Lunes 21 de febrero | Lección 9
DIVERSOS TIPOS DE SACRIFICIOS
La muerte de Jesús posibilitó el perdón, o remisión, de nuestros pecados. Sin embargo, la remisión de nuestros pecados implica mucho más que la cancelación del castigo por nuestra transgresión del Pacto. Implica otros elementos de igual importancia. Por tal motivo, el sistema de sacrificios israelita tenía cinco tipos diferentes de sacrificios. Cada uno era necesario para expresar la riqueza del significado de la Cruz de Cristo.
Lee Efesios 3:14 al 19. ¿Cuál fue el pedido de oración de Pablo en favor de los creyentes?
Efe 3:14 Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo,
Efe 3:15 de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra,
Efe 3:16 para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;
Efe 3:17 para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor,
Efe 3:18 seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,
Efe 3:19 y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
La ofrenda para holocausto (u ofrenda encendida) requería que todo el animal se consumiera en el Altar (Lev. 1). Representaba a Jesús, cuya vida fue consumida por nosotros. La Expiación requirió el compromiso total de Jesús con nosotros. Aunque era igual a Dios, Jesús “se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo” (Fil. 2:5-8).
La ofrenda de cereal era una ofrenda de gratitud a Dios por la provisión del sustento para su pueblo (Lev. 2). También representa a Jesús, “el pan de vida” (Juan 6:35, 48), a través del cual tenemos vida eterna.
La ofrenda de paz, o de comunión, implicaba una comida comunitaria con amigos y familiares para celebrar la prosperidad y el bienestar provistos por Dios (Lev. 3). Representaba a Cristo, cuyo sacrificio nos ofreció paz (Isa. 53:5; Rom. 5:1; Efe. 2:14). También enfatiza que debemos participar del sacrificio de Jesús comiendo su carne y bebiendo su sangre (Juan 6:51–56).
La ofrenda por el pecado, o de purificación, ofrecía expiación por los pecados (Lev. 4:1–5:13). Este sacrificio enfatizaba el papel de la sangre del animal, que representaba su vida, para ofrecer redención de los pecados (Lev. 17:11), y apuntaba a la sangre de Jesús, que nos redime de nuestros pecados (Mat. 26:28; Rom. 3:25; Heb. 9:14).
La ofrenda por la culpa, o de reparación (Lev. 5:14–6:7), brindaba perdón en los casos en que era posible la reparación, o restitución. Nos indica que el perdón de Dios no nos libra de la responsabilidad de ofrecer reparación, o restitución, cuando sea posible, a quienes hemos agraviado.
Los sacrificios del Santuario nos enseñan que la experiencia de la salvación es más que simplemente aceptar a Jesús como nuestro Sustituto. También necesitamos “alimentarnos” de él, compartir sus beneficios con los demás y ofrecer reparación a quienes hemos agraviado.
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