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Posibilidades ilimitadas - Libro complementario - 6

POSIBILIDADES ILIMITADAS


Era una de esas llamadas que quedan en la memoria. Mi amigo pastor en el otro extremo de la línea estaba agitado. Durante meses, él había intentado pasar su iglesia al "modo misión" para alcanzar a su comunidad para Cristo. Había predicado sermones sobre la importancia de la testificación y estimulado a sus feligreses a involucrarse activamente en los ministerios para ganar almas en la comunidad. Como remate de su énfasis en la ganancia de almas, culminó su serie de sermones sobre la testificación invitando a un especialista en cuanto a los dones espirituales a dirigir un seminario de fin de semana. La expectativa era grande.

A las reuniones de ese fin de semana asistió mucha gente. Los feligreses respondieron positivamente a las pruebas acerca de los dones espirituales. Cuando me describía sus esfuerzos, me preguntaba por qué estaba tan preocupado. Entonces hizo este comentario: "Hemos descubierto que los feligreses de mi pequeña congregación tienen 26 dones del Espíritu, pero no tengo idea de qué debo hacer ahora. ¿Puedes ayudarme? ¿Qué hago ahora? Estoy bastante frustrado por no saber cómo seguir". Mi pastor amigo no está solo.

Muchos cristianos tienen preguntas prácticas acerca de los dones del Espíritu. ¿Qué son los dones espirituales? ¿Están reservados para unos pocos supercristianos? ¿Son para todos los creyentes? ¿Cómo descubro cuáles son mis dones espirituales? ¿Cuál es el propósito de los dones del Espíritu? Una vez que descubra mis dones, ¿cómo puedo usarlos en el servicio a Cristo? En este capítulo, exploraremos respuestas a estas preguntas y haremos sugerencias prácticas que pueden marcar una diferencia significativa en tu vida.

¿Qué son los dones espirituales?

Los dones espirituales están íntimamente conectados con el ministerio del Espíritu Santo. La razón por la que las Escrituras los llaman dones espirituales es porque son dones, capacidades o talentos impartidos por el Espíritu Santo a cada creyente para la gloria de Dios. No han de ser usados en un exhibicionismo egoísta para mostrar cuán talentosos somos, o para atraer la atención hacia nosotros. Correctamente comprendidos, todos los dones impartidos por el Espíritu Santo se dan con dos propósitos esenciales: nutrir o fortalecer el cuerpo de Cristo, y cumplir la misión de Cristo de alcanzar al mundo con el Evangelio. Los dones espirituales son dones de servicio. Son dones para bendecir la comunidad de creyentes y la más amplia comunidad mundial.

Cada creyente recibe dones espirituales, y estos dones tienen diferentes funciones. En Cristo todos tenemos igual valor, pero no tenemos los mismos roles o dones. Esta diversidad de dones fortalece la iglesia y posibilita su testificación al mundo. Estas diferencias son una fortaleza y no una debilidad. El Espíritu Santo elige qué dones impartirá a cada creyente basado en su trasfondo, su cultura y su personalidad. El Espíritu Santo otorga dones que traerán satisfacción en el servicio de Cristo y mayor bendición a la iglesia y al mundo.

El apóstol Pablo comienza 1 Corintios 12 con estas palabras: "No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales" (vers. 1). La razón por la que el apóstol Pablo ocupa todo el capítulo 12 de 1 Corintios, la mayor parte de Romanos 12, y una gran porción de Efesios 4 al tema de los dones espirituales es porque una comprensión correcta de los dones espirituales es vital tanto para la alimentación como para el crecimiento de la iglesia. Los dones espirituales están en el corazón mismo de una efectiva ganancia de almas. Son el fundamento de una iglesia que testifica.

Respondamos primero algunas preguntas básicas con respecto a los dones espirituales. ¿Qué son los dones espirituales? ¿Cómo se diferencian de los talentos naturales? ¿Quién recibe dones espirituales? ¿Cuál es su propósito y por qué se los da?

Los dones espirituales son cualidades divinamente otorgadas por el Espíritu Santo para edificar el cuerpo de Cristo y capacitar a los creyentes para ser testigos efectivos en el mundo. Los dones espirituales son el canal a través del que fluye nuestro ministerio para Cristo. Los incrédulos pueden tener muchos talentos naturales, pero no se los usa para la edificación del reino de Cristo. A menudo se los usa para beneficiarse a sí mismo.

Por supuesto, todas nuestras habilidades, seamos creyentes o incrédulos, vienen de Dios. Cada talento que poseemos nos fue dado por Dios. Los dones espirituales difieren de los talentos naturales de dos maneras claras: primera, por la forma en que se usan y, segunda, por dónde se los usa. La motivación para usar las habilidades naturales a menudo es el desarrollo personal. La motivación para usar los dones espirituales es siempre la gloria de Dios. Los talentos naturales a menudo se usan para avanzar posiciones en el mundo. Los dones espirituales se usan abnegadamente para bendecir y expandir la iglesia de Dios. La importante diferencia entre los dones espirituales y los talentos naturales es su foco. Los talentos naturales pueden atraer la atención hacia la persona que los posee. Los dones espirituales los da el Espíritu Santo para dar gloria a Dios.

Se prometen dones espirituales a todo el que dedica su vida a Cristo. Al analizar los dones espirituales, el apóstol Pablo declara: "Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere" (1 Cor. 12:11).

Cuando dedicamos nuestra vida a Jesús, el Espíritu Santo imparte dones para testificar y servir. Las personas no convertidas pueden tener talentos naturales en algún área de su vida. Cuando se convierten, el Espíritu Santo a menudo redirige o da un propósito nuevo a esos talentos naturales para la gloria de Dios y el progreso de la causa de Cristo.

También hay ocasiones en que el Espíritu Santo imparte a una persona dones que nunca tuvo o imaginó que podría tener. Ahora, estas personas encuentran satisfacción en usar sus dones recientemente descubiertos para el servicio de Cristo. Como parte del cuerpo de Cristo, encuentran gozo en hacer su contribución en edificar la iglesia de Cristo y participar en su misión.

De acuerdo con nuestro pasaje en 1 Corintios 12:11, el Espíritu Santo distribuye dones espirituales "a cada uno en particular como él quiere". El Espíritu Santo no imparte el mismo don a todos, sino da dones diferentes a cada creyente. No pasa por alto a ninguna persona. Cada creyente comparte los dones del Espíritu. Elena de White subraya esta verdad vital: "A cada persona se entrega algún don o talento peculiar que ha de ser usado para el progreso del reino del Redentor".17

Pienso en mi madre. Mi padre tenía el don de la enseñanza. Era un excelente estudiante de la Biblia, extrovertido, ingenioso, y un maestro natural, pero mamá era una persona que uno difícilmente sabía si estaba presente o no. Mamá se sentía incómoda si alguien le pedía que leyera un texto bíblico en la iglesia y, ciertamente, enseñar en la Escuela Sabática estaba fuera de su pensamiento. Cuando mi madre llegó a ser adventista del séptimo día, Dios le dio el talento del estímulo. Ella buscaba a las personas que se sentaban aisladas y las animaba. Ella escuchaba con sensibilidad las necesidades de las personas y las atendía de acuerdo con sus posibilidades. Ella tenía un agudo sentido para elegir las personas que necesitaban un empujón extra y las animaba de acuerdo con esto. El Espíritu Santo le otorgó el don del estímulo.

Como mi madre, cada feligrés ha recibido dones espirituales singulares por medio del ministerio del Espíritu Santo. Si creemos en la Palabra de Dios, podemos agradecer a Dios por los dones que nos ha dado y orar para que nos los revele, todo para su gloria. El Espíritu Santo no da dones a unos pocos elegidos y descuida o pasa por alto a otros que parecen ser menos talentosos. El Espíritu Santo imparte dones de Dios a cada persona como él quiere.

El Espíritu Santo escoge los dones

Supongamos que es el cumpleaños de un amigo. ¿Quién elige el regalo que le darás? Tú, por supuesto. Recuerdo que, como muchacho, hacía mi lista de cumpleaños, pero mis padres, en última instancia, eran los que elegían mi regalo. La mayor parte del tiempo, la elección de ellos era mucho mejor que la mía. Ellos sabían mejor que yo lo que me haría feliz.

El Espíritu Santo sabe qué dones impartir a cada creyente para glorificar mejor a Jesús en su vida. El Comentario bíblico adventista dice: "El Espíritu Santo distribuye sus dones a los creyentes de acuerdo con el conocimiento que tiene de sus facultades y de la necesidad de cada individuo. No es una distribución arbitraria, sino que está basada en la comprensión y el conocimiento de Dios".2 Esta certeza debiera ser una fuente de mucho ánimo para cada uno de nosotros. Tenemos la seguridad absoluta de que el Espíritu Santo ha impartido los dones exactos que necesitamos para llegar a ser testigos efectivos para Cristo. Los dones que tienes son los que el Espíritu Santo ha considerado necesarios para tu crecimiento espiritual y en la causa de Cristo.

Dones variados para el cuerpo de Cristo

Como la iglesia es un cuerpo, está formado por una variedad de miembros, y todos contribuyen a la meta de revelar a Cristo al mundo. Al escribir a los feligreses de la Iglesia de Roma, el apóstol Pablo declara: "Así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. Tenemos, pues, diferentes dones, según la gracia que nos es dada" (Rom. 12:5, 6, RVR 95). El apóstol amplía este pensamiento en 1 Corintios 12:12: "Así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo".

En los seres humanos, cada parte del cuerpo tiene una función. No hay miembros inactivos del cuerpo. Cada uno ha sido ubicado en el cuerpo para desempeñar un papel

específico. Cada uno tiene una tarea singular. Cada miembro del cuerpo humano contribuye al bienestar general del cuerpo entero. Del mismo modo, la iglesia necesita miembros activos que estén dedicados a contribuir a la salud general de la iglesia, el cuerpo de Cristo.

En 1 Corintios 12, Romanos 12 y Efesios 4, la Biblia nos da ejemplos de algunos de los dones que Dios ha puesto en su iglesia. Algunos de estos dones son dones de liderazgo, como los de apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. El propósito de estos dones de liderazgo es facilitar la unidad, fomentar el crecimiento espiritual y equipar a los miembros de la iglesia para la misión. Estos mismos pasajes también hablan de dones que son para ministrar, dados a cada creyente. Unos pocos ejemplos son el de hospitalidad, el de liberalidad, el de ayuda, el de misericordia y el de sanidad.

Muchos de estos dones son cualidades de un corazón convertido. Cada uno de nosotros debería exhibir hospitalidad hacia otros en nuestro andar diario con Cristo. Cada creyente es llamado a ser liberal en su forma de dar. Cada cristiano debería ser una ayuda y un sostén para otros. Hemos de buscar maneras de bendecir y ministrar la gracia sanadora de Dios a todos los que nos rodean. Si estas cualidades son la respuesta natural del corazón convertido, ¿por qué son considerados dones espirituales escogidos por el Espíritu Santo para algunos y no dados a otros?

La respuesta es sencillamente esta: aunque cada creyente es llamado a revelar un espíritu acogedor lleno de gracia en su vida, no todo creyente es llamado a un ministerio especial de hospitalidad. Aunque todos somos llamados a ser liberales, no todos somos llamados a un ministerio en el que la liberalidad llega a ser nuestra manera de servir a Cristo. La conversión produce cambios en nuestra vida. Anhelamos revelar diariamente las cualidades de una vida semejante a la de Cristo. El Espíritu Santo amplifica y expande esas cualidades, y al hacerlo, algunas de ellas llegan a ser nuestros canales de servicio en la iglesia de Cristo. A veces, él imparte nuevas cualidades como dones espirituales, ayudándonos a descubrir nuestro rol más satisfactorio y productivo en la iglesia. Como lo declara el apóstol Pablo, esto hace que todas las partes "se ayudan mutuamente" y el cuerpo "recibe su crecimiento para ir edificándose en amor" (Efe. 4:16).

Si el Espíritu Santo imparte dones espirituales a todos los creyentes para la edificación de la iglesia de Dios y su testificación en el mundo, ¿cómo podemos descubrir nuestros dones espirituales? Aquí damos algunos pasos sencillos que te ayudarán a descubrir tus dones espirituales.

Primero, pide a Dios que él te revele los dones que él te ha impartido. La Escritura dice: "Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación" (Sant. 1:17). El Dios que imparte sus dones preciosos a cada uno de nosotros también los revelará por medio de su Espíritu Santo (ver Luc. 11:13).

Segundo, busca el consejo de líderes espirituales respetados. Diles cómo Dios te está guiando en tu vida, y pregúntales qué áreas de servicio podrían estar disponibles para ti.

Y finalmente, comienza usando tus dones para ayudar al cuerpo de Cristo. El propósito de los dones de Dios es el servicio. Al comenzar a usar los dones que él te ha dado, ellos se expandirán, y tus capacidades aumentarán. Los dones espirituales no llegan plenamente desarrollados; se vuelven más efectivos al usarlos. Elena de White describe maravillosamente este proceso: "El que se entregue plenamente a Dios será guiado por la mano divina. Puede ser humilde y sin talentos al parecer; sin embargo, si con corazón amante y confiado obedece toda indicación de la voluntad de Dios, sus facultades se purificarán, ennoblecerán y vigorizarán, y sus capacidades aumentarán".18

Al usar los dones que Dios nos ha dado, encontraremos gozo y satisfacción. Otros confirmarán que tenemos esos dones en un área específica, y la iglesia será bendecida. Recuerda, los dones espirituales no llegan completamente desarrollados. El Espíritu Santo imparte dones y los bendice cuando son puestos en uso.

Aquí hay un ejemplo práctico. Yo no tenía idea de que pudiera tener el don de la "predicación" o la "proclamación". Como estudiante universitario de Teología, estaba sumamente nervioso en cualquier ocasión que me tocara hablar en público. A menudo, me perdía y no sabía por dónde iba en mis notas, y después me sentía avergonzado de mi presentación. Pero ocurrió algo notable. A medida que seguía predicando, mi nivel de confianza iba en aumento. El don que Dios me había dado floreció. Yo sé que fue mucho más que pasar horas estudiando la preparación de mis sermones. Fue mucho más que practicar su presentación. Fue mucho más que adquirir más experiencia. Aunque estas cosas fueron necesarias, lo más importante fue darme cuenta de que Dios me había dado ese don, y que él estaba cumpliendo su promesa de equiparme para el ministerio.

Elena de White nos da esta seguridad divina: "Dios llama a su pueblo, muchos de los cuales apenas están medio despiertos, a levantarse, y a ocuparse fervientemente en la tarea, orando por fuerza para servir. Se necesitan obreros. Reciban el Espíritu Santo, y sus esfuerzos tendrán éxito. La presencia de Cristo es lo que da poder".19 A medida que usamos los dones que Dios nos ha dado, ellos crecen. Alguien ha dicho con razón: "Si no lo usas, lo perderás". El corolario es: "Al avanzar, creceremos". Al ponernos a trabajar para Cristo, creceremos en nuestra capacidad para hacer su obra. El cristianismo no es un deporte de espectadores. Somos llamados a servir. El Dios que nos llama a su servicio nos equipa para ese servicio. El Espíritu Santo no llama a los calificados; califica a los que llama.

A lo largo de todo el libro de los Hechos, el Espíritu Santo guía, dirige, enseña y fortalece a los creyentes en su testificación al mundo. Dios no está buscando personas súper inteligentes o súper talentosas; busca personas súper consagradas. Personas que dependan enteramente del Espíritu Santo. Personas que reconozcan que, sin el poder del Espíritu, su testimonio no tiene poder. Dios no busca habilidades. Él busca disponibilidades. Su palabra es clara: "No con ejército, ni con fuerza, sino con mi espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos" (Zac. 4:6). El Espíritu Santo es esencial para la testificación efectiva. Él prepara un pueblo para la proclamación del evangelio, haciendo que corazones y mentes sean receptivos a la influencia de la Palabra de Dios. El Espíritu Santo imparte dones espirituales a cada creyente y capacita a cada uno para desarrollar estos dones a medida que los usa en el servicio. De este modo, se logra un impacto duradero en las vidas de otros.

Más que cualquier otra cosa, Dios está buscando hombres y mujeres, niños y niñas, jóvenes y adultos jóvenes que estén completa y plenamente consagrados a compartir su amor con un mundo perdido. Cuyos corazones estén entretejidos con su corazón, y cuyas mentes estén al unísono con la suya. Su mayor deseo es compartir su amor de modo que la gente pueda recibir el don de la vida eterna. Dios quiere que sus hijos estén comprometidos a usar sus dones para el progreso de su causa.

Sobre tus rodillas, buscando a Dios, ¿le has pedido que te impresione con los dones que él te ha dado? ¿Has abierto tu corazón al Cristo viviente, y le has pedido que te revele tu lugar de servicio? ¿Estás dispuesto a hacer la siguiente oración sencilla?

"Querido Señor, reconozco que, sin tus dones y el poder del Espíritu Santo, mi testificación es ineficaz. Te agradezco porque has prometido dar dones a cada creyente, y me comprometo a usar los dones que me has dado en el servicio a tu iglesia y a la gente que me rodea. Humildemente pido que me reveles el lugar donde quisieras que yo sirva y me des poder para usar mis dones bajo la dirección del Espíritu Santo. Gracias por los dones del Espíritu y tu conducción al usarlos en forma efectiva en tu causa. En el nombre de Jesús. Amén".

1 A menos que se indique lo contrario, las referencias bíblicas corresponden a la versión Reina-Valera 1960.

2 Elena de White, El camino a Cristo (Buenos Aires: ACES, 2014), pp. 67, 68.

3 Ibíd., pp. 70, 71.

4 NIV ArchaeologicalStudy Bible [Biblia de estudio arqueológica, Nueva Versión Internacional] (Grand Rapids, MI: Zondervan, 2005), p. 1.633.

5 Stan Roto Walker, David Prichard-blund, Christ Tomlin y Louie Gi-glio, "Amazing Grace" [Sublime gracia].

6 Elena de White, El Deseado de todas las gentes (Buenos Aires: ACES, 2014), pp.306-308.

7 A. B. Simpson, The Christ of the 40 Days [El Cristo de los 40 días] (New Kensington, PA: Whitaker House, 2014), p. 58.

8 Elena de White, Servicio cristiano (Buenos Aires: ACES, 2014), pp. 59-62.

9 Ibíd, p. 62

10 Francis D. Nichol, ed., Comentario bíblico adventista (Boise, ID: Publicaciones Interamericanas, 1990), t. 7, p. 696.

11 Elena de White, Joyas de los testimonios (Buenos Aires: ACES, 2015), t. 3, p. 90.

12 Elena de White, Manuscript Releases [Manuscritos liberados], t. 9, p. 303.

13 "Paraclete", tomado de: https://www.biblestudytools.com/dictio-nary/paraclete/ [consultado el 13 de diciembre de 2019].

14 Francis D. Nichol, ed., Comentario bíblico adventista (Boise, ID: Publicaciones Interamericanas, 1988), t. 6, p. 174.

15 Elena de White, Los hechos de los apóstoles (Buenos Aires: ACES, 2009), p. 31.

16 Ibíd., p. 41

17 Elena de White, Testimonios para la iglesia (México: APIA, 1996), t. 4, pp. 611, 612.

18 White, Los hechos de los apóstoles, p. 233.

19 Elena de White, "Power for Service" [Poder para el servicio], The

Central Advance, 25 de febrero de 1903.

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