Lunes 24 de enero | Lección 5
A CAUSA DE INCREDULIDAD
Lee Hebreos 3:12 al 19. ¿Por qué Israel no pudo entrar en el descanso prometido?
Heb 3:12 Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo;
Heb 3:13 antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.
Heb 3:14 Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio,
Heb 3:15 entre tanto que se dice:
Si oyereis hoy su voz,
No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación.(C)
Heb 3:16 ¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moisés?
Heb 3:17 ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto?
Heb 3:18 ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron?(D)
Heb 3:19 Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad.
La triste historia es que aquellos que fueron liberados de Egipto no pudieron entrar en el descanso que Dios les había prometido. Cuando Israel llegó a Cadesbarnea, en la frontera de la Tierra Prometida, carecía de la fe necesaria. Números 13 y 14 explican que los espías israelitas “dieron un mal informe a los hijos de Israel de la tierra que habían reconocido” (Núm. 13:32, LBLA). Afirmaron que la tierra era buena, pero advirtieron que los habitantes eran fuertes y que las ciudades estaban fortificadas, y que no podrían conquistarla.
Josué y Caleb coincidieron en que la tierra era buena y no discutieron el hecho de que la gente allí era fuerte; y las ciudades, fortificadas. Pero dijeron que Dios estaba con ellos y que los llevaría a la tierra (Núm. 14:7-9). Sin embargo, el pueblo que vio a Dios destruir Egipto con plagas (Éxo. 7-12), aniquilar al ejército de Faraón en el Mar Rojo (Éxo. 14), proveer pan del cielo (Éxo. 16) y agua de la roca (Éxo. 17), además de manifestar su presencia continua y su dirección mediante la nube (Éxo. 40:36-38), ahora no confió en él. Es una trágica ironía que la generación que vio demostraciones tan poderosas del poder de Dios se convirtiera en un símbolo de la infidelidad (Neh. 9:15-17; Sal. 106:24-26; 1 Cor. 10:5-10).
Dios promete dones a sus hijos que están más allá del alcance humano. Por eso se basan en la gracia y son accesibles solo mediante la fe. Hebreos 4:2 explica que la promesa que Israel recibió “no les sirvió de nada porque no tuvieron la fe de los que escucharon a Dios” (Heb. 4:2, NTV).
Israel viajó a las fronteras de la Tierra Prometida como pueblo. Cuando el pueblo se enfrentó a informes contradictorios, se identificó con los que carecían de fe. La fe –o la falta de ella– es contagiosa. Por eso, Hebreos exhorta a sus lectores: “exhortaos los unos a los otros” (Heb. 3:13), “para estimularnos al amor y a las buenas obras” (Heb. 10:24), “no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios” (Heb. 12:15).
Hoy, seguimos viajando a la Tierra Prometida como pueblo, y tenemos una responsabilidad con quienes viajan con nosotros.
¿De qué manera puedes ayudar a edificar la fe de tus hermanos? ¿Cómo puedes cerciorarte de no decir ni hacer nada que pueda debilitar la fe de otra persona?
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