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CBA LIBRO DE JEREMÍAS CAPÍTULO 7


 CBA LIBRO DE JEREMÍAS CAPÍTULO 7

1. Palabra... que vino. 

Con esta expresión, frecuente en el libro de Jeremías (cap. 11: 1; 18: 1; 21: 1; 25: 1; 30: 1; 32: 1; 34: 1; 35: 1; 40: 1; 44: 1), se da comienzo a uno de los sermones proféticos más notables de este profeta. La esencia de este sermón se encuentra mayormente en los cap. 7-10. Fue pronunciado en la puerta (cap. 7: 2) del templo, y con frecuencia se lo denomina "el discurso del templo". En él se condenan la falsa confianza que los judíos tenían en el templo y en los aspectos externos de la religión. La semejanza que existe entre los cap. 7 y 26 ha inducido a algunos a pensar que este último es un resumen del sermón, diseñado con el propósito de describir lo que le ocurrió a Jeremías por haber presentado este mensaje. Si así fue, este sermón fue pronunciado "en el principio del reinado de Joacim" (cap. 26: l; PR 303-306). Por supuesto, es posible que Jeremías más tarde hubiera repetido la idea básica de este sermón "en las ciudades de Judá" (cap. 11: 6; PR 304). 

2. La puerta. 

Sin duda se refiere a la puerta del "atrio de la casa de Jehová" (cap. 26: 2), pues Jeremías era sacerdote y tenía libre acceso al templo. Es probable que hubiera estado de pie en una de las puertas que llevaba del atrio exterior al atrio interior o superior. Desde ese lugar podía contemplar toda la congregación de adoradores (cf. cap. 36: 10). 

Todo Judá. 

Se ha sugerido la posibilidad de que este sermón pudo ser presentado durante una fiesta nacional, ocasión en la cual el templo estaba atestado de adoradores. 

Para adorar. 

El profeta insinúa que como la gente ha venido a adorar a Dios, debe escuchar la palabra que Dios le dirige. 

3. Jehová de los ejércitos. 

Heb. "Yahweh de los ejércitos". Este es uno de los títulos más majestuosos de Dios (ver t. I, p. 182). Jeremías lo emplea con frecuencia (cap. 2: 19; 5: 14; 7: 21; 8: 3; 10: 16; 11: 17, 20; 15: 16; etc.). Este título destaca el hecho de que Dios tiene a su disposición innumerables fuerzas y poderes. En el AT, el "ejército" con frecuencia se refiere a hombres (2 Crón. 28: 9; Jer. 51: 3), cuyo comandante era designado "general del ejército" (1 Rey. l: 19; etc.); también se habla del "ejército de los cielos" para referirse a los ángeles (1 Rey. 22: 19; Neh. 9: 6; Sal. 103: 21; 148: 2) y a los cuerpos celestes (ver Deut. 4: 19; 17: 3; 2 Rey. 17: 16; 21: 3, 5; Jer. 8: 2; 19: 13; etc.). El Dios de Israel dispone de innumerables "ejércitos" de fuerzas espirituales y materiales. El es el Señor de los ejércitos del cielo; es omnipotente (Apoc. 19: 6). 

Mejorad. 

Literalmente, "haced buenos", "corregid". Es una expresión característica de Jeremías (vers. 5; cap. 18: 1 l; 26: 13). 

Vuestros caminos y vuestras obras. 

Jeremías combina con frecuencia estas dos palabras (vers. 5; cap. 4: 18; 18: 1 l; 26: 13; 35: 15). Se sobreentiende que los "caminos" se refieren a las inclinaciones personales, los hábitos o la tendencia general de la vida, mientras que las "obras" son los frutos visibles o los 422 hechos que se derivan de estos hábitos y costumbres. 

Os haré morar. 

Es decir, "permitiré que sigáis viviendo en este lugar". 

4. No fiéis. 

Evidentemente, los falsos profetas afirmaban que Dios nunca permitiría que su morada, el templo, cayera en manos de impíos, y que la presencia del templo en Jerusalén sería algo así como un talismán para proteger a la ciudad y a sus habitantes (ver com. Miq. 3: 11). Asimismo hay muchos miembros de la iglesia actual que confían que serán salvos porque mantienen una relación formal con la iglesia. Están más dispuestos a participar en las actividades religiosas visibles que en ocuparse en la preparación interior del corazón. 

Templo de Jehová. 

Esta frase, repetida tres veces, expresa el orgullo que el pueblo sentía por la grandeza de la institución religiosa representada por el templo. Sentían un apego supersticioso por ese edificio. 

Este. 

Los edificios del templo se contaban entre los más hermosos que alguna vez se hubieran construido. Podemos imaginarnos al profeta pronunciando estas palabras mientras señala los edificios (cf. Mat. 24: l). Pero las grandes construcciones no son un sustituto de la genuina piedad del corazón. El ritual y las ceremonias en sí no pueden expiar el pecado. El aumento de edificios y el número de adeptos debe ir acompañado de un correspondiente aumento de ferviente piedad. 

5. Cumplidamente. 

Se insiste en lo que se dijo en el vers. 3. No bastaba una reforma parcial, hecha de mala gana. Sólo un cabal arrepentimiento, seguido de una vida de estricta honradez e integridad en las relaciones con el prójimo podría evitar el temido castigo. 

6. No oprimiereis. 

La verdadera religión penetra todas las fases de la vida, incluso las relaciones sociales. El valor esencial de la religión y su prueba convincente se demuestran mediante los efectos que ésta produce en la conducta (Sant. 1: 27). 

Extranjero. 

Las clases de gente que se mencionan, designan en general a todos los pobres y desvalidos (cf. Exo. 22: 21-24; 23: 9; Deut. 10: 18; 14: 29; 24: 17-21; 27: 19). 

Ni... derramaréis. 

Sin duda se incluye tanto los "homicidios judiciales", por una sentencia injusta de los jueces como los asesinatos sin causa alguna. 

7. Os haré morar. 

Ver com. vers. 3. Se presenta ahora la conclusión de la oración condicional comenzada en el vers. 5. Cuando se cumplieran las condiciones enunciadas en los vers. 5-6, la estabilidad y la permanencia estarían aseguradas (ver PP. 29-32). 

Para siempre. 

Ver PP. 30-3 l. 

8. Palabras de mentira. 

Alusión a las palabras vanas y sin provecho de los falsos profetas, que enseñaban a la gente los aspectos externos del servicio religioso y no la experiencia interior genuina (ver com. vers. 4). 

9. Hurtando. 

La construcción hebrea es vívida y enfática. Se expresaría mejor el pensamiento así: "¡Qué! ¿robando, matando, cometiendo adulterio?", etc. La permanencia y continuación de estos hechos pecaminosos se representan en forma concreta. 

Que no conocisteis. 

Israel no había conocido otros dioses; pero Jehová por el contrario se había revelado a ellos mediante el gran acto de redimirlos de la esclavitud, preservándolos milagrosamente en el desierto, mediante la proclamación de su santa ley y los actos providenciales subsiguientes. El pueblo sabía por experiencia que Jehová era Dios (ver Exo. 20: 1-2). 

10. Es invocado mi nombre. 

Cf. Jer. 7: 11, 14, 30; 32: 34; 34: 15; ver com. Deut. 12: 5. 

Para seguir haciendo todas estas abominaciones. 

Difícilmente podría pensarse que estas palabras finales sean parte de lo que respondió el pueblo. Más bien parecen ser palabras del profeta, quien pone de manifiesto las intenciones secretas de estos adoradores rutinarios. Como los temidos castigos no habían caído aún, el pueblo continuaba practicando sus abominaciones. 

11. Cueva de ladrones. 

Los que servían y adoraban en el templo eran unos impíos que cubrían su maldad con un manto de piedad. 

Yo lo veo. 

Los habitantes de Judá no podían ocultar sus malas intenciones de la vista de Dios. No habían cegado al Señor con sus vanos sacrificios. Dios veía todo lo que estaba ocurriendo, y los castigaría conforme a lo que merecían (ver Sal. 10: 11, 13, 14; Isa. 29: 15). 

12. Silo. 

Aldea situada en el territorio de Efraín, cuya ubicación se señala en Juec. 21: 19. Por su situación geográfica central, era un lugar muy conveniente para el santuario (Jos. 18: l). El arca estuvo en Silo durante 300 años; luego cayó en manos de los filisteos (ver com. 1 Sam. 4: 10-11). Por causa de la grave idolatría de Israel, Dios "dejó, por"423 "tanto, el tabernáculo de Silo" (Sal. 78:60). Los filisteos tomaron el arca, y sin duda destruyeron en esa ocasión la ciudad (ver com. 1 Sam. 5: l). 

El lugar de Silo, conocido ahora con el nombre de Seilún, fue excavado de 1926-1932 por un grupo de arqueólogos daneses, bajo la dirección de H. Kjaer; y llegaron a la conclusión de que la ciudad fue ocupada en la edad del Bronce Medio, y de nuevo aproximadamente desde el siglo XIII hasta el siglo XI a. C.; por el año 1100 a. C. fue destruida por el fuego, después de lo cual la aldea aparentemente no fue habitada hasta como el año 300 a. C. Estos descubrimientos arqueológicos armonizan con los datos bíblicos. Aunque en la Biblia no se da ninguna descripción precisa de la destrucción de Silo, sí se registra la derrota de los israelitas frente a los filisteos en Eben-ezer y Afec, y la captura del arca (1 Sam. 4: 1-11). Es probable que la ciudad hubiera sido incendiada en esta ocasión. 

Lo que le hice. 

El arca en Jerusalén ¿podría garantizar mayor seguridad a esta ciudad que la que había proporcionado a la antigua Silo? La destrucción de Silo muestra que no se debe depender sólo de un culto formal para obtener la salvación. Elí no dio importancia a la impiedad de sus hijos (1 Sam. 2: 12-17, 22-25; PP 621-628); y el pueblo dependía del arca y no de la verdadera religión del corazón para asegurar la aprobación de Dios. Estos pecados trajeron sobre Silo el castigo divino (1 Sam. 4: 17; Sal. 78: 55-64). Jeremías advierte al pueblo que el mismo castigo que sufrió Silo y su santuario está a punto de caer sobre Jerusalén y su templo (Jer. 7: 14). 

La maldad. 

Ver 1 Sam. 2: 12. 

13. Os hablé desde temprano y sin cesar. 

Esta frase idiomática implica hablar Ferviente y continuamente. Es una expresión característica de Jeremías; algunas veces le añade ligeras variantes (Jer. 7: 25; 11: 7; 25: 3-4; 26: 5; 29: 19; 32: 33; 35: 14-15; 44: 4; cf. 1 Crón. 36: 15-16). Sin embargo, el pueblo de Judá no quería escuchar, a pesar de que Dios le hablaba con fervor y sin cesar (cf. Prov. 1: 24; Mat. 23: 37). 

14. Es invocado mi nombre. 

Ver com. vers. 10. 

Confiáis. 

Ver com. vers. 4. 

Silo. 

Jeremías se refirió a la destrucción de esta ciudad como una lección objetiva de lo 

que le sucedería a Jerusalén y al templo (Jer. 26: 9; Miq. 3: 12). 

15. Os echaré. 

Dios los enviaría al exilio, a un país extraño. La tierra de Canaán era la tierra del Señor (Lev. 25: 23; Ose. 9: 3), tierra de su especial cuidado, siempre bajo su mirada vigilante (Deut. 11: 12). Judá perdería este vigilante cuidado (Jer. 15: 1; 23: 39; 32: 31; 52: 3), así como el reino del norte, Israel, había sido llevado cautivo por los asirios (2 Rey. 17: 18-23; 23: 27). 

Efraín. 

Término que se emplea con frecuencia para designar a las tribus del norte (Isa. 7: 2; Ose. 4: 17; 5: 9; 12: 1; cf. Sal. 78: 67-68). La tribu de Efraín había sido la más numerosa y la más poderosa del norte. Jeroboam, el primer rey del reino del norte, también había sido de esa tribu. Por lo tanto, "Efraín" representa a todo el reino. 

16. No ores. 

Como los otros profetas de Dios, Jeremías era un hombre de oración, con intensos deseos de interceder en favor de su pueblo (Jer. 11: 14; 18: 20; cf. Gén. 18: 23-32; Exo. 33: 11-14; Núm. 14: 13-20; 1 Sam. 7: 9-10; 12: 17-19, 23; Sal. 106: 23). Puesto que la nación rehusaba reformarse, nada podía evitar la catástrofe que se avecinaba. Debía permitirse que el castigo y la disciplina hicieran su obra. De nada valdría una oración intercesora para evitar el amenazante castigo (Jer. 11: 14; 14: 11-12; 15: 1; cf. Exo. 32: 10; 1 Juan 5: 16). 

17. ¿No ves?. 

Si Jeremías deseaba conocer las razones de la prohibición del vers. 16, no tenía más que considerar los hechos. La desvergonzada apostasía del aparente pueblo de Dios era manifiesta, pública y descarada. 

18. Los hijos. 

Toda la familia, incluso los hijos, se unía en el culto idolátrico; de aquí el carácter arrollador del juicio pronunciado contra todos (ver com. cap. 6: 1 l). 

Tortas. 

Heb. kawwanim , "tortas para el sacrificio". Ofrecer tortas como sacrificio fue algo característico de varios cultos del Cercano Oriente. Esta práctica pagana más tarde penetró en el cristianismo. Epifanio (Contra Herejías lxxviii. 23; lxxix. l) afirmó que algunas mujeres llegaban a "ofrecer tortas en el nombre y en honor de la bienaventurada Virgen... En ciertos días presentan pan y lo ofrecen en el nombre de María. Pero todas participan de esto". Las tortas que ofrendaban en tiempos de Jeremías eran una especie de ofrenda de grano combinadas con una libación (cap. 44: 19, 25) como parte del culto. 424 Se cree que la figura de la diosa estaba impresa o marcada en las tortas. 

Reina del cielo. 

Ver com. cap. 44: 17. 

Dioses ajenos. 

La adoración de la reina de los cielos era sólo una de las formas de la idolatría extranjera que se practicaban en Judá. 

19. ¿Me provocarán ellos a ira? 

La BJ traduce: " "¿A mí me exasperan ésos? -oráculo de Yahweh-, ¿no es a sí mismos, para vergüenza de sus rostros?" " Las consecuencias de la idolatría del pueblo habrían de recaer sobre sus propias cabezas (ver Job 35: 6, 8; Prov. 8: 36). 

Confusión. 

Ver cap. 3: 25. 

20. No se apagarán. 

Ningún poder humano sería capaz de extinguir el fuego del castigo una vez que se hubiera encendido (Jer. 4: 4; 15: 14; 17: 27; 21: 12; Lam. 2: 3; 4: 11; cf. Deut. 32: 22). 

21. Jehová de los ejércitos. 

Ver com. vers. 3. 

Holocaustos. 

Heb. 'olah , literalmente, "lo que sube" (ver com. Gén. 8: 20; Lev. 1: 3). Toda la ofrenda era consumida por el fuego del altar (Lev. 1: 9). 

Sacrificios. 

Heb. zébaj , término genérico que se aplicaba a todas las ofrendas en las cuales se comía la carne de la víctima (ver com. ofrendas de paz, t. I, PP. 712-714). El profeta declara que para el pueblo de Judá sería lo mismo comer la carne de los holocaustos o la de las ofrendas de paz, porque Dios no aceptaría ni unas ni otras (Jer. 6: 20; Ose. 9: 4). La multiplicación de los sacrificios no podría evitar el castigo inminente. 

22. No hablé. 

Este es uno de esos pasajes bíblicos difíciles de interpretar, pues el significado literal y superficial parece contradecir otras claras afirmaciones de la Biblia. Jeremías parece negar que en el Sinaí Dios hubiera dado instrucciones referentes a las ofrendas y los sacrificios. Pero su lenguaje no necesariamente debe entenderse en esta forma. En otras afirmaciones del mismo profeta se ve claramente que no niega la validez del sistema de sacrificios (cap. 17: 16; 31: 14; 33: 11, 17-24). ¿Cómo, pues, ha de entenderse esta declaración? Evidentemente, Jeremías está utilizando una figura de retórica: la paradoja. Compara dos ideas, para destacar una negando la otra. Esta figura de retórica se emplea también en (1) Gén. 45: 8: José dice a sus hermanos que no fueron ellos quienes lo enviaron a Egipto, sino Dios, aunque evidentemente los hermanos habían tenido mucho que ver en lo ocurrido. (2) Exo. 16: 8: Moisés dice a la multitud rebelde que no estaba murmurando contra él, sino contra Dios, aunque evidentemente sus quejas eran dirigidas claramente contra Moisés. Jesús empleó un recurso similar (Luc. 14: 26). Si se tomaran en sentido literal estas palabras, había que entender que Jesús manda a los hombres que odien a sus familiares. Sin embargo, sólo procuraba destacar que el amor a Dios debe sobrepujar el amor a los hombres. En este caso "odiar" significa "amar menos". 

Este pasaje da preeminencia a la obediencia a la ley moral sobre la obediencia al sistema ceremonial (cf. 1 Sam. 15: 22; Sal. 51: 16-17). Los ritos visibles tenían el propósito de ayudar a mantener la obediencia sincera (Deut. 6: 1-3), pero nunca debían sustituir la santidad del corazón. ¡Dios nunca había hablado en el Sinaí del tipo de adoración que le estaban rindiendo los contemporáneos de Jeremías! 

23. Seré a vosotros por Dios. 

Ver Exo. 6: 7; Lev. 26: 12; Deut. 29: 13. Frase que aparece repetidas veces en jeremías (cap. 11: 4, 24: 7; 30: 22; 31: 33; 32: 38). 

Todo camino. 

Pasaje similar al que se encuentra en Deut. 5: 33 (cf. Deut. 9: 12, 16; 11: 28; 31: 29). 

Para que os vaya bien. 

Frase común en Jeremías (cap. 38: 20; 40: 9; 42: 6), y también en el libro de Deuteronomio (Deut. 4: 40; 5: 16, 33; 6: 18). 

24. No oyeron. 

Heb. shama` , "oír"; también significa "prestar atención", "hacer caso", "obedecer". En los vers. 24- 28 se describe la triste realidad de la desobediencia de Israel ante las bondadosas órdenes del Señor (cf. Sal. 81: 11 - 12). 

Ni inclinaron su oído. 

Ver Isa. 55: 3; Jer. 25: 4; 44: 5. 

Fueron hacia atrás. 

Ver vers. 26; Jer. 2: 27; 32: 33; cf. Neh. 9: 29; Ose. 4: 16. Judá era como un buey rebelde que se echa hacia atrás y se niega a que le pongan el yugo. En la experiencia religiosa y moral no puede haber estancamiento: o se avanza o se retrocede (1JT 605). 

25. Los profetas. 

Compárese con 2 Crón. 36: 15-16. 

Mis siervos. 

Compárese con Mat. 21: 33-41,45. 

Desde temprano. 

Ver com. vers. 13. 

26. No me oyeron. 

Ver com. vers. 24. 

Endurecieron su cerviz. 

Figura que expresa 425 obstinación (ver com. 2 Rey. 17: 14). 

Peor que. 

Los contemporáneos de Jeremías pecaron contra una luz abundante. No habían aprovechado las experiencias de sus antepasados. Además, los compatriotas de profeta habían erigido ídolos aún dentro de los mismos recintos del templo (Jer. 7: 30; cf. 2 Rey. 21: 7). 

28. La nación. 

Israel se destacaba como ejemplo de terquedad y rebelión (Isa. 1: 4). Su culpabilidad aumentó en proporción a sus privilegios del pacto. 

Verdad. 

Es decir, la fidelidad, la lealtad (ver com. cap. 5: 3). 

29. Corta tu cabello. 

Tanto el verbo como el adjetivo posesivo "tu" están en hebreo en género femenino, por lo que es evidente que se habla a una mujer; sin duda a Jerusalén. Se compara a la ciudad con una mujer que, por su profundo dolor al perder sus hijos, se corta el cabello y se dirige a los montes para llorar su pena (cf. Juec. 11: 37; Lam. 1: 1-3). Cortarse el cabello era señal de suma tristeza (Job 1: 20; Isa. 15: 2; Jer. 16: 6; 48: 37; Miq. l: 16). Algunos han pensado que ésta puede ser una referencia al cabello largo de los nazareos, que representaba consagración a Dios (Núm. 6: 19). Cuando un nazareo se contaminaba al tocar a un muerto, debía cortarse el cabello (Núm. 6: 6-21). 

Alturas. 

Heb. shefayyim , "montes [elevaciones] desnudos". 

30. Pusieron sus abominaciones. 

Manasés había profanado la casa de Dios colocando en ella una imagen de Asera (2 Rey. 21: 5, 7; ver com. Jer. 7: 18). El pueblo no se conformaba con practicar ritos licenciosos en los antiguos santuarios cananeos ni con quemar incienso a los ejércitos del cielo en los tejados de sus propias casas (Jer. 19: 13), sino que llegó a contaminar la casa de la morada de Dios (cap. 23: 11; 32: 34). 

31. Lugares altos. 

La palabra hebrea bamoth , empleada aquí, es diferente de la que se traduce como "alturas" en el vers. 29; se refiere a lugares establecidos para el culto idólatra (1 Rey. 11: 7; 2 Rey. 17: 9; Eze. 16 :16). 

Tofet. 

Un lugar en el valle de Hinom, donde se sacrificaban niños en los ritos de Moloc (2 Rey. 23: 10) y en los cultos a Baal (Jer. 19: 56). Se desconoce la etimología del término "Tofet". Algunos piensan que deriva del hebreo tuj, "escupir" o "vomitar", y lo consideran como una expresión de abominación o repudio. Tofet fue quizá un nombre satírico para expresar oprobio hacia este centro de idolatría, como lo fue bósheth, "vergüenza", para Baal (ver com. Juec. 6: 32; 2 Sam. 2: 8). Pero otros creen que Tofet deriva de tof, "tamborcito de mano" (ver t. III, p. 32; y afirman que se le dio este nombre por la costumbre de emplear tambores para ahogar los lamentos de los niños que eran sacrificados en los ritos de Moloc. 

Hinom. 

Valle situado al suroeste de Jerusalén. Ahora se lo llama Wadi er-Rababeh. Antiguamente quizá era una hondonada angosta y rocosa por los lados, pero la erosión del tiempo la ha transformado en una depresión menos pronunciada. Durante el período de los reyes de Judá este valle fue asociado con la adoración a Moloc. Salomón fue el que primero introdujo este rito abominable (ver 1 Rey. 11: 7; 2 Rey. 23: 13). Los ritos de Moloc (Lev. 18: 21) tuvieron una importancia capital durante los reinados de Acaz y Manasés (2 Crón. 28: 3; 33: 6). Para acabar con estas abominaciones, Osías "profanó... el valle" (2 Rey. 23: 10, 14), convirtiéndolo, según la tradición, en sin lugar donde echaban cadáveres y basura. En el libro apócrifo de Enoc (27: l) se lo llaman "valle maldito". El nombre griego géenna [latín: "gehenna" en el NT es una transliteración del hebreo "ge Hinnom" , nombre que se le daba a este valle. 

Quemar al fuego a sus hijos. 

El sacrificio de niños era parte del culto idólatra de fenicios, moabitas, amonitas y otros pueblos. Esta horrible costumbre fue adoptada por Acaz (ver com. 2 Rey. 16: 3) y Manasés (ver com. 2 Rey. 21: 6). Diodoro de Sicilia (xx. 14) describe un sacrificio tal ofrecido a "Cronos de 'Tiro" (Baal o Moloc, nota), de acuerdo a la práctica de sus contemporáneos en Cartago, colonia fenicia. La estatua del dios tenía forma humana con los brazos extendidos hacia abajo. Los niños que se sacrificaban eran colocados en los brazos, desde donde rodaban hacia el foso ardiente. Diodoro no explica con claridad si los niños eran quemados vivos o si antes se les daba muerte, práctica común en los holocaustos (ver Jer. 19: 5; Eze. 16: 20-21). Plutarco (De la superstición 13), al describir ritos tales, dice que a los niños se les cercenaba la garganta, y que a las madres, que estaban cerca, se les prohibía que lloraran. Los lamentos se ahogaban con sonidos de flautas y tambores. Es posible que en los días de Jeremías los niños fueran muertos antes del sacrificio. 426 El salmista declaró que dichos sacrificios eran ofrecidos a "los demonios" (Sal. 106: 37-38). 

No les mandé. 

Ver cap. 19: 5; 32: 35. Dios no sólo no había ordenado estos ritos, sino que había prohibido prácticas semejantes bajo amenazas de los más severos castigos (Lev. 18: 21; 20: 1-5; Deut. 12: 3l; 18: 9-10). 

32. Por no haber. 

Ver cap. 19: 6-15. La matanza sería tan grande que, aparentemente, no quedaría lugar donde enterrar los muertos. 

33. Comida de las aves. 

Gran número de cadáveres quedarían insepultos (Deut. 28: 26; Jer. 16: 4; 19: 7; 34: 20) por la enorme cantidad de muertos y los pocos sobrevivientes que quedaran. 

Las espante. 

La ciudad quedaría tan despoblada, que no habría quien espantara a las aves o a los animales para impedir que devoraran los cadáveres (cf. Apoc. 19: 17-18, 21). 

34. La voz de alegría. 

Los ayes y las lamentaciones reemplazarían la alegría y el gozo. Se mencionan específicamente los alegres cantos con los cuales el novio y la novia eran llevados desde la casa de ésta hasta la del novio (Isa. 24: 7-8; Jer. 16: 9; Apoc. 18: 23). 

Desolada. 

Heb. jorbah , término que se emplea para describir lugares que una vez fueron habitados, pero que han quedado en ruinas. El país se transformaría en un verdadero desierto asolado. 


CBA T4

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  Viernes 5 de Julio | Lección 1 PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee el capítulo 10 de El Deseado de todas las gentes, de Elena de White, titulado “La voz en el desierto” (pp. 72-83), y el capítulo 17 de Los hechos de los apóstoles, de la misma autora, titulado “Heraldos del evangelio” (pp. 137-145). ¡Qué fascinante es el hecho de que el mensaje del primer ángel, en Apocalipsis 14:6 y 7, sea paralelo al mensaje evangélico de Jesús en Marcos 1:15! El mensaje del primer ángel trae el evangelio eterno al mundo en los últimos días en preparación para la Segunda Venida. Al igual que el mensaje de Jesús, el evangelio angélico del tiempo del fin contiene los mismos tres elementos, como ilustra la siguiente tabla: El mensaje del primer ángel anuncia el comienzo del juicio previo al regreso de Cristo predicho en la profecía de los 2.300 días de Daniel 8:14; este comenzó en 1844. El Juicio trae el Reino de Dios a su pueblo perseguido (Dan. 7:22). La exhortación del primer ángel a reverenciar, glorifica

Lección 3 | EL SEÑOR REINA | Lunes 15 de enero

Lunes 15 de enero | Lección 3 EL SEÑOR REINA Estrechamente ligado (mejor dicho, inseparablemente ligado) al concepto del Señor como Creador está el concepto del Señor como Soberano, como Gobernante. La declaración “El Señor reina” se proclama solemnemente en Salmos 93:1, 96:10, 97:1 y 99:1, pero sus ecos se escuchan en todo el libro de Salmos. El Señor está revestido de honor, majestad y fuerza (Sal. 93:1; 104:1). Está rodeado de nubes y tinieblas (Sal. 97:2), pero también se cubre “de luz como de un vestido” (Sal. 104:2). Estas metáforas exaltan el poder y el esplendor del Rey, y fueron cuidadosamente escogidas para expresar la grandeza única de Dios, que está más allá de la comprensión humana. Lee Salmo 97. ¿Qué caracteriza el reinado del Señor? (Sal. 97:2, 10). ¿Cuál es el dominio de su reinado? (Sal. 97:1, 5, 9). Sal 97:1   Jehová reina; regocíjese la tierra,   Alégrense las muchas costas.  Sal 97:2  Nubes y oscuridad alrededor de él;   Justicia y juicio son el cimiento de su trono