1. Apareció.
"Con el cap. 12 comienza una nueva línea profético que continúa hasta el fin del libro. Esta sección presenta a la iglesia de Dios enfrentándose a los poderes del mal y su triunfo final sobre ellos. "
Cielo.
" Se refiere al firmamento, no al ciclo donde mora Dios. En cuanto a la naturaleza de las visiones simbólicas, ver com. Eze.1: 10. "
Señal.
" Gr. s'méion , "señal", "marca", "prenda", de s'máinÇ , "dar señal", "significar", "indicar" (ver com. cap. 1: 1). s'méion se traduce frecuentemente como "milagro" " (Hech. 4: 22; 8: 13); describe un milagro como señal de autoridad (ver t. V, p. 199). En Apoc. 12: 1 s'méion significa una señal que anuncia acontecimientos venideros.
Mujer.
En el AT la verdadera iglesia se simboliza algunas veces por medio de una mujer (Isa. 54: 5-6; Jer. 6: 2). Cuando la iglesia apostató, fue comparada con una mujer corrompida (Jer. 3: 20; Eze. 23: 24). Los mismos símbolos aparecen en el NT (2 Con 11: 2; Efe. 5: 25-32; Apoc. 17: 1-3).
En Apoc. 12 la mujer representa a la verdadera iglesia. Esta mujer, que está por dar a luz a Cristo (vers. 2, 4-5) y es perseguida después de la ascensión de Cristo (vers. 5, 13-17), representa a la iglesia tanto del AT como del NT. Cf. Hech. 7: 38.
Vestida del sol.
Esta luz puede considerarse como una representación de la gloria de Dios, especialmente como se revela en el Evangelio; pero la mujer que representa a la iglesia falsa es descrita, por contraste, como ataviada con ropas escandalosas y con una copa llena de abominaciones (cap. 17: 4).
La luna.
Este símbolo es interpretado por muchos comentadores como un símbolo del sistema de ritos y sombras de los tiempos del AT, los cuales fueron eclipsados por la revelación más plena que llegó por medio de Cristo. La ley ceremonial, que fue cumplida en la vida y la muerte de Cristo, bien podía ser representada por la luna, que brilla con luz que refleja del sol.
Corona.
Gr. stéfanos , una corona de vencedor (ver com. Mat. 27: 29; Apoc. 2: 10), no diád'ma , una corona real (ver com. "diademas", cap. 12: 3).
Doce estrellas.
Los comentadores han aplicado en general este símbolo a los 12 patriarcas a los 12 apóstoles, o a ambos. Puesto que el énfasis principal del cap. 12 es sobre la iglesia del NT, sin duda debe referirse a los 12 apóstoles; pero el cuadro de las 12 tribus también continúa al mismo tiempo en la iglesia del NT (ver com. Apoc. 7: 4).
2. Encinta.
Se presenta a la iglesia en el tiempo en que estaba por nacer el Mesías. Algunos ven una referencia a Isa. 7: 14. En cuanto a la figura de una mujer en estado de gravidez, ver Isa. 26: 17; 66: 7-8.
3. Señal.
Gr. s'méion (ver com. vers. 1).
Dragón escarlata.
Este símbolo o poder se identifica en el vers. 9 como "la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás". Este símbolo representa a Satanás actuando por medio de la Roma pagana, el poder que gobernaba el mundo cuando Jesús nació (ver com. vers. 4; cf. CS 491). El dragón se describe como de color "escarlata", probablemente porque en toda su relación con la iglesia de Dios aparece como perseguidor y destructor de ella. Su propósito ha sido el de destruir a los hijos del Altísimo.
Siete cabezas.
También aparecen siete cabezas en la bestia que Juan vio surgir del mar (Apoc. 13: 1) y sobre la bestia bermeja (cap. 17: 3). Las cabezas del cap. 17: 9-10 se identifican como "siete montes" y "siete reyes". Es, pues, razonable concluir que las siete cabezas del dragón representan poderes políticos que han fomentado la causa del dragón, y por medio de los cuales este ha ejercido su poder perseguidor. Algunos sostienen que el número "siete" se usa aquí como un número que indica plenitud, y que no es necesario identificar precisamente a siete naciones por medio de las cuales haya obrado Satanás. Cf. com. cap. 17: 9-10.
En cuanto a una descripción de la serpiente de siete cabezas en la mitología antigua, ver com. Isa. 27: 1. El Talmud también menciona un dragón con siete cabezas ( Kiddushin 29b).
Diez cuernos.
La bestia de los cap. 13 y 17 también tenía cada una diez cuernos. Algunos sostienen que los diez cuernos del dragón son idénticos a los de las dos bestias, y que los de la segunda bestia (Apoc. 17: 7) son idénticos a los diez cuernos de la cuarta bestia de Dan.7. Para identificar los diez cuernos de la cuarta bestia, ver com. Dan. 7: 1. Otros ven en los diez cuernos del dragón una designación más general de los poderes políticos menos importantes, por medio de los cuales ha obrado Satanás, en contraste con las siete cabezas, que pueden considerarse como una representación de los principales poderes políticos (ver com. "siete cabezas"). Sugieren que el número "diez" puede ser un número redondo, como sucede a menudo en otras partes de las Escrituras (ver com. Luc. 15: 8). Cf. com. Apoc. 17: 9-10.
En sus cabezas.
Las insignias de realeza sobre las cabezas pueden tomarse como una evidencia adicional de que representan reinos políticos (ver com. "siete cabezas").
Diademas.
Gr. diád'ma , literalmente "algo ceñido", de diadéÇ , "ceñir". Esta palabra se usaba para describir la insignia de realeza de los reyes persas, una cinta azul bordeada de blanco, que se usaba sobre el turbante. Después llegó a ser usada como señal de realeza. Diád'ma sólo aparece aquí y en cap. 13: 1 y 19: 12. Diád'ma , que contrasta con stéfanos , también se traduce "corona" en el NT (Mat. 27: 29; 1 Cor. 9: 25; 2 Tim. 4: 8; etc,) Stéfanos era una guirnalda que con frecuencia significaba el premio o trofeo que se daba a los vencedores (ver com. 1 Cor. 9:25).
4. Su cola arrastraba.
Literalmente "su cola está arrastrando". En la visión profético Juan vio la acción mientras ésta ocurría
La tercera parte.
Algunos creen que este acontecimiento se describe con mayores detalles en los vers. 7-9, y que "la tercera parte de las estrellas del cielo" representa una tercera parte de los ángeles celestiales que se unieron con Satanás en su rebelión y fueron expulsados del cielo (ver 1JT 312; 2JT 103). Otros interpretan que estas "estrellas" representan dirigentes judíos, de los cuales había tres clases principales: reyes, sacerdotes y el sanedrín. Interpretan que la tercera parte que fue arrojada en tierra es la realeza, la cual Roma quitó a judá.
Devorar.
Una representación de los esfuerzos de Satanás para destruir al niño Jesús. Para apreciar cuán apropiado es este simbolismo, bastaría recordar el proceder de Herodes cuando oyó el mensaje de los magos (Mat. 2:16). Años más tarde la Roma pagana nuevamente se levantó contra el "Príncipe de los príncipes" (ver com. Dan. 8:25).
5. Un hijo varón.
Literalmente "un hijo, un varón".
Regira... a todas las naciones.
Una alusión a Sal. 2: 8-9, claramente aplicable al Mesías. Los judíos reconocían esta aplicación (Talmud Sukkah 52a). El ser que aquí se describe se identifica en Apoc. 19:13-16 como " "EL VERBO DE DIOS... REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES" " . Ver com. cap. 2:27; 19:15.
Arrebatado.
Una referencia a la ascensión de Jesucristo (Heb. 1:3; 10:12). Para cumplir mejor el propósito de esta profecía, el simbolismo pasa completamente por alto el relato de la vida, obra, sufrimiento, muerte y resurrección de Jesús. Sólo se menciona su ascensión.
6. Desierto.
Gr. ér'mos , "lugar abandona desierto, vacío", "lugar deshabitado". Representa sin duda un lugar de retiro u oscuridad, una región o paraje en donde la iglesia estaría oculta, lejos de la mirada de los hombres. Ver com. cap. 17:3.
Lugar.
A este paraje se hace referencia en el vers. 14 como "su lugar". La idea que encierra este pasaje es que la protección y el asilo del desierto que halló la mujer fueron divinamente escogidos y preparados.
La.
No se dice quienes "la" socorren, pero sin duda se refiere a los diversos instrumentos que Dios usó para proteger, fortalecer y sostener a la iglesia durante el tiempo cuando fue cruelmente perseguida.
Sustenten.
Gr. tréfÇ , "criar", "nutrir". TrefÇ se traduce "sustentada" en el vers. 14. Dios cuida de los suyos. Aun cuando la iglesia es perseguida y condenada al exilio, el Señor la sostiene.
Días.
Este período de 1.260 días se menciona siete veces y en tres diferentes maneras en los libros de Daniel y Apocalipsis: 1.260 días (Apoc. 11: 3; 12: 6), 42 meses (Apoc. 11: 2; 13: 5) y 3 1/2 tiempos (Dan. 7: 25; 12:7; Apoc. 12: 14). Para el cálculo de este período, ver com. Dan. 7:25. Los adventistas creen que este período transcurrió desde 538 d. C. hasta 1798. Durante este período la mano de Dios cuidó de la iglesia, protegiéndola para que no fuera exterminada.
7 Batalla en el cielo.
Juan presenta ahora brevemente la historia del gran conflicto que hubo en el cielo entre Satanás y Cristo, desde su origen hasta el momento en que Cristo triunfó en la cruz (Apoc. 12: 7-9 cf. Col. 2: 14-15), cuando Satanás fue arrojado definitivamente del cielo a la tierra (Apoc. 12: 10-12), y el desarrollo de ese conflicto en la tierra hasta el tiempo del fin (Apoc. 12: 13-16; ver com. Dan. 11: 35). Esta breve reseña queda como trasfondo de la extensa descripción del desarrollo del conflicto durante el tiempo del fin, por medio del cual esa lucha finalmente termina con éxito (Apoc. 12: 17 a 20: 15).
En el cap. 12:9-11 Juan habla más particularmente de la fase del conflicto librado en el cielo en relación con la muerte de Cristo en la cruz. En cuanto a la evidencia del contexto que apoya esta conclusión, ver com. vers. 9.
Aunque el revelador enfoca primordialmente su atención sobre el punto culminante del conflicto, que tuvo lugar en la cruz, la frase "hubo una gran batalla en el cielo" también puede entenderse como que se refiere al tiempo anterior a la creación de la tierra, cuando la hostilidad del dragón comenzó porque Lucifer aspiraba a ser semejante a Dios (ver com. Isa. 14: 13-14; Eze. 28: 12-16). En ese tiempo Satanás fue expulsado del cielo junto con los ángeles que simpatizaban con él (ver 2 Ped. 2:4; Jud. 6). Los ángeles leales no entendieron plenamente entonces todas las consecuencias que estaban implicadas; pero cuando Satanás vilmente derramó la sangre de Cristo, quedó completa y eternamente desenmascarado delante del mundo celestial. Desde ese momento sus actividades fueron aún más restringidas (ver DTG 709).
Miguel.
Gr. Mija'l , una transliteración del Heb. mika'el , que significa "¿quién semejante a Dios?" Miguel es mencionado como "uno de los principales príncipes" (Dan. 10: 13), como "el gran príncipe" " (Dan. 12: 1), y también como "el arcángel" " (Jud. 9). La literatura judía describía a Miguel como el más encumbrado de los ángeles, el verdadero representante de Dios, y lo identificaba como el ángel de Jehová (ver Talmud Yoma 37a; Midrash Rabbah, com. Gén. 18:3; Exo. 3:2). Según el Midrash Rabbah, com. Exo. 12:29, Miguel fue el ángel que vindicó a Israel contra las acusaciones de Satanás. Un examen cuidadoso de las referencias bíblicas a Miguel permite concluir que no es otro sino nuestro bendito Señor y Salvador Jesucristo (ver com. Dan. 10: 13; cf. com. Jud. 9).
Sus ángeles.
Es decir, los ángeles leales, los " "espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación" " (Heb. 1: 14).
Dragón.
Ver com. vers. 3.
Sus ángeles.
Es decir, los ángeles que apoyaron a Satanás en su guerra contra Cristo (ver com. vers. 4).
8 No prevalecieron.
Como la frase "batalla en el cielo" (vers. 7) puede tener una doble aplicación cuando se describe tanto el conflicto inicial en el cielo entre Lucifer y Dios como el que comenzó en la tierra entre Satanás y el Cristo encarnado, las palabras "no prevalecieron" pueden aplicarse apropiadamente a ambas etapas del conflicto, pues Satanás no tuvo éxito en ninguna de las dos.
Ya lugar.
Estas palabras pueden entenderse como una referencia al lugar que una vez poseyeron u ocuparon, o se les había asignado. Lucifer fue una vez el querubín "protector" " (ver com. Eze. 28: 14), y los ángeles que se unieron con él en la rebelión ejercían diversas funciones de responsabilidad. Lucifer y sus ángeles perdieron esas funciones cuando fueron arrojados del cielo.
9 Fue lanzado fuera.
Satanás y sus ángeles fueron expulsados del cielo en las edades pasadas (2 Ped. 2: 4), antes de la creación de este mundo (PP 14-23; cf. PE 145-146; CS 552-554; 3SG 36, 39; 1SP 17-33). Sin embargo, parece que hasta el momento del drama de la cruz podía llegar hasta los seres celestiales, y en un grado limitado, posiblemente como "príncipe de este mundo" (Juan 12:31; Luc. 4:6), pero no como habitante del cielo, podía entrar en los recintos celestiales (DTG 709; cf. HR 26-27; ver com. "en tierra"). Esta puede ser, sin embargo, la expulsión definitiva que ocurrió en la cruz, como lo declaró nuestro Señor (Juan 12:31-32; cf. PP 54-57; DTG 455, 633,706). Es evidente por el contexto (vers. 10-13) que Juan se está refiriendo más específicamente a los sucesos relacionados con el triunfo de Cristo en la cruz. Pueden notarse los siguientes puntos:
1. La proclamación que hace una "gran voz en el cielo" (vers. 10-12) es más o menos un paréntesis, cuyo propósito es explicar el significado de la expulsión de Satanás (vers. 9), en primer lugar a los habitantes del cielo, y luego a los de esta tierra. Después de este paréntesis explicatorio, el vers. 13 continúa la narración de las actividades de Satanás a partir del lugar donde había quedado en el vers. 9. Por consiguiente, los vers. 10-12 constituyen, principalmente, una declaración relativa al estado del plan de salvación en el momento en que Satanás fue "arrojado a la tierra".
2. La primera declaración de la "gran voz" consiste en una serie de hechos relacionados con el triunfo de Cristo en la cruz sobre Satanás: se aseguró el plan de la "salvación", se dio "poder" para resistir los engaños de Satanás, se aseguró el "reino" de Cristo y fue confirmado su "poder" literalmente "autoridad" de ser el Salvador del hombre, el sumo sacerdote y rey (Mat. 28:18; CS 558).
3. La razón que se da en Apoc. 12: 10 para esta cuádruple victoria es muy especifica: que "ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos", lo cual relaciona claramente lo que se ha hecho con la expulsión del vers. 9.
4. En el tiempo de la expulsión de los vers. 9-10, 13, "el acusador de nuestros hermanos" ya los había estado acusando activamente "delante de nuestro Dios día y noche". Es obvio que esta caída ocurrió después de que Satanás había estado acusando durante cierto tiempo a "los hermanos"; por lo tanto, según parece ésta no puede ser la expulsión original de Satanás, la cual fue, por supuesto, antes de la creación de la tierra y de Adán y Eva.
5. El vers. 11 declara específicamente que fue "la Sangre del Cordero" -la muerte de Cristo en la cruz- la que había hecho posible la victoria sobre "el acusador de nuestros hermanos".
El gran dragón.
Ver com. vers. 3.
Serpiente.
Una referencia a la serpiente que engañó a Eva (Gén. 3: 1).
Antigua.
Gr. arjáios , "antiguo", "viejo", de arj' , "principio". "Arcaico" deriva de arjáios . Cf. Juan 8: 44.
Diablo.
Gr. Diábolos , "calumniador" (ver com. Mat. 4: 1).
Satanás.
Gr. Satanás , transliteración del Heb. Sátan , que significa "adversario" " (ver com. Zac. 3: 1).
Engaña.
Gr. PlanáÇ , "hacer errar", "descarriar". "engañar" " (ver com. Mat. 18: 12).
Mundo.
Gr. oikoumén' "el mundo habitado", de oikéÇ , "morar" (ver com. Mat. 4: 8).
A la tierra.
El conflicto en el cielo comenzó debido a los planes para la creación del hombre (ver 3SG 36). Cuando la tierra fue creada y entregada a Adán, Satanás se esforzó para hacer que cayera el hombre que acababa de ser creado. Cuando consiguió que Adán y Eva cayeran, reclamó la posesión de la tierra (ver com. Mat. 4: 8-9); pero lo limitó sus esfuerzos a esta tierra sino que también tentó a los habitantes de otros mundos (ver PE 290). No será sino hasta la segunda venida de Cristo cuando Satanás será completamente confinado a esta tierra durante mil años (ver com. Apoc. 20: 3; cf. PE 290, DTG 455).
10 Una gran voz.
Hay gran regocijo en las cortes celestiales por la expulsión de Satanás y de su hueste.
Ahora ha venido.
El punto crucial de la historia es la cruz (ver com. vers. 7, 9). Los habitantes del cielo bien podían regocijarse porque ahora estaba asegurada la destrucción de Satanás. Ya antes había sido así en el plan de Dios, pero ahora los seres celestiales se unían al canto porque habían visto revelada en el Calvario la malignidad de Satanás contra Cristo.
Salvación.
Gr. sÇt'ría , "liberación", "salvación"; aquí posiblemente "victoria".
Poder.
Gr. dúnamis , "poder", "fuerza". Sin duda se hace referencia a la manifestación de poder que produjo la caída del dragón.
Reino.
Satanás había pretendido que él era el gobernante legítimo de este mundo; pero cuando no pudo conseguir que pecara el Hijo de Dios, quedó asegurado el reino de Cristo.
Su Cristo.
O "su Ungido". Cristo significa "ungido" (ver com. Mat. 1: 1).
El acusador.
Satanás era el acusador de los hermanos en los días del AT (Job 1: 8-12; Zac. 3:1), y ha continuado desempeñando este papel después de la cruz, pero en escala limitada (ver com. Juan 12:31; cf. DTG 709). Los escritos rabínicos frecuentemente presentan a Satanás como el gran acusador (ver Talmud Sanhedrin 89b; Midrash Rabbah, com. Exo. 32: 2).
Hermanos.
Cf cap. 6: 11.
Día y noche.
O siempre que se presentaba la oportunidad.
11 Ellos le han vencido.
La mente del profeta está absorta en la contemplación de los 826 que han sido acusados por el instigador del mal. Piensa en cuánto han sufrido y en las indignidades a las cuales han sido expuestos. Recuerda cómo vencieron a pesar de las dificultades, no por su propia fuerza sino "por medio de la sangre del Cordero".
Por medio de la sangre.
O "en virtud de la sangre", "debido a la sangre". Los santos vencieron a causa de la victoria del Calvario. En cuanto al significado de la "sangre" , ver com. Apoc. 1: 5; cf. com. Rom. 5: 9.
Cordero.
Ver com. Juan 1: 29.
De la palabra.
"A causa de la palabra", o "debido a la palabra".
Del testimonio.
Es decir, su testimonio personal respecto a Jesús y el Evangelio.
Menospreciaron sus vidas. ¡Qué fidelidad! Preferían morir antes que desobedecer a Dios. Ver com. Juan 12: 25.
12 Alegraos, cielos.
Había regocijo en el cielo porque los ángeles y los habitantes de otros mundos sabían que Satanás estaba condenado por la victoria de Cristo en el Calvario.
¡Ay!
Para la iglesia aún habría persecución, por eso sus miembros no podían regocijarse todavía.
Gran ira.
El diablo está airado por su derrota. En vez de sentir remordimiento y pesar por el mal, se sumerge cada vez más profundamente en la iniquidad; sigue adelante con una malignidad intensificada y renovada en sus esfuerzos por perseguir a la iglesia del Dios viviente. Cf. 1 Ped. 5: 8.
Poco.
Gr. olígos , "poco", "pequeño", "escaso", cuando se refiere a un número, cantidad o tamaño; "corto", cuando se refiere a tiempo. Olígos es un término relativo; describe aquello a que se refiere según el sentido del contexto. Olígos se usa para referirse a "unos pocos pececillos" en el relato de la alimentación de los 4.000, en comparación con la cantidad que habría sido necesaria para alimentar a esa multitud (Mat. 15: 34). El número de los que hallan el camino de la vida son "pocos" ( olídos ), comparado con el número de los que escogen el camino de la destrucción (Mat. 7: 14). Jesús puso sus manos sobre "pocos" ( olídos ) enfermos, en comparación con el número de los que podrían haber sido sanados si no hubiera habido tanta incredulidad (Mar. 6: 5).
Olígos se usa ocho veces en el NT con referencia al tiempo. En cinco casos el tiempo está implícito en la palabra (Mar. 6: 31; Sant. 4: 14; 1 Ped. 1: 6; 5: 10; Apoc. 17: 10); en tres casos, el tiempo se expresa mediante una palabra modificada por olígos (Hech. 14: 28 dice literalmente "no poco tiempo"; Heb. 12: 10; Apoc. 12: 12). La duración del tiempo expresada por olígos depende de aquello con lo cual se compara; por ejemplo, el reposo descrito en Mar. 6: 31 que durará olígos , probablemente continuó sólo por pocos días, o a lo sumo pocas semanas. Pero en Sant. 4: 14 olígos describe la duración de la vida de un hombre. En Apoc. 12:1 2 olígos define el período desde la expulsión de Satanás cuando Cristo fue crucificado (ver com. "Fue lanzado fuera"), hasta el fin de la tiranía de Satanás sobre los habitantes de la tierra. Este período se describe como olígos en comparación con el lapso de más de 4.000 años que transcurrieron antes de la crucifixión.
Puede parecer que los 2.000 años que han transcurrido desde la crucifixión, durante los cuales Satanás ha estado trabajando activamente contra la iglesia, no es "poco tiempo", ya sea en sentido absoluto o cuando se compara con los 4.000 años que precedieron a la crucifixión; sin embargo, esta expresión debe entenderse dentro del contexto de todo el contenido del libro de Apocalipsis, que presenta la segunda venida de Cristo como cercana (ver com. cap. 1: 1; cf cap. 22: 20). Si Jesús viene "presto", entonces el tiempo que Satanás tiene para obrar es "poco". Ver com. cap. 17: 10.
13 La mujer.
Ver com. vers. 1. Como el dragón no puede atacar ahora directamente al Hijo de Dios, procura herirlo a través de la madre, persiguiendo a la iglesia, la madre del hijo varón (ver com. vers. 6).
Hijo varón.
Ver com. vers. 5.
14. Dos alas.
El símbolo de alas de águila era familiar para el antiguo pueblo de Dios. Con esta figura se hace referencia a la liberación de los israelitas de manos del Faraón y sus huestes (Exo. 19: 4; Deut. 32: 11). Algunos ven en estas alas un símbolo del apresuramiento con que la iglesia se vio obligada a buscar refugio.
Sustentada.
Ver com. vers. 6.
Un tiempo, y tiempos.
Ver com. vers. 6.
15 Agua como un río.
En Sal. 74: 13 y Eze. 29: 3 el dragón es identificado como un animal acuático, y tal vez por eso se usa la figura del agua como símbolo de destrucción. Satanás procuró destruir a la iglesia cristiana con la inundación de falsas doctrinas, además de la persecución (cf. Apoc. 17:15).
16 La tierra ayudó a la mujer.
Algunos sostienen que "tierra" representa regiones donde había pocos habitantes, en contraste con "aguas" que a veces representa "pueblos", "naciones" y "lenguas" (cap. 17: 15). Destacan que en el tiempo de la Reforma había millones de personas en Europa y el Lejano Oriente, pero que el continente norteamericano estaba muy escasamente poblado, e indican que esta región es la "tierra" que proporcionó alivio a la iglesia perseguida en el Viejo Mundo. Puede incluirse también a los países protestantes de Europa occidental que dieron refugio a los perseguidos. Otros señalan la Reforma protestante como el factor principal para destruir el hechizo que ejercía la iglesia apóstata.
Tragó.
Es decir, hizo ineficaces los medios diseñados para destruir la iglesia.
17 Se llenó de ira.
O "se enfureció". Su fracaso en destruir a la iglesia del desierto intensifica la ira del dragón, y por eso se prepara con gran determinación para hacer guerra contra el pueblo de Dios, específicamente contra "el resto de la descendencia de ella".
Hacer guerra.
Es, sin duda, un intenso esfuerzo por destruir a la iglesia cristiana. Su empeño supremo en este sentido aún está en el futuro (ver com. cap. 13: 11-17; 16: 12-16; cf. CS 650).
El resto.
Gr. loipós , "lo que queda", de leípÇ "abandonar"; "dejar atrás". Ver la Nota Adicional al final de este capítulo.
Guardan los mandamientos.
El hecho de que el remanente sea identificado de esta manera, indica que los mandamientos de Dios es especialmente en pugna en esta lucha entre el dragón y la iglesia (ver com. cap. 14: 12; CS 498- 503).
Testimonio de Jesucristo.
En el texto griego esta frase puede entenderse como " testimonio" que los cristianos dan respecto a Jesús, o como el "testimonio" que se origina con Jesús y es revelado a su iglesia por medio de los profetas (ver com. cap. 1: 2). Una comparación con el cap. 19: 10 claramente favorece la segunda interpretación. El "testimonio de Jesucristo" se define como "el espíritu de la profecía", lo que significa que Jesús da testimonio o seguridad a la iglesia por medio de las profecías.
La estrecha relación entre el "testimonio de Jesús" y la profecía se demuestra, además, al hacer una comparación entre los cap. 19: 10 y 22: 9. En el cap. 19: 10 el ángel se identifica como un "siervo contigo, y con tus hermanos que tienen el testimonio de Jesús", y en el cap. 22: 9 como "siervo contigo, y con tus hermanos los profetas". Según la razonable conclusión que estas dos expresiones del ángel son paralelas, entonces los que tienen el testimonio de Jesús pueden ser identificados con los profetas. Puesto que la obra distintiva de los profetas es llevar los mensajes de Jesús al pueblo (ver com. cap. 1: 1), la interpretación de que el testimonio de Jesús se refiere al "testimonio" que él tiene para la iglesia, queda firmemente apoyada. Los Adventistas del Séptimo Día interpretan el pasaje de este modo, y creen que el "resto" (o "remanente") se distinguirá por la manifestación del don de profecía en medio de ellos. Creen que el "testimonio de Jesucristo" es el testimonio de Jesús entre ellos mediante el don profético. Ver Nota Adicional com. cap. 19.
NOTA ADICIONAL DEL CAPÍTULO 12
Como el lenguaje y los símbolos del Apocalipsis han sido tomados en gran parte del AT (ver p. 742; cf. com. Isa. 47: 1; Jer. 25: 12; 50: 1; Eze. 26: 13; Nota Adicional de Apoc. 18), para entender correctamente la palabra "resto", usada en Apoc. 12: 17, necesitamos considerar sus equivalentes hebreos dentro del contexto de su uso en el AT. Las tres palabras hebreas más comunes en el AT para expresar la idea de remanente", son: (1) peletah (o palet , palit ), "lo que escapa", "aquellos que escapan"; de palat , "escapar", "librar"; (2) she'erith (o she'ar ) "el resto", "lo que queda", "restante", "remanente", y su verbo afín sha'ar , "dejar sobras", "quedar de sobra", "quedar"; (3) yether , "lo que queda", "restante", "remanente", de yathar , "dejar de sobra", "quedar de sobra". Los ejemplos del uso de estas palabras con referencia al pueblo escogido de Dios, pueden ser clasificados de la siguiente manera:
1. Se habla de los miembros de la familia de Jacob que fueron protegidos en Egipto bajo el cuidado de José, como una "posteridad" en la tierra, literalmente un "resto" o "remanente" ( she'erith ; Gén. 45: 7). Se da énfasis al hecho de la protección. Hasta donde sepamos, la familia entera sobrevivió.
2. En medio de la apostasía general, Elías protestó: "sólo yo he quedado " [yathar] " profeta de Jehová" (1 Rey 18: 22); pero Dios declaró: "Y yo haré que queden [ sha'ar ] en Israel siete 828 mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal" (1 Rey 19: 14, 18; cf. Rom. 11: 4-5).
3. Un pequeño "remanente" ( peletah ) de las diez tribus "que ha quedado [ sha'ar ] de la mano de los reyes de Asiria" cuando se llevaron a la gran mayoría de la nación al cautiverio, "remanente" que había quedado en Palestina, (2 Crón. 30: 6). En el año 722 a. C. sólo Judá "quedó" [ sha'ar ] como nación (2 Rey. 17: 18). Por lo tanto, se convirtió en "remanente" ( she'ar ) de las doce tribus y único heredero de las promesas, privilegios y responsabilidades del pacto que originalmente habían pertenecido a las doce tribus (Isa. 10: 22; ver t. IV, pp. 28-34).
4. Años más tarde Senaquerib conquistó a todo Judá excepto a Jerusalén, la cual es llamada "residuo". Este "residuo [ peletah ] de la casa de Judá que hubiere escapado" [ sha'ar ] debía "echar raíz abajo", y daría "fruto arriba" y saldría como "remanente" ( she'erith ) del pueblo escogido de Dios, su instrumento escogido para la salvación del mundo (2 Rey 19: 4, 30-31; Isa. 37: 4, 31-32; cf. Isa. 4:2; 10:20). Dios también se proponía "recobrar" el "remanente" ( she'ar ) de los israelitas y judíos que habían sido llevados cautivos a Asiria, y su propósito era preparar un "camino para el remanente [ she'ar ] de su pueblo" como lo había hecho antes cuando sus antepasados salieron de Egipto (Isa. 11: 11-12,16).
5. Cuando el "rey de Babilonia" invadió a Palestina un siglo más tarde, él también dejo [ yether ; sha'ar en 2 Rey. 25: 22; cf. cap. 24: 1] un "remanente" [ peletah ; she'ar en 2 Rey. 25: 22] (Eze. 14: 22; cf. ser. 40: 11; 42: 2), que escaparía ( palat ) es decir, que sobreviviría a la espada, la pestilencia y el hambre que acompañaron al sitio de Jerusalén (Eze. 7: 16). Pero Jeremías previno que aun una parte de ese "resto" ( yether ; cap. 39: 9) o "el resto [ sha'ar ] de Jerusalén", que Dios deseaba que quedara [ sha'ar ] en esa tierra, "serían más tarde llevados a todos los reinos de la tierra" (cap. 24: 8-9). La mayor parte de este "resto" huyó a Egipto, pero Jeremías previno que "del resto [ she'erit ] de los de Judá que entraron en la tierra de Egipto para habitar allí, no habrá quien escape [ palit ] ni quien quede vivo para volver a la tierra de Judá" (cap. 44:14).
6. El Señor prometió dejar "un resto" [ yathar ] de los que fueron llevados cautivos por Nabucodonosor, que escaparían "de la espada" y se acordarían de Dios en la tierra de su cautiverio (Eze. 6: 8-9). Un "remanente" ( she'erith ) de los que estaban cautivos (Jer. 23: 3; cf cap. 31: 7) finalmente escaparía ( palat) "de la tierra de Babilonia" (cap. 50: 28). Nehemías habla de los repatriados, como de "judíos que habían escapado [ peletah ]"el remanente, [ peletah ] los que quedaron [ sha'ar ] de la cautividad" (cap. 1: 2-3). A este "remanente" ( she'erith ) Dios encomendó todas las responsabilidades y promesas del pacto (Zac. 8: 12; cf. t. IV, pp. 32-34), pero les advirtió que si quebrantaban de nuevo los mandamientos de Dios, él los consumiría hasta que no "quedara remanente [ she'erith] ni quien" escapara [ peletah ] (Esd. 9: 14).
7. Aparecen muchas referencias al "remanente" (o "resto") dentro de un contexto que claramente anticipa el reino mesiánico (Isa. 4: 2-3; 11: 11, 16; cf. cap. 11: 1-9; Jer. 23: 3; cf. cap. 23: 4-6; Miq. 4: 7; cf. cap. 4: 1-8; 5: 7-8; cf. cap. 5: 2-15; Sof. 3: 13).
Una descripción del "remanente" basada en estos y en otros pasajes del AT, identifica al mencionado grupo como compuesto de israelitas que sobrevivieron a calamidades como guerra, cautiverio, pestilencia y hambre, pero que fueron salvados por misericordia para seguir siendo el pueblo escogido de Dios (Gén. 45:7; Esd. 9: 13; Eze. 7: 16). Este "resto" o "remanente" a menudo era lo que había "quedado [ sha'ar ] unos pocos" de muchos (Jer. 42: 2; cf. Isa. 10: 22). Cuando se acordaron del Dios verdadero y se volvieron a él (2 Crón. 30:6; Isa. 10:20; Eze. 6: 8-9), renunciaron a la autoridad de los falsos sistemas de religión (1 Rey 19:18) y dejaron de cometer iniquidad (Sof. 3: 13). Por su lealtad a los mandamientos de Dios (Esd. 9:14), fueron llamados santos y "registrados entre los vivientes" de Jerusalén (Isa. 4: 3). Al aceptar de nuevo los privilegios y las responsabilidades del pacto eterno de Dios, echaron "raíces abajo" y dieron "fruto arriba", y declararon la gloria divina entre los gentiles (2 Rey 19: 30-31; Isa. 37: 31-32; 66:19).
Por lo tanto, el "remanente" de los tiempos del AT está compuesto de generaciones sucesivas de israelitas: el pueblo escogido de Dios. Vez tras vez la mayoría apostató, pero siempre quedaba un "remanente" fiel que llegó a ser heredero exclusivo de las sagradas promesas, responsabilidades y privilegios del pacto originalmente hecho con Abrahán y confirmado en el Sinaí. Este "remanente" fue el grupo formalmente designado al cual Dios se proponía enviar el Mesías y a través del cual deseaba evangelizar a los paganos. No consistía de individuos esparcidos, no importa cuán fieles fueran, sino que era una entidad colectiva, la organización visible de Dios, divinamente comisionada en la tierra. Debe también notarse que los varios términos hebreos que se traducen "remanente" (o "resto") no dan la idea de final o de lo último de algo o de un grupo humano, excepto en el sentido de que los que "quedan" son transitoriamente, en su generación, el último eslabón del linaje escogido. Desde los días de Abrahán siempre ha habido un "remanente" conforme a la "gracia" de Dios (cf. Rom. 11: 15).
Dios advirtió a los que regresaron del cautiverio babilónico, que no habría "remanente ni quien" escapara si de nuevo le eran desleales (Esd. 9: 14; cf Deut. 19: 20). Por eso, cuando los judíos rechazaron al Mesías y renunciaron a su participación en el pacto (DTG 686), el "reino de Dios" les fue quitado a los judíos como pueblo y "dado a gente que" produjera "los frutos de él" " (Mat. 21: 43; cf. 1 Ped. 2: 9-10). Esto significó la cancelación permanente e irrevocable de su posición especial delante de Dios como nación y la transferencia de los privilegios, promesas y responsabilidades de la reacción del pacto a la iglesia cristiana (ver t. IV, pp. 34-38).
En Rom. 9: 27 Pablo declara que " "si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan sólo el remanente " [ hupóleimma ] " será salvo" (ver com. Rom. 9: 27). Aplica el término "remanente" de Isa. 10: 22 a los judíos de su tiempo que individualmente habían aceptado a Cristo como el Mesías; pero tenían derecho a este título como miembros de la iglesia cristiana y no como judíos. En Rom. 11: 5 habla de ellos como de "remanente [ léimma ] escogido por gracia". En los cap. 9 al 11 Pablo presenta a la iglesia cristiana como heredera de las promesas, los privilegios y las responsabilidades del pacto eterno. La iglesia es, pues, la sucesora del judaísmo, divinamente comisionada como depositaria de la voluntad revelada de Dios, como la representante colectiva de los propósitos divinos en la tierra y como el instructor escogido del Señor para la proclamación del Evangelio para la salvación de los hombres (ver t. IV, pp. 37-38).
Además de Rom. 9: 27; 11:5; Apoc. 12: 17, los términos que significan "remanente" o "resto" " (Mat. 22: 6; Apoc. 11: 13; 19: 21, RVR: "otros" y "los demás"), no tienen mayor significado respecto al pueblo de Dios; sin embargo, en Apoc. 3: 2, la frase "que está para morir", deriva de loipós , la misma palabra que se traduce "resto" en el cap. 12: 17.
La iglesia experimentó la gran apostasía papal unos pocos siglos después de Cristo. Durante unos 1.200 años el poder papal suprimió y esparció total o parcialmente a los verdaderos representantes de Dios (ver Nota Adicional de Dan. 7; coro. Dan. 7: 25; cf. Apoc. 12: 6). Pero por medio de la Reforma del siglo XVI (ver com. cap. 12: 15-16) Dios se propuso sacar un "remanente", esta vez de la Babilonia simbólica. Varios grupos protestantes sirvieron como precursores de la verdad, divinamente instituidos para restaurar punto por punto el glorioso Evangelio de salvación. Pero grupo tras grupo se satisfizo con su concepto parcial de verdad y no avanzaron a medida que aumentaba la luz de la Palabra de Dios. Cuando un grupo se negaba a avanzar más, Dios levantaba otro grupo como su instrumento escogido para la proclamación de la verdad.
Cuando finalmente terminaron los 1.260 años de la supremacía papal (ver com. cap. 12: 6, 14) y llegó el "tiempo del fin", el tiempo cuando el último mensaje del cielo (cap. 14: 6-12) debía ser proclamado al mundo (ver com. Dan. 7: 25; 11: 35), Dios levantó otro "resto" o "remanente": el que se menciona en Apoc. 12: 17 (cf. vers. 14-17). Este es el "remanente" del dilatado y digno linaje del pueblo escogido de Dios, que ha sobrevivido a los fieros ataques del dragón durante el transcurso de la historia, y más específicamente a través de la oscuridad, la persecución y el error del "tiempo, y tiempos y la mitad de un tiempo", o sea los 1.260 "días" de los vers. 6 y 14. Es el último "remanente" de Dios porque es el heraldo designado para pregonar su última exhortación al mundo para que acepte el don gratuito de la salvación (cap. 14: 6-12).
Los adventistas del séptimo día han proclamado desde el comienzo y sin temor los tres mensajes del cap. 14: 6-12, como la última invitación de Dios a los pecadores para que acepten a Cristo. Han creído humildemente que su movimiento es el que aquí se designa "resto" o "remanente". Ningún otro grupo religioso está proclamando este mensaje múltiple, ni ningún otro cumple con las especificaciones presentadas en el cap. 12: 17. Por eso, ningún otro grupo tiene una base fundada en las Escrituras para sostener que es "el resto" mencionado en el vers. 17.
Sin embargo, los adventistas rechazan enfática y claramente toda idea de que sólo 830 ellos son hijos de Dios y tienen derecho al cielo. Creen que todos los que adoran a Dios con completa sinceridad, es decir, en armonía con toda la voluntad revelada de Dios que ellos entienden, son miembros en potencia de este grupo final -"resto"- mencionado en el cap. 12: 17. Los adventistas creen que su solemne tarea y gozoso privilegio es presentar en forma clara y persuasiva las últimas, cruciales y decisivas verdades divinas para atraer a todos los hijos de Dios a ese grupo, que, según la profecía, se está preparando para el gran día del Señor.
CBA T7
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