1. Cueva de Adulam.
Según Josefo ( Antigüedades vi. 12. 3) se trata de una cueva próxima a la ciudad de Adulam. Adulam se ha identificado con Khirbet esh-Sheikh Madhkûr , a 26 km al sudoeste de Jerusalén, en la bajada occidental de las montañas de Judá, donde descienden hacia la Sefela. El pueblo está en el extremo occidental del valle de Ela, donde David hizo frente al gigante filisteo. En esas colinas hay muchas cavernas, algunas de las cuales son muy grandes. Las formaciones de piedra arenisca son tan suaves que las paredes se pueden cortar con conchas. Ni el correr de los siglos ha borrado las marcas de esas conchas. Los pastores cuidaban sus rebaños en algunas de estas cavernas. Se afirma que los cristianos primitivos vivieron en algunas de ellas, pocos kilómetros al sur de Adulam, en el tiempo cuando la persecución los hizo huir de las ciudades de Palestina. Algunas de las cuevas contienen tumbas y criptas similares a las de las catacumbas de Roma. En Adulam era donde David estaba oculto cuando quiso beber del pozo de Belén. Tres de sus valientes, por traerle agua, arriesgaron la vida infiltrándose en las líneas de los filisteos que se habían apoderado del valle de Refaim, cerca de Jerusalén. Tan abrumado quedó David por su lealtad, que derramó el agua como una libación ante Jehová (2 Sam. 23: 13-17; 1 Crón. 11: 15-19). Este incidente ocurrió en el tiempo de la cosecha (2 Sam. 23: 13; cf. 1 Sam. 23: 1), en la primavera y principio del verano. Quizá David pasó el invierno en esa cueva.
De acuerdo con el sobrescrito del Salmo 57, David lo escribió mientras estaba en la cueva de Adulam. Recobrando la fe y el valor, entonces expresó su confianza en la liberación divina, aunque se encontraba "entre leones ... entre hijos de hombres" cuyos dientes eran como "lanzas y saetas, y su lengua espada aguda" (Sal. 57: 4). El cambio de su estado de ánimo quizá se debió a la presencia del profeta Gad, el cual -como algunos lo han sugerido- se unió con David y sus compañeros en la cueva (ver com. vers. 5).
3. Mizpa.
Literalmente, "atalaya". Las ruinas de estos "refugios" o fortalezas se han encontrado por todo el distrito montañoso de Moab. Se construían en las salientes de las cimas montañosas a corta distancia una de otra. Se apostaban observadores en esas fortalezas como para formar una cadena de comunicaciones. No se conoce el lugar exacto de esta Mizpa de Moab. Quizá fue una de las fortalezas de las colinas moabitas cerca de Kir. Parece que Kir, por lo menos en una época posterior, fue la capital de Moab (ver 2 Rey. 3: 25-27). Su nombre moderno es Kerak , población situada en las laderas del Wadi Kerak , en una eminencia particularmente apta para la defensa. A 22,4 km de Kir está el Wadi Hes~ -el arroyo que en la Biblia se llama Zered- que formaba la frontera septentrional de Edom. Saúl había guerreado contra Moab después de subir al trono (1 Sam. 14: 47). Por lo tanto, cualquiera que fuera proscrito por Saúl se refugiaba en esa región. Tal vez David también sintió la influencia del hecho de que Rut, su bisabuela, era moabita.
4. Lugar fuerte.
Heb. metsudah , "una plaza fuerte", "un baluarte", de la raíz tsud que significa "perseguir".
5. Gad.
Esta es la primera mención de un hombre que iba a figurar mucho en la vida de David. Puesto que Saúl se volvió no sólo contra los sacerdotes sino también contra los profetas -de los cuales Samuel era el principal-, era de esperarse que el rey hubiera perdido el favor de todos los que eran verdaderamente religiosos. Quizá fue Samuel quien envió a Gad para que se relacionara con David. El futuro rey de Israel se beneficiaría mucho con la presencia de un vidente divinamente inspirado. Mientras vivió David, Gad fue su vidente (2 Sam. 24: 11-19). Junto con Natán el profeta, Gad fue el recopilador de la biografía de David (1 Crón. 29: 29). Puesto que sobrevivió a su rey y amigo de toda la vida, lo natural es que comenzara a relacionarse con David cuando todavía Gad era joven. Aunque no se consigna, es probable que Gad hubiera visitado a David mientras éste estaba en Adulam y que lo acompañara a Moab más bien que haber ido a encontrarlo en Mizpa. Sólo tratando de reunir los fragmentos de informaciones acerca de David, de diversas porciones de las Escrituras, se puede ver cuántos detalles -interesantes si tan sólo pudiéramos recuperarlos- se han omitido al presentar el relato de la ayuda providencial de Dios prodigada a sus hijos.
Lo que Dios hizo por David al proporcionarle dirección profético, lo había hecho por Saúl. Estas dos vidas se colocan en contraste y demuestran que Dios no hace acepción de personas. Los que no alcanzan la norma divina, fracasan no porque el Señor no les haya puesto a su disposición todo lo necesario para el verdadero éxito, sino porque rechazan persistentemente el plan del cielo.
No te estés.
David no debía quedar en Moab. Se lo necesitaba en Judá. Las fuerzas de Saúl parecían ineficaces contra las continuas incursiones de los filisteos (1 Sam. 23: 1, 27; 1 Crón. 11: 15) y las condiciones eran inestables. El relato de Nabal implica que los pastores necesitaban protección armada (1 Sam. 25: 15, 16, 21). El odio que Saúl sentía por David no era una razón para que éste huyera a un país extranjero. Dios, que lo había protegido tantas veces en el pasado, no lo abandonaría, sino que encauzaría los acontecimientos para que, mediante penalidades y sufrimientos, recibiera la preparación necesaria para el liderazgo futuro.
La disciplina del sufrimiento fue eficaz aun en la vida de Jesús. El Capitán de nuestra salvación fue perfeccionado "por aflicciones" (Heb. 2: 10). David, al volver para estar en medio de todos los que tenían dificultades en Judá, debía comportarse de manera que diera ánimo a todos los que lo rodeaban. Hoy en día Dios anhela demostrar la lealtad de sus hijos en toda suerte de ambientes; no desea que se retiren cuando las circunstancias se hacen difíciles. Quiere que sus seguidores demuestren la belleza de la religión cristiana y revelen su inmensa superioridad sobre el servicio del yo y de Satanás.
Haret.
Quizá la moderna Kharâs , al noroeste de Hebrón, en el límite del distrito montañoso; pero su identificación es incierta todavía.
6. Se sabía de David.
Algunos comentadores toman el relato del resto de este capítulo como una ilustración de la forma en que a veces el texto hebreo se aparta de una sucesión cronológica estricta de los acontecimientos, a fin de llevar un pensamiento hasta su conclusión antes de tratar otro. Una interpretación tal de este pasaje supone que la acusación de Doeg contra el sacerdote Ahimelec y la matanza de Nob, siguieron inmediatamente al descubrimiento de la primera huida de David, pero que la narración continúa con el relato acerca de David y sus hombres, hasta que resulta necesario presentar la matanza para explicar la llegada de Abiatar a Keila en el capítulo siguiente. Esta interpretación se basa principalmente en la confesión de Ahimelec de su ignorancia en cuanto a la verdadera situación de David. Esta deducción no carece de lógica.
Es igualmente razonable suponer que el relato sigue sin interrupción. En este caso, la declaración de que fueron descubiertos David y sus hombres significa que se llegó a saber que habían salido de su escondite en el fuerte de Adulam y que acampaban en el bosque de Haret; y que cuando supo esto el rey, se quejó a sus siervos acusándolos de colaborar a traición con el proscrito (vers. 8). Al punto Doeg, el pastor, aprovechó la oportunidad para delatar a Ahimelec (vers. 9, 10). No hay razón para suponer que un hombre en el puesto de Doeg -cuando vio a David en el santuario- hubiera sabido algo de la verdadera razón de su venida. Puesto que no habría habido nada de extraño en que David se detuviera allí en procura de consejo antes de proseguir en alguna misión para Saúl, Doeg habría considerado que no valía la pena informar eso entonces. Mediante la respuesta de Ahimelec no podemos determinar el orden de los sucesos, pues su argumento de que ignoraba la situación de David sería una defensa lógica (ver com. vers. 14, 15), aun sin tomar en cuenta el intervalo entre esta supuesta traición y la acusación de los sacerdotes ante Saúl. De modo que el asesinato de los sacerdotes y la matanza de Nob no siguieron necesaria e inmediatamente a la visita de David al santuario (ver PP 714, 715).
Debajo de un tamarisco.
El "alto" de Gabaa probablemente era un lugar favorito de reunión para los hombres de la ciudad.
8. Conspirado contra mí.
Debido a sus celos demenciales, Saúl comenzó a compadecerse de sí mismo y a acusar a todos menos a sí mismo, por sus tentativas frustradas para capturar a David. Comenzó entonces a abochornar a los propios hombres de su tribu por no haberlo informado a fin de ayudar a un rival de Judá. Pensaba que aun su propio hijo se había vuelto contra él y era culpable de traición. Ya una vez había amenazado con hacerlo matar (cap. 14: 44); ahora creía que el pueblo simpatizaba con Jonatán aún más que antes.
9. Entonces Doeg ... respondió.
Doeg, el principal de los siervos, vio su oportunidad para vengarse del sacerdote Ahimelec (ver com. cap. 21: 7), como también para mejorar su posición ante el rey. Dijo implícitamente a Saúl que Jonatán y los benjamitas no tenían tanta culpa como el sacerdote, el cual no sólo dio alimento a David sino que consultó a Jehová por él y le dio un arma (vers. 10). Sin duda Doeg no se ofreció para dar esa información hasta que fue estimulado por el ofrecimiento de ricas recompensas y elevados cargos (ver PP 715).
14. Ahimelec respondió.
No negó Ahimelec la acusación de haber ayudado a David, pero sí negó haber sido desleal. De su respuesta una diferencia de opinión para ubicar este incidente en el tiempo (ver com. vers. 6). Los que sostienen que el incidente ocurrió inmediatamente después de la fuga de David de Gabaa interpretan que las palabras de Ahimelec significaban que, hasta ese momento, él no sabía que David ya no era el siervo más fiel de Saúl y miembro honorable de la casa real. Después de que David había estado prófugo y proscrito por tantos meses, difícilmente Ahimelec podría haber sido tan ignorante o tan necio como para decir a Saúl que David servía a sus "órdenes" y era "ilustre" en su casa.
Esta conclusión se basa en nuestra traducción castellana, que presenta los verbos en el tiempo presente. En realidad, el hebreo tiene un solo verbo, sur, traducido aquí "sirve". La forma verbal "es", es añadida aunque aparece dos veces en este versículo. La forma del verbo sur que aquí se presenta puede recibir un sentido tanto de presente como de pasado, de modo que la sentencia es bastante indefinida en lo que atañe al período de tiempo de que se trata. El tiempo del verbo debe entenderse por el contexto. La traducción literal de las palabras de Ahimelec es: "¿Y quién entre todos tus siervos como David, fiel y el yerno del rey y volviéndose [o se volvió] a tus órdenes, y honorable en tu casa?" El contexto parece requerir el uso del tiempo pasado. La inserción de las formas verbales necesarias al traducir al castellano una oración como ésta, depende del juicio de los traductores, pero la índole del caso permite diferencias de opinión. Es obvio que Ahimelec quiso decir que había ayudado a uno a quien suponía en ese tiempo -ya fuera reciente o remoto- que era un representante honorable del rey.
15. ¿He comenzado yo desde hoy?
"¿Es que he comenzado hoy?"¿Es que he comenzado hoy?" (BJ). Se deduce que si él hubiese comenzado entonces a buscar la dirección divina para David, después de saber la verdadera situación de éste, ello hubiera significado prestar ayuda a un enemigo declarado de Saúl; pero que cuanto había hecho antes de que supiera del conflicto entre Saúl y David no influía en su fidelidad. Con tranquila dignidad Ahimelec respondió a la acusación de Saúl de que había usado los Urim y el Tumim en una forma contraria a las ideas del rey, al declarar que había hecho una pregunta en cuanto al que estaba más cerca de Saúl, uno que siempre le había sido leal y dedicado, y que había prestado su servicio al mensajero del rey. Su última palabra fue para negar que hubiera sabido nada de la situación. (Nota: Recuérdese que Urim es una forma plural en hebreo.-N del T.*)
17. La gente de su guardia.
Heb. ratsim , literalmente, "los corredores" (BJ). Esta palabra se usa a veces para designar la guardia real, como es obvio aquí. Quizá Samuel se refirió a ese oficio cuando advirtió a los israelitas que el rey por el cual clamaban tomaría a sus hijos y reclutaría a algunos de ellos para que corrieran "delante de su carro" (cap. 8: 11). Saúl quedó frustrado ante la negativa de sus guardias de levantar la mano contra los sacerdotes del Señor. Lo que el rey pedía era algo espantoso. Aun entre las tribus paganas de hoy día se considera que el hechicero es sagrado y nadie se atreve a levantar la mano contra él. ¡Cuánto más debería haber respetado Saúl al siervo del Altísimo!
18. Doeg el edomita.
Este descendiente de Esaú aparece como un hombre semejante a Saúl: celoso, resentido, maligno y como que hubiera estado aguardando ansiosamente cualquier débil excusa para realizar los propósitos de su mala naturaleza. Al recibir permiso del rey de Israel, Doeg no vaciló en levantar la mano contra el siervo de Dios, sin tener en cuenta la sagrada investidura de Ahimelec y la de sus compañeros. Ochenta y cinco hombres cayeron ese día ante la pasión de la codicia egoísta. Es grande el contraste entre el profeso fervor religioso de Saúl que preservó vivo a Agag (cap. 15: 20) y su frenesí que lo hizo capaz de perpetrar este acto de barbarie sin paralelo en la historia judía.
19. A hombres como a mujeres.
Los inocentes sufrieron con los supuestamente culpables. Quizá los habitantes de Nob no habían tenido nada que ver con el traslado a su ciudad del tabernáculo y de las familias sacerdotales (ver com. cap. 21: 1). Sin embargo, la furia insensata y satánica de Saúl arrasó a todo el pueblo. Una vez antes, los filisteos habían destruido la ciudad sagrada de Silo. Eran los enemigos de Israel, y sin embargo no se registra que hubieran aniquilado a toda la población.
20. Abiatar.
Hasta donde se sepa, el único sobreviviente de Nob. Huyendo "tras" David, probablemente no lo alcanzó hasta que éste había salido del bosque de Haret para ir a la ciudad de Keila (ver com. cap. 23: 2, 6).
21. Dio aviso a David.
Es obvio que David no había oído antes la noticia. Por lo tanto, este versículo indica que la atrocidad había sucedido inmediatamente antes de la llegada de Abiatar a Keila y no en un tiempo anterior en relación con la visita de David a Nob.
23. Quédate conmigo.
¡Qué gozo debe haber sido para David dar la bienvenida a Abiatar! Debe haber recibido ánimo al ver el Urim y el Tumim (cap. 23: 6) y saber que a pesar de la devastación de Nob, Dios había preservado el efod y al sacerdote que lo guardaba. Sin embargo, cuando David supo de la terrible tragedia, quedó lleno de remordimiento al comprender que había sido responsable de la muerte del sumo sacerdote y de los que habían perecido con él. Cuánto hubiera dado por no haber incurrido en ese acto de engaño. Con regocijo habría procedido de un modo diferente si hubiese podido vivir de nuevo el año. Pero no podía deshacer el pasado. Espantosa fue su acusación propia y sin embargo no podía hacer nada sino extenderse "a lo que está delante" (Fil. 3: 13).
Después de haber oído lo que hizo Doeg, David escribió el Salmo 52 (véase el sobrescrito de ese salmo). Quedó asombrado de que un hombre pudiera erguirse en arrogante antagonismo frente al plan de Dios en vez de descansar en su misericordia eterna. Con lengua afilada como una navaja Doeg había sembrado engaño y calamidad hasta el punto de que se convirtió en la misma personificación del fraude y del mal. Pero cosecharía lo que había sembrado.
CBA T2
Según Josefo ( Antigüedades vi. 12. 3) se trata de una cueva próxima a la ciudad de Adulam. Adulam se ha identificado con Khirbet esh-Sheikh Madhkûr , a 26 km al sudoeste de Jerusalén, en la bajada occidental de las montañas de Judá, donde descienden hacia la Sefela. El pueblo está en el extremo occidental del valle de Ela, donde David hizo frente al gigante filisteo. En esas colinas hay muchas cavernas, algunas de las cuales son muy grandes. Las formaciones de piedra arenisca son tan suaves que las paredes se pueden cortar con conchas. Ni el correr de los siglos ha borrado las marcas de esas conchas. Los pastores cuidaban sus rebaños en algunas de estas cavernas. Se afirma que los cristianos primitivos vivieron en algunas de ellas, pocos kilómetros al sur de Adulam, en el tiempo cuando la persecución los hizo huir de las ciudades de Palestina. Algunas de las cuevas contienen tumbas y criptas similares a las de las catacumbas de Roma. En Adulam era donde David estaba oculto cuando quiso beber del pozo de Belén. Tres de sus valientes, por traerle agua, arriesgaron la vida infiltrándose en las líneas de los filisteos que se habían apoderado del valle de Refaim, cerca de Jerusalén. Tan abrumado quedó David por su lealtad, que derramó el agua como una libación ante Jehová (2 Sam. 23: 13-17; 1 Crón. 11: 15-19). Este incidente ocurrió en el tiempo de la cosecha (2 Sam. 23: 13; cf. 1 Sam. 23: 1), en la primavera y principio del verano. Quizá David pasó el invierno en esa cueva.
De acuerdo con el sobrescrito del Salmo 57, David lo escribió mientras estaba en la cueva de Adulam. Recobrando la fe y el valor, entonces expresó su confianza en la liberación divina, aunque se encontraba "entre leones ... entre hijos de hombres" cuyos dientes eran como "lanzas y saetas, y su lengua espada aguda" (Sal. 57: 4). El cambio de su estado de ánimo quizá se debió a la presencia del profeta Gad, el cual -como algunos lo han sugerido- se unió con David y sus compañeros en la cueva (ver com. vers. 5).
3. Mizpa.
Literalmente, "atalaya". Las ruinas de estos "refugios" o fortalezas se han encontrado por todo el distrito montañoso de Moab. Se construían en las salientes de las cimas montañosas a corta distancia una de otra. Se apostaban observadores en esas fortalezas como para formar una cadena de comunicaciones. No se conoce el lugar exacto de esta Mizpa de Moab. Quizá fue una de las fortalezas de las colinas moabitas cerca de Kir. Parece que Kir, por lo menos en una época posterior, fue la capital de Moab (ver 2 Rey. 3: 25-27). Su nombre moderno es Kerak , población situada en las laderas del Wadi Kerak , en una eminencia particularmente apta para la defensa. A 22,4 km de Kir está el Wadi Hes~ -el arroyo que en la Biblia se llama Zered- que formaba la frontera septentrional de Edom. Saúl había guerreado contra Moab después de subir al trono (1 Sam. 14: 47). Por lo tanto, cualquiera que fuera proscrito por Saúl se refugiaba en esa región. Tal vez David también sintió la influencia del hecho de que Rut, su bisabuela, era moabita.
4. Lugar fuerte.
Heb. metsudah , "una plaza fuerte", "un baluarte", de la raíz tsud que significa "perseguir".
5. Gad.
Esta es la primera mención de un hombre que iba a figurar mucho en la vida de David. Puesto que Saúl se volvió no sólo contra los sacerdotes sino también contra los profetas -de los cuales Samuel era el principal-, era de esperarse que el rey hubiera perdido el favor de todos los que eran verdaderamente religiosos. Quizá fue Samuel quien envió a Gad para que se relacionara con David. El futuro rey de Israel se beneficiaría mucho con la presencia de un vidente divinamente inspirado. Mientras vivió David, Gad fue su vidente (2 Sam. 24: 11-19). Junto con Natán el profeta, Gad fue el recopilador de la biografía de David (1 Crón. 29: 29). Puesto que sobrevivió a su rey y amigo de toda la vida, lo natural es que comenzara a relacionarse con David cuando todavía Gad era joven. Aunque no se consigna, es probable que Gad hubiera visitado a David mientras éste estaba en Adulam y que lo acompañara a Moab más bien que haber ido a encontrarlo en Mizpa. Sólo tratando de reunir los fragmentos de informaciones acerca de David, de diversas porciones de las Escrituras, se puede ver cuántos detalles -interesantes si tan sólo pudiéramos recuperarlos- se han omitido al presentar el relato de la ayuda providencial de Dios prodigada a sus hijos.
Lo que Dios hizo por David al proporcionarle dirección profético, lo había hecho por Saúl. Estas dos vidas se colocan en contraste y demuestran que Dios no hace acepción de personas. Los que no alcanzan la norma divina, fracasan no porque el Señor no les haya puesto a su disposición todo lo necesario para el verdadero éxito, sino porque rechazan persistentemente el plan del cielo.
No te estés.
David no debía quedar en Moab. Se lo necesitaba en Judá. Las fuerzas de Saúl parecían ineficaces contra las continuas incursiones de los filisteos (1 Sam. 23: 1, 27; 1 Crón. 11: 15) y las condiciones eran inestables. El relato de Nabal implica que los pastores necesitaban protección armada (1 Sam. 25: 15, 16, 21). El odio que Saúl sentía por David no era una razón para que éste huyera a un país extranjero. Dios, que lo había protegido tantas veces en el pasado, no lo abandonaría, sino que encauzaría los acontecimientos para que, mediante penalidades y sufrimientos, recibiera la preparación necesaria para el liderazgo futuro.
La disciplina del sufrimiento fue eficaz aun en la vida de Jesús. El Capitán de nuestra salvación fue perfeccionado "por aflicciones" (Heb. 2: 10). David, al volver para estar en medio de todos los que tenían dificultades en Judá, debía comportarse de manera que diera ánimo a todos los que lo rodeaban. Hoy en día Dios anhela demostrar la lealtad de sus hijos en toda suerte de ambientes; no desea que se retiren cuando las circunstancias se hacen difíciles. Quiere que sus seguidores demuestren la belleza de la religión cristiana y revelen su inmensa superioridad sobre el servicio del yo y de Satanás.
Haret.
Quizá la moderna Kharâs , al noroeste de Hebrón, en el límite del distrito montañoso; pero su identificación es incierta todavía.
6. Se sabía de David.
Algunos comentadores toman el relato del resto de este capítulo como una ilustración de la forma en que a veces el texto hebreo se aparta de una sucesión cronológica estricta de los acontecimientos, a fin de llevar un pensamiento hasta su conclusión antes de tratar otro. Una interpretación tal de este pasaje supone que la acusación de Doeg contra el sacerdote Ahimelec y la matanza de Nob, siguieron inmediatamente al descubrimiento de la primera huida de David, pero que la narración continúa con el relato acerca de David y sus hombres, hasta que resulta necesario presentar la matanza para explicar la llegada de Abiatar a Keila en el capítulo siguiente. Esta interpretación se basa principalmente en la confesión de Ahimelec de su ignorancia en cuanto a la verdadera situación de David. Esta deducción no carece de lógica.
Es igualmente razonable suponer que el relato sigue sin interrupción. En este caso, la declaración de que fueron descubiertos David y sus hombres significa que se llegó a saber que habían salido de su escondite en el fuerte de Adulam y que acampaban en el bosque de Haret; y que cuando supo esto el rey, se quejó a sus siervos acusándolos de colaborar a traición con el proscrito (vers. 8). Al punto Doeg, el pastor, aprovechó la oportunidad para delatar a Ahimelec (vers. 9, 10). No hay razón para suponer que un hombre en el puesto de Doeg -cuando vio a David en el santuario- hubiera sabido algo de la verdadera razón de su venida. Puesto que no habría habido nada de extraño en que David se detuviera allí en procura de consejo antes de proseguir en alguna misión para Saúl, Doeg habría considerado que no valía la pena informar eso entonces. Mediante la respuesta de Ahimelec no podemos determinar el orden de los sucesos, pues su argumento de que ignoraba la situación de David sería una defensa lógica (ver com. vers. 14, 15), aun sin tomar en cuenta el intervalo entre esta supuesta traición y la acusación de los sacerdotes ante Saúl. De modo que el asesinato de los sacerdotes y la matanza de Nob no siguieron necesaria e inmediatamente a la visita de David al santuario (ver PP 714, 715).
Debajo de un tamarisco.
El "alto" de Gabaa probablemente era un lugar favorito de reunión para los hombres de la ciudad.
8. Conspirado contra mí.
Debido a sus celos demenciales, Saúl comenzó a compadecerse de sí mismo y a acusar a todos menos a sí mismo, por sus tentativas frustradas para capturar a David. Comenzó entonces a abochornar a los propios hombres de su tribu por no haberlo informado a fin de ayudar a un rival de Judá. Pensaba que aun su propio hijo se había vuelto contra él y era culpable de traición. Ya una vez había amenazado con hacerlo matar (cap. 14: 44); ahora creía que el pueblo simpatizaba con Jonatán aún más que antes.
9. Entonces Doeg ... respondió.
Doeg, el principal de los siervos, vio su oportunidad para vengarse del sacerdote Ahimelec (ver com. cap. 21: 7), como también para mejorar su posición ante el rey. Dijo implícitamente a Saúl que Jonatán y los benjamitas no tenían tanta culpa como el sacerdote, el cual no sólo dio alimento a David sino que consultó a Jehová por él y le dio un arma (vers. 10). Sin duda Doeg no se ofreció para dar esa información hasta que fue estimulado por el ofrecimiento de ricas recompensas y elevados cargos (ver PP 715).
14. Ahimelec respondió.
No negó Ahimelec la acusación de haber ayudado a David, pero sí negó haber sido desleal. De su respuesta una diferencia de opinión para ubicar este incidente en el tiempo (ver com. vers. 6). Los que sostienen que el incidente ocurrió inmediatamente después de la fuga de David de Gabaa interpretan que las palabras de Ahimelec significaban que, hasta ese momento, él no sabía que David ya no era el siervo más fiel de Saúl y miembro honorable de la casa real. Después de que David había estado prófugo y proscrito por tantos meses, difícilmente Ahimelec podría haber sido tan ignorante o tan necio como para decir a Saúl que David servía a sus "órdenes" y era "ilustre" en su casa.
Esta conclusión se basa en nuestra traducción castellana, que presenta los verbos en el tiempo presente. En realidad, el hebreo tiene un solo verbo, sur, traducido aquí "sirve". La forma verbal "es", es añadida aunque aparece dos veces en este versículo. La forma del verbo sur que aquí se presenta puede recibir un sentido tanto de presente como de pasado, de modo que la sentencia es bastante indefinida en lo que atañe al período de tiempo de que se trata. El tiempo del verbo debe entenderse por el contexto. La traducción literal de las palabras de Ahimelec es: "¿Y quién entre todos tus siervos como David, fiel y el yerno del rey y volviéndose [o se volvió] a tus órdenes, y honorable en tu casa?" El contexto parece requerir el uso del tiempo pasado. La inserción de las formas verbales necesarias al traducir al castellano una oración como ésta, depende del juicio de los traductores, pero la índole del caso permite diferencias de opinión. Es obvio que Ahimelec quiso decir que había ayudado a uno a quien suponía en ese tiempo -ya fuera reciente o remoto- que era un representante honorable del rey.
15. ¿He comenzado yo desde hoy?
"¿Es que he comenzado hoy?"¿Es que he comenzado hoy?" (BJ). Se deduce que si él hubiese comenzado entonces a buscar la dirección divina para David, después de saber la verdadera situación de éste, ello hubiera significado prestar ayuda a un enemigo declarado de Saúl; pero que cuanto había hecho antes de que supiera del conflicto entre Saúl y David no influía en su fidelidad. Con tranquila dignidad Ahimelec respondió a la acusación de Saúl de que había usado los Urim y el Tumim en una forma contraria a las ideas del rey, al declarar que había hecho una pregunta en cuanto al que estaba más cerca de Saúl, uno que siempre le había sido leal y dedicado, y que había prestado su servicio al mensajero del rey. Su última palabra fue para negar que hubiera sabido nada de la situación. (Nota: Recuérdese que Urim es una forma plural en hebreo.-N del T.*)
17. La gente de su guardia.
Heb. ratsim , literalmente, "los corredores" (BJ). Esta palabra se usa a veces para designar la guardia real, como es obvio aquí. Quizá Samuel se refirió a ese oficio cuando advirtió a los israelitas que el rey por el cual clamaban tomaría a sus hijos y reclutaría a algunos de ellos para que corrieran "delante de su carro" (cap. 8: 11). Saúl quedó frustrado ante la negativa de sus guardias de levantar la mano contra los sacerdotes del Señor. Lo que el rey pedía era algo espantoso. Aun entre las tribus paganas de hoy día se considera que el hechicero es sagrado y nadie se atreve a levantar la mano contra él. ¡Cuánto más debería haber respetado Saúl al siervo del Altísimo!
18. Doeg el edomita.
Este descendiente de Esaú aparece como un hombre semejante a Saúl: celoso, resentido, maligno y como que hubiera estado aguardando ansiosamente cualquier débil excusa para realizar los propósitos de su mala naturaleza. Al recibir permiso del rey de Israel, Doeg no vaciló en levantar la mano contra el siervo de Dios, sin tener en cuenta la sagrada investidura de Ahimelec y la de sus compañeros. Ochenta y cinco hombres cayeron ese día ante la pasión de la codicia egoísta. Es grande el contraste entre el profeso fervor religioso de Saúl que preservó vivo a Agag (cap. 15: 20) y su frenesí que lo hizo capaz de perpetrar este acto de barbarie sin paralelo en la historia judía.
19. A hombres como a mujeres.
Los inocentes sufrieron con los supuestamente culpables. Quizá los habitantes de Nob no habían tenido nada que ver con el traslado a su ciudad del tabernáculo y de las familias sacerdotales (ver com. cap. 21: 1). Sin embargo, la furia insensata y satánica de Saúl arrasó a todo el pueblo. Una vez antes, los filisteos habían destruido la ciudad sagrada de Silo. Eran los enemigos de Israel, y sin embargo no se registra que hubieran aniquilado a toda la población.
20. Abiatar.
Hasta donde se sepa, el único sobreviviente de Nob. Huyendo "tras" David, probablemente no lo alcanzó hasta que éste había salido del bosque de Haret para ir a la ciudad de Keila (ver com. cap. 23: 2, 6).
21. Dio aviso a David.
Es obvio que David no había oído antes la noticia. Por lo tanto, este versículo indica que la atrocidad había sucedido inmediatamente antes de la llegada de Abiatar a Keila y no en un tiempo anterior en relación con la visita de David a Nob.
23. Quédate conmigo.
¡Qué gozo debe haber sido para David dar la bienvenida a Abiatar! Debe haber recibido ánimo al ver el Urim y el Tumim (cap. 23: 6) y saber que a pesar de la devastación de Nob, Dios había preservado el efod y al sacerdote que lo guardaba. Sin embargo, cuando David supo de la terrible tragedia, quedó lleno de remordimiento al comprender que había sido responsable de la muerte del sumo sacerdote y de los que habían perecido con él. Cuánto hubiera dado por no haber incurrido en ese acto de engaño. Con regocijo habría procedido de un modo diferente si hubiese podido vivir de nuevo el año. Pero no podía deshacer el pasado. Espantosa fue su acusación propia y sin embargo no podía hacer nada sino extenderse "a lo que está delante" (Fil. 3: 13).
Después de haber oído lo que hizo Doeg, David escribió el Salmo 52 (véase el sobrescrito de ese salmo). Quedó asombrado de que un hombre pudiera erguirse en arrogante antagonismo frente al plan de Dios en vez de descansar en su misericordia eterna. Con lengua afilada como una navaja Doeg había sembrado engaño y calamidad hasta el punto de que se convirtió en la misma personificación del fraude y del mal. Pero cosecharía lo que había sembrado.
CBA T2

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