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CBA Levítico Capítulo 8

CBA Levítico Capítulo 8
2. Toma a Aarón y a sus hijos.

Cronológicamente, este capítulo sigue al último capítulo del Exodo, en el cual se relata la erección del tabernáculo. Los siete capítulos intermedios contienen instrucciones que Aarón y sus hijos debían recibir antes de comenzar su ministerio en el santuario.

El primer requisito para el sacerdocio era el ser descendiente de Aarón. Se conservaban con gran cuidado los registros genealógicos (2 Crón. 31: 16-19). Quien no pudiese presentar pruebas legales de su ascendencia aarónica, no podía ministrar en el cargo sacerdotal (Esd. 2: 62; Neh. 7: 64).

El segundo requisito era no tener ninguna deformidad física. Cualquier defecto o lesión bastaba para impedir que un hijo de Aarón se acercase al altar, o aun para que entrase en el santuario. Por ser descendiente de Aarón tenía derecho de recibir su sustento; podía comer de la porción sacerdotal de los sacrificios y recibir parte del diezmo (Lev. 21: 17-23). Además el sacerdote debía estar libre de toda contaminación ceremonial y debía abstenerse de tomar vino y bebidas fuertes (cap. 10: 8-10).

La función especial de los sacerdotes era la de acercarse a Dios en representación del pueblo (Lev. 10: 3; 21: 17; Núm. 16: 5). Debían mediar entre un Dios santo y un pueblo pecador. Por lo tanto, ellos mismos debían ser santos. El asunto de la santidad resalta repetidas veces en la descripción de la obra de los sacerdotes. El sumo sacerdote, en quien el sacerdocio se centraba, es llamado " "el santo de Jehová" (Sal. 106: 16). Sobre la plancha de oro que llevaba en la mitra estaban inscritas las palabras "Santidad a Jehová" (Exo. 28: 36), y se dice expresamente que él debía llevar "las faltas cometidas en todas las cosas santas, que los hijos de Israel hubieren consagrado en todas sus santas ofrendas" (Exo. 28: 38).

Pero antes de que el sumo sacerdote y sus hijos pudiesen comenzar a ministrar en el tabernáculo, debían ser solemnemente apartados para esta tarea. Aarón debía ser ungido con el aceite santo, y sus hijos debían ser rociados con él en la puerta del tabernáculo de reunión, donde debía realizarse la investidura.

6. Los lavó.

Esto era un símbolo de regeneración (Tito 3: 5). No debían lavarse a sí mismos, porque la pureza que Dios exigía de ellos no era algo que ellos mismos pudiesen proporcionar. Otra persona debía lavarlos.

Mientras los dos hermanos se acercaban a la fuente, sus pensamientos deben haber estado ocupados con el significado y la importancia de lo que estaban haciendo. Esto era más que un baño común; era una limpieza espiritual. Aarón no podía limpiarse a sí mismo del pecado. Alguien debía hacerlo por él.

7. Puso sobre él la túnica.

Luego del lavamiento se invistió a Aarón con las vestimentas sagradas, insignia de su oficio. Este también era un acto simbólico; no se le permitió pues vestirse a sí mismo.

A esta altura de la ceremonia, Aarón debe haberse sentido completamente desvalido. ¿No habría algo que pudiese hacer por sí mismo? ¿Sería que otros debían hacerlo todo por él? ¿No podría acaso ponerse la mitra? Eso lo podría hacer mejor que Moisés. Pero no; Aarón debía someterse a las órdenes de Dios. Debía llegar a sentir su propia insuficiencia. Debía aprender que nada de lo que él pudiese hacer sería aceptable ante Dios. Debía aprender la lección de una completa dependencia. Era Dios quien lo estaba adecuando y preparando para el servicio. Era Dios quien lo estaba vistiendo con la justicia divina (Sal. 132: 9).

Ahora Aarón estaba totalmente vestido. Llevaba el largo manto azul, con las campanillas y las granadas, el efod con los nombres inscritos de las doce tribus de Israel en dos hermosas piedras de ónice, el pectoral con las doce piedras y el Urim y el Tumim y, en la cabeza, la mitra con su corona áurea y la inscripción: "Santidad a Jehová".

10. Ungió el tabernáculo.

Antes de ungir a Aarón, Moisés ungió el tabernáculo y sus muebles, incluyendo el arca, según Dios lo había ordenado (Exo. 30: 22-29).

12. Y derramó.

Luego de haber ungido el tabernáculo y sus enseres, Moisés ungió a Aarón. Esa fue su coronación como sumo sacerdote (Lev. 21: 12; cf. Zac. 6: 11-13). La unción era tan copiosa que el aceite corrió por la barba de Aarón y sobre sus vestimentas (Sal. 133: 2).

14. El becerro de la expiación.

Esta ofrenda por el pecado no era solamente por Aarón y sus hijos sino también por el altar. El altar tenía una función importantísima en el ministerio de la reconciliación, y por lo tanto debía ser ungido y purificado en forma especial.

Durante todo el ritual de la consagración, Moisés actuó como sacerdote. Tomó la sangre y la colocó sobre los cuernos del altar; derramó al pie del altar el resto de la sangre; quemó la grosura sobre el altar; quemó el cuerpo del becerro fuera del campamento. Aarón no había comenzado aún su trabajo; por lo tanto Moisés actuó no sólo como sacerdote, sino también como sumo sacerdote. Entró en el lugar santísimo para ungir el arca del testimonio (Exo. 30: 26; Lev. 8: 10).

22. El carnero de las consagraciones.

La ceremonia del carnero de las consagraciones era el último acto de la consagración de Aarón y de sus hijos. Con ella terminaba la dedicación, y los sacerdotes quedaban en condiciones de desempeñarse en los diferentes servicios sacerdotales de mediación.

23. El lóbulo de la oreja derecha de Aarón.

La aplicación de la sangre a la oreja implicaba su consagración al servicio de Dios. Desde ese momento en adelante, Aarón debía atender diligentemente las órdenes de Dios y debía cerrar los oídos al mal. Esta lección es provechosa tanto para los ministros como para los laicos. Haríamos bien en prestarle atención, porque " "el obedecer es mejor que los sacrificios y el prestar atención que la grosura de los carneros" " (1 Sam. 15: 22).

El dedo pulgar de su mano derecha.

La colocación de la sangre sobre el pulgar derecho de Aarón significaba que en adelante todos sus actos debían ser justos. La mano representa la obra de la vida, los diversos actos visibles, el obrar justicia. De Cristo se escribió: " "He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad" " (Heb. 10: 7). " "Mi comida -dijo Jesús - es que haga la voluntad del que me envió" " (Juan 4: 34).

El dedo pulgar de su pie derecho.

La colocación de la sangre sobre el pulgar del pie tiene un significado similar. Implica caminar en la luz, hacer los mandados de Dios, ponerse de parte de la verdad y de la justicia. Todas las facultades del ser deben estar dedicadas a Dios.

24. Sobre el altar alrededor.

El altar ya había sido ungido con aceite. Ya se le había aplicado la sangre de la ofrenda por el pecado y la sangre del holocausto (cap. 8: 10, 15, 19, 24). Ahora era rociado con la sangre del carnero de las consagraciones. El altar recibía

más atención que cualquier otra parte del santuario. Sin duda esto se debía a su importancia dentro del esquema de la expiación. En casi todos los sacrificios desempeñaba un papel importante.

31. Comedla.

Esta comida ceremonial daba fin a la ceremonia de la consagración. El comer de la carne del carnero de las consagraciones era lo opuesto de comer la carne de la ofrenda por el pecado. Al comer de la carne del carnero, los sacerdotes eran consagrados para que pudiesen comer de la carne de la ofrenda por el pecado y llevar así el pecado del pueblo (cap. 10: 17).

35. Siete días.

Con esto terminó la ceremonia del día, pero a Aarón y a sus hijos no se les permitió dejar el tabernáculo hasta después de siete días. Este tiempo era para estudio, para oración, para meditación, para repetir vez tras vez el ritual, para que no se equivocaran cuando les llegara el momento de oficiar.

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