1. Belsasar.
El nombre babilónico Bel-sharutsur
significa "Bel, ¡protege al rey!" Belsasar fue el primogénito de Nabonido,
último rey del Imperio Neobabilónico. Ver Nota Adicional al final de este
capítulo.
El rey.
Cuando Nabonido estaba en el Líbano
convaleciendo de una enfermedad, poco antes de iniciar una campaña en contra de
Tema en el occidente de Arabia, llamó a su hijo mayor (Belsasar) y "le confió el
reino" (ver Nota Adicional al final de este capítulo). Esto sucedía en el
"tercer año". Si esto ocurrió en el tercer año del reinado, fue en el invierno
(enero-marzo) del año 553/ 552 a. C. Algunos eruditos piensan que ese "tercer
año" fue el tercero después de la terminación de un templo en Harán. Si así
fuera, la designación de Belsasar como corregente ocurrió dos o tres años más
tarde de la fecha indicada, pero algún tiempo antes del 7.º año del reinado de
Nabonido, año en que éste estaba en Tema. Desde ese tiempo en adelante Belsasar
controló los asuntos de Babilonia como corregente con su padre, mientras
Nabonido residió en Tema durante muchos años. Según la "Narración en Verso de
Nabonido", Belsasar tenía el "reinado". Por lo tanto, Daniel no se equivocaba al
llamar "rey" a Belsasar, aunque los críticos de antaño declararon que Daniel se
equivocó en este punto.
Un gran banquete.
Por el contenido de
los vers. 28 y 30 se puede deducir que la fiesta se realizó durante la noche en
que Babilonia cayó ante los ejércitos de Ciro. Jenofonte preservó la tradición
de que cuando cayó Babilonia, "había acontecido cierta fiesta en Babilonia,
durante la cual toda Babilonia solía beber y hacer algazara toda la noche"
(Ciropedia vii. 5. 15). Es inexplicable que Belsasar hubiera hecho una fiesta
inmediatamente después de la caída de Sippar, y sólo pocos días después de la
batalla que perdió en Opis (ver t. III, p. 51). Es evidente que se sentía
completamente seguro en su capital, protegido por fuertes muros y un sistema de
canales que, en caso de peligro, le permitía anegar la región circundante para
dificultar al invasor el acceso a la ciudad (PR 384-385).
Es un hecho
bien conocido que era común que los antiguos monarcas celebraran fiestas para
sus cortesanos. Una estela descubierta en Nimrud, la antigua Calah, menciona que
el rey Asurnasirpal II hizo una gran fiesta para la inauguración de un nuevo
palacio. Se declara que dio alimento, vino y alojamiento a 69.574 personas
durante 10 días. El historiador griego Ctesias dice que los reyes persas
alimentaban a 15.000 personas cada día y que Alejandro Magno tuvo 10.000
invitados en su fiesta de bodas. Se describe una fiesta similar en Est. 1: 3-12.
En presencia de los mil.
El énfasis que se da al hecho de que
Belsasar bebió delante de sus invitados, parece indicar que en la corte
babilónico existía la misma costumbre que en la corte persa, donde el rey
generalmente comía en un salón aparte, y sólo en ocasiones excepcionales con sus
invitados. El festín de Belsasar parece que fue dado en una de estas
oportunidades. Ver p. 825 donde se describe el salón en que probablemente se
llevó a cabo la fiesta.
2. Con el gusto del
vino.
Algunos entienden que estas palabras implican que Belsasar estaba
ebrio cuando dio la orden de traer los vasos sagrados de Jerusalén. Otros
explican que la frase significa que se dio la orden después de la comida, en el
momento cuando empezaba a circular el vino. Recurren a declaraciones clásicas
griegas que afirman que los persas tenían la costumbre de tomar vino después de
la comida. Sin embargo, no era común profanar objetos sagrados de otras
religiones. Por lo tanto, no parecería natural que Belsasar diese esa orden
mientras gozaba del completo uso de su razón (PR 384385).
Vasos.
Los vasos del templo habían sido sacados de Jerusalén en tres ocasiones:
(1) Una parte de ellos cuando Nabucodonosor llevó cautivos de Jerusalén en 605
a. C. (Dan. 1: 1-2); (2) la mayor parte de los vasos restantes de metal precioso
cuando el rey Joaquín fue llevado cautivo en 597 a. C. (2 Rey. 24: 12-13); y (3)
el resto de los objetos de metal, mayormente de bronce, cuando el templo fue
destruido en 586 a. C. (2 Rey. 25: 13-17).
Su padre.
Posiblemente Belsasar era nieto del gran rey (PR 384; ver p. 833). La
palabra " "padre" debe interpretarse como "abuelo" o "antepasado" , como en
muchos otros pasajes de la Biblia (ver com. 1 Crón. 2:7). Ver la Nota Adicional
al final de este capítulo referente a la ascendencia de Belsasar desde
Nabucodonosor. Por sí sola, la expresión "su padre" podría también entenderse en
el sentido de "su predecesor". Un ejemplo de tal uso se encuentra en una
inscripción asiria que llama al rey israelita Jehú, "un hijo"de Omri" , aunque
no eran consanguíneos. En realidad, Jehú fue el exterminador de toda la casa de
Omri (2 Rey. 9: 10).
Sus mujeres y sus concubinas.
Las dos
palabras arameas que se traducen por "mujeres" y "concubinas" son sinónimos, y
ambas significan "concubinas". Una palabra puede haber representado a una clase
superior a la otra. Se ha sugerido que una categoría de concubinas podría haber
estado formada por mujeres de hogares respetables, o aun de la nobleza, y la
otra, por mujeres compradas por dinero o capturadas en las guerras. Aunque las
mujeres participaron del banquete, como podemos apreciar por este pasaje,
parecería que la "reina" no se encontraba entre los bebedores desenfrenados. Se
describe su entrada en la sala de banquete después de que apareciera la
escritura en la pared (vers. 10). La LXX no hace referencia a la participación
de mujeres en el sacrílego festín. Algunos piensan que esto se debe a que, según
la costumbre de los griegos, las esposas no tomaban parte en tales fiestas.
4. Alabaron a los dioses.
Los
cantos de los paganos ebrios se elevaron en honor de sus dioses babilonios,
cuyas imágenes adornaban los diversos templos de la ciudad.
5. Sobre lo encalado.
Si la gran
sala del trono desenterrada por Koldewey en el Palacio del Sur de la Babilonia
de Nabucodonosor (ver p. 825) fue el escenario de esta Fiesta, no es difícil
tener una vívida imagen de lo ocurrido en ese momento fatal que se describe
aquí. La sala tenía 52 m de largo y 17 de ancho. En el centro de uno de los
lados largos, frente a la entrada, había una concavidad, donde puede haber
estado el trono. Las paredes estaban revocadas de blanco con yeso fino. Podemos
imaginar que el candelero o portalámparas estaba cerca del trono del rey. En ese
tiempo se usaban candeleros con numerosas lámparas de aceite. Frente al
candelero, al otro lado del salón, apareció la mano misteriosa que escribió
sobre el yeso de modo que Belsasar pudiera ver lo que allí se estampaba. No se
explica si la escritura tomó la forma de letras pintadas o si se grabaron en el
yeso.
La mano.
El arameo no dice exactamente cuánto se vio de la
mano. La palabra aramea pas, traducida tradicionalmente como "palma", podría
interpretarse también como "dorso de la mano" o la mano hasta la muñeca, en
contraste con el antebrazo.
6. Se
debilitaron.
Compárese con Isa. 21:3. El terror fue realzado por una
conciencia acusadora, que se despertó y lleno al rey de oscuros presentimientos.
La lobreguez de sus pensamientos debe haberse acrecentado al darse cuenta del
peligro mortal al cual había sido arrojado el imperio por errores políticos del
pasado, por su propia conducta inmoral, por la reciente y desastrosa derrota de
su ejército y por los actos sacrílegos que realizaba. No es de extrañarse que
sus pensamientos lo turbaran.
7. Magos.
Ver com. cap. 1: 20.
Caldeos.
Ver com. cap. 1: 4.
Adivinos.
Ver com. p. 2: 27.
Púrpura.
Arameo
'argewan , "púrpura". Antiguamente la púrpura real era de un color morado
oscuro, más parecido al carmesí. Se sabe por pruebas documentales del tiempo de
los persas (Est. 8: 15; Jenofonte Anábasis i. 5. 8), de los medos Jenofonte
Ciropedia i. 3.2; ii. 4. 6), y de los tiempos posteriores que la púrpura era el
color que usaban los reyes en la antigüedad. Daniel da testimonio de esta
costumbre en el período neobabilónico, que precedió al período persa.
Collar de oro.
La costumbre de honrar a los favoritos entre los
servidores públicos de la corona mediante el obsequio de cadenas de oro,
condecoraciones y collares existía en Egipto muchos siglos antes (ver com. Gén.
41: 42). Era una costumbre común en las naciones antiguas.
El tercer.
Antes de que se entendiera plenamente el lugar que ocupaba Belsasar en
el reino y su relación con Nabonido (ver Nota Adicional al final de este
capítulo), los comentadores sólo podían hacer conjeturas en cuanto a la
identidad del segundo gobernante del reino. La existencia de tal gobernante
estaba implícita en la promesa de que el que 830 descifrara la escritura
misteriosa en la pared sería "el tercer señor en el reino". Se han sugerido
varias posibilidades referentes al segundo gobernante: la reina madre, la esposa
de Belsasar o algún hijo. Lógicamente se pensaba que Belsasar era el primero en
el reino. Ahora que se sabe que Belsasar sólo era corregente con su padre y por
consiguiente segundo en el reino, resulta claro por qué no podía dar ningún
puesto en el reino más encumbrado que el "tercero".
8. Entonces fueron introducidos todos.
Algunos han visto
una contradicción entre esta declaración y el versículo anterior que registra
palabras del rey dirigidas a los sabios. La explicación más natural es que las
palabras del rey registradas en el vers. 7 estaban dirigidas a los sabios
presentes en el banquete cuando apareció la escritura en la pared. El vers. 8 se
referiría entonces a "todos los sabios del rey", incluso aquellos que entraron
en la sala del banquete en respuesta a la orden de Belsasar.
No pudieron
leer.
No se da la razón, y cualquier explicación que podría ofrecerse
sólo sería una conjetura. Las palabras evidentemente estaban en arameo (ver com.
vers. 26-28). Pero las palabras eran tan pocas y tan misteriosas que aun el
conocimiento de su significado aislado no revelaba el mensaje oculto en ellas.
No se dice si el rey mismo no podía leer por haber tomado demasiado vino, o si
las letras mismas no podían distinguirse por su deslumbrante brillo (ver EGW,
Material Suplementario, vers. 5-9), o si la escritura era singular y sólo
descifrable por inspiración divina. No parece admisible la conjetura de que los
caracteres estaban en hebreo antiguo y por consiguiente eran ilegibles para los
babilonios. Sería muy poco probable que los sabios de Babilonia no conociesen
esos antiguos caracteres semíticos, que habían sido usados no sólo por los
hebreos, sino también por los fenicios y otros pueblos de Asia occidental.
10. La reina.
Desde el tiempo de
Josefo ( Antigüedades x. 11. 2) los comentadores han supuesto que esta "reina"
era la madre o abuela del rey (PR 387). Según la costumbre del antiguo Cercano
Oriente, nadie sino la madre del monarca reinante se hubiera atrevido a
presentarse ante el rey sin ser llamado. Aun la esposa de un rey ponía su vida
en peligro al hacerlo (Est. 4: 11, 16). Cartas cuneiformes babilónicas escritas
por algunos reyes a sus madres muestran un tono respetuoso muy notable y
claramente revelan el excelso puesto que ocupaban las madres reales. Esta
elevada Jerarquía de una reina madre también puede inferirse porque cuando la
madre de Nabonido, la abuela de Belsasar, murió en 547 a. C. en Dur Karashu
sobre el Eufrates, aguas arriba de Sipar, hubo un prolongado duelo oficial en la
corte. El hecho de que hubiera muerto antes de los acontecimientos descritos en
este capítulo, no era conocido por los comentadores que identificaban a "la
reina' con la abuela de Belsasar.
Rey, vive para siempre.
Con
relación a este saludo común, ver com. cap. 2: 4.
11. Hay un hombre.
No debe considerarse extraño que Daniel
no estuviese entre el grupo de los sabios convocados por el rey. Su período de
servicio público sin duda había terminado algún tiempo antes, quizá con la
muerte de Nabucodonosor, o aún antes (ver p. 774). Sin embargo, era bien
conocido por los representantes de una generación anterior a la cual pertenecía
la madre del rey. Ver las razones posibles de su retiro en el com. vers. 13.
El espíritu de los dioses santos.
Compárese con la declaración
de Nabucodonosor (cap. 4: 8-9). La similitud abona la probabilidad -sugerida
también por otra prueba-, de que la reina se había relacionado con
Nabucodonosor; según algunos era su hija (ver p. 833). La información que ella
da en cuanto al servicio distinguido que había prestado Daniel en el pasado y el
elevado cargo que ocupaba el profeta en los días de Nabucodonosor, sin duda era
una novedad para Belsasar. Esto sugiere que Daniel no había ocupado ningún
puesto durante algún tiempo antes del acontecimiento relatado aquí. Por esa
razón es probable que pocos hombres conocieran bien a Daniel, tal vez ninguno
del séquito del rey, que estaba formado por los contemporáneos del monarca.
Nabucodonosor, tu padre.
Ver com. vers. 2.
Magos.
Ver com. cap. 1: 20; cf. cap. 2: 2, 27.
12. Dudas.
Arameo qetar , "nudo". La palabra se usó más
tarde como un término mágico en Siria y Arabia. Aquí el significado parece ser
"tareas difíciles", " o " "dificultades" (BJ).
13. ¿Eres tú aquel Daniel?
Esta frase puede traducirse como
aseveración: "Tú eres aquel Daniel" " (RSV). Si ésta fuera la traducción
correcta, el saludo sugeriría que Belsasar conocía el origen de Daniel, pero no
había tenido trato oficial con él. Por lo menos resulta claro que Daniel ya no
era el que presidía a los sabios en la corte del rey (cap. 2: 48-49).
Parecería que con la muerte de Nabucodonosor, la política que Daniel
había defendido había sido repudiada en la corte de Babilonia, y por eso fue
retirado del servicio público. Es evidente que Belsasar y sus predecesores
sabían del trato de Dios con Nabucodonosor (cap. 5: 22), pero deliberadamente, y
a diferencia de Nabucodonosor, no reconocían al verdadero Dios ni cooperaban con
su voluntad (cap. 4: 28-37; 5: 23). El hecho de que Daniel posteriormente
entrara al servicio de Persia (cap. 6: 1-3) implica que su retiro durante los
últimos años del imperio babilónico no se debía a mala salud ni a vejez. Su
severo reproche a Belsasar (cap. 5: 22-23) es una prueba de la hostilidad del
rey contra los principios y la política de gobierno que representaba Daniel. Su
desaprobación de la política oficial babilónico puede haber sido uno de los
factores que indujo a los primeros gobernantes del Imperio Persa a favorecerlo.
14. El espíritu de los dioses.
En
contraste con las palabras de la reina (vers. 11) y las de Nabucodonosor (cap.
4: 8), Belsasar omite el adjetivo "santos" referido a los "dioses".
17. Para ti.
Algunos han pensado
que como vidente divinamente iluminado, Daniel rechazó la distinción y el lugar
de honor que se le había prometido al intérprete, para evitar toda apariencia de
interés personal en presencia de un rey tal. Esto podría ser cierto. Es también
posible que Daniel, sabiendo que el reinado de Belsasar estaba por terminar, no
tuviera interés en recibir favores del hombre que esa misma noche, de hecho y de
palabra, había blasfemado al Dios del cielo y de la tierra. Daniel no se oponía
en principio a aceptar un alto cargo de gobierno, ni aun ahora en su vejez, como
lo demuestra el hecho de que poco tiempo más tarde nuevamente ocupa un elevado
puesto (cap. 6: 2). Sin duda aceptó ese cargo porque sentía que podría ejercer
una sana influencia sobre el rey y podía ser un instrumento en las manos de Dios
para conseguir la liberación de su pueblo en el exilio. Pero quizá Daniel pensó
que el aceptar honores o dignidades de mano de Belsasar no sólo sería inútil
sino que podría ser aun perjudicial y peligroso.
18. Nabucodonosor.
Antes de que Daniel leyera o
interpretara la escritura, recordó al rey lo que Nabucodonosor había
experimentado porque rehusó cumplir el destino divino para él y su nación.
Además, Nabucodonosor había sido más poderoso y más prudente que el desdichado
Belsasar. El profeta le mostró al rey cómo él, "hijo" de Nabucodonosor, había
actuado impíamente para con Dios, el Señor de su vida, y no había aprendido nada
de lo que le sucedió a su "padre".
24. Entonces.
Es una referencia al momento reciente de
embriaguez y orgía, cuando Belsasar había alabado a sus dioses y había bebido en
los vasos del templo de Jerusalén, consagrados a Jehová, según la descripción
del vers. 23.
La mano.
Ver com. vers. 5.
Esta escritura.
La escritura era aún visible en la pared.
25. La escritura que trazó es.
Daniel procedió a leer las
palabras escritas en la pared, que evidentemente eran cuatro palabras arameas.
Es inútil especular en cuanto a la naturaleza de esa escritura y su relación con
cualquiera otra escritura conocida (ver com. vers. 8). Pero aún después de
leídas las palabras, no podían ser comprendidas sin la ayuda divina. Toda una
verdad estaba expresada en cada palabra clave; por eso era imprescindible una
interpretación.
26. MENE.
La
palabra aramea mene * es participio pasivo del verbo "enumerar", o "contar", y
si se la toma sola, significa simplemente "enumerado", o "contado". Por
iluminación divina Daniel obtuvo de esta palabra la interpretación: "Contó Dios
tu reino, y le ha puesto fin".
27. TEKEL.
Los eruditos judíos llamados masoretas, que agregaron los signos
vocálicos a los manuscritos bíblicos (ver t. 1, pp. 38-39) entre los siglos VII
y IX d. C., puntuaron la palabra aramea teqel como si fuera un sustantivo. Al
igual que mene', (ver com. vers. 26), evidentemente debería haber sido puntuada
como un participio pasivo ( teqil ). La forma teqel quizá fue escogida por los
masoretas por su mayor similitud de sonido con mene' . Teqil viene del verbo
"pesar". Daniel informó inmediatamente al rey cuán importante era que Dios lo
hubiera pesado. Belsasar fue hallado falto en valor moral.
Hallado
falto.
Estas terribles palabras de condenación, dirigidas al disoluto
rey de 832 Babilonia, condenan a todos los que como Belsasar descuidan las
oportunidades que Dios les da. En el juicio investigador que ahora se está
llevando a cabo (ver com. cap. 7: 10) los hombres-en un sentido figurado-son
pesados en la balanza celestial para ver si su carácter moral y estado
espiritual corresponden con los beneficios y las bendiciones que Dios les ha
otorgado. Las decisiones de ese tribunal son inapelables. En vista de la
solemnidad de la hora, todos deben velar para que el momento decisivo que fija
para siempre el destino de cada hombre no los halle sin prepararse, "faltos" .
Compárese con 2 Cor.5: 10; Apoc. 22: 11-12.
28. PERES.
El vocablo peres puede ser considerado como
sustantivo singular que significa "parte" o "porción". La diferencia de esta
palabra con la que aparece en el vers. 25 ( ufarsin ), es que aquella aparece en
plural y con la conjunción, pudiéndose traducir como "y partes". En el arameo le
sigue una forma del verbo peris que significa "está dividido". Se observa una
redundancia: "parte, está partido tu reino". No se habla de dos partes iguales,
una para medos y otra para persas. El reino había de ser dividido en pedazos,
destruido y disuelto. Esto lo realizarían los medos y los persas. Es interesante
que la forma aramea peres contenga las consonantes de las palabras arameas (ver
t. I, pp. 29-30) que se traducen como Persia y persas, quienes en ese momento
estaban a las mismas puertas de Babilonia.
29. Entonces mandó Belsasar.
El rey cumplió la promesa que
había hecho a Daniel, aunque éste indicó claramente que no le interesaban los
honores ofrecidos. Quizá Belsasar no pudo ser disuadido de su propósito debido a
su embriaguez. Algunos han objetado que no fue posible exaltar a Daniel como el
tercer gobernante porque Belsasar fue muerto esa misma noche (vers. 30). La
objeción se basa en la suposición de que la proclama se hizo públicamente en las
calles de la ciudad. Pero las palabras del rey no exigen esa suposición. La
proclama puede haber sido hecha sólo ante los príncipes reunidos en el palacio.
No pudo llegar a hacerse efectiva a causa de los acontecimientos siguientes.
30. La misma noche.
Aunque no se
menciona a Belsasar en los documentos cuneiformes que describen la caída de
Babilonia, Jenofonte declara que "el rey impío" de Babilonia, cuyo nombre no se
menciona en el relato, fue muerto cuando Gobrias, el comandante del ejército de
Ciro, entró en el palacio ( Ciropedia vii. 5: 30). Aunque debe reconocerse que
el relato de Jenofonte no es históricamente fidedigno en todos sus detalles,
muchas de sus declaraciones están basadas en hechos. Según los documentos
cuneiformes, Nabonido estaba ausente de Babilonia cuando ésta cayó. Cuando
Nabonido se rindió, Ciro lo envió a la distante Carmania. Por lo tanto, el rey
que fue asesinado durante la captura de Babilonia no pudo haber sido otro sino
Belsasar. Véase un resumen de la historia de Belsasar en la Nota Adicional al
final de este capítulo.
31. Darío de Media.
El gobernante que se menciona en este versículo y a través del capítulo
6 es todavía un personaje oscuro. La Nota Adicional al final del cap. 6 presenta
un breve estudio de las diferentes identificaciones que proponen los
comentadores, así como una posible solución de los distintos problemas
históricos implicados.
La conjunción "y", con que comienza el versículo,
muestra que el autor del libro relacionaba estrechamente la muerte de Belsasar,
registrada en el versículo anterior, con la entronización de "Darío de Media".
En las ediciones impresas de la Biblia hebrea este versículo se toma como el
primero del capítulo 6. Sin embargo, la mayoría de las versiones modernas, de
acuerdo con la LXX, unen el vers. 31 con el cap. 5.
No hay diferencia
entre la grafía del nombre del Darío mencionado aquí y la del "Darío [I] rey de
Persia"Darío [I] rey de Persia" de Esd. 4: 24 (ver los comentarios de este
capítulo) y la grafía registrada en otras partes. No existe diferencia en
arameo, ni en hebreo como tampoco en castellano. (Nota: A pesar de la identidad
del nombre, son dos personajes diferentes el "Darío de Media" (Dan. 5: 31) y el
"Darío rey de Persia" (Esd. 4: 24; 6: 14). *)
Sesenta y dos años.
Quizá la avanzada edad de Darío explica la brevedad de su reinado. El
libro de Daniel menciona sólo el primer año del reinado de Darío (cap. 9: 1-2;
11: 1). La muerte del rey ocurrió "más o menos unos dos años después de la caída
de Babilonia" (PR 408). 833 ( A pesar de la identidad del nombre, son dos
personajes diferentes el " Darío de Media " (Dan. 5: 31) y el " Darío rey de
Persia " (Esd. 4: 24; 6: 14)
NOTA ADICIONAL DEL CAPÍTULO 5
Uno de los grandes enigmas que se han presentado a los
comentadores de la Biblia a través de los siglos ha sido la identidad de
Belsasar. Hasta 1861 no se había descubierto en los registros antiguos ninguna
mención de tal rey. El nombre de Belsasar sólo se conocía por el libro de Daniel
y por obras que tomaron prestado el nombre de Daniel, como por ejemplo el libro
apócrifo de Baruc y los escritos de Josefo. Se trató muchas veces de armonizar
la historia secular con los registros bíblicos. La dificultad se acentuaba
porque varios documentos antiguos presentaban listas de los reyes de Babilonia
hasta el fin de la historia de esa nación, y todas ellas mencionaban a
Nabonido-escrito con diferentes grafías- como último rey antes de Ciro, que fue
el primer rey de Persia. Puesto que Ciro conquistó a Babilonia y sucedió a su
último rey babilonio, parecía no haber cabida para Belsasar en el linaje real.
Por otra parte, el libro de Daniel pone los acontecimientos que precedieron
inmediatamente a la caída de Babilonia durante el reinado de Belsasar, un "hijo"
de Nabucodonosor (ver com. cap. 5: 2), el cual perdió la vida durante la noche
cuando fue tomada Babilonia por los invasores medos y persas (cap. 5: 30).
De las numerosas interpretaciones que anteriormente se presentaban para
explicar la aparente discrepancia entre los registros bíblicos y otras fuentes
antiguas, enumeramos las siguientes (según Raymond P. Dougherty, Nabonidus and
Belshazzar, pp. 13-14):
Belsasar fue (1) otro nombre del hijo de
Nabucodonosor conocido como Evil-merodac, (2) un hermano de Evil-merodac, (3) un
hijo de Evil-merodac, y por consiguiente nieto de Nabucodonosor, (4) otro nombre
de Nergal-shar-usur, yerno de Nabucodonosor, (5) otro nombre de Labashi-Marduk,
hijo de Nergal-shar-usur, (6) otro nombre de Nabonido, y (7) el hijo de Nabonido
y de una hija de Nabucodonosor.
Según otra opinión, mantenida por la
mayoría de los eruditos críticos antes del descubrimiento del nombre de Belsasar
en documentos cuneiformes hacia fines del siglo XIX, el nombre Belsasar era una
invención del autor del libro de Daniel, quien, según afirmaciones de esos
críticos vivió en tiempos de los macabeos en el siglo II a. c.
La lista
de opiniones divergentes muestra la naturaleza y la magnitud del problema
histórico que afrontaron los intérpretes del libro de Daniel, libro que
pareciera tener más problemas que cualquier otro libro de igual extensión del
AT. El hecho de que la identidad y el cargo de Belsasar hayan sido ahora
completamente establecidos mediante documentos de la época, que confirman así el
relato del cap. 5, es uno de los grandes triunfos de la arqueología bíblica del
siglo pasado. La gran importancia que tiene esta realización merece un breve
repaso del tema.
En 1861 H. F. Talbot publicó ciertos textos encontrados
en el Templo de la Luna de Ur,en el Journal of the Royal Asiatic Society , t.
19, p. 195. Los textos contenían una oración de Nabonido pronunciada en favor de
Bel-shar-utsur, su hijo mayor. Varios escritores, entre ellos George Rawlinson,
hermano del famoso descifrador de la escritura cuneiforme, identificaron a este
Belshar-utsur con el Belsasar bíblico. Otros rechazaron esta identificación,
entre ellos Talbot mismo, que en 1875 publicó una lista de sus argumentos a
junto con una nueva traducción del texto que mencionaba a Belsasar ( Records of
the Past , t. V, pp. 143-148). Siete años más tarde (1882) Teófilo G. Pinches
publicó un texto hallado el año anterior y que ahora se llama Crónica de
Nabonido. Este texto describe la toma de Babilonia por Ciro y declara también
que Nabonido permaneció en Tema durante varios años mientras su hijo estaba en
Babilonia. Aunque en ese entonces Pinches no comprendió plenamente el texto e
identificó erróneamente a Tema, que está en la Arabia occidental, hizo algunas
deducciones acertadas en cuanto a Belsasar. Observó por ejemplo que Belsasar
"parece haber sido comandante en jefe del ejército, probablemente tenía mayor
influencia en el reino que su,padre, y por eso era considerado como rey" (
Transactions of the Society of Bíblica Archaeology , 1882, t. Vll, p. 150).
En los años siguientes se encontraron textos que aclararon las diversas
funciones de cargos importantes que desempeñó Belsasar hijo de Nabonido, antes y
durante el reinado de su padre. Sin embargo, ninguno de estos textos llamaba a
Belsasar rey, como lo hacia la Biblia. A pesar de esto, algunos eruditos,
basándose en la evidencia que iba acumulándose, sugirieron la opinión -que
después resultó acertada- que los dos podrían haber 834 sido corregentes. En
1916 Pinches publicó un texto en el cual Nabonido y Belsasar eran invocados
juntos en un juramento. Afirmó que textos como éste indicaban que Belsasar debió
haber tenido una "posición real" aunque también afirmó que "nos queda aún por
saber cuál fue el cargo exacto que tuvo Belsasar en Babilonia" ( Proceedings of
the Society of Bíblica Archaeology , t. 38 (9161), p. 30).
La
confirmación de la conclusión de que hubo corregencia entre Nabonido y Belsasar
se produjo finalmente en 1924, cuando Sidney Smith publicó el así llamado
"Relato en verso de Nabonido" del Museo Británico, en el cual se hace la clara
afirmación de que Nabonido "confió el reinado" a su hijo mayor ( Babylonian
Historical Text [Londres, 1924], p. 88; ver traducción de Oppenheim en Ancient
Near Eastern Texts , Ed. por Pritchard [Princeton, 1950], p. 313). Este texto
que eliminó toda duda de que Belsasar hubiera sido rey, resultó un duro golpe
para los eruditos de las escuelas de la alta crítica que pretendían que Daniel
había sido escrito en el siglo II a. C. Su dilema se refleja en las palabras de
R. H. Pfeiffer de la Universidad de Harvard, quien dice:
"Es de suponer
que nunca sabremos cómo supo nuestro autor... que Belsasar, sólo mencionado en
los registros babilónicos, en Daniel y en Baruc 1: 11, libro basado en Daniel,
estaba actuando como rey cuando Ciro tomó Babilonia" ( Introduction to the Old
Testament [Nueva York, 1941], pp. 758-759).
El descubrimiento de tantos
textos cuneiformes que proyectan luz sobre el reinado de Nabonido y Belsasar
indujo a Raymond P. Dougherty de la Universidad de Yale a reunir todo el
material original, tanto cuneiforme como clásico, en una monografía, que
apareció en 1929 bajo el título Nabonidus and Belshazzar (New Haven, 1929, 216
páginas).
"Las inscripciones cuneiformes indican que Nabonido era hijo
del príncipe de Harán, Nabu- balatsu-iqbi , y de la sacerdotisa del Templo de la
Luna de Harán. Después de que los medos y babilonios tomaron Harán en 610 a. C.,
quizá la madre de Nabonido fue tomada como una prisionera distinguida y llevada
al harén de Nabucodonosor, de manera que Nabonido creció en la corte a la vista
del gran rey. Muy probablemente fue él el "Labyneto" de Herodoto (i. 74), que
sirvió de mediador entre los lidios y los persas en el año 585 a. C. Esto es
evidente por las siguientes observaciones: Herodoto llama "Labyneto el
babilonio" al rey de Babilonia que reinaba cuando cayó Sardis, en 546 (i. 77).
Más tarde identifica con este mismo nombre al padre del gobernante de Babilonia
en la época de su caída, en 539 a. C. (i. 188). Sabemos que Nabonido era rey de
Babilonia en 546 a. C. y que también era padre de Belsasar. El hecho de que en
585 a. C. se hubiera elegido a Nabonido como representante diplomático de
Nabucodonosor era un alto honor que muestra que el joven debe haber sido un
favorito del rey en ese tiempo. Es posible, como piensa Dougherty, que su esposa
Nitocris, a quien Herodoto describe como una mujer sabia (i. 185-188), fuera
hija de Nabucodonosor y de una princesa egipcia.
Sin embargo, las
relaciones familiares entre Belsasar, el hijo de Nabonido, y Nabucodonosor no se
han determinado definitivamente mediante los registros de esa época.
Por
falta de información más completa es imposible actualmente determinar en forma
precisa cómo se han de entender las repetidas afirmaciones del cap. 5, de que
Nabucodonosor era padre de Belsasar. El uso bíblico permite que la palabra
"padre" signifique también "abuelo" o "antepasado" (ver com. 1 Crón. 2: 7). Se
han presentado 3 interpretaciones: (1) Nabonido era yerno de Nabucodonosor, y
Belsasar era nieto de Nabucodonosor por parte de su madre. (2) Nabonido era
llamado hijo porque su madre pertenecía al harén de Nabucodonosor y él era por
lo tanto su hijastro. (3) Belsasar sólo era hijo en el mismo sentido del caso
análogo de Jehú, rey de Israel, a quien las inscripciones asirias de ese
entonces llaman "hijo de Omri". Jehú no tenía parentesco de consanguinidad con
la casa de Omri, sino que Jehú exterminó a la dinastía que Omri había fundado y
fue el siguiente rey de Israel.
Los registros cuneiformes han proyectado
abundante luz sobre Belsasar, su cargo y sus actividades durante los años en que
fue corregente con su padre. Después de darle el reinado a Belsasar en 553/552
a. C. o poco después (ver com. cap. 5: 1-2), Nabonido dirigió una expedición
exitosa contra Tema, en Arabia, y fijó allí su residencia por muchos años.
Durante ese tiempo Belsasar se desempeñó como rey en Babilonia y comandante en
jefe del ejército. Aunque los documentos legales siguieron fechándose según los
años del reinado de Nabonido, el hecho de que los 835 nombres de padre e hijo se
pronunciaran juntos en los juramentos, mientras que bajo los reinados de otros
reyes sólo se usaba un nombre, muestra claramente el gobierno conjunto de
Nabonido y Belsasar.
La información obtenida de fuentes extrabíblicas,
que acabamos de presentar brevemente, ha vindicado en forma positiva la
precisión histórica del cap. 5. Al concluir su monografía sobre Nabonido y
Belsasar, Dougherty ha expresado con vigor esta convicción:
"De todos
los registros no babilónicos que tratan de la situación del Imperio
Neobabilónico en sus postrimerías, el quinto capítulo de Daniel sigue en
precisión a la literatura cuneiforme en lo que concierne a los acontecimientos
resaltantes. El relato bíblico puede considerarse superior porque usa el nombre
Belsasar, porque atribuye a Belsasar poder real y porque reconoce que existía un
gobierno dual en el reino. Los documentos cuneiformes del siglo VI a. C.
proporcionan una clara evidencia de la corrección de estos tres hechos
históricos básicos contenidos en el relato bíblico que tratan de la caída de
Babilonia. Los textos cuneiformes escritos bajo influencia persa en el siglo VI
a. C. no han conservado el nombre de Belsasar, pero describen en forma
convincente su papel de príncipe heredero, con poder regio durante la estada de
Nabonido en Arabia. Dos famosos historiadores griegos de los siglos V y IV a. C.
no mencionan a Belsasar por nombre, y sólo insinúan vagamente la verdadera
situación política existente en tiempo de Nabonido. Los anales griegos
aproximadamente de comienzos del siglo III al I a. C. no dicen absolutamente
nada en cuanto a Belsasar y la preeminencia que tuvo durante el último reinado
del Imperio Neobabilónico. Toda la información hallada en todos los documentos
con fecha posterior a los textos cuneiformes del siglo VI a. C. y anterior a los
escritos de Josefo del siglo I d. C. no ha podido proporcionar el material
necesario para el marco histórico del quinto capítulo de Daniel" (Op. cit., pp.
199-200).
Comentarios de Elena G. De White T4
CBA LIBRO DE DANIEL CAPÍTULO 5
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