CBA LIBRO DE DANIEL CAPÍTULO 6
1. Sátrapas.
Arameo 'ajashdarpan (ver com. cap.
3: 2). "Los diversos detalles de la administración provincial del Imperio Persa
antes de la reorganización hecha por Darío I son todavía un tanto oscuros.
Herodoto (iii. 89) afirma que Darío I creó 20 satrapías como principales
divisiones del imperio. Cada satrapía estaba dividida en provincias. "Las
inscripciones de Darío dan diferentes números de satrapías (21, 23, 29), lo que
indica que durante su reinado quizá el rey cambió tanto el número como el tamaño
de las satrapías. Algunos historiadores griegos usan el término "sátrapa" para
funcionarios inferiores, como aparentemente lo hizo Daniel cuando usó ese
término para referirse a los gobernadores provinciales. Compárese con las 127
provincias de Est. 1: 1 en tiempo de Jerjes.
2. Tres gobernadores.
Este cuerpo administrativo no se
menciona en fuentes que no sean bíblicas. Falta por completo toda prueba
documental de la época en cuanto a la organización del imperio persa antes del
reinado de Darío I.
Daniel era uno.
El anciano profeta muy
pronto se distinguió por su servicio concienzudo.
No fuese perjudicado.
La razón de la complicada organización de la administración civil de
Persia se pinta acá con vivos colores. Ver en Esd. 4: 13-16 las precauciones
existentes en el sistema imperial para evitar la pérdida de ingresos fiscales y
otros perjuicios.
3. Un espíritu superior.
Esta no era la primera vez en la que observadores reales habían notado
un "espíritu' excepcional en Daniel. Nabucodonosor había testificado que Daniel
poseía "espíritu de los dioses santos" (cap. 4: 8). La reina madre repitió esta
expresión en su entrevista con Belsasar durante su última y fatal noche (cap. 5:
11). En esa misma ocasión, ella llamó la atención al "mayor"espíritu" que se
había observado en Daniel (cap. 5:12). Este espíritu se había manifestado no
sólo al resolver "dudas" " (cap. 5:12), sino también en su escrupulosa
integridad, fidelidad invariable, lealtad al deber e integridad en palabras y
hechos, cualidades que rara vez se veían en los funcionarios de ese tiempo. A
Darío le bastó conocer brevemente a este anciano estadista, sobreviviente de la
edad de oro de la Babilonia imperial, para convencerse de que sería una decisión
sabia poner a Daniel como principal administrador del nuevo imperio y consejero
de la corona.
4. Acusar a Daniel.
Al hacer sus planes de ensalzar a Daniel al más alto cargo civil del
gobierno, es indudable que el rey estaba actuando para beneficiar a la corona y
al imperio. Sin embargo, no tomó en cuenta los celos que naturalmente surgirían
entre los dignatarios medos y persas cuando un judío, anterior ministro de los
babilonios, ocupara un cargo que según sus expectativas habría de ser para
ellos.
Ocasión alguna o falta.
A pesar de su avanzada edad
-tenía entonces más de 80 años- Daniel podía desempeñar sus deberes para el
Estado de tal manera que no se le podía acusar de ningún error o falta. Este
logro se debía a su integridad personal y a la confianza que tenía en la
infalible orientación de su padre celestial. Amar y servir a Dios le era más
importante que la vida misma. La adhesión estricta a las leyes de la salud desde
su juventud indudablemente le dio vigor mucho mayor que el que era común en los
hombres de su edad.
5. La ley de su Dios.
Un examen cuidadoso de las costumbres de Daniel, una observación
minuciosa de su trato con compañeros y subordinados y un repaso cuidadoso de los
registros, revelaban que no había irregularidades que dieran motivos a quejas o
acusaciones. Sin embargo, los enemigos de Daniel que nunca se lo encontraba
rindiendo culto a ninguno de los templos de Babilonia, ni tomaba partes en las
ceremonias religiosas paganas. Sin duda habían notado que faltaba a su oficina
todos los sábados, el día de descanso semanal prescrito en "La ley de su Dios".
Sin duda razonaron que sus horas fijas de oración interferían con el
cumplimiento de sus deberes oficiales.
6. Estos gobernantes y sátrapas.
No hay necesidad de
suponer que todos los gobernantes del imperio se reunieron ante el rey para
tratar este asunto. Es indudable que solo se presentaron los que envidiaban el
cargo de Daniel. Si se hubieran reunidos todos para esa ocasión, el rey podía
haber sospechado, especialmente si Daniel no hubiese estado entre ellos. Los
conjurados probablemente calcularon que si sólo unos pocos de ellos iban ante el
rey con el pedido, las posibilidades de engañar al monarca eran mayores que si
se esperaban a que todos los gobernadores de todos los rincones del imperio
pudiesen reunirse para aparecer ante él.
Para siempre vive .
Ver
com. cap. 2: 4.
7. Todos.
Sin duda
una mentira, porque es dudoso que todos hubieran sido consultados.
Cualquiera que. . . demande petición.
Un decreto de esta
naturaleza hubiera sido completamente extraño para los persas, quienes se
ganaron la reputación de ser muy bondadosos en asuntos de tolerancia religiosa.
Es inconcebible que un hombre como Ciro hubiera firmado tal decreto. Sin
embargo, indudablemente Darío de Media tenía otra formación. Sabemos poco acerca
de la manera de pensar de los medos en cuanto a tolerancia religiosa. Ciro, el
rey de persa, reconstruyó templos de naciones destruidas por los babilonios, y
así demostró su espíritu de tolerancia para con los sentimientos y prácticas
religiosas de otros pueblos. Por otra parte, Darío I dice que su percheros, el
falso Esmerdis, un mago de Media que reinó durante medio año en 522 a. C.,
Mostró su intolerancia destruyendo templos. Aunque las generalizaciones están
sujetas a error, debemos aceptar la posibilidad de que los medos, o al menos
algunos gobernantes, mostraron menos tolerancia religiosas que los persas.
Se ha observado también que la orden de no orar durante un mes a nadie
salvo al rey, aunque en esa ocasión iba dirigida en forma específica a Daniel,
puede haber sido sugerida por una costumbre nacional religiosa de los medos en
tiempos anteriores, según la cual se le rendían honores divinos al rey.
Herodoto (i. 199) hace notar que Dios es, uno de los primeros reyes
conocido de los medos, había echo que su persona fuese objeto de reverente pavor
ante los ojos de sus súbditos, retirándose de la vista de los hombres comunes
para convencer a su pueblo de que era diferente de ellos. Es evidente que aun
los reyes persas estuvieran ocasionalmente dispuestos a aceptar honores divinos
porque el echo de que en Egipto permitieron que se agregaran atributos divinos a
sus nombres. Las inscripciones jeroglíficas se refieren a Cambises como "hijo de
Re", el dios sol, y a Darío como "el hijo de dios". Por eso no es necesario
recurrir a los emperadores romanos para encontrar los primeros paralelos
históricos de la orden de Dan. 6: 7 como algunos críticos lo han pretendido.
Fosos de los leones.
La literatura de la época y la obras de
arte a menudo presentan a los reyes de la antigüedad, tales como los de Egipto,
Asiria, Persia, ocupados en el deporte de la caza de animales salvajes.
Generalmente se cazaban leones y también panteras, toros salvajes y elefantes.
Los informes hablan de reyes vasallos que enviaban como tributo animales
salvajes capturados a sus señores reales de Mesopotamia. Se les guardaban en
jardines zoológicos, como símbolos del poder mundial del monarca y para
diversión del rey y de sus amigos. Aunque los registros de la época de los
persas no dan ejemplos de que se hubieran impuesto la pena capital echando al
culpable a las fieras, si se refieren a formas extremadamente bárbaras de
aplicar dicha pena por parte de reyes persas que por lo demás eran muy
benévolos.
8. Que no pueda ser revocado.
Compárese con la inmutabilidad de la ley de los "medos y persas" en Est.
1: 19; 8: 8. Esta característica también es confirmada por los escritores
griegos. Por ejemplo, Diodoro de Sicilia (xvii. 30) describe los sentimientos de
Darío II hacia la sentencia de muerte que dictó contra Jaridemos. Sostiene que
el rey, después de haber pronunciado la pena capital, se arrepintió y se acusó a
sí mismo de haber errado, pero era imposible deshacer lo que había hecho por su
autoridad real.
De Media y de Persia.
Los expositores de la alta
crítica a menudo señalaban la presencia de esta expresión en el libro de Daniel,
usada en una época cuando los persas en realidad tenían mayor dominio del
imperio que los medos, como una prueba de que este libro fue escrito más tarde.
Sostenían que tal término sólo se habría usado cuando la gente ya estaba un
tanto olvidada de la verdadera situación política. Los documentos de la época
descubiertos desde entonces han mostrado que esta declaración de la alta crítica
estaba equivocada. Dichos documentos se refieren a los persas como "medos", y a
los "medos y persas" de la misma manera como lo hace la Biblia. Los documentos
cuneiformes también mencionan a varios reyes persas con el título de "rey de los
medos" tanto como con el título acostumbrado de "rey de Persia". Puesto que
Darío era "de Media", es natural que cualquier cortesano que se refiriese en su
presencia a la ley del país hablase de "la ley de Media y de Persia".
10. Su casa.
Quizá la casa de
Daniel tenía un techo plano como la mayoría de las casas de Mesopotamia, tanto
antiguas como modernas. Generalmente hay en una esquina un departamento que se
alza por encima del techo plano, y que tiene ventanas con celosías para la
ventilación. Tales piezas eran un lugar ideal para retraerse con propósitos de
devoción.
Abiertas las ventanas.
Se usa una expresión aramea
idéntica en un papiro arameo de Elefantina. El papiro describe una casa que
tenía "ventanas abiertas" en la parte baja y arriba (Cowley, N.º 25, línea 6).
Otro papiro habla de una casa cuya "única ventana se abre a los dos
compartimientos" (Kraeling, N.º 12, línea 21). Las ventanas abiertas de Daniel
se abrían hacia Jerusalén, la ciudad de la que había salido siendo muchacho y la
cual probablemente nunca volvió a ver. Ver 1 Rey. 8: 33, 35; Sal. 5: 7; 28: 2
con referencia a la costumbre de volverse hacia Jerusalén ah orar.
Se
arrodillaba.
La Biblia hace notar varias posiciones para orar.
Encontramos a siervos de Dios orando mientras están sentados, como David (2 Sam.
7: 18), inclinándose, como Eliezer (Gén. 24: 26) y Elías (1 Rey, 18: 42), y a
menudo de pie, como Ana (1 Sam. 1: 26). La actitud más común al orar parece
haber sido la de arrodillarse, de la cual tenemos los siguientes ejemplos:
Esdras (Esd. 9: 5), Jesús (Luc. 22: 41), Esteban (Hech. 7: 60). Mayores
informaciones en PR 33-34; OE 187.
Tres veces al día.
Según las
tradiciones posteriores judías, la oración elevada tres veces al día debía
ofrecerse a la tercera, sexta y novena horas del día (se contaban las horas
desde la salida del sol). La tercera hora y la novena correspondían con la hora
del sacrificio de la mañana y de la tarde. El salmista siguió la misma práctica
(Sal. 55: 17). En tiempos posteriores el orar tres veces al día se convirtió en
costumbre fija para todo judío ortodoxo que vivía según los reglamentos
rabínicos ( Berakoth iv. i). Pareciera que esta costumbre de las tres oraciones
diarias hubiera sido también adoptada por la iglesia cristiana primitiva (
Didajé 8).
11. Hallaron a Daniel orando.
Los conjurados no tuvieron necesidad de esperar mucho tiempo hasta ver
que Daniel desacataba la prohibición del rey. Hubiese decreto o no lo hubiese,
ese hombre de Dios creía que debía continuar con sus costumbres habituales de
oración. Dios era para él la fuente de toda sabiduría y del éxito de su vida. El
favor del cielo le era más caro que la vida misma. Su conducta era el resultado
natural de su confianza en Dios.
13. De los
cautivos.
La manera de hacer la acusación revelaba todo el odio y
menosprecio que esos hombres sentían por Daniel. No hicieron referencia a la
dignidad del cargo que ocupaba, sino que lo describieron meramente como a un
extranjero, un judío deportado. Sin duda así esperaban que el rey sospechara que
su conducta era un acto de rebelión contra la autoridad real. Lo que en realidad
preguntaban era lo siguiente: Un hombre a quien el rey había honrado tanto, y
que tenía tantos motivos para mostrar su gratitud para con el rey por medio de
una estricta obediencia a los decretos reales, ¿cómo podía ser tan desvergonzado
como para desafiar 840 abiertamente las órdenes del rey? Sus palabras tenían el
propósito de que Darío considerara a Daniel como un personaje ingrato, y aun
traidor.
14. Librar a Daniel.
El
monarca vio la celada que se le había tendido. Cuando se le propuso el decreto,
los hombres habían recurrido a lisonjas, y el anciano rey había accedido sin
darse cuenta del complot que estaba en el fondo del plan de esos hombres, en
cuyo buen juicio el rey acostumbraba confiar. Repentinamente se dio cuenta de
que el origen del decreto no era como él lo había pensado: para honrar su
reinado y a su persona, sino para privarlo de un verdadero amigo y funcionario
público digno de confianza. A pesar de sus esfuerzos casi frenéticos, el rey no
pudo encontrar una excusa legal por la cual pudiera salvar a Daniel y al mismo
tiempo conservar el concepto básico de los medos y pensasen cuanto a la
inviolabilidad de la ley.
15. Rodearon al
rey.
Por segunda vez en aquel día aciago los enemigos de Daniel vinieron
ante el rey, esta vez, al atardecer. Durante horas habían esperado que se
cumpliera la sentencia, y cuando nada ocurrió, volvieron a entrevistarse con el
rey y con descaro pidieron que muriera su víctima. Sabían que tenían derecho de
insistir legalmente para que Daniel fuera ejecutado, y que la ley no daba
derecho a ninguna escapatoria.
16. Te
libre.
Adviértase el notable contraste de las palabras del rey con las
que pronunciara Nabucodonosor en otra ocasión un tanto similar (cap. 3: 15).
Darío puede haber sabido de los milagros que Dios había realizado en días de
Nabucodonosor y Belsasar.
17. Fue traída
una piedra.
No se ha desenterrado todavía ningún antiguo foso de leones,
y por lo tanto es imposible reconstruir un cuadro preciso de un lugar tal.
La cual selló.
El sellamiento oficial efectuado por el rey y sus
príncipes tenía un doble propósito. Le garantizaba al rey de que Daniel no sería
muerto por ningún otro medio, en caso de que no fuese lesionado por los leones.
Puesto que Darío esperaba que el Dios de Daniel salvaría a su fiel siervo de los
leones, naturalmente quería precaverse contra cualquier interferencia de los
hombres que se habían propuesto quitar la vida a Daniel. Por otra parte, el
sello aseguraba a los enemigos de Daniel que no se podría hacer ninguna
tentativa de salvarlo en caso de que no fuese inmediatamente despedazado por las
fieras. Los consejeros de Darío pueden haber temido que los amigos de Daniel o
el rey intentarían salvarlo del foso en cuanto se hubiese retirado la gente del
lugar de la ejecución. Por eso se usó tanto el sello de ellos como el del rey,
para asegurar que la piedra no sería tocada durante la noche.
Las tumbas
egipcias selladas pueden servir para ilustrar la manera de sellar una abertura.
Después que se había cerrado la puerta por última vez, se la cubría de revoque y
se la sellaba en toda su superficie húmeda, o se le pasaba un sello en forma de
rollo. Tal vez se siguió un procedimiento similar en el caso del sellamiento del
foso de los leones. Con toda probabilidad se usaron los cilindros-sellos que
eran comunes entre los asirios, babilonios y persas. Cada excavación hecha en
Mesopotamia presenta numerosos ejemplos de tales sellos.
18. Instrumentos de música.
Arameo dajawah. Su significado
no es claro. En la Biblia aparece sólo en este pasaje. El comentador judío
medieval Rashi explicó que significaba "mesas". Ibn Ezra, otro erudito judío,
interpretó el significado como "instrumentos de música". Su interpretación puede
haber influido sobre los traductores de la RVR. Entre las muchas otras
interpretaciones que se encuentran en las traducciones y comentarios, todas las
cuales son conjeturas, pueden señalarse las siguientes: "alimentos", "músicos",
"bailarinas", "perfumes", "entretenedores" y "concubinas". La BJ añade la
siguiente aclaración, en nota de pie de página: "Traducción conjetural".
19. Muy de mañana.
Arameo
shefarpar, "amanecer". El significado de este pasaje se revela claramente en la
traducción de Keil: "El rey tan pronto como se levantó, al amanecer, fue
apresuradamente con la primera luz".
20. Triste.
Arameo 'atsib, "triste", "apenado", "lleno de
ansiedad". La voz refleja las emociones, y es difícil ocultar los sentimientos
íntimos. El rey había pasado por la terrible prueba de ver que su siervo más
fiel era arrojado a los leones. Esa espantosa vivencia fue seguida por una noche
larga e insomne. No es pues de extrañarse de que su voz revelara su íntima
inquietud, ansiedad y amargo remordimiento.
Siervo del Dios viviente.
Las palabras de Darío revelan cierto grado de conocimiento del Dios y de
la religión de Daniel. El hecho 841 de que el rey hablara del Dios de Daniel
como del "Dios viviente" sugiere que Daniel lo había instruido en la naturaleza
y el poder del verdadero Dios.
21. Oh rey,
vive para siempre.
Ver com. cap. 2: 4 con referencia a este saludo
ceremonial.
22. Cerró la boca de los
leones.
El autor de la epístola a los Hebreos se refiere a esto que le
pasó a Daniel y atribuye la liberación del profeta al poder de la fe (Heb. 11:
33).
Fui hallado inocente.
Es de suponer que Daniel no había
tratado de disculparse antes de ser echado a los leones. Cualquier palabra
pronunciada entonces podría haber sido interpretada por sus enemigos como una
señal de debilidad o de temor. Sin embargo, después de que Dios había creído
conveniente salvarle la vida, Daniel quiso declarar su inocencia.
23. Sacar a Daniel del foso.
Los
requisitos del decreto real habían sido cumplidos. Ese decreto no exigía la
ejecución del transgresor sino sólo que fuera "echado en el foso de los"leones"
(vers. 7). Por supuesto, no hay duda de que estas palabras implicaban una
sentencia de muerte. Daniel había sido echado en el foso de los leones, y no
había restricciones constitucionales que le impidieran al rey que sacase a
Daniel de dicho foso.
24. Fueron echados. .
. ellos.
El airado rey actuó en la forma acostumbrada de los déspotas de
su tiempo. La historia antigua da muchos ejemplos de tales hechos. Algunos
comentadores críticos han tratado de mostrar que esta narración no es histórica,
diciendo que el foso en que eran guardados los leones no podría haber sido
suficientemente grande para recibir a 122 hombres con sus familias; y además que
no podría haber habido suficientes leones en Babilonia para comer a tantas
víctimas. Pero la Biblia no dice en ninguna parte que ése fue el número de los
condenados a muerte. Esos eruditos críticos han llegado a la conclusión
innecesaria de que todos los 120 príncipes y los 2 presidentes de los vers. 1 y
2 estuvieron implicados en este desafortunado suceso. Sería pura especulación
decir cuántos tuvieron que ver con este asunto.
Sus hijos.
Tanto
Herodoto (iii. 119) como Amiano Marcelino (xxiii. 6, 81) atestiguan que condenar
a muerte a las esposas y a los hijos junto con los hombres sentenciados estaba
de acuerdo con las costumbres persas.
26. De parte mía es puesta esta ordenanza.
Después de la
maravillosa liberación de los tres amigos de Daniel del horno de fuego,
Nabucodonosor había promulgado un edicto para todas las naciones de su reino en
el que prohibía, bajo pena de muerte, que se dijera cualquier cosa contra el
Dios de los hebreos (cap. 3: 29). En forma similar, como consecuencia de la
milagrosa protección de Daniel en el foso de los leones, Darío promulgó un
edicto que mandaba a todas las naciones de su reino que temieran y reverenciaran
al Dios de Daniel. No necesariamente debemos concluir por esto que el rey mismo
abandonó el politeísmo de los medos. Darío reconoció al Dios de Daniel como el
Dios viviente, cuyo reino y dominio son eternos, pero no se dice que lo
reconoció como el único Dios verdadero. Ver p. 779.
28. Durante el reinado.
La repetición de estas palabras no
indica una separación entre el reino persa y el medo, sino meramente una
distinción de gobernantes, uno medo, el otro, persa. La construcción de la
oración permite interpretar que Ciro fue corregente con Darío o su sucesor.
NOTA ADICIONAL DEL CAPÍTULO 6
A
continuación presentaremos un resumen y una evaluación de las diversas opiniones
que se tienen en cuanto a la identidad de Darío de Media. Antes de que se
contara con el testimonio de la arqueología moderna, el libro de Daniel
presentaba varios problemas históricos, la mayoría de los cuales han sido
resueltos satisfactoriamente (ver p. 775). De los problemas aún sin resolver, el
mayor es el que atañe a la persona y cargo de Darío. Sin embargo, la forma
notable en que se han confirmado otras declaraciones históricas de la Biblia,
justifica la confianza de que este problema también se resolverá.
Los
representantes de la alta crítica presentan la explicación sencilla, pero
inaceptable, de que las partes históricas del libro de Daniel son legendarias y
que Darío es un personaje imaginario inventado por un autor del libro del siglo
II a. C. El hecho de que no se pueda encontrar confirmación secular de ciertas
declaraciones históricas de la Biblia, 842 no es razón suficiente para dudar de
la fidelidad histórica y de la exactitud de las Sagradas Escrituras. Muchas
declaraciones bíblicas que antiguamente fueron puestas en duda por algunos
eruditos críticos han sido confirmadas y están en completa armonía con los
hechos de la historia antigua, según lo revelan los descubrimientos
arqueológicos.
Daremos a continuación un resumen de las declaraciones
bíblicas referentes a Darío:
1. Darío era de ascendencia meda (cap. 5:
31; 9: 1; 11: 1).
2. Era "hijo de Asuero" " (cap. 9: 1).
3.
Llegó a " "ser rey sobre el reino de los caldeos" (cap. 9: 1). Por lo tanto,
"tomó" [o "recibió" " (BJ)] " el reino" (cap. 5: 31).
4. Tenía 62 años
cuando Babilonia fue tomada (cap. 5: 30-31).
5. Sólo se menciona el
primer año de su reinado (cap. 9: 1; 11: 1).
6. Constituyó "sobre el
reino ciento veinte sátrapas" que estaban a las órdenes de "tres gobernadores"
(cap. 6: 1-2).
7. Ciro fue el sucesor de Darío o reinó al mismo tiempo
(cap. 6: 28).
De esta información se deduce lo siguiente: después de la
caída de Babilonia, el Imperio Babilónico fue gobernado por Darío, quizá durante
la primera parte del reinado de Ciro, según el cómputo de Babilonia. Darío, hijo
de Asuero (en griego, Jerjes), es llamado de Media en contraste con Ciro, que es
llamado persa (cap. 6: 28). Tenía ya 62 años cuando fue conquistada Babilonia, y
quizá murió poco después.
Ningún documento extrabíblico -con excepción
de los que se basan en Daniel, tales como las obras de Josefo-, menciona a un
Darío como gobernante del derrocado Imperio Babilónico antes de Darío I (522-486
a. C.). Futuros hallazgos arqueológicos podrían darnos referencias directas de
Darío de Media. Mientras tanto, los intérpretes bíblicos deben tratar de
identificar a Darío de Media con alguno de los personajes históricos conocidos
por otro nombre durante el tiempo de Ciro. Josefo dice que el Darío del libro de
Daniel "tenía otro nombre entre los griegos" ( Antigüedades x. 11. 4). De las
varias identificaciones propuestas, merecen ser examinadas las siguientes:
1. Que Darío de Media era Astiages, el último gobernante del reino medo
antes de que Ciro tomara el imperio. Astiages era hijo de Ciajares (o Ciaxares)
I, cuyo nombre, se afirma, puede ser identificado lingüísticamente con el de
Asuero del cap. 9: 1, aunque Asuero, en otros casos, representa al nombre de
Jerjes (ver com. Est. 1: 1). Puesto que Astiages comenzó a reinar alrededor del
año 585 a. C., ya habría sido anciano en ocasión de la caída de Babilonia en 539
a. C., tal como se nos dice que lo era Darío (cap. 5: 31). Este hecho hace más
factible la posibilidad de esta identificación sugerida.
Hay serias
objeciones contra esta identificación. Según las fuentes griegas, Astiages era
abuelo de Ciro. Cuando Ciro era joven, Astiages varias veces intentó matarlo.
Más tarde, cuando fue rey sobre las tribus persas, Ciro se rebeló contra el
monarca y depuso a Astiages en el año 553/552 o en el 550 a. C., y lo puso como
gobernador de Hircania al sur del mar Caspio. Ni aun los documentos griegos
insinúan que Astiages se asociara con Ciro para la toma de Babilonia en el 539.
Además, es dudoso que Astiages, contemporáneo de Nabucodonosor y cuñado del gran
rey babilonio, viviese todavía en ese tiempo. Por lo tanto, es poco probable que
se los pueda considerar como la misma persona.
2.Que Darío de Media era
Cambises, hijo de Ciro. Cambises es mencionado en varias tablillas cuneiformes
con el título de rey de Babilonia, corregente con su padre Ciro, a quien se
llama en esas mismas tablillas rey de las tierras. Sin embargo, la corregencia
con su padre: es el único factor a favor de la identificación de Cambises con el
Darío de Daniel. En todo lo demás, Cambises no coincide con el cuadro presentado
por la Biblia. No podría haber tenido 62 años en el año 539 a. C. No era medo,
sino persa como su padre. Y no era hijo de Asuero. A causa de las muchas
dificultades que surgen, debe rechazarse la identificación de Cambises con
Darío.
3. Que Darío de Media era Gobrias (el punto de vista que ha
encontrado más apoyo). Según Jenofonte ( Ciropedia vii), Gobrias era un anciano
general que tomó Babilonia para Ciro. La Crónica de Nabonido, un importante
documento cuneiforme, lo menciona al describir la caída de Babilonia. Dice que "
Ugbaru , el gobernador de Gutium, y el ejército de Ciro entraron en Babilonia
sin combatir" el día 16 del mes de Tisri.
Después de describir la
entrada de Ciro en Babilonia, menciona también a un cierto " Gubaru , su
gobernador", quien "instaló 843 [sub] gobernadores en Babilonia". Además,
después de narrar cómo los dioses llevados por Nabonido a Babilonia fueron
devueltos a sus respectivas ciudades, la tablilla dice que ,en el mes de
Arahshamnu, en la noche del día 11, Ugbaru murió". La oración siguiente está
mutilada, y los eruditos no han podido ponerse de acuerdo si se refiere a la
muerte de Ugbaru o a la de un personaje real. La siguiente oración menciona que
hubo un duelo oficial en todo el país durante una semana.
Varios
eruditos han pensado que Ugbaru y Gubaru son sólo diferentes grafías del mismo
nombre y que representan al Gobrias de los documentos griegos. Sin embargo,
Ugbaru murió en el mes de Arahshamnu -ya sea en el año de la caída de Babilonia
o en el siguiente-, mientras que hubo otro Gubaru, que vivió por muchos años
como gobernador de las satrapías de Babilonia y de Siria y de territorios
adyacentes, y que más tarde fue suegro de Darío I, el Grande, como lo prueban
documentos de la época. De acuerdo con este punto de vista, Ugbaru y Gubaru de
la Crónica de Nabonido deben ser dos personas diferentes. Ugbaru, habiendo
tomado la ciudad de Babilonia, murió después. Gubaru continuó viviendo como
gobernador de Babilonia.
Los que identifican a Darío de Media con
Gobrias e igualan a Ugbaru con Gubaru señalan que Gobrias es presentado como el
que tomó a Babilonia y que virtualmente llegó a ser su gobernante. Por lo tanto,
se le podría haber llamado "rey" aunque los registros de entonces sólo lo llaman
gobernador. El hecho de que, según la Crónica de Nabonido, aparece como
nombrando gobernadores sobre Babilonia, parece corroborar lo que dice Dan. 6:
1-2, donde esa tarea se atribuye a Darío de Media. Se ha explicado también que
el nombre Gubaru es de origen medo. Además su cargo anterior como gobernador de
Gutium, una provincia fronteriza de Media, parecería admitir la posibilidad de
que fuera medo.
Aunque esta identificación de Darío con Ugbaru (Gobrias)
es más aceptable que las dos mencionadas anteriormente, hay también objeciones
contra este punto de vista. Gobrias es llamado gobernador, no un rey. Siendo que
vivió muchos años después de la caída de Babilonia, debe haber tenido mucho
menos de 62 años en 539 a. C.
Una alternativa a la teoría de Gobrias,
basada en una reinterpretación de la Crónica de Nabonido, propone que Darío de
Media no fue Gubaru -el ulterior gobernador según las tabletas que se refieren
al convenio sino el Ugbaru de la Crónica de Nabonido, el gobernador de Gutium
que tomó Babilonia para Ciro y que murió en el mes de Arahshamnu no tres semanas
después sino un año y tres semanas más tarde. Esto daría tiempo para que
ocurriera lo descrito en el cap. 6, durante su gobierno " "sobre el reino de
los"caldeos" (cap. 9:1). Aplicado a Ugbaru, el término "rey" sería sólo un
tratamiento de cortesía; Ciro, ya el amo de Persia, Media y Lidia antes de
conquistar Babilonia, era de facto el gobernante de todo el imperio.
4.
Que Darío de Media era Ciajares II, el hijo de Astiages. Compárense las
declaraciones que aparecen en PR 384, 407-409 acerca de Ciro como sobrino y
general de Darío con lo que dice Jenofonte, que (1) Ciro, nieto de Astiages por
su madre Mandana, había conocido a su tío Ciajares durante los años que Ciro
pasó en la corte de su abuelo medo ( Ciropedia i. 3. 1; 4. 1, 6- 9, 20-22; 5.
2); (2) que Ciajares sucedió a su padre en el trono como rey de Media, después
de la muerte de éste (i. 5. 2); (3) que cuando Ciro hubo conquistado Babilonia,
visitó a su tío llevándole obsequios y le ofreció un palacio en Babilonia; que
Ciajares aceptó los regalos, y dio su hija a Ciro y también el reino (viii. 5.
17-20).
Aunque no se pueden aceptar los detalles del relato tal como los
presenta Jenofonte, es posible que el escritor griego conservara correctamente
la tradición de que Ciajares fue el último gobernante medo, y que era suegro de
Ciro además de ser íntimo amigo del gran persa. Si estos puntos pueden aceptarse
como hechos históricos, se puede creer que Ciro, al rebelarse contra Astiages,
permitió que Ciajares II reinara como rey nominal para complacer a los medos. Al
mismo tiempo todos sabían en el reino que el verdadero soberano era Ciro, y que
Ciajares II sólo era una figura decorativa. En tal caso, Darío de Media puede
ser identificado con Ciajares II, quien tal vez había ido a Babilonia aceptando
la invitación de Ciro para figurar como rey.
Siempre que Jenofonte sea
exacto, se puede demostrar que Ciajares II tenía ya una edad avanzada cuando
cayó Babilonia, en base a lo siguiente: Ciajares II era suegro de Ciro. Ciro
mismo tendría con toda probabilidad por lo menos 40 años entonces, lo que es 844
evidente porque su hijo Cambises tenía suficiente madurez como para
representarlo oficialmente durante las actividades del día de año nuevo. Por lo
tanto, Ciajares II podría haber tenido 62 años cuando cayó Babilonia; edad que
Daniel asignó a Darío de Media. Su edad relativamente avanzada -en un tiempo
cuando la mayoría de la gente moría joven- podría haber determinado que no
sobreviviera por mucho tiempo a la caída de Babilonia. Esto explicaría por qué
Daniel menciona únicamente el primer año de su reinado. Jenofonte no nos informa
nada más acerca de Ciajares poco después de la conquista de Babilonia.
La declaración hecha por Daniel de que Darío era "hijo" de Asuero quizá
debiera entenderse como que era "nieto" de Asuero. Hay abundantes pruebas de que
la palabra hebrea que significa "hijo" puede también traducirse por "nieto" , o
aun un descendiente más remoto (ver com. 2 Rey. 8: 26). La forma castellana
Asuero viene del hebreo ´Ajashwerosh, que podría ser una traducción de
Uvaxshtrah , la antigua grafía persa de Ciajares I, pero no de Astiages.
Si después de su llegada a Babilonia, Darío se convirtió en amigo
especial de Daniel, es comprensible que el profeta fechara las visiones
recibidas durante ese corto reinado en relación con los años de Darío (cap. 9:
1; 11: 1), y no con los años de Ciro. Sin embargo, después del año atribuido a
Darío, Daniel fechó los acontecimientos en relación con los años del reinado de
Ciro (cap. 1: 21; 10: 1).
Las pruebas de la época que podrían aclarar
esta reconstrucción de la historia de Ciajares II son ambiguas y escasas. Hay
una posible referencia a Ciajares en la Crónica de Nabonido. Puesto que es
cierto que Gubaru vivió muchos años después de la toma de Babilonia, mientras
que Ugbaru murió poco después, y puesto que durante el mismo mes hubo duelo
oficial por la muerte de algún alto personaje, podría verse a Ciajares II en el
Ugbaru de la Crónica de Nabonido. O el nombre de Ciajares puede haber estado en
la línea mutilada que habla de la muerte de un personaje distinguido, motivo de
duelo nacional. Sin embargo, parece haber un error en la primera mención de
Ugbaru en la Crónica de Nabonido. O el nombre de Ugbaru es el error de un
escriba que lo confundió con Gubaru, o el título "gobernador de Gutium" fue
transferido por equivocación de Gubaru a Ugbaru por el autor de la tablilla.
Podría encontrarse otra prueba de esa época en la doble mención de un
Ciajares en la gran inscripción de Darío I en Behistún (acerca de esta
inscripción, ver t. I, pp. 106, 117). Entre los varios pretendientes al trono
contra los cuales luchó Darío I, había dos que decían ser de la familia de
Ciajares. El Ciajares en cuestión podría haber sido Ciajares I, padre de
Astiages, o tal vez Ciajares II, suegro de Ciro y último rey nominal de Media.
Este resumen demuestra que hay aún muchos factores oscuros para resolver
el problema de la identificación de Darío el Medo mediante documentos históricos
y arqueológicos. Sin embargo, considerando todas las posibilidades, este
Comentario se inclina por el cuarto punto de vista.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE T4
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