Martes 4 de enero | Lección 2
JESÚS ES NUESTRO DEFENSOR
Compara 1 Samuel 8:19 y 20 con Hebreos 2:14 al 16. ¿Qué buscaban los israelitas en un rey y cómo se cumplieron estos deseos en Jesús?
1Sa 8:19 Pero el pueblo no quiso oír la voz de Samuel, y dijo: No, sino que habrá rey sobre nosotros;
1Sa 8:20 y nosotros seremos también como todas las naciones, y nuestro rey nos gobernará, y saldrá delante de nosotros, y hará nuestras guerras.
Heb 2:14 Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,
Heb 2:15 y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.
Heb 2:16 Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham.
Los israelitas querían un rey que fuera juez y líder en la batalla porque se olvidaron de que Dios era su rey. La restauración completa del gobierno de Dios sobre su pueblo vino con Jesús. Como nuestro Rey, Jesús nos guía en la batalla contra el enemigo.
Hebreos 2:14 al 16 describe a Jesús como el campeón de los seres humanos débiles. Cristo enfrenta y derrota al diablo en un combate a solas y nos libra de la esclavitud. Esta descripción nos recuerda la batalla entre David y Goliat. Después de ser ungido rey (1 Sam. 16), David salvó a sus hermanos de la esclavitud al derrotar a Goliat. Los términos del enfrentamiento determinaban que el ganador del combate esclavizaría al pueblo de la otra parte (1 Sam. 17:8-10). Por lo tanto, David actuó como defensor de Israel. Él los representó.
Lee Isaías 42:13 y 59:15 al 20. ¿Cómo se autodescribe Yahvé en estos pasajes?
Isa 42:13 Jehová saldrá como gigante, y como hombre de guerra despertará celo; gritará, voceará, se esforzará sobre sus enemigos.
Isa 59:15 Y la verdad fue detenida, y el que se apartó del mal fue puesto en prisión; y lo vio Jehová, y desagradó a sus ojos, porque pereció el derecho.
Isa 59:16 Y vio que no había hombre, y se maravilló que no hubiera quien se interpusiese; y lo salvó su brazo, y le afirmó su misma justicia.
Isa 59:17 Pues de justicia se vistió como de una coraza, con yelmo de salvación en su cabeza; tomó ropas de venganza por vestidura, y se cubrió de celo como de manto,
Isa 59:18 como para vindicación, como para retribuir con ira a sus enemigos, y dar el pago a sus adversarios; el pago dará a los de la costa.
Isa 59:19 Y temerán desde el occidente el nombre de Jehová, y desde el nacimiento del sol su gloria; porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él.
Isa 59:20 Y vendrá el Redentor a Sion, y a los que se volvieren de la iniquidad en Jacob,(E) dice Jehová.
Hebreos 2:14 al 16 alude a la noción de que Dios salvaría a Israel en un combate individual. Fíjate en este pasaje de Isaías: “Pero así dice Jehová: Ciertamente el cautivo será rescatado del valiente, y el botín será arrebatado al tirano; y tu pleito yo lo defenderé, y yo salvaré a tus hijos” (Isa. 49:25).
Como cristianos, a menudo pensamos que estamos enredados en un combate solitario con Satanás. Cuando leemos Efesios 6:10 al 18, vemos que –efectivamente– estamos en guerra con el diablo. Pero Dios es nuestro Defensor y entró en la batalla delante de nosotros. Nosotros somos parte de su ejército; por eso, tenemos que usar su armadura. Además, no luchamos solos. Efesios 6 se expresa en plural. Nosotros, como iglesia, tomamos la armadura y luchamos juntos detrás de nuestro Defensor, que es Dios mismo.
¿Qué significa ponerse la armadura de Dios? Es decir, en nuestras luchas diarias con el yo, la tentación y demás, ¿cómo podemos aprovechar el poder que nos capacita, por la fuerza de Dios, para ser fieles?
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