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CBA: Libro de Isaías capítulo 4


 Libro de Isaías capítulo 4

1. Siete mujeres.

Los mejores varones hebreos habrían caído "en aquel tiempo" -cap. 3: 24-26- ante las armas asirias, o habrían sido llevados cautivos. Para cada soltero habría, por lo tanto, varias mujeres solteras. Estas pedirían a los pocos hombres que quedaban que se casaran con ellas. Varias de esas mujeres, que habían vivido en la lujuria y el ocio, arrogantemente despreciativas por su embriagante esplendor, se acercarían a un mismo hombre pidiendo la protección y el consuelo que les podría proporcionar el matrimonio. Declararían que estaban dispuestas a sufragar los gastos de su ropa y alimento, responsabilidades normales del hombre en Israel (Exo. 21: 10). En un país donde la poligamia ya era común, tal situación la aumentaría en forma notable.

Algunos han aplicado directamente la iglesia de hoy esta situación descrita en el vers. 1, sugiriendo que la expresión "siete mujeres" representa a los cristianos nominales, y "un hombre", a Cristo. Explican que esas mujeres se aferran del cristianismo, no con sinceridad (cf. Mat. 25: 1-13), sino superficial e hipócritamente, y sólo por lograr ventajas personales. Las "siete mujeres" se proponen "comer" de su propio pan y no del que "descendió del cielo" (Juan 6: 32-33); y "vestirse" con sus propias ropas -los "trapos de inmundicia" de Isa. 64: 6-, en lugar del perfecto manto de la justicia de Cristo (Mat. 22: 11-12). Aplicado en esta forma, Isa. 4: 1 sirve para hacer resaltar el valor de la sinceridad en la vida religiosa, en contraposición con la justicia propia y la hipocresía. Otros han comparado a las "siete mujeres" con algunos grupos religiosos cristianos que tienen "apariencia de piedad" , pero niegan "la eficacia de ella" (2 Tim. 3: 5).

Las aplicaciones figuradas de las palabras de Isaías pueden tener algún valor espiritual. Siempre es posible que las declaraciones de un profeta puedan tener, además del primario, un sentido secundario. Sin embargo, no hay ningún comentario inspirado de este pasaje que lleve al estudioso de la Biblia a hacer esta aplicación secundaria. Por eso, los autores de este Comentario sólo le atribuyen a este pasaje sin sentido histórico e inmediato. El mensaje de Isa. 3: 16-4: 1 se dirigió originalmente al pueblo de Jerusalén que vivía en los días del profeta (ver pp. 27-40), según se deduce claramente del contexto.

En aquel tiempo.

En el día descrito en el cap. 3: 24-26. No se interrumpe el pensamiento entre los cap. 3 y 4. La división de capítulos hecha en este punto tiende a oscurecer el sentido del cap. 4, que debe ser considerado como continuación del cap. 3. En los comentarios de 1 Sam. 4: 1; 24: 1; 2 Rey. 7: 1; 11: 21; 24: 20, se notan casos similares de divisiones erradas. En el cap. 4: 1, Isaías describe el clímax del castigo divino sobre las irregeneradas hijas de Sión.

Quita nuestro oprobio.

En el hebreo el verbo está en imperativo. Las mujeres hebreas consideraban que no tener hijos era vergüenza y oprobio, un castigo por el pecado (Gén. 30: 23; 1 Sam. 1: 6; Luc. 1: 25). Las mujeres de Judá deseaban ser madres, y rogaban a los hombres que habían quedado que fueran sus esposos.

2. En aquel tiempo.

Ver com. vers. l. Otra vez se alude al día cuando el castigo de Dios caería sobre Israel; pero este versículo presenta otro aspecto más alentador de la situación. Si bien el día de Jehová provocaría la destrucción de los impíos, también traería salvación para los justos (Mat. 16: 27; Rom. 2: 6-10; Apoc. 22: 12). En los vers. 2-6 se presenta el cuadro de Cristo, el "renuevo" " (ver com. Isa. 11: 1), como Redentor y Libertador, y de la gloriosa obra que él haría en favor de su pueblo. Originalmente, esta predicción debería haberse cumplido en el Israel literal; pero debido a su fracaso como nación, se cumplirá en principio en el Israel espiritual (ver pp. 27-40), cuando Cristo venga por segunda vez.

El renuevo.

Compárese con las profecías mesiánicas de Isa. 11: 1; Jer. 23: 5-6; 33: 15; Zac. 3: 8; 6: 12, donde se llama a Cristo "vara" y "renuevo" (PR 435). Israel quedaría desolado como árbol marchito (Isa. 5: 7), pero un renuevo de justicia brotaría de la simiente de David y daría frutos de justicia. El Israel literal perecería como nación, pero Jesús finalmente haría que la tierra floreciera con justicia. Este cuadro de una tierra desolada, que tras larga espera lleva fruto abundante, aparece repetidas veces en las Escrituras (Sal. 72: 16; Eze. 34: 27; 47: 6-9; Ose. 2: 15, 21-22; Joel 3: 18; Amós 9: 13).

El fruto de la tierra.

La tierra prometida era originalmente un país fértil (Exo. 3: 8; 33: 3; Núm. 13: 27; Deut. 8: 7-10). Produciría abundantes frutos siempre que el pueblo de Dios fuera fiel al Señor (Deut. 28: 1-12). Pero si era infiel, habría sequía, desolación y muerte (Lev. 26: 14-39; Deut. 28: 15-48; Ose. 2: 1-13). Al fin, Dios sería misericordioso con su pueblo, y éste recuperaría la gracia divina. En verdad, toda la tierra sería restaurada y colmada de frutos de justicia (Isa. 35; 44: 3-6; 55: 10-13; 60: 21; 61; 62; Jer. 3: 18- 19; Eze. 34: 25-31; Ose. 1: 10; Joel 2: 19-27; Amós 9: 13-15; cf. 2 Ped. 3: 13).

Los sobrevivientes de Israel.

El rollo 1QIsa de los Manuscritos del Mar Muerto (ver t. I, p. 35; t. IV, pp. 128-130) añade, "y de Judá". Isaías hace notar con claridad que los que han permanecido leales al Señor, por causa de los cuales él bendice la tierra, escaparán de la devastación causada por la guerra descrita en el cap. 3: 25-26 (cf. cap. 10: 20 22; 37: 31-32). Durante las invasiones de Senaquerib, todo Judá, excepto la ciudad de Jerusalén, cayó transitoriamente en manos de los invasores asirios. En Jerusalén sólo quedó un pequeño remanente. Si no hubiera sido por estos pocos, la destrucción de Judá habría sido tan completa como la de Sodoma y Gomorra (cap. 1: 9). A este pequeño remanente Isaías dio la misericordioso promesa: "Y lo que hubiere quedado de la casa de Judá y lo que hubiere escapado, volverá a echar raíz abajo, y dará fruto arriba. Porque de Jerusalén saldrá un remanente, y del monte de Sion los que se salven. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto" (cap. 37: 31-32). Así como en esos días habría un remanente que no caería en manos del enemigo, así también en estos postreros días quedará un remanente que el Señor preservará, que no caerá en manos del maligno (ver com. Deut. 18: 15; t. IV, pp. 37-38; CS 41; PR 435; PP 288-292).

3. Será llamado santo.

El gran tema del mensaje de Isaías era la santidad. Vio al Señor sentado sobre su trono, y quedó hondamente impresionado por el santo carácter de Dios (cap. 6: 3). El título que repetidas veces emplea para designar a Dios es "Santo de Israel" " (cap. 1: 4; 5: 19, 24; 10: 20; 12: 6; 17: 7; 29: 19; 30: 11-12, 15; 31: 1; 37: 23; 41: 14, 16, 20; 43: 3, 14; 45: 11; 47: 4; 48: 17; 49: 7; 54: 5; 55: 5; 60: 9, 14). En toda la Biblia, este mismo título se encuentra fuera de Isaías sólo seis veces (2 Rey. 19: 22; Sal. 71: 22; 78: 41; 89: 18; Jer. 50: 29; 51: 5). El permanente propósito de Isaías era que Israel abandonara sus pecados y se convirtiera en un pueblo santo.

Registrados entre los vivientes.

Literalmente, "inscritos para vida". Dios lleva un registro de cada habitante de la tierra. Los nombres de algunos son registrados para vida en el libro de la vida (Exo. 32: 32; Sal. 69: 28; Eze. 13: 9; Dan. 12: 1; Mal. 3: 16; Fil. 4: 3; Apoc. 3: 5; 13: 8; 21: 27). Todos aquellos cuyos nombres no sean borrados del libro de la vida, entrarán en el reino de Dios como un pueblo santo.

4. Las inmundicias.

Todos los que estén dispuestos a abandonar sus pecados serán limpiados de su inmundicia por medio de la sangre de Cristo. " "La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado" " (1 Juan 1: 7). " "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad" " (1 Juan 1: 9; cf. Sal. 51: 2, 10-11).

Espíritu de devastación.

Heb. rúaj ba'er . La primera palabra puede traducirse como "espíritu", "soplo" o "viento". La raíz de la segunda palabra es b'r , "quemar"; pero la forma verbal que aparece aquí (piel) tiene más bien el sentido de "arrasar', "consumar". Por lo tanto, son también correctas las versiones que hablan de " "viento abrasador" " (BJ) o de "soplo quemante" " (DHH, nota). Nácar-colunga compone de otro modo: "viento de devastación". De todos modos, se presenta un cuadro de un fenómeno que consumará y arrasará con las inmundicias de Jerusalén. El rollo 1QIsª de los Manuscritos del Mar Muerto (t. I, pp. 35-38) dice s'r en vez de b'r (no hay vocales en esos MSS); ese verbo significa "violentarse", "enfurecerse". Teniendo en cuenta el parecido de las letras hebreas transliteradas como s y b , y la similitud de significado de las dos palabras, es fácil confundirlas. La diferencia de sentido es mínima.

5. Nube y oscuridad.

Se alude aquí a la manifestación visible de la presencia de Dios, 162 La cual acompaño a su pueblo en su peregrinación desde Egipto a Canaán (Exo. 13: 21; Núm. 9: 15; 10: 34; 14: 14). Así como Jesús es tuvo con su pueblo entonces para guiarlo, protegerlo y bendecirlo, así también estará hoy con sus hijos mientras se dirigen a la Canaán celestial (Zac. 2: 5).

Y de noche resplandor de fuego que eche llamas.

En el rollo 1QIsª de los Manuscritos del Mar Muerto (ver t. I, p. 35; t. IV, pp. 128-130) se omite esta frase, como también la primera parte del vers. 6 hasta la palabra "día", inclusive. Evidentemente se trata de un error del escriba que copió el Rollo del Mar Muerto, o ya faltaba esta sección en el documento del cual estaba copiando. Este error de copia, llamado homoiotéleuton, es común en los antiguos manuscritos. Consiste en saltarse una breve sección de lo que se copia, omitiendo lo que está entre dos palabras iguales o similares.

Sobre toda gloria.

" "Y por encima la gloria de Yahveh será toldo y tienda" " (BJ). La presencia divina, como un pabellón, proveerá orientación, seguridad, protección y paz.

6. Un abrigo.

El pabellón que Dios promete a su pueblo lo protegerá de toda prueba, dificultad o peligro que pueda surgir para amenazarle (Sal. 27: 5; 91: 1; Isa. 26: 3-4).

CBA T4

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