Lección 5 | Martes 26 de enero
LA VARA DE LA IRA DE DIOS (ISA. 9:8-10:34)
Esta parte explica Isaías 9:1 al 5, que predice la liberación del pueblo lúgubre y angustiado, que había confiado en el ocultismo y había caído presa de la conquista y la opresión militar: “Tú quebraste [...] el cetro de su opresor, como en el día de Madián” (Isa. 9:4).
Lee los sufrimientos del pueblo de Dios según muestran los versículos anteriores. Compara con las maldiciones en Levítico 26:14 al 39. ¿Por qué castigó Dios a su pueblo por etapas y no de una sola vez? ¿Qué indica esto acerca de su carácter y sus objetivos?
Lev 26:14 Pero si no me oyereis, ni hiciereis todos estos mis mandamientos,
Lev 26:15 y si desdeñareis mis decretos, y vuestra alma menospreciare mis estatutos, no ejecutando todos mis mandamientos, e invalidando mi pacto,
Lev 26:16 yo también haré con vosotros esto: enviaré sobre vosotros terror, extenuación y calentura, que consuman los ojos y atormenten el alma; y sembraréis en vano vuestra semilla, porque vuestros enemigos la comerán.
Lev 26:17 Pondré mi rostro contra vosotros, y seréis heridos delante de vuestros enemigos; y los que os aborrecen se enseñorearán de vosotros, y huiréis sin que haya quien os persiga.
Lev 26:18 Y si aun con estas cosas no me oyereis, yo volveré a castigaros siete veces más por vuestros pecados.
Lev 26:19 Y quebrantaré la soberbia de vuestro orgullo, y haré vuestro cielo como hierro, y vuestra tierra como bronce.
Lev 26:20 Vuestra fuerza se consumirá en vano, porque vuestra tierra no dará su producto, y los árboles de la tierra no darán su fruto.
Lev 26:21 Si anduviereis conmigo en oposición, y no me quisiereis oír, yo añadiré sobre vosotros siete veces más plagas según vuestros pecados.
Lev 26:22 Enviaré también contra vosotros bestias fieras que os arrebaten vuestros hijos, y destruyan vuestro ganado, y os reduzcan en número, y vuestros caminos sean desiertos.
Lev 26:23 Y si con estas cosas no fuereis corregidos, sino que anduviereis conmigo en oposición,
Lev 26:24 yo también procederé en contra de vosotros, y os heriré aún siete veces por vuestros pecados.
Lev 26:25 Traeré sobre vosotros espada vengadora, en vindicación del pacto; y si buscareis refugio en vuestras ciudades, yo enviaré pestilencia entre vosotros, y seréis entregados en mano del enemigo.
Lev 26:26 Cuando yo os quebrante el sustento del pan, cocerán diez mujeres vuestro pan en un horno, y os devolverán vuestro pan por peso; y comeréis, y no os saciaréis.
Lev 26:27 Si aun con esto no me oyereis, sino que procediereis conmigo en oposición,
Lev 26:28 yo procederé en contra de vosotros con ira, y os castigaré aún siete veces por vuestros pecados.
Lev 26:29 Y comeréis la carne de vuestros hijos, y comeréis la carne de vuestras hijas.
Lev 26:30 Destruiré vuestros lugares altos, y derribaré vuestras imágenes, y pondré vuestros cuerpos muertos sobre los cuerpos muertos de vuestros ídolos, y mi alma os abominará.
Lev 26:31 Haré desiertas vuestras ciudades, y asolaré vuestros santuarios, y no oleré la fragancia de vuestro suave perfume.
Lev 26:32 Asolaré también la tierra, y se pasmarán por ello vuestros enemigos que en ella moren;
Lev 26:33 y a vosotros os esparciré entre las naciones, y desenvainaré espada en pos de vosotros; y vuestra tierra estará asolada, y desiertas vuestras ciudades.
Lev 26:34 Entonces la tierra gozará sus días de reposo, todos los días que esté asolada, mientras vosotros estéis en la tierra de vuestros enemigos; la tierra descansará entonces y gozará sus días de reposo.
Lev 26:35 Todo el tiempo que esté asolada, descansará por lo que no reposó en los días de reposo cuando habitabais en ella.
Lev 26:36 Y a los que queden de vosotros infundiré en sus corazones tal cobardía, en la tierra de sus enemigos, que el sonido de una hoja que se mueva los perseguirá, y huirán como ante la espada, y caerán sin que nadie los persiga.
Lev 26:37 Tropezarán los unos con los otros como si huyeran ante la espada, aunque nadie los persiga; y no podréis resistir delante de vuestros enemigos.
Lev 26:38 Y pereceréis entre las naciones, y la tierra de vuestros enemigos os consumirá.
Lev 26:39 Y los que queden de vosotros decaerán en las tierras de vuestros enemigos por su iniquidad; y por la iniquidad de sus padres decaerán con ellos.
Si Dios hubiera querido destruir a su pueblo, podría haberlo entregado a los asirios de inmediato. Pero es paciente, “no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Ped. 3:9). Como en el período de los “jueces”, Dios permitió que el pueblo de Judá y el de Israel experimentaran algunos resultados de su insensatez para que pudieran entender lo que estaban haciendo y tener la oportunidad de tomar una mejor decisión. Cuando persistieron en el mal y endurecieron su corazón contra él y los llamados que les hizo a través de sus mensajeros, retiró aún más su protección. Pero ellos continuaron rebelándose. Este ciclo se repitió en una espiral descendente hasta que Dios no pudo hacer nada más.
Lea Isaías 9:8 al 10:2. ¿De qué pecados es culpable el pueblo? ¿Contra quién los cometió? ¿Quién es culpable entre ellos?
Isa 9:8 El Señor envió palabra a Jacob, y cayó en Israel.
Isa 9:9 Y la sabrá todo el pueblo, Efraín y los moradores de Samaria, que con soberbia y con altivez de corazón dicen:
Isa 9:10 Los ladrillos cayeron, pero edificaremos de cantería; cortaron los cabrahigos, pero en su lugar pondremos cedros.
Isa 9:11 Pero Jehová levantará los enemigos de Rezín contra él, y juntará a sus enemigos;
Isa 9:12 del oriente los sirios, y los filisteos del poniente; y a boca llena devorarán a Israel. Ni con todo eso ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.
Isa 9:13 Pero el pueblo no se convirtió al que lo castigaba, ni buscó a Jehová de los ejércitos.
Isa 9:14 Y Jehová cortará de Israel cabeza y cola, rama y caña en un mismo día.
Isa 9:15 El anciano y venerable de rostro es la cabeza; el profeta que enseña mentira, es la cola.
Isa 9:16 Porque los gobernadores de este pueblo son engañadores, y sus gobernados se pierden.
Isa 9:17 Por tanto, el Señor no tomará contentamiento en sus jóvenes, ni de sus huérfanos y viudas tendrá misericordia; porque todos son falsos y malignos, y toda boca habla despropósitos. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.
Isa 9:18 Porque la maldad se encendió como fuego, cardos y espinos devorará; y se encenderá en lo espeso del bosque, y serán alzados como remolinos de humo.
Isa 9:19 Por la ira de Jehová de los ejércitos se oscureció la tierra, y será el pueblo como pasto del fuego; el hombre no tendrá piedad de su hermano.
Isa 9:20 Cada uno hurtará a la mano derecha, y tendrá hambre, y comerá a la izquierda, y no se saciará; cada cual comerá la carne de su brazo;
Isa 9:21 Manasés a Efraín, y Efraín a Manasés, y ambos contra Judá. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.
Isa 10:1 ¡Ay de los que dictan leyes injustas, y prescriben tiranía,
Isa 10:2 para apartar del juicio a los pobres, y para quitar el derecho a los afligidos de mi pueblo; para despojar a las viudas, y robar a los huérfanos!
Lo que vemos aquí, al igual que en toda la Biblia, es la realidad del libre albedrío. Dios hizo libres a los seres humanos (era necesario; de lo contrario, nunca podríamos amarlo verdaderamente), y la libertad implica la opción de hacer el mal. Y, aunque vez tras vez Dios busca atraernos hacia él revelando su amor y su carácter, también nos permitirá enfrentar el fruto de nuestras decisiones equivocadas; es decir, el dolor, el sufrimiento, el miedo, la confusión y demás. Todo, para ayudarnos a comprender en qué terminamos al alejarnos de él. Y, sin embargo, aun así con frecuencia estas cosas no logran que la gente se aparte del pecado y acuda al Señor. El libre albedrío es maravilloso; no podríamos ser humanos sin eso. No obstante, ¡ay de quienes lo usan mal!
¿Cómo ha usado Dios el sufrimiento en tu propia vida para alejarte de una dirección equivocada? (¿O tal vez todavía no entendiste el mensaje?)
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