Martes 1º de marzo | Lección 10
LA NECESIDAD DE UN VELO
Los velos tienen una doble función. El término que Hebreos utiliza para velo (katepetasma) podría referirse a la cortina de la entrada del Atrio (Éxo. 38:18), a la cortina de la entrada del Santuario (Éxo. 36:37) o al velo interior que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo (Éxo. 26:31–35). Estos velos eran entradas y a la vez límites que solo algunos podían traspasar.
Lee Levítico 16:1 y 2; y 10:1 al 3. ¿Qué advertencia tenemos en estos pasajes?
Lev 16:1 Habló Jehová a Moisés después de la muerte de los dos hijos de Aarón, cuando se acercaron delante de Jehová, y murieron.
Lev 16:2 Y Jehová dijo a Moisés: Dí a Aarón tu hermano, que no en todo tiempo entre en el santuario detrás del velo,(A) delante del propiciatorio que está sobre el arca, para que no muera; porque yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio.
Lev 10:1 Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó.
Lev 10:2 Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová.
Lev 10:3 Entonces dijo Moisés a Aarón: Esto es lo que habló Jehová, diciendo: En los que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado. Y Aarón calló.
El velo era una protección para los sacerdotes mientras oficiaban ante un Dios santo. Después del pecado del becerro de oro, Dios le dijo a Moisés que no los acompañaría camino a la Tierra Prometida para no consumirlos porque eran un “pueblo de dura cerviz” (Éxo. 33:3). Por lo tanto, Moisés trasladó la Tienda de Reunión y la armó lejos, fuera del campamento (Éxo. 33:7). Sin embargo, después de que Moisés intercediera, Dios aceptó ir en medio de ellos (Éxo. 33:12-20), pero estableció varias medidas para proteger al pueblo mientras él habitara entre ellos.
Por ejemplo, Israel acampaba en un orden estricto que dejaba un cuadrado vacío en el medio, donde se colocaba el Tabernáculo. Además, los levitas acampaban alrededor del Tabernáculo para proteger el Santuario y sus muebles de la invasión de extraños (Núm. 1:51; 3:10). En realidad, era una especie de velo humano que protegía al pueblo de Israel: “Pero los levitas acamparán alrededor del tabernáculo del testimonio, para que no haya ira sobre la congregación de los hijos de Israel; y los levitas tendrán la guarda del tabernáculo del testimonio” (Núm. 1:53).
Jesús, como nuestro Sacerdote, también ha sido nuestro Velo. Mediante su encarnación, Dios levantó su Tienda en medio de nosotros y pudimos contemplar su gloria (Juan 1:14–18). Jesús hizo posible que un Dios santo viviera en medio de un pueblo imperfecto.
Piensa en lo que implicaba que el Dios creador, el que hizo el Universo, viviera entre su pueblo, que en ese momento era una nación de esclavos fugitivos. ¿Qué nos enseña sobre lo cerca que puede estar Dios de nosotros?
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