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JESÚS, EL MEDIADOR DEL NUEVO PACTO - Sección maestros


El sábado enseñaré…

RESEÑA

Textos clave: Hebreos 7:11–19; 8:10–12; Jeremías 31:31–34; Hebreos 8:1–6; Éxodo 24:1–8; Ezequiel 36:26, 27.

Temática de la lección:

El Antiguo Pacto se dio sobre la base del sacerdocio levítico. Como parte de este pacto, solo los levitas actuaban como mediadores entre Dios y los israelitas. No obstante, el libro de Hebreos habla de que Jesús ha sido nombrado Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec. Además, Pablo recuerda el hecho de que Jesús no era de la tribu de Leví (Heb. 7:14); era de la tribu de Judá. Por lo tanto, de acuerdo con las leyes del sacerdocio levítico, no era idóneo para servir como sacerdote. Sin embargo, Dios mismo lo nombró Sumo Sacerdote: “Tú eres sacerdote para siempre” (Heb. 7:21).

Podríamos preguntarnos legítimamente cómo alguien de la tribu de Judá podría convertirse en sacerdote, dadas las restricciones levíticas. Se suponía que solo los levitas debían servir en el Templo. Lógicamente, primero debería producirse un cambio. Pablo señala que ese cambio en el sacerdocio necesitaría un cambio correspondiente en las leyes del sacerdocio (Heb. 7:12). El cambio en las leyes del sacerdocio, a su vez, conduciría a un cambio de pacto. El primer Pacto fue con los levitas; y el segundo, con Cristo. ¿Por qué un cambio radical? La lección aclara que el Antiguo Pacto no podía purificar la conciencia de pecado (Heb. 10:4; 9:14); esta purificación es la justicia de Cristo, que recibimos. Esos sacrificios de animales señalaban a Cristo, ¡el verdadero “Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”! (Juan 1:29). Con este Nuevo Pacto también llega no solo un árbitro, un negociador o un testigo, sino también un garante que asegura que las promesas del Pacto se cumplirán. Además, en este Nuevo Pacto, las leyes divinas se internalizarán en la gente cuando Dios las escriba “sobre su corazón” (Heb. 8:10).

COMENTARIO

La superioridad de Melquisedec

Varias veces en Hebreos (Heb. 5:6, 10; 6:20) se presenta a Cristo como sacerdote según el orden de Melquisedec. En Hebreos 7, Pablo dedica un tiempo a este Melquisedec sacerdotal con el propósito de rastrear la naturaleza del sacerdocio de Cristo. Al mismo tiempo, establece que el sacerdocio de Cristo es superior al sacerdocio levítico.

Solo hay dos referencias en el Antiguo Testamento a Melquisedec: Génesis 14:18 y Salmo 110:4. Hebreos resume el relato del Génesis y establece que Melquisedec es un sacerdote (Heb. 7:1), que es similar a Cristo (Heb. 7:3) y que es superior a Abraham (Heb. 7:4). La narración del Génesis describe la primera guerra que se registra en la Biblia, y destaca a Abraham mientras persigue a los cuatro reyes invasores que se llevaron cautivo a su sobrino Lot. Después de liberar a los cautivos, Abraham regresa a casa. En el camino, Melquisedec, el rey-sacerdote de Salem (Jerusalén), sale al encuentro de Abraham con pan y vino, un detalle que falta en el relato de Hebreos. El primero bendice al segundo, y el segundo devuelve el diezmo al primero (Heb. 7:1, 2). Entonces, ¿qué hace que Melquisedec sea superior al sacerdocio levítico? Tres cosas, como veremos a continuación.

En primer lugar, Melquisedec es “sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida” (Heb. 7:3). En el mundo grecorromano, estar sin padre significaba ser hijo ilegítimo; no tener madre significaba que el niño provenía de una mujer de bajo estatus social. Sin embargo, en el mundo judío, no tener genealogía significaba que la persona no cumplía con los requisitos para el sacerdocio levítico. Melquisedec ¿fue un personaje divino, como han inferido algunos? No; aparece de repente en la escena, en Génesis 14, y desaparece con la misma rapidez de nuevo, pero sin ninguna mención de sus antecedentes familiares. Debido a que el registro de Génesis no habla de su padre, ni de su madre ni de su genealogía, Pablo emplea a Melquisedec como un ejemplo perfecto de la naturaleza eterna de Cristo. La siguiente afirmación apoya este hecho: “Ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre” (Heb. 7:3).

Además, en Hebreos 7:8 se vuelve a comparar a los levitas con Melquisedec. “Y aquí” los levitas mortales reciben los diezmos de sus congéneres israelitas; “pero allí”, es decir, en el caso de Melquisedec, recibe los diezmos “uno de quien se da testimonio de que vive” (Heb. 7:8). Aquí, la mortalidad de los levitas se contrasta con la ausencia de una muerte registrada de Melquisedec, en Génesis 14.

Melquisedec ¿nunca murió? Sí, pero debido a que su muerte no se registra en las Escrituras, Pablo ve en él un ejemplo perfecto para la eternidad de Cristo. Esa ausencia era un principio que utilizaban los escritores antiguos. El silencio de la Escritura sobre determinado aspecto se toma como evidencia de que algo no existía. Melquisedec entra en la narración sin ascendencia, y sale sin un relato de su muerte, lo que apunta tipológicamente a aquel que es eterno. Debido a que Melquisedec apunta a la eternidad y los levitas eran finitos, Melquisedec es superior a ellos.

En segundo lugar, Melquisedec es superior a los levitas porque bendijo a Abraham, el patriarca, a quien se describe como el que recibió la promesa (Heb. 6:13; 7:6). Por lo tanto, “sin discusión alguna, el menor [Abraham] es bendecido por el mayor [Melquisedec]” (Heb. 7:7). Melquisedec no solo es superior a los levitas debido a su sacerdocio continuo, sino también es superior porque bendijo a Abraham.

En tercer lugar, Melquisedec es superior a los levitas porque es a quien “Abraham el patriarca dio diezmos del botín” (Heb. 7:4). El bisnieto Leví y sus descendientes, en esencia, devolvieron los diezmos a través de Abraham a este sacerdote de Dios no levítico, Melquisedec (Heb. 7:9, 10). La falta de genealogía levítica no impide que Melquisedec reciba los diezmos de Abraham. De la misma manera, la falta de genealogía levítica no puede evitar que Jesús sirva como sacerdote. La Ley ordenaba que los levitas recibieran los diezmos de sus congéneres israelitas y, a su vez, que devolvieran los diezmos de los diezmos recibidos (Núm. 18:21-26). Esta tradición es algo que relata Pablo (Heb. 7:5). La lógica de su argumento es obvia: Melquisedec es mayor que Abraham; en consecuencia, debe ser más grande que Leví. Por extensión, el sacerdocio de Melquisedec es mayor que el sacerdocio levítico. Si eso es cierto, el sacerdocio de Cristo es superior al de cualquier sacerdote humano en el Tabernáculo, o Templo, terrenal. Por lo tanto, se le llama sacerdote “para siempre, según el orden de Melquisedec” (Heb. 7:17).

En síntesis, Melquisedec es superior a los levitas debido a su sacerdocio continuo. Este bendijo a Abraham, el antepasado de los levitas, y los levitas devolvieron los diezmos a Melquisedec a través de Abraham.

La superioridad del sacerdocio de Cristo

Según lo que acabamos de ver, el sacerdocio de Cristo es superior al sacerdocio levítico por varias razones.

En primer lugar, Cristo llegó a ser sacerdote “según el poder de una vida indestructible” y por designación de Dios, como lo testifica el Salmo 110:4; no fue a través de la descendencia física en función de los requisitos legales aarónicos (Heb. 7:16, 17; ver Éxo. 29); el sacerdocio de Cristo está íntimamente relacionado con quién es él. Sí, Cristo murió, pero resucitó (Heb. 13:20). Él fue “hecho más sublime que los cielos” (Heb. 7:26) y ahora está sentado “a la diestra del trono de la Majestad en los cielos” (Heb. 8:1), donde “puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios” (Heb. 7:25).

Además, a los sacerdotes levitas se los nombraba sobre una base hereditaria. Ninguno disfrutó del sacerdocio a perpetuidad, “debido a que por la muerte no podían continuar” (Heb. 7:23). Al contrario, Cristo, “por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable” (Heb. 7:24) y “viv[e] siempre para interceder por ellos” (Heb. 7:25). Hebreos describe a Cristo como Alguien que “permanece para siempre”, puede “salvar perpetuamente” y “viv[e] siempre” (Heb. 7:24, 25). En pocas palabras, Cristo es superior al sacerdocio levítico porque tiene inmortalidad, en comparación con la fugacidad de los levitas.

En segundo lugar, Dios confirmó a Cristo como Sacerdote mediante un juramento: “Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre” (Heb. 7:21). Los juramentos son promesas solemnes, que a menudo invocan a un testigo divino. Debido a que Dios no pudo jurar por un poder divino mayor cuando le prometió descendencia a Abraham, “juró por sí mismo, diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré” (Heb. 6:13, 14). A la generación del Éxodo, Dios le juró: “No entrarán en mi reposo” (Heb. 3:11). Cuando Dios hace un juramento, lo ejecutará fielmente. Por eso Jesús “es hecho fiador de un mejor pacto” (Heb. 7:22). Los levitas, por otro lado, fueron investidos para el sacerdocio por mandato divino (Éxo. 28:1), no por juramento. Por ende, Cristo es superior a ellos.

Finalmente, Cristo es superior al sacerdocio levítico porque es moralmente perfecto. Los sacerdotes del linaje de Aarón sacrificaban diariamente; aunque, en definitiva, de manera infructuosa (Heb. 10:1-4). Primeramente ofrecían sacrificio por sus propios pecados antes de ofrecer sacrificio por los demás. Al contrario, Cristo se ofreció a sí mismo como sacrificio sin pecado una vez para siempre (Heb. 7:27). Un sacerdote de tal condición es apropiado para nosotros, porque es “santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos” (Heb. 7:26). Si bien estos términos son prácticamente sinónimos, tienen matices ligeramente diferentes. Cristo estaba moralmente separado, era inocente y no estaba manchado por el pecado. Esos atributos hacen que Cristo sea superior a la línea de sacerdotes aarónicos (ver Hech. 2:27; Heb. 4:15).

En síntesis, Cristo es mejor que los levitas porque es inmortal, fue confirmado por un juramento divino y es moralmente perfecto.

APLICACIÓN A LA VIDA

Piensa en la comparación entre Cristo y Melquisedec en Hebreos 7. Se considera que Melquisedec fue rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo (Heb. 7:1).

Preguntas para reflexionar:

1. ¿Por qué crees que Melquisedec tiene una función doble? Compara su dualidad de roles con la de Cristo, quien primeramente es Sacerdote según el orden de Melquisedec, pero en segundo lugar es miembro de la tribu real de Judá.

2. ¿Con qué se asocia principalmente la tribu de Judá (ver Gén. 49:10)? ¿Cómo cumple Cristo ambos roles?

3. ¿Cómo verías el pecado, si cada vez que transgredieras te costara un cordero o un toro, dependiendo de tu estatus social (tal vez una bicicleta o un automóvil en términos actuales)?

 

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