1. El ángel.
Los primeros cinco versículos de este capítulo corresponden en verdad al primer capítulo. Sirven para terminar debidamente el relato registrado en el cap. 1, de la conquista de los israelitas y su establecimiento en Canaán. En ellos el autor explica la razón por la cual el pueblo escogido no pudo completar la conquista del país. El tema principal de estos versículos es un reproche para los israelitas por haber mezclado con sus propios ritos religiosos instituidos por Dios las prácticas paganas de la gente entre la cual se habían establecido. En vez de destruir los altares paganos, los israelitas adoraron ante ellos.
Es difícil determinar a quién se refiere el escritor al hablar del "ángel de Jehová". Literalmente la palabra "ángel" significa "mensajero o enviado". Así el "ángel de Jehová" en Hag. 1: 13 designa al profeta que debía dar el mensaje divino a Israel (la RVR traduce "enviado" ), pero el mismo nombre (traducido "ángel"), designa en algunos casos al Señor mismo (ver Exo. 23: 20, 23; 33: 2). El hecho de que el mensaje no lleve como introducción la frase "Así dice Jehová", según acostumbraban hablar los profetas posteriores, sugiere que era el Señor mismo quien hablaba. El uso de la primera persona apoya también esta posición.
De Gilgal.
Ciudad que había servido como centro provisional de las actividades de las tribus (Jos. 4: 19; 9: 6; 10: 6; etc.). En este campamento, en la orilla occidental del Jordán, entre Jericó y el río, el misterioso "Príncipe del ejército" se le había aparecido a Josué (Jos. 5: 13-15). Ese príncipe era Cristo (PP 522). Es posible, aunque no puede afirmarse con entera seguridad, que en este pasaje se presente al mismo personaje.
Boquim.
Literalmente, "los que lloran". Este nombre le fue dado al lugar después del caso que se relata a continuación (ver vers. 4, 5). No se conoce hoy ningún lugar que lleve este nombre ni se lo menciona en otro pasaje bíblico. La LXX, después de la palabra "Boquim" , añade la frase "y a Bet-el" , lo que se refleja en la BJ donde dice: "El ángel de Yahvéh subió de Guilgal a Betel" . Lo que se relata pudo haber ocurrido en Bet-el, pero el hecho de que en ese lugar se ofreciera sacrificio (vers. 5) sugiere que el lugar más probable habría sido Silo, donde entonces estaba el tabernáculo. El contexto indica una gran asamblea, y es posible que estos sucesos hubieran transcurrido en relación con una de las grandes fiestas religiosas, como la pascua o la fiesta de los tabernáculos. De haber sido así, el lugar así designado habría sido Silo, o alguna pequeña aldea cerca de allí.
Había jurado.
La promesa había sido dada en Gén. 12: 7; 13: 14-16; 15: 18; 26: 3; 28: 13.
Mi pacto.
Ver Exo. 34: 10-16.
2. No hagáis pacto.
Ver Exo. 34: 12. El registro del primer capítulo de Jueces demuestra que los israelitas habían concertado muchas alianzas con los paganos de Palestina. Los israelitas probablemente arguyeron que se habían visto obligados a concertar esas alianzas porque no habían podido expulsar a los aborígenes de sus fuertes posiciones.
Cuyos altares habéis de derribar.
Ver Exo. 34: 13. Estos eran los característicos "altares" de piedra en forma de columna, tan comunes en Palestina. Las relaciones sociales con los lugareños constituyeron el primer paso en la infidelidad de Israel. El siguiente paso fue dado cuando por sus relaciones sociales algunos fueron llevados a participar en las festividades en torno a altares, árboles sagrados y columnas levantadas por los paganos. Una vez que se derribaron las barreras, la apostasía los inundó como un diluvio. En muy poco tiempo esta fusión había hecho estragos en sus excelsos principios religiosos. Los mismos resultados se producen hoy por una conducta similar. " "¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios" " (Sant. 4: 4).
¿Por qué habéis hecho esto?
El mensajero había iniciado su discurso relatando lo que Dios había hecho por su pueblo al librarlo de la esclavitud egipcia y establecerlo en la tierra prometida. Entonces surge la pregunta: En cambio, ¿qué habían hecho ellos por Dios? Su ingratitud era evidente en la apostasía religiosa que se había hecho tan notoria en el lapso de tan sólo unos pocos años. Israel había desobedecido abiertamente en cosas importantes que Dios había ordenado específicamente. Había quebrantado el pacto; por lo tanto, Dios no podía cumplir su parte del convenio.
3. También digo.
"Os dije" (BJ). Dios había dado una advertencia previa (ver Núm. 33: 55; Jos. 23: 13). Esa amenaza estaba a punto de ser ejecutada. Dios retiraría las promesas condicionales que había hecho en Exo. 23: 31 y otros pasajes.
Os serán tropezadero.
La adoración de esas deidades paganas daría como resultado una gran corrupción, lo que causaría la ruina nacional (ver Exo. 23: 33; 34: 12; Deut. 7: 16; Jos. 23: 13).
El no haber expulsado a los habitantes del país llevaba consigo su propio castigo. Lo mismo ocurre con todo pecado. La concupiscencia y la corrupción no sólo apartan de la gracia de Dios, sino que traen una retribución y un castigo como resultado del mismo pecado. Muchas veces Dios castiga el pecado con el pecado (ver PP 788).
5. Boquim.
Ver com. vers. 1. El severo reproche pronunciado por el mensajero hizo que la gente prorrumpiera en llanto. Eran lágrimas de vergüenza, y tan sólo parcialmente de arrepentimiento. El nombre Boquim sirvió desde entonces para recordar las lágrimas de chasco y desgracia. El lugar y los incidentes con él relacionados nos recuerdan el moderno muro de los lamentos de Jerusalén. Así como ocurrió con los hebreos en Boquim, muchas personas hoy se compungen cuando se predica el arrepentimiento, pero se endurecen nuevamente antes de que puedan ser moldeadas para recibir una nueva forma.
Es notable cuán rápidamente este pueblo descarriado se conmovió por la predicación de este mensajero. La Palabra de Dios tiene el poder de conmover y convertir a los seres humanos, y quien ha sido conmovido por ella bien puede llorar por sus faltas y fracasos en lo pasado. " "Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación" " (Mat. 5: 4). Sin embargo, en vez de poner al lugar un nombre que recordara sentimientos y demostraciones de tristeza, habría sido preferible que pudiesen haberlo llamado "arrepentimiento". Es esta vivencia la que Dios busca. Esta esperanza está bien expresada en las palabras de Pablo: " "Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse" " (2 Cor. 7: 10). Demasiadas veces la religión es una vivencia de sentimientos y emociones, y no de fe y obediencia.
6. Josué había despedido.
Con la narración de los primeros esfuerzos de las tribus por consolidarse en Palestina y el reproche divino por el fracaso de Israel al no obedecer los mandatos de Dios, el autor ha presentado el marco histórico que explica la razón por la cual Dios suscitó a los jueces. Desde este punto se vuelve al tema principal del libro: mostrar la forma en que los períodos de opresión, seguidos de liberación, ocurrieron como resultado de los esfuerzos divinos por hacer que Israel se volviese de la idolatría a la obediencia leal a Dios y a su ley. Antes de comenzar la narración de los vaivenes de la historia de opresión y liberación, el autor liga su relato al del libro de Josué. Los vers. 6-10 son una recapitulación en la cual se continúa el relato desde el momento de la muerte de Josué, y se dan brevemente los datos históricos de lo ocurrido antes de lo sucedido en Boquim, que acaba de relatarse.
7. Había servido a Jehová.
Por lo menos externamente y en conjunto. El recuerdo de las grandiosas intervenciones divinas en su favor mantuvo por un tiempo a los israelitas leales a su fe, por lo menos en apariencia.
Josué.
Es grato pensar en cuán abarcante puede ser la influencia de un dirigente piadoso. Su acción y su influencia sobre Israel fueron tales que, durante su vida, bastaron para que el pueblo fuera leal a las promesas que había hecho a Dios.
Ancianos.
Los ancianos eran los jefes de familias y clanes. Tenían autoridad oficial en asuntos sociales y religiosos, y uno de sus deberes principales era el de mantener la lealtad a las costumbres y la religión definidas por Moisés. Cuando murieron, la apostasía religiosa comenzó a difundirse rápidamente. Este pasaje ayuda a comprender que no sólo los grandes y renombrados dirigentes pueden influir para bien, sino que los subalternos también pueden moldear las normas de la vida religiosa.
8. Ciento diez años.
El relato no dice cuánto tiempo vivió Josué después de la reunión en Siquem. Es probable que hubiera muerto poco después, puesto que era "ya viejo y avanzado en años" (Jos. 23: 1, 2) cuando, quizá porque comprendía que la muerte se avecinaba, reunió a los jefes y representantes de las tribus. Después de relatar el fin de la asamblea, el narrador informa que Josué murió (Jos. 24: 29), indicando así que fue corto tiempo después.
9. Timnat-sera.
El hebreo de este pasaje usa "Timnat-Jeres" (BJ). Es el mismo lugar aludido en Jos. 19: 50 y 24: 30 que en la BJ aparece como " "Timnat Sérak" y "Timnat Séraj" respectivamente. Es posible que se trate meramente de una transposición de consonantes. No puede decirse con seguridad cuál forma de escribir sería la correcta. La aldea se llamaba Timnat, y quizás porque estaba en una zona montañosa designada con el nombre Heres (Jeres, BJ) (ver Juec. 1: 35), se le habría añadido la segunda parte del nombre a fin de no confundirla con otra aldea del mismo nombre. El lugar se llama ahora Khirbet Tibneh y está a 15,6 km al noroeste de Bet-el.
10. Otra generación.
Esta era la generación que se había criado en la tierra de Canaán, sujeta a las influencias corruptas del trato social y religioso con la gente idólatra del país. Los hijos estaban cosechando en forma abundante lo que sus padres habían sembrado.
No conocía a Jehová.
No conocían por experiencia propia las portentosas obras de Dios, y a causa de las influencias corruptas del ambiente en que vivían no habían desarrollado firmeza e independencia de carácter. Josué y los ancianos de los tiempos anteriores les habían servido de sostén; pero al morir ellos, la nueva generación tropezó y cayó porque no tenía un fundamento religioso fuerte.
Es imprescindible que todos los cristianos examinen bien los fundamentos de su fe, para saber si su experiencia es una relación personal y directa con Dios o meramente un esfuerzo externo basado en la experiencia de otros. Si no ocurre lo primero, pueden sufrir el mismo fin de esos israelitas de la segunda generación. Además, los cristianos deben recordar lo que Israel olvidó: la dirección providencial de Dios en el pasado. "No tenemos nada que temer en lo futuro, excepto que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido y sus enseñanzas en nuestra historia pasada" (3JT 443).
11. Los baales.
La palabra hebrea ba'al puede significar "dueño", "esposo", "señor" o amo". También se la usa para referirse a las deidades paganas. En ese tiempo el baal que más ampliamente se adoraba en Canaán era el dios de la fertilidad agrícola. Se creía que él proporcionaba la lluvia y que su poder vitalizador hacía crecer plantas y animales. Era adorado en muchos lugares y bajo diferentes formas. Su nombre aparece en muchos nombres compuestos: Baal-peor, Baal-hermón, Baalzebub, etc. En los mitos cananeos Baal era el opositor del dios de la muerte (Mot). Le ayudaban dos otras deidades: Anat, su hermana, y Shamash, el dios sol. Algunas veces se equiparaba a Baal con Hadad, dios sirio de la tormenta y la lluvia. Puesto que Canaán era predominantemente un país agrícola, el culto a Baal, bajo sus diferentes títulos, era la forma suprema de adoración. Algunas veces los escritores hebreos usaron su nombre para indicar cualquier deidad pagana, cosa que bien podría ocurrir aquí.
Los israelitas deben haber conocido los terribles resultados de tal culto, y del castigo que recibirían finalmente los que participasen en él. Difícilmente podrían dejar de conocer lo que había ocurrido en Baal-peor, cuando la plaga se llevó a 24.000 personas como resultado de la adoración de Baal y las prácticas relacionadas con ese culto (Núm. 25: 3-9).
12. Dejaron a Jehová.
El pecado de Israel no sólo consistía en haberse apartado de Dios, al que habían prometido adorar, sino también en haber mostrado una vil ingratitud por su liberación de la atroz servidumbre que habían sufrido en Egipto. De esa servidumbre nunca se podrían haber librado por su propio poder. Debían adoración al verdadero Dios por lo que él era y por lo que había hecho. Sus obras en favor de su pueblo le daban el derecho a la lealtad de éste.
Los dioses de los pueblos.
No sólo las deidades de las gentes entre las cuales vivían, sino quizá también las deidades de las naciones vecinas. Cuando la gente abandona a Dios parece no haber límite a las profundidades que alcanza su apostasía.
13. Baal.
Ver com. vers. 11.
Astarot.
Plural de Astarté. En Babilonia se la llamaba Istar. Era la diosa del amor sexual, de la maternidad y la fecundidad. En las tablillas de Ras Shamra aparece también como la diosa de la guerra y de la caza. Su culto estaba difundido por todo el Cercano Oriente, desde Moab (su nombre se encuentra en la Piedra Moabita) hasta Babilonia. Se la adoraba en Canaán en tiempos de Abrahán (Gén. 14: 5); la armadura de Saúl fue puesta como trofeo en su templo en Bet-seán (1 Sam. 31: 10); en su apogeo, Salomón le rindió homenaje (1 Rey. 11: 5). Se piensa que las numerosas estatuillas de figuras femeninas encontradas por los arqueólogos en las moradas hebreas y cananeas serían representaciones de Astarté en su papel de diosa madre. En el AT se usan nombres de Baal y Astarté como sinónimos de todos los dioses falsos de Palestina. El idioma hebreo no tiene una palabra que signifique "diosa", y para suplir esa falta, Astarté parece haber representado a cualquier diosa.
14. Robadores.
En esta palabra se resume el proceder de las diversas naciones de Canaán misma y de sus contornos que invadieron, oprimieron, robaron, saquearon, o de alguna otra manera molestaron a los israelitas. La palabra hebrea que se emplea en este pasaje es la misma que usaban los egipcios para referirse a las bandas de ladrones beduinos que hostigaban sus fronteras.
15. Por dondequiera que salían.
Es decir, cuando salían a guerrear o iniciaban una campaña militar, eran vencidos porque Dios ya no estaba con ellos. La victoria de los israelitas podría haberse interpretado como señal de que Dios aprobaba su conducta pecaminosa y sólo habría servido para confirmar y endurecer su apostasía. Esta fue una de las razones por las cuales Dios permitió que los pueblos paganos vencieran y castigaran así a su pueblo desobediente. Pero en todo esto, los propósitos de Dios eran saludables. Sus castigos eran correctivos y tenían el propósito de que los israelitas se convirtieran de nuevo.
16. Jueces.
Por su experiencia, su nombre es sinónimo de "libertador". Eran paladines o dirigentes a quienes el Señor llamó para hacer frente a situaciones especiales (ver Introducción, pág. 301). Después de un período de castigo, Dios daba un descanso a los israelitas concediendo a un hombre escogido autoridad y don de mando para que pudiera expulsar a los opresores. Las vicisitudes posteriores iban a revelar si la gente había aprendido o no las lecciones que las consecuencias de su apostasía religiosa debería haberle enseñado.
17. Tampoco oyeron.
Las derrotas que sufrieron ante sus enemigos y la consiguiente opresión no sirvieron para enseñar al pueblo hebreo que debía obedecer. En sus esfuerzos por salvarlo, Dios permitía que a veces lo fustigara el desastre; pero cuando lo aliviaba por medio de la obra de los jueces, encontraba a la gente tan impenitente como siempre.
Fueron tras.
El hebreo usa un verbo que indica tener relaciones sexuales ilícitas. La RVA dice: "fornicaron" . Es ésta una metáfora frecuente en la Biblia para indicar apostasía religiosa. Puesto que la adoración de las deidades paganas en el Cercano Oriente iba a menudo acompañada de inmoralidad sexual en los templos y bosques, este término no sólo sería una metáfora, sino un cuadro tristemente literal.
18. Jehová era movido a misericordia.
" "Yahvéh se conmovía de los gemidos que proferían ante los que maltrataban y oprimían" " (BJ). Dios permitía que fuesen castigados para su propio bien. Cuando ese castigo producía los efectos deseados. la misericordia de Dios hacía surgir a alguien que pudiera libertar a los oprimidos. Dios deseaba que el sufrimiento produjese un cambio en la conducta. Cuando se lograba ese propósito, se eliminaba o mitigaba la opresión. Esto estaba totalmente de acuerdo con su propósito original.
19. Ellos volvían atrás.
Volvían a la apostasía anterior. Abandonaban el culto a Jehová y reincidían en la adoración de las deidades paganas y las prácticas degradantes de la idolatría. Dentro del marco de estos hechos, el autor de Jueces presenta su tesis: Dios permitió que como resultado del pecado surgieran dificultades para que su pueblo comprendiera la maldad de sus caminos. Cuando esas tribulaciones producían una forma de tristeza y arrepentimiento, el Señor suscitaba a un libertador. Durante ese respiro, Dios daba la oportunidad para que su pueblo demostrara si era genuino su arrepentimiento; pero, desagradecido, después de la muerte del juez volvía pronto a su conducta anterior. Cuando se lo considera desde este punto de vista, el libro de Jueces es más que una narración histórica: es una filosofía de la historia. Al autor no sólo le interesa relatar lo que ocurrió una vez que los israelitas se hubieron establecido en Canaán: es más predicador que historiador, y desea que el lector comprenda por qué ocurrieron esas cosas. Informa que después de la entrada en Canaán hubo una época de inestabilidad, por lo general desastrosa para los hebreos. Por un tiempo eran libres, luego nuevamente quedaban en la servidumbre o sufrían alguna invasión. ¿Por qué ocurrió esto? Porque el pueblo se había apartado de Dios, y en sus esfuerzos por hacerlo volver a él, Dios permitía que ocurriera el desastre. En otras palabras, el autor nos dice que la mano de Dios dirigía la historia para lograr el cumplimiento del fin deseado. El autor de Jueces fue uno de los primeros verdaderos historiadores, pues procuró registrar para las generaciones futuras el significado de los acontecimientos.
Más que sus padres.
Una de las características notables del pecado es la facilidad con que crece y aumenta. No necesita más que un pequeño comienzo, y pronto aniquila la capacidad de resistirlo y satura toda la vida.
Y no se ataban de sus obras.
Literalmente, "no dejaban caer [nada] de sus obras". No estaban dispuestos a abandonar ninguna de sus impías prácticas. No habían experimentado una verdadera transformación interior. Si en verdad hubiesen recibido un nuevo espíritu, éste les habría obligado a renunciar a las malas prácticas, así como la savia que sube por el tronco del árbol hace que caigan las hojas muertas.
20. La ira de Jehová.
El propósito de este pasaje es describir el repudio que Dios siente por el pecado. Esa ira no procede del impulso, sino del aborrecimiento que Dios tiene para con el mal debido a la santidad de su carácter divino. La ira humana es un fuego que arde con pasión impulsivo y egoísta; la ira de Dios nace de los principios eternos de justicia y benevolencia. Si el Señor es infinitamente bueno y santo, y si conoce la plenitud de la desgracia que el pecado ha introducido en la creación de Dios, ¿qué otro sentimiento puede tener para con el pecado sino indignación, que lo condenará finalmente a la aniquilación? Mientras tanto, Dios procura salvar al pecador para que él no sea consumido también en los fuegos purificadores (Eze. 33: 11; 2 Ped. 3: 9).
Traspasa mi pacto.
El desagrado divino tenía amplios motivos. Por cuanto el pueblo de Israel había participado en la ceremonia del pacto en el Sinaí y había acordado atenerse a ese pacto, se le imponían obligaciones que equivalían a mandatos. La obligación específica que tan palmariamente desobedecía, era la que prohibía el culto de cualquier otro dios.
21. Tampoco yo volveré más a arrojar.
Las únicas victorias que habían obtenido habían sido ganadas con la ayuda del Señor. Israel había quebrantado las condiciones del pacto adorando a otros dioses; por lo tanto, el Señor quedaba .libre de su parte del contrato y no tenía ya la obligación de cumplir su promesa de echar del país a las naciones que todavía quedaban allí (Exo. 23: 27, 31).
22. Para probar con ellas.
El propósito de dejar allí a esas naciones paganas no era el de determinar si Israel, expuesto así a un contacto íntimo con el paganismo, permanecería fiel a su propia religión. " "Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie" " (Sant. 1: 13). Por el contrario, desde el principio fue evidente que Israel no iba a permanecer fiel. Dios dejó a las naciones como instrumentos para que afligieran a Israel, para castigarlo y para enseñarle que el camino de la apostasía no lleva a ningún fin deseable. Por medio de las aflicciones Dios procuraba que su pueblo se volviera a él. Este parece ser el significado de la palabra "probar", en este contexto. Quiere decir más bien "probar" en el sentido de afligir o de hacer pasar por vicisitudes que pudieran despertar al pueblo para que se diera cuenta de su verdadera condición.
En todas las épocas los hombres han experimentado crisis similares. Los períodos de sufrimiento y chasco han servido para que los tentados volviesen sus pensamientos a la seriedad del deber y al gran propósito que Dios tiene para su existencia. Estas vicisitudes no habían de mostrar a Dios cómo es el carácter del hombre, porque él conoce su corazón, sino más bien para demostrar a éste su verdadero estado.
A pesar de los repetidos fracasos de Israel durante este período, la disciplina no fracasó totalmente. Los castigos infligidos por las naciones extranjeras deben haber operado cambios saludables en la vida de algunos de los hebreos. Los castigos severos y convenientes sin duda hicieron comprender a muchos que el camino del pecado conducía a la desgracia. Usando las frases de Bunyan en El peregrino , podría decirse que Dios hizo que el "Prado de la Senda Extraviada" fuera más áspero que el "Camino Real". Después de haber sido tomados varias veces por el "Gigante Desesperación", los israelitas estaban a menudo contentos de volver por el camino por donde antes habían andado. Esos castigos enseñaron a la gente lecciones suficientemente duras como para que en tiempos de Samuel se notara que los israelitas habían hecho ya algún progreso espiritual. Al final del período de los jueces, cuando comenzó el período de Samuel, se oye menos acerca de la apostasía que antes. Además, todos esos problemas tendían a hacer que las diferentes tribus estrechasen sus vínculos, de modo que ya en tiempos de Samuel se notó un sentimiento fuertemente nacionalista.
Seguir el camino.
La tendencia natural de hacer "cada uno lo que bien le parece" (Deut. 12: 8; cf. Juec. 17: 6; 21: 15) fue demostrada cabalmente por Israel durante los siglos cuando fue gobernado por los jueces y posteriormente bajo la monarquía. El camino del hombre por lo general es "recto en su opinión" (Prov. 21: 2). Como resultado, " "todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino" " (Isa. 53: 6).
23. Dejó Jehová a aquellas naciones.
Los obstáculos son necesarios si ha de lograrse el desarrollo del carácter. Era conveniente que los israelitas aprendiesen a vivir una vida santa en medio de un ambiente corrupto. Bien llevado, el conflicto continuo con los poderes del mal desarrollaría la verdadera fe en Dios. Por esta razón Dios no había prosperado totalmente los primeros esfuerzos de las tribus por consolidar sus territorios. Por esa misma causa Dios no había permitido que Josué lograra dominar completamente todo el territorio cananeo. El Señor había ayudado a los israelitas a expulsar a tantos cananeos como fuera necesario, a fin de proporcionar lugar para que las tribus se establecieran. El plan divino era que a medida que Israel aumentara en número y aprendiera las lecciones de obediencia y fe, se le diera el poder de expulsar a los cananeos que aún quedaban. En la historia de Israel, en tiempos de David y Salomón, ese fin fue logrado, por lo menos hasta cierto punto.
CBA T2
Los primeros cinco versículos de este capítulo corresponden en verdad al primer capítulo. Sirven para terminar debidamente el relato registrado en el cap. 1, de la conquista de los israelitas y su establecimiento en Canaán. En ellos el autor explica la razón por la cual el pueblo escogido no pudo completar la conquista del país. El tema principal de estos versículos es un reproche para los israelitas por haber mezclado con sus propios ritos religiosos instituidos por Dios las prácticas paganas de la gente entre la cual se habían establecido. En vez de destruir los altares paganos, los israelitas adoraron ante ellos.
Es difícil determinar a quién se refiere el escritor al hablar del "ángel de Jehová". Literalmente la palabra "ángel" significa "mensajero o enviado". Así el "ángel de Jehová" en Hag. 1: 13 designa al profeta que debía dar el mensaje divino a Israel (la RVR traduce "enviado" ), pero el mismo nombre (traducido "ángel"), designa en algunos casos al Señor mismo (ver Exo. 23: 20, 23; 33: 2). El hecho de que el mensaje no lleve como introducción la frase "Así dice Jehová", según acostumbraban hablar los profetas posteriores, sugiere que era el Señor mismo quien hablaba. El uso de la primera persona apoya también esta posición.
De Gilgal.
Ciudad que había servido como centro provisional de las actividades de las tribus (Jos. 4: 19; 9: 6; 10: 6; etc.). En este campamento, en la orilla occidental del Jordán, entre Jericó y el río, el misterioso "Príncipe del ejército" se le había aparecido a Josué (Jos. 5: 13-15). Ese príncipe era Cristo (PP 522). Es posible, aunque no puede afirmarse con entera seguridad, que en este pasaje se presente al mismo personaje.
Boquim.
Literalmente, "los que lloran". Este nombre le fue dado al lugar después del caso que se relata a continuación (ver vers. 4, 5). No se conoce hoy ningún lugar que lleve este nombre ni se lo menciona en otro pasaje bíblico. La LXX, después de la palabra "Boquim" , añade la frase "y a Bet-el" , lo que se refleja en la BJ donde dice: "El ángel de Yahvéh subió de Guilgal a Betel" . Lo que se relata pudo haber ocurrido en Bet-el, pero el hecho de que en ese lugar se ofreciera sacrificio (vers. 5) sugiere que el lugar más probable habría sido Silo, donde entonces estaba el tabernáculo. El contexto indica una gran asamblea, y es posible que estos sucesos hubieran transcurrido en relación con una de las grandes fiestas religiosas, como la pascua o la fiesta de los tabernáculos. De haber sido así, el lugar así designado habría sido Silo, o alguna pequeña aldea cerca de allí.
Había jurado.
La promesa había sido dada en Gén. 12: 7; 13: 14-16; 15: 18; 26: 3; 28: 13.
Mi pacto.
Ver Exo. 34: 10-16.
2. No hagáis pacto.
Ver Exo. 34: 12. El registro del primer capítulo de Jueces demuestra que los israelitas habían concertado muchas alianzas con los paganos de Palestina. Los israelitas probablemente arguyeron que se habían visto obligados a concertar esas alianzas porque no habían podido expulsar a los aborígenes de sus fuertes posiciones.
Cuyos altares habéis de derribar.
Ver Exo. 34: 13. Estos eran los característicos "altares" de piedra en forma de columna, tan comunes en Palestina. Las relaciones sociales con los lugareños constituyeron el primer paso en la infidelidad de Israel. El siguiente paso fue dado cuando por sus relaciones sociales algunos fueron llevados a participar en las festividades en torno a altares, árboles sagrados y columnas levantadas por los paganos. Una vez que se derribaron las barreras, la apostasía los inundó como un diluvio. En muy poco tiempo esta fusión había hecho estragos en sus excelsos principios religiosos. Los mismos resultados se producen hoy por una conducta similar. " "¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios" " (Sant. 4: 4).
¿Por qué habéis hecho esto?
El mensajero había iniciado su discurso relatando lo que Dios había hecho por su pueblo al librarlo de la esclavitud egipcia y establecerlo en la tierra prometida. Entonces surge la pregunta: En cambio, ¿qué habían hecho ellos por Dios? Su ingratitud era evidente en la apostasía religiosa que se había hecho tan notoria en el lapso de tan sólo unos pocos años. Israel había desobedecido abiertamente en cosas importantes que Dios había ordenado específicamente. Había quebrantado el pacto; por lo tanto, Dios no podía cumplir su parte del convenio.
3. También digo.
"Os dije" (BJ). Dios había dado una advertencia previa (ver Núm. 33: 55; Jos. 23: 13). Esa amenaza estaba a punto de ser ejecutada. Dios retiraría las promesas condicionales que había hecho en Exo. 23: 31 y otros pasajes.
Os serán tropezadero.
La adoración de esas deidades paganas daría como resultado una gran corrupción, lo que causaría la ruina nacional (ver Exo. 23: 33; 34: 12; Deut. 7: 16; Jos. 23: 13).
El no haber expulsado a los habitantes del país llevaba consigo su propio castigo. Lo mismo ocurre con todo pecado. La concupiscencia y la corrupción no sólo apartan de la gracia de Dios, sino que traen una retribución y un castigo como resultado del mismo pecado. Muchas veces Dios castiga el pecado con el pecado (ver PP 788).
5. Boquim.
Ver com. vers. 1. El severo reproche pronunciado por el mensajero hizo que la gente prorrumpiera en llanto. Eran lágrimas de vergüenza, y tan sólo parcialmente de arrepentimiento. El nombre Boquim sirvió desde entonces para recordar las lágrimas de chasco y desgracia. El lugar y los incidentes con él relacionados nos recuerdan el moderno muro de los lamentos de Jerusalén. Así como ocurrió con los hebreos en Boquim, muchas personas hoy se compungen cuando se predica el arrepentimiento, pero se endurecen nuevamente antes de que puedan ser moldeadas para recibir una nueva forma.
Es notable cuán rápidamente este pueblo descarriado se conmovió por la predicación de este mensajero. La Palabra de Dios tiene el poder de conmover y convertir a los seres humanos, y quien ha sido conmovido por ella bien puede llorar por sus faltas y fracasos en lo pasado. " "Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación" " (Mat. 5: 4). Sin embargo, en vez de poner al lugar un nombre que recordara sentimientos y demostraciones de tristeza, habría sido preferible que pudiesen haberlo llamado "arrepentimiento". Es esta vivencia la que Dios busca. Esta esperanza está bien expresada en las palabras de Pablo: " "Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse" " (2 Cor. 7: 10). Demasiadas veces la religión es una vivencia de sentimientos y emociones, y no de fe y obediencia.
6. Josué había despedido.
Con la narración de los primeros esfuerzos de las tribus por consolidarse en Palestina y el reproche divino por el fracaso de Israel al no obedecer los mandatos de Dios, el autor ha presentado el marco histórico que explica la razón por la cual Dios suscitó a los jueces. Desde este punto se vuelve al tema principal del libro: mostrar la forma en que los períodos de opresión, seguidos de liberación, ocurrieron como resultado de los esfuerzos divinos por hacer que Israel se volviese de la idolatría a la obediencia leal a Dios y a su ley. Antes de comenzar la narración de los vaivenes de la historia de opresión y liberación, el autor liga su relato al del libro de Josué. Los vers. 6-10 son una recapitulación en la cual se continúa el relato desde el momento de la muerte de Josué, y se dan brevemente los datos históricos de lo ocurrido antes de lo sucedido en Boquim, que acaba de relatarse.
7. Había servido a Jehová.
Por lo menos externamente y en conjunto. El recuerdo de las grandiosas intervenciones divinas en su favor mantuvo por un tiempo a los israelitas leales a su fe, por lo menos en apariencia.
Josué.
Es grato pensar en cuán abarcante puede ser la influencia de un dirigente piadoso. Su acción y su influencia sobre Israel fueron tales que, durante su vida, bastaron para que el pueblo fuera leal a las promesas que había hecho a Dios.
Ancianos.
Los ancianos eran los jefes de familias y clanes. Tenían autoridad oficial en asuntos sociales y religiosos, y uno de sus deberes principales era el de mantener la lealtad a las costumbres y la religión definidas por Moisés. Cuando murieron, la apostasía religiosa comenzó a difundirse rápidamente. Este pasaje ayuda a comprender que no sólo los grandes y renombrados dirigentes pueden influir para bien, sino que los subalternos también pueden moldear las normas de la vida religiosa.
8. Ciento diez años.
El relato no dice cuánto tiempo vivió Josué después de la reunión en Siquem. Es probable que hubiera muerto poco después, puesto que era "ya viejo y avanzado en años" (Jos. 23: 1, 2) cuando, quizá porque comprendía que la muerte se avecinaba, reunió a los jefes y representantes de las tribus. Después de relatar el fin de la asamblea, el narrador informa que Josué murió (Jos. 24: 29), indicando así que fue corto tiempo después.
9. Timnat-sera.
El hebreo de este pasaje usa "Timnat-Jeres" (BJ). Es el mismo lugar aludido en Jos. 19: 50 y 24: 30 que en la BJ aparece como " "Timnat Sérak" y "Timnat Séraj" respectivamente. Es posible que se trate meramente de una transposición de consonantes. No puede decirse con seguridad cuál forma de escribir sería la correcta. La aldea se llamaba Timnat, y quizás porque estaba en una zona montañosa designada con el nombre Heres (Jeres, BJ) (ver Juec. 1: 35), se le habría añadido la segunda parte del nombre a fin de no confundirla con otra aldea del mismo nombre. El lugar se llama ahora Khirbet Tibneh y está a 15,6 km al noroeste de Bet-el.
10. Otra generación.
Esta era la generación que se había criado en la tierra de Canaán, sujeta a las influencias corruptas del trato social y religioso con la gente idólatra del país. Los hijos estaban cosechando en forma abundante lo que sus padres habían sembrado.
No conocía a Jehová.
No conocían por experiencia propia las portentosas obras de Dios, y a causa de las influencias corruptas del ambiente en que vivían no habían desarrollado firmeza e independencia de carácter. Josué y los ancianos de los tiempos anteriores les habían servido de sostén; pero al morir ellos, la nueva generación tropezó y cayó porque no tenía un fundamento religioso fuerte.
Es imprescindible que todos los cristianos examinen bien los fundamentos de su fe, para saber si su experiencia es una relación personal y directa con Dios o meramente un esfuerzo externo basado en la experiencia de otros. Si no ocurre lo primero, pueden sufrir el mismo fin de esos israelitas de la segunda generación. Además, los cristianos deben recordar lo que Israel olvidó: la dirección providencial de Dios en el pasado. "No tenemos nada que temer en lo futuro, excepto que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido y sus enseñanzas en nuestra historia pasada" (3JT 443).
11. Los baales.
La palabra hebrea ba'al puede significar "dueño", "esposo", "señor" o amo". También se la usa para referirse a las deidades paganas. En ese tiempo el baal que más ampliamente se adoraba en Canaán era el dios de la fertilidad agrícola. Se creía que él proporcionaba la lluvia y que su poder vitalizador hacía crecer plantas y animales. Era adorado en muchos lugares y bajo diferentes formas. Su nombre aparece en muchos nombres compuestos: Baal-peor, Baal-hermón, Baalzebub, etc. En los mitos cananeos Baal era el opositor del dios de la muerte (Mot). Le ayudaban dos otras deidades: Anat, su hermana, y Shamash, el dios sol. Algunas veces se equiparaba a Baal con Hadad, dios sirio de la tormenta y la lluvia. Puesto que Canaán era predominantemente un país agrícola, el culto a Baal, bajo sus diferentes títulos, era la forma suprema de adoración. Algunas veces los escritores hebreos usaron su nombre para indicar cualquier deidad pagana, cosa que bien podría ocurrir aquí.
Los israelitas deben haber conocido los terribles resultados de tal culto, y del castigo que recibirían finalmente los que participasen en él. Difícilmente podrían dejar de conocer lo que había ocurrido en Baal-peor, cuando la plaga se llevó a 24.000 personas como resultado de la adoración de Baal y las prácticas relacionadas con ese culto (Núm. 25: 3-9).
12. Dejaron a Jehová.
El pecado de Israel no sólo consistía en haberse apartado de Dios, al que habían prometido adorar, sino también en haber mostrado una vil ingratitud por su liberación de la atroz servidumbre que habían sufrido en Egipto. De esa servidumbre nunca se podrían haber librado por su propio poder. Debían adoración al verdadero Dios por lo que él era y por lo que había hecho. Sus obras en favor de su pueblo le daban el derecho a la lealtad de éste.
Los dioses de los pueblos.
No sólo las deidades de las gentes entre las cuales vivían, sino quizá también las deidades de las naciones vecinas. Cuando la gente abandona a Dios parece no haber límite a las profundidades que alcanza su apostasía.
13. Baal.
Ver com. vers. 11.
Astarot.
Plural de Astarté. En Babilonia se la llamaba Istar. Era la diosa del amor sexual, de la maternidad y la fecundidad. En las tablillas de Ras Shamra aparece también como la diosa de la guerra y de la caza. Su culto estaba difundido por todo el Cercano Oriente, desde Moab (su nombre se encuentra en la Piedra Moabita) hasta Babilonia. Se la adoraba en Canaán en tiempos de Abrahán (Gén. 14: 5); la armadura de Saúl fue puesta como trofeo en su templo en Bet-seán (1 Sam. 31: 10); en su apogeo, Salomón le rindió homenaje (1 Rey. 11: 5). Se piensa que las numerosas estatuillas de figuras femeninas encontradas por los arqueólogos en las moradas hebreas y cananeas serían representaciones de Astarté en su papel de diosa madre. En el AT se usan nombres de Baal y Astarté como sinónimos de todos los dioses falsos de Palestina. El idioma hebreo no tiene una palabra que signifique "diosa", y para suplir esa falta, Astarté parece haber representado a cualquier diosa.
14. Robadores.
En esta palabra se resume el proceder de las diversas naciones de Canaán misma y de sus contornos que invadieron, oprimieron, robaron, saquearon, o de alguna otra manera molestaron a los israelitas. La palabra hebrea que se emplea en este pasaje es la misma que usaban los egipcios para referirse a las bandas de ladrones beduinos que hostigaban sus fronteras.
15. Por dondequiera que salían.
Es decir, cuando salían a guerrear o iniciaban una campaña militar, eran vencidos porque Dios ya no estaba con ellos. La victoria de los israelitas podría haberse interpretado como señal de que Dios aprobaba su conducta pecaminosa y sólo habría servido para confirmar y endurecer su apostasía. Esta fue una de las razones por las cuales Dios permitió que los pueblos paganos vencieran y castigaran así a su pueblo desobediente. Pero en todo esto, los propósitos de Dios eran saludables. Sus castigos eran correctivos y tenían el propósito de que los israelitas se convirtieran de nuevo.
16. Jueces.
Por su experiencia, su nombre es sinónimo de "libertador". Eran paladines o dirigentes a quienes el Señor llamó para hacer frente a situaciones especiales (ver Introducción, pág. 301). Después de un período de castigo, Dios daba un descanso a los israelitas concediendo a un hombre escogido autoridad y don de mando para que pudiera expulsar a los opresores. Las vicisitudes posteriores iban a revelar si la gente había aprendido o no las lecciones que las consecuencias de su apostasía religiosa debería haberle enseñado.
17. Tampoco oyeron.
Las derrotas que sufrieron ante sus enemigos y la consiguiente opresión no sirvieron para enseñar al pueblo hebreo que debía obedecer. En sus esfuerzos por salvarlo, Dios permitía que a veces lo fustigara el desastre; pero cuando lo aliviaba por medio de la obra de los jueces, encontraba a la gente tan impenitente como siempre.
Fueron tras.
El hebreo usa un verbo que indica tener relaciones sexuales ilícitas. La RVA dice: "fornicaron" . Es ésta una metáfora frecuente en la Biblia para indicar apostasía religiosa. Puesto que la adoración de las deidades paganas en el Cercano Oriente iba a menudo acompañada de inmoralidad sexual en los templos y bosques, este término no sólo sería una metáfora, sino un cuadro tristemente literal.
18. Jehová era movido a misericordia.
" "Yahvéh se conmovía de los gemidos que proferían ante los que maltrataban y oprimían" " (BJ). Dios permitía que fuesen castigados para su propio bien. Cuando ese castigo producía los efectos deseados. la misericordia de Dios hacía surgir a alguien que pudiera libertar a los oprimidos. Dios deseaba que el sufrimiento produjese un cambio en la conducta. Cuando se lograba ese propósito, se eliminaba o mitigaba la opresión. Esto estaba totalmente de acuerdo con su propósito original.
19. Ellos volvían atrás.
Volvían a la apostasía anterior. Abandonaban el culto a Jehová y reincidían en la adoración de las deidades paganas y las prácticas degradantes de la idolatría. Dentro del marco de estos hechos, el autor de Jueces presenta su tesis: Dios permitió que como resultado del pecado surgieran dificultades para que su pueblo comprendiera la maldad de sus caminos. Cuando esas tribulaciones producían una forma de tristeza y arrepentimiento, el Señor suscitaba a un libertador. Durante ese respiro, Dios daba la oportunidad para que su pueblo demostrara si era genuino su arrepentimiento; pero, desagradecido, después de la muerte del juez volvía pronto a su conducta anterior. Cuando se lo considera desde este punto de vista, el libro de Jueces es más que una narración histórica: es una filosofía de la historia. Al autor no sólo le interesa relatar lo que ocurrió una vez que los israelitas se hubieron establecido en Canaán: es más predicador que historiador, y desea que el lector comprenda por qué ocurrieron esas cosas. Informa que después de la entrada en Canaán hubo una época de inestabilidad, por lo general desastrosa para los hebreos. Por un tiempo eran libres, luego nuevamente quedaban en la servidumbre o sufrían alguna invasión. ¿Por qué ocurrió esto? Porque el pueblo se había apartado de Dios, y en sus esfuerzos por hacerlo volver a él, Dios permitía que ocurriera el desastre. En otras palabras, el autor nos dice que la mano de Dios dirigía la historia para lograr el cumplimiento del fin deseado. El autor de Jueces fue uno de los primeros verdaderos historiadores, pues procuró registrar para las generaciones futuras el significado de los acontecimientos.
Más que sus padres.
Una de las características notables del pecado es la facilidad con que crece y aumenta. No necesita más que un pequeño comienzo, y pronto aniquila la capacidad de resistirlo y satura toda la vida.
Y no se ataban de sus obras.
Literalmente, "no dejaban caer [nada] de sus obras". No estaban dispuestos a abandonar ninguna de sus impías prácticas. No habían experimentado una verdadera transformación interior. Si en verdad hubiesen recibido un nuevo espíritu, éste les habría obligado a renunciar a las malas prácticas, así como la savia que sube por el tronco del árbol hace que caigan las hojas muertas.
20. La ira de Jehová.
El propósito de este pasaje es describir el repudio que Dios siente por el pecado. Esa ira no procede del impulso, sino del aborrecimiento que Dios tiene para con el mal debido a la santidad de su carácter divino. La ira humana es un fuego que arde con pasión impulsivo y egoísta; la ira de Dios nace de los principios eternos de justicia y benevolencia. Si el Señor es infinitamente bueno y santo, y si conoce la plenitud de la desgracia que el pecado ha introducido en la creación de Dios, ¿qué otro sentimiento puede tener para con el pecado sino indignación, que lo condenará finalmente a la aniquilación? Mientras tanto, Dios procura salvar al pecador para que él no sea consumido también en los fuegos purificadores (Eze. 33: 11; 2 Ped. 3: 9).
Traspasa mi pacto.
El desagrado divino tenía amplios motivos. Por cuanto el pueblo de Israel había participado en la ceremonia del pacto en el Sinaí y había acordado atenerse a ese pacto, se le imponían obligaciones que equivalían a mandatos. La obligación específica que tan palmariamente desobedecía, era la que prohibía el culto de cualquier otro dios.
21. Tampoco yo volveré más a arrojar.
Las únicas victorias que habían obtenido habían sido ganadas con la ayuda del Señor. Israel había quebrantado las condiciones del pacto adorando a otros dioses; por lo tanto, el Señor quedaba .libre de su parte del contrato y no tenía ya la obligación de cumplir su promesa de echar del país a las naciones que todavía quedaban allí (Exo. 23: 27, 31).
22. Para probar con ellas.
El propósito de dejar allí a esas naciones paganas no era el de determinar si Israel, expuesto así a un contacto íntimo con el paganismo, permanecería fiel a su propia religión. " "Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie" " (Sant. 1: 13). Por el contrario, desde el principio fue evidente que Israel no iba a permanecer fiel. Dios dejó a las naciones como instrumentos para que afligieran a Israel, para castigarlo y para enseñarle que el camino de la apostasía no lleva a ningún fin deseable. Por medio de las aflicciones Dios procuraba que su pueblo se volviera a él. Este parece ser el significado de la palabra "probar", en este contexto. Quiere decir más bien "probar" en el sentido de afligir o de hacer pasar por vicisitudes que pudieran despertar al pueblo para que se diera cuenta de su verdadera condición.
En todas las épocas los hombres han experimentado crisis similares. Los períodos de sufrimiento y chasco han servido para que los tentados volviesen sus pensamientos a la seriedad del deber y al gran propósito que Dios tiene para su existencia. Estas vicisitudes no habían de mostrar a Dios cómo es el carácter del hombre, porque él conoce su corazón, sino más bien para demostrar a éste su verdadero estado.
A pesar de los repetidos fracasos de Israel durante este período, la disciplina no fracasó totalmente. Los castigos infligidos por las naciones extranjeras deben haber operado cambios saludables en la vida de algunos de los hebreos. Los castigos severos y convenientes sin duda hicieron comprender a muchos que el camino del pecado conducía a la desgracia. Usando las frases de Bunyan en El peregrino , podría decirse que Dios hizo que el "Prado de la Senda Extraviada" fuera más áspero que el "Camino Real". Después de haber sido tomados varias veces por el "Gigante Desesperación", los israelitas estaban a menudo contentos de volver por el camino por donde antes habían andado. Esos castigos enseñaron a la gente lecciones suficientemente duras como para que en tiempos de Samuel se notara que los israelitas habían hecho ya algún progreso espiritual. Al final del período de los jueces, cuando comenzó el período de Samuel, se oye menos acerca de la apostasía que antes. Además, todos esos problemas tendían a hacer que las diferentes tribus estrechasen sus vínculos, de modo que ya en tiempos de Samuel se notó un sentimiento fuertemente nacionalista.
Seguir el camino.
La tendencia natural de hacer "cada uno lo que bien le parece" (Deut. 12: 8; cf. Juec. 17: 6; 21: 15) fue demostrada cabalmente por Israel durante los siglos cuando fue gobernado por los jueces y posteriormente bajo la monarquía. El camino del hombre por lo general es "recto en su opinión" (Prov. 21: 2). Como resultado, " "todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino" " (Isa. 53: 6).
23. Dejó Jehová a aquellas naciones.
Los obstáculos son necesarios si ha de lograrse el desarrollo del carácter. Era conveniente que los israelitas aprendiesen a vivir una vida santa en medio de un ambiente corrupto. Bien llevado, el conflicto continuo con los poderes del mal desarrollaría la verdadera fe en Dios. Por esta razón Dios no había prosperado totalmente los primeros esfuerzos de las tribus por consolidar sus territorios. Por esa misma causa Dios no había permitido que Josué lograra dominar completamente todo el territorio cananeo. El Señor había ayudado a los israelitas a expulsar a tantos cananeos como fuera necesario, a fin de proporcionar lugar para que las tribus se establecieran. El plan divino era que a medida que Israel aumentara en número y aprendiera las lecciones de obediencia y fe, se le diera el poder de expulsar a los cananeos que aún quedaban. En la historia de Israel, en tiempos de David y Salomón, ese fin fue logrado, por lo menos hasta cierto punto.
CBA T2

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