Domingo 2 de enero | Lección 2
JESÚS ES NUESTRO REY
El punto principal de Hebreos es que Jesús es el Gobernante, quien está sentado a la diestra del Padre (Heb. 8:1). Como Dios, Jesús siempre ha sido el Gobernante del Universo. Pero, cuando Adán y Eva pecaron, Satanás se convirtió en el gobernante de este mundo (Juan 12:31; 14:30; 16:11). Sin embargo, Jesús vino y derrotó a Satanás en la Cruz, con lo que recuperó el derecho de gobernar a quienes lo aceptan como su Salvador (Col. 2:13-15).
Los dos primeros capítulos de Hebreos se enfocan especialmente en la investidura de Jesús como Rey.
Lee Hebreos 1:5 al 14. ¿Qué está sucediendo aquí?
Heb 1:5 Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás:
Mi Hijo eres tú,
Yo te he engendrado hoy, y otra vez:
Yo seré a él Padre,
Y él me será a mí hijo?
Heb 1:6 Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice:
Adórenle todos los ángeles de Dios.
Heb 1:7 Ciertamente de los ángeles dice:
El que hace a sus ángeles espíritus,
Y a sus ministros llama de fuego.
Heb 1:8 Mas del Hijo dice:
Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo;
Cetro de equidad es el cetro de tu reino.
Heb 1:9 Has amado la justicia, y aborrecido la maldad,
Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo,
Con óleo de alegría más que a tus compañeros.
Heb 1:10 Y:
Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra,
Y los cielos son obra de tus manos.
Heb 1:11 Ellos perecerán, mas tú permaneces;
Y todos ellos se envejecerán como una vestidura,
Heb 1:12 Y como un vestido los envolverás, y serán mudados;
Pero tú eres el mismo,
Y tus años no acabarán.
Heb 1:13 Pues, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás:
Siéntate a mi diestra,
Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies?
Heb 1:14 ¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?
Estos versículos se organizan en tres partes. Cada parte presenta un aspecto de la ceremonia de entronización del Hijo. En primer lugar, Dios adopta a Jesús como su Hijo real (Heb. 1:5). En segundo lugar, Dios presenta al Hijo ante la corte celestial, que lo adora (Heb. 1:6, 8) mientras el Señor proclama el gobierno eterno del Hijo (Heb. 1:8-12). En tercer lugar, Dios entroniza al Hijo: el otorgamiento del poder en sí (Heb. 1:13, 14).
Una de las creencias más importantes del Nuevo Testamento es que en Jesús Dios cumplió sus promesas a David (ver 2 Sam. 7:8–16; Luc. 1:30–33). Jesús nació del linaje de David en la ciudad de David (Mat. 1:1-16; Luc. 2:10, 11). Durante su ministerio, la gente a menudo lo llamaba “hijo de David”. Fue ejecutado bajo la acusación de pretender ser “EL REY DE LOS JUDÍOS” (Mat. 27:37). Pedro y Pablo predicaron que Jesús había resucitado de la muerte en cumplimiento de las promesas hechas a David (Hech. 2:22–36; 13:22–37). Y en el Apocalipsis se identificó a Jesús como “el León de la tribu de Judá” (Apoc. 5:5).
Hebreos, por supuesto, concuerda. Dios cumplió en Jesús las promesas hechas a David: Dios le dio un nombre “excelente” (Heb. 1:4), lo adoptó como a su propio Hijo (Heb. 1:5), estableció su trono para siempre (Heb. 1:8, 12) y lo sentó a su “diestra” (Heb. 1:13, 14). Además, de acuerdo con Hebreos 4, Jesús guía al pueblo al reposo de Dios y nos recuerda que Jesús es el constructor de la casa de Dios (Heb. 3:3, 4).
Jesús, entonces, es el Gobernante legítimo inmerso en una guerra contra Satanás, el usurpador, por nuestra lealtad.
¿Cómo podemos consolarnos –especialmente en medio de las pruebas– al saber que Jesús es el Gobernante del Universo?
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