EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
RESEÑA
Texto clave: Judas 9.
Enfoque del estudio: Números 20:1-13; Deuteronomio 34; 1 Corintios 15:13-22.
Introducción:
Esta lección tratará sobre el último capítulo del libro de Deuteronomio, la conclusión. El comienzo de esa conclusión se asemeja al comienzo de la introducción del libro. Ambos pasajes sitúan a Moisés en “los campos de Moab [...] enfrente de Jericó” (Deut. 34:1; comparar con Deut. 1:5; comparar con Núm. 36:13), justo antes de la posesión de la Tierra Prometida. Este inclusio marca los límites (principio y final) del libro. No obstante, esta vez Moisés ha subido a la cima del monte y tiene una visión de todo el país.
Por cierto, este pasaje sobre la muerte de Moisés continúa en Deuteronomio 32:48 al 52 (antes de la bendición de Moisés en Deuteronomio 33), en el que descubrimos que Moisés ha llegado a ese lugar por orden de Dios (Deut. 32:48), y donde Dios explica por qué Moisés no podrá disfrutar de la Tierra Prometida. En esta lección, nos centraremos en la resurrección de Moisés, un hecho que no se relata explícitamente en el libro, aunque se sugiere a través de algunos indicios textuales. Exploraremos la importancia del evento de la resurrección de Moisés para nuestra interpretación de la resurrección de la humanidad y para nuestra esperanza en el Reino de Dios, la nueva Tierra Prometida.
Temática de la lección:
Encontraremos los siguientes temas que harán que este estudio sea relevante para el pueblo de Dios hoy, como la Verdad Presente:
• La justicia y la gracia
• La muerte y la resurrección
• El Gran Conflicto
COMENTARIO
Al igual que el libro de Deuteronomio, el libro de Génesis termina con una muerte sin sepultura, y con la misma asociación de la perspectiva de la Tierra Prometida (Gén. 50:26). El libro del Génesis, como todo el Pentateuco, comienza con la Creación y el Jardín del Edén, y termina con la imagen de la Tierra Prometida, a menudo un símbolo del cielo nuevo y la Tierra Nueva. La importancia de estos dos acontecimientos se repetirá en las Escrituras. Este patrón literario está presente en la estructura de varios libros de la Biblia: Isaías comienza con la Creación (Isa. 1:2) y termina con la alusión de la creación de “los cielos nuevos y la nueva tierra” (Isa. 66:22), y la esperanza de una adoración eterna (Isa. 66:23), en contraste con el efecto de la muerte (Isa. 66:24).
El libro de Eclesiastés comienza con la creación del mundo (Ecl. 1-11) y termina con la destrucción del mundo (Ecl. 12:1-7) y el Día del Juicio (Ecl. 12:14). El libro de Daniel comienza con una referencia a la Creación, donde Daniel justifica su dieta aludiendo al relato de la Creación del Génesis (Dan. 1:12; cf. Gén. 1:29). El mismo patrón estructural vuelve a aparecer en el Nuevo Testamento. Juan, que comienza su Evangelio con la alusión al evento de la Creación (Juan 1:1-10), termina su libro apocalíptico con la esperanza del establecimiento del Reino de Dios (Apoc. 21:22, 23).
Se podría plantear que este mensaje estructural ha determinado la estructura canónica de toda la Biblia, que comienza con la Creación (Gén. 1-2) y termina con la expectativa de la esperanza mesiánica (Mal. 4:5; Apoc. 22:20). Fíjate también que esta asociación de pensamientos ha inspirado la única definición bíblica de fe: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera [la esperanza en el reino de Dios, cf. Heb. 11:13-16], la convicción de lo que no se ve [la Creación, cf. Heb. 11:3]”. Esta observación literaria es importante, porque da testimonio de la gran importancia de la historia de la resurrección de Moisés al final del libro de Deuteronomio y su mensaje relevante para los lectores de la Biblia.
El juicio de Moisés
Dios recuerda la ocasión de la transgresión de Moisés contra él (Deut. 32:51) en Meriba de Cades, cuando golpeó la roca dos veces. Según Elena de White, “Moisés demostró que desconfiaba de Dios” (PP 441). La respuesta de Dios sugiere que fue una cuestión de fe: “no creísteis en mí” (Núm. 20:12). En lugar de orar e invocar a Dios por el milagro, Moisés golpeó la roca, como si la solución a la sed de los israelitas fuera el agua que salía de la roca en sí y no el Creador mismo.
El error de Moisés fue no dirigirse a Dios, no glorificarlo. Más bien, se comportó como un mago egipcio al enfocarse en el poder de su acto simbólico –como si fuese mágico– más que en el poder de Dios. Incluso se incluyó a sí mismo en la expresión “os”, asumiendo la capacidad de sacar agua: “¿Os hemos de hacer salir aguas [...]? (Núm. 20:10; énfasis añadido). La transgresión de Moisés es el error de cualquier líder: la tentación de reemplazar a Dios.
Preguntas para analizar y reflexionar: Lee Números 20:1 al 13. ¿Qué otros errores cometió Moisés en su respuesta al pueblo para merecer este juicio de Dios? ¿Qué diferencia hay entre hablarle a la roca y golpearla?
La resurrección de Moisés
El texto de Deuteronomio no menciona la resurrección de Moisés. Deuteronomio 32:48 al 50; 33:1; y 34:5 se refieren específicamente a su muerte, pero no dicen nada sobre su resurrección. Sin embargo, varias evidencias del texto bíblico apuntan a la idea de la resurrección, como la extraña frase: “[...] ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy” (Deut. 34:6). Esta última parte del versículo bíblico y el mismo hecho de que se mencione a Dios como el único que participó de ese entierro indica que hubo algo especial en el entierro de Moisés.
Además, la frase hebrea ‘al pi YHWH, “conforme al dicho de Jehová” (Deut. 34:5), significa literalmente “en la boca de Jehová”. A partir de esta expresión, un antiguo midrash (comentario) judío afirma que Moisés murió con un beso de Dios, que evoca inconfundiblemente el aliento de
vida de Dios (Gén. 2:7), lo que sugiere la re-creación milagrosa de Moisés. La información sobre la salud perfecta de Moisés (Deut. 34:7) cuando murió sugiere que Moisés no murió de muerte natural. Dios mismo le quitó la vida y luego lo resucitó de entre los muertos.
Moisés ensalzó con cánticos el poder de Dios para resucitar muertos (Deut. 32:39). Además, la asociación con la tierra que se ha prometido a los patriarcas (Deut. 34:4), una reminiscencia del jardín del Edén (Gén. 15:18; cf. Gén. 2:13-15), refuerza la intención de esa resurrección. A Moisés no se le permitió entrar en la Tierra Prometida terrenal, pero entró en la Tierra Prometida celestial, una herencia que aguarda el pueblo de Dios al momento de la resurrección (Dan. 12:2, 3, 13).
Para Elena de White, la visión de Moisés del país de Canaán desde el monte Nebo está relacionada con su visión de la Tierra Nueva, “la buena tierra”: “Otra escena aún se abre ante sus ojos: la Tierra libertada de la maldición, más hermosa que la tierra de promisión cuya belleza fuera desplegada a su vista tan breves momentos antes. Ya no hay pecado, y la muerte no puede entrar en ella. Allí las naciones de los salvos y bienaventurados hallan un hogar eterno. Con alborozo indecible, Moisés mira la escena: el cumplimiento de una liberación aún más gloriosa que cuanto hayan imaginado sus esperanzas más halagüeñas. Habiendo terminado para siempre su peregrinación terrenal, el Israel de Dios entraba por fin en la buena tierra. Otra vez se desvaneció la visión, y los ojos de Moisés se posaron sobre la tierra de Canaán tal como se extendía en la lontananza. Luego, como un guerrero cansado, se acostó para reposar” (PP 510).
Preguntas para analizar y reflexionar: ¿Por qué Moisés relaciona la visión del país de Canaán con la visión del Reino de Dios? ¿Por qué Dios resucitó a Moisés y no a Abraham ni a Daniel? ¿Por qué el libro de Deuteronomio termina con la muerte de Moisés y no con su resurrección, como es el caso de otros héroes bíblicos?
El Gran Conflicto
Es significativo ver que en la Epístola de Judas el acontecimiento de la resurrección de Moisés exhibe, en miniatura, el gran conflicto entre Dios y Satanás. La disputa entre Miguel –el gran guerrero (Jesucristo)– y el diablo acapara todo el destino del mundo. Por un lado, está Satanás, que pretende tener buenas razones para retener a Moisés en la tumba, por no ser justo. Por otro lado, está Jesucristo, que defiende y salva a Moisés mediante el poder de su sangre.
Pregunta para analizar y reflexionar: Compara Génesis 3:15 con Judas 9. Enumera los temas comunes entre estos dos pasajes. ¿Por qué Satanás estaba tan ansioso por retener muerto a Moisés?
APLICACIÓN A LA VIDA
La importancia de la transgresión de Moisés
Busca casos, en la Biblia o en la historia, en los que un líder político o religioso haya reemplazado a Dios. ¿Cuáles son los resultados de esta usurpación de las prerrogativas y la soberanía divinas de Dios?
Analiza los siguientes casos y busca una solución para abordarlos:
• Un evangelista se jacta de la gran cantidad de bautismos que ha realizado. ¿Cómo deberíamos explicar nuestro éxito en la evangelización?
• Un miembro de tu iglesia relata un milagro de curación que Dios ha realizado en su favor. Sin embargo, en tu iglesia, otro miembro está muriendo de la misma enfermedad. ¿Cómo explicas esa diferencia? El miembro que ha sido sanado ¿cómo debe dar testimonio del trato que recibió de parte de Dios?
• ¿Qué te enseña el error de Moisés acerca de tus propios errores?
La importancia de la resurrección de Moisés
Para ti, como mortal, ¿cuál es la importancia vivencial y teológica de la resurrección de Moisés? ¿Cuánto fortalece tu fe en la realidad personal de la resurrección? La realidad histórica de la resurrección de Moisés ¿confirma la esperanza de tu propia resurrección?
Eres pastor y debes oficiar un funeral, predicando acerca de la historia de la resurrección de Moisés. ¿Qué puntos desarrollarás para consolar a la familia? ¿Qué argumentos usarás para afirmar la fe en la resurrección de esa persona? ¿Cómo ayudaría esta historia a consolar el dolor de la familia?
¿Cómo contribuye la historia de la resurrección de Moisés a tu comprensión de la resurrección de Jesús?
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