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CBA - Libro de Los Proverbios Capítulo 3

Libro de Los Proverbios Capítulo 3

1. Ley.

Heb. torah , vocablo que en el AT comúnmente se traduce "ley" . Deriva de la raíz verbal yarah , " "echar" , "arrojar" , y en una forma del verbo significa "enseñar" , "instruir" (cf. Exo. 4: 12; 24: 12; Lev. 10: 11; 1 Sam. 12: 23). Torah significa "enseñanza", "instrucción". Por lo tanto, la frase se traduce mejor: "No olvides mi instrucción" . La LXX utiliza el término nómos , que indica cualquier cosa señalada: una costumbre, un convenio o una ley. En el NT se emplea nómos para referirse a la "ley". Si se aplicara a toda la Biblia la idea de que la "ley" sirve para instruir o guiar, desaparecería el carácter de ciega obligación que se le achaca, y entonces los mandamientos de Dios se convertirían en señales que muestran el camino de la vida eterna y advierten contra peligrosos desvíos que conducen a los caminos del pecado y la muerte (ver PR 133).

2. Largura de días.

La obediencia por amor a la enseñanza de Dios, hará que se prolongue la vida. Aunque muchos piensan que esta promesa se cumplirá solamente mediante una tranquila vejez, para los justos se cumplirá en los años sin fin de la eternidad.

3. La misericordia y la verdad.

Ambas siempre agradan a Dios y conquistan el favor humano. Aunque una persona sea muy amigable, no tendrá amigos si no se puede confiar en sus promesas.

4. Buena opinión.

Mejor, "prudencia", "perspicacia", "buen juicio".

5. Fíate de Jehová.

La única posición lógica de los cristianos es la de fiar enteramente en Dios, quien posee toda sabiduría y todo poder, y ve anticipadamente todas las dificultades que puedan sobrevenirles y los prepara contra ellas. En tales circunstancias, sería una necedad que una persona dependiera de su propio entendimiento. También es insensatez alternar entre la confianza propia y la seguridad en Dios.

No confiar en uno mismo no significa que no debamos ejercer nuestra inteligencia y que abandonemos la facultad de tomar decisiones. Se necesita usar la inteligencia para determinar cuál es la voluntad divina mediante la Palabra y las providencias de Dios. Se necesita una voluntad enérgica y purificada por Dios si se desea seguir el camino recto hasta el fin.

6. El enderezará.

La sintaxis hebrea destaca que es Dios mismo el que enderezará y allanará el camino de sus siervos, siempre que estos lo reconozcan en cada fase de las diversas actividades de la vida.

7. En tu propia opinión.

Salomón refuerza su consejo previo (vers. 5) al destacar el peligro de la confianza propia. Muchos que comenzaron a caminar por el sendero recto, confiando completamente en el Salvador, más tarde empezaron a atribuirse a sí mismos el éxito de sus empresas, y terminaron en una pecaminosa rebelión contra Dios. Tal fue el caso del mismo Salomón; pero él tuvo la buena fortuna de comprender su triste condición antes de que fuera demasiado tarde (1 Rey. 11: 1-13; PR 55-63).

8. Tu cuerpo.

En hebreo dice "ombligo". La LXX y las versiones siríacas traducen "cuerpo". La salud mental se relaciona estrechamente con la salud física (cap. 17: 22), y el mejor tranquilizante para los nervios alterados por los apuros y las preocupaciones de la vida es saber que Dios es un socio activo en todo lo que hacemos, una influencia que asegura la felicidad presente y la victoria final (ver Fil. 4: 11-13; MC 185).

9. Con tus bienes.

"Con tu riqueza". Malaquías afirma que se adquirirán mayores ganancias si se entrega a Dios parte de los bienes obtenidos, y una de las razones es que él reprenderá, ahuyentará al devorador y hará posible que haya mayores ingresos (Mal. 3: 8-12). Y otra razón aún más importante es que, si se dan alegremente cantidades siempre mayores de diezmos y ofrendas a medida que aumentan los bienes, esta generosidad servirá de defensa contra las sutiles tentaciones del egoísmo y la codicia (1JT 373-390).

11. Castigo.

Heb. musar (ver com. cap. 1: 2). Salomón hace una transición de la idea de prosperidad a la de adversidad. Muchas veces Dios permite las dificultades a fin de que la gente vea el peligro.

Ni te fatigues.

Heb. ma´as , "rechazar", "rehusar" y, en consecuencia, "aborrecer". Algunos permiten que las dificultades los aparten aún más de Dios, porque piensan que el Señor es cruel o indiferente. El siguiente versículo muestra cuánto dista esto de ser verdad.

12. Al que ama castiga.

Pablo amplía esta idea (Heb. 12: 5-11), y destaca que reverenciamos a nuestros padres terrenales cuando nos disciplinan. Cuando éramos niños apenas si nos percatábamos de que nos castigaban porque nos amaban. Los hijos de Dios deben creer que todo está bajo el dominio de un Padre celestial que se deleita en sus hijos, y que hará que todas las circunstancias redunden en beneficio de ellos si se someten alegremente a la disciplina y aprenden las lecciones que mediante ésta quiere enseñarles.

13. Bienaventurado el hombre.

Después de haber sido castigado por el Padre celestial, el hijo encuentra el camino de la bendición, y desde entonces puede seguir aprendiendo del abundante tesoro de conocimiento celestial. Todas las bendiciones están al alcance de la persona que, comenzando por el temor de Jehová, sigue con la sabiduría, y ahora bebe de la fuente que siempre mana agua de vida (ver Juan 4: 14).

14. La ganancia de la plata.

Salomón compara el valor de la sabiduría con el de otras cosas preciosas. Toma algunas de sus comparaciones de su comercio con oro y plata (1 Rey. 10: 21-23). Bien conocía él las ganancias que podían obtenerse mediante el comercio con esos metales preciosos. Sin embargo, se daba cuenta de que era mayor y más duradera la ganancia obtenida al comerciar con la sabiduría. Cuando el amor al dinero se interpone entre una persona y el aumento de su adquisición de la verdadera sabiduría, sus riquezas materiales se convierten en una trampa (1 Tim. 6: 9, 10). Si hay que tomar una decisión, es mejor negociar con la sabiduría y ser pobre en oro y plata, que recoger una cosecha de riquezas terrenales y ser pobre en sabiduría y otros tesoros eternos.

15. Piedras preciosas.

Se desconoce el sentido exacto de la palabra hebrea que aquí se emplea (ver com. Job 28: 18). Algunos traducen "perlas", y otros, "corales", pues en árabe hay una palabra similar que significa "ramificación". La LXX traduce "piedras preciosas". En todo caso, se habla de algo muy preciado, quizá de más valor que el oro fino, porque Salomón parece estar llegando al grado máximo de su comparación. La sabiduría es tan deseable, que nada que el ser humano pueda desear sobrepasa su valor.

16. Largura de días.

La sabiduría nunca viene sola. Cuando Salomón escogió pedir sabiduría, el Señor le prometió que además tendría larga vida, riquezas y honra (1 Rey. 3: 5-14). En este pasaje se representa a la sabiduría como portadora de esos otros dones. En la enumeración de los dones del primer libro de Reyes, la largura de días es el último de ellos, y está condicionada a la obediencia a los mandamientos de Dios. En los Proverbios, Salomón le da el primer lugar, a la "mano derecha", posición de honor en el Cercano Oriente (ver Sal. 110: 1); pero "en "970 "su izquierda, [las] riquezas y honra" .

Si bien puede considerarse que esta promesa se aplica hoy preferentemente a la recompensa eterna de los justos, también es verdad que la prudencia y la sagacidad en buena medida aseguran larga vida y prosperidad en este mundo. Muchos sufren los efectos nocivos de haber comido y bebido lo que es perjudicial y haber seguido otras prácticas malsanas. Parte de la sabiduría consiste en estudiar la relación que hay entre el régimen alimentarlo y la salud, y procurar vivir en armonía con el plan del Creador. El sabio no siempre adquirirá grandes riquezas, pero encontrará que la piedad acompañada de contentamiento es una gran ganancia y que los buenos siempre apreciarán la sabiduría (1 Tim. 6: 6).

17. Caminos deleitosos.

Muchos piensan que las diversiones frívolas y las actividades improductivas son los medios para disfrutar del placer, pero el verdadero gozo y la satisfacción duradera sólo se encuentran si se busca la sabiduría. Salomón hace notar la tranquilidad y la bienaventuranza de andar por los caminos poco transitados de la sabiduría, en vez de seguir a las multitudes que persiguen los placeres sensuales transitorios que no dan recompensa alguna.

18. Árbol de vida.

Como nuestros primeros padres no se dejaron guiar por la sabiduría, sino que siguieron a Satanás, ninguno de nosotros ha tenido el privilegio de comer del árbol de la vida. Pero la sabiduría divina nos conducirá por un camino de vida que tendrá el mismo resultado original: nos proporcionará una vida más plena y larga en este mundo, y nos dará acceso al mismo árbol de la vida en el mundo venidero (Apoc. 22: 14).

19. Fundó la tierra.

La sabiduría, según Salomón, es el poder de Dios, quien creó los cielos y protege a los que depositan en él su confianza. Algunos han pensado que en este pasaje la "sabiduría" representa a la segunda persona de la Trinidad, por quien todas las cosas fueron creadas (Col. 1: 16; Juan 1: 1-3). Esta aplicación también puede hacerse en declaraciones de Prov. 8, pero el uso de las palabras "sabiduría" e "inteligencia" en dísticos paralelos sugiere que Salomón no pensaba en esta aplicación cuando escribió este pasaje.

20. Fueron divididos.

Algunos piensan que podría referirse a la separación de las aguas que estaban debajo de los cielos, de las aguas que estaban por encima de los cielos (Gén. 1: 6-8), para que el rocío pudiera destilar, caer. Otros piensan que aquí se señala el nacimiento de los grandes ríos. Para diseñar y poner en práctica un sistema por el cual se regaba la tierra sin lluvia y sin erosión, y mediante el cual se equilibraba la temperatura en todo el globo (ver com. Gén. 1: 6), se requería la sabiduría divina.

Este sistema fue totalmente modificado por el diluvio, de modo que la lluvia reemplazó al rocío, los ríos se transformaron en drenajes y se perdió la influencia compensadora entre el agua que estaba debajo del cielo atmosférico y la que estaba sobre él. Sin embargo, la mayor parte de la tierra siguió siendo habitable. Estos hechos son demostraciones adicionales de la sabiduría y la presciencia del Creador.

21. No se aparten estas cosas.

En hebreo no se lee "estas cosas", por lo cual es claro que debe referirse a la sabiduría y la inteligencia.

22. Alma.

Heb. néfesh (ver com. Sal. 16: 10). "Alma" es la traducción más común de néfesh ; sin embargo, no es la traducción exacta, pues en la mayoría de los casos néftsh es sólo un equivalente del pronombre personal que representa a una persona, a un ser; por ejemplo: "Cuando alguna persona ( néfesh ) pecare ... pondré mi rostro contra la persona ( néfesh )" (Lev. 4: 2; 17: 10). Debería, pues, traducirse: "Y serán vida para ti".

Jesús, vino para que sus ovejas tuvieran "vida en abundancia" (Juan 10: 10). Todos los que procuran servir rectamente a Dios recibirán renovadas fuerzas físicas, y también poder mental y espiritual (MC 116, 117).

23. Andarás por tu camino confiadamente.

Los que sirven a Dios andan con seguridad, porque van por el camino de la sabiduría, en el cual no hay tropiezos que los hagan caer. Los que se desvíen a derecha o a izquierda en busca de diversiones o ganancias egoístas, tropezarán contra obstáculos inesperados y caerán en el pecado y el dolor.

24. Tu sueño.

Durante el sueño se abandona el cuidado de las horas de vigilia. El que duerme queda a merced de sus enemigos, en un estado de inconsciencia similar al de la muerte. El que es obediente al consejo del Señor puede ser que se acueste plenamente consciente de las posibilidades de peligro y de muerte, pero dominará como un niño cansado, y gozará de un sueño tranquilo y reparador.

25. Pavor repentino.

Es difícil permanecer impávido frente al peligro repentino e inesperado. Sólo los que han cultivado una fe firme y permanente en la promesa de que todas las cosas ayudan a bien (Rom. S: 28), podrán hacer frente a tales emergencias con los nervios firmes y el ánimo tranquilo. El pueblo de Dios no debería afligirse por el tiempo de prueba que tiene por delante, anticipándose a ese tiempo de angustia. Debe sí hacer frente a las vicisitudes de cada día con la fuerza del Señor. Debe confiar en que el Señor lo guiará en circunstancias tales que fortalecerán su fe, a fin de que pueda estar preparado para hacer frente a las mayores dificultades que se le presenten. Si queremos estar entre los que serán trasladados al cielo, debemos vivir tan cerca de Dios que no nos haga zozobrar ni el mundo lleno de contiendas humanas ni el estruendo de los elementos de la naturaleza (1JT 501; PR 376).

26. Preservará tu pie.

Cf. Sal. 121: 3.

27. No te niegues a hacer el bien.

El sabio se dedica inmediatamente a los asuntos prácticos. Los vers. 27-31 comienzan todos con una prohibición: qué cosas no deben hacerse. Practicar oportunamente los actos de bondad multiplica su valor. Cuando una persona se niega a hacer el bien que puede, roba a Dios y a su prójimo. Jesús, "el Hijo del hombre", en su trono de juicio, considera que los que descuidan a los más pequeños de sus hermanos lo descuidan a él mismo (Mat. 25: 45).

Si demoramos el pago de una deuda justa cuando estamos en condiciones de cancelarla, defraudamos al acreedor en el uso de su propio dinero y podemos causarle serios inconvenientes. Cuando negamos ayuda al que la necesita, agravamos innecesariamente su angustia. Es posible que cuando finalmente nos aprestemos a brindarle el socorro tan necesario, ya sea demasiado tarde. La situación puede ser ya irremediable, o algún benefactor menos tardío puede haber ganado la bendición que no alcanzamos porque fuimos demasiado tardos.

28. Anda y vuelve.

Muchos tienen la costumbre de demorarse cuando se les pide ayuda. Si se trata del pago de una deuda o de hacer alguna donación, algunas personas parecen deleitarse en obligar al que solicita a que vuelva una y otra vez, hasta que finalmente le dan el dinero. El motivo de la demora quizá no sea más que darse importancia o mostrar la autoridad que tienen sobre otros. Salomón pone de relieve que dicha conducta no es propia de un siervo de Dios. Muestra que en el corazón de tal persona no existe el desinteresado amor de Dios. Sin este amor, ninguno puede ufanarse de ser un verdadero seguidor de Cristo.

29. No intentes mal.

Una advertencia contra la insinceridad o el engaño premeditado en el trato con el prójimo confiado. Si la verdadera sabiduría trae la recompensa de la felicidad eterna en medio de las riquezas de la tierra nueva, es una necedad poner en peligro ese futuro por mezquinas maldades cometidas en perjuicio de un amigo confiado. El corazón humano es tan engañoso, que algunos que perjudican de esa manera a sus prójimos están convencidos de que no hacen mal (ver Jer. 17: 9).

30. No tengas pleito.

Deben evitarse a cualquier precio las querellas sin causa. Hoy, como en aquella época, algunos entablan pleitos por cosas imaginarias. A menos que una persona nos haya hecho un mal gravísimo, no debiéramos promover dificultades ni tomar medidas contra él.

Podría pensarse que este consejo permite que litiguemos contra los que nos hacen daño, y que así se contradice el consejo de Pablo (1 Cor. 6: 1-7). Sin embargo, si se comparan ambos pasajes, se notará que armonizan completamente. Pablo habla a los corintios del hermano que va a juicio contra su hermano. Es mejor sufrir una pérdida que ir a juicio contra un hermano, pues de ese modo se hace público el mal que el hermano nos ha hecho. Dios bien puede subsanar nuestra pérdida. Pero la protección de la ley es para todos los que han sido perjudicados por otros, y el creyente tiene derecho de buscar la protección legal contra la maldad de los incrédulos (Rom. 13: 3, 4).

31. Hombre injusto.

"Hombre de violencia". El que oprime a otros parece que prospera, y el hombre honrado que no recoge una cosecha tan abundante podría estar tentado a sentir un poco de envidia.

32. Perverso.

El obstinado que se aparta del camino de la justicia. Dios no puede menos de aborrecer sus acciones. Si continúa en su camino de perversidad, no le espera sino juicio y la destrucción final (cap. 14: 12).

Comunión íntima.

Heb. sod , "intimidad", "deliberación", "conversación familiar". Por medio de esa "comunión íntima" Dios se revela en su Palabra, en la naturaleza y en sus providencias. El incrédulo próspero tiene por delante un futuro incierto y tiembla ante la idea de morir; pero el que anda por los caminos de Dios comprende las obras de la providencia que lo capacitan para hacer frente a la riqueza o la pobreza, la vida o la muerte, con tranquila seguridad.

33. La maldición de Jehová.

Las maldiciones de Dios no son como las de los seres humanos. Estos maldicen a otros porque los odian, los temen o les desean el mal. Balac llamó a Balaam para que maldijera a Israel, porque el rey creía que Balaam podía causar aflicciones a un pueblo inocente por medio de sus maldiciones (Núm. 22-24). Las maldiciones de Dios no se deben a odio ni a repentinos arrebatos de mal genio. Algunas de las peores maldiciones de la Biblia se encuentran en Deut. 28, y es evidente que muchas de ellas vienen como consecuencia natural de la desobediencia a las órdenes de Dios.

La invasión de los babilonios para tomar a Jerusalén se debió, en parte, a que Ezequías no habló a los visitantes caldeos acerca del verdadero Dios, cuyo poder sanador le había restaurado la salud (Isa. 39); pero la destrucción de la ciudad aún podría haberse evitado en los días de Jeremías si los descendientes de Ezequías se hubieran vuelto al Señor, permitiendo así que él interviniera en su favor (Jer. 17: 19-27). Los babilonios nunca olvidaron los tesoros que habían visto, y se alegraron cuando hallaron excusa para saquear a Judá.

Cuando se estudian todas las maldiciones bíblicas, se ve que muchas de ellas son profecías del resultado natural e inevitable de rebelarse contra Dios. "La maldición de Jehová está en la casa del impío", porque la conducta obstinada del pecador ha impedido que el Dios de amor lo ponga en armonía con las eternas leyes de la vida y la felicidad.

También es cierto que la bendición de Dios descansa sobre la morada de los justos. El Dios de amor entra en cada corazón y en cada hogar que se le abre, y dondequiera entra, lleva paz y bendición (Apoc. 3: 20).

34. Dará gracia.

Es cierto que el Señor retribuye a los burladores con su propia moneda, permitiendo que cosechen los frutos de su conducta; pero también lo es que él extiende misericordia y poder salvador a los humildes. En la declaración de Sant. 4: 6 se cita de este pasaje según la LXX.

35. Heredarán honra.

El paralelismo sugiere que los "humildes" del vers. 34 son los sabios, y que los "escarnecedores" son los necios. Esto armoniza con el razonamiento de Salomón en cuanto al valor de la verdadera sabiduría. El humilde siervo de Dios ha renacido en la familia del cielo y hereda la gloria por derecho filial. La apariencia de ensalzamiento que algunas veces logra el pecador arrogante y necio, no es más que un preludio de la vergüenza que sentirá cuando se presenten el plan de salvación y la historia de cada pecador ante el universo reunido para el juicio (Prov. 16: 18; 2 Cor. 5: 10; CS 724).

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