1. Profecía sobre Damasco.
Ver com. cap. 13: 1.
Los vers. 1-11 constituyen un mensaje dirigido contra Damasco e Israel. Se
recordará que en los días de Acaz, Siria estaba unida con Israel en una alianza
contra Judá, y que Isaías había predicho la derrota tanto de Siria como de
Israel (cap. 7: 1-16). Esta profecía presenta castigos más extensos.
Dejará de ser ciudad.
Damasco habría de recibir un fuerte golpe,
y ya no sería más contada entre las grandes ciudades del mundo. Por algún tiempo
la ciudad pareció haber estado en ruinas, pero posteriormente fue reconstruida,
pues un siglo más tarde Jeremías pronunció otros mensajes contra ella (Jer 49:
23 - 27).
2. Las ciudades de Aroer.
En Siria no se conoce ningún distrito con este nombre, aunque en
territorio israelita, al este del Jordán, había una ciudad llamada Aroer (Núm.
32: 34; Deut. 2: 36; 3: 12; Jos. 13: 25; 2 Sam. 24: 5). Quizá para evitar esta
aparente dificultad, o tal vez siguiendo algún otro texto hebreo, la LXX traduce
todo el versículo como si hablara de Damasco: " "Abandonada para siempre, para
guarida de rebaños y descanso y no habrá perseguidor" " . Las ciudades dentro
del territorio designado serían tan completamente destruidas, que de allí en
adelante los rebaños pastarían dentro del recinto que una vez ocupara una
floreciente ciudad.
3. De Efraín.
Efraín (el reino del norte, Israel) está aún ligado a Siria en el
pensamiento del profeta. Así como las dos naciones se habían unido para atacar a
Judá (2 Rey. 16: 5; Isa. 7: 1-2), así también habrían de sufrir un castigo común
decretado por el Señor (ver com. Isa. 7: 4, 7, 16).
La gloria.
La gloria de Israel era efímera y pronto se acabaría. Lo mismo podía
decirse del remanente de Siria.
4. Jacob.
Aquí evidentemente se hace referencia a Efraín, el reino del norte. Las
diez tribus se extinguirían. Por lo tanto, este mensaje debe haber sido
presentado antes del año 723/722 a.C., fecha cuando el reino del norte llegó a
su fin (ver t. II, pp. 87, 163).
5. El
segador.
Ahora se usa otra imagen, la de un segador que recoge el grano
del campo (ver Lev. 2: 14). Del mismo modo, las ciudades de Israel serían
segadas por el cruel invasor asirio.
Valle de Refaim.
Este era
el pedregoso pero fértil "valle de los gigantes", al sur de Jerusalén, camino de
Belén (ver com. Jos. 15: 8).
6. Rebuscos.
Aunque la palabra hebrea empleada aquí 'oleloth, puede significar
también el "rebusco" de las uvas, es obvio que aquí se refiere a la cosecha de
aceitunas. Es 219 clara la idea de un remanente que escapará de la destrucción
general, en este caso de un remanente de Israel. Aunque la nación toda fuera
azotada con un castigo devastador, unos pocos escaparían así como quedan unas
pocas aceitunas en las ramas más altas, aun cuando se sacuda violentamente el
árbol. Este concepto de un remanente aparece vez tras vez en Isaías (cap. 10:
20- 22; 11: 11, 16; 37: 4, 32). El "remanente" es siempre un grupo de personas
que sobrevive al tiempo del castigo divino sobre Judá por sus transgresiones. Es
posible que el remanente ha aprendido a obedecer y se puede confiar que
permanecerá leal a Dios.
7. Mirará . . . a
su Hacedor.
El castigo no sería en vano, porque haría que el ferviente y
sincero levantara sus ojos a Dios. El mensaje importante de Isaías al pueblo
era: "¡Ved aquí al Dios vuestro!" (cap. 40: 9). Quizá fuera necesario que
sufrieran amarga desilusión y desastre para que los hombres apartaran los ojos
de las cosas terrenales; pero los castigos del Señor finalmente los obligarían a
apartar la vista de sus ídolos para mirar al Creador.
8. Lo que hicieron sus dedos.
Es decir, los ídolos (Deut.
4: 28; Isa. 2: 8; 31: 7; 37: 19; Ose. 14: 3; Miq. 5: 13). Los paganos buscaban
ayuda en los dioses que ellos mismos habían hecho. Los hebreos encontraban
socorro en Dios, su Hacedor.
10. La roca.
Dios es la verdadera defensa de su pueblo (Sal. 28: 1; 31: 2; 62: 2; 71:
3; 89: 26; 95: 1). Después de haberse apartado de Dios, el pueblo vanamente
buscaría protección en sus diversos ritos idolátricos.
Plantas hermosas.
Estas eran plantas de trigo, cebada, o diversas clases de verduras o
flores que se plantaban en cestas o en jarros, y que se hacían germinar o crecer
en forma apresurada. Se las consideraba como símbolos del poder sobrenatural de
los dioses de la fertilidad. Por más poder que se les atribuyera a estas
deidades de la naturaleza, en realidad no tenían fuerza alguna, y no podían
hacer nada en favor de sus adoradores.
Sarmiento extraño.
Literalmente, "sarmiento de extraño" . Quizá deba entenderse "sarmiento
de dios extraño" (cf. Sal. 44: 20; 81: 9). Tal vez pueda referirse a algún
ritual del culto pagano, similar a las "plantas hermosas". En nota de pie de
página, la BJ interpreta que se refiere a los jardines de Adonis, dios de la
primavera.
11. La cosecha.
De estas
plantas, cuyo crecimiento era forzado, no podía esperarse ninguna cosecha
abundante. Así como brotaban rápidamente, también fácilmente se marchitarían.
Parece expresarse la idea de que la gente, después de apartarse de Dios, su
verdadera fuerza, buscaría en vano la fuerza en sus dioses de la fertilidad.
Esas deidades no les darían más que una cosecha de tristeza y decepción en el
día del peligro y la derrota.
12. Muchos
pueblos.
No se designa por nombre al pueblo contra quien se pronuncia
este ay. Indudablemente era algún enemigo del pueblo de Dios que lo atacaría
como las aguas de una gran inundación, amenazando anegarlo por completo. Tal
profecía había sido dada con referencia a Asiria (cap. 8: 7-8), y es posible que
en este pasaje también se haga referencia al mismo poder.
13. Dios los reprenderá.
Aunque los
ejércitos asirios en los días de Senaquerib amenazaron con inundar completamente
a Judá, Jehová intervino (cap. 37: 36). En vez de ser derrotado Israel, lo fue
su enemigo.
El tamo de los montes.
Los símbolos aquí empleados
expresan bien la completa insignificancia y debilidad de los ejércitos asirios
frente al poder de Dios. En cierto momento avanzarían como las impetuosas olas
de un poderoso mar que amenazaran anegar el territorio de Judá, pero que de
pronto serían como tamo, o plantas de cardo, arrojados por el viento.
Polvo.
Literalmente, "rueda". Se supone que se trata del cáliz
de un cardo ( Gundelia tournefortii ), que al secarse toma forma de rueda.
14. Antes de la mañana.
La noche
que para Sión había comenzado con tinieblas y angustia, terminaría en victoria y
regocijo (cap. 37: 22-36).
Que nos saquean.
Según lo registran
sus anales, Senaquerib se llevó un gran botín de Judá durante su primera
invasión (ver t. II, p. 65).
CBA T4
Libro de Isaías capítulo 17
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