1. El Espíritu me elevó.
Los acontecimientos
del cap. 11 no siguen en orden cronológico a los que se registran en los cap. 9
y 10. Es evidente que la visión presenta mayores detalles en relación con la
condición moral de los dirigentes de Jerusalén.
La puerta oriental.
El lugar hacia el cual Ezequiel había visto que se dirigían los
querubines (cap. 10: 19).
Veinticinco hombres.
El mismo número
de personas que Ezequiel había visto adorando el sol en el atrio interior (cap.
8: 16), aunque es probable que no fuera el mismo grupo. Es posible que aquéllos
fueran sacerdotes (ver com. cap. 8: 16), mientras que éstos parecen haber sido
los dirigentes seculares. Sin embargo, no hay una evidencia clara de una
distinción nítida.
Jaazanías.
El nombre significa "Yahweh oye".
Algunos sugieren que el significado de los nombres que se dan aquí tenía el
propósito de señalar la falsa esperanza con la cual el pueblo se engañaba. Es
posible que Azur signifique "uno ayudó". Pelatías significa "Yahweh libera" y
Benaía, "Yahweh edifica". Si el significado de estos nombres es el punto clave,
la muerte repentina de Pelatías (vers. 13), habría sido muy impresionante. Por
otra parte, se puede haber destacado a Jaazanías y a Pelatías tan sólo porque
eran bien conocidos como dirigentes de la apostasía.
3. No será tan pronto.
No es claro el hebreo de esta
frase, que parece ser un dicho o un proverbio. Literalmente se lee: "no cerca
para edificar casas, ésta [la ciudad] la olla, nosotros la carne". Es posible
que haya aquí una referencia burlona al mensaje que Jeremías había enviado a los
cautivos en Babilonia, en el sentido de que debían construir casas y
establecerse cómodamente, pues el cautiverio sería largo. Este mensaje airó a
muchos de los cautivos, los cuales enviaron cartas a Jerusalén para exigir que
Jeremías fuera castigado (Jer. 29: 24-28). Es posible que los príncipes
contradijeran el mensaje de Jeremías con las palabras: "No está cerca el tiempo
de construir casas para un largo cautiverio".
Algunos piensan que se
hace referencia aquí a los dirigentes rebeldes de Jerusalén, los cuales,
ignorando las advertencias de Jeremías en cuanto a la inminente destrucción de
la ciudad, seguían haciendo planes para construir en la ciudad condenada.
La metáfora de la olla parecería haber sido tomada de Jeremías Jer. 1:
13). Es posible que signifique que así como la olla protege del fuego a la carne
que está en ella, así también los muros de la ciudad protegerían a sus
habitantes del ejército de los caldeos. En la LXX esta frase tiene forma de una
pregunta a la cual se debe dar una respuesta positiva: "¿No se van a construir
casas pronto?" (BJ). La actitud que aquí se expresa, refleja claramente la
confianza jactancioso de los habitantes de Jerusalén (Jer. 28: 3). Jeremías
había aconsejado a los judíos que estaban en la ciudad que salieran y se
rindieran a los caldeos (Jer. 21: 9). Pero rechazaron en forma insolente este
consejo y prefirieron permanecer en "la olla". Esta idea condice bien con el
contexto del capítulo, puesto que la narración continúa mostrando que este
"privilegio" les sería negado. También es posible que la metáfora signifique que
así como la "olla" es el lugar donde debe, estar la "carne", así también es en
Jerusalén donde deben estar sus habitantes, indicando así que ellos
permanecerían allí. Compárese con Jer. 13: 12.
5. Yo las he entendido.
Por su omnisciencia, Dios entiende
los verdaderos designios, deseos y motivos que mueven las acciones externas (1
Crón. 28: 9; Prov. 15: 11; Jer. 17: 10).
6. Vuestros muertos.
Es probable que se los denomine así
porque las ejecuciones habían sido hechas sin un mandato de Dios. Es posible que
también se haga referencia a los que habían sido muertos como resultado de las
atrocidades de los babilonios. Por su apostasía moral y religiosa, los
dirigentes de Jerusalén eran culpables de esa matanza.
7. Ellos son la carne.
El pueblo se jactaba de la
protección que le brindaba su ciudad y no tenía intención alguna de hacer caso a
las instrucciones de Jeremías de que debían abandonar la ciudad y entregarse a
los caldeos (Jer. 21: 9). Pero la solemne advertencia de Ezequiel era que sólo
los muertos podrían permanecer dentro de la ciudad. Los vivos sufrirían su
castigo fuera de los muros.
10. A espada
caeréis.
Esta profecía se cumplió históricamente cuando el general de
Nabucodonosor, después de tomar la ciudad de Jerusalén, llevó a los moradores de
la región ante el rey que se encontraba en Ribla, aldea situada a unos 16 km. al
sur de Cades. Allí Nabucodonosor pronunció sentencia contra los cautivos, mató a
los hijos de Sedequías ante la presencia del rey, y ejecutó a otros. Después que
le sacaron los ojos, Sedequías, en compañía del remanente, fue transportado a
Babilonia (2 Rey. 25: 6-7).
13. Murió.
Ezequiel vio la muerte de Pelatías tan sólo en visión, pero sin duda era
un hecho profético. Compárese con la muerte de Hananías (Jer. 28: 17).
14. Vino a mí palabra.
Esta sección
parecería ser una continuación de la profecía anterior, una respuesta a la
intercesión del profeta. La descripción de la partida de los querubines (vers.
22-23), claramente relaciona este mensaje con el anterior (cf. cap. 10: 18-19).
15. Tus hermanos.
Es decir, los que
estaban con Ezequiel en el exilio.
Parentesco.
Heb. ge'ullah ,
el "derecho de ser go'el", es decir el derecho de ser el pariente cercano que
defendía o redimía a su pariente (Lev. 25: 25, 48; ver com. Rut 2: 20).
Alejaos.
Expresión de arrogante confianza, desprovista de
simpatía por los exiliados. Los habitantes de Jerusalén se consideraban
superiores a los que habían sido llevados al exilio en Babilonia.
16. Un pequeño santuario.
También
podría traducirse como lo hace la BJ: "santuario para ellos, por poco tiempo".
Es probable que este sentido sea el que aquí se deseaba dar a la frase. Dios
todavía tenía consideración por su remanente. Mediante él deseaba cumplir sus
propósitos. Tenía el plan de que el cautiverio fuera una disciplina saludable
que indujera a su pueblo para que sirviera de nuevo a Dios y para que fuera tan
movimiento preparatorio que abriera el camino para que se cumplieran los
propósitos divinos, tan largamente demorados.
17. Os daré.
Los jactanciosos y arrogantes serían
expulsados, y los cautivos a quienes habían despreciado serían reunidos de nuevo
y poseerían la tierra (ver Núm. 14: 3, 31-32).
18. Quitarán.
Históricamente esta profecía se cumplió en
parte con la aversión que manifestaron los judíos para con la idolatría después
que volvieron del cautiverio. Pero los propósitos de Dios iban mucho más lejos.
En los vers. 18-21 Dios bosqueja sus planes para el futuro Estado de Judá. Este
pasaje predice las condiciones tales como habrían sido si el pueblo de Israel
hubiera aceptado plenamente y hubiera seguido el programa divino.
19. Un corazón.
El nuevo Israel de
Dios se caracterizaría por su unidad de propósito y de acción. Desgraciadamente,
el fracaso de Israel impidió que esta promesa se cumpliera. Jesús oró para que
esta bendición pudiera realizarse en la iglesia cristiana. Su oración fue
contestada por un breve tiempo en el fervor de la iglesia primitiva, cuya
multitud "era de un corazón y un alma" (Hech. 4: 32). Lamentablemente, la unidad
no perduró. Lobos rapaces, que no perdonaron al rebaño, entraron y desmembraron
la comunidad de los creyentes (Hech. 20: 29). Desde entonces siempre ha habido
desunión en el mundo cristiano y esta situación continuará hasta que, en ocasión
del regreso de nuestro Señor, "todos lleguemos a la unidad de la fe" (Efe. 4:
13).
Corazón de piedra.
El cambio de corazón representa la
vivencia del nuevo nacimiento, más plenamente manifestada en el NT (Juan 3: 3-8;
ver MeM 24), pero de ningún modo aplicable sólo a la era cristiana. Los medios
que Dios ha empleado para la salvación de los seres humanos han sido los mismos
en todas las épocas, pero ha habido una revelación gradual del propósito divino.
No quiere decir esto que Dios retenga a los hombres en la ignorancia para
desventaja de ellos, sino que su falta de voluntad de aceptar las revelaciones
procedentes del cielo muchas veces limita lo que Dios puede revelar. Cuando se
rechazan preciosos rayos de luz, se hace imposible que el Señor envíe una
instrucción mayor. Así ocurrió con Israel. Si los repatriados hubieran
experimentado plenamente lo que aquí se describe, Dios habría dado más luz
paulatinamente. Por desgracia se conformaron con las desventajosas limitaciones
impuestas por su interpretación del antiguo pacto, por lo cual la luz más plena
del Evangelio sólo pudo venir con el Mesías.
20. Anden en mis ordenanzas.
Sólo quienes tengan un corazón
renovado por la gracia divina podrán guardar la ley de Dios, porque " "la mente
carnal... no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede" " (Rom. 8: 7). La
promesa de un poder que, por medio del Espíritu Santo, capacitaría al hombre
para obedecer a Dios fue una parte esencial del pacto eterno de Dios con el
hombre. Israel no había comprendido esto. Los hombres creían que la salvación se
podía obtener mediante sus propios esfuerzos. Se negaban a someterse a "la
justicia de Dios" (Rom. 10: 3). No veían la necesidad de un Salvador, ni de la
conversión. Rechazaron por completo la única experiencia que los capacitaría
para guardar la ley divina.
Yo sea a ellos por Dios.
Dios tenía
el plan de que la gloriosa experiencia que se describe aquí se realizara después
del retorno del cautiverio babilónico. Esta promesa nunca se cumplió porque los
repatriados no cumplieron con las condiciones del nuevo pacto, en las cuales se
basaba su prosperidad espiritual. Las promesas de Dios son condicionales. Sin
embargo, lo que Dios no pudo realizar por medio de la simiente literal de
Israel, lo cumplirá por medio de la simiente espiritual (Rom. 9-11). El
cumplimiento final de esta gloriosa perspectiva se efectuará al fin del milenio
(Apoc. 21: 3).
21. Cuyo corazón.
Porque el ser humano tiene libre albedrío y es responsable de sus
propias decisiones, algunos escogerán "abominaciones". Dios desea que todos sean
salvos, pero no forzará la voluntad de nadie. En consecuencia, los que se
pierdan perecerán como resultado de su propia elección y no porque haya fallado
la gracia de Dios.
22. Querubines.
Cf. cap. 10: 18-19.
23. El monte.
Es probable que se refiera al monte que más tarde se llamó monte de los
Olivos, una cadena de cerros cuyas tres cimas principales se elevan a 823 m
sobre el nivel del mar, del otro lado del valle del Cedrón, al este de
Jerusalén. La ciudad misma está a 777 m sobre el nivel del mar. El lugar donde
reposó la gloria divina después de alejarse del templo (DTG 769) fue el sitio
desde donde más tarde Jesús contempló la ciudad y "lloró sobre ella" (Luc. 19:
37-41). Desde allí anunció la segunda destrucción de la rebelde y obstinada
ciudad (Mat. 24) y proclamó las señales de su segunda venida. Desde el mismo
monte ascendió visiblemente al cielo (Luc. 24: 50-51; Hech. 1: 11-12). Sobre
esta altura descenderá la Nueva Jerusalén (Zac. 14: 4-5, 9; ver CS 720-721).
24. En visión.
Ver com. cap. 8: 3.
25. Y hablé.
Sin duda los ancianos
de Judá (cap. 8: 1) habían esperado hasta que concluyera la visión de Ezequiel.
Estaban presentes y preparados para recibir la comunicación del Señor.
COMENTARIOS DE ELENA G. WHITE T4
CBA LIBRO DE EZEQUIEL CAPÍTULO 11
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