Miércoles 26 de enero | Lección 5
ENTRAR EN SU REPOSO
Lee Hebreos 3:11; y 4:1, 3, 5 y 10. ¿Cómo describe Dios el reposo al que nos invita a entrar?
Heb 3:11 Por tanto, juré en mi ira:
No entrarán en mi reposo.
Heb 4:1 Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado.
Heb 4:3 Pero los que hemos creído entramos en el reposo, de la manera que dijo:
Por tanto, juré en mi ira,
No entrarán en mi reposo;
aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo.
Heb 4:5 Y otra vez aquí: No entrarán en mi reposo.
Heb 4:10 Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.
Dios no nos invita simplemente a descansar. Nos invita a entrar en su reposo. A lo largo de la Biblia, “reposo” puede denotar simplemente la paz que hallarían en la Tierra Prometida, de Canaán (Deut. 3:20); el Templo, donde descansaba el Arca del Pacto (2 Crón. 6:41); o el mismo sábado, en el que Dios y los israelitas “descansan” de su trabajo (Éxo. 20:11). Pero en Hebreos, el Señor invita a entrar en su reposo.
Lee Hebreos 4:9 al 11 y 16. ¿Qué se nos llama a hacer?
Heb 4:9 Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios.
Heb 4:10 Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.
Heb 4:11 Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia.
Heb 4:16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
El descanso sabático celebra el hecho de que Dios terminó, o concluyó, su obra de la Creación (Gén. 2:1-3; Éxo. 20:8-11) y de Redención (Deut. 5:12-15). Asimismo, la entronización de Jesús en el Templo celestial celebra que él terminó de ofrecer un sacrificio perfecto por nuestra salvación (Heb. 10:12-14). Fíjate que Dios descansa solamente cuando ha conseguido nuestro bienestar. En la Creación, Dios descansó cuando terminó la creación del mundo. Más adelante, Dios descansó en el Templo únicamente después de completarse la conquista de la tierra que le había prometido a Abraham a través de las victorias de David, y los hijos de Israel “vivían seguros” (1 Rey. 4:21-25; comparar con Éxo. 15:18-21; Deut. 11:24; 2 Sam. 8:1-14). Dios mandó construir una casa para él solamente después de que Israel y el rey tuvieran casas para ellos.
El reposo definitivo que Dios nos promete es el nuevo mundo que él creará para nosotros después de que finalmente termine el Gran Conflicto. Hebreos alude a ese mundo como “la ciudad [...] cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Heb. 11:10) y como una patria celestial (Heb. 11:14-16). Conlleva la restauración del dominio y la “gloria” y la “honra” que Dios originalmente había otorgado a los seres humanos en la Creación (Heb. 2:5-8; 12:28). Es su reposo. No es simplemente una Tierra perfecta donde tendremos paz, sino un reposo sabático en esa Tierra donde estará el Trono de Dios en un cielo nuevo y una Tierra nueva.
¿Cómo podemos entrar en su reposo incluso ahora? Es decir, ¿cómo podemos, por fe, descansar en la seguridad de la salvación que tenemos en Cristo y no en nosotros mismos?
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