1. Mi siervo.
Con referencia al contexto del
cap. 42, ver com. cap. 40: 1. Aquí "siervo" designa a Cristo (ver com. cap. 41:
8). En Mat. 12:18 esta profecía se aplica específicamente a Cristo. En verdad,
muchas expresiones de este capítulo no pueden aplicarse a ningún otro. Con
frecuencia Jesús dijo que había sido enviado por su Padre para llevar a cabo una
misión asignada (Juan 4: 34; 6: 38; 14: 31). Con referencia a la naturaleza de
su obra, dijo que no había venido para " "ser servido, sino para servir, y para
dar su vida en rescate por muchos" " (Mat. 20: 28), y que estaba entre su pueblo
"como el que sirve" (Luc. 22: 27). En diferentes pasajes de los capítulos que
siguen, Isaías presenta el cuadro más completo del Mesías y de su obra terrenal
que pueda encontrarse en el AT. En buena medida por causa de estas profecías se
ha llamado a Isaías el "profeta evangélico".
Mi alma tiene
contentamiento.
Ver com. Mat. 3: 17.
Sobre él mi Espíritu.
Isaías se refiere claramente a los tres miembros de la Deidad. " "[Yo,
el Padre] he puesto sobre él [el Siervo o Mesías] mi Espíritu [el Espíritu
Santo]" " (Mat. 12: 18). El Espíritu Santo descendió en forma especial sobre
Cristo en el momento de su bautismo (ver com. Mat. 3: 16; Luc. 4: 18; Juan 1:
32-33; Hech. 10: 38).
Justicia.
Se destaca en esta sección del
libro de Isaías la misión de Cristo a los gentiles (ver cap. 45: 22; 49: 6-7,
12, 22; 54: 3, 5; 56: 3-8; 60: 3-5; 62: 2). La verdad de que el mensaje de la
gracia divina no sería exclusivamente para los Judíos, sino para toda la
humanidad, es una de las verdades sobresalientes que Isaías presenta en forma
singular.
2. Ni la hará oír.
El
Mesías realizaría una gran obra en silencio y modestamente, sin pompa ni ruido.
3. La caña cascada.
Ver com. Mat.
12: 20. El Mesías ministraría tiernamente a los débiles, los lastimados y
oprimidos. Sería amigo del pecador humilde y contrito y de todos los
necesitados. Los que se consideran a sí mismos y también son considerados por
otros, como casos desesperados, podrán hallar en él el consuelo, la fuerza y el
ánimo que tanto necesitan.
Pábilo que humeare.
La " "mecha
mortecina" " (BJ) de lino que está extinguiéndose.
4. Justicia.
A pesar de las dificultades con las cuales
tuviera que enfrentarse el Mesías, perseveraría hasta alcanzar la meta de
restablecer en esta tierra la justa ley del universo.
Las costas.
Esta expresión se emplea comúnmente en el AT para designar a todos los
países situados en la cuenca del Mediterráneo. Aquí equivale a "gentiles".
Esperarán su ley.
El rollo 1QIsª de los Manuscritos del Mar
Muerto dice: "Hará que posean [o, hereden] su ley". La palabra hebrea torah ,
traducida como "ley", incluye toda la voluntad revelada de Dios (ver com. Sal.
19: 7; Prov. 3: 1 ). En este pasaje Isaías se refiere a la conversión de los
gentiles (ver pp. 30-32).
5. Creador de los
cielos.
Ver com. cap. 40: 12, 26, 28.
6. En justicia.
El plan de salvación no es sólo un medio
para rescatar a los hombres del pecado, sino también la manera de vindicar el
carácter justo de Dios ante todo el universo. Ver com. Juan 17: 4, 6.
Te
sostendré por la mano.
Con referencia a la manera en la cual Cristo fue
dirigido día tras día en el cumplimiento del plan divino para su ministerio en
la tierra, ver com. Mar. 3:13; Luc. 2: 49; DTG 178, 386. También nosotros
debemos hacerlo, siguiendo sus pisadas.
Pacto.
Cristo no sería
sólo el mediador del pacto, sino el pacto mismo. Era su centro y sustancia. No
sólo traería paz, sino que sería "nuestra paz", " a fin de que nosotros, que una
vez fuimos " "ajenos a los pactos de la promesa" , pudiéramos acercarnos a Dios
por la preciosa sangre de Cristo (Efe. 2: 12-14; Miq. 5: 5).
Luz.
Ver pp. 30-32. Los hombres sin Cristo andan a tientas, en la oscuridad;
pero en Cristo, aun los más infortunados e ignorantes 295 tendrán el privilegio
de hallar la luz de la vida (Isa. 49: 6; Luc. 2: 32; Juan 1: 4-9; Hech. 13: 47).
7. Para que abras.
Ver com. Luc. 4:
18. Jesús devolvió la vista a los ciegos en varias ocasiones, con lo cual dio
testimonio de que tenía el poder para impartir la vista espiritual (Juan 9: 1-9;
cf. Isa. 61: 1-3).
8. Mi nombre.
Con referencia al nombre "Jehová", ver t. I, pp. 179-181; com. Exo. 3:
14-15.
9. Las cosas primeras.
Las
predicciones hechas por Isaías y por otros profetas anteriores ya se habían
cumplido. El cumplimiento de estas profecías " "primeras" daba peso y valor a
las notables predicciones que en estos pasajes se presentaban al pueblo (cf.
Jer. 28: 9).
Antes que salgan a luz.
Las profecías son como las
semillas. Cuando Isaías habló, no había la más mínima evidencia de que sus
palabras alguna vez se cumplirían, pero siete siglos más tarde lo que dijo en
este pasaje halló un glorioso cumplimiento en Cristo.
10. Cantad a Jehová.
Días oscuros y de desaliento habían
sobrevenido a Judá, y en el futuro habría días peores, pero Isaías proclamó un
mensaje de consuelo y esperanza (cap. 40: 1-2). Siempre que el pueblo
contemplara el futuro glorioso, podría regocijarse anticipadamente, y cantar y
agradecer a Dios por su maravillosa misericordia y su gran amor.
11. Cedar.
Una tribu árabe
descendiente de Ismael (Gén. 25: 13; cf. Isa. 21: 13, 16; Eze. 27: 21). Vivían
en tiendas negras (Cant. 1: 5) y cuidaban rebaños y camellos (Isa. 60: 7; Jer.
49: 28-29). Aquí se los menciona en relación con los "moradores de Sela", o sea
de Petra (ver com. Isa. 16: 1; 2 Rey. 14: 7), como representantes de pueblos
distantes que oirían el mensaje de la gracia divina y se volverían a Dios con
alabanzas y cánticos (ver pp. 30-32).
12. Las costas.
Las costas del mar Mediterráneo(ver com.
vers. 4).
13. Celo.
"Celo",
"pasión", "ardor", "furia". El Señor es celoso del honor y la integridad de su
nombre (ver com. vers. 8).
14. Desde el
siglo.
O sea, desde 'olam . Esta misma palabra se traduce como "eterno"
" (ver com. Exo. 21: 6), pero es evidente que en este contexto se refiere a un
período limitado que llega a su fin.
He callado.
La hora de la
venganza de Dios finalmente ha llegado. Por mucho tiempo el Señor ha permitido a
los impíos que anden en sus malos caminos (Ecl. 8: 11). Ahora se propone
llamarlos a cuentas. Ahora realizará su "extraña obra" " (Isa. 28: 21). Ahora
retribuirá a los impíos de acuerdo con sus obras.
Asolaré y devoraré.
O "resoplo y jadeo entrecortadamente" " (BJ). El profeta emplea un
lenguaje figurado para describir el fin de la tolerancia divina.
15. Convertiré en soledad montañas.
Se describe con lenguaje altamente figurado la venganza divina contra
los que han despreciado la misericordia. Con referencia a los cataclismos
literales que sacudirán la tierra cuando Cristo regrese, ver Apoc. 6: 14-17; 16:
17-21; cf. Isa. 24: 1, 3, 5, 19-21.
16. Los
ciegos.
Es decir, los que han sido ciegos espiritualmente (ver com.
vers. 7). La retribución divina caerá sobre quienes deliberadamente hayan
rechazado la luz (vers. 13-15), mientras que los que son sinceros, aunque sean
ignorantes, vendrán a la luz y recibirán la oportunidad de aceptar la bondadosa
misericordia de Dios.
Lo escabroso en llanura.
Ver com. cap. 40:
4.
17. En extremo confundidos.
Cuando el Señor se manifieste (vers. 14), quienes hayan confiado en
dioses falsos tendrán una evidencia irrefutable de la necedad de su proceder.
Sus dioses no tendrán ningún poder para salvarlos.
18. Sordos, oíd.
Ver com. cap. 6: 9-10; 42: 7, 16. Estas
palabras están dirigidas al profeso pueblo de Dios (vers. 19), muchos de cuyos
miembros sufren de ceguera y sordera espirituales. Isaías exhorta a todos los
que reconocen el nombre del Señor pero cuya percepción espiritual es deficiente
a que abran los oídos y los ojos a fin de que puedan percibir la voluntad
revelada de Dios.
19. ¿Quién es ciego, sino
mi siervo?
No es enteramente claro si el "siervo" " es el Mesías, como
el contexto de todo el capítulo parece insinuarlo (ver vers. 1), o si es Israel,
según lo sugiere el contexto más inmediato de los vers. 16, 18, 20 (ver com.
cap. 41: 8). En el libro de Isaías la ceguera suele representar la ceguedad
espiritual del profeso pueblo de Dios (ver com. cap. 6:9-10). Estos son los
"ciegos" del cap. 42: 16. Algunos han sugerido que el vers. 19 indica que el
Mesías sería ciego a los errores de sus seguidores (cf. 1T 707, donde se emplean
las palabras de este pasaje para expresar otra idea). Sin embargo, 296 los vers.
18 y 20 insinúan que el siervo ciego del vers. 19 hace mal en no ver, y que Dios
lo insta a que modifique su conducta. Por lo tanto, es probable que el "siervo"
"sordo" y "ciego" del vers. 19 sea el pueblo de Dios (cf. Apoc. 3: 17-20).
20. No advierte.
Ver cap. 43: 8,
ver com. cap. 6: 9-10; 42: 7, 16, 18.
21. Magnifícar la ley.
Cristo magnificó la "ley", Heb.
torah (ver com. Sal. 19: 7; Prov. 3: 1), por precepto y ejemplo, demostrando que
es sabia y justa. La obediencia a la voluntad revelada de Dios siempre promueve
la justicia, la felicidad y la paz entre los hombres. En el Sermón del Monte,
Cristo magnificó la ley mediante la aplicación de sus principios a los motivos
del corazón así como a los actos externos (ver com. Mat. 5: 17, 20-21). La vida
de Cristo, de perfecta obediencia a todos los requisitos de la ley, confirmó
todo lo que él había proclamado acerca de ella (Juan 15: 10; 17: 4; Rom. 8:
3-4).
22. Pueblo saqueado y pisoteado.
Dios había advertido a su pueblo que el resultado de la desobediencia
sería desgracia y desastre (Deut. 28: 15-68), y estas advertencias estaban ahora
cumpliéndose. Las diez tribus de Israel ya no existían; Judá estaba desolada y
muchos de sus habitantes habían sido llevados cautivos por los asirios, en tanto
que otros habían tenido que refugiarse en cuevas y cavernas. Una situación peor
se produjo aproximadamente un siglo más tarde cuando Nabucodonosor invadió el
territorio de Judá en varias oportunidades.
23. ¿Quién atenderá?
Dios había permitido que sobreviniera
la tribulación a fin de que el pueblo volviera en sí y estuviera dispuesto a
prestarle atención. ¿Escucharía ahora sus palabras de sabiduría y de vida? ¿O
seguiría sus propios consejos, tal como lo habían hecho sus padres en
generaciones pasadas?
24. ¿Quién dio a
Jacob?
Dios había permitido la invasión asiria (ver com. cap. 8: 7-8;
10: 5-6). El pueblo de Judá se acarreó sufrimientos por causa de su terca
desobediencia. Cuando rehusó servir al Señor, Dios retiró su mano protectora y
permitió que el enemigo entrara en su país y lo devastara.
25. No hizo caso.
Los castigos que
habían sobrevenido a la nación fueron inútiles en buena medida. A pesar de su
sufrimiento, el pueblo no comprendió la terrible naturaleza del pecado y la
razón de la triste situación en la cual se hallaba. Esa situación presagiaba
mayores tribulaciones. Los azotes de Senaquerib serían seguidos por una
calamidad mucho más grave, la cual recayó sobre la nación en los días de
Nabucodonosor.
CBA T4
CBA, Libro de Isaías capítulo 42
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