Lección 9 | Jueves 24 de febrero
EL JUICIO Y EL CARÁCTER DE DIOS
Lee Romanos 3:21 al 26; 1:16 y 17; y 5:8. La Redención en la Cruz para perdón de nuestros pecados, ¿qué revela acerca de Dios?
Rom 3:21 Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas;
Rom 3:22 la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia,
Rom 3:23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,
Rom 3:24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,
Rom 3:25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados,
Rom 3:26 con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.
Rom 1:16 Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.
Rom 1:17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.
Rom 5:8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
El perdón de nuestros pecados implica dos fases en la mediación de Jesús en los dos departamentos del Santuario celestial. En primer lugar, Jesús quitó de en medio nuestros pecados y él mismo los cargó en la Cruz para ofrecer perdón a todos los que creen en él (Hech. 2:38; 5:31). En la Cruz, Jesús obtuvo el derecho de perdonar a todo el que crea en él porque él cargó con esos pecados. También estableció un Nuevo Pacto, que le permite poner la Ley de Dios en el corazón de los creyentes mediante el Espíritu Santo (Heb. 8:10-12; Eze. 36:25-27).
Una segunda fase del ministerio de Jesús consiste en un juicio, el juicio previo al Advenimiento, que aún era futuro desde el punto de vista de los hebreos (Heb. 2:1-4; 6:2; 9:27, 28; 10:25). Este juicio comienza con el pueblo de Dios y se describe en Daniel 7:9 al 27, Mateo 22:1 al 14 y Apocalipsis 14:7. Su propósito es mostrar la justicia de Dios al perdonar a su pueblo. En este juicio, los registros de su vida estarán abiertos para que los vea el Universo. Dios mostrará lo que sucedió en el corazón de los creyentes y cómo abrazaron a Jesús como su Salvador y aceptaron al Espíritu en su vida.
En cuanto a este juicio, Elena de White escribió: “El hombre no puede por sí mismo hacer frente a estas acusaciones. Con sus ropas manchadas de pecado, confiesa su culpabilidad delante de Dios. Pero Jesús, nuestro Abogado, presenta una súplica eficaz en favor de todos los que mediante el arrepentimiento y la
fe le han confiado la guarda de sus almas. Intercede por su causa y vence a su acusador con los poderosos argumentos del Calvario. Su perfecta obediencia a la Ley de Dios, aun hasta la muerte de la Cruz, le ha dado toda potestad en el cielo y en la Tierra, y él solicita a su Padre misericordia y reconciliación para el hombre culpable. [...] Pero, aunque debemos comprender nuestra condición pecaminosa, debemos fiar en Cristo como nuestra justicia, nuestra santificación y redención. No podemos contestar las acusaciones de Satanás contra nosotros. Solo Cristo puede presentar una intercesión eficaz en nuestro favor. Él puede hacer callar al acusador con argumentos que no se basan en nuestros méritos, sino en los suyos” (TI 5:445, 446).
¿Por qué la Cruz y el ministerio de Jesús en nuestro favor sugieren que debemos esperar el Juicio con confianza, pero con humildad y arrepentimiento?
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