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Lunes 20 de diciembre | Lección 13 - EL PECADO DE MOISÉS: SEGUNDA PARTE


Lunes 20 de diciembre | Lección 13

EL PECADO DE MOISÉS: SEGUNDA PARTE

Vuelve a leer Números 20:12 y 13. ¿Qué razón específica le dio el Señor a Moisés por la que no podría cruzar debido a lo que hizo? Ver además Deuteronomio 31:2 y 34:4.

Núm 20:12  Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado.
Núm 20:13  Estas son las aguas de la rencilla,[a] por las cuales contendieron los hijos de Israel con Jehová, y él se santificó en ellos.

Deu 31:2  y les dijo: Este día soy de edad de ciento veinte años; no puedo más salir ni entrar; además de esto Jehová me ha dicho: No pasarás este Jordán.

Deu 34:4  Y le dijo Jehová: Esta es la tierra de que juré a Abraham,(A) a Isaac(B) y a Jacob,(C) diciendo: A tu descendencia la daré. Te he permitido verla con tus ojos, mas no pasarás allá.

Según este pasaje, el pecado de Moisés implicaba algo más que solo su intento de ocupar el lugar de Dios, que ya era malo de por sí. También mostró falta de fe; algo difícil de esperar en alguien como Moisés. Después de todo, este era el hombre que, desde la zarza ardiente (Éxo. 3:2-16) en adelante, había tenido una experiencia con Dios diferente de la mayoría. Sin embargo, según el texto, Moisés no “cre[yó] en mí”; es decir, mostró una falta de fe en lo que el Señor había dicho y, como resultado, fue incapaz de “santificarme” ante los hijos de Israel. En otras palabras, si Moisés hubiera mantenido la calma y hubiera hecho lo correcto al mostrar fe y confianza en Dios en medio de la apostasía, habría glorificado al Señor ante el pueblo y nuevamente habría sido un ejemplo para ellos de verdadera fe y obediencia.

Fíjate también que Moisés desobedeció lo que el Señor le dijo específicamente que hiciera.

Lee Números 20:8. ¿Qué le había dicho el Señor a Moisés que hiciera? Sin embargo, ¿qué hizo Moisés (Núm. 20:9-11)?

Núm 20:8  Toma la vara, y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias.
Núm 20:9  Entonces Moisés tomó la vara de delante de Jehová, como él le mandó.
Núm 20:10  Y reunieron Moisés y Aarón a la congregación delante de la peña, y les dijo: ¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña?
Núm 20:11  Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias.

En el versículo 9, Moisés toma la vara “como él le mandó”. Hasta aquí, todo bien. Pero, según el versículo 10, en lugar de hablarle a la roca, de la cual el agua habría brotado como una expresión asombrosa del poder de Dios, Moisés la golpeó, no una sino dos veces. Sí, golpear una roca y que saliera agua de ella fue milagroso, pero sin duda no tan milagroso como si simplemente le hablaba y esperaba para ver que sucediera lo mismo.

Por supuesto, a simple vista quizá parezca que el juicio de Dios sobre Moisés fue excesivo: después de todo lo que Moisés había pasado, finalmente no se le permitiría cruzar a la Tierra Prometida. Siempre que se ha contado esta historia, la gente se pregunta por qué, debido a un acto imprudente, se le negó lo que había estado esperando durante tanto tiempo.

¿Qué lección crees que habrán aprendido los hijos de Israel con lo que le sucedió a Moisés?

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