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Cómo abordar pasajes difíciles - Sección maestros: 12

Lección 12 MATERIAL AUXILIAR PARA EL MAESTRO
El sábado enseñaré...

Textos clave: 
2 Pedro 3:15, 16; 2 Timoteo 2:15; 1 Timoteo 4:16; 1 Crónicas 29:17; Proverbios 2:7; Santiago 4:6; Gálatas 6:9.

RESEÑA 
 
En algún momento, todo aquel que estudia la Biblia ha encontrado algunos pasajes en las Escrituras que son difíciles de entender. Esta dificultad no debería sorprendernos. Cualquiera que enfrente otra cultura y cosmovisión sabe que, inevitablemente, habrá aspectos de ella que no entenderá de inmediato, porque le son extraños. Lo mismo se aplica a la cosmovisión bíblica. Si entendiéramos todo en las Escrituras, no habría necesidad de adquirir nuevas ideas, y habría menos incentivos para crecer en conocimiento espiritual. La forma en que abordamos pasajes difíciles no solo revela mucho acerca de nuestra actitud hacia las Escrituras; también muestra cuán serios somos en nuestra búsqueda de respuestas. La cantidad de tiempo y energía mental que invertimos para abordar las dificultades, tratando de encontrar soluciones que sean fieles a la Escritura, revela cuán importante es la Escritura para nosotros y cuán importante es encontrar respuestas para nosotros. Los pasajes difíciles no solo nos desafían, sino también brindan una oportunidad única de profundizar e investigar las Escrituras más a fondo para poder entender aún más cabalmente a los autores bíblicos y el mensaje de Dios. No necesitamos tener miedo de encontrar aspectos de las Escrituras que no entendemos. De hecho, podemos estar agradecidos incluso por los pasajes desafiantes y difíciles de la Biblia, porque nos brindan la oportunidad de crecer en nuestra comprensión. Hay algunas actitudes importantes que determinarán si esas dificultades se convertirán en una bendición o una maldición para nosotros.

COMENTARIO

Posibles razones de las dificultades y las aparentes contradicciones

Muchos eruditos que no creen en la inspiración divina de la Escritura suponen que la Biblia es contradictoria y está llena de errores, porque a su modo de ver ser humano significa ser falible e imperfecto. Si bien es cierto que los seres humanos son falibles y no siempre son fidedignos, también es cierto que incluso los seres humanos falibles son totalmente capaces de discernir y decir la verdad. Si hasta los seres falibles son capaces de comunicar la verdad fielmente, ¿cuánto más deberíamos esperar que Dios, que es imposible que mienta (Heb. 6:18), pueda evitar que los escritores bíblicos nos confundan con lo que escriben? 
 
Cuando la gente se acerca a las Escrituras con dudas metodológicas, aceptará su veracidad solo cuando haya evidencias y pruebas indudables de su exactitud. En lugar de otorgar a la Escritura el beneficio de la duda cuando no tenemos toda la información disponible, muchos eruditos críticos solo aceptan esos pasajes como confiables y verdaderos cuando la razón humana ha demostrado que son correctos o cuando las evidencias externas han revelado claramente que la Escritura está en armonía con hallazgos arqueológicos o científicos. Si estos criterios externos son la norma final para lo que es aceptable, y la Escritura a veces no responde a ello, estos intérpretes piensan que han hallado contradicciones.

Al analizar las declaraciones bíblicas, debemos recordar que sus escritores con frecuencia utilizaban un lenguaje cotidiano, no técnico, habitual, para describir las cosas. Por ejemplo, hablaban de la salida del Sol (Núm. 2:3; Jos. 19:12) y de la puesta del Sol (Deut. 11:30; Dan. 6:14); es decir, utilizaban el lenguaje del aspecto en lugar del lenguaje científico. Además, no debemos confundir una convención social con una afirmación científica. La necesidad de precisión técnica varía según la situación en la que se hace una declaración. Por lo tanto, la imprecisión no es lo mismo que la falsedad.

Algunas discrepancias pueden deberse a pequeñas variaciones y errores causados por copistas y traductores de la Biblia. La mayoría de esos errores de transmisión son cambios no intencionales, donde los copistas confunden letras similares o, al copiar un texto, el copista accidentalmente “salta a otra palabra o línea con la misma palabra o letra. Esta tendencia se agrava cuando no hay espacios entre las palabras o los signos de puntuación, lo que sin duda ocurrió con los textos griegos y también pudo haber sido el caso con el texto hebreo” (P. D. Wegner, A Student’s Guide to Textual Criticism of the Bible, p. 46). A veces se presenta una inversión en el orden de dos letras o palabras. Por ejemplo, en Juan 1:42, el nombre “Juan” [Ioannou], como se encuentra en varios manuscritos, se lee “Juna” [Iona] en algunos otros manuscritos (ver Wegner, p. 48, para este y otros ejemplos). Esos problemas no deberían angustiarnos. En primer lugar, los manuscritos bíblicos son, con mucho, los manuscritos más confiables y mejor conservados del mundo antiguo. No existe dentro de la literatura otra obra que se transmita en tantos manuscritos y se copie tan meticulosamente en referencia a la composición original como los manuscritos bíblicos. En segundo lugar, esos cambios menores pueden corregirse a la luz de las demás evidencias disponibles. No afectan ninguna doctrina principal ni enseñanza de la Biblia. Si bien los copistas y los traductores generalmente han sido extremadamente cuidadosos en su trabajo, no eran inspirados como los autores bíblicos originales. Elena de White era consciente de que “pudo haber habido algún error de copista o traductor”. Pero, para ella, todos esos “errores no ocasionarán dificultad a un alma ni harán que ningún pie tropiece, a menos que se trate de alguien que elaboraría dificultades de la más sencilla verdad revelada” (MS 1:18, 19).

Enfrentar las dificultades con honestidad y cuidado 
 
Dios se complace en la honestidad (1 Crón. 29:17). Si buscamos sinceramente la verdad, la encontraremos. La honestidad ganará, a la larga. Tratar las dificultades honestamente significa que no las negamos ni distorsionamos las evidencias, sino que las tratamos de manera imparcial. Es mucho mejor admitir honestamente que no tenemos una respuesta satisfactoria a una dificultad que torcer las evidencias para hacerlas más agradables a nuestro gusto. Las respuestas superficiales no resistirán la prueba del escrutinio y arrojarán sombra sobre nuestra credibilidad. Una mentira piadosa es quizá la mentira más destructiva de todas, porque arroja una sombra oscura sobre el carácter de Dios y su Palabra, y pondrá en duda incluso nuestra propia integridad. Si ignoramos la honestidad en nuestra búsqueda de respuestas, mataremos nuestra conciencia y pondremos en peligro nuestra vida espiritual. A la larga, corremos peligro de no valorar para nada la verdad. Quizás al final, hasta podríamos ser incapaces de distinguir la verdad del error. Pero, la honestidad trae consigo una bendición desde el mismo comienzo: genera confianza con las mismas personas a quienes queremos ganar para la verdad de la Biblia. La honestidad es la base de todas las relaciones personales saludables. Nuestra honestidad debe ir acompañada de cuidado. La honestidad puede esperar y no se apresurará a sacar conclusiones apresuradas que se basen en información limitada. La honestidad hará todo lo necesario para evaluar cuidadosamente las evidencias disponibles.

¿Recuerdas algún ejemplo de respuestas deshonestas sobre la Biblia y el impacto negativo (a largo plazo) que han tenido en los demás? ¿Recuerdas situaciones en las que las respuestas honestas a las preguntas bíblicas hayan tenido un impacto positivo (a largo plazo) en quienes las escucharon?

Enfrentar las dificultades con humildad

La humildad es lo opuesto al orgullo. El orgullo nos impide apreciar las ideas y los logros de los demás. El orgullo no necesita aprender, porque piensa que ya lo sabe todo. La humildad, por otro lado, reconoce que la verdad no es algo creado por nosotros mismos, sino que es inspirada por Dios (ver 2 Tim. 3:16). Los humildes tienen un espíritu dócil y no pretenden tener todas las respuestas. Son capaces de expandir su conocimiento de la Palabra de Dios de una manera que los arrogantes y orgullosos no pueden hacer. Debido a que el orgullo está profundamente arraigado en todos nosotros y la humildad va en contra de nuestra cultura y sociedad, una actitud humilde quizá sea la más difícil de asumir en el estudio de la Biblia.

¿Conoces a alguien que tenga un carácter intelectual auténticamente humilde? ¿Quién es? ¿Qué es lo que más te impresiona de su vida y sus estudios?

Reflexiona en la siguiente declaración de Elena de White sobre este tema: “Los que desean dudar tendrán abundante ocasión para ello. Dios no se propone evitarnos toda oportunidad de ser incrédulos. Él da evidencias, que deben ser investigadas cuidadosamente con mente humilde y espíritu susceptible de ser enseñado; y todos deben decidir por el peso de la evidencia” (MCP 2:674).

Enfrentar las dificultades con determinación y paciencia 
 
Algunas dificultades desafían las respuestas fáciles y rápidas. Requieren determinación y paciencia. Durante siglos, los eruditos estuvieron perplejos sobre una de las discrepancias más desconcertantes de la Escritura: los números dispares de los reinados de los reyes hebreos en el Antiguo Testamento. La Biblia proporciona mucha información sobre estos reyes, pero cuando la información se junta, parece contradictoria. Hubiera sido fácil para el erudito adventista Edwin Thiele aceptar como un hecho esta discrepancia sin resolver. Pero, debido a que creía en la veracidad y la confiabilidad de las Escrituras, estaba decidido a no darse por vencido, y durante años estudió todas las evidencias. Al estudiar cuidadosamente los datos bíblicos y compararlos con fuentes extrabíblicas, finalmente pudo demostrar que se utilizaron diferentes métodos para contabilizar los años en los reinados de los reyes hebreos. Su solución es coherente con el registro de las Escrituras y los registros de otras naciones del mundo antiguo. Su libro The Mysterious Numbers of the Hebrew Kings [Los números misteriosos de los reyes hebreos] ha llegado a ser una obra de referencia ampliamente reconocida en los círculos académicos, mucho más allá de las fronteras de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

APLICACIÓN A LA VIDA

Muchos de los llamados errores no son resultado de la revelación de Dios, sino de nuestras malas interpretaciones. No surgen de ninguna oscuridad de la Biblia sino de la ceguera y el prejuicio del intérprete. Sin embargo, hay algunas dificultades bíblicas que desafían las soluciones rápidas. Son difíciles de entender, incluso para la persona más honesta y decidida. Pero, el hecho de que yo no haya encontrado una solución a un problema en particular no significa que no haya ninguna solución. Es muy probable que otros que estudian la Biblia cuidadosamente hayan luchado con la misma dificultad mucho antes que yo, y probablemente haya una respuesta, por más que yo no sea consciente de ello. 
 
Pero, también podemos experimentar lo mismo que Daniel cuando se encontró con pasajes de las Escrituras que no entendía. Él oró (ver Dan. 8:27–9:27). Al arrodillarnos, podemos obtener una perspectiva completamente nueva sobre algunos problemas.

¿En qué situaciones la oración ha marcado una diferencia en tu vida, tratándose de preguntas difíciles? Comparte tu experiencia con los demás. 
 
Para más principios y ejemplos específicos sobre cómo abordar pasajes difíciles, ver Gerhard Pfandl (ed.), Interpretación de las Escrituras: Preguntas y respuestas bíblicas (Florida, Buenos Aires, ACES, 2012)





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