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CBA LIBRO DE JEREMÍAS CAPÍTULO 32

 


CBA LIBRO DE JEREMÍAS CAPÍTULO 32

1. El año décimo.

O sea 588/87 a. C., en pleno sitio final de Jerusalén (ver com. cap. 52: 4). Este sincronismo entre al año 10.º de Sedequías y el 18.º de Nabucodonosor es uno de los más útiles para los fines de la cronología bíblica del AT (ver t. II, p. 164).

2. Tenía sitiada a Jerusalén.

La política traidora e intrigante de Sedequías obligó a Nabucodonosor a sitiar a Jerusalén. En esta ocasión el rey de Judá, lleno de ira por las persistentes predicciones de derrota hechas por Jeremías (vers. 3-5; cap. 34: 2-3; 38: 20-23), hizo encarcelar al profeta en "el patio de la cárcel" (cf. Neh. 3: 25). Nabucodonosor inició el sitio de Jerusalén en el año 9.º de Sedequías (ver com. Jer. 39: 1); pero se vio obligado a suspender por un tiempo el sitio debido a que se aproximaba un ejército egipcio (cap. 37: 5, 11). Desde que se inició el sitio (cap. 39: 1) hasta que los babilonios lo levantaron transitoriamente, Jeremías había estado en libertad en la ciudad (cap. 37: 4). Después de que el profeta intentó regresar a Anatot y sus enemigos falsearon sus propósitos (cap. 37: 11- 14), Jeremías fue encarcelado en "la casa del escriba Jonatán" (cap. 37: 15). El rey hizo trasladar a Jeremías desde allí, por pedido de éste, al " "patio de la cárcel que estaba en la casa del rey de Judá" " quizá con el propósito de que el profeta estuviera disponible para consultarlo en cuanto a los probables resultados del sitio (cap. 37: 20-21).

3. ¿Por qué profetizas?

Debe notarse que la profecía que se cita en los vers. 3-5 fue pronunciada por Jeremías en una ocasión anterior. Aquí aparece como la razón por la cual Sedequías lo había mandado a encarcelar. En el cap. 34: 2-3 se registra la presentación de este mensaje a Sedequías.

4. Verán sus ojos.

Una declaración muy significativa si se tiene en cuenta la profecía de Ezequiel (ver com. Eze. 12: 13). Nabucodonosor le "sacó los ojos al rey Sedequías" (Jer. 39: 7); por esta razón, una de las últimas cosas que vio el rey de Judá fue el rostro del conquistador babilonio, el cual infundía terror por causa de su ira (Jer. 52: 10-11; cf. 2 Rey. 25: 6-7).

5. Allá estará.

Sedequías, ciego y desdichado, vivió sus últimos años en una cárcel de Babilonia (cap. 52: 11). No se lo menciona junto con Joaquín, cuando éste fue liberado de la cárcel por Evil-merodac, lo cual podría indicar que Sedequías ya había muerto (cap. 52: 31).

Yo le visite.

Ver com. Sal. 8: 4; 59: 5.

7. Hanameel.

La Biblia sólo dice que Hanameel era primo hermano del profeta (vers. 8-9). Las propiedades se podían vender sólo hasta el "año de jubileo", y el pariente más próximo tenía la primera oportunidad de ejercer el "derecho a ella para comprarla" (Jer. 32: 7; ver com. Lev. 25: 13, 23-27; Rut 3: 12; 4: 1-6).

Cómprame mi heredad.

Con esta compra suya de una propiedad en Anatot, el profeta demostró claramente que creía en el mensaje divino que prometía que aunque los israelitas serían llevados cautivos, volverían a su propia tierra y a sus labranzas (vers. 44). Este hecho tuvo su paralelo en la historia de Roma, cuando los patriotas de esa ciudad compraron tierras al precio máximo de venta, en el momento mismo en que Aníbal, el conquistador cartaginés, marchaba hacia la capital, a orillas del Tíber (ver Tito Livio xxvi. 11).

8. Cómprala para ti.

Es probable que la heredad de Hanameel ya estuviera bajo el control de los ejércitos que estaban sitiando a Jerusalén (ver com. vers. 2). Esto bastaba para inducir a Hanameel a que vendiera su campo. Además, es posible que Hanameel creyera que como Jeremías instaba a todos a someterse a Nabucodonosor, había buenas perspectivas de que los caldeos protegieran al profeta y sus intereses.

9. Diecisiete ciclos de plata.

Esta suma, en su equivalente babilónico, habría servido para comprar un buey o unas nueve ovejas o cabras (ver t. 1, p. 178).

10. La carta.

Es decir, la escritura legal. El documento fue sellado para evitar cualquier alteración fraudulenta. Todo se hizo en la forma legal más estricta, para que tuviera más fuerza la parábola presentada en forma objetiva.

Pesé el dinero.

Como en la antigüedad no se empleaban las monedas acuñadas sino metal en barras o pedazos, había que pesarlo (Gén. 23: 16; Zac. 11: 12).

11. Carta. . . sellada y. . . copia abierta.

Parece que "la carta de venta, sellada", era el documento original, prueba de la transferencia, en tanto que la "copia abierta" era el duplicado. También es muy posible que el documento sellado hubiera contenido detalles que no interesaban a los "testigos" (vers. 10-11).

12. Baruc.

Ver en la p. 379 la historia de este importante escriba.

Delante de todos los Judíos.

Esto prueba que Jeremías no había sido encerrado en un calabozo, sino que estaba en el patio de la cárcel (vers. 2). Esta experiencia real fue presentada como una lección objetiva ante muchos testigos, y pronto sería conocida en toda la ciudad. Mediante esta aparente, locura suya el profeta destacó la absoluta certeza de su predicción: que el pueblo, aunque fuera llevado cautivo por los babilonios, volvería a su tierra (vers. 15).

14. Vasija de barro.

Era muy común que los antiguos escondieran sus tesoros más preciados en tales vasijas (cf. 2 Cor. 4: 7), porque esos recipientes, una vez enterrados, protegían mejor contra la humedad y la destrucción que los de madera. Los famosos Manuscritos del Mar Muerto fueron conservados en tales vasijas (ver t. 1, PP. 35-38).

Se conserven muchos días.

Una advertencia para los cautivos: no debían esperar un pronto regreso a su patria.

15. Aún se comprarán.

El profeta mismo no podía esperar que sacaría algún provecho personal de su compra. Ya no era joven, y él mismo había predicho que el cautiverio duraría 70 años. Sin embargo, Jeremías demostró ante el pueblo -mediante la lección objetiva ya expuesta-, la gloriosa esperanza del retorno del destierro.

16. Oré.

Jeremías ahora inicia una de las más fervientes intercesiones en favor del pueblo de Dios que encontramos registrada en la Biblia (cf. Esd. 9: 5-15; Isa. 37: 16-20; Dan. 9: 3-19).

17. Nada que sea difícil para ti.

El profeta basa en la omnipotencia de Dios su petición humilde pero ferviente (cf. Gén. 18: 14; Jer. 32: 27).

18. Misericordia.

Heb. jésed , "amor divino" (ver Nota Adicional de Sal. 36). Este versículo presenta los dos fundamentos del gobierno divino: el amor y la gracia de Dios, y su justicia (Exo. 20: 6; 34: 6-7; Sal. 85: 10; 89: 14).

Jehová de los ejércitos.

Ver com. cap. 7: 3.

19. Grande en consejo.

Tanto en este título como en el anterior, "Dios grande, poderoso", se emplean palabras similares a las que usó Isaías en una de sus grandes profecías mesiánicas (Isa. 9: 6).

Según sus caminos.

Ver Jer. 17: 10; Mat. 16: 27; 2 Cor. 5: 10.

20. Hasta este día.

Puede interpretarse que las "señales" y los "portentos" manifestados por Dios en Egipto cuando liberó a su pueblo, perduraban frescos en el recuerdo de la gente del tiempo de Jeremías, o que las "señales" y los "portentos" que comenzaron a manifestarse en Egipto aún continuaban entonces.

24. Arietes.

El término hebreo se refiere a las torres de asedio y a los terraplenes levantados para asaltar la ciudad (ver com. cap. 6: 6). Tal como Jeremías lo había predicho, los babilonios ya estaban sitiando a Jerusalén. Los habitantes de la ciudad condenada podían divisar las torres de asalto. Era imposible que los israelitas escaparan de los sufrimientos de "la espada, del hambre y de la pestilencia".

25. ¿Tú me has dicho . . . ?

Frente al asalto babilonio contra Judá y Jerusalén, era fácil entender que el profeta no pudiera comprender el mandato divino de comprar "la heredad por dinero" delante de testigos.

27. Algo que sea difícil para mí.

Dios deseaba fortalecer la fe de Jeremías y confirmar su confianza para que obedeciera el mandato de comprar el campo (vers. 17).

29. Sobre cuyas azoteas.

Ver com. cap 19: 13. Los mismos lugares donde los habitantes de Jerusalén " "ofrecieron incienso a Baal y derramaron libaciones a dioses ajenos" " , presenciarían el castigo de Dios y la retribución. En lugar de ascender el humo del "incienso" de su culto idólatra, subiría el humo de las ruinas que arderían como testigos de la iniquidad del pueblo.

31. La edificaron.

Jerusalén había sido una ciudad jebusea antes de que David la conquistara (2 Sam. 5: 6-10). Posteriormente fue reconstruida y agrandada. Sin embargo, la idolatría de los reyes de Judá hizo de ella un motivo de provocación continua.

32. Sus sacerdotes y sus profetas.

De nuevo se acusa a todos los dirigentes espirituales (ver com. cap. 2: 8), juntamente con los dirigentes civiles y el pueblo.

33. Me volvieron la cerviz.

Un ademán de desprecio y aversión (cap. 2: 27; 7: 24; 18: 17).

Desde temprano.

Ver com. cap. 7: 13.

34. Abominaciones.

Las abominaciones de la adoración de ídolos mencionadas en este versículo y el siguiente, habían sido cometidas por Acaz (2 Crón. 28: 1-4) y repetidas por Manasés (2 Rey. 21: 1-9; 2 Crón. 33: 1-9), después de que Ezequías limpió el templo de esas prácticas inicuas (2 Crón. 29). Más tarde, Josías procuró eliminar la idolatría (2 Rey. 22; 23; 2 Crón. 34: 25), pero es evidente que la idolatría continuaba aun después de su muerte.

En la cual es invocado mi nombre.

Cf. Jer. 7: 10-11, 14, 30; ver com. Deut. 28: 10.

35. Lugares altos.

Los montes o elevaciones donde se practicaba la idolatría (2 Rey. 17: 9-11; 2 Crón. 31: 1).

Hinom.

Ver com. cap. 7: 29, 31; 19: 2.

37. Yo los reuniré.

Ver com. cap. 29: 10-11. Respecto a la naturaleza condicional de estas promesas ver p. 34.

38. Me serán por pueblo.

En los vers. 38-40 Dios repite su promesa de un nuevo "pacto" (cap. 31: 31-34).

41. Los plantaré.

Imagen que sugiere seguridad y permanencia.

42. Este gran mal.

Ver com. cap. 11: 11.

43. Poseerán heredad.

A los desesperados israelitas que temían que los babilonios los privaran de sus tierras para siempre, les fue dada la seguridad de que sus descendientes poseerían o adquirirían de nuevo los campos de Judá. La transacción que hizo Jeremías de comprar el campo en Anatot, fue una confirmación profética de esa seguridad (ver com. vers. 15).

Sin hombres y sin animales.

Mientras los sitiados habitantes de Jerusalén veían la desolación causada por los caldeos contra su amada tierra de Judá, daban rienda suelta a sus sentimientos con estas patéticas palabras. Ya se había cumplido delante de sus ojos la predicción de Jeremías referente a la desolación de la tierra (cap. 4: 25; ver com. cap. 4: 20, 23).

44. Neguev.

Los distritos geográficos aquí mencionados componían el territorio de Judá (cf. Jos. 15). En este pasaje no parece hacerse referencia al territorio que anteriormente perteneció al reino del norte, Israel.

Sus cautivos.

Para que nadie dejara de comprender esa lección objetiva, el Señor proclama con seguridad que regresarán del cautiverio. La promesa del retorno quedaba confirmada por el mismo hecho de que el Señor había predicho el cautiverio, el cual había llegado ya.


COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE T4

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