1. El año décimo.
O sea 588/87 a. C., en pleno
sitio final de Jerusalén (ver com. cap. 52: 4). Este sincronismo entre al año
10.º de Sedequías y el 18.º de Nabucodonosor es uno de los más útiles para los
fines de la cronología bíblica del AT (ver t. II, p. 164).
2. Tenía sitiada a Jerusalén.
La
política traidora e intrigante de Sedequías obligó a Nabucodonosor a sitiar a
Jerusalén. En esta ocasión el rey de Judá, lleno de ira por las persistentes
predicciones de derrota hechas por Jeremías (vers. 3-5; cap. 34: 2-3; 38:
20-23), hizo encarcelar al profeta en "el patio de la cárcel" (cf. Neh. 3: 25).
Nabucodonosor inició el sitio de Jerusalén en el año 9.º de Sedequías (ver com.
Jer. 39: 1); pero se vio obligado a suspender por un tiempo el sitio debido a
que se aproximaba un ejército egipcio (cap. 37: 5, 11). Desde que se inició el
sitio (cap. 39: 1) hasta que los babilonios lo levantaron transitoriamente,
Jeremías había estado en libertad en la ciudad (cap. 37: 4). Después de que el
profeta intentó regresar a Anatot y sus enemigos falsearon sus propósitos (cap.
37: 11- 14), Jeremías fue encarcelado en "la casa del escriba Jonatán" (cap. 37:
15). El rey hizo trasladar a Jeremías desde allí, por pedido de éste, al "
"patio de la cárcel que estaba en la casa del rey de Judá" " quizá con el
propósito de que el profeta estuviera disponible para consultarlo en cuanto a
los probables resultados del sitio (cap. 37: 20-21).
3. ¿Por qué profetizas?
Debe notarse que la profecía que
se cita en los vers. 3-5 fue pronunciada por Jeremías en una ocasión anterior.
Aquí aparece como la razón por la cual Sedequías lo había mandado a encarcelar.
En el cap. 34: 2-3 se registra la presentación de este mensaje a Sedequías.
4. Verán sus ojos.
Una declaración
muy significativa si se tiene en cuenta la profecía de Ezequiel (ver com. Eze.
12: 13). Nabucodonosor le "sacó los ojos al rey Sedequías" (Jer. 39: 7); por
esta razón, una de las últimas cosas que vio el rey de Judá fue el rostro del
conquistador babilonio, el cual infundía terror por causa de su ira (Jer. 52:
10-11; cf. 2 Rey. 25: 6-7).
5. Allá estará.
Sedequías, ciego y desdichado, vivió sus últimos años en una cárcel de
Babilonia (cap. 52: 11). No se lo menciona junto con Joaquín, cuando éste fue
liberado de la cárcel por Evil-merodac, lo cual podría indicar que Sedequías ya
había muerto (cap. 52: 31).
Yo le visite.
Ver com. Sal. 8: 4;
59: 5.
7. Hanameel.
La Biblia sólo
dice que Hanameel era primo hermano del profeta (vers. 8-9). Las propiedades se
podían vender sólo hasta el "año de jubileo", y el pariente más próximo tenía la
primera oportunidad de ejercer el "derecho a ella para comprarla" (Jer. 32: 7;
ver com. Lev. 25: 13, 23-27; Rut 3: 12; 4: 1-6).
Cómprame mi heredad.
Con esta compra suya de una propiedad en Anatot, el profeta demostró
claramente que creía en el mensaje divino que prometía que aunque los israelitas
serían llevados cautivos, volverían a su propia tierra y a sus labranzas (vers.
44). Este hecho tuvo su paralelo en la historia de Roma, cuando los patriotas de
esa ciudad compraron tierras al precio máximo de venta, en el momento mismo en
que Aníbal, el conquistador cartaginés, marchaba hacia la capital, a orillas del
Tíber (ver Tito Livio xxvi. 11).
8. Cómprala para ti.
Es probable que la heredad de
Hanameel ya estuviera bajo el control de los ejércitos que estaban sitiando a
Jerusalén (ver com. vers. 2). Esto bastaba para inducir a Hanameel a que
vendiera su campo. Además, es posible que Hanameel creyera que como Jeremías
instaba a todos a someterse a Nabucodonosor, había buenas perspectivas de que
los caldeos protegieran al profeta y sus intereses.
9. Diecisiete ciclos de plata.
Esta suma, en su
equivalente babilónico, habría servido para comprar un buey o unas nueve ovejas
o cabras (ver t. 1, p. 178).
10. La carta.
Es decir, la escritura legal. El documento fue sellado para evitar
cualquier alteración fraudulenta. Todo se hizo en la forma legal más estricta,
para que tuviera más fuerza la parábola presentada en forma objetiva.
Pesé el dinero.
Como en la antigüedad no se empleaban las
monedas acuñadas sino metal en barras o pedazos, había que pesarlo (Gén. 23: 16;
Zac. 11: 12).
11. Carta. . . sellada y. . .
copia abierta.
Parece que "la carta de venta, sellada", era el documento
original, prueba de la transferencia, en tanto que la "copia abierta" era el
duplicado. También es muy posible que el documento sellado hubiera contenido
detalles que no interesaban a los "testigos" (vers. 10-11).
12. Baruc.
Ver en la p. 379 la
historia de este importante escriba.
Delante de todos los Judíos.
Esto prueba que Jeremías no había sido encerrado en un calabozo, sino
que estaba en el patio de la cárcel (vers. 2). Esta experiencia real fue
presentada como una lección objetiva ante muchos testigos, y pronto sería
conocida en toda la ciudad. Mediante esta aparente, locura suya el profeta
destacó la absoluta certeza de su predicción: que el pueblo, aunque fuera
llevado cautivo por los babilonios, volvería a su tierra (vers. 15).
14. Vasija de barro.
Era muy común
que los antiguos escondieran sus tesoros más preciados en tales vasijas (cf. 2
Cor. 4: 7), porque esos recipientes, una vez enterrados, protegían mejor contra
la humedad y la destrucción que los de madera. Los famosos Manuscritos del Mar
Muerto fueron conservados en tales vasijas (ver t. 1, PP. 35-38).
Se
conserven muchos días.
Una advertencia para los cautivos: no debían
esperar un pronto regreso a su patria.
15. Aún se comprarán.
El profeta mismo no podía esperar que
sacaría algún provecho personal de su compra. Ya no era joven, y él mismo había
predicho que el cautiverio duraría 70 años. Sin embargo, Jeremías demostró ante
el pueblo -mediante la lección objetiva ya expuesta-, la gloriosa esperanza del
retorno del destierro.
16. Oré.
Jeremías ahora inicia una de las más fervientes intercesiones en favor
del pueblo de Dios que encontramos registrada en la Biblia (cf. Esd. 9: 5-15;
Isa. 37: 16-20; Dan. 9: 3-19).
17. Nada que
sea difícil para ti.
El profeta basa en la omnipotencia de Dios su
petición humilde pero ferviente (cf. Gén. 18: 14; Jer. 32: 27).
18. Misericordia.
Heb. jésed ,
"amor divino" (ver Nota Adicional de Sal. 36). Este versículo presenta los dos
fundamentos del gobierno divino: el amor y la gracia de Dios, y su justicia
(Exo. 20: 6; 34: 6-7; Sal. 85: 10; 89: 14).
Jehová de los ejércitos.
Ver com. cap. 7: 3.
19. Grande en
consejo.
Tanto en este título como en el anterior, "Dios grande,
poderoso", se emplean palabras similares a las que usó Isaías en una de sus
grandes profecías mesiánicas (Isa. 9: 6).
Según sus caminos.
Ver
Jer. 17: 10; Mat. 16: 27; 2 Cor. 5: 10.
20. Hasta este día.
Puede interpretarse que las "señales" y
los "portentos" manifestados por Dios en Egipto cuando liberó a su pueblo,
perduraban frescos en el recuerdo de la gente del tiempo de Jeremías, o que las
"señales" y los "portentos" que comenzaron a manifestarse en Egipto aún
continuaban entonces.
24. Arietes.
El término hebreo se refiere a las torres de asedio y a los terraplenes
levantados para asaltar la ciudad (ver com. cap. 6: 6). Tal como Jeremías lo
había predicho, los babilonios ya estaban sitiando a Jerusalén. Los habitantes
de la ciudad condenada podían divisar las torres de asalto. Era imposible que
los israelitas escaparan de los sufrimientos de "la espada, del hambre y de la
pestilencia".
25. ¿Tú me has dicho . . . ?
Frente al asalto babilonio contra Judá y Jerusalén, era fácil entender
que el profeta no pudiera comprender el mandato divino de comprar "la heredad
por dinero" delante de testigos.
27. Algo
que sea difícil para mí.
Dios deseaba fortalecer la fe de Jeremías y
confirmar su confianza para que obedeciera el mandato de comprar el campo (vers.
17).
29. Sobre cuyas azoteas.
Ver
com. cap 19: 13. Los mismos lugares donde los habitantes de Jerusalén "
"ofrecieron incienso a Baal y derramaron libaciones a dioses ajenos" " ,
presenciarían el castigo de Dios y la retribución. En lugar de ascender el humo
del "incienso" de su culto idólatra, subiría el humo de las ruinas que arderían
como testigos de la iniquidad del pueblo.
31. La edificaron.
Jerusalén había sido una ciudad jebusea
antes de que David la conquistara (2 Sam. 5: 6-10). Posteriormente fue
reconstruida y agrandada. Sin embargo, la idolatría de los reyes de Judá hizo de
ella un motivo de provocación continua.
32. Sus sacerdotes y sus profetas.
De nuevo se acusa a
todos los dirigentes espirituales (ver com. cap. 2: 8), juntamente con los
dirigentes civiles y el pueblo.
33. Me
volvieron la cerviz.
Un ademán de desprecio y aversión (cap. 2: 27; 7:
24; 18: 17).
Desde temprano.
Ver com. cap. 7: 13.
34. Abominaciones.
Las
abominaciones de la adoración de ídolos mencionadas en este versículo y el
siguiente, habían sido cometidas por Acaz (2 Crón. 28: 1-4) y repetidas por
Manasés (2 Rey. 21: 1-9; 2 Crón. 33: 1-9), después de que Ezequías limpió el
templo de esas prácticas inicuas (2 Crón. 29). Más tarde, Josías procuró
eliminar la idolatría (2 Rey. 22; 23; 2 Crón. 34: 25), pero es evidente que la
idolatría continuaba aun después de su muerte.
En la cual es invocado mi
nombre.
Cf. Jer. 7: 10-11, 14, 30; ver com. Deut. 28: 10.
35. Lugares altos.
Los montes o
elevaciones donde se practicaba la idolatría (2 Rey. 17: 9-11; 2 Crón. 31: 1).
Hinom.
Ver com. cap. 7: 29, 31; 19: 2.
37. Yo los reuniré.
Ver com. cap. 29: 10-11. Respecto a la
naturaleza condicional de estas promesas ver p. 34.
38. Me serán por pueblo.
En los vers. 38-40 Dios repite su
promesa de un nuevo "pacto" (cap. 31: 31-34).
41. Los plantaré.
Imagen que sugiere seguridad y
permanencia.
42. Este gran mal.
Ver
com. cap. 11: 11.
43. Poseerán heredad.
A los desesperados israelitas que temían que los babilonios los privaran
de sus tierras para siempre, les fue dada la seguridad de que sus descendientes
poseerían o adquirirían de nuevo los campos de Judá. La transacción que hizo
Jeremías de comprar el campo en Anatot, fue una confirmación profética de esa
seguridad (ver com. vers. 15).
Sin hombres y sin animales.
Mientras los sitiados habitantes de Jerusalén veían la desolación
causada por los caldeos contra su amada tierra de Judá, daban rienda suelta a
sus sentimientos con estas patéticas palabras. Ya se había cumplido delante de
sus ojos la predicción de Jeremías referente a la desolación de la tierra (cap.
4: 25; ver com. cap. 4: 20, 23).
44. Neguev.
Los distritos geográficos aquí mencionados
componían el territorio de Judá (cf. Jos. 15). En este pasaje no parece hacerse
referencia al territorio que anteriormente perteneció al reino del norte,
Israel.
Sus cautivos.
Para que nadie dejara de comprender esa
lección objetiva, el Señor proclama con seguridad que regresarán del cautiverio.
La promesa del retorno quedaba confirmada por el mismo hecho de que el Señor
había predicho el cautiverio, el cual había llegado ya.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE T4
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