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CBA LIBRO DE OSEAS CAPÍTULO 12


CBA LIBRO DE OSEAS CAPÍTULO 12

1. Efraín.

Aquí es un sinónimo de Israel, el reino del norte.

Se apacienta de viento.

En vez de buscar al Señor para su seguridad, Israel recurrió a alianzas con extranjeros para que lo ayudaran a sostener su poder desfalleciente. "Viento" se usa figuradamente para indicar algo vacío, vano, sin valor real o práctico. Alimentarse de viento es, pues, complacerse o buscar alimento en lo que no puede proporcionar ni lo uno ni lo otro.

Solano.

Ver com. Jer. 18: 17. Ir tras el solano (o viento oriental) es perseguir vanas esperanzas y planes impracticables. Pero en mayor medida aquí se hace alusión al poder destructor del solano, y representa algo que es sumamente vano y vacío, lo que es dañino y destructor. El viento oriental de Palestina que pasa sobre grandes extensiones de desierto arenoso, es abrasador, ardiente; destruye la vegetación, sofoca al hombre, es tormentoso en el mar (Sal. 48: 7) y en la tierra (Job 27: 21; Jer. 18: 17). Por lo tanto, ir en pos del solano representa destrucción. La primera parte de Ose. 12: 1 se traduce así en la LXX: " "Pero Efraín es espíritu malvado persiguió al viento oriental todo el día" " .

Mentira... aumenta.

Algunos explican esto como una descripción del falso culto de Israel y sus efectos dañinos (Amós 2: 4). Otros 948 consideran que es una referencia a la conducta de Efraín con sus prójimos en cuanto a la violencia y el robo (cf. Jer. 6: 7; Amós 3: 10). Toda la vida del reino del norte fue, en realidad, una mentira. Su población había renunciado a la autoridad divina. Se habían sublevado contra la dinastía de David. Habían rechazado el sacerdocio de los hijos de Aarón. Adoraban los becerros de oro. Renunciaron al Señor para rendir homenaje a los baales y a Astarot. Rebajaban las normas de moral en su vida social. No buscaban ayuda del Señor en momentos de angustia nacional, sino de Asiria en un período, y de Egipto en otro (ver com. Ose. 11: 5). Sin embargo, durante todo este tiempo se jactaban de que eran el pueblo de Dios, de que Jacob era su padre, lo cual explica por qué se cita la vida de Jacob (cap. 12: 3-4) como un reproche para sus descendientes.

Y destrucción.

Es significativo que se unan aquí la mentira y la destrucción. Dios siempre une los pecados por los que no ha habido arrepentimiento, y su castigo. Multiplicar los primeros es, pues, multiplicar lo segundo. El pecado es la causa cuyo efecto es el castigo, un efecto que trágicamente la mayoría de los hombres parecen pasar por alto hasta que ya es demasiado tarde (Rom. 2: 4-6).

Hicieron pacto.

En otros pueblos antiguos, como entre los griegos y los romanos, el sacrificio de animales también ratificaba las cláusulas de un convenio entre las partes contratantes. El anhelo de hacer alianzas con extranjeros se presenta como una prueba positiva de la apostasía de Israel. El pago de grandes tributos de Israel a Asiria, no sólo no impidió las invasiones de los asirios sino que estimuló a éstos para que invadieran a Israel en busca de mayores riquezas (cf. Ecl. 5: 10). Las ambiciones políticas, económicas y territoriales de los poderes imperiales, como era el caso de Asiria, nunca quedaban satisfechas. Una vez que Israel comenzara a pagar tributo a esa potencia de Mesopotamia, ya no podría detener la irresistible demanda de ese imperio que pediría más y más. Así se consumó la ruina de Israel.

Aceite.

Generalmente se refiere al aceite de oliva, producto abundante de Palestina (Deut. 8: 7-8; Eze. 27: 17). Este aceite quizá fue enviado a Egipto como un tributo para granjearse la simpatía de ese país y su ayuda contra Asiria.

2. Pleito.

Ver com. cap. 4: 1.

Aquí se incluye a Judá en la queja de Dios contra su pueblo. La transgresión de Judá no era tan grave como la de Israel en ese tiempo, pues aquella nación externamente todavía era leal a Jehová (cap. 11: 12) y no fue tan abiertamente culpable de apostasía como Israel. Sin embargo, Judá tenía que enfrentarse al castigo.

Jacob.

Jacob se refiere aquí en forma particular al reino del norte, en contraste con Judá. Sin embargo, en un sentido más amplio y general, el nombre comprendía tanto a las diez tribus que constituían a Israel como a las dos tribus que formaban a Judá.

3. Por el calcañar.

La mención del nombre de Jacob (vers 2) introduce una referencia en el vers. 3, a dos acontecimientos importantes en la vida de ese patriarca. El propósito de Oseas era, sin duda, amonestar a su pueblo para que imitara la conducta de su progenitor y recordarle la distinción que había obtenido, a fin de que se animara a hacer lo mismo. Cuando Jacob estaba naciendo se aferró al calcañar de su hermano mayor, incidente que sirvió para que fuera llamado " "Jacob" (ver com. Gén. 25: 26). La segunda frase del vers. 3 nos dice cómo Jacob, en la plenitud de su virilidad, luchó con Dios, el Ángel del pacto (Gén. 32: 22-32) y prevaleció, por lo que su nombre le fue cambiado de Jacob a Israel. La palabra "Israel" en realidad significa " "él lucha con Dios" , o "él prevalece sobre Dios" , o "él rige con Dios" " (ver com. Gén. 32: 28). Jacob comenzó esa noche luchando, pero terminó suplicando. El fin de toda la lucha no es vencer a Dios, sino vencer el yo. El reconocimiento de nuestra debilidad constituye nuestro poder, y los que presentan la súplica "no te dejaré, si no me bendices", descubren que les da acceso al poder de Dios.

4. Prevaleció.

La experiencia de Jacob, que es un ejemplo que debe seguir el pueblo de Dios, se describe y se trata más plenamente en este versículo, con el propósito de estimular al Israel de los días de Oseas a que lo imitara. Esa experiencia destaca ciertas lecciones importantes: (1) La eficacia de la oración ferviente y perseverante en esta lucha (Efe. 6: 18; Fil. 4: 6; 1 Tes. 5: 17). Jacob no se rindió ante los peligros que lo amenazaban ni sucumbió bajo las dificultades de su caso. Hizo frente con valor a los motivos de desánimo que lo rodeaban, pero no con su propia fuerza. Mediante el poder que el Señor le dio, prevaleció con Dios. Con el vigor de esa fuerza luchó con el Ángel del pacto, y triunfó. 949 La lucha simboliza el intenso fervor y la energía que desplegó; el propósito de su lucha fue recibir la bendición de Dios. Los medios utilizados fueron oraciones, lágrimas y fervientes súplicas. La persistencia con que oró y suplicó se expresa en las palabras: "No te dejaré, si no me bendices". (2) Sólo por medio de la ayuda de Dios podemos vencer el mal en nuestra vida. El golpe que descoyuntó el muslo de Jacob y lo privó de su fuerza, reveló de una vez y para siempre la incapacidad humana para prevalecer en el conflicto con el pecado y demostró, con certeza, lo que Dios puede hacer si nos colocamos en sus manos (Mat. 1: 21; Juan 15: 5; Fil. 4: 13; Hech. 13: 20- 21).

Bet-el.

Bet-el fue el escenario de dos ocasiones memorables de la vida espiritual de Jacob (Gén. 28: 11-22; 35: 1-15). En ambas el patriarca se consagró allí a Dios. Oseas exhorta ahora a los descendientes de Jacob para que limpien su vida de toda idolatría y cesen de convertir a Bet-el en un centro de un culto falso (ver com. Ose. 4: 15).

Habló con nosotros.

Ver com. vers. 5.

5. Mas.

"Y" " (VM). La primera mitad del vers. 5 es una frase yuxtapuesta a la parte final del vers. 4. De manera que el pensamiento del pasaje es: "Y allí él, el mismo Señor Dios de los ejércitos, habló con nosotros" ("con él" según algunos MSS de la LXX y la siríaca). Algunos han interpretado que este pasaje significa que cuando Dios le dijo a Jacob que su nombre no sería más Jacob sino Israel, no sólo habló al patriarca sino a través de él, como su representante, a todos sus descendientes. Esta interpretación explicaría por qué Oseas dice a su pueblo que en Bet-el el Señor " "habló con nosotros " " (vers. 4).

Jehová es Dios de los ejércitos.

Ver com. Jer. 7: 3. El pacto y la promesa fueron confirmados para Israel por Aquel que tiene el poder y la autoridad para hacerlo, Jehová Dios de los ejércitos, el Señor Dios de los ejércitos del cielo, Aquel que guía y rige todos los acontecimientos y gobierna todo el universo (Sal. 103: 19). La palabra "ejércitos" es muy adecuada en relación con Jacob, debido al ejército angelical que lo encontró antes de que luchara con Dios (ver com. Gén. 32: 2).

Nombre.

Es decir, el nombre de Dios con el cual Israel habría de recordarlo (Exo. 3: 15; Sal. 135: 13). Para animar al pueblo de Dios a que tenga plena confianza en el Señor y en su poder para salvar, el profeta añade la frase: "Jehová es su nombre". Cuando se menciona el nombre de una persona, inmediatamente la memoria recuerda la clase de carácter que tiene, si la persona es buena o mala, si se le puede tener confianza o si es indigna de ella. Así también en el caso de Dios, su nombre hace acudir a nuestra mente su carácter, sus atributos, la forma en que trata a los hijos de los hombres. Aquí Dios exhorta a sus hijos para que consideren que su nombre debe ser un recuerdo precioso de lo que él es para ellos y lo que ha hecho en su favor; que su nombre está repleto de recuerdos de bendiciones pasadas y por eso debería ser una garantía para los suyos de que los caminos de Dios son los mejores. La inmutabilidad de Dios, que no sólo aceptó a Jacob sino que lo bendijo y lo prosperó, se destaca ante los descendientes del patriarca como una garantía de bendiciones similares en caso de que volvieran al Señor y dieran frutos apropiados de arrepentimiento.

6. Vuélvete.

Debido a que la rectitud de carácter es inherente en Dios, y debido a la fidelidad de su proceder para con Jacob y sus descendientes, ésta es una exhortación al arrepentimiento y a la confianza. La prueba de que se acepta con sinceridad esta exhortación primero debe ser demostrada para con los prójimos, guardando "misericordia y juicio". En segundo lugar para con Dios, confiando siempre en él. La traducción literal del hebreo de esta primera frase es sumamente expresiva: "Y tú en tu Dios volverás". Esto señala el hecho fundamental de que en nuestra débil y desvalida condición, sólo mediante la ayuda de Dios podemos desarrollar el carácter que debiéramos poseer (cf. Juan 15: 4-5). Podemos tener el deseo de volver a Dios, y eso está bien; pero no basta a menos que nuestra voluntad esté sujeta a la voluntad y al poder de Dios para que nuestro propósito sea efectivo (Rom. 7: 18-20; Fil. 2: 12-13; Heb. 13: 20-21). Estas palabras "vuélvete a tu Dios" son la grandiosa y sublime exhortación del Evangelio para todos los seres humanos de todos los tiempos (Hech. 2: 37-38; 3: 19; 5: 31; 17: 30).

Misericordia.

Heb. jésed (ver la Nota Adicional al Sal. 36, t. III, p. 727). Esta exhortación para que hubiera amor fraternal y equidad, era uno de los puntos que destacaban los profetas (Jer. 22: 3; Miq. 6: 8).

Confía.

Si Israel hacía esto, reposaría confiado 950 y no tendría temor de sus enemigos (Isa. 30: 15; 32: 17). Debemos confiar en Dios porque necesitamos de él en medio de los peligros que nos rodean, pues únicamente él es la Fuente de vigor y suficiencia. Por lo tanto, confiar en Dios significa que nuestra confianza en él representa expectativa y esperanza; que confiamos en él para buscar ayuda; que recurrimos a él en busca de liberación (Sal. 27: 14; 40: 1-3).

7. Mercader.

En los vers. 7-11 se añade una descripción de la apostasía del reino del norte, insinuada por la primera parte de este capítulo. La apostasía de Israel presenta un notable contraste con el fervor de Jacob para alcanzar la bendición divina, la sinceridad de su arrepentimiento, las evidencias de su conversión y su permanente confianza en Dios. Esta triste condición de la nación, sin duda impulsó a Oseas para que repitiera el relato de la decadencia espiritual de Efraín.

Peso falso.

Efraín no estaba en el elevado plano espiritual del patriarca que luchó con Dios y prevaleció, sino era un mercachifle materialista y explotador, inclinado al fraude y a la opresión. En vez de la misericordia y la justicia que Dios requería, los israelitas se habían rebajado a la codicia, el fraude, el afán de lucro, el empleo de pesas falsas (cf. Lev. 19: 36; Deut. 25: 13-16).

8. Ciertamente.

Heb. 'ak: "únicamente", "seguramente", "verdaderamente" (ver com. Sal. 62: 1). Esto podría tomarse como una respuesta defensiva ante la exhortación divina, respuesta que diría: "Sólo me he enriquecido; no he hecho nada malo; por lo tanto, no se puede encontrar iniquidad en mí". O podría considerarse como una respuesta de suficiencia propia ante la ferviente exhortación del profeta a confiar en Dios (Ose. 12: 6), lo que querría decir: "Ciertamente, me he enriquecido por mis propios esfuerzos y no por la ayuda divina".

He enriquecido.

Efraín se jacta de sus riquezas, a pesar de que las había adquirido mediante el fraude y la violencia. Y al mismo tiempo sostenía que con esto no había cometido ninguna transgresión, de manera que no merecía condenación ni castigo. La prosperidad del reino del norte durante los reinados de Joás y Jeroboam II (2 Rey. 14: 11-16, 23-28) pudo haber causado en Israel una indebida confianza propia y un extraño olvido de Dios, lo que hizo que estuviera ciego a su verdadera condición espiritual (ver com. Ose. 2: 8). La prosperidad no es un alimento conveniente para el alma y es un peligro constante en nuestra lucha por alcanzar la vida eterna.

Nadie hallará iniquidad.

Este alarde de inocencia de Efraín anticipaba el proceder farisaico de los judíos de los días de Cristo. Decididamente se justificaban ante los hombres, pero Dios los tenía por hipócritas (cf. Luc. 16: 13-15; 18: 9-14).

9. Pero yo.

Gramaticalmente este versículo consiste de dos oraciones separadas que son afirmaciones independientes. La primera dice: "Yo soy Jehová tu Dios desde la tierra de Egipto".

Te haré morar.

Se han sugerido las siguientes interpretaciones de la segunda oración: (1) Que es una advertencia divina de que así como los judíos una vez estuvieron en servidumbre en Egipto, el Señor los pondría otra vez en una tierra de esclavitud: Asiria. (2) Que es una promesa de que así como Dios sacó a su pueblo de Egipto e hizo que los israelitas moraran en tiendas en el desierto mientras estaban en camino a la tierra prometida, así lo haría otra vez. Podría haber aquí una amenaza de que Dios arrojaría a su pueblo de su tierra placentera y lo colocaría en una condición similar al desierto debido a su orgullo e ingratitud. Sin embargo, a pesar del castigo con que se lo amenazaba, se extendía a Israel la promesa y la perspectiva de la dirección y el cuidado del Señor, y una maravillosa protección similar a lo que sucedió en los comienzos de la historia de Israel, cuya memoria todavía se mantenía viva mediante la fiesta de los tabernáculos. Durante los siete días de esa fiesta el pueblo vivía en cabañas en conmemoración de las tiendas en que había vivido en el desierto después de ser liberado de Egipto (Lev. 23: 33-36, 39-43). La fiesta de los tabernáculos no sólo era una ocasión de agradecimiento anual por las bendiciones con que Dios había coronado el año, sino que sus cabañas simbolizaban que no tenemos aquí "ciudad permanente" (Heb. 11: 9-10; 13: 14).

10. Profecía.

"Visiones" " (BJ). Heb. jazon (ver com. 1 Sam. 3: 1).

Parábolas.

"Semejanzas" " (VM). Hay comparaciones, semejanzas, parábolas, símbolos, que muestran lo invisible por medio de lo visible. Con frecuencia los profetas utilizaron comparaciones para transmitir a la gente la intención divina. Presentaron figuras como 951 la viña (Isa. 5), la imagen (Dan. 2), las bestias (Dan. 7), el adobe y la plancha de hierro (Eze. 4), etc. Esta frase es traducida en forma significativa en la LXX: "Y por medio de los profetas yo fui representado". Los símiles o comparaciones hacen que los mensajes de los profetas impresionen más, que sean más fáciles de entender y más fáciles de recordar. Dios honra aquí a sus verdaderos profetas, al mostrar que sólo por medio de ellos revela su voluntad (Amós 3: 7).

11. Galaad.

Algunos entienden que Galaad y Gilgal representan aquí las dos partes del reino del norte: Galaad la zona oriental; Gilgal, la occidental. El profeta se había referido antes a la grave impiedad de los habitantes de Galaad (ver com. cap. 6: 8).

Iniquidad.

Oseas formula la pregunta tan sólo para responderla enfáticamente. "¿Es Galaad iniquidad?" "Ciertamente".

Ciertamente.

Heb. 'ak (ver com. vers. 8; Sal. 62: 1; Ose. 12: 8).

Vanidad.

La iniquidad lleva a la vanidad y a la inutilidad. Uno de los castigos del pecado es la degeneración moral y física que termina en la muerte eterna.

Gilgal.

Ver com. cap. 4: 15. Los habitantes de Gilgal, al oeste, no eran mejores que los de Galaad, al este del Jordán; esto demuestra que todo el reino estaba entregado al culto de ídolos (cf. Amós 4: 4; 5: 5).

Montones.

Heb. gal , "montón de piedras", como lo que juntaban los agricultores de los terrenos arados y dejaban como inútiles, para ser quitadas de allí. Los altares idólatras tanto de Galaad (que significa "majano " [o montón] "del testimonio" ; ver com. Gén. 31: 47) como de Gilgal debían convertirse en montones de piedras. Lo que les sucedería a los altares no sólo presagiaba su destrucción sino la desolación del país. La misma abundancia de esas ruinas de altares en los surcos del campo manifiesta un cuadro visible y prominente de la crasa idolatría del pueblo.

12. Jacob huyó.

La huida de Jacob al hogar de Labán y el servicio que allí prestó (vers. 12), son comparados con lo que le sucedió a Israel en Egipto (vers. 13). Algunos sostienen que los vers. 12-13 presentan la doble esclavitud de Israel. La primera, la que soportó su antepasado Jacob; la segunda, la que sufrieron las doce tribus en Egipto. Podría ser también que la angustia y aflicción de Jacob se presenten como un contraste con el ensalzamiento de su posteridad. El propósito de este contraste sería el de impresionar al pueblo de Dios con la bondad divina para con él al rescatarlo de su servidumbre, e inspirarle gratitud para Dios y para que reconociera con gratitud y humildad la misericordia celestial.

13. Profeta.

Moisés es el profeta al cual aquí se alude (Exo. 3: 4-12; Sal. 77: 20; Isa. 63: 11-14). Así como el Israel de la antigüedad fue protegido por el profeta Moisés, así también el pueblo de Dios de hoy día se protegerá prestando atención a los mensajeros dados por Dios y poniendo sus vidas en armonía con el consejo que se le ha impartido (cf. 2 Ped. 1: 19).

14. Ha provocado a Dios con amarguras.

"Le ha irritado amargamente" " (BJ). Debido a la perfidia y a su falta de consagración, Efraín provocó la acerba ira del Señor. La culpa y el castigo de Efraín no se quitarían. Ver com. Juec. 2: 20; 2 Rey. 13: 30.

Sangre.

Efraín había derramado sangre en abundancia (cap. 4: 2; 5: 2).

Oprobio.

La deshonra que Efraín trajo a Dios con su idolatría e iniquidad, recaería sobre él. Los que se rebelan contra Dios y hacen que su nombre sea vituperado, deben esperar la retribución divina (cf. 1 Sam. 2: 30).


COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE T4 

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