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CBA LIBRO DE EZEQUIEL CAPÍTULO 33


CBA LIBRO DE EZEQUIEL CAPÍTULO 33

1. Palabra de Jehová.

La profecía de los vers. 1-20 no lleva fecha, pero por las circunstancias que se narran en los vers. 21-22, parecería razonable suponer que fue dada en la tarde, antes de que llegara el mensajero portador de la noticia de la caída de Jerusalén.

2. Los hijos de tu pueblo.

Aquí comienza una nueva fase del ministerio de Ezequiel y se renueva la comisión profético.

Lo pusiere por atalaya.

Cf. cap. 3: 17. Con referencia a la función del atalaya, ver 2 Sam. 18: 24-25; 2 Rey. 9: 17; Hab. 2: 1. Con referencia a Eze. 33: 2-9, com. cap. 3: 17-19.

3. Tocare trompeta.

Ver Ose. 5: 8; Amós 3: 6.

10. ¿Cómo, pues, viviremos?

El ánimo de los oyentes de Ezequiel había cambiado. Anteriormente, habían respondido al profeta con incredulidad y desprecio (cap. 12: 22). El pueblo había procurado justificar su pecado afirmando que estaban sufriendo el castigo, no de sus propios pecados, sino de los pecados de sus padres (cap. 18: 2). Una vez que la destrucción de Jerusalén fue confirmada, no pudieron ya contradecir las palabras del profeta. Sumidos en la desesperación preguntan angustiados si hay para ellos alguna esperanza en vista de que éste es el castigo por sus pecados.

11. No quiero.

Ezequiel alegra a sus compatriotas con la seguridad de que Dios no quiere que mueran. Desea que todos se arrepientan y vivan (2 Ped. 3: 9). Su propósito es que el castigo del cautiverio tenga efectos saludables 718 y lleve al arrepentimiento. Advierte que ninguna justicia anterior cubrirá la transgresión presente (vers. 12). Pero al mismo tiempo, ninguna maldad podrá excluir al pecador de alcanzar misericordia si se arrepiente.

12. La justicia del justo.

En los vers. 12-20 se resume brevemente la enseñanza del cap. 18 sobre el tema de la responsabilidad individual. Ver allí el comentario.

21. Año duodécimo.

Es decir, del cautiverio de Joaquín (ver com. cap. 1: 2). No es posible saber a ciencia cierta qué calendario empleaba Ezequiel para computar los años. Muchos eruditos creen que empleó el año de primavera a primavera, como se usaba en Babilonia, aunque también es posible que hubiera recurrido al calendario judío, cuyo año se computaba de otoño a otoño. Además, no se sabe si los años del cautiverio de Joaquín deben contarse mediante el cómputo inclusivo (t. II, PP. 139-140) o sin él.

Si los años del cautiverio se calculan sin el cómputo inclusivo, ya sea con el año que comenzaba en primavera, o en el otoño, puede fijarse el 5.º día del 10.º mes en el mes de enero de 585 a. C., unos seis meses después de la caída de Jerusalén en julio de 586 a. C. Por otra parte, si se emplea el cómputo inclusivo, debe concluirse que las malas noticias llegaron en enero del año 586, lo cual sería problemático, pues la ciudad de Jerusalén sólo cayó en julio de 586. Con referencia a la fecha de la caída de Jerusalén, ver el t. II, p. 165, y el t. III, PP. 93-94.

22. Abrió mi boca.

Ver com. cap. 24: 27.

23. Vino a mí palabra.

En los vers. 23-29 se presenta una nueva profecía, pronunciada quizá inmediatamente después de la llegada del fugitivo, o quizá después de un tiempo. No se da ninguna fecha para las profecías que comienzan aquí y se extienden hasta el final del cap. 39. Los caps. 40-48 corresponden con unos 12 años después de la caída de Jerusalén. Es probable que esta serie de profecías fue presentada fragmentariamente durante este período de 12 años (ver p. 602).

24. Habitan aquellos lugares asolados.

Según se relata en 2 Rey. 25: 12, 22; Jer. 52: 16, los pobres fueron dejados en la tierra para que cuidaran de las viñas y de las tierras. A ellos se unieron judíos fugitivos provenientes de países vecinos. Este discurso tiene el propósito de refutar lo que decía esa gente.

Abrahán era uno.

Estas palabras expresan la arrogancia de aquellos a quienes los babilonios habían dejado en la tierra de Palestina. En realidad, decían que si a Abrahán, siendo uno, se le había dado posesión de la tierra, ellos, siendo muchos, ciertamente podrían poseer la tierra y tomar por heredad las propiedades de los exiliados. La respuesta del profeta indicaba que ser descendientes de Abrahán no les reportaría ningún beneficio. Dios tenía en cuenta las cualidades del carácter de cada uno, y el hecho de que fueran muchos no tenía importancia.

Muchas personas hoy confían en su relación con alguna organización eclesiástica, en vez de buscar una correcta relación con Dios, que es lo único que les permitirá estar en pie en el día final. Depositan su confianza en estadísticas abultadas y en la popularidad. Al final de cuentas, la verdadera religión es algo personal, y cada uno debe ocuparse de su salvación con temor y temblor (Fil. 2: 12). La relación con la iglesia organizada es el resultado natural y esperado de una vida cristiana personal genuina. Pero esa relación en sí misma no constituye en absoluto el fundamento de la esperanza.

25. ¿Comeréis con sangre?

Ver Gén. 9:4; cf. Lev. 3: 17; 7: 26; 17: 10-14; Deut. 12: 16. La gente que había quedado en el país no se sentía inclinada a abandonar los pecados de sus padres. Los caps. 42 y 43 de Jeremías constituyen un triste comentario de la descarada rebelión contra las expresas órdenes de Dios.

26. Estuvisteis sobre vuestras espadas.

Se habían apoyado en sus actos de violencia. Los asesinatos eran comunes (cf. Jer. 49).

27. En aquellos lugares asolados.

Se enumeran aquí tres azotes: la espada (de los babilonios o de los forajidos dedicados al pillaje), las fieras, y la pestilencia. Comparar esta lista con enumeraciones similares en Eze. 5: 12; 14: 12- 21; cf. Lev. 26: 22, 25.

29. Yo soy Jehová.

Ver com. caps. 6: 7; 30: 8.

30. Los hijos.

Los vers. 30-33 se aplican a los que estaban en el exilio. Su número había aumentado con la llegada de nuevos cautivos. Se le advierte al profeta que no debe dejarse engañar por la deferencia que parecen mostrarle los judíos.

De ti.

La gente no se oponía a Ezequiel, Disfrutaba de sus discursos. Es probable que el profeta no hubiera tenido antes una congregación tan numerosa ni tan promisoria. 719 Se le advierte que esa gente era meramente oidores y no hacedores de la palabra (ver Mat. 7: 21- 27; Sant. 1: 22-25).

32. Cantor de amores.

O "canción de amor" (BJ). Los judíos se habían congregado como para escuchar el concierto de un artista.


COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE T4

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