Lección 5 | Miércoles 27 de abril
“DESCENDAMOS”
Lee Génesis 11:5 al 7; y Salmo 139:7 al 12. ¿Por qué Dios descendió a la Tierra? ¿Cuál fue el hecho que motivó esta reacción divina?
Gén 11:5 Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres.
Gén 11:6 Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer.
Gén 11:7 Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero.
Sal 139:7 ¿A dónde me iré de tu Espíritu?
¿Y a dónde huiré de tu presencia?
Sal 139:8 Si subiere a los cielos, allí estás tú;
Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás.
Sal 139:9 Si tomare las alas del alba
Y habitare en el extremo del mar,
Sal 139:10 Aun allí me guiará tu mano,
Y me asirá tu diestra.
Sal 139:11 Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán;
Aun la noche resplandecerá alrededor de mí.
Sal 139:12 Aun las tinieblas no encubren de ti,
Y la noche resplandece como el día;
Lo mismo te son las tinieblas que la luz.
Irónicamente, aunque los hombres estaban “subiendo”, Dios tuvo que bajar hasta ellos. El descenso de Dios es una confirmación de su supremacía. Dios siempre estará más allá de nuestro alcance humano. Cualquier esfuerzo humano por subir hasta él y encontrarnos con él en el cielo es inútil y ridículo, no cabe ni la menor duda. Por eso, para salvarnos, Jesús descendió hasta nosotros; de hecho, no había otra manera en que él nos salvara.
Una gran ironía en el relato de la torre de Babel se ve en la declaración de Dios: “Ver la ciudad y la torre” (Gén. 11:5). Dios no tenía que bajar para ver (Sal. 139:7-12; comparar con Sal. 2:4), pero lo hizo de todos modos. El concepto enfatiza el interés de Dios en la humanidad.
Lee Lucas 1:26 al 33. ¿Qué nos enseña esto acerca de que Dios haya descendido hasta nosotros?
Luc 1:26 Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
Luc 1:27 a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.
Luc 1:28 Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.
Luc 1:29 Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta.
Luc 1:30 Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Luc 1:31 Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.
Luc 1:32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
Luc 1:33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
El hecho de que Dios haya descendido también nos recuerda el principio de la justificación por la fe y el proceso de la gracia de Dios. Cualquiera que sea el trabajo que realicemos para Dios, él todavía tendrá que bajar para reunirse con nosotros. No es lo que hacemos por Dios lo que nos llevará a él y a la redención, es la iniciativa de acercamiento de Dios lo que nos salvará. De hecho, dos veces el texto de Génesis habla de que Dios “descendió”, lo que sugiere cuánto le importaba lo que estaba sucediendo allí.
Según el pasaje, el Señor quería poner fin a esa unidad profundamente arraigada, que, por ser seres caídos, solo podría conducir a una maldad cada vez mayor. Por eso decidió confundir su lengua, lo que pondría fin a su estrategia de unificación.
“Los planes de los constructores de la torre de Babel terminaron en vergüenza y derrota. El monumento de su orgullo llegó a ser el memorial de su locura. Pero los hombres siguen hoy el mismo sendero: dependen de sí mismos y rechazan la Ley de Dios. Es el principio que Satanás trató de practicar en el cielo, el mismo que siguió Caín al presentar su ofrenda” (PP 115).
En el relato de la torre de Babel, ¿cómo vemos otro ejemplo de arrogancia humana, que en última instancia fracasará? ¿Qué lecciones personales podemos extraer de esta historia?
Gloria sea el Señor por todo los siglos de los siglos amén y amén.
ResponderEliminarGrande amor de nuestro creador que no nos dejó perdidos, y más aún cuando no cesa de buscarnos y llamarnos a estar a cuentas con él...
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