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CBA - Libro de Isaías capítulo 11


 Libro de Isaías capítulo 11

1. Un vástago.

El capítulo anterior presenta un cuadro de castigo tanto para Asiria como para Judá. Los hermosos y florecientes árboles de Judá serían derribados por su iniquidad. Esta metáfora nos recuerda la lección que se Presenta en Dan. 4: 10-26, en donde Nabucodonosor y su reino son comparados con un árbol majestuoso que, por sentencia divina, es cortado y sólo se deja su tronco. El Señor tenía grandes planes para la nación hebrea cuando fue establecida. Tenía el propósito de que fuera mensajera de luz y verdad para el mundo, y que su influencia benéfica aumentara hasta que abarcase toda la tierra, trasmitiendo vida y paz a todos sus habitantes. Pero, por su desobediencia, la nación sería humillada y llevada en cautiverio. En las pp. 27-40 se presentan los propósitos divinos con Israel.

A pesar de todo esto, por medio de la descendencia de David se levantaría un Rey que llevaría a cabo lo que David y sucesores en el trono de Judá no habían logrado hasta ese momento. cuando la nación fuera cortada y no quedara mas que la cepa, de esas raíces aparentemente sin vida brotaría un Retoño que crecería y florecería (Isa. 4: 2; 53: 2; Apoc. 5: 5; 22: 16). Se convertiría en "árbol" de justicia, y finalmente llenaría toda la tierra, impartiendo paz y alegría a toda la humanidad. El cuadro que aquí se presenta es el de la futura edad de oro, de gozo esplendor 199 cuando toda la tierra se regocijará en la justicia y los enemigos de la rectitud y la paz será completa y, eternamente destruidos. Vez tras vez Isaías describe esta escena (cap. 35: 6-10; 65: 17- 25; 66: 22-23). La figura de Jesús como el "Renuevo" de justicia también se encuentra en Jer. 23: 5- 6; 33: 15-17; Zac. 3: 8; 6: 12-13. Ver com. Deut. 18: 15, donde se analiza la doble naturaleza de la promesa hecha a David.

2. El Espíritu de Jehová.

En los vers. 1-5 se bosqueja con claridad la naturaleza y la misión del Mesías (cf. Isa. 61: 1-3; Mat. 3: 16-17; Juan 1: 33; ver com. Luc. 4: 18-21).

De sabiduría y de inteligencia.

En cuanto a la distinción entre, jokmah , "sabiduría", y binah , "inteligencia", ver com. Prov. 1: 2. Con referencia al crecimiento de Jesús en sabiduría, ver com. Luc. 2: 52; cf. Isa. 50: 4. Con respecto a la sabiduría que se le impartió a Cristo para llevar a cabo su misión, ver com. Mar 1: 35; 3: 13. La más excelsa sabiduría sólo puede proceder de Dios (Sal. 111: 10). Nadie puede enseñarle sabiduría a Dios (Job 38: 4-41; Isa. 40: 13-14), porque él es omnisapiente. Todo lo sabe, todo lo comprende. En todo lo que hace o dice, toma en consideración todas las cosas, ya sean pasadas, presentes o futuras.

Conocimiento.

Heb. da'ath (ver com. Prov. 1: 2; cf. Job 28: 28; Sal. 111: 10; Prov. 1: 7; Ecl. 12: 13). Cuando enseñó a los hombres el temor de Jehová, a la vez que la necedad de los caminos de impiedad, y la sabiduría de la justicia, Jesús presentó evidencias innegables de que era el Mesías (Mat. 13: 54; Juan 7: 15; ver como. Mar. 6: 2).

3. Le hará entender diligente.

Mejor, " "le inspirará en el temor de Yahveh" " (BJ). La LXX dice "lo llenará del temor del Señor"." Jesús se gozaría en hacer la voluntad de Dios. Sus pensamientos serían los pensamientos divinos; su voluntad sería la voluntad divina (Juan 10: 30; 14: 10). Reveló su divinidad y vivió la justicia de Dios ante los hombres. En verdad, esta fue una de las razones por las cuales vino al mundo (ver com. Mat. 1: 23; Luc. 2: 49).

La vista de sus ojos.

Los seres humanos tienen la tendencia a juzgar por las apariencias, pero Cristo aconsejó que no se juzgara "según las apariencias" sino "con justo juicio" (Juan 7: 24; ver com. 1 Sam. 16: 7). De Jesús se dice que "conocía a todos" y "sabía lo que había en el hombre" (Juan 2: 24-25). Todo cristiano debería evitar juzgar conforme a la "vista de sus ojos" y reprender a otros "por lo que oigan sus oídos". Muchos cristianos, que en todo lo demás son ejemplares, se forman opiniones de otros cristianos en forma apresurada y los critican sin verdaderos motivos.

4. Con justicia.

Los jueces eran corruptos y se aprovechaban de los pobres y desvalidos, al paso que los ricos oprimían a las viudas y los huérfanos (Isa. 1: 23; 10: 1-2; Jer. 5: 28; Amós 2: 6; 4: 1; 5: 10-11; 8: 4-6; Zac. 7: 10). Había un notable contraste entre el espíritu del Mesías prometido Y el espíritu de aquella época. En la descripción del rey ideal (Sal. 72: 2-3, 12-14) siempre se hace resaltar la justicia, la equidad, la misericordia y la comprensiva consideración de las necesidades de los pobres y oprimidos.

Argüirá.

Heb. yakaj , "fallar", "pedir cuentas", "vindicar". La VM reza "faltará con rectitud por los mansos"."

Herirá la tierra.

Isaías describe al Mesías que viene a la tierra para subyugar a sus enemigos y para tomar el reino (Dan. 2: 43-44; Apoc. 19: 11-21; cf. Apoc. 12: 5; 14: 14-20). Cuando Cristo vuelva a la tierra "herirá" " a los impíos gobernantes del mundo. Cuando establezca su reino "desmenuzará y consumirá" " a todas las naciones de la tierra (Dan. 2: 44), las " "regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero" " (Apoc. 2: 27; cf. Sal. 2: 8-9). En Apoc. 1: 16 se presenta a Cristo como si tuviera una "espada aguda de dos filos" en la boca, y 2 Tes. 2: 8 dice que destruirá al "inicuo" " con "el espíritu de su boca" " (cf. Ose. 6: 5). Así como Cristo creó todas las cosas por la palabra de su boca (Sal. 33: 6-9; Juan 1: 1-3), así también destruirá todo lo malo de la misma manera.

5. Cinto de sus lomos.

Se presenta al Mesías vestido con ropas de justicia. Esta figura indica la estricta atención a la justicia y la verdad, la integridad y la fidelidad. El Mesías sería la encarnación misma de la justicia. En contraste se dice que el inicuo obraría "con todo engaño de iniquidad" (2 Tes. 2: 10). Los seguidores de Cristo han de llevar la misma vestidura de justicia que lleva él (ver com. Mat. 22: 11-12; cf. Isa. 61: 10; Apoc. 3: 18).

Cintura.

Las "ijadas", entre costillas falsas y los huesos de las caderas. La palabra traducida como "lomos" se refiere a las caderas y la parte baja de la espalda.

6. El lobo.

En el reino del Mesías cambiará la conducta tanto en los animales como entre 200 los seres humanos. No más crueldad ni derramamiento de sangre. Los instintos naturales de los animales serán enteramente transformados. La ley del reino de Dios será la ley de vida y amor. No se conocerá allí ninguna forma de muerte, enfermedad ni dolor.

7. Comerá paja.

En la tierra renovada no habrá ningún animal carnívoro. Todos los animales vivirán en perfecta amistad mutua y también con el hombre.

8. El niño de pecho.

Así como los animales pequeños no temerán a aquellos animales que en este mundo son sus enemigos mortales, así también en la tierra nueva, los niñitos no tendrán nada que temer. En la tierra renovada se desconocerá toda enemistad y todo temor, ya sea entre animales o seres humanos.

Víbora.

Heb. tsif 'oni , "serpiente venenosa", ponzoñosa.

9. Mi santo monte.

Es decir, el reino de Cristo que henchirá toda la tierra (Dan. 2: 35). Será santo porque Dios es santo y porque sus habitantes compartirán la naturaleza divina. Entonces "no habrán mal ni dañarán" porque los intereses de unos no estarán en pugna con los de otros. El bienestar de unos será el bienestar de todos. El egoísmo será cosa del pasado. El único pensamiento del hombre será hacer bien a su prójimo y vivir para la gloria de Dios.

La tierra será llena.

Cf. Hab. 2: 14. La misma pulsación de armonía latirá en todo el vasto universo (CS 736-737).

10. Raíz de Isaí.

Ver com. vers. 1.

Las gentes.

Esta es una profecía acerca de Cristo y de la predicación del Evangelio a todo el mundo (pp. 30- 32). En todas partes de la tierra se mostrará ante hombres y mujeres que Cristo, el Mesías, es el medio para ser salvos del pecado. Los mensajeros de Cristo se presentarán ante la gente como representantes de él, que señalan a Jesús como portaestandarte para guiar a las gentes por el camino de la luz y la bendición.

Habitación.

Heb. menujah , "Lugar de descanso"," o "morada" " (BJ, NC). Ver Juan 14: 23. Los que hallan a Cristo encuentran paz y descanso, una paz que el mundo no puede dar y que los impíos nunca pueden conocer. La más bienaventurada vivencia que el hombre puede disfrutar es la del "descanso" que Cristo ofrece: descanso de las cuitas y las cargas del pecado (ver com. Mat. 11: 28). Así podrá el hombre encontrar en este mundo una breve y feliz anticipación de la gloriosa paz del descanso del mundo eterno.

11. Otra vez.

Aquí se alude a la primera liberación, la de Egipto. Los hebreos siempre recordaban con gozo su liberación de la esclavitud egipcia y su entrada en la tierra prometida. Ocurriría otra liberación la del cautiverio babilónico. Dios deseaba que cuando los judíos volvieran del cautiverio, después de haber aprendido aquellas lecciones que él se propuso enseñarles, rápidamente se pusieran a tono con el glorioso plan que tenía para ellos como nación. Así la tierra pronto quedaría preparada para la venida del Mesías y la proclamación del Evangelio (p. 32). Pero Israel fracasó de nuevo, y la liberación prometida en este pasaje tendrá que realizarse al final de la historia de este tierra, cuando Dios libre a su pueblo de este mundo impío y lo lleve a la Canaán celestial (ver com. Apoc. 8: 4).

12. Israel . . . Judá.

En lo que se refiere a las naciones literales de Israel y Judá, el cumplimiento literal de la promesa hecha aquí se efectuó con la restauración después del cautiverio babilónico. Sin embargo, puesto que no vivieron a la altura de los gloriosos privilegios que se les concedió al volver del exilio, su rechazo como nación fue inevitable (ver com. vers. 11). Por lo tanto, esta promesa ha de cumplirse en el Israel espiritual o sea en la iglesia (pp. 31-32). Por otra parte, estas palabras se refieren a la gran obra de la liberación del pecado que se está llevando a cabo ahora en todas partes del mundo. Por doquiera hay hombres y mujeres que actúan como portaestandartes o portaluces del cielo, guiando a otros al camino de la luz y la verdad. La obra que ahora se está viendo es el cumplimiento de la profecía de Isaías, pero también es prenda de mayores cosas en el futuro (ver com. Apoc. 18: 4).

Cuatro confines.

En el rollo 1QIsª de los Manuscritos del Mar Muerto, no aparece la palabra "cuatro".

13. Envidia de Efraín.

La historia del pueblo de Dios fue una historia de celos, envidia, dificultades, disensiones y guerras. La visión de Isaías referente al futuro no habría sido perfecta ni completa, si no hubiera incluido la curación de las viejas heridas y la reconciliación entre Israel y Judá. Antes de la extinción final del reino del norte, Ezequías se esforzó al máximo por fomentar un espíritu de reconciliación cuando instó a las tribus del 201 norte a que vinieran a Jerusalén a fin de celebrar la pascua nacional (2 Crón. 30).

14. Los filisteos.

Las naciones aquí ennumeradas eran los enemigos tradicionales de Israel. Esta profecía era condicional y se cumpliría si Israel era fiel a Dios (Jer. 18: 7-10). Como resultado de su persistente falta de cooperación con Dios, Israel perdió la bendición divina y el Señor no pudo subyugar a sus enemigos como lo habría hecho si su pueblo hubiera sido fiel (p. 33). Sin embargo, esta promesa se cumplirá en esencia en la iglesia hoy, pues Dios vencerá a todos sus enemigos (Dan. 7: 18; 12: 1; Apoc. 19: 2; ver com. Deut. 18: 15). Cuando sea establecido el reino del Mesías, sus enemigos serán plenamente derrotados. Cuando Cristo venga, el reino que él establezca (Mat. 25: 31) " "desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre" " (Dan. 2: 44).

15. La lengua del mar de Egipto.

Lo que ahora se conoce como golfo de Suez -un brazo del mar Rojo-, cuyas aguas otra vez se secarían, quizá en forma figurada y no literal, para facilitar otra milagrosa y maravillosa liberación del vago de Egipto.

El río.

Heb. hannáhar , término empleado con frecuencia en el AT para designar al Eufrates (Gén. 15: 18; ver com. Gén. 24:10). El Eufrates se secaría para permitir la liberación (del yugo de Babilonia. Las dos naciones que en la antigüedad oprimieron más al pueblo hebreo fueron Egipto y Babilonia, y ambas potencias fueron castigadas por el Señor para que su pueblo pudiera ser librado. Egipto fue herido en el tiempo del éxodo, cuando el Señor secó las aguas del mar Rojo. Babilonia fue asolada, ya cerca del fin de los 70 años de cautiverio (futuros aún, en tiempos de Isaías), citando Ciro desvió el Eufrates de su cauce a fin de poder tomar la ciudad de Babilonia (Isa. 44: 27-28; ver com. Jer. 51: 36). Después de tomar la ciudad de Babilonia (ver com. Esd. 1: 1) Ciro promulgó el decreto que permitió que los judíos salieran de esta ciudad, volvieran a Judea y reconstituyeran el templo (2 Crón. 36: 22-23; Esd. 1: 1-6). Así como Dios libertó a los hebreos de manos de los egipcios y más tarde de los babilonios, así también libertará a todo su pueblo fiel en los últimos días de la historia del mundo.

16. Camino.

Y como Dios condujo a su pueblo a salvo a través del "terrible desierto" (Deut. 1: 19), y mil años más tarde lo hizo regresar de Babilonia (Isa. 19: 23-25; 35: 8), así también conducirá con seguridad a su pueblo remanente a través del terrible tiempo de angustia predicho por Daniel (ver com. Dan 12: 1; cf. Jer. 30: 7).

Asiria.

Es decir, Mesopotamia, la patria de los asirios. En los días de Isaías, Babilonia era una provincia de Asiria (t. II, pp. 62-65; ver com. Esd. 6: 22).

De la manera que lo hubo.

El maravilloso poder de Dios manifestado en Egipto y en el mar Rojo permanecía vivo en el recuerdo del pueblo de Dios, pues de continuo rememoraban esos dramáticos acontecimientos como una evidencia de que su Dios era el verdadero, y que ellos eran su pueblo escogido.

CBA T4

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