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CBA Primer Libro de Samuel CAPÍTULO 15

Comentario Bíblico Adventista 
Samuel capítulo 15

1. Está atento.
Literalmente, "oye", con el pensamiento adicional de obedecer. Samuel quería decir que Saúl una vez había oído las instrucciones referentes a su encuentro en Gilgal, pero no había sido obediente. Ahora debía ser probado otra vez para ver si estaba dispuesto a cumplir con los deseos de Dios, o se iba a entregar de nuevo a sus propias complacencias.

2. Yo castigaré.
Los amalecitas eran un pueblo nómada que habitaba la región desértica entre Palestina y Egipto. Parece que se sustentaban mediante incursiones de rapiña contra las tribus vecinas (ver com. Gén. 36: 12). Sin ser provocados, habían atacado a los hijos de Israel en las proximidades del monte Sinaí (Exo. 17: 8-16). Después de esa batalla, Moisés dio a ese lugar el nombre de "Jehová-nisi", diciendo "Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación". En la profecía de Balaam, se llama a Amalec "cabeza de naciones"," con el significado de que fue el primero que luchó contra Israel, pero, añadió Balaam, "al fin perecerá para siempre" (Núm. 24: 20).

Sin duda, poco antes los amalecitas habían estado incursionando en la parte meridional de Judá, en las proximidades de Beerseba, y ésta puede haber sido una razón para que los ancianos de la región pidieran un rey (ver cap. 8: 1-5). Así como Josué recibió la instrucción de defender a los gabaonitas del ataque, sin que mediara provocación alguna, de los cinco reyes de la confederación del sur, también Saúl recibió la orden de aliviar a Israel de los ataques de los amalecitas. La muerte de los cinco reyes produjo paz en los días de Josué. Si Saúl hubiera realizado el plan de Dios, probablemente Israel habría tenido paz en ese frente por mucho más tiempo del que realmente tuvo. La referencia a los amalecitas en el pasaje del cap. 14: 48 puede aludir a esta campaña, pues es obvio que los vers. 49-52 forman un paréntesis.

3. Destruye todo.
Literalmente, "destruid [nótese el plural] completamente". La responsabilidad de cumplir con el edicto acerca de las posesiones de los amalecitas descansaba sobre los mismos componentes del ejército. Pero la forma verbal "hiere", en la orden "hiere a Amalec" está en la segunda persona singular, lo que coloca la responsabilidad del exterminio de los amalecitas personalmente sobre Saúl como rey de Israel. La palabra hebrea, jaram , traducida "destruye", significa, "anatematizar", "dedicar" y por lo tanto "exterminar". Cuando un país era anatematizado, se consideraba como maldito todo lo que pertenecía a la nación. Debía ser muerto el pueblo, también el ganado y los otros seres vivientes, pero cosas tales como plata y oro debían llevarse a la tesorería del Señor (ver Jos. 6: 17-19). Una costumbre similar existía entre otras naciones del Cercano Oriente en tiempos antiguos.

4. En Telaim.
Algunos eruditos identifican este lugar con el Telem de Jos. 15: 24, pueblo de la frontera meridional de Judá cerca del territorio amalecita, pero no se sabe nada definido en cuanto a su ubicación. Telaim sirve como base para la campaña contra los amalecitas, así como Bezec lo había sido para la campaña contra los amonitas (ver com. 1 Sam. 11: 8). Es extraño que sólo un cinco por ciento del ejército de Saúl proviniera de Judá, en vista de que esa tribu fue la que más sufrió a manos de los amalecitas.

6. Los ceneos.
Se llama madianitas a los miembros de la familia con la cual Moisés se unió por su casamiento (Núm. 10: 29), y también se los llama ceneos (Juec. 1: 16). Se debe esto a que ambos nombres se refieren al mismo tronco familiar o porque se habían unido las dos familias. Algunos comentadores han identificado a los ceneos como descendientes de Cenez, nieto de Esaú por la línea de Elifaz, pero no se conoce su origen con certidumbre (ver com. Gén. 15: 19). Los madianitas, y por eso también probablemente los ceneos, eran descendientes de Abrahán, por su esposa Cetura (ver com. Exo. 2: 16). Los amalecitas eran descendientes de Esaú (ver com. Gén. 36: 12) y por lo tanto consanguíneos tanto de los ceneos como de los israelitas. Algunos de los ceneos, o madianitas, acompañaron a los hijos de Israel a la tierra prometida (ver com. Núm. 10: 29-32) y recibieron allí una heredad entre el pueblo de Judá (Juec. 1: 16), y mucho más al Norte en Neftalí (Juec. 4: 10, 11). Podría ser que los ceneos aludidos aquí hubieran sido descendientes de los que se habían establecido en la parte meridional de Judá, vecina al territorio amalecita, y se hubieran emparentado, por vínculos matrimoniales, con los amalecitas (ver 1 Sam. 27: 10).

7. Havila.
Se desconoce la ubicación de Havila. Algunos eruditos piensan que se refiere a una "tierra de arenas"; otros, a "dunas arenosas". Desde el río de Egipto (ver com. Núm. 34: 5), la frontera sudoeste de Judá, que limita al oeste con Egipto, en la actualidad es tan sólo un estéril arenal. La palabra shur significa "muro". Se piensa que se refiere al muro de fortalezas edificadas por los reyes egipcios a lo largo de su frontera oriental, desde el mar Rojo hasta el Mediterráneo, para protegerse contra las invasiones de los asiáticos (ver com. Exo. 2: 15; 13: 20; 14: 2). El desierto justo al este de Egipto es llamado "el desierto de Shur" (ver Com. Gén. 16: 7; 25: 18; Exo. 15: 22). Puesto que los amalecitas todavía habitaban en el mismo distrito meridional en los días de David (1 Sam. 30), es probable que el rey Agag residiera en la "ciudad de Amalec" " (cap. 15: 5) y que el ejército de Saúl hubiera destruido ese lugar y esparcido a los amalecitas hasta muy lejos en el desierto de Shur. Esta incursión contra los amalecitas probablemente fue muy parecida a las de ellos contra Israel, antes y después de los días de Saúl (Juec. 6: 3-5; 10: 1 2; 1 Sam. 30:1-18). Es evidente que Saúl se contentó con una campaña incompleta. Había capturado a Agag, y en la antigüedad, cuando se aprisionaba a un rey, parece que se consideraba que su país quedaba subyugado (ver Jos. 12: 7-24).

8. Agag.
Quizá signifique "llameante" o "violento". Es posible, aunque no es de ninguna manera seguro, que fuera un título que se arrogaban los reyes amalecitas, similar al de Faraón entre los egipcios. De acuerdo con Josefo ( Antigüedades xi. 6. 5), Amán agagueo descendía de Agag amalecita a través de 16 generaciones (ver com. Est. 3: l).

Mató a filo de espada.
Es decir a los amalecitas que vivían en las proximidades del lugar del ataque de Saúl. Los amalecitas estaban esparcidos en una amplia zona de la península del Sinaí, el Neguev y el norte de Arabia (ver com. Gén. 36: 12). No hubiera sido posible que Saúl derrotara a todos los amalecitas en esta corta expedición. Es evidente que no lo hizo porque después David realizó otras campañas contra ellos (1 Sam. 27: 8; 30: 1-20; 2 Sam. 8: 12). Tan sólo en el tiempo de Ezequías fueron finalmente exterminados (1 Crón. 4: 42, 43).

9. Todo lo que era vil.
Al destruir lo que, de todos modos, no valía la pena preservar, Saúl y sus hombres pretendieron haber obedecido la orden de Dios de destruir "todo" lo que era de Amalec (vers. 3). Al mismo tiempo, los israelitas victoriosos preservaron "lo mejor".

11. Me pesa.
"Me arrepiento" " (BJ), " "Estoy arrepentido" (NC). Ver com. Gén. 6: 6; Exo. 32: 14; Juec. 2: 18. A muchos les resulta difícil reconciliar esta afirmación con 1 Sam. 15: 29, donde dice que Dios no " "se arrepentirá, porque no es hombre para que se arrepienta" " . Ambas formas verbales proceden de najam, que Gesenio define como "lamentarse" o "apesadumbrarse" debido a la desgracia de otros y, por lo tanto, "compadecerse"; también, "arrepentirse" debido a las acciones de uno mismo. En ningún lugar dice la Biblia que el hombre se arrepiente de lo bueno que pueda hacer; sino sólo de lo malo. Sin embargo, se dice que Dios se arrepiente del bien que hace, tanto como del mal (ver Jer. 18: 7-10). "El arrepentimiento del hombre implica un cambio de parecer. "El arrepentimiento de Dios implica un cambio de circunstancias y relaciones" (PP 682). La palabra najam debiera traducirse de tal manera que expresara este pensamiento.

De acuerdo con el principio de la libre elección, Dios no hace de ningún hombre una mera máquina para llevar a cabo los propósitos divinos. Es cierto que esos propósitos finalmente se llevarán acabo (Isa. 46: 10), pero el individuo o la nación a quienes se pide que los realice no por eso renuncian al privilegio de acatar o rechazar lo que Dios les pide (ver Ed 174). El que dice primero " "no quiero" " pero cambia de parecer, es mucho mejor que el que promete ir pero después decide no hacerlo (ver Mat. 21: 28-32). En cada caso, si el instrumento de los deseos de Dios demuestra ser indigno, a Dios "le pesa" por la decisión del individuo, pero permite que siga el curso de acción que ha escogido y que coseche la semilla que ha sembrado. La decisión de Saúl de seguir sus propios deseos no torció en lo más mínimo el propósito eterno de Dios, pero sí significó una oportunidad para que Dios demostrara su longanimidad al permitir que Saúl continuara como rey. El resultado natural de causa y efecto es una de las grandes lecciones que debe aprender el hombre en este gran conflicto entre el bien y el mal.

Se apesadumbró Samuel.
Literalmente, "se encendió Samuel". Cuando este verbo se emplea en relación con la palabra "ira", generalmente se traduce "se encendió su ira". Este es el único caso del AT en que el verbo najam se traduce "apesadumbrarse". Es incorrecto traducir "Samuel estuvo enojado" , pues se afirma a continuación que Samuel "clamó a Jehová toda aquella noche" " (ver vers. 11). El profeta estaba tan chasqueado y perplejo que buscó al Señor de todo corazón para que le mostrara la forma de salir de la deplorable situación.

12. Carmel.
No se trata del monte Carmelo donde Elías enfrentó a los profetas de Baal, sino de un pueblo a 11,6 km al sur de Hebrón, donde David se encontró con Nabal.

Levantó un monumento.
Aquí conmemoró Saúl su victoria, y luego fue a Gilgal, cerca de Jericó, quizá para reparar la desgracia que había experimentado allí (cap. 13: 11-16).

13. Yo he cumplido.
Dando la apariencia de un gran respeto, Saúl esperó ansiosamente para recibir la alabanza de Samuel. Como los hombres a lo largo de todo el transcurso de la historia, Saúl estuvo listo para creer que había cumplido la comisión que le había sido dada, realizando tan sólo la parte que le resultaba agradable. Había efectuado una incursión contra los enemigos tradicionales de Israel y había vuelto con Agag como prueba del cumplimiento de su misión. El monumento a la victoria erigido en Carmel lo era a su vanidad personal. Como Saulo de Tarso, Saúl hijo de Cis sin duda llegó a creer que las acciones de su propia elección se habían hecho en armonía con la voluntad de Dios. Sin embargo, es claro que aquí termina la semejanza entre los dos, pues uno conocía la voluntad de Dios y no la cumplió, mientras que el otro procedía con ignorancia (1 Tim. 1: 13).

14. Balido.
Aunque en ese momento parecía clara la conciencia de Saúl, el balido de los rebaños demostraba claramente su desobediencia y que no podía confiarse en su conciencia. Se puede tener cauterizada la conciencia (1 Tim. 4: 2) en vez de que esté limpiada de obras muertas (Heb. 9: 14) y sin ofensa (Hech. 24: 16). Desde que fue ungido, Saúl había demostrado muchos nobles rasgos de carácter, y Samuel lo amaba, así como Jesús amaba a Judas. Pero el logro del poder había convertido al hombre en un déspota que no toleraba interferencias. Precisamente, mientras estaba en el acto de proclamar su obediencia, los rebaños denunciaban en alta voz su desacato.

15. El pueblo perdonó lo mejor.
Como Adán y Eva, Saúl procuró echar la culpa a otro. ¿Acaso el pueblo no había sido tan leal a la orden de Saúl de destruir todo lo que pertenecía a los amalecitas como lo había sido antes al abstenerse de alimento el día cuando derrotó a los filisteos? (cap. 14: 24). Para cualquiera de la naturaleza y la inteligencia de Saúl el buscar refugio en una excusa tal es una clara evidencia de bancarrota espiritual.

17. Aunque eras pequeño.
Una traducción literal del hebreo del vers. 17 permite cualquiera de estas traducciones: "Aunque [o cuando] tú [eras] pequeño ante tu propia vista, ¿no [eras] tú [hecho] cabeza de las tribus de Israel?" o "Aunque tú [eres] pequeño ante tu propia vista, ¿no [eres] tú cabeza de las tribus de Israel?" En el texto hebreo los verbos están tácitos, por lo cual la traducción al castellano requiere que se los añada. Suponiendo que Samuel aquí se refiere a una experiencia pasada, en la RVR dice "eras", mientras que la BJ -más moderna en su traducción- reza "eres", " considerando que Samuel pensaba en la afirmación de Saúl del vers. 15, y por eso se dirigió a él hablándole en tiempo presente. La RVR entiende que Samuel establecía un contraste entre la anterior humildad de Saúl y su orgullo actual, pero la BJ interpreta esta declaración como un contraste entre la subordinación a la voluntad del pueblo expresada por Saúl (vers. 15) -una falsa humildad- y su nombramiento divino como dirigente (vers. 17).

La frase "Jehová te ha ungido por rey sobre Israel" parece ser una simple repetición de la declaración anterior: "¿No has sido hecho jefe de las tribus de Israel?" Además, Saúl había explicado su conducta pretendiendo que fue "el pueblo" el que guardó "lo mejor" de los despojos, con lo que quería decir que no pudo impedírselo (vers. 15). De acuerdo con la BJ, Samuel puso en tela de juicio la tentativa de Saúl de evadir la responsabilidad - "Tú eres pequeño a tus propios ojos" , es decir, incapaz de ejercer un control eficaz sobre tus hombres- con una solemne afirmación de que Saúl era su caudillo. En los vers. 17-19 (ver vers. 1-3) se dice que Samuel hizo recordar a Saúl la responsabilidad personal que tenía en el asunto: (1) Jehová lo había ungido como rey, y por lo tanto como caudillo de Israel, (2) lo había enviado contra los amalecitas, y (3) le había ordenado que los exterminara. ¿Por qué no había obedecido? La obediencia siempre es algo central en nuestra relación con el Dios del cielo.

De acuerdo con la RVR, Samuel recordaba a Saúl lo que éste mismo había dicho al ser ungido (cap. 9: 21), cuando fue elevado desde un nivel muy humilde hasta ser el caudillo de Israel. No es el plan de Dios colocar a sus siervos donde no puedan ser tentados, ni arrojarlos en medio de la tentación, donde -cuando caen- debe perdonarlos y luego permitirles que continúen en pecado. El deseo divino es más bien rescatarlos para que puedan ganar la batalla contra el pecado aquí y ahora. El Espíritu Santo llevó a Cristo al desierto para que fuera tentado por Satanás (Mar. 1: 12). Saúl había recibido la evidencia indudable de que el Señor lo amaba y que sería su ayudador constante. Nunca podía acusar a Dios de que -conociendo su naturaleza egoísta- no le dio toda oportunidad posible de hacer lo bueno y vencer sus malos rasgos de carácter. El hecho de que Dios le diera otro corazón (1 Sam. 10: 9) no significaba que Saúl no pudiera volver a sus viejos hábitos de vida si así lo deseaba. ¿Se exaltaría Saúl? Si lo hacía, Dios tenía que humillarlo.

20. Antes bien he obedecido.
Sólo un corazón perverso y obstinado podía pretender hacer pasar la desobediencia como obediencia. Al hacer Saúl demostró cuánto se había alejado de las sendas de justicia. Fue cuando Eva "vio" " que el fruto del árbol prohibido era " "bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para " alcanzar la sabiduría" cuando "tomó de su fruto, y comió" (Gén. 3: 6). Cuando uno se convence a sí mismo de que lo que Dios ha señalado claramente como un veneno moral es deseable para una vida más abundante, entonces abjura de su lealtad a Dios y presta juramento de lealtad al diablo. Cuando aparece como correcto lo que Dios ha dicho que es malo, uno puede estar seguro de que ha puesto los pies en terreno prohibido y está sin protección contra las tentaciones hipnóticas del tentador. Ha cegado su propia visión espiritual y endurecido el corazón (ver Efe. 4: 30; ver com. Exo. 4: 21).

Cristo advirtió a sus discípulos que llegaría el tiempo cuando cualquiera que los matara pensaría que estaba rindiendo " "servicio a Dios" " (Juan 16: 2). Desde los días de la iglesia apostólica (Hech. 26: 9-11; cf. 1 Tim. 1: 13) hasta el día de hoy, las más duras persecuciones contra los siervos de Dios se han llevado a cabo en nombre de la religión. Después de que termine el tiempo de gracia, hombres impíos continuarán con las formas externas de la religión con celo aparente hacia Dios (CS 672, 673). La más hábil artimaña del diablo es disimular de tal modo el error que parezca verdad. Por esta razón, en un tiempo cuando el máximo falsificador pondrá en acción sus esfuerzos con mayor éxito, el Testigo Fiel y Verdadero aconseja a los laodicenses que usen "colirio" espiritual para que vean (Apoc. 3: 18) su verdadera condición, para que puedan distinguir entre la verdad y el error, para que sepan distinguir las artimañas de Satanás y las eviten, para que sean capaces de detectar el pecado y aborrecerlo, y para que puedan ver la verdad y obedecerla (2JT 74, 75). De lo contrario, como los judíos del tiempo de Cristo, será evidente que aceptan como doctrina los mandamientos de los hombres (ver Mat. 15: 9).

He traído a Agag.
¡Cuán absurdo aunque verdadero! Saúl presenta su acto supremo de desobediencia como una prueba de haber cumplido plena y completamente con la orden de Dios recibida mediante el profeta Samuel. En su estado de ceguera espiritual confundió lo erróneo con lo correcto, y se sintió agraviado porque Samuel no reconocía lo que él consideraba -y en cierto sentido lo era- una victona muy grande (ver PP 681).

21. Las primicias del anatema.
"Lo mejor del anatema" " (BJ). De la palabra hebrea jérem, "las cosas consagradas", "las cosas dedicadas", "las cosas malditas" o "cosas consagradas a la destrucción". Jérem se deriva del verbo jaram , "prohibir para el uso común", "consagrar para Dios", "extirpar". Acán se apropió para su uso personal " "del anatema [ jérem ]" " (Jos. 7: 1, 11, 13, 15; cf. cap. 6: 17, 18), lo que incluía plata y oro (Jos. 7: 21) reservados para el servicio del santuario (Jos. 6: 19). El hecho de que una persona o cosa fuera "maldita" o "dedicada" no significaba necesariamente que debía ser destruida; sino tan sólo que debía empleársela precisamente en la forma en que Dios indicara. En contraste con la plata y el oro, todo lo demás que había en la ciudad debía ser destruido completamente (Jos. 6: 21). Sin embargo, esas cosas también eran "anatema" : "malditas" o reservadas "a Jehová" (Jos. 6: 17). La misma palabra hebrea jérem también designa las ofrendas "dedicadas" " para uso sagrado (ver Lev. 27: 21, 28, 29; Núm. 18: 14; etc.).

La afirmación de Saúl acerca de "las primicias del anatema", o literalmente "las cosas dedicadas", cobra un nuevo significado a la luz del uso dado en la Biblia a la palabra hebrea así traducida. Samuel había instruido a Saúl para que "destruyera [ jaram ]" a los amalecitas y todas sus posesiones, que los matara. No sólo estaban "dedicados", sino "dedicados para la destrucción". Es evidente que Saúl razonó que tenía el privilegio de decidir cómo había de realizarse la orden divina.

Sin duda Saúl expresó la verdad cuando dijo que "el pueblo" quiso salvar lo mejor de los rebaños y de las manadas. No se les permitía que tomaran para sí los rebaños y las manadas de los amalecitas. Pero podían enriquecerse empleando los animales de los amalecitas en lugar de los propios que de otra manera habrían tenido que sacrificar (PP 68l). Sencillamente Saúl aprobó la sugestión tal como le llegó, y así se apropió del derecho de interpretar la orden del Señor en la forma que vio conveniente. Por su parte, Saúl no tenía interés en el ganado; tenía suficientes animales y hasta le sobraban. Pero si volvía con un rey vencido -de acuerdo con la costumbre de sus días- podría presentar delante de todo Israel una evidencia tangible de su proeza militar y se incrementaría mucho su prestigio. Sin duda Saúl tenía el plan de ejecutar en público a Agag después de presentarlo al pueblo como una muestra de su habilidad como guerrero. Pero Samuel, instruido por Dios, realizó él mismo la ejecución y privó a Saúl de la exhibición prevista.

Probablemente Saúl razonó que obedecería la orden de Dios tanto respecto al ganado como al rey, y al mismo tiempo aumentaría la riqueza de sus súbditos y su propio renombre. Cumpliría a su manera con la voluntad de Dios. Finalmente, serían muertos tanto el rey como los animales; pero entre tanto él y su pueblo aprovecharían de ellos. En esto estribaba la debilidad del carácter de Saúl: mientras que pretendía servir a Dios, en realidad servía primero sus propios intereses y después los de Dios. Sin duda por esta misma razón, al enviar a Saúl contra los amalecitas con la orden de "dedicarlos" y "dedicar" también todas sus posesiones, Dios especificó el medio por el cual debían ser "dedicados": la muerte.

Saúl fracasó en esta gran prueba final de su carácter. Aun Samuel, que había pasado la noche en oración ante Dios en favor de Saúl para que se anulara la sentencia de rechazo (PP 682), se llenó de indignación cuando vio la prueba de la rebelión de Saúl (PP 683). Debido a que Saúl había dejado al Señor, el cielo lo abandonó para que siguiera el camino de su propia elección; y Samuel por su parte "nunca después vio ... a Saúl en toda su vida" (vers. 35). Saúl se había descalificado completamente como rey al someterse a los deseos del pueblo, al culparlo por sus propias decisiones erróneas, y al procurar atribuirse el honor que en realidad pertenecía a Dios.

En Gilgal.
Aunque no era la residencia de Saúl, Gilgal parece haber sido de hecho en algunos respectos la capital de la monarquía hebrea. Señalaba el sitio del primer campamento de Israel después del cruce del Jordán (Jos. 4: 19) y el cuartel general militar para la conquista de Canaán (Jos. 10: 15; etc.). Fue allí donde se efectuó la verdadera división de la tierra (Jos. 14: 6 a 17: 18). Cuando se completó la conquista del país, unos seis o siete años después del cruce del Jordán, el arca fue trasladada de Gilgal a Silo (Jos. 18: 1). En ese tiempo Josué residía en "Timnat-sera, en el monte de Efraín" (Jos. 19: 49, 50).

El servicio del santuario se interrumpió en Silo cuando los filisteos se llevaron el arca (1 Sam. 4: 11; Sal. 78: 60) y la ciudad de Silo fue destruida (ver Jer. 26: 6, 9). El arca fue llevada de vuelta, primero hasta Bet-semes (1 Sam. 6: 7-15) y después a Quiriat-jearim (cap. 7: 1), donde quedó hasta que David la traspasó a Jerusalén (2 Sam. 6: 2-12; cf Jos. 15: 9, 60). En un sentido, así se descentralizó el culto de Dios, aunque Samuel ofrecía sacrificios en diversos lugares (PP 660), probablemente también en Gilgal (1 Sam. 7: 16). Fue aquí donde Samuel reunió a los israelitas para confirmar a Saúl como rey después de su victoria en Jabes de Galaad (1 Sam. 11: 14, 15); aquí también se reunieron fuerzas para el ataque contra la guarnición filistea de Micmas (1 Sam. 13: 4). También podría haber sido la base para la campaña contra los amalecitas, como parece decirse tácitamente en la propuesta de Saúl de volver allí para ofrecer sacrificios a Dios.

22. ¿Se complace Jehová?
Impelido por el Espíritu Santo, Samuel expresó esta profunda verdad que había de resonar a través de los siglos siguientes (ver Sal. 51: 16-19; Isa.1:11; Ose. 6: 6; Miq. 6: 6-8; etc.).

23. Te ha desechado.
Aquí se presenta claramente el motivo para un cambio de la relación entre Dios y el hombre: "Por cuanto tú desechaste". Cuando el hombre elige seguir su propio camino, Dios está obligado a reajustar las condiciones para hacer frente a la situación. Cuando Israel quiso un rey, Dios le dio la oportunidad de probar la factibilidad de un plan tal. El mismo hecho de que Dios permitiera que Saúl continuara como rey muestra que no lo había abandonado. Si Saúl no seguía a Dios, tendría que poner en práctica sus propias ideas en cuanto a la realeza sin la ayuda del consejo divino, no porque Dios fuera reacio a guiarlo, sino porque él rehusaba aceptar la dirección.

24. Yo he pecado.
Antes de que Samuel anunciara que Dios había rechazado a Saúl como rey (vers. 23), éste defendió firmemente su proceder. Tan sólo cuando se pronunció la sentencia y se dio a conocer el castigo, estuvo dispuesto a admitir que se había apartado de la orden divina. Saúl no demostró la prueba de una vida transformada que acompaña a "la tristeza que es según Dios" ; la suya fue "la tristeza del mundo" (2 Cor. 7: 9-11). No fue el sincero deseo de hacer lo correcto lo que lo movió a esa admisión, sino el temor de perder el derecho a su reino. Sólo cuando se vio frente a esa perspectiva, fingió arrepentimiento con el propósito de salvar su puesto de rey, de ser eso posible. La alabanza humana significaba más para él que la aprobación divina.

Perdona, pues, ahora mi pecado.
Cuán diferente fue este pedido del que presentaron los israelitas en Mizpa cuando clamaron: " "Contra Jehová hemos pecado... No ceses de clamar por nosotros a Jehová" " (cap. 7: 6-8). El pecado de Saúl ¿fue contra Samuel o contra el Señor? ¿Estaba tan preocupado por el cambio de corazón que necesitaba como estaba de perder su prestigio ante el pueblo, ante la posibilidad de que perdiera el reino? Sus acciones futuras debían revelar claramente la verdadera razón de su conducta.

26. No volveré.
Samuel, creyendo que Dios había rechazado a Saúl, al principio rehusó rendir culto a Dios con el rey. Humanamente hablando, no tenía nada que hacer con un hombre que apreciaba tan poco lo que Dios había hecho por él. La actitud de Samuel era sencillamente un reflejo de la actitud de Dios. Si el Señor no quería tener más trato con Saúl (ver cap. 28: 6), Samuel -como representante de Dios- tampoco podía tenerlo (cap. 15: 35), para que una relación tal no fuera interpretada como una evidencia de la aprobación divina.

28. Lo ha dado.
Dios se refería al ungimiento de David y a su coronación, aunque estaban todavía en el futuro, como si ya se hubieran realizado. Saúl se había descalificado irreparablemente para servir como rey, y la decisión de Dios acerca de él era irrevocable. En la voluntad y en el propósito de Dios el reino ya había sido dado a otro. Nada que hiciera Saúl, como ofrecer un culto (vers. 30), cambiaría la sentencia. Ni la oración la cambiaría (ver Jer. 7: 16; 11: 14; 14: 11; PP 682). Con toda seguridad, el rechazo de Saúl como rey no implicaba necesariamente que había terminado su tiempo de gracia y que el Señor rehusaría aceptarlo como individuo. Todavía podía arrepentirse personalmente y convertirse. Si en ese tiempo Saúl hubiese estado dispuesto a renunciar al trono y a vivir de allí en adelante una vida privada, podría haber hallado la salvación; pero era evidente que no podía desempeñarse en el cargo de rey en armonía con la voluntad divina.

Mejor que tú.
De acuerdo con lo registrado, la única falta de Saúl hasta ese tiempo fue la que cometió en Gilgal (cap. 13: 8-14). No había una mancha en su registro como en el caso de David con Betsabé y Urías heteo. Ambos fueron grandes pecadores. La diferencia entre ellos estuvo en que cuando le fue señalado su pecado, Saúl justificó su proceder (caps. 13: 11, 12; 15: 20), en tanto que David se arrepintió sinceramente de sus pecados (2 Sam. 12: 13; Sal. 51).

29. La Gloria de Israel.
Este título aplicado a Dios sólo aparece en este lugar del AT. La palabra traducida "Gloria" es nétsaj, que proviene del verbo nalsaj , "ser preeminente", "ser permanente". En el marco en que aquí se usa, es sumamente apropiada esta forma de denominar a Dios. Nétsaj muchas veces se traduce "perpetuamente" (2 Sam. 2: 26) o " "para siempre" (Sal. 52: 5).

Arrepienta.
En cuanto al "arrepentimiento" de Dios, ver com. Gén. 6: 6; Exo. 32: 14; Juec. 2: 18; 1 Sam. 15: 11.

30. Para que adore.
Para Saúl las formas del culto sólo eran importantes como un medio de conseguir para sí la lealtad del pueblo. Tenía el propósito de dar la impresión de que su proceder se originaba en Dios a fin de que el pueblo creyera que al seguirlo a él, hacían la voluntad de Dios. Así se rebajó la religión para que sirviera a los fines del poder civil, pues Saúl se proponía usar a Dios como un medio para lograr sus propios fines.

31. Volvió Samuel.
Quizá hubo dos razones por las cuales Samuel cambió de parecer: (1)Quería hacer todo lo posible para ganar a Saúl como persona. (2) Al saberse que había desaprobado a Saúl, eso podría inducir a algunos descontentos de Israel como una excusa para sublevarse. El orden establecido por el gobierno debía continuar aun cuando el rey hubiera rechazado el liderazgo de Dios para hacer su propia voluntad.

33. Samuel cortó en pedazos a Agag.
De acuerdo con el código civil dado a Israel (Exo. 21: 23, 24), Agag merecía la muerte, y Samuel lo ejecutó "delante de Jehová", así como Elías más tarde mataría a los profetas de Baal en el Carmelo, de acuerdo con la ley de la blasfemia (Lev. 24: 11, 16). Al matar a Agag, Samuel desbarató el propósito de Saúl de exhibir al rey como testimonio de su supuesta habilidad como caudillo.

35. Nunca después vio Samuel a Saúl.
Ver com. vers. 26; ver también cap. 16: 14.

Samuel lloraba.
Al principio Samuel estuvo maldispuesto para dar un rey a Israel, pero una vez que fue elegido el rey, Samuel le fue fiel a pesar de sus faltas. Para Samuel -y más tarde para David- Saúl era "el ungido de Jehová" (cap. 24: 10). El pesar de Samuel por la conducta de Saúl (cap. 15: 11; PP 682) es una prueba de la sinceridad de la forma en que Samuel velaba por él.

CBA T2

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INTRODUCCIÓN AL LIBRO DE JUECES CONTENIDO: Título Autor Marco histórico Tema Bosquejo INTRODUCCIÓN 1. Título.  El libro de los Jueces recibe su nombre de los títulos de quienes gobernaron a Israel después de la muerte de Josué. Moisés, al dar instrucciones respecto del gobierno de los israelitas después de su establecimiento en Canaán, había ordenado: " "Jueces y oficiales pondrás en todas tus ciudades que Jehová tu Dios te dará en tus tribus" " (Deut. 16: 18). Por lo tanto, cuando Moisés ya no vivía para ejercer las funciones legislativas, ni Josué para desempeñar las ejecutivas, se nombraron jueces que constituyeron la autoridad civil más encumbrada del país. El libro de los Jueces es la historia del período que siguió inmediatamente a la muerte de Josué. En ese período la autoridad gubernamental de Israel estuvo en manos de los jueces.  Las personas que dieron el nombre a este libro cumplieron una función mayor que las funciones civiles...

INTRODUCCIÓN AL LIBRO DE NÚMEROS

INTRODUCCIÓN AL LIBRO DE NÚMEROS CONTENIDO 1. Título 2. Autor 3. Marco histórico 4. Tema 5. Bosquejo 1.Título. Números es el cuarto libro del Pentateuco, que es el nombre que reciben los cinco libros de Moisés. El título "Números" se deriva del título Arithmói , de la Septuaginta, luego del latín Numeri , del cual se ha traducido "Números". Los hebreos llamaron al libro Bemidbar , "en el desierto". 2.Autor. La mayoría de los creyentes han aceptado, a través de todas las edades, que los libros del Pentateuco fueron obra de Moisés. En el Éxodo tenemos el relato de los primeros años de la vida de Moisés, seguidos por su llamamiento, con la comisión divina que le fue dada, y cómo fue aceptado por el pueblo como dirigente. En Números se lo presenta como un dirigente maduro. El esfuerzo y la tensión de las dificultades por las cuales pasó con su pueblo lo convirtieron en un instrumento especialmente adecuado para registrar la historia de esos suces...

INTRODUCCIÓN AL LIBRO DE LEVÍTICO

INTRODUCCIÓN AL LIBRO DE LEVÍTICO Contenido: Título Autor Marco histórico Tema Bosquejo 1. Título.  El libro de Levítico recibió su nombre porque trata mayormente del sacerdocio, oficio que pertenecía a la tribu de Leví. Antiguos eruditos hebreos lo llamaron Wayiqra' , que es la primera palabra del libro, y los judíos modernos han retenido el nombre. El Talmud lo llamó "La ley de los sacerdotes", o "La ley del sacrificio". El subtítulo, "Libro tercero de Moisés", no formaba parte del texto original hebreo, pero fue agregado siglos más tarde.  2. Autor.  No puede haber duda de que Moisés, el autor del Génesis, es también el autor de Levítico (véase la introducción al Génesis). Las teorías que descartan a Moisés como autor de los libros que llevan su nombre, son demasiado contradictorias como para ser consideradas aquí. Desde los tiempos más antiguos, tanto judíos como cristianos han creído que el Levítico fue escrito por Moisés, y ...