1. Samuel habló.
La mayoría de los comentadores están de acuerdo en que la primera parte del vers. 1 pertenece al último vers. del cap. 3, pues Samuel no aconsejó a Israel que guerreara con los filisteos. Puesto que no se menciona a Samuel otra vez hasta después de que el arca estuvo en Quiriat-jearim durante muchos años, puede ser que los príncipes de Israel hubieran rehusado consultar al profeta recién reconocido como tal (cap. 7: 3). El profeta de Dios nunca habría aconsejado que se sacara el arca de Silo (ver com. vers. 3). Pero los que habían rechazado la instrucción del Señor acerca del culto que se le debería ofrecer llegarían a considerar el arca con temor supersticioso y a tenerla como un talismán cuyas cualidades mágicas les asegurarían toda suérte de bendiciones.
Sin embargo, todo Israel reconocía la diferencia entre Samuel y los hijos de Elí, y los que tenían inquietudes espirituales iban al nuevo profeta en procura de consejo y ayuda. Se habían enterado de su profecía contra Elí y su casa, y estaban convencidos de que Samuel había sido llamado por el Señor. Cuando los dirigentes yerran, muchos permiten que decaiga su fibra moral. Pero siempre hay unos pocos que no se apartan de la senda de justicia debido a la conducta de quienes tienen mejor posición social que ellos.
Los filisteos.
El libro de los Jueces declara que Israel estuvo sometido a los filisteos por 40 años (Juec. 13: 1), tiempo durante el cual Sansón ejerció la función de juez en el país por 20 años (Juec. 15: 20; 16: 31). El lapso en el que Elí actuó como juez siguió al de Sansón o se superpuso con él. Elí fue juez durante 40 años (1 Sam. 4: 18). Cuando Elí envejeció tanto que perdió el control de los asuntos públicos, quizá pensaron los filisteos que había llegado el tiempo de obtener el dominio del sector montañoso del país. Sabiendo que el centro del gobierno estaba en Silo, hacia este centro naturalmente enviaron su ejército.
Acamparon en Afec.
Afec, "fortaleza" o "recinto", proviene de un verbo que significa "forzar", "compeler", "sostener". Se ha identificado a Afec con Antípatris, pueblo de la llanura de Sarón, a 18 km al noreste de Jope. Esto estaría dentro de un radio de 40 km de Silo, desde donde fue llevada el arca al campo de batalla (cap. 4: 10, 11). Con la excepción de Antípatris, no se conoce ningún lugar definido que pudiera identificarse con Afec. Afec en la tribu de Aser (Jos. 19: 30, 31) está demasiado al norte para que se pueda tomar en cuenta. Puesto que Afec significa "fortaleza", podría haberse aplicado el nombre a diversos lugares fortificados, ya fuera permanente o transitoriamente.
2. Israel fue vencido.
En muchas ocasiones Dios había mandado a Israel a que saliera a la batalla, y al obedecer había vencido al enemigo. Esta vez las circunstancias eran diferentes. El hecho de que llevaran el arca a la batalla (vers. 3) y de que los filisteos la tomaran, maestra que los israelitas habían confiado en su propia fuerza en vez de depender de Dios.
3. ¿Por qué?
Cuando los pueblos politeístas del Cercano Oriente sufrían reveses, generalmente llegaban a la conclusión de que sus dioses estaban airados con ellos y que había que esforzarse por aplacarlos para evitar aflicciones peores en el futuro. Considerando la degradada condición religiosa de Israel en ese tiempo, no es de admirarse que los israelitas procedieran de la misma forma con el Señor (ver PP 632). Probablemente algunas victorias pasadas durante el tiempo cuando Elí fue juez habían provocado en ellos un sentimiento de confianza propia que no les permitía ver su necesidad de Dios. Debido a que los dirigentes voluntariamente habían abandonado a Dios para volverse a los dioses de las naciones que los rodeaban, el Señor permitió que cosecharan su propia siembra. En vez de humillarse delante de Dios, supersticiosamente consideraron el arca como un mero talismán que aseguraba el éxito.
Sin recibir ningún consejo de lo Alto, los príncipes sugirieron algo completamente inusitado, y el pueblo estuvo de acuerdo. Estaban sólo a pocos kilómetros del santuario, y pensaron que si el arca estaba en medio de ellos, con seguridad ganarían la victoria. Ese precioso símbolo de la presencia de Dios estaba cubierto con su envoltura de tela y los levitas encargados sacaron el arca del lugar donde estaba dentro del velo (Núm. 4: 5, 6). Considerando la conducta anterior de los hijos de Elí, no sorprende el que hubieran olvidado toda reverencia y que apresuradamente recorrieran los pocos kilómetros que los separaban del ejército, esperando que se pudiera evitar una matanza mayor.
Pero el arca era el símbolo de la presencia de Dios, y puesto que los dirigentes habían rechazado la dirección divina, Dios no podía guiarlos para bien. Si los dirigentes se hubieran humillado y apartado de sus caminos pecaminosos, habrían sido guiados por el profeta como en años posteriores. En los días de Cristo las multitudes siguieron ciegamente el liderazgo de sus sacerdotes clamando: "Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos". Así también el ejército de Israel en Eben-ezer, al afrontar el desastre y al aferrarse de las volutas de humo fruto de su propia imaginación, clamó pretendiendo que la victoria estaba asegurada. La desdicha o la prosperidad de los grupos organizados de la sociedad -ya sean políticos o religiosos- en gran medida dependen de las inclinaciones y de la conducta de los dirigentes.
Sin embargo, los individuos pueden determinar su propio destino espiritual independientemente del grupo. Aunque Samuel compartió la humillación que sobrevino a Israel como resultado de la necedad reinante, esto no impidió que Dios lo aceptara personalmente. En los días de Acab, cuando los dirigentes se volvieron a Baal, Elías creyó que era el único que reconocía y servía al Dios viviente. Con todo, el Señor le informó que en Israel aún quedaban millares que también, como él, habían elegido lo correcto. Los tres años de sequía en Israel no habían cambiado la fe de ellos en Dios ni su lealtad a él.
7. Ha venido Dios.
Los filisteos claramente reconocían la diferencia entre el Dios de Israel y los muchos dioses que ellos tenían. Aunque en el vers. 7 la palabra para Dios está en el plural - 'Elohim - el verbo está en singular. Pero en el vers. 8 la palabra está en plural: un claro contraste entre el Dios verdadero y los dioses filisteos del templo de Asdod.
8. Estos dioses poderosos.
La palabra para "poderosos" es 'addirim , "majestuosos", que implica la idea adicional de la nobleza del poder de Dios que había sido reconocida por los filisteos cuando supieron la forma en que Jehová había tratado a las diversas naciones y pueblos del pasado. Estando a punto de rendirse a la desesperación, se sintieron impulsados por una impávida determinación de resistir hasta la muerte antes que ser subyugaron por quienes habían sido sus esclavos unos pocos años antes.
11. El arca de Dios fue tomada.
Hablando de este acontecimiento, dice el salmista: " "Dejó, por tanto, el tabernáculo de Silo . . . y entregó a cautiverio su poderío, y su gloria en mano del enemigo. . . Sus sacerdotes cayeron a espada" " (Sal. 78: 60-64). Aunque las perspectivas de victoria de Israel eran superiores a las del enemigo, y fue a la batalla confiado en la victoria, tan completo fue su fracaso que huyó cada sobreviviente no al campamento, como en el vers. 3, sino "a sus tiendas". La palabra para tienda es 'óhel , que significa "morada", "habitación", e implica el pensamiento que la derrota fue tan grande que cada hombre tuvo que fugar para salvar la vida, yendo a su hogar de la mejor manera que pudo.
Ofni y Finees.
Josefo dice que Elí en ese tiempo había renunciado al sumo sacerdocio en favor de Finees, pero que al ser sacada el arca de Silo advirtió a sus hijos que, "si pretendían sobrevivir a la captura del arca, no debían presentarse más ante él" ( Antigüedades v. 11. 2). Si los dos jóvenes hubiesen sido tan celosos en obedecer la conducción del Señor en lo pasado como eran ahora delante del enemigo en defender el símbolo material de la presencia divina, la historia posterior de Israel podría haber sido muy diferente. Habían rehusado la conducción de Dios vez tras vez, y ahora tuvieron que comprender que aun la vida misma depende de una entrega plena a él. ¡Pero aprendieron esta lección demasiado tarde!
15. Noventa y ocho.
En la LXX se lee "noventa" (ver com. cap. 2: 22).
17. Israel huyó.
Cuán diferente habría sido la historia de Israel si tan sólo sus dirigentes hubiesen buscado a Dios. Con todo, y a pesar de los líderes egoístas que buscan su propia gloria antes que la de Dios, y así preparan el camino para la derrota, él no cierra los oídos al clamor de cualquier individuo que lo busca fervientemente. El hecho de que Jerusalén fuera despoblada por Nabucodonosor no impidió que Daniel y sus compañeros vivieran muy cerca del Señor como para dar las buenas nuevas a muchos de sus vencedores. La luz brilla al máximo en la noche más oscura y con frecuencia los mejores caracteres se desarrollan en medio de los peores ambientes posibles. Dios es poderoso para transformar momentos de tremenda humillación en períodos de una gloriosa oportunidad, no sólo para Israel sino también para todos los hombres.
22. Traspasada es la gloria.
La palabra "Icabod" viene de dos palabras hebreas, 'i kabod , que significan literalmente "no glorioso", o "afrentoso". Fue definida por- la esposa de Finees: "¡Traspasada es la gloria [literalmente, 'se ha ido al exilio'] de Israel!" El capítulo termina con la descripción que hace una mujer joven que, aunque estuvo casada con un impío y egoísta sumo sacerdote, no participó de su naturaleza. Su preocupación, por la muerte de su esposo y de su suegro puso en evidencia su afecto natural; pero su preocupación mucho mayor por la pérdida del arca fue una demostración de su piadosa consagración a Dios y a las cosas sagradas. Aun los fallecimientos ocurridos en la familia no la preocuparon tanto como la pérdida del arca. Para ella podía ser un magro consuelo que naciera un niño de Israel, en Silo, cuando el arca estaba en poder de los filisteos. Aunque vivía en tiempos de corrupción y estaba casada con un hombre impío, se mantuvo plenamente fiel. ¿Podía haber mayor valor en días de perplejidad nacional?
La presencia de Dios siempre debiera ser considerada como la mayor bendición, y la pérdida de su presencia y de su poder restrictivo sobre el mal debería ser temida como la calamidad más horrible. Las condiciones de la vida únicamente llegan a ser desesperadas cuando -como en el caso de Judas- uno deliberadamente rehúsa ser conducido por el Espíritu Santo.
CBA T2
La mayoría de los comentadores están de acuerdo en que la primera parte del vers. 1 pertenece al último vers. del cap. 3, pues Samuel no aconsejó a Israel que guerreara con los filisteos. Puesto que no se menciona a Samuel otra vez hasta después de que el arca estuvo en Quiriat-jearim durante muchos años, puede ser que los príncipes de Israel hubieran rehusado consultar al profeta recién reconocido como tal (cap. 7: 3). El profeta de Dios nunca habría aconsejado que se sacara el arca de Silo (ver com. vers. 3). Pero los que habían rechazado la instrucción del Señor acerca del culto que se le debería ofrecer llegarían a considerar el arca con temor supersticioso y a tenerla como un talismán cuyas cualidades mágicas les asegurarían toda suérte de bendiciones.
Sin embargo, todo Israel reconocía la diferencia entre Samuel y los hijos de Elí, y los que tenían inquietudes espirituales iban al nuevo profeta en procura de consejo y ayuda. Se habían enterado de su profecía contra Elí y su casa, y estaban convencidos de que Samuel había sido llamado por el Señor. Cuando los dirigentes yerran, muchos permiten que decaiga su fibra moral. Pero siempre hay unos pocos que no se apartan de la senda de justicia debido a la conducta de quienes tienen mejor posición social que ellos.
Los filisteos.
El libro de los Jueces declara que Israel estuvo sometido a los filisteos por 40 años (Juec. 13: 1), tiempo durante el cual Sansón ejerció la función de juez en el país por 20 años (Juec. 15: 20; 16: 31). El lapso en el que Elí actuó como juez siguió al de Sansón o se superpuso con él. Elí fue juez durante 40 años (1 Sam. 4: 18). Cuando Elí envejeció tanto que perdió el control de los asuntos públicos, quizá pensaron los filisteos que había llegado el tiempo de obtener el dominio del sector montañoso del país. Sabiendo que el centro del gobierno estaba en Silo, hacia este centro naturalmente enviaron su ejército.
Acamparon en Afec.
Afec, "fortaleza" o "recinto", proviene de un verbo que significa "forzar", "compeler", "sostener". Se ha identificado a Afec con Antípatris, pueblo de la llanura de Sarón, a 18 km al noreste de Jope. Esto estaría dentro de un radio de 40 km de Silo, desde donde fue llevada el arca al campo de batalla (cap. 4: 10, 11). Con la excepción de Antípatris, no se conoce ningún lugar definido que pudiera identificarse con Afec. Afec en la tribu de Aser (Jos. 19: 30, 31) está demasiado al norte para que se pueda tomar en cuenta. Puesto que Afec significa "fortaleza", podría haberse aplicado el nombre a diversos lugares fortificados, ya fuera permanente o transitoriamente.
2. Israel fue vencido.
En muchas ocasiones Dios había mandado a Israel a que saliera a la batalla, y al obedecer había vencido al enemigo. Esta vez las circunstancias eran diferentes. El hecho de que llevaran el arca a la batalla (vers. 3) y de que los filisteos la tomaran, maestra que los israelitas habían confiado en su propia fuerza en vez de depender de Dios.
3. ¿Por qué?
Cuando los pueblos politeístas del Cercano Oriente sufrían reveses, generalmente llegaban a la conclusión de que sus dioses estaban airados con ellos y que había que esforzarse por aplacarlos para evitar aflicciones peores en el futuro. Considerando la degradada condición religiosa de Israel en ese tiempo, no es de admirarse que los israelitas procedieran de la misma forma con el Señor (ver PP 632). Probablemente algunas victorias pasadas durante el tiempo cuando Elí fue juez habían provocado en ellos un sentimiento de confianza propia que no les permitía ver su necesidad de Dios. Debido a que los dirigentes voluntariamente habían abandonado a Dios para volverse a los dioses de las naciones que los rodeaban, el Señor permitió que cosecharan su propia siembra. En vez de humillarse delante de Dios, supersticiosamente consideraron el arca como un mero talismán que aseguraba el éxito.
Sin recibir ningún consejo de lo Alto, los príncipes sugirieron algo completamente inusitado, y el pueblo estuvo de acuerdo. Estaban sólo a pocos kilómetros del santuario, y pensaron que si el arca estaba en medio de ellos, con seguridad ganarían la victoria. Ese precioso símbolo de la presencia de Dios estaba cubierto con su envoltura de tela y los levitas encargados sacaron el arca del lugar donde estaba dentro del velo (Núm. 4: 5, 6). Considerando la conducta anterior de los hijos de Elí, no sorprende el que hubieran olvidado toda reverencia y que apresuradamente recorrieran los pocos kilómetros que los separaban del ejército, esperando que se pudiera evitar una matanza mayor.
Pero el arca era el símbolo de la presencia de Dios, y puesto que los dirigentes habían rechazado la dirección divina, Dios no podía guiarlos para bien. Si los dirigentes se hubieran humillado y apartado de sus caminos pecaminosos, habrían sido guiados por el profeta como en años posteriores. En los días de Cristo las multitudes siguieron ciegamente el liderazgo de sus sacerdotes clamando: "Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos". Así también el ejército de Israel en Eben-ezer, al afrontar el desastre y al aferrarse de las volutas de humo fruto de su propia imaginación, clamó pretendiendo que la victoria estaba asegurada. La desdicha o la prosperidad de los grupos organizados de la sociedad -ya sean políticos o religiosos- en gran medida dependen de las inclinaciones y de la conducta de los dirigentes.
Sin embargo, los individuos pueden determinar su propio destino espiritual independientemente del grupo. Aunque Samuel compartió la humillación que sobrevino a Israel como resultado de la necedad reinante, esto no impidió que Dios lo aceptara personalmente. En los días de Acab, cuando los dirigentes se volvieron a Baal, Elías creyó que era el único que reconocía y servía al Dios viviente. Con todo, el Señor le informó que en Israel aún quedaban millares que también, como él, habían elegido lo correcto. Los tres años de sequía en Israel no habían cambiado la fe de ellos en Dios ni su lealtad a él.
7. Ha venido Dios.
Los filisteos claramente reconocían la diferencia entre el Dios de Israel y los muchos dioses que ellos tenían. Aunque en el vers. 7 la palabra para Dios está en el plural - 'Elohim - el verbo está en singular. Pero en el vers. 8 la palabra está en plural: un claro contraste entre el Dios verdadero y los dioses filisteos del templo de Asdod.
8. Estos dioses poderosos.
La palabra para "poderosos" es 'addirim , "majestuosos", que implica la idea adicional de la nobleza del poder de Dios que había sido reconocida por los filisteos cuando supieron la forma en que Jehová había tratado a las diversas naciones y pueblos del pasado. Estando a punto de rendirse a la desesperación, se sintieron impulsados por una impávida determinación de resistir hasta la muerte antes que ser subyugaron por quienes habían sido sus esclavos unos pocos años antes.
11. El arca de Dios fue tomada.
Hablando de este acontecimiento, dice el salmista: " "Dejó, por tanto, el tabernáculo de Silo . . . y entregó a cautiverio su poderío, y su gloria en mano del enemigo. . . Sus sacerdotes cayeron a espada" " (Sal. 78: 60-64). Aunque las perspectivas de victoria de Israel eran superiores a las del enemigo, y fue a la batalla confiado en la victoria, tan completo fue su fracaso que huyó cada sobreviviente no al campamento, como en el vers. 3, sino "a sus tiendas". La palabra para tienda es 'óhel , que significa "morada", "habitación", e implica el pensamiento que la derrota fue tan grande que cada hombre tuvo que fugar para salvar la vida, yendo a su hogar de la mejor manera que pudo.
Ofni y Finees.
Josefo dice que Elí en ese tiempo había renunciado al sumo sacerdocio en favor de Finees, pero que al ser sacada el arca de Silo advirtió a sus hijos que, "si pretendían sobrevivir a la captura del arca, no debían presentarse más ante él" ( Antigüedades v. 11. 2). Si los dos jóvenes hubiesen sido tan celosos en obedecer la conducción del Señor en lo pasado como eran ahora delante del enemigo en defender el símbolo material de la presencia divina, la historia posterior de Israel podría haber sido muy diferente. Habían rehusado la conducción de Dios vez tras vez, y ahora tuvieron que comprender que aun la vida misma depende de una entrega plena a él. ¡Pero aprendieron esta lección demasiado tarde!
15. Noventa y ocho.
En la LXX se lee "noventa" (ver com. cap. 2: 22).
17. Israel huyó.
Cuán diferente habría sido la historia de Israel si tan sólo sus dirigentes hubiesen buscado a Dios. Con todo, y a pesar de los líderes egoístas que buscan su propia gloria antes que la de Dios, y así preparan el camino para la derrota, él no cierra los oídos al clamor de cualquier individuo que lo busca fervientemente. El hecho de que Jerusalén fuera despoblada por Nabucodonosor no impidió que Daniel y sus compañeros vivieran muy cerca del Señor como para dar las buenas nuevas a muchos de sus vencedores. La luz brilla al máximo en la noche más oscura y con frecuencia los mejores caracteres se desarrollan en medio de los peores ambientes posibles. Dios es poderoso para transformar momentos de tremenda humillación en períodos de una gloriosa oportunidad, no sólo para Israel sino también para todos los hombres.
22. Traspasada es la gloria.
La palabra "Icabod" viene de dos palabras hebreas, 'i kabod , que significan literalmente "no glorioso", o "afrentoso". Fue definida por- la esposa de Finees: "¡Traspasada es la gloria [literalmente, 'se ha ido al exilio'] de Israel!" El capítulo termina con la descripción que hace una mujer joven que, aunque estuvo casada con un impío y egoísta sumo sacerdote, no participó de su naturaleza. Su preocupación, por la muerte de su esposo y de su suegro puso en evidencia su afecto natural; pero su preocupación mucho mayor por la pérdida del arca fue una demostración de su piadosa consagración a Dios y a las cosas sagradas. Aun los fallecimientos ocurridos en la familia no la preocuparon tanto como la pérdida del arca. Para ella podía ser un magro consuelo que naciera un niño de Israel, en Silo, cuando el arca estaba en poder de los filisteos. Aunque vivía en tiempos de corrupción y estaba casada con un hombre impío, se mantuvo plenamente fiel. ¿Podía haber mayor valor en días de perplejidad nacional?
La presencia de Dios siempre debiera ser considerada como la mayor bendición, y la pérdida de su presencia y de su poder restrictivo sobre el mal debería ser temida como la calamidad más horrible. Las condiciones de la vida únicamente llegan a ser desesperadas cuando -como en el caso de Judas- uno deliberadamente rehúsa ser conducido por el Espíritu Santo.
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