1. Por amor de Sión.
En este capítulo se sigue
desarrollando sin interrupción el tema del cap. 61, que es el glorioso futuro de
Israel como mensajero escogido de Dios para llevar la verdad al mundo, con la
condición de que le permanezca leal (ver pp. 28-32). Israel no vivió a la altura
de sus excelsos privilegios, por eso las promesas deberán cumplirse en relación
con la iglesia hoy (ver pp. 37-38). Cristo es el que habla aquí, como en el cap.
61:1, y dice lo que hará en favor de Sión (ver com. Sal. 48: 2). Sión era el
nombre poético de Jerusalén.
No descansaré.
Cristo promete que
no dejará de actuar en favor de los suyos hasta que su propósito eterno para
ellos haya sido logrado (ver com. cap. 42: 4).
2. Verán las gentes.
Ver com. cap. 60: 3-5.
Un
nombre nuevo.
En la antigüedad se daba un nombre nuevo -se lo tomaba,
según fuera el caso- para conmemorar algún acontecimiento de gran importancia
(Gén. 17: 5; 32: 28; Rut 1: 20; cf. Ose. 1: 6, 9; 2: 1). En este pasaje, el
pueblo de Dios recibe un nuevo nombre en armonía con su nueva condición, con el
glorioso estado que ha alcanzado como nación. Con referencia a la naturaleza del
nuevo nombre, ver Isa. 62: 4,12. Cf. Apoc. 2:17; 3:12; 19:12.
3. Corona de gloria.
Cuando el
glorioso propósito de Dios para con Israel sea hecho realidad, el nombre divino
será honrado cuando todos los hombres contemplen el éxito y la prosperidad sin
igual con que el Señor ha bendecido a su pueblo (ver pp. 30-32). Dios desea que
la iglesia hoy también llegue a ser un instrumento de alabanza y hermosura en su
mano (ver pp. 37-38).
4. Desamparada.
Ver com. cap. 49:14; 54: 6-7.
Hefzi-bá.
Literalmente,
"mi deleite está en ella" . Este nombre era una promesa de la restauración del
favor divino. Hefzi-bá era el nombre de la esposa de Ezequías (2 Rey. 21:1),
mientras que Azuba, "abandonada" , era el nombre de la madre de Josafat (2 Crón.
20:31).
Beula.
Literalmente, "poseída" o "casada" (Eze. 16: 8).
La que había estado viuda y desolada se convertiría en la honorable esposa del
Mesías Rey. Compárese esto con el nombre del hijo de Oseas, que fue cambiado de
Lo-ammi, "no pueblo mío" , a Ammi, "pueblo mío" (Ose. 1:9-11; 2:1).
5. Como el joven.
Con frecuencia la
Biblia emplea la relación matrimonial para presentar la relación del pacto entre
Dios y su pueblo (Isa. 54: 5; Jer. 3:14; Eze. 16: 8-14; Ose. 2:19; 2 Cor. 11: 2;
Efe. 5: 23, 27; Apoc. 19: 7; 21: 2). Así como la novia alegra a su novio, así
también la iglesia alegra el corazón de Dios. El Señor protegerá a la iglesia
así como el esposo fiel protege a su amada esposa y le da todo lo que necesita.
6. Guardas.
Los guardas que están
sobre los muros de Sión tienen el deber de proteger a sus habitantes de todo
peligro. En el Cercano Oriente había antiguamente constantes peligros, y era
necesario que los guardas estuvieran siempre alerta. Cada dirigente espiritual
es un centinela que tiene el deber de vigilar sobre los muros de Sión. Ver com.
cap. 21: 11.
Todo el día y toda la noche.
La obra del fiel
ministro nunca termina (cf. 2 Tim. 4: 2). Cuando otros duermen, debe permanecer
vigilante. Aunque otros se fatiguen, debe tener ánimo y fuerza. Debe ser
vigilante, laborioso, abnegado y activo, porque de su fidelidad depende la
seguridad de la iglesia. Si duerme o claudica, el enemigo puede ganar una
victoria y pueden perderse almas.
Los que os acordáis de Jehová.
Literalmente, "los que hacéis recordar al Señor". El vigía espiritual no
sólo debe rendir cuentas ante su rebaño, sino también ante Dios. En todo momento
debe mantenerse cerca de Dios, buscar consejo de él y depender de él para
recibir fuerza. Día tras día tiene la tarea de presentar ante el Señor las
necesidades de su pueblo y de asegurarse que esas necesidades 359 serán
cubiertas. Con referencia al ejemplo personal de Cristo, ver com. Isa. 50: 4;
Mar. 3:13; Luc. 2: 49.
7. Ni le deis
tregua.
Los siervos de Dios no han de descansar ni, por así decirlo, han
de dejar descansar a Dios hasta que el propósito divino para ellos sea cumplido.
Deben tener un profundo interés personal en su obra, no como asalariados (ver
com. Juan 10: 12-13), sino como quienes deben dar cuenta (ver com. Heb. 13:17).
Compárese con la lección que Cristo enseñó mediante la parábola de la viuda
importuna (Luc. 18:18).
Hasta que restablezca.
Ver com. vers. 1.
8. Juró Jehová.
Cuando un hombre
prestaba juramento, debía levantar su brazo derecho en solemne afirmación de su
veracidad y sinceridad (Deut. 32: 40; Exo. 20: 5, 15). Debido a que Israel había
pecado, Dios retiró su cuidado protector y permitió que sus enemigos triunfaran
sobre él y saquearan el país (ver com. Isa. 59:1-15). De ahí en adelante, Dios
los defendería contra sus enemigos (ver com. vers. 15-20). Dios supliría sus
necesidades y los bendeciría abundantemente (ver pp. 29-30).
9. Los atrios de mi santuario.
La
ley levítica disponía que las ofrendas de paz y las primicias fueran llevadas al
templo como agradecido reconocimiento por las bendiciones de Dios (Deut. 12:
5-18; 14: 23). Si los israelitas hubieran sido siempre agradecidos y fieles a
Dios, habrían seguido recibiendo las bendiciones divinas, y sus enemigos no los
habrían vencido (ver com. Rom. 1: 21).
10. Pasad por las puertas.
En esta frase Isaías se refiere
proféticamente a la venida del Mesías (ver com. cap. 40: 3-5). Todos los
obstáculos debían ser eliminados; todo lo que pudiera constituir una ofensa
debía ser puesto de lado.
Barred el camino.
O también, "preparad
el camino" " (VM). Ver com. cap. 40: 3; 57:14.
Allanad.
Ver com.
cap. 57:14.
Alzad pendón.
Una "bandera" o "enseña". Un pendón
representa autoridad y exhorta a los hombres a ser leales a esa autoridad. La
ley de Dios es una bandera espiritual. Del mismo modo, todas las Escrituras
llevan el sello del cielo y demandan obediencia leal. Los guardas espirituales
de Dios tienen el solemne deber de levantar en alto la bandera de la verdad que
Dios les ha confiado.
11. Lo último de la
tierra.
El mensaje de salvación debe ir hasta los lugares más distantes
de la tierra. Ver en las pp. 29-32 un comentario en cuanto a la manera como esta
obra debería haberse llevado a cabo en la antigüedad, si el Israel literal
hubiera sido fiel. En nuestros tiempos, la iglesia tiene la gran tarea de
trabajar juntamente con Dios para lograr el cumplimiento de estas gloriosas
promesas (ver pp. 37- 38).
Viene tu Salvador.
Así dice la LXX.
El hebreo dice: "viene tu salvación". " Cuando vino la primera vez, Cristo
ofreció salvación a la hija de Sión (Zac. 9: 9; Mat. 21: 5-9; Juan 12:15), pero
en su segunda venida recompensará a su pueblo, a cada uno según hayan sido sus
obras (Isa. 40:10; Mat. 16: 27; Apoc. 22:12).
12. Pueblo Santo.
Cristo transforma a su pueblo y lo
convierte en "una iglesia gloriosa" , sin "mancha ni arruga ni cosa semejante"
(Efe. 5: 26-27). Cuando acabe el tiempo de gracia, la obra de la santificación
que Cristo lleva a cabo en favor de su pueblo habrá sido completada, y los que
sean santos permanecerán siempre santos (Apoc. 22: 11).
Redimidos de
Jehová.
Es Cristo quien redime o rescata a su pueblo. Isaías recalca con
frecuencia esta idea. En cap. 35:8, 10 habla de un "Camino de Santidad'" en el
cual los "redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sión" . En cap. 43: 1, el
profeta consuela a Israel con el pensamiento de que Aquel que lo creó también lo
redimió, y en el cap. 51: 11, afirma que los redimidos "volverán a Sión
cantando" . Ver también cap. 44: 6, 23; 52: 3.
Ciudad Deseada, no
desamparada.
Ver com. vers. 4. Sión había pecado, y por causa de ese
pecado Jehová había permitido que fuera castigada. Se consideraba abandonada y
olvidada de Dios (cap. 49: 14; 54: 6-7), pero Isaías proclama un mensaje
reconfortante y consolador (ver com. cap. 40: 1).
CBA T4
CBA - Libro de Isaías capítulo 62
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