1. La entrada de la casa.
Es decir, la puerta
del templo mismo.
Aguas que salían.
Debería tenerse en cuenta lo
que ya se ha dicho en cuanto a la interpretación de la visión del templo (ver
com. cap. 40: 1). La visión era una profecía gráfica que describía un sistema
religioso literal. La presentación muestra las cosas como podrían haber sido, y
parece haber poco motivo para apartarse del lenguaje literal. Ezequiel no dice
si las aguas nacían de un manantial milagroso o si venían de otras corrientes de
agua. Su responsabilidad era simplemente la de describir lo que veía. Su
intención debe haber sido razonablemente clara para los israelitas. La
abundancia de agua, tal como se la representaba aquí, era el símbolo de
precipitaciones adecuadas, con la consiguiente prosperidad. Estas bendiciones
fueron destacadas además por la mención de árboles frutales y abundante vida en
las aguas (vers. 7-12).
Puesto que estas predicciones nunca se
cumplieron en su intención original, se cumplirán en cierta medida en la iglesia
cristiana. Juan el revelador emplea las figuras de estos capítulos y explica qué
partes de ellas se cumplirán en la tierra nueva (ver por ejemplo Eze. 47: 12;
cf. Apoc. 22: 2).
Muchas veces las cosas físicas tienen el propósito de
enseñar lecciones espirituales. Aquí el arroyo, que había comenzado muy pequeño,
iba aumentando a medida que corría hacia el desierto. De la misma manera, las
bendiciones del pacto, que recibieron primero 764 los israelitas, debían fluir,
siempre aumentando, hasta que abarcaran a todo el mundo. Podría emplearse la
misma figura para ilustrar la obra del Movimiento Adventista (ver 7T 171- 172).
Si la corriente de agua tuviera un origen milagroso y fuera aumentando
de modo inexplicable, quedaría como una evidencia perpetua del poder de un Dios
omnipresente que opera en favor de su pueblo. Tal demostración sería similar a
la de la presencia de la columna de fuego y la nube que acompañó a los
israelitas en su peregrinación por el desierto (Exo. 13: 21-22) y a la milagrosa
provisión de agua potable (Exo. 17: 1-7; etc.).
2. La puerta del norte.
Quizá porque la puerta interior
del lado oriental estaba reservada para el príncipe (cap. 46: 1-8) y la puerta
exterior del lado oriental estaba cerrada (cap. 44: 1-2).
3. Por las aguas.
Las medidas que se dan en los vers. 3-6
muestran gráficamente el enorme aumento de las aguas. A una distancia de
aproximadamente 2.000 m el manantial se había convertido en un caudaloso río que
no se podía vadear (vers. 5).
7. Muchísimos
árboles.
Compárese con Apoc. 22: 2; ver com. Eze. 47: 1.
8. Arabá.
La depresión del río
jordán, el mar Muerto, y el valle que se extiende desde el mar Muerto hasta el
golfo de Akaba. Hoy se emplea la palabra Arabá para designar sólo el valle al
sur del mar Muerto.
El mar.
La descripción que se presenta aquí
confirma que esto incluía el mar Muerto.
9. Vivirá.
Debido al elevado contenido de minerales, los
peces no pueden vivir en el mar Muerto. Sin duda esta situación ya existía en
tiempos de Ezequiel.
10. En-gadi.
Literalmente, "fuente del cabrito". Este lugar se halla sobre la costa
occidental del mar Muerto, más o menos a mitad de ella (ver com. 1 Sam. 24: 1).
Actualmente se conoce el lugar por el nombre de Engedí.
En-eglaim.
Este nombre sólo aparece aquí y el sitio no ha sido identificado.
11. Salinas.
Ciertas aguas no
serían saneadas, probablemente a fin de asegurar la existencia de suficiente
sal.
12. Fruto será para comer.
La
aplicación secundaria de esta predicción se cumplirá con el árbol de vida en
medio del nuevo Edén de Dios (Apoc. 22: 2).
13. Las doce tribus.
Se esperaba que algunos representantes
de cada una de las doce tribus volverían del cautiverio. Las promesas no se
limitaban a Judá y a Benjamín, sino que eran para todo Israel.
Dos
partes.
Compárese con Gén. 48: 22; Jos. 17: 14, 17. La porción de Leví
correspondía con la "porción de Jehová" (Eze. 45: 5-6), pero con las dos
porciones de José -Efraín y Manasés- se completaban las doce porciones.
14. Así los unos como los otros.
Literalmente, "un hombre como su hermano", es decir, "en forma
equitativa". Ezequiel define con precisión sólo los límites por el norte y por
el sur del país. Algunos han supuesto que las diversas porciones asignadas a las
tribus eran zonas, más o menos de igual anchura, que se extendían de este a
oeste, atravesando el país. No hay modo de comprobar esto.
Alcé mi mano.
En señal de juramento. Con referencia a la promesa y al juramento, ver
Gén. 12: 7; 17: 8; 26: 3; 28: 13.
15. El
límite de la tierra.
Hay muchos parecidos entre las fronteras que se dan
aquí y las que aparecen en Núm. 34: 1-15. Sin embargo, en ese pasaje se dan
primero las fronteras del sur, sin duda porque los israelitas venían desde
Egipto. Aquí se dan primero las fronteras del norte, quizá porque los israelitas
volverían a Palestina desde el norte.
Desde el mar Grande.
La
frontera comenzaba en el Mediterráneo, pero no se precisa el punto exacto. A
juzgar por los otros lugares geográficos mencionados, es probable que ese punto
se hallara cerca de lo que hoy se conoce como la ciudad de Trípoli, en el
Líbano. Algunos hacen comenzar la frontera cerca de Tiro.
Hetlón.
Sólo se menciona este lugar aquí y en el cap. 48: 1. Su ubicación es
incierta.
Zedad.
Se ha identificado este lugar con lo que hoy se
llama Tsadad, a unos 90 km. al sur de Hamat.
16. Hamat.
Si se traspone el orden de las palabras, se lee
como en la BJ: "Desde el mar Grande, el camino de Jetlón hasta la Entrada de
Jamat, Sedad..." Así dice la LXX. Se cree que la "Entrada de Hamat" era lo que
hoy corresponde a Lebweh, a unos 112 km. al suroeste de Hamat, o quizá al valle
del Orontes (ver com. Núm. 34: 8).
Berota.
Quizá Berota
correspondía con Berotai (2 Sam. 8: 8), que ahora se identifica con Bereitan, a
pocos kilómetros al sur de 765 Baalbek, en el valle que separa el Líbano del
Antilíbano.
Sibraim.
Lugar fronterizo cuya ubicación precisa es
desconocida.
Hazar-haticón.
Literalmente, la "aldea del medio".
Todo lo que se sabe de este lugar aparece en este pasaje: quedaba en la frontera
del distrito de Haurán.
Haurán.
Este nombre designa al
territorio que queda al sur de Damasco, hacia Galaad.
17. Hazar-enán.
Posiblemente corresponda con lo que hoy se
llama Qaryatein, a unos 30 km. al sureste de Zedad (ver com. vers. 15) y a unos
115 km. al noreste de Damasco.
18. Del lado
del oriente.
Es difícil trazar con precisión esta frontera. Es probable
que se incluyera parte del territorio de Galilea, al este del mar de Cineret.
19. Tamar.
Lugar no identificado
aún con precisión. Es probable que se encontrara cerca del extremo meridional
del mar Muerto.
Cades.
En Núm. 34: 4 se denomina Cadesbarnea a
este lugar. Algunos lo han identificado con Ain Qudeirat, alrededor de 115 km.
al suroeste de Hebrón; otros con Ain Qedeis, a unos 8 km. hacia el sur.
El arroyo.
Al comparar este pasaje con Núm. 34: 5; Jos. 15: 4,
47, se ve que este arroyo" corresponde con el "arroyo de Egipto, identificado
con el torrente de invierno, Wadi el Arish, que desemboca en el Mediterráneo, a
unos 80 km. al suroeste de Gaza.
20. Del
lado del occidente.
Así como ocurre en Núm. 34: 6, el mar Mediterráneo
era la frontera occidental.
22. Suertes.
El hebreo habla de repartir la tierra (ver com. cap. 45: l); no habla de
echar suertes.
Para los extranjeros.
Aquí se les proporciona a
los extranjeros mayores libertades que bajo la ley mosaica. Según la antigua
ley, los extranjeros debían ser tratados bondadosamente (Exo. 22: 21; Lev. 19:
34; Deut. 1: 16; 24: 14), se les debía permitir que ofrecieran sacrificios (Lev.
17: 8), que participaran de la pascua -siempre que fueran circuncidados (Exo.
12: 48)-, pero es difícil que hayan tenido derechos ¡limitados de poseer
propiedades. A partir de este momento, quienes se establecieran en forma
permanente, habían de recibir una herencia en la tribu con la cual vivieran. Era
el propósito de Dios que los extranjeros se sintieran atraídos hacia Israel, que
se establecieran entre los israelitas, y aceptaran la religión del verdadero
Dios (ver PP. 30-3 l).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE T4
CBA LIBRO DE EZEQUIEL CAPÍTULO 47
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