1. Me dijo Jehová.
El hebreo dice: "Y me dijo
Jehová". El uso de la conjunción "y" ( wau) en esta situación ( wau conjuntiva o
consecutiva; ver t. I, p. 3l) indica que la acción del verbo que le sigue debe
considerarse como secuela del verbo anterior. Por lo tanto, el capítulo 8 es una
continuación de lo que se relata en el cap. 7, es una explicación o aclaración
de ese capítulo. La profecía del cap. 8 está estrechamente relacionada con la
del capítulo anterior y debe entenderse dentro del marco de ese capítulo. Las
dos profecías (cap. 7 y cap. 8) fueron dadas aproximadamente al mismo tiempo, a
fines del año 735 a.C. o a comienzos del 734.
Tabla.
Heb.
gillayon , "tablilla". La palabra se refiere a una plancha delgada sobre la cual
podía escribirse: podía ser de metal, de cuero, de madera, o aún de papiro. La
misma palabra aparece en Isa. 3:23 y se traduce Como "espejos".
Caracteres legibles.
Heb. jéret 'enosh , "estilete [punzón] de
hombre". No se habla de la forma de las letras sino del instrumento que se usa
para escribir, en este caso un instrumento común ("de hombre"): "Escribe con
buril" (BJ).
Maher-salal-hasbaz.
Literalmente, "despojo se
apresura, la presa se precipita". Este nombre, que debía registrarse en una
tablilla, debía indicar la inminencia de la invasión asiria predicha en el cap.
7: 17-25. Durante casi un año antes del nacimiento del niño, este nombre fue
testigo mudo ante los habitantes de Jerusalén, y les proporcionó amplia
oportunidad de considerar su significado. Ver com. vers. 8.
2. Testigos.
Estos debían
atestiguar la autenticidad, y por ende, la importancia del documento. Más tarde
Acaz pidió a Urías el sacerdote que construyera un nuevo altar para el templo,
según el modelo que había visto en Damasco (ver com. 2 Rey. 16: 10-11). Se
desconoce la identidad de Zacarías.
3. La
profetisa.
Parece que la esposa de Isaías también había recibido el don
profético y ayudaba a Isaías en su ministerio. La mujer que ejercía este don
llevaba el título de " "profetisa" (Juec. 4: 4; 2 Rey. 22: 14; 2 Crón. 34: 22;
Luc. 2: 36); por otra parte, puede habérsele aplicado este título simplemente
porque era esposa de un profeta. Maher-salal-hasbaz era el segundo hijo de
Isaías (Isa. 7: 3). Así como el primer hijo de Isaías sería una señal para el
pueblo de que el "remanente" volvería, el segundo había de ser una señal del
castigo que caería pronto.
4. Padre mío.
Los niños pueden decir "papá" y "mamá" al cumplir aproximadamente el
primer año de edad. Antes de que este niño tuviera dos años, los asirios
saquearían tanto a Israel como a Siria. Esta profecía se cumplió en 732 a. C.,
cuando Peka y Rezín perdieron el trono y, más tarde, la vida. (Isa. 7: 16; cf. 2
Rey. 15: 30; 16: 9). Por esto, el que se escribiera el nombre Maher-salal-hasbaz
en la tablilla era señal de que los asirios pronto llegarían para saquear y
despojar a Samaria y Siria (ver com. Isa. 8: 1). Aunque Israel y Siria cayeron
ante Asiria, por un tiempo Judá se mantuvo independiente. Dios le había dicho a
Acaz que no temiera (cap. 7: 4), y había predicho el nacimiento del niño Emanuel
que habría de ser la garantía de que Dios estaría con Judá y lo libraría de la
desdichada suerte que sobrecogió a sus vecinos del norte.
En una
tablilla de barro cocido, Tiglat-pileser afirma que el pueblo de Israel derrocó
a su rey, y que después de eso él colocó a Oseas en el trono (t. II, p. 87).
Según 2 Rey. 15: 29-30, fue en los días de Peka cuando Tiglat-pileser tornó a "
"Galaad, a Galilea y a toda la tierra de Neftalí, y los llevó cautivos a Asiria"
" ; y también cuando Oseas mató a Peka y ocupó su trono. Según 2 Rey. 16: 7-9,
cuando Acaz pidió auxilio a Asiria, Tiglat-pileser tomó la ciudad de Damasco,
llevó cautivos a sus habitantes y mató a Rezín. En vez de confiar en Dios para
que le ayudara, Acaz había pedido a Tiglat-pileser que lo salvara de manos de
los reyes de Israel y de Siria (2 Rey. 16: 7). Al hacer esto, Acaz abrió las
puertas para la destrucción de Judá. El cronista afirma que por su transgresión
Acaz causó la humillación de Judá, y que, a pesar de que Tiglat-pileser acudió,
esta venida suya "lo redujo "182 "[a Acaz] a estrechez, y no lo fortaleció" (2
Crón. 28: 19-20).
6. Aguas de Siloé.
Este acueducto comenzaba en la fuente de Gihón, en una caverna en la
colina oriental de Jerusalén. El agua de esta fuente formaba un arroyo que
desembocaba en el antiguo estanque de Siloé. Más tarde Ezequías construyó un
túnel, en el cual se encontró la inscripción de Siloé (t II, frente a la p. 65 y
p. 89), que llevaba las aguas de Gihón a un nuevo estanque en Siloé, ubicado
dentro de la ciudad. Las tranquilas aguas de Siloé simbolizaban el mensaje de
confianza frente a Asiria, implícito en el nombre Emanuel, "con nosotros Dios".
El rechazar las mansas aguas de Siloé equivalía a abandonar el consejo de Dios.
Por volverse a Asiria en procura de ayuda, Acaz trajo sobre Judá "aguas de ríos"
(hebreo, "aguas del río", es decir del Eufrates), impetuosas y muchas, esto es,
al rey de Asiria con todo su poder, el cual inundaría completamente la tierra de
Judá (vers. 7-8). Todo esto estaba implícito en el nombre Maher-salal-hasbaz:
"El despojo se apresura, la presa se precipita" (ver com. vers. 1).
Se
regocijó con Rezín.
El sentido del resto del vers. 6 no concuerda
claramente con su contexto. Acaz y el pueblo de Judá estaban frente a Rezín y a
Peka, hijo de Remalías (cap. 7:1-2). Considerando esta dificultad, algunos han
modificado el hebreo para dar una traducción que corresponda mejor con la
situación que se vivía: "Se ha desmoralizado" (BJ), "por haber . . . temblado
ante Rasín" (NC); "por miedo a Rezín" (DHH). Pero esto exige una reconstrucción
muy problemática del hebreo. Otros, suponiendo que esta frase fue insertada por
algún antiguo copista, la omiten para que la idea de la primera parte del vers.
6 continúe directamente en el vers. 7. Sin embargo, debe hacerse notar que el
rollo 1QIsª de los Manuscritos del Mar Muerto confirma el texto masorético.
7. Aguas de ríos.
Mejor, "las aguas
del río", es decir, el Eufrates. Aquí se representa a Asiria bajo el símbolo del
río Eufrates (ver com. Jos. 24: 2; cf. Jer. 47: 2). Las futuras invasiones
asirias se describen como un río que se desborda e inunda los campos vecinos.
Estas aguas primero inundarían la nación de Israel y más tarde llenarían la
tierra de Judá (Isa. 7: 8). Muchas veces los asirias compararon a sus ejércitos
con una inundación que destruía naciones.
8. Pasando hasta Judá.
Por causa de su desobediencia e
incredulidad, la tierra de Judá no quedaría totalmente libre del ataque asirio.
Israel sería del todo destruido, pero Judá no sería completamente abnegada.
Aunque en un principio fuera pequeña, la inundación aumentaría hasta que las
aguas llegaran "hasta el cuello" (cap. 30: 28) de Judá. La historia registra que
finalmente Judá, menos la ciudad de Jerusalén, cayó transitoriamente en manos de
los asirios (ver com. 2 Rey. 18: 13).
Emanuel.
Con referencia a
este nombre, ver com. cap. 7:14. La mención del nombre Emanuel era un
recordativo de que Israel podía tener a Dios consigo (ver com. cap. 7: 14). Pero
Israel perdió por completo la presencia de Dios, y muy parecido fue el caso de
Judá. Muchos de los dirigentes y pobladores de Judá habían abandonado al Señor,
por lo cual su presencia no podía acompañarlos. Pero otros, un pequeño
remanente, fueron fieles y habrían de ser salvos. Este mensaje fue dado
mayormente para beneficio de ellos.
9. Reuníos.
Heb. ro'u , del verbo ra'a' , que puede
significar "ser malo", "irritarse" o "quebrar". Por lo tanto, ro'u significaría
"irritaos" o "quebrantaos". Es probable que en la traducción de la Vulgata
latina se pensara que en el texto hebreo, sin vocales (t. I, pp. 31, 38-39),
ro'u provenía de la raíz ra'ah , "tratar uno con otro", y por eso se tradujo
ro'u como congregamini, "reuníos". La RVR sigue esta posible traducción de la
Vulgata latina. Los traductores de la LXX parecen haber tenido ante ellos un
texto que rezaba de'u en vez de ro'u , y tradujeron de'u al griego como gnote,
"sabedlo" (BJ). En hebreo la r y la d son casi idénticas, y no sería difícil
confundir la una con la otra (ver p. 17; hay ejemplos en com. de Gén. 10: 4; 25:
15; Jos. 9: 4; 1 Sam. 12:11; 2 Sam. 8: 12; 23: 30). la palabra de'u proviene de
la raíz yada' , "saber". Esta traducción, "sabedlo", está más en armonía con el
contexto. En hebreo, Isa. 8: 9 tiene una forma poética. Si el original fuera
"sabedlo", esta palabra formaría un paralelo con "prestad oído" (ver t. III, pp.
26-29). La BJ reza: " "Sabedlo" , pueblos: seréis destrozados".
Pueblos.
"Confines todos de la tierra" (BJ). Isaías habla aquí a las naciones
paganas que pensarían en aconsejarse mutuamente (vers. 10) para ir contra Dios,
y les advierte: " "Con nosotros está Dios" . En la forma poética del 183 vers.
9, " "Pueblos" forma un paralelismo con "los que sois de lejanas tierras"."
10. Tomad consejo.
Dios puede
anular todos los consejos de los impíos que se proponen contrariar los
propósitos divinos. Lo hizo en tiempo de Acaz, y lo está haciendo ahora.
Dios está con nosotros.
Heb. 'immanu'el , las mismas palabras
que se transliteran como Emanuel en el vers. 8. Los vers. 9 y 10 presentan el
significado del mensaje centrado en Emanuel que Dios estaba procurando inculcar
en el corazón de su pueblo. Los consejos de los asirios finalmente no
prevalecerían contra el pueblo de Dios, porque el Señor estaría "con" él (cap.
10: 5-12). Isaías predicó fervorosamente al pueblo de Judá este mensaje de la
presencia de Dios, y sin duda hubo muchas personas que aprendieron a confiar en
Dios. El rey Ezequías, hijo de Acaz, estuvo entre ellas. Cuando Senaquerib atacó
a Judá, Ezequías estimuló a su pueblo con estas palabras inspiradas: "
"Esforzaos y animaos; no temáis, ni tengáis miedo del rey de Asiria, ni de toda
la multitud que con él viene; porque más hay con nosotros que con él. Con él
está el brazo de carne, mas con nosotros está Jehová nuestro Dios para ayudarnos
y pelear nuestras batallas" " (2 Crón. 32: 7-8). Como Ezequías confió en el
Señor, Dios lo acompañó y finalmente 185.000 soldados de Senaquerib murieron en
una sola noche por obra del ángel de Jehová (2 Reyes. 19: 35).
11. Camino de este pueblo.
Isaías
no debía ceder ante la tendencia popular de alejarse de Dios. Dios pronunció
esta orden en forma enfática, "con mano fuerte". Isaías no tenía por qué dudar
en cuanto al camino correcto que debía seguir.
12. No llaméis.
Aunque Dios habla a Isaías personalmente,
también incluye al pueblo (vers. 1l). Hasta el vers. 15 inclusive, Dios sigue
dirigiéndose al pueblo. En el vers. 16 vuelve a dirigirse personalmente a
Isaías.
Conspiración.
Siria e Israel habían conspirado contra
Judá (cap. 7: 2, 5-6), y Acaz, por su parte, se había aliado con Asiria contra
Israel y Siria (2 Rey. 16: 7-9). Acaz y el pueblo de Judá tenían temor de la
alianza sirio-israelita, y se habían unido con los paganos a fin de hacerle
frente. Por haber confiado en los paganos en vez de confiar en Dios, el Señor
había reprendido a Acaz. Que su pueblo profeso se aliara con los idólatras era
una ofensa para el Dios del cielo. El Señor deseaba que su pueblo se mantuviera
independiente, separado del mundo. Hemos de consultar a Dios y encontrar nuestra
fuerza en él. Sólo así podrá acompañarnos la presencia del Señor. Sólo así
podremos realizar su obra en la forma como él desea que la hagamos. Cuando el
pueblo de Dios establece cualquier clase de alianza con los que no conocen al
Señor, la política humana inevitablemente reemplaza los principios celestiales,
y la obra del Señor sufre. Nuestra fuerza no radica en una estrecha vinculación
con el mundo, sino en la completa separación de él.
13. A él santificad.
O, " "A ése tened por santo" (BJ).
Isaías había captado una visión de la santidad de Dios (cap. 6: 1- 4), y ahora
pedía al pueblo de Judá que reconociera la santidad del Señor. Si el pueblo no
captaba la visión de la infinita santidad de Dios, nunca alcanzaría la santidad.
Sea él vuestro temor.
Ver com. Deut. 4: 10; 6: 2. Un pueblo que
temiera a Dios nunca necesitaría temer al hombre. Acaz tenía miedo de Peka y
Rezín porque rehusaba temer a Jehová. Pero el temor de Dios es muy diferente del
temor de los hombres. Temer a Dios no significa tenerle miedo, sino mostrarle
respeto, confiar en él, amarle, entrar en su presencia con regocijo.
14. Por santuario.
Heb. miqdash ,
"lugar sagrado", "santuario". Los que temieran debidamente al Señor (ver com.
vers. 13) encontrarían en él un refugio que los preservaría del peligro (ver
com. Sal. 91: 1). Isaías procuraba apartar al pueblo de las cosas terrenas para
que dirigiera la vista a Dios. Cristo fue y es hoy día el verdadero "santuario"
de Israel.
Las dos casas de Israel.
Por esta frase se ve
claramente que Isaías no se dirige sólo a Judá, sino también a Israel. Tanto
Israel como Judá se habían rebelado contra Dios y su ley. Habían hecho de Dios
un motivo de ofensa en vez de que fuera un santuario de vida y esperanza como él
quería serlo.
Piedra para tropezar.
Jesús dijo que él era la
roca (Mat. 21: 42-44). Pablo citó este pasaje de Isa. 8: 14 con referencia a
Cristo (Rom. 9: 33), y Pedro hizo una aplicación aún más precisa de este
versículo (1 Ped. 2: 6-8). Durante la construcción del templo de Salomón no
podía hallarse la ubicación de cierta enorme piedra, ya preparada en la cantera
y transportada a Jerusalén. Por largo tiempo estorbó a los constructores, quedó
sin uso y fue rechazada; pero finalmente se descubrió 184 que era la piedra
angular, la más importante de toda la estructura, y fue puesta en su posición
clave (DTG 548-549). Jesús es la piedra angular del judaísmo, por tanto tiempo
rechazada.
Para los que no conocieron a Cristo, él fue piedra de
tropiezo y ofensa. Siempre parecía obstruir su camino, evitando que llevaran a
cabo sus propios planes egoístas, impidiendo que cumplierais sus malvados
designios. Esa misma piedra, en la cual tropezaban, era la piedra angular del
cielo, Aquel sin el cual desaparecen del mundo y del universo la vida, el gozo y
la paz.
Por lazo.
En lugar de la figura de la piedra, aquí se
emplea la de una trampa para hacer resaltar otro aspecto del problema. Cristo y
su mensaje serían como una trampa, como un lazo para los impíos habitantes de
Jerusalén. Aquel que debería ser la vida, la esperanza y la protección de toda
la humanidad, se convertiría en lazo para los que se negaran a andar en sus
caminos. Pero sólo de este modo puede conservarse la vida en la tierra. Si a los
impíos se les permitiera andar sin restricciones en sus malos caminos, muy
pronto se destruirían a sí mismos y a todos los habitantes de la tierra. Sólo
coartando las actividades de los impíos e imponiéndoles ciertas restricciones,
más allá de las cuales no se les permite pasar, es posible que continúe la vida
en esta tierra. Todos los seres humanos que gozan de la vida pueden estar
agradecidos a Dios porque él es como lazo y trampa para los impíos, pues de otro
modo, no habría paz ni gozo, libertad ni esperanza para los habitantes de la
tierra.
15. Tropezarán . . . y caerán.
Aquí el Señor se refiere en primer lugar a la gente del tiempo de
Isaías. Pero en todas las épocas, los que se rebelen contra Dios y su ley
"tropezarán... y caerán" cuando rechacen las advertencias de la santa Palabra de
Dios. Aquellos que por falta de discernimiento espiritual no comprenden la
verdadera importancia de los mensajes de la Palabra de Dios, con frecuencia
hacen que esos mensajes sean un motivo de tropiezo para los que están bajo su
influencia. Nadie necesita caer en el lazo si tiene percepción espiritual y ama
la verdad.
16. Ata el testimonio.
Esta era la tarea de Isaías. Estas palabras se refieren a la antigua
costumbre de atar un documento y sellarlo. Algunos de los papiros arameos del
siglo V a.C., provenientes de la colonia judía de Elefantina en Egipto, fueron
hallados aún atados con hilo, y el nudo estaba sellado con arcilla, marcada con
la impresión de un sello tallado (t. III, frente a la p. 96). Esta era la forma
de probar la autenticidad del contenido de un documento y de mantenerlo intacto.
Así había de ocurrir con las palabras y la ley de Dios. Isaías había presentado
un mensaje de vital importancia para el pueblo: el mensaje divino de vida para
la nación. Ese mensaje debía ser cuidadosamente conservado. Dios había dado su
santa ley a Israel, y la obediencia a esa ley significaba vida para toda la
humanidad. Era de vital importancia que la ley fuera guardada intacta a través
de las edades, que ni una jota ni una tilde fuera alterada o invalidada por
motivo alguno. Ver com. Mat. 5: 17-18.
17. Esperaré.
Isaías habla otra vez. Esta es su respuesta
personal al mensaje divino de los vers. 12-16. No importa lo que otros puedan
hacer, el profeta afirma su propósito de obedecer a Dios, confiar en él y hallar
en el Señor su fortaleza.
Escondió su rostro.
Dios nunca oculta
su rostro arbitrariamente de un hombre o de una nación. Cuando los hombres
vuelven la espalda a Dios, él esconde su rostro de ellos (cap. 59: 1-2). Dios no
sigue hablando indefinidamente a los que no quieren escuchar. Dios "escondió su
rostro", por así decirlo, de Israel porque ese pueblo había dejado de escuchar
la Palabra de Jehová y de obedecer su ley. El caso de toda la nación era similar
al de Saúl cuando el Señor no le contestó más (1 Sam. 28: 6).
En él
confiaré.
A despecho de cuál fuera la experiencia de otros, Isaías
siempre confiaría en Dios; tendría en cuenta sus palabras y andaría en sus
caminos (cf. Jos. 24: 15).
18. Yo y los
hijos.
Como puede verse por los nombres de los hijos de Isaías (ver com.
cap. 7: 14), él y ellos habían sido ordenados por Dios para ser señales
vivientes al pueblo de Judá. Por medio de los mismos Dios proclamó un mensaje
vital a su pueblo. El nombre "Isaías" significa "Jehová salvará". En verdad, el
nombre de Isaías es el tema del libro que lleva su nombre (ver p. 126). En
relación con las circunstancias inmediatas, esto significaba salvación del poder
de Israel, Siria y Asiria. El nombre del primer hijo de Isaías, Sear-jasub,
significa "remanente volverá" y ese niño, por su mismo nombre, prometía que un
remanente sería salvado. En esa ocasión 185 Dios no habría de acabar
completamente con Judá como pensaba hacerlo con Israel. El nombre del segundo
hijo de Isaías, Maher-salal-hasbaz, significa "el despojo se apresura, la presa
se precipita". Este hijo era sin recordativo constante de que el castigo se
acercaba a pasos agigantados y que pronto caería sobre los que rechazaran la
gracia de Dios. Para los que fueran fieles y leales a Dios, el niño Emanuel era
la seguridad que Dios daba de su constante presencia entre ellos.
19. Si os dijeren.
En este
versículo Isaías condena las fuentes de consejo y conducción de las cuales
dependían Acaz y muchos de los habitantes de Judá.
Los encantadores.
Ver com. Lev. 19: 31; Deut. 18: 11. Por sus iniquidades los hijos de
Israel se habían separado de Dios, así como lo había hecho Saúl, de modo que el
Señor ya no les contestaba (ver com. 1 Sam. 28: 6). Y como Saúl, el pueblo ahora
se había vuelto a los demonios buscando dirección y ayuda. Como ocurre también
hoy, prevalecía entonces el espiritismo, y la gente buscaba a los espíritus para
hallar orientación.
Susurran.
Heb. tsafaf , "susurrar",
"chirriar" (ver com. Lev. 19: 31). El médium susurraba ceceando. En estas
palabras se nota un tono de desprecio y ridículo. Los emisarios del diablo
muchas veces empleaban los medios más sin sentido y degradantes para establecer
su comunicación con los espíritus. Al consultar a los espíritus de los demonios,
los hombres inevitablemente llegan a parecerse a ellos en carácter y proceder.
Satanás ejerce una influencia prácticamente ilimitada sobre los que abandonan la
"ley" y el "testimonio" (Isa. 8: 20) y prefieren oír los mensajes más agradables
de los espíritus malignos de Satanás.
¿Consultará . . . a su Dios?
Podía hacerlo, en lugar de buscar a los espíritus de los médiums en
procura de consejo. Fue el colmo del desatino que Israel abandonara a Dios, el
autor de la vida, y se entregara al autor de la desgracia y de la muerte.
A los muertos por los vivos.
Puesto que "los muertos nada saben"
(Ecl. 9: 5), es evidente que no se los puede consultar, y quien pretende
hacerlo, se engaña. El hombre no es capaz de una mayor necedad que la de
abandonar al Dios vivo para colocarse bajo la influencia del autor de la muerte.
Los que rechazan la verdad porque no les resulta agradable, quedan indefensos
ante las mentiras del diablo (2 Tes. 2: 10-11).
20. La ley.
Heb. torah , palabra que se emplea para
designar toda la voluntad revelada de Dios. Este es el término que se emplea
comúnmente en la Biblia para referirse a los escritos inspirados de las
Escrituras, sobre todo a los de Moisés (ver com. Núm. 19: 14; Deut. 4: 44; 30:
10; 31: 9; Prov. 3: 1; t. I, pp. 40-43) Isaías aparta la atención de sus oyentes
de las palabras y la sabiduría de los demonios y de los hombres para dirigirla a
la sabiduría revelada de Dios. Los profetas de Dios eran sus testigos o
portavoces, y el "testimonio" que daban era el mensaje divino de sabiduría y
vida. En este pasaje Isaías dirige la mente de los hombres a la Palabra de Dios
como norma de verdad y guía para una vida recta. Dios se ha revelado a sí mismo
en su Palabra. Todo cuanto los hombres digan que no armonice con esa palabra, no
tiene luz en sí mismo, "no les ha amanecido" (ver com. cap. 50: 10-11).
21. Fatigados y hambrientos.
Literalmente, " "abrumados y hambrientos", o "lacerado y hambriento" "
(BJ). Isaías hace referencia aquí a los que han rechazado a Dios y la luz de su
Palabra, especialmente a los que han rechazado el mensaje profético de los cap.
7 y 8. Por así decirlo, todos caminan como en un lugar oscuro, perplejos y
angustiados, anhelando algo, sin saber qué; buscando algo que nunca podrán
encontrar sino en Dios. En tinieblas, e inquietud, sin luz ni esperanza,
irritados por su situación, culpan a sus dirigentes humanos por las dificultades
que les han sobrevenido y maldicen a Dios porque deben cosechar los amargos
resultados de la desobediencia. En este versículo Isaías describe en forma muy
apropiada el caso de los rebeldes de todas las edades. En el cap. 9: 1-8, la
visión inspirada del profeta contempla brevemente hacia el futuro, al tiempo de
la primera venida de Cristo, la luz que disiparía la oscuridad del alma de los
hombres con los brillantes rayos del Sol de justicia (Mal. 4: 2; ver com. Mat.
1: 23).
22. Mirarán.
Esa gente mira
hacia el cielo sin percibir a Dios y sin ver la luz. Después vuelven su mirada
hacia la tierra, y allí sólo encuentran angustia de alma y perplejidad. Sin
Dios, el mundo es un enigmático laberinto de incertidumbre y angustia. El
Mesías, por quien el profeta suspira en el cap. 9: 1-7, es la única luz que el
hombre tiene en las tinieblas 186 de hoy, y su única esperanza para un futuro
más luminoso.
CBA T4
Libro de Isaías capítulo 8
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