Jueves 6 de mayo | Lección 6
EL ISRAEL ESPIRITUAL
Independientemente de los errores y los defectos del antiguo Israel, el Señor no había acabado con el plan de crear un pueblo fiel para que lo sirviera. De hecho, en el Antiguo Testamento se esperaba con ansias el momento en que el Señor crearía un Israel espiritual, un cuerpo de creyentes fieles, judíos y gentiles, que continuarían la obra de predicar el evangelio al mundo.
Lee Gálatas 3:26 al 29.
Gál 3:26 pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús;
Gál 3:27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.
Gál 3:28 Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.
Gál 3:29 Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.
1. ¿De qué promesa habla Pablo en el versículo 29?
2. ¿Cuál es el elemento clave que convierte a una persona en heredera de estas promesas? (Gál. 3:26).
3. ¿Por qué Pablo acaba con las distinciones de género, nacionalidad y estatus social?
4. ¿Qué significa ser “uno en Cristo”?
5. Lee Romanos 4:16 y 17. ¿Cómo nos ayudan estos versículos a comprender lo que dice Pablo en Gálatas 3:26 al 29?
Rom 4:16 Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros
Rom 4:17 (como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen.
Como hijo de Abraham, Cristo llegó a ser, en un sentido especial, heredero de las promesas del Pacto. Mediante el bautismo recibimos consanguineidad con Cristo, y por medio de él adquirimos el derecho a participar en las promesas hechas a Abraham. Por lo tanto, todo lo que Dios prometió a Abraham se encuentra en Cristo, y las promesas llegan a ser nuestras, no por nacionalidad, raza o género, sino por la gracia que Dios nos concede mediante la fe.
“La dádiva prometida a Abraham y a su simiente incluía no solo la tierra de Canaán, sino toda la Tierra. Así dice el apóstol: ‘No por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe’ (Rom. 4:13). Y la Biblia enseña claramente que las promesas hechas a Abraham han de ser cumplidas a través de Cristo. […] [Los creyentes llegan a ser] ‘herederos según la promesa’ –herederos de la ‘herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible’–, herederos de la Tierra libre de la maldición del pecado” (PP 147). Esta promesa se cumplirá literalmente cuando los santos vivan en la Tierra Nueva por los siglos de los siglos con Cristo (Dan. 7:27).
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