gén. 21: 12, en el comentario acerca de la fe de Abrahán, explica el sentido en el cual se refiere a Isaac como el "unigénito" de Abrahán. Isaac era el único hijo de Abrahán que podía ser idóneo como heredero de las promesas del pacto hecho con Abrahán.
19. Pensando.
O "considerando". La fe de Abrahán en el poder de Dios para resucitar a Isaac le dio el valor para ponerse en camino con el propósito de ofrecer a su hijo en sacrificio. Sólo así podía el anciano patriarca reconciliar la promesa de Dios de que Isaac sería su heredero con la orden de Dios de que le quitara la vida. Tener fe en la integridad de una persona que hace una promesa y ordena algo que parece anular esa promesa, es el grado máximo en la perfección de la fe. Abrahán tuvo que haberse dado cuenta de 491 que Dios estaba probándolo; tuvo que haber llegado a la conclusión de que si era necesario Dios resucitaría a Isaac de los muertos. Hasta ese momento ningún ser humano había sido resucitado de los muertos, por lo tanto, la fe de Abrahán era del carácter más elevado.
De donde... también le volvió a recibir.
Para Abrahán su hijo Isaac ya estaba muerto. Cuando Dios detuvo la prueba y devolvió a Isaac a su padre, fue sin duda alguna como si Isaac hubiera regresado de entre los muertos.
20. Por la fe.
Ver com. vers. 1, 3.
Bendijo Isaac a Jacob.
El relato de este hecho está en Gén. 27: 1-40.
Cosas venideras.
Cuando Isaac se dio cuenta del engaño al cual había sido sometido, tuvo, sin duda, que haberle parecido tenebroso el futuro de su familia. Sus planes para Esaú habían sido desbaratados. Estaba físicamente ciego, pero elevó los ojos de su fe y discernió el desarrollo de las "cosas venideras", la manera en la cual se cumpliría el propósito infinito de Dios.
21. Por la fe.
Ver com. vers. 1, 3.
Jacob.
Este caso se registra en Gén. 48: 1-22. Jacob vivió y murió en el exilio. Por eso manifestó fe en las promesas divinas cuando pronunció bendiciones sobre sus hijos.
22. Por la fe.
Ver com. vers. 1, 3.
José.
En cuanto a este episodio, ver Gén. 50: 24-25; cf. Exo. 13: 19. José no tenía una evidencia concreta en la cual basar su esperanza de que la familia regresaría a Canaán y ocuparía el país. Su pedido de que lo sepultaran en la tierra prometida cuando su familia volviera para vivir allí, se basaba en su fe en las promesas de Dios.
23. Por la fe.
Ver com. vers. 1, 3.
Moisés.
Este episodio se halla en Exo. 2: 1-10. Durante la infancia de Moisés la fe de sus padres triunfó sobre "el decreto del rey". La fe en un destino superior al de la esclavitud en Egipto indujo a Amram y a Jocabed a no obedecer el decreto real; y cuando Moisés llegó a la madurez mostró esa misma clase de fe, como lo sigue diciendo el autor de Hebreos (ver cap. 11: 24-29).
24. Por la fe.
Ver com. vers. 1, 3.
Moisés.
En cuanto al relato de los hechos registrados en los vers. 24-29, ver Exo. 2: 11-25; 12: 18-36; 14: 10-3l.
Rehusó.
Moisés rechazó los honores, la jerarquía y el poder del momento debido a su confianza en el elevado destino que Dios le había señalado a él y a su pueblo. Según todas las apariencias, nada podía ser de menos valor que poner la esperanza en tales cosas, pues el pueblo hebreo estaba sometido a la más vil servidumbre en la nación más poderosa de la tierra. Sólo la fe en las promesas de Dios pudo haberlo inducido a rechazar el trono de Egipto.
Hijo de la hija de Faraón.
Ver com. Exo. 2: 5, 10, 15; cf t. 1, p. 202.
25. Escogiendo antes.
Moisés tenía que elegir entre el trono del imperio más grande del mundo, y vincularse con una raza de esclavos.
Ser maltratado.
Fue sometido a maltratos aun como caudillo del pueblo hebreo. Los israelitas eran irremediablemente duros de cerviz y rebeldes, y murmuraban siempre. Moisés escogió un destino que, desde cualquier punto de vista, muy poco le podía ofrecer en cuanto a poder terrenal y renombre.
Deleites... del pecado.
Moisés podría haber razonado que como rey de Egipto estaría en una situación ideal para liberar a su pueblo; pero el Faraón de Egipto también tenía que ser sacerdote de la religión idólatra egipcia. Además, siempre habría estado sometido a las influencias corruptoras de la vida de la corte. Ver com. Exo. 2:11.
26. Vituperio de Cristo.
Es decir, el "vituperio" sufrido por Cristo o por causa de Cristo. Moisés entendía la promesa del Mesías, y se daba cuenta de que en la liberación del pueblo hebreo de Egipto estaba implicado más de lo que los israelitas o los egipcios podían comprender en ese tiempo. Vio a lo lejos por fe la venida de la simiente prometida a Abrahán, por medio de la cual serían bendecidas todas las naciones (ver Gén. 22: 18; cf. Gál. 3: 8, 16).
Tesoros de los egipcios.
Estos incluían al país con todas sus riquezas, el servicio de todo su pueblo, el esplendor de su corte, el poder de su trono y sus ejércitos.
Tenía puesta la mirada.
Sus ojos estaban fijos en las promesas y los privilegios de la relación del pacto. Moisés, como Pablo 15 siglos después (ver Fil. 3: 7-8), cambió voluntariamente la impresionante y brillante gloria y el poder momentáneos por las menos aparentes, aun invisibles, promesas y privilegios del pacto.
Galardón.
El galardón que era más remoto, que sólo podía verse con los ojos de la fe, 492 atraía más fuertemente a Moisés que las recompensas materiales inmediatas que acompañaban al trono de Egipto.
27. Por la fe.
Ver com. vers. 1, 3.
Dejó a Egipto.
Cf. Exo. 2: 15.
No temiendo.
Algunos, apoyados en las circunstancias de la huida de Moisés de Egipto a Madián, a la edad de 40 años, han hecho equivaler esta salida del vers. 27 al éxodo, a la edad de 80 años. Es cierto que la flexión del verbo que se traduce "dejó" (Gr. kataléipo) puede significar sencillamente "salir", pero sin implicar nada más que el hecho de partir. También es cierto que Moisés se enfrentó audazmente con un gobernante iracundo durante todo el tiempo de las plagas, y que el vers. 27 tomado aisladamente podría entenderse como que se aplica al éxodo. Pero en esta breve sinopsis de acontecimientos de la vida de Moisés que reflejan su fe, parece que los vers. 28 y 29 tienen el propósito de abarcar el éxodo. La repetición de la expresión "por la fe" en el vers. 27, parece implicar que el autor consideraba la ocasión allí referida como diferente de otros episodios en la sucesión de acontecimientos referentes a la fe de Moisés (cf. vers. 23-24, 28-29; cf. Ed 59-60).
Según el relato de Exo. 2:11-15 (cf cap. 4:19), parece que el temor de Moisés por su seguridad personal, jugó un importante papel en su decisión de huir de la tierra de Egipto. Pero a pesar de todo, lo que más se destaca en su pensamiento era la suerte de su pueblo y la perspectiva del papel que le correspondería a los hebreos por la promesa hecha a Abrahán. El intento infructuoso de Moisés de iniciar una serie de sucesos que él esperaba que conducirían a la liberación de su pueblo, fue lo que en realidad hizo necesaria su huida a Madián (ver Hech. 7: 25). A pesar de su error, es indudable que tenía fe en que, de alguna manera, Dios aún lo usaría para concretar la liberación de los suyos. Por eso buscó un refugio transitorio desde donde pudiera esperar el desarrollo de los acontecimientos.
Aun antes del incidente con el capataz egipcio (Exo. 2: 11-12) Moisés necesitó una gran fe, siendo como eran las circunstancias, para creer que pudieran cumplirse las promesas del pacto, Y ahora, cuando una equivocación lo había desterrado completamente de Egipto, Moisés tuvo que haber necesitado una fe aún mayor para creer en el cumplimiento de las promesas. ¿Cómo podría un desamparado exiliado en Madián, cuya muerte había sido decretada por un edicto imperial, tener la menor esperanza de liberar a los esclavos del monarca que procuraba matarlo? Si alguna vez tuvo necesidad de demostrar fe fue en tales circunstancias.
28. Por la fe.
Ver com. vers. 1, 3.
Celebró la pascua.
El registro de los acontecimientos que se mencionan en estos versículos se halla en Exo. 12: 1-36. Después de la novena plaga Faraón amenazó de muerte a Moisés si se presentaba otra vez delante de él (Exo. 10: 28). Moisés tuvo que haber necesitado una gran fe para dar las instrucciones en cuanto a la décima plaga, la pascua y el éxodo. Durante las primeras nueve plagas Faraón se había negado obstinadamente a permitir la salida de Israel. No había ninguna razón humana para creer que permitiría hacerlo durante la décima plaga.
29. Por la fe.
Ver com. vers. 1, 3.
Pasaron el Mar Rojo.
En Exo. 14: 10-31 se registra este episodio. La liberación en el mar Rojo del pueblo elegido de Dios se menciona con más frecuencia en todo el AT que cualquier otra manifestación del cuidado divino en favor de Israel en toda su historia. La grandeza de la liberación refleja la magnitud de la crisis, y la magnitud de esa crisis es una medida del grado de fe que necesitaba Moisés, el representante instituido por Dios.
30. Por la fe.
Ver com. vers. 1, 3.
Muros de Jericó.
El registro de este hecho está en Jos. 6: 1-24. Desde el punto de vista militar, el procedimiento empleado por Josué para someter a jericó era una completa necedad; pero las órdenes que impartió concordaban con las instrucciones que Dios le había dado. Como experimentado general él podría haberlas sustituido por lo que le hubiera parecido ser un mejor plan; pero Josué, un hombre de gran fe y también de gran experiencia militar, estaba listo para depositar más confianza en la voluntad revelada de Dios que en sus propios conocimientos bélicos. Su fidelidad al trazar el plan de batalla que Dios le había revelado, testificó elocuentemente de su proeza como hombre de fe.
31. Por la fe.
Ver com. vers. 1, 3.
Rahab.
Este episodio está registrado en los. 2: 1-24; 6: 23-25. El nombre de Rahab puede parecer a primera vista fuera de lugar en esta enumeración de héroes de la fe, pues era pagana y, además, ramera. Pero estas mismas circunstancias hacen que su acto de fe sea aún más notable. Se puede entender mejor la mentalidad de Rahab leyendo Jos. 2: 8-13. Su nombre también aparece en la genealogía de Mateo (ver com. Mat. 1: 5) como uno de los honorables progenitores de Cristo.
32. ¿Qué más digo?
La lista podría alargarse indefinidamente, pero ya se han presentado suficientes ejemplos para mostrar el principio de que la fe y la fidelidad son la esencia de un vivir piadoso.
El tiempo me faltaría.
El propósito del autor no era hacer una lista de todos los fieles de Dios a través de los siglos, sino sólo ilustrar su tema: que la fe y la fidelidad son esenciales para la paciente espera de la venida del Señor y el cumplimiento de sus promesas. La emocionante enumeración quizá ya se había extendido más allá del propósito que el autor había tenido al principio, y se da cuenta de que el espacio no le permite prolongar lo que ha proporcionado un clímax apropiado para el tema del libro. Comenzó con el propósito de mostrar que tenemos un gran sumo sacerdote que ministra a nuestro favor en el santuario celestial, para luego exhortar a todos los cristianos a entrar en la presencia de Cristo por fe (cap. 4: 14, 16); pero en el cap. 11 argumenta que los dignos personajes de la antigüedad vivieron por fe delante de la presencia de Dios. Puesto que ellos disfrutaron de ese privilegio y pudieron permanecer fieles, también nosotros lo podemos.
Gedeón.
Ver Juez. 6 y 7.
Barac.
Ver Juez. 4 y 5.
Sansón.
Ver Juez. 13 a 16.
Jefté.
Ver Juez. 11.
David.
Las proezas de David forman una gran parte de los libros históricos de 1 y 2 Samuel y porciones de otros libros.
Samuel.
El ministerio de Samuel como sacerdote, profeta y juez se registra en 1 Sam. cap. 2 a 25.
Los profetas.
Los profetas sufrieron casi sin excepción debido a su fiel testimonio en favor de Dios (ver Hech. 7: 52).
33. Por fe.
Ver com. vers. 1, 3. El autor no se cansa de mencionar la fe como la esencia del triunfo sobre cada obstáculo. Se podrían escribir largas listas de héroes casi para cada categoría de las proezas enumeradas en los vers. 33-37; pero basta con decir que cada caso era un brillante ejemplo de victoria por la fe.
Conquistaron reinos.
Como Josué y David.
Hicieron justicia.
Como Samuel y Elías. En esta categoría se podrían incluir numerosos jueces y reyes.
Alcanzaron promesas.
Como Abrahán, Josué y Daniel.
Taparon bocas de leones.
Como Sansón, David y Daniel.
34. Apagaron fuegos.
Como los tres héroes hebreos en Babilonia.
Evitaron... espada.
Como los dos espías en Jericó, y como David ante Saúl.
De debilidad.
Como los reyes Ezequias y Josafat.
Se hicieron fuertes.
Como Sansón.
Pusieron en fuga.
Como Josué, Débora y Barac, y Gedeón.
35. Recibieron sus muertos.
Como en el caso de la sunamita y la viuda de Sarepta.
Atormentados.
Como el profeta Jeremías.
No aceptando el rescate.
Es decir, no fueron desleales a sus principios a fin de librarse de la tortura.
A fin de obtener.
Estos dignos personajes de la antigüedad demostraron, sin excepción, que eran valientes y fieles frente a las dificultades y los peligros, debido a la fe que tenían en su corazón de que Dios cumpliría todas sus promesas. Creían que la herencia futura de los justos era digna de cualquier sacrificio y sufrimiento que pudieran afrontar o por el que pudieran pasar en esta vida.
36. Vituperios y azotes.
Esto, más "prisiones y cárceles", lo sufrieron hombres como José, Jeremías, Pablo, etc.
37. Apredeados.
Como Nabot de Jezreel y Esteban.
Aserrados.
De acuerdo con la tradición así murió Isaías.
Puestos a prueba.
Podría presentarse una larga lista de hombres y mujeres nobles que pasaron con éxito por las grandes pruebas de sus vidas.
Muertos a filo de espada.
Como Gedalías, los sacerdotes de Nob y Jacobo el hermano de Juan.
Anduvieron de acá para allá.
Como Elías y David.
38. El mundo no era digno.
El mundo se daba cuenta de cuánto debía a esos dignos personajes, que en realidad eran "la sal de la tierra" (ver com. Mat. 5: 13). El mundo no aprecia hoy la contribución para el bienestar de la humanidad hecha por aquellos que han procurado aplicar principios cristianos a la solución de los problemas del mundo.
Errando.
Ver com. vers. 37.
39. Alcanzaron buen testimonio.
O "aunque bien aprobados". Ver com. vers. 1, 4.
Mediante la fe.
Ver com. vers. 1, 3.
No recibieron lo prometido.
Su fidelidad en momentos de crisis con frecuencia les proporcionó una evidente ayuda o liberación; pero no disfrutaron de la herencia prometida a Abrahán y a los padres. Ver com. vers. 13.
40. Proveyendo.
Gr. problépo, "prever". "Proveer" también significa "prever", del latín pro, "antes", y videre, "ver". Dios previó el fin desde el principio. Sabía que en los siglos futuros habría una multitud muy grande de hombres, mujeres, jóvenes y niños fieles; y en su infinita sabiduría dispuso que los fieles de todos los siglos entraran juntos en la herencia eterna (ver com. 1 Cor. 15: 51-52; 1 Tes. 4: 16-17; 2 Tim. 4: 7-8). En lo que se refiere a recibir la gran dádiva de la vida eterna, nadie tendrá ventaja o prioridad sobre otro.
Alguna cosa mejor.
No alguna cosa mejor de la que él se propuso dar a los fieles de los siglos pasados, sino que, desde nuestro punto de vista, ha sido mejor que Dios nos haya concedido una oportunidad de unirnos a sus filas.
Perfeccionados.
Gr. teleióo, que se usa aquí en voz pasiva: "ser completado", "ser llevado a la perfección". En cuanto al adjetivo afín téleios, ver com. Mat. 5: 48. Ser "perfeccionados" equivale a entrar en la herencia eterna prometida a Abrahán y a los padres (ver com. Heb. 10: 35-38).
Aparte de nosotros.
"Sin nosotros" (BJ, BA, BC, NC). Dios, en su providencia, nos ha concedido tiempo para prepararnos para la entrada en la herencia eterna de los santos. La oportunidad es nuestra como lo fue de los héroes mencionados. En los primeros versículos del cap. 12, el autor presenta su conclusión: "Despojémonos de todo peso,... corramos con paciencia..."
CBA T7
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