El sábado enseñaré…
RESEÑA
Texto clave: Deuteronomio 30:19.
Enfoque del estudio: Génesis 2:8, 9; 3:22; Deuteronomio 4:19; 30; Romanos 6:23; Apocalipsis 14:6-12.
Introducción:
La estructura del Pacto, en Deuteronomio, la parte que sigue a las bendiciones y las maldiciones (Deut. 27-28), que viene después de las estipulaciones (Deut. 5-26), culmina con la sección del llamado. Dios le recordó a Israel lo que hizo: todos sus actos de salvación desde el éxodo de Egipto. Luego avanzó al siguiente paso, y requirió de Israel obediencia a las leyes y compromiso con el Pacto. A continuación, en forma paralela a los antiguos tratados del Cercano Oriente, el discurso de Moisés invoca testigos (Deut. 30:19; 31:19; 32:1-43). El propósito de estos testigos es respaldar su alegato y darle a su llamado una nota universal.
Temática de la lección:
El Gran Conflicto. Desde el comienzo de la historia, la Biblia trata de una lucha cósmica entre Dios, con su Ley de luz y vida, y Satanás, con su camino de muerte y oscuridad.
La obligación de elegir. Como Adán y Eva en el Jardín del Edén, Dios desafía a Israel a elegir entre dos caminos. La paradoja es que, si eligen el camino equivocado, perderán su libertad y realmente no podrán elegir nada.
El tema en juego. La vida es lo que está en juego.
COMENTARIO
El llamado a elegir
Israel acaba de escuchar las bendiciones y las maldiciones, con énfasis en las maldiciones. Con estas opciones todavía frescas en su mente (Deut. 30: 1), Israel ahora está listo para tomar una decisión. Para preparar al pueblo a fin de que avance en la dirección correcta en la alianza del Pacto, Moisés utiliza dos argumentos. En primer lugar, estipula que todas las promesas condicionales de Dios se articulan en las conjunciones “si” o “cuando”: “Cuando hubieren venido sobre ti todas estas cosas […] y te convirtieres a Jehová tu Dios, y obedecieres a su voz” (Deut. 30:1, 2); “si es que obedecen al Señor su Dios y cumplen sus mandamientos y leyes escritos en este libro de la ley, y se vuelven a él con todo su corazón y con toda su alma” (Deut. 30:10, DHH; comparar con Deut. 30:17). En segundo lugar, Moisés le asegura al pueblo que guardar el mandamiento de Dios no está fuera de su alcance: “No está en el cielo […] porque muy cerca de ti está la palabra” (Deut. 30:12-14).
No solo le conviene a Israel obedecer a Dios debido a sus promesas, sino además porque la obediencia está a su alcance. Sin embargo, Dios no lo obliga. Tiene ante sí dos caminos: la vida y la muerte. Esta es prerrogativa suya: tomar una decisión. Moisés simplemente le está mostrando las buenas razones por las que el camino de vida es la decisión correcta, y lo insta a tomar esa decisión. Al igual que en las antiguas alianzas de pacto, hay testigos que respaldan la solemnidad de este llamado y garantizan la validez del Pacto. En este caso, los testigos son cósmicos, “los cielos” y “la tierra”, como si el destino, la salvación del mundo, estuviera en juego. Si Israel no toma la decisión correcta, todo el proyecto de la venida del Mesías, el Salvador del mundo, se ve comprometido.
Preguntas para analizar y reflexionar: ¿Por qué Dios quiere que elijamos? ¿Por qué la teología sola, el conocimiento de la verdad, no es suficiente para la salvación? Alguien dijo que la diferencia entre el filósofo y el profeta bíblico es que el filósofo te hace pensar, mientras que el profeta te hace elegir. Analiza la diferencia entre los dos llamados. Tomar una decisión ¿no implica pensar? Explica. El ejercicio de pensar ¿en qué medida ayuda o se convierte en una trampa a la hora de tomar la decisión correcta?
La decisión de Adán
Este llamado a elegir nos recuerda el otro llamado de Dios a elegir que también determinó el destino de la humanidad (Gén. 2:16, 17). Adán también se enfrentó a la misma disyuntiva entre los dos caminos, “la vida y la muerte”. Allí, Dios también hizo un pacto con un socio humano. El pacto se basó en la Ley de Dios. Fue el primer mandamiento de Dios a la humanidad. Allí Dios también le ofreció a la humanidad todos los buenos argumentos para guardar su Ley: el argumento de la promesa condicional de vida versus la muerte, al igual que el argumento de la posibilidad de obedecer, como vemos en el hecho de que Dios le dio a Adán todos los árboles de los que podía comer libremente.
Paradójicamente, cuando Adán utilizó su libertad para elegir el camino del mal, el bien se mezcló con el mal. Perdió la capacidad de distinguir claramente entre el bien y el mal y, por lo tanto, su libertad para elegir entre los dos caminos. Como dice Elena de White: “El hombre perdió todo porque prefirió oír al engañador en vez de escuchar a aquel que es la Verdad, el único que tiene entendimiento. Al mezclarse el mal con el bien, su mente se tornó confusa, y se entorpecieron sus facultades mentales y espirituales. Ya no pudo apreciar el bien que Dios le había otorgado tan generosamente” (Ed 25).
Pregunta para analizar y reflexionar: Lee Génesis 3:22. ¿Cómo explicas el hecho de que, según esta traducción, la humanidad se volvió como Dios, en lo que respecta a la distinción entre el bien y el mal, porque pecó? ¿Qué quiere decir realmente este texto?
Considera el siguiente problema de traducción. Se utilizó exactamente la misma forma del verbo hayah, “era”, para describir la condición duradera de la serpiente, que incluye un tiempo anterior: “La serpiente era [hayah] astuta” (Gén. 3:1). En este versículo, el verbo “ser” también se utiliza en la misma forma perfecta (en hebreo) para describir una condición duradera y no algo que llegará a ser. De hecho, la serpiente ya ha expresado la misma idea: “Seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Gén. 3:5). En este versículo, la forma de conocer implica discernimiento, saber la diferencia entre el bien y el mal. Este discernimiento fue posible solo cuando Adán era como Dios, totalmente sin pecado. La única manera de conocer el bien y el mal no es, como dijo la serpiente, conocer (experimentar) el mal y el bien, sino conocer solo el bien. De hecho, no bien los seres humanos conocieron el mal, perdieron su capacidad de discernir entre el bien y el mal y, por lo tanto, el sentido del “bien”. (J. B. Doukhan, en “Genesis”, SDA International Bible Commentary; ver Gén. 3:22.)
Adorar a Dios
Cuando Dios puso ante Adán e Israel la decisión entre la vida y la muerte, no solo estaba pidiendo un “Sí”. La decisión significaba más que una mera afirmación verbal. Esta elección implicaba primeramente la decisión de Adán y de Israel de “ama[r] a Jehová”. En ambos relatos, todo se reduce al tema de la adoración. El problema no es la Ley propiamente dicha. La religión no es por la religión en sí, sino por Dios. La religión separada de Dios es simplemente otra tradición de la cultura humana.
La obediencia a la Ley es válida en la medida en que sea una expresión del amor a Dios. La razón de esa decisión exclusiva es el hecho absoluto de que hay un solo Dios: “no hay dioses conmigo” (Deut. 32:39). Nuevamente, se confirma la afirmación del monoteísmo, que está en el corazón del libro de Deuteronomio. Para hacerlo aún más claro, el versículo aplica esta verdad a la realidad de la vida y la muerte: “Yo hago morir, y yo hago vivir” (Deut. 32:39). Sí, Dios da vida, pero ¿y qué sucede con la muerte? Si Dios se define como el Dios de la vida, ¿por qué esta referencia a la muerte? De hecho, esta afirmación no significa que Dios mate y dé vida, literalmente. Esta frase se refiere a los dos extremos opuestos (la vida y la muerte), que implica la totalidad, el alcance del poder de Dios.
Es un recurso del lenguaje para simbolizar el monoteísmo. Por eso la adoración solo puede afectar al Dios de la Creación, el Dios que dio la vida y creó todo. Solo con Dios tenemos la seguridad de la vida. Cuando Deuteronomio explica que Dios “es vida para ti, y prolongación de tus días” (Deut. 30:20), es para recordarle al pueblo que su vida depende enteramente de él. Por lo tanto, la única forma de sobrevivir, de seguir con vida, es “siguiéndole a él” (Deut. 30:20). No obstante, incluso este apego que tiene en mente el profeta hebreo no es el apego de los místicos. La respuesta de adoración al Dios de la Creación y a su amor no es sinónimo de sentimientos, de una confesión sentimental o de una alabanza; es un paso muy concreto en la realidad de la vida: “and[ar] en sus caminos” (Deut. 30:16).
Preguntas para analizar y reflexionar: investiga sobre la diferencia entre el misticismo oriental y la religión bíblica. ¿Cuál es la diferencia con respecto al lugar de Dios y la religión en la vida? Considera también la idea de la Evolución: ¿en qué medida afecta el concepto de adoración?
APLICACIÓN A LA VIDA
Dos hermanos recibieron la misma educación y disfrutaron de los mismos privilegios; sin embargo, solo uno tuvo una vida plena con un trabajo fructífero y una familia gratificante. El otro fracasó rotundamente y terminó en la cárcel sin nadie que lo cuidara. Las decisiones de la vida ¿cómo influyen en los diferentes caminos de la vida? ¿Hasta qué punto la educación, la riqueza y el contexto de vida determinan las decisiones? Analiza la equidad de las alternativas con respecto a la condición de la justicia social.
Al comienzo del día, cuando hagas una pausa para tu meditación diaria, piensa en tu trabajo, tu cónyuge (si tienes) y tus colegas. Hazte las siguientes preguntas: ¿Cómo puedo hacer felices a las personas que me rodean? ¿Qué cambios de hábitos requeriría esa decisión para cumplir este deseo? Considera tu vida: ¿Qué malas decisiones tomaste que precipitaron tu fracaso? ¿Qué buenas decisiones tomaste que te han llevado al éxito? ¿Dónde estaba Dios en tus decisiones?
Estás a cargo de un culto de adoración. ¿Cuál es tu prioridad? ¿Tu amor por el Señor? ¿Tu cultura? ¿El amor de tus amigos? Teniendo en cuenta que todos estos componentes son esenciales en la vida de adoración, ¿qué elementos elegirás para adaptar la tensión entre la responsabilidad de la reverencia y la necesidad de disfrutar de la calidez de tu comunidad?
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