LA SEÑAL DE QUE PERTENECEMOS A DIOS
Durante la Segunda Guerra Mundial, Inglaterra esperaba una inminente invasión del ejército alemán. Se hicieron preparativos para defender la isla lo más posible. Se instalaron fortificaciones adicionales a lo largo de las playas. Las carreteras, por supuesto, ofrecerían al enemigo las rutas más rápidas hacia sus objetivos, y en consecuencia se instalaron bloqueos en puntos estratégicos. Entonces, las autoridades inglesas hicieron algo extraño. Para frenar y confundir al enemigo, se quitaron las señales de ferrocarril y se quitaron las señales de tráfico. Los marcadores grabados en piedra o en los edificios no se podían quitar, pero estaban cubiertos con cemento. Las señales son importantes. Sirven como marcadores y guías. En la era anterior al GPS, todos teníamos mapas y buscábamos señales.
¿De qué cosa es señal el sábado? Lee Éxodo 31:13, 16 y 17. ¿De qué manera podemos aplicar lo que se dice aquí a nosotros mismos, hoy, siendo personas que creen en la perpetuidad de la Ley de Dios?
Éxo 31:13 Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo;[a] porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico.
Éxo 31:16 Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo.
Éxo 31:17 Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó.
Aunque estas palabras fueron pronunciadas específicamente para el antiguo Israel, nosotros, que somos de Cristo, somos “linaje de Abraham” y “herederos según la promesa” (Gál. 3:29), y el día de reposo hoy continúa siendo una señal entre Dios y su pueblo. Éxodo 31 subraya que el sábado es una señal del Pacto perpetuo (o eterno) de Dios (Éxo. 31:16, 17). Esta señal nos ayuda a “conocer” a nuestro Creador, Redentor y Santificador. Es como una bandera que se levanta cada siete días y funciona como algo que nos ayuda a recordar, ya que tendemos a olvidar.
El sábado de Dios es un recordatorio constante de nuestros orígenes, nuestra liberación, nuestro destino y nuestra responsabilidad hacia los parias y marginados. De hecho, el día de reposo es tan importante que, en lugar de que nosotros vayamos a él, él sale a nuestro encuentro, todas las semanas y sin excepción, como un recordatorio perpetuo de quiénes somos, quién nos hizo, qué está haciendo, y lo que finalmente hará por nosotros cuando haga un cielo nuevo y una Tierra Nueva.
Un Dios santo invita a sus colaboradores humanos del Pacto a considerar el ritmo que gobierna lo que realmente cuenta: la relación salvífica entre el Creador y Redentor y su Creación rebelde. Cada semana, y con la fuerza y la autoridad que vienen de Dios, se nos ordena entrar en el reposo que recibimos gratuitamente en Cristo Jesús, “el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz” (Heb. 12:2).
¿Cómo puedes aprender a tener una experiencia más profunda con Dios durante el sábado?
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